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La joven Universidad Nacional celebra su sesquicentenario

Por: Ignacio Mantilla

La importancia e influencia que, desde sus orígenes, la Universidad Nacional de Colombia ha ejercido en la construcción de la nación y su actual impacto social en el país como la principal institución de educación superior pública, hacen que la celebración del sesquicentenario de su fundación se convierta en la mejor oportunidad para expresarle a todo el país nuestro agradecimiento por su continuo apoyo. También es la ocasión adecuada para mostrar nuestro potencial como la Universidad del Estado que se ha constituido en patrimonio de todos los colombianos.

En los actos de celebración del cumpleaños 150 de la institución, que comenzaron esta semana y que se extenderán durante todo el año 2017, están programados eventos académicos de diversa índole y de todas las áreas del conocimiento. Será también un año para compartir con los lectores muchos de los logros de la Universidad en los diferentes campos del saber, así como para informar sobre algunas de sus proyecciones futuras.

El primer acto conmemorativo se realizó esta semana en la Sede Medellín con la sesión inaugural de la Cátedra Sesquicentenario, actividad con la cual se mostrará cómo a través de la formación, la investigación y la extensión la Universidad se vincula con las regiones y hace importantes aportes a nuestra sociedad.

Con todo el entusiasmo que produce esta celebración, quiero detenerme para compartir algunos datos sobre la antigüedad y el concepto de universidad en el mundo occidental.

Hay una visión de universidad, propuesta por el médico y profesor José Félix Patiño Restrepo, exrector de la Universidad Nacional. Esta visión considera a la universidad el principal motor del progreso de la sociedad y, más importante que eso, en el crisol de las culturas que han marcado nuestra civilización.

Se ha dicho que los orígenes de la universidad moderna se encuentran en la fundación de la Universidad de Bolonia, en 1088, a la que posteriormente se sumaron las fundaciones de universidades como la de París en 1090, la Universidad de Oxford en 1096 o la de Salamanca en 1218. Sin embargo, el doctor Patiño Restrepo rastrea el origen de la universidad mucho más atrás, en la Alejandría helenística, a comienzos del siglo III a.C. Esto tiene que ver con que si aceptamos que la universidad es la comunidad de maestros y alumnos dedicados a adquirir, crear y difundir el conocimiento, entonces tendríamos que remontarnos más allá de la Edad Media europea, en donde comúnmente se establece el nacimiento de la institución universitaria.

Así, podemos encontrar una institución con los mismos fines, formalmente organizada en esa época. En el año 290 a.C. se fundó el legendario Museion o Templo de las Musas y comenzó el desarrollo de la Biblioteca de Alejandría. Tolomeo I y Tolomeo II convocaron a una gran cantidad de científicos y artistas del mundo conocido para convertir a Alejandría en la capital de la cultura y la ciencia. El Museo de Alejandría, que incluía la Biblioteca, se constituyó en una comunidad de maestros e investigadores y una gran cantidad de alumnos, conformando de esta manera una verdadera escuela. Los maestros eran los principales intelectuales del mundo occidental de aquella época: artistas, matemáticos, astrónomos, médicos, filólogos y filósofos que vivían en las propias edificaciones del Museo y de la Biblioteca.

Como lo resalta el doctor Patiño, en la escuela médica del Museo de Alejandría se llevaron a cabo disecciones anatómicas que desarrollaron el conocimiento de la morfología y la fisiología humanas. En el Museo enseñó Euclides, uno de los más grandes geómetras y matemáticos de la antigüedad, fue allí en donde escribió «Los Elementos», el gran compendio de geometría; se dice que este trabajo es hoy el segundo en número de ediciones publicadas después de la Biblia.

El Museo de Alejandría es, en este sentido, la primera universidad que tuvo la humanidad, universidad entendida como comunidad de maestros y estudiantes con el respaldo de una gran biblioteca. Esta fue una academia que tal vez tuvo mayores recursos y más actividad que las propias universidades europeas del siglo XI. Así pues, la historia de la universidad se remonta a más de 1000 años atrás, a aquel Museo de Alejandría y su gran Biblioteca de la era helenística que se extendió entre el siglo IV y el siglo I a.C.

Ahora bien, ya en nuestro país podemos decir que la universidad colombiana encuentra sus orígenes en la Colonia con una incuestionable influencia de las universidades españolas de la época. Su origen eclesiástico con claro dominio de los agustinos, dominicos y jesuitas se concentró en los estudios teológicos – tomistas, las artes y las humanidades. El acceso a dichas instituciones era más que limitado, pues solo acogían clérigos y en muy contadas excepciones seculares benefactores de la iglesia.

Bajo esta visión se creó en 1580 la Universidad Tomística (origen de la actual Universidad de Santo Tomás), dirigida por la Comunidad de los Dominicos. Sin embargo, se tiene noticia de que años antes de la fundación de la Universidad Tomística se organizó en el Claustro de San Agustín (hoy parte de nuestra Universidad) la Universidad San Nicolás de Bari, que  pronto desapareció. Posteriormente, avivados en conflictos entre comunidades religiosas se fundó en 1622 la Universidad Javeriana que en sus inicios tuvo el carácter de institución pública. Las otras dos universidades clericales de la época fueron el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fundada en 1653, y la Universidad de San Buenaventura, Cali, en 1715.

Como puede verse, la Universidad Nacional es entonces una institución muy joven en el mundo de las universidades. Esto lo reafirmé la semana pasada cuando recibí la honrosa visita de mi colega Daniel Hernández Ruipérez, rector de la Universidad de Salamanca (y matemático de formación), quien me informó sobre los preparativos que lleva a cabo para celebrar, el próximo año, el cumpleaños 800 de su Universidad.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/la-joven-universidad-nacional-celebra-su-sesquicentenario-columna-679354

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Universidad Nacional: 20 años en San Andrés

Por: Ignacio Mantilla

Se celebró esta semana el vigésimo aniversario de la creación de la Sede Caribe de la Universidad Nacional de Colombia, una de las cuatro sedes que tiene la Universidad en las fronteras colombianas.

Desde hace 20 años, y en forma ininterrumpida, la Universidad ha estado haciendo presencia en la isla de San Andrés con programas académicos, principalmente orientados a la investigación en Ciencias del Mar y la Biología Marina, complementados con otros dirigidos a la formación profesional de los jóvenes del Archipiélago.

Esta Sede de la Universidad tuvo su origen con la creación del Instituto de Estudios Caribeños y los primeros trabajos que se registran son los resultados de las investigaciones que iniciaron dos grupos, dedicados principalmente a los estudios ambientales del Caribe y al estudio del Estado y la sociedad del Caribe. Posteriormente los intereses investigativos de la Sede se ampliaron con el trabajo de otros grupos dedicados a la fauna marina de Colombia, la biodiversidad y sus usos; y a estudios sobre nación, región y relaciones internacionales en el Caribe y América Latina y desde el año 2008 se unió a la Sede el Centro de Estudios de Ciencias del Mar, cuya actividad principal se desarrolla en Santa Marta.

En la zona de San Luis, donde se ubica el campus, la Universidad desarrolló el Jardín Botánico de San Andrés, abierto al público hace cerca de siete años. Más de 42.000 visitantes, entre turistas, estudiantes e investigadores han podido apreciar y disfrutar de este enclave ecológico en el centro de la isla.

Después de dos décadas de trabajo permanente, con muchos éxitos y también con muchos problemas, aciertos y desaciertos, hoy nuestra Sede Caribe puede sentirse orgullosa y dar cuenta de sus indiscutibles logros: 60 libros publicados, 22 ediciones de la revista “Cuadernos del Caribe”, 80 capítulos de libro, 200 artículos publicados en revistas indexadas, más de 600 ponencias, presentaciones y conferencias de profesores y estudiantes, 200 tesis de posgrado, 265 trabajos de grado, en fin, todos productos académicos de indiscutible valor para la región. Las contribuciones abarcan temas de: ciencias del mar, biodiversidad, pesca, manglares, algas y pastos marinos, arrecifes coralinos, contaminación, genética, geo-historia, arquitectura isleña, literatura, estudios de género, economía, turismo, lenguas criollas, seguridad alimentaria y gestión del riesgo, entre muchos otros.

La Maestría en Estudios del Caribe que ofrece la Universidad en San Andrés ha permitido también la movilidad académica en el Gran Caribe: estudiantes y profesores de Jamaica, Puerto Rico, Cuba, Trinidad y Tobago, México, Costa Rica y Panamá, entre otros, han ido construyendo con los nuestros un grupo de trabajo dinámico, con objetivos comunes de formación y publicaciones conjuntas.

Aun cuando la mayor oferta inicial fue de programas de posgrado, desde el año 2008 se ha implementado en la Sede el Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (PEAMA), a través del cual más de 400 jóvenes han sido admitidos para estudiar en la Universidad Nacional, cursando sus cuatro primeros semestres en la Isla y luego trasladándose, para continuar sus estudios, a una de las sedes andinas en Bogotá, Medellín, Manizales o Palmira.

Empiezan ahora a regresar a San Andrés los primeros profesionales, formados gracias a este programa. Algunos de ellos encontrarán un empleo en su lugar de origen; otros deberán establecerse en el interior del país, pero seguramente unos y otros se encargarán de transformar la Isla en un centro de prosperidad para su región.

La Sede Caribe ha estado en permanente coordinación con las demás sedes  de la Universidad Nacional y dispuesta siempre a recibir estudiantes de pre y posgrado para que realicen en la Isla sus trabajos de investigación o complementen su formación. Igualmente ha desarrollado un novedoso programa de inmersión para el aprendizaje del inglés como segunda lengua, del cual se han beneficiado especialmente docentes de educación básica y media.

Tras el adverso fallo sobre el diferendo limítrofe, la población del Archipiélago ha visto cómo las invitaciones iniciales a las universidades colombianas para que hicieran presencia en San Andrés y ofrecieran programas de formación profesional a sus jóvenes, se convirtieron en un rotundo fracaso. Es así como hoy la Universidad Nacional, que ya desde mucho antes había demostrado su compromiso con esa comunidad, permanece como la única universidad en la Isla.

En la celebración de los primeros 20 años de la Sede he reafirmado el interés y la necesidad de permanecer en San Andrés; las ofertas académicas son las mejores manifestaciones de la presencia del Estado en cualquier región del país; así lo he repetido, señalando que la Universidad Nacional no está de paso en San Andrés, y que estará allí hasta cuando la comunidad así lo requiera, acompañando su crecimiento, fomentando su desarrollo, y aportando educación superior de calidad para el bienestar de la comunidad del Archipielago.

En los actos de celebración estuvieron presentes las autoridades gubernamentales regionales, quienes han manifestado su apoyo y compromiso para que el campus se siga desarrollando y los estudiantes disfruten de un mayor bienestar.

Es afortunado el hecho de que la sede cumpla 20 años justo el mismo año en el que la Universidad celebra el sesquicentenario de su fundación. Ambas fundaciones tienen en común el mismo proyecto de nación. Un proyecto que se fundamenta en la construcción de un país moderno a través de la educación de alta calidad y la preservación de sus riquezas naturales y culturales. Ambas fundaciones quisieron, desde sus inicios, fomentar la unidad de la nación mediante la valoración de la diversidad y la construcción de identidad a través del estudio de nuestra cultura. Hoy esos objetivos siguen siendo vigentes y la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, está absolutamente comprometida con ello.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/opinion/universidad-nacional-20-anos-en-san-andres-columna-678250

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Educación a la medida

Por: Ignacio Mantilla

Coincidimos muchos colombianos en aceptar que el origen de las guerrillas y los conflictos sociales fue la desigualdad y aceptamos también que es la educación el mejor remedio para superarla.

Quienes, como yo, llevamos muchos años trabajando en el sector de la educación también lo creemos así y nos sentimos con la obligación y, modestia aparte, con la autoridad para proponer políticas sobre cómo debe orientarse y sobre cuál es la forma más eficiente para ofrecer una mejor educación y sobre cómo mejorar su calidad.

A la investigación sobre educación se dedican cada vez más especialistas que comparten sus logros, obtenidos bien sea en forma empírica, experimental o formal, y que se atreven a proponer métodos insospechados, pero, la mayoría de las veces, muy exitosos. Se adelanta actualmente, a nivel mundial, un amplio debate sobre la pertinencia y eficiencia de la educación virtual y en general sobre las modernas formas no convencionales, apoyadas en las nuevas tecnologías, para formar a los jóvenes en los diferentes niveles de la educación.

Algunas investigaciones han sido destacadas como ejemplos de innovación tecnológica. En el año 2013, Sugata Mitra, de origen indio, ganó el “TED prize”, premio otorgado anualmente a la mejor propuesta en Tecnología, Entretenimiento y Diseño, con una idea tan simple como la de poner a un grupo de estudiantes a trabajar con un solo computador y sin un profesor como supervisor. Su idea derivó en un proyecto para construir una escuela en la nube. Este ingeniero, que trabaja como profesor de la Universidad de Newcastle (Inglaterra), se convirtió en gurú de la educación con su idea inspiradora, que terminó por comprobar que la tecnología se puede aprender de forma autodidacta, conclusión inesperada y contraria a la que buscaba como encargado de diseñar programas formativos en la Universidad.

En una reciente entrevista publicada en el diario El País de España, Mitra critica los actuales sistemas educativos, basados en su mayoría en modelos diseñados hace 300 años, cuando los imperios pretendían formar ciudadanos idénticos;  aboga por el fin de los exámenes como instrumento de evaluación y sostiene que éstos son percibidos como una amenaza.

Aun cuando no comparta todas sus afirmaciones, creo que es una obligación conocer sus argumentos. Afirma el profesor Mitra que los exámenes bloquean, causan estrés y retardan o impiden el momento para las grandes ideas. Su eliminación ayuda a abrir la mente. En sus propias palabras: “La época de las trincheras ha terminado y los estudiantes ya no necesitan aprender con la amenaza y el miedo como una constante”.

Algunas de sus conferencias más famosas llegan a contabilizar cerca de tres millones de visitas (algunas seguramente son de estudiantes que se sienten comprendidos cada vez que preparan una evaluación).

La reflexión periódica en torno a la educación es indispensable. Por eso se llevan a cabo con frecuencia, encuentros con especialistas e investigadores para conocer nuevas propuestas y experiencias. Una de las organizaciones mundiales más prestigiosas en el campo de la investigación en educación es la Comparative and International Education Society (CIES), fundada en 1956. No es la única, pero sí es la más grande en Educación Comparada e Internacional. Es una asociación académica que busca aumentar el conocimiento sobre problemáticas, tendencias y políticas educativas a través de perspectivas transculturales e internacionales. La CIES hoy agrupa a cerca de 2 500 miembros, y en el mes de marzo próximo realizará su reunión anual, en la ciudad de Atlanta.

Algunos de los temas propuestos muestran a los lectores el abundante conocimiento e interés que se comparte internacionalmente en materia de educación. En el evento de Atlanta está programado discutir, entre otros, sobre: la diáspora africana, educación ciudadana y democrática, educación holística y cuestionamiento contemplativo, contextos culturales de educación y potencial humano, educación temprana, educación en conflictos y emergencias, educación sostenible y medioambiental, globalización y educación, educación incluyente, problemáticas de idioma, el rol de los libros de texto. Hay también capítulos especiales, tales como: educación de paz, religión y educación, educación de profesores y la profesión de profesor, privatización de la educación, educación urbana vs educación rural, políticas educativas.

Es importante para nosotros, conocer y participar en discusiones sobre la educación en contextos de conflicto y emergencia o educación de paz, que este año son áreas de interés especial para la CIES. Qué importante resulta entonces que quienes deben tomar las decisiones en materia de educación, trazar las políticas educativas y decidir sobre los currículos, estudien, participen y enriquezcan su conocimiento en eventos internacionales como éste.

El país merece más atención y sobre todo mayor responsabilidad en las decisiones sobre la formación de nuestros niños y jóvenes; no es lo mismo inspirarnos en otros modelos foráneos que implementarlos, de lo contrario, en lugar de ser un ejemplo seremos un contraejemplo, donde podría suceder lo que en forma muy descriptiva planteó Sir Michael Sadler en octubre de 1900, durante su intervención en la Guildford Educational Conference, cuando expresa que: “no podemos andar placenteramente por los sistemas educativos del mundo, como un niño paseando por un jardín, y recoger una flor de un arbusto y unas hojas de otro, y luego esperar que, con lo que hemos recogido, al enterrarlo en nuestra casa, tengamos una planta viva” (traducción libre).

Desde la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, tenemos la firme convicción de que en materia de educación hay que aprender todos los días y que no pueden imponerse modelos antiguos inflexibles. Sólo con este principio podremos enfrentar el enorme reto y la gran responsabilidad de transformar el posconflicto en la mejor oportunidad de Colombia para superar la desigualdad.

* Rector, Universidad Nacional de Colombia

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/educacion-medida

Imagen: istmo.mx/wp-content/uploads/2015/06/IS338_Coloquio_03_original.jpg

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Derecho a desconectarse

Por: Ignacio Mantilla

Dos noticias importantes me han sorprendido en los primeros días de este nuevo año. La primera fue la entrada en vigencia en Francia, desde el 1 de enero, de la ley que incorpora un nuevo derecho: el derecho a desconectarse fuera del horario laboral. La segunda fue la muerte, a la edad de 91 años, del sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman, ocurrida el 9 de enero pasado.

Los dos hechos aparentemente no podrían relacionarse de manera alguna. Sin embargo, las dos noticias guardan una interesante relación y parecería como si Bauman hubiese podido ahora descansar en paz, al comprobar que Francia se adelanta a reconocer el nuevo derecho de sus ciudadanos a disfrutar del tiempo libre, sin que les estén obligando a continuar su trabajo en forma remota, permanentemente y sin ningún respeto por sus horas de descanso o por los días de vacaciones.

Bauman se hizo famoso por el desarrollo conceptual de lo que él llamó: “modernidad líquida”, una etapa en la cual lo que era sólido se ha licuado, una etapa en la que “nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”. Bauman escribió también abundantemente sobre la globalización, el consumismo y lo que él denominó “la nueva pobreza”.

Y son de un especial valor sus reflexiones sobre el nuevo comportamiento social, influenciado por las tecnologías que ofrecen otras oportunidades y facilitan las comunicaciones en grupo mediante una permanente interconexión que ha creado un mundo digital en donde las relaciones personales se disuelven. Examinemos algunas de sus frases más famosas, que como veremos, conectan perfectamente con el espíritu de la nueva ley francesa y más bien parecen ideas para la exposición de motivos, de esta interesante disposición. Decía Bauman:

–     “El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido, estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo”.

–     “Ha sido una catástrofe arrastrar la clase media a lo precario. El conflicto ya no es entre clases, sino de cada uno con la sociedad”.

–     “Todo es fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad”.

–     “Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra, son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos”.

–     “Todas las medidas emprendidas en nombre del «rescate de la economía» se convierten, como tocadas por una varita mágica, en medidas que sirven para enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres”.

Pero hay una de sus frases, que me parece especial:
–       “Con nuestro culto a la satisfacción inmediata, muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de esperar”.

Hoy Internet, las redes sociales y la increíble interconexión a través de nuestros dispositivos electrónicos ha provocado que todo esté al alcance de un click. Pero estos medios no nos permiten un instante de silencio, una conversación tranquila o la mínima contemplación de nuestro entorno, porque siempre la adicción por la inmediatez nos atrae con fuerza hacia Internet.

La frase de Bauman, a mi entender, devela el principio que encuentra el sociólogo como sustento del actual comportamiento, que desconoce las fronteras entre la vida personal y familiar y la laboral y profesional.

De acuerdo con los informes de estudios realizados por los franceses en la discusión de la ley mencionada, más de uno de cada tres trabajadores activos (el 37%) reconoce su esclavitud del celular o del computador, incluso durante los fines de semana y en vacaciones. Para luchar contra este fenómeno, Francia ha decidido crear el derecho a la desconexión. Y es que como lo dice Bauman, se ha vuelto costumbre tener que estar siempre disponibles, en el puesto de trabajo. Recibimos correos electrónicos y mensajes a horas intempestivas y en muchos casos debemos cargar un sentimiento de culpa por no responder inmediatamente asuntos que pueden esperar a la mañana siguiente.

El fenómeno seguramente se origina, como bien lo expresa Bauman, porque se ha perdido la capacidad de esperar. La paciencia pasó a ser un concepto caduco y olvidado en nuestra actual forma de vida social.

De este fenómeno no se escapan las comunicaciones entre estudiantes y profesores. Por una parte, los estudiantes creen que sus profesores están obligados a atender toda clase de dudas, en forma inmediata, en cualquier horario, a través de correos electrónicos o mensajes de texto. No es extraño, por ejemplo, que en horas previas a un examen de matemáticas el profesor sea bombardeado con mensajes como: “profe, para preguntarle cómo se hace el ejercicio 9”. Y cuando finalmente, minutos antes de las 7 de la mañana, hora programada del examen, el profesor puede revisar su correo, encuentre 15 mensajes similares y un grupo de estudiantes esperándole en la puerta del salón para reclamarle por no haber atendido sus preguntas.

Pero de otra parte también existen los profesores “intensos”, que a la media noche dejan tareas, vía correos electrónicos, con límites horarios perentorios imposibles de cumplir para su envío o entrega, desconociendo que también los estudiantes tienen derecho a descansar.

Se ha perdido entonces, en muchos casos, el derecho y deber de unos y otros de fijar horarios de atención, y de poder usar un tablero en una oficina para plantear las inquietudes, enriquecer el aprendizaje y resolver las dudas en forma directa y presencial.

Desde la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, invito a empleados, directivos, trabajadores, jefes, profesores y estudiantes para que sigamos el ejemplo de Francia y respetemos el derecho de todos a desconectarse unas horas al día y así empecemos a recuperar nuestra devaluada capacidad de esperar.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/derecho-desconectarse

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Profesor universitario hasta los 80

Por: Ignacio Mantilla

Para el caso de los docentes universitarios, la ley 344 de 1996 estableció que éstos pueden ocupar sus cargos hasta por diez años más de la edad que se establezca de retiro forzoso. Así las cosas, esto significa que ellos podrán hacerlo ahora hasta cumplir los 80 años de edad.

Es imposible dejar de relacionar la edad del retiro forzoso con la edad a la que se adquiere el derecho de jubilarse. Pero el hecho de contemplar un periodo adicional para el retiro forzoso de los profesores universitarios es también un indicador de la fuerza intelectual que pueden aportar los profesores mayores, con su madurez académica, su amplia experiencia investigativa y un reconocimiento de la importancia de su permanencia en las instituciones de educación superior por un tiempo mayor.

Por esta razón siempre me pereció paradójico que en la Universidad Nacional, hace unos años (más de 12), las directivas de ese momento tomaran la iniciativa de presionar la salida de todos sus profesores en edad de jubilación, con el argumento de llevar a cabo un urgente relevo generacional. Y no fue extraño entonces presenciar la actuación de algunos de los decanos de la época, que tuvieron la prepotente actitud de llamar a sus colegas, algunos de la misma edad de ellos, para recordarles su edad e indicarles que ya se debían pensionar y, por ende, retirar de la Universidad.

Por fortuna no todos atendieron tan irrespetuosa solicitud, para bien de la academia; pero hubo un buen grupo que con enorme molestia tomó entonces la decisión de renunciar. Como era de esperarse, muchos de ellos fueron llamados por universidades privadas que se han beneficiado de su capacidad, experiencia y trabajo.

Estoy seguro de que en el medio académico son muy valiosos los aportes de los profesores y los investigadores que alcanzan la edad que les da derecho a pensionarse. Es justamente cuando la experiencia y el conocimiento acumulados les otorga la autoridad para dirigir y consolidar los grupos de investigación en los que se han de formar los nuevos académicos, cuando su ganado reconocimiento facilita la divulgación y publicación de sus trabajos, es cuando deben ser llamados para aconsejar a los directivos en la toma de decisiones acertadas, y cuando se deben responsabilizar para llevar a cabo la transición en la formación de los nuevos profesores.

Aun cuando puede no ser lo general, abundan ejemplos que así lo indican; esta misma semana fue noticia el cumpleaños número 75 del famoso físico británico S. Hawking, quien está en la cúspide de su producción intelectual a pesar de sus limitaciones físicas, ampliamente conocidas. Otros ejemplos claros son los galardonados con el Premio Nobel, que en todos los casos se convierte en el máximo reconocimiento al trabajo fundamental de los académicos en distintas áreas. En 2016, hubo un buen grupo de profesores universitarios galardonados que tenían más de 70 años de edad. Así por ejemplo, el profesor David J. Thouless, de la Universidad de Washington, ganó el Premio Nobel de Física a sus 82 años y el otro galardonado en esta misma área fue el profesor Michael Kosterlitz de 74 años y académico activo de la Universidad Brown, en Estados Unidos. De la misma forma, el Premio Nobel de Química fue otorgado al profesor de la Northwestern University, Fraser Stoddart, que al momento de recibir el galardón contaba con 74 años.

Conscientes de lo señalado, en la Universidad Nacional, desde finales de 2013 se ha incorporado en el estatuto profesoral la figura de la “tenencia del cargo”, otorgada a aquellos profesores que después de muchos años de vinculación, alcanzan las mayores categorías que reconoce la Institución y que han sido evaluados satisfactoriamente. Profesores asociados con más de 25 años de vinculación y profesores titulares con más de 15 años en la carrera profesoral, pueden optar por pensionarse cuando cumplan los requisitos generales o por trabajar en la Universidad hasta la edad de retiro forzoso, si así lo deciden, que como ya se dijo, ahora será hasta los 80 años de edad.

No faltarán lectores que se pregunten si en efecto existen profesores que quieran trabajar hasta tan avanzada edad. La respuesta es sí. En el segundo semestre de 2016, por ejemplo, dos profesores de la Universidad Nacional que cumplieron 75 años de edad (o sea la edad de retiro forzoso vigente el año pasado) expresaron formalmente su deseo de seguir vinculados. Y ese deseo también lo comparte la comunidad académica de las facultades a las que pertenecen.

Creo que las universidades deben ofrecer unas condiciones especiales a profesores que quieran seguir vinculados después de cumplir la edad para jubilarse; principalmente una carga académica acorde, que les estimule para que enriquezcan la formación y la investigación, porque estoy convencido de que la edad de jubilación en los profesores universitarios no significa obsolescencia.

El año pasado en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, fuimos testigos de un ejemplo que reafirma mi posición: en el marco de una cátedra nacional, el doctor José Félix Patiño Restrepo, quien está próximo a cumplir 90 años de edad, fue invitado a desarrollar una sesión de dos horas en el Auditorio León De Greiff, con más de 1000 estudiantes presentes y con transmisión a las demás sedes de la Universidad. Habló sin pausa y manejó en forma magistral una presentación de decenas de diapositivas que él mismo preparó, proyectó, comentó y explicó con una habilidad pedagógica envidiable. Esto solo lo da la experiencia y el conocimiento construido por décadas de esfuerzos académicos.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/profesor-universitario-hasta-los-80

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Nicaragua, tecnología, cooperación genuina

Ciencias de la Computación para el país

Por: Ignacio Mantilla

Este acto del Consejo Superior de la Institución no sería una gran noticia, si no fuera porque se trata del primer programa dirigido a la formación de científicos de la computación en Colombia y porque es también el primer programa de pregrado que se crea en la Facultad de Ciencias de Bogotá en los últimos 50 años.

La nueva carrera universitaria es fruto del trabajo conjunto de profesores de Matemáticas y de Ingeniería de las principales sedes de la Universidad Nacional y su próxima apertura será posible en Bogotá, Medellín y Manizales. Con un alto componente matemático, el plan de estudios se enfoca hacia el cálculo científico, la informática y la investigación de sistemas computacionales, separándose de otros enfoques más técnicos como podrían ser la Ingeniería de Sistemas, la Arquitectura de Computadores o la Ingeniería de Software.

Por el perfil del egresado, el país podrá contar con nuevos profesionales capaces de abordar investigación autónoma relacionada con producción industrial de objetos computacionales, desarrollo y evaluación de modelos y herramientas para la implementación de software, análisis y desarrollo de nuevos algoritmos y técnicas para seguridad de información, incluyendo criptografía y comunicación segura. Naturalmente las líneas de profundización permitirán también la opción de formarse en áreas tan fascinantes y modernas como la Bioinformática, la Física y la Química Computacional o la Minería de Datos. La sólida base matemática de los nuevos profesionales es una de las mayores riquezas del programa, pues gracias a ella, podrán proponer modelos matemáticos para la solución de problemas teóricos y prácticos en áreas como la Biología o la Medicina para describir comportamientos poblacionales y problemas sociales o predecir necesidades de salud pública y anticipar posibles soluciones.

El Consejo Superior Universitario de la Universidad Nacional encontró más que justificada la creación de esta nueva carrera, derivada de las matemáticas y de la informática. Hoy en día una gran proporción de desarrollos tecnológicos, aquellos que enriquecen a nuestra sociedad moderna en ambientes digitales de gran complejidad, han sido construidos gracias a los científicos computacionales de los países del primer mundo. El objetivo de la Universidad Nacional al crear esta nueva carrera es formar profesionales que aporten nuevas soluciones, que diseñen y construyan nuevas tecnologías, que conecten nuestros problemas locales con los avances permanentes de la sociedad de la información. En este sentido, se trata de un esfuerzo para que en el país de tome la iniciativa de investigar en la formulación, el diseño y la construcción de tecnología, sin limitarse solamente a formar profesionales para adoptar y adaptar la tecnología ya inventada.

Desde la década de los 60 del siglo pasado, la Universidad Nacional ha venido trabajando para ofrecer al país un programa de estas características. En 1960, con el interés de vincularse al desarrollo mundial en el estudio y empleo de máquinas computadoras, la Universidad Nacional creó la Oficina Preparatoria de Cómputos Electrónicos que tuvo como responsabilidad la de crear un centro de cómputo electrónico dentro de la Universidad, además de proponer programas académicos relacionados con los sistemas de computación. Para esta oficina, la Universidad adquirió en 1964 su primer equipo de cómputo, la computadora IBM 1620 modelo I, uno de los primeros equipos de cómputo llegados al país. En 1967, ya con un centro de computación muy activo, la Universidad Nacional sistematizó por completo el proceso de registro de sus estudiantes, primera en hacerlo en el país, y organizó el Primer Congreso de Cálculo e Investigación de Operaciones. En ese mismo año nuestra institución creó el programa de maestría en Ingeniería de Sistemas, el primer programa de su clase en Latinoamérica.

En 1979, después de superar ciertas dificultades presupuestales, la Universidad asume la responsabilidad de crear y abrir el programa de pregrado en Ingeniería de Sistemas.

En 1991 los departamentos de Matemáticas e Ingeniería de Sistemas consolidan la línea de profundización en Informática y Computación dentro de la carrera de Matemáticas. Esta línea de profundización es el antecedente directo de nuestro nuevo programa de Ciencias de la Computación.

La responsabilidad de la Universidad Nacional de Colombia para crear y ofrecer nuevos programas, ya sea de pregrado, especialización, maestría o doctorado, es asumida por sus académicos en forma exigente, seria y muy profesional. Cada nuevo programa creado por la Universidad es ampliamente discutido, estudiado, sopesado, calculado para que desde el inicio sea de la más alta calidad, con los mejores profesores y los mejores equipos, bibliotecas y laboratorios, pero además, para que sea de la mayor pertinencia para nuestra sociedad. Tal es el caso de este nuevo programa, cuya viabilidad fue estudiada por más de una década dentro de la Institución.

Estoy seguro de que la actividad de este nuevo programa de la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, traerá para nuestro país un nuevo impulso en muchas áreas del conocimiento y sectores de la economía y la industria. Contribuirá a las entidades públicas y reforzará áreas existentes, abriendo posibilidades de doble titulación con otras carreras afines. El egresado tendrá también un amplio espectro para elegir un posgrado, pues estará preparado para abordar investigaciones en Ciencias Naturales, Ciencias de la Salud, Ingenierías, Ciencias Sociales y Ciencias Económicas.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/ciencias-de-computacion-el-pais

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EL legado de Leibniz

Por: Ignacio Mantilla

De esos grandes personajes que trascienden en la historia, hay sin embargo muy pocos que son realmente universales. Y precisamente el año 2016 ha permitido conmemorar, hace apenas unas semanas, tres siglos de la muerte de uno de estos grandes hombres, de los más sobresalientes en las ciencias. Se trata de Gottfried Wilhelm Leibniz, un nombre que nos resulta familiar para quienes hemos estudiado formalmente las matemáticas o la filosofía.

De Leibniz se afirma que fue el último hombre capaz de dominar todas las ciencias en su época. En efecto, ocupa un lugar igualmente importante tanto en la filosofía como en la matemática, se anticipó a desarrollos científicos y contribuyó con nuevas nociones a otras áreas como Medicina, Ciencias de la Computación, Ingeniería, Teología, Geología, Biología, Derecho, Mecánica, Astronomía, Política y Diplomacia, Lingüística, Historia; en fin, a todas las existentes en su época y algunas que estaban por aparecer.

Sus aportes en matemáticas son especialmente conocidos y reconocidos. Contemporáneo de Newton, los trabajos de ellos dos en matemáticas convergieron, en forma independiente, a los mismos importantes resultados que dan la paternidad al Cálculo y al Análisis Matemático formal. A Leibniz se le atribuye haber “inventado” el Cálculo Infinitesimal y haber introducido la notación científica que aún hoy se usa.

En efecto, todos los lectores que hayan tenido que aprender (o estudiar) Cálculo Diferencial recordarán la regla para derivar un producto. Pues fue Leibniz, quien en 1675 introdujo por primera vez, en un manuscrito, con toda sencillez esta expresión, que para un matemático es como un hermoso verso: d(xy)=xdy+ydx.

De la misma forma en que los aficionados disfrutan de un partido de fútbol cuando se juega “bonito” y los jugadores exhiben gran talento, también quienes nos dedicamos a las matemáticas podemos deleitarnos y disfrutar con la elegancia de la demostración de un teorema o con la ingeniosa presentación de una solución. Y ese es el caso de Leibniz.

Por ejemplo sus aportes al estudio de las series son fascinantes. Y para que todos los lectores lo comprendan mejor, me voy a permitir ilustrar con sólo un pequeño ejemplo, una de sus geniales contribuciones: en 1672 el profesor Huygens despertó el interés de Leibniz en el tema de las series infinitas cuando le planteó el problema de calcular la suma S=1/2+1/6+1/12+1/20+1/30+···. A Leibniz se le ocurrió escribir el término general de la serie, 1/[n(n+1)], en la forma [1/n]-[1/(n+1)] y luego de demostrar que esta suma S es igual a 1, se decidió entonces por hacer un estudio general de las series alternadas. Una de las más conocidas hoy es:  Pi/4 = 1-1/3+1/5-1/7+-···.

Un invento de Leibniz, poco conocido, es una máquina diseñada y construida por él mismo hacia 1672, capaz de realizar cálculos aritméticos. Es la primera invención de su género y una clara demostración de su interés por la computación. La máquina, conocida como la “Stepped Reckoner” fue presentada a la Royal Society de Londres y por esta contribución se le nombró miembro externo.

La mente inquieta de Leibniz produjo también obras de gran valor para la filosofía y se le reconoce como uno de los tres principales filósofos de la escuela racionalista, al mismo nivel de Spinoza y de otro portento matemático como lo fue René Descartes.

Como racionalista, su filosofía se concentró en demostrar que todo lo que sucede en el universo depende de un único principio, el Principio de Razón Suficiente, que en últimas postula que todo lo que ocurre tiene una causa de ser como es. Ahora bien, como buen hijo de su época, Leibniz, científico, filósofo y político era un ferviente creyente en Dios y en su propuesta  filosófica pudo ubicarlo sin contradicción en el lugar más importante. Para Leibniz, dado que todo tiene una causa o razón, si uno rastrea las razones de todo lo que pasa en nuestro mundo, se encontrará con que al final de esa investigación hay una única causa de donde todo se deriva. El origen, el punto inicial de todo, esa “causa incausada», es para Leibniz el mismo Dios.

Su referencia a Dios se hace explícita y frecuente en sus escritos. De acuerdo con el matemático E. E. Kummer, al final de su trabajo sobre series infinitas alternadas, por ejemplo, expresa su admiración por las propiedades impredecibles que él mismo descubre, con la cita: «Gott freut sich über die ungeraden Zahlen» (“Dios se alegra de los números impares”).

Leibniz fue un escritor prolífico, además de los numerosos libros publicados en vida y que en ocasiones firmó con seudónimos, escribió cerca de 15 000 cartas dirigidas a más de mil destinatarios; muchas de ellas más que cartas eran tratados sobre las distintas materias que en su momento le interesaban. Por esta abundante razón, aún hoy se sigue editando la obra completa de Leibniz que ya supera los 25 volúmenes.

Este legado que acaba de cumplir 300 años debe ser apreciado con la vigencia actual de sus trabajos, aunque pase inadvertida en nuestro medio la conmemoración de su muerte ocurrida el sábado 14 de noviembre del año 16 del siglo XVIII.

Recibamos con mucho optimismo este nuevo año impar 2017, que además es un número primo. A propósito ¿sabe usted, apreciado lector, cuál será el siguiente año primo?

“Numero Deus impare gaudet!” – Virgilio.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-legado-de-leibniz

Imagen: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Leipzig_Leibniz_Denkmal_07.JPG

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