Por: Irene Torres.
Al apostar por la educación para la transformación y el desarrollo sostenible, Medellín se convirtió en la protagonista latinoamericana del más reciente informe de la Unesco sobre los objetivos educativos del milenio ‘La educación al servicio de los pueblos y el planeta’. No solo que es en Medellín donde se presentó la versión en español del informe, sino que la Unesco destaca a la ciudad colombiana como ejemplo de una “ciudad del aprendizaje”.
El documento destaca cómo Colombia ha incrementado la calidad del desarrollo humano sin necesidad de dejar una alta huella ecológica. Igualmente, relieva el alto índice de asociaciones extraescolares, 50% de cuyos miembros pertenecen a organizaciones ambientales. En Corea del Sur, por ejemplo, el aprendizaje sobre y la gestión de problemas ambientales reales están relacionados con el éxito académico de los estudiantes posteriormente en la universidad.
Esto no significa que lo recomendable sea ponerse a crear organizaciones ambientales estudiantiles, sino que primero debemos aprender a valorar la colaboración entre la escuela, el colegio y otras instituciones, especialmente a la hora de pensar en el aprendizaje extraescolar. Esto es difícil cuando la ley educativa de un país limita, como en el Ecuador, la participación estudiantil y familiar en las instituciones educativas.
En contraste con su calificación del buen vivir como una postura más bien “filosófica” en Ecuador y Bolivia, la Unesco resalta el trabajo en Colombia del Consejo de Asentamientos Sustentables de las Américas con los ecobarrios, ecocaravanas, centros de educación sostenible y pueblos tradicionales sustentables.
Por supuesto, queda mucho por resolver en Colombia, la violencia contra los profesores, el bajo desempeño matemático de los estudiantes, los bajos índices de involucramiento estudiantil en clase y el inadecuado uso del tiempo en instrucción académica por parte de los docentes. Pero Ecuador tampoco se encuentra muy lejos de Colombia en la medición de algunas de estas variables.
Así es que el terremoto de abril de este año reveló las grandes limitaciones del modelo educativo ecuatoriano, la más grave de las cuales fue la escasa influencia de las instituciones educativas en el desarrollo de las comunidades. Con todos sus errores, en el pasado las escuelas y colegios movilizaban localmente recursos indispensables cuando el Estado no cumplía con sus obligaciones. Hoy están atadas de manos, y las madres y los padres de los estudiantes esperan que el Ministerio de Educación resuelva los problemas directamente.
Por su parte, los defensores de la malentendida rectoría del Estado agraviaron públicamente a quienes gestionaron apoyo para las instituciones educativas afectadas e incluso viajaron a la Costa para ayudar en persona de manera desinteresada. Cuán diferente habría sido que la Ley y el Reglamento de Educación no solo contemplen la posibilidad de reacción ante un desastre parecido, sino que entiendan la importancia de las actividades extraescolares en toda su dimensión.
Como lo subraya el informe de la Unesco sobre la consecución de los objetivos educativos del milenio, la participación de estudiantes, familiares, actores comunitarios y otras instituciones en la educación es fundamental para proponer soluciones integradoras, innovadoras y creativas a los retos que propone el futuro del planeta. Al respecto, iremos más lejos con la construcción de una ciudadanía empoderada y crítica que influya igualmente en las formas actuales de gobernanza y emprendimiento que con las destrezas con criterios de desempeño. (O)
Fuente:
http://www.eluniverso.com/opinion/2016/09/07/nota/5786598/politica-publica-desempeno-educativo
Imagen: http://www.pieb.com.bo/UserFiles/Image/2016/JULIO/pd_educacion1.jpg