Page 1 of 2
1 2

¿Dónde están los insurgentes, que traen evidencias e investigaciones a la educación, en nuestro país?

En estos últimos tiempos estoy muy interesado en saber qué está sucediendo en el ámbito educativo de Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Canadá. Estoy siguiendo en las redes sociales a determinados docentes e investigadores que están, tanto en sus redes como en determinados eventos, realizados de forma periódica y llenos hasta la bandera, hablando de evidencias e investigaciones educativas Y viendo cómo también hay partidos políticos, e incluso sectores dentro de los propios partidos, que les apoyan y están interesados en lo que dicen.

Este modelo de “insurgencia” educativa contra el mainstream está muy bien explicado en el siguiente artículo (enlace). Un artículo en el que se dicen cosas tan interesantes como las siguientes:

Una vez que los docentes llegan a las aulas, a menudo se ven rodeados de ideas generalizadas sobre el aprendizaje que no están necesariamente respaldadas por pruebas científicas: ideas como que los alumnos retienen la información durante más tiempo si la descubren por sí mismos; que los niños son tan diferentes que es imposible enseñarles a todos por igual; o que los profesores no deberían guiar el aprendizaje, sino dejar que los niños tomen la iniciativa.

¿Os suena al discurso mayoritario en redes sociales de nuestro país, en los medios o en aquellos personajes que, curiosamente, siempre desde encima de una tarima, con un discurso unidireccional, critican las tarimas y el discurso unidireccional?

Ahondando en el artículo, a continuación se habla de gurús. De esos personajes que, en la mayoría de ocasiones sin haber pisado un aula de etapas obligatorias y, por desgracia, con una, entre muy baja y nula, capacidad de investigación o interpretación de investigaciones (eso siempre y cuando no se equivoquen porque solo se lean las conclusiones y la traduzcan mal) dictan máximas educativas. Máximas que, ni corresponden a lo empírico (lo que sucede en el aula) ni mucho menos a lo que dicen las evidencias. Y son ideas que calan entre los docentes de aula porque, al final lo que quiere uno en su profesión es que le den soluciones o le digan qué se está encontrando ahí.

Estas ideas son promovidas a menudo por grandes “gurús” de la educación o por populares charlas TED que responden a las actitudes culturales estadounidenses sobre el aprendizaje. Los estadounidenses están particularmente apegados a la idea de que los genios nacen, no se hacen a través de la (a menudo difícil) instrucción en el aula. Las filosofías románticas centradas en el niño, como Montessori y Waldorf, a menudo se tergiversan en la creencia de que los niños deben ser libres de aprender de la manera que les convenga, o no se convertirán en pensadores críticos o adultos creativos.

Las filosofías románticas, en los últimos tiempos, se han centrado en nuestro país en el DUA y en un determinado modelo de inclusión que no se sustenta ni por la evidencia, ni por la realidad. Además esa filosofía barata, mezclada con el pensamiento positivo y el retorcer datos (decir que menos suspensos o más titulados es sinónimo de más aprendizajes es una barbaridad) hace que haya un modelo de discurso, avalado por personajes cuyo único secreto para ser creídos es que tienen un nutrido grupo de seguidores en las redes.

¿De verdad que no hay posibilidad de tener profesionales que hablen de evidencias e investigaciones y sean mainstream? Es que esos profesionales existen. Hay algunos profesionales e investigadores, e incluso divulgadores, que intentan difundir esas investigaciones y evidencias. Hay quienes intentan preguntarse, con pruebas, cómo podemos mejorar la educación. El problema es que no llenan auditorios, no tienen un discurso cómodo al no apelar a los sentimientos y, por desgracia, no tienen el apoyo que tienen los discursos vacíos y emocionales.

Aunque sus ideas se están generalizando, este grupo de base recibe bastantes críticas, tanto en persona como en Internet. Pero una de las razones por las que están ganando adeptos es precisamente porque son docentes, una fuente de confianza para otros educadores. Los grupos que han acumulado un gran número de seguidores, como el grupo de base ResearchED, con sede en el Reino Unido, lo han hecho en parte porque honran y comparten las experiencias de aprendizaje científico de los propios profesores, algo que no suele ocurrir en el entorno de alta presión de la “guerra de la lectura”, la “guerra de las matemáticas” y otras guerras educativas.

Además, si os fijáis en lo que os pongo arriba, y también lo reproduzco del artículo que os he enlazado, sucede lo mismo que en esos países que he comentado al principio que en el nuestro. Si alguien se atreve a cuestionar EL RELATO se lo intentan “cargar”, mediante críticas ad hominem, creación de hombres de paja o cuestionando/ridiculizando su interés en mejorar la educación. Es que he oído a varias personas de un determinado colectivo decir y apoyar la frases de varios de ellos diciendo, de forma totalmente explícita, “que lo que hace más daño a la educación es creernos lo que dicen las evidencias o hacer caso a lo que los docentes ven en sus aulas de etapas obligatorias”. Y ya no digamos cuando dicen que “los que saben menos de enseñar Matemáticas son los titulados en Matemáticas”. Es que no hay por dónde coger sus afirmaciones. Eso sí, copan el debate educativo y se llevan todo el apoyo mediático. Y no entro en cuando se les cuestiona el RELATO y se ponen, o bien de perfil, o bien van de víctimas.

Hay algo que duele mucho al RELATO. Y es que sean los docentes de aula de etapas obligatorias los que empiecen a leer investigaciones, a bucear entre las evidencias y a aportar sus experiencias de aula. Experiencias que, mayoritariamente, no coinciden con lo que dicen una minoría que sucede en las aulas.

En nuestro país necesitamos “insurgentes”. Necesitamos que políticamente se apoye una mejora educativa basada en la evidencia. Es imprescindible dar voz a esa insurgencia. Y no para que esos “insurgentes” se conviertan en un referente de nada. Es para que en las aulas se pueda mejorar la educación que está recibiendo el alumnado. Para que, con políticas adecuadas, se pueda empezar a revertir lo que está sucediendo en muchos países en el ámbito educativo. Algo que solo se conseguirá dando más voz a los “insurgentes” y empezando a poner cordones sanitarios a los que tienen un RELATO perjudicial para el alumnado, basando su discurso en humo y en crear unas evidencias que no existen, hablando de aulas que tampoco son las que se encuentran los docentes en su día a día.

Están empezando a vislumbrarse a algunos insurgentes. Por ahora, una insurgencia, minoritaria a nivel mediático. Eso sí, como estamos viendo los que nos pasamos por las redes sociales y leemos los artículos relacionados con la educación que se publican, dando mucho miedo a los que hasta ahora gestionaban el RELATO. Un miedo al que solo pueden reaccionar con ira, frustración e insultos. Algo que a más de uno ya ha hecho abrir los ojos.

¡Viva la insurgencia educativa!

Fuente de la información e imagen:  https://xarxatic.com

Comparte este contenido:

¿Por qué hay tanto interés en confundir los conceptos de inclusión e integración en el ámbito educativo?

Debo reconocer que, desde hace ya unos años, hay un concepto que me preocupa a nivel profesional. Bueno, me preocupa a nivel profesional y como padre de una alumna de cuarto de ESO. Me estoy refiriendo al concepto de inclusión. Más bien al interés de confundir los conceptos de inclusión e integración que algunos, seguramente con toda la buena fe del mundo, están haciendo. Algo que, como he dicho antes, me genera mucho desasosiego porque dicha confusión acaba convirtiéndose en determinados empastres organizativos y perjudica especialmente al alumnado más vulnerable.

¿Por qué estoy hablando de la confusión entre los conceptos?

Pues bien, porque integración educativa implica realizar un proceso de enseñanza-aprendizaje en el mismo lugar y sin tener en cuenta ninguna característica del alumnado. Se trata de un modelo en el que se integra por decreto y cuya única premisa es que estén todos escolarizados en el mismo sitio y en el mismo momento. Estoy hablando de su definición educativa. En el caso social, la integración sigue una premisas parecidas.

En el caso de la inclusión educativa, el concepto varía e intenta, a diferencia de la integración, dar un proceso de atención individualizada a todo el alumnado.

La inclusión es vista como un proceso de dirección y respuesta a la diversidad de necesidades de todos los aprendices a través de la participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades y la reducción de la exclusión en y desde la educación. Implica cambios y modificaciones en contenido, enfoques, estructuras y estrategias, con la visión común que cubre a todos los niños de un rango apropiado de edad y la convicción de que es responsabilidad del sistema regular educar a todos los niños.

La definición anterior es la de la UNESCO y, en principio es la que guía todo el discurso imperante acerca del concepto de inclusión educativa.

Pues bien, ¿no hay nada que os chirríe? ¿Cuál es el modelo de inclusión educativa que se defiende desde las administraciones? ¿Cuál es el modelo de inclusión mediatizado por los medios y las redes sociales? Sí, no están hablando de modelos de inclusión. Están hablando de integración que, como ya he dicho antes, no es lo mismo.

La inclusión educativa no obliga a agrupamientos por edad. La inclusión educativa no obliga a cerrar los centros de educación especial. La inclusión educativa no hace que las atenciones educativas deban hacerse dentro del aula. Ni tampoco, aunque algunos os digan lo contrario, la inclusión educativa consiste en mantener aulas multinivel. No. Lo que dice el concepto es que debemos de conseguir que todo nuestro alumnado tenga las mismas posibilidades y recursos para poder alcanzar su máximo nivel educativo. Eso es lo que dice el concepto de inclusión.

Por tanto, ¿a quién le interesa realmente esta manipulación que se está dando en el concepto? ¿Por qué hay tantos que confunden inclusión con integración? ¿Por qué hay compañeros que ven en la diversidad de aprendizajes un problema y exigen que la integración se priorice frente a la inclusión? ¿Por qué estamos perjudicando al alumnado más vulnerable con una integración forzada, sin recursos humanos ni materiales? ¿Quién está tras ese perjuicio que, al final, acaba perjudicando a los más vulnerables y a los no tan vulnerables pero, que por una determinada organización de aulas y centros integradora (no inclusiva), hace que por falta de mucho apoyo familiar, a nivel de recursos económicos y culturales, se vean obligados a mantener los techos de cristal?

La verdad es que me preocupa la confusión entre inclusión e integración. Eso sí, lo que tengo muy claro es que el modelo de integración (que no inclusión) por el que algunos postulan cambiándole torticeramente el nombre, acaba excluyendo a gran parte de nuestro alumnado. Y eso es lo más grave del asunto.

Lo sé. Seguramente algunos buscaréis algún resquicio en mi argumentación para poder seguir manteniendo vuestro confuso relato pero, por favor, lo único que os pido es que penséis en el alumnado. En todo porque, al final, este relato en el que estáis confundiendo conceptos, acaba siendo aplicado por una apisonadora pedagógica, en formato decisiones políticas, que acaba dejando a muchos por el camino.

Os recuerdo antes del consabido y pesado cuadro de donaciones (sí, lo sé, no dona ni el Tato) que tenéis un canal de WhatsApp, en el cual no compartís ningún dato personal (no, no se comparte el teléfono ni tampoco vais a ver el mío), en el que podéis recibir todos los artículos que estoy publicando. Podéis apuntaros desde aquí.

Fuente de la información e imagen:  https://xarxatic.com

Comparte este contenido:

Rosa Roig y Soler, pedagoga pacifista y feminista catalana

Por Jordi Martí Font

Pedagoga republicana, feminista, cristiana y pacifista, humanista en definitiva, Rosa Rojo fue una maestra de maestros adelantada a su tiempo que vivió con una mirada crítica sobre el mundo que lo rodeaba.

Pedagoga republicana, feminista, cristiana y pacifista, humanista en definitiva, Rosa Rojo fue una maestra de maestros adelantada a su tiempo que vivió con una mirada crítica sobre el mundo que lo rodeaba. Defensora de la perfectibilidad de la sociedad a partir, entre otros mecanismos, de una escuela que permitiera el acceso a la cultura a todo el mundo independientemente de su ascendencia social, su brillante carrera como profesora, pedagoga y personaje público de primer nivel en la sociedad mallorquina de los años 30 se interrumpe con el golpe de estado de 1936. en 1939, una vez perdida la guerra, inició una vida de supervivencia intelectual, alejándose de las primeras filas de la vida pública pero a la vez sin renunciar a dar clases, a pesar de la persecución ideológica de que fue objeto.

Una maestra de Marçà

La Rosa Roig nació en Marçà el domingo 15 de junio de 1890 a las cinco de la tarde. Era hija de Bonaventura Roig y Queralt (ingeniero de Anglesola, que da nombre a la calle Roig de la misma localidad) y Maria Soler Barceló, de Marçà. Tuvo dos hermanas, Mundeta (madre años más tarde de Eduard y el Marcelino, ambos alineados con el régimen franquista) y Raquel, durante el nacimiento de la que murió la madre; era 1895 y la Rosa tenía cinco años.

A partir de entonces, Mundeta ayudó en todo lo que pudo el padre de la Rosa, quien por su profesión se ausentaba a menudo de la casa familiar o bien tomaba las niñas con él cuando los desplazamientos eran por tiempo. La Rosa, Rosita, que es como la llamaban en casa y en el pueblo, estudió en las Hermanas Carmelitas de Falset, estrenando su nuevo colegio situado en la actual residencia para personas mayores de la capital del Priorat. Pero el trabajo del padre hacía que la familia estuviera por otros lugares, como Zaragoza, donde vivieron un tiempo, o Barcelona, ​​mientras el padre proyectaba el funicular del Tibidabo y se hacían las obras.

Cuando tenía 15 años, en junio de 1905, la Rosa solicitó ser admitida a las pruebas de ingreso en la Escuela Normal Femenina de Barcelona. Fue aprobando las asignaturas en que se matriculaba por libre y se examinó cuando se sintió suficientemente preparada. Consiguió el título de maestra superior entre 1906 y 1909, con unos resultados excelentes, por lo que se presentó en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, seguramente en Zaragoza.

En 1910, ingresó en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid (abierta el año antes), al parecer con el total apoyo del padre, un hombre liberal y culto. Eligió estudiar Letras y corroboró que lo que quería ser el resto de su vida era pedagoga, maestra de maestros. En Madrid fue alumna de Ortega y Gasset y de Magdalena S. Fuentes, su admirada profesora de Historia. Y fue allí donde escribió, en 1912, «Marsá. Monografía Geográfica », que tal como el resto de monografías realizadas por las mejores alumnos fue editada por la Real Sociedad Geográfica.

En Madrid se sumergió en un clima absolutamente krausista. Eran los años de Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza. El krausismo, ligado a la filosofía del pensador alemán Karl Christian Friedrich Krause, era el motor ideológico de este centro irradiador de pensamiento liberal en buena parte del Estado. En Madrid, aprendió la importancia de la institución educativa y la importancia del necesario contacto del alumno con la naturaleza, las clases experimentales y las excursiones como herramientas educativas, la necesidad de aprender siempre, así como la utilización de muy diversos conocimientos para lograr la construcción de unos conocimientos humanísticos no dogmáticos. También conoció Carmen Cascante, con quien mantuvo una gran amistad y la complicidad pedagógica necesaria para sacar adelante a lo largo de toda su vida.

En 1913, con el título de maestra de enseñanza primaria normal, sección de letras, Rosa pasó a trabajar en la Escuela Normal Superior de Teruel, desde donde colaboró ​​en la revista profesional El Centinela, una tarea, la de publicista -como decían en la época-, que no dejó mientras existió libertad de expresión, es decir hasta la Guerra Civil. Mientras estaba en Teruel, consiguió la plaza de profesora numeraria de la sección de letras de la Escuela Normal Femenina de Baleares, en octubre de 1913, encargada de las materias de geografía e historia, pedagogía, derecho y legislación escolar.

Viajes de formación

Antes, sin embargo, también con Carmen Cascante y otros jóvenes profesoras, emprendió un viaje de formación de dos meses a Bélgica y Francia para conocer las pedagogías que se aplicaban en aquellos países. El viaje, financiado con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), las llevó a Burdeos, París, Bruselas, Amberes y otras localidades menores, donde visitaron escuelas infantiles, institutos, escuelas especiales y escuelas normales. Las maestras se fijaron sobre todo en los entornos, pero también en la manera de hacer las clases, en los materiales utilizados (en ese momento añadir fotografías, mapas o proyecciones en las aulas era muy innovador) y criticaron la excesiva rigidez de algunas escuelas y también la poca sensibilidad de alguna de las maestras visitadas ante un grupo de alumnos con discapacidades y enfermedades diversas. Durante el viaje,

A Rosa Rojo le otorgaron dos becas más de la JAE para viajes a otros estados para conocer sus métodos pedagógicos, aunque no los pudo realizar. Es interesante, sin embargo, leer su petición de la beca para el que hubiera sido su segundo viaje, ya que incluye el argumento que quería «Conoco los organismos que, en relaciones con la Sociedad de Naciones, fomentando la paz mundial, especialmente en la eficacia que sume Actuación puedo tener en la escuela primaria donde se debe elaborar la paz futura ». Pacifista sería una de las definiciones que como maestra de maestros habría aplicarle.

La innovación en la Normal de Palma

En 1914, Rosa Rojo y Carmen Cascante incorporan ya definitivamente a la Normal de Baleares, donde Rosa trabajó durante 23 años. El choque de Rosa y la sociedad conservadora mallorquina de ese momento tuvo varios episodios interesantes de recordar, como cuando desde sectores del Obispado se le acusó de «pervertir» sus alumnos porque en Historia del Arte, al hablar de Grecia y Roma, ella les había enseñado la imagen de una Venus de Milo. Las alumnos, que siempre fueron defensoras de su profesora, reunieron dinero y le regalaron una reproducción en yeso que ella instaló en la Normal. O cuando se enfrentó con el Obispado para oponerse a que los niños huérfanos que vivían con las monjas rojillos y aciano fueran enviados a acompañar a los funerales de los ricos de Ciudad, una práctica habitual y normalizada en ese momento.

Sus métodos pedagógicos los podemos conocer también gracias al trabajo de investigación desarrollada por M. Isabel Miró y Francesca Comas, que hicieron una edición comentada del texto de Rosa titulado «Mi trabajo de dieciocho años como profesora de Historia en la Escuela Normal de Amas de Baleares ». Se trata de un largo texto de la Rosa, fechado el 6 de octubre de 1931, en la que podemos apreciar su concepción de la historia, que veía como un proceso colectivo de desarrollo de la civilización hacia el progreso de la humanidad , hacia la perfectabilitat humana. Rosa era una profesora de historia situada siempre en la avanzada y, por ello, cuando las nuevas corrientes historiográficas de la escuela de los Annales se consolidaron en Europa, ella en siguió las enseñanzas como elección propia. En este sentido, nunca mantuvo cerradas las puertas a las innovaciones,

A classe, la Rosa no utilitzava llibres de text com a norma general. Preferia que les fonts d’informació de les alumnes fossin múltiples (de llibres diversos a fonts orals, excursions i sortides o documents originals d’arxius). Així, les alumnes podien veure i conèixer les diverses visions que sobre els fets històrics hi havia i hi havia hagut i formar-se un criteri propi. No caigué tampoc en la pràctica economicista d’escriure un llibre d’obligada compra per part del seu alumnat, una pràctica que molt professorat feia per tal de completar el seu sou. El seu alumnat es construïa els seus propis quaderns, sobretot d’història de l’art, tal com havia vist fer en el seu viatge a França i Bèlgica, amb retalls de diari, imatges de catàlegs, postals… i quan la malaltia li impedí poder continuar sense llibre, trià els de Rafael Ballester, professor mallorquí establert a Tarragona amb qui establí amistat i de qui renuncià a cobrar el 25% que es donava per la venda dels llibres als mestres per tal que les seves alumnes els poguessin adquirir més barats.

Las salidas por Palma, pero también para el resto de la isla, a lugares emblemáticos de la historia mallorquina, completaban la visión sobre los hechos históricos más cercanos, pero también sobre la historia del arte. En el Museo Diocesano, por ejemplo, tenía especial predilección por el retablo de Niçard y una excursión que nunca fallaba era la excursión a Cura, para ver Randa, el lugar donde Ramon Llull se iluminó. Gracias a su perseverancia, logró hacer cuatro viajes con las alumnas en la Península, siempre a partir de subvenciones, donde visitaron tanto espacios históricos y artísticos como escuelas, como la escuela del bosque inspirada por Decroly, que produjeron en Rosa Rojo una magnífica impresión. En estos viajes fueron a Barcelona, ​​a Valencia pasando por Ibiza, Madrid, Toledo, Alicante, Sevilla, Córdoba …, dejando una huella imborrable en sus discípulos,

En los años 20, Rosa Rojo utilizaba ya el cine para educar, tal como explicaba en un artículo en el periódico La Almudaina. La evaluación la hacía a partir de múltiples trabajos encargados a las alumnas, no a partir de exámenes memorísticos. Y las pruebas las utilizaba sólo como forma de repaso, sin ser determinantes en las puntuaciones finales de las clases, donde sí contaban los álbumes de arte compuestos por las alumnas, las libretas de apuntes, etc.

La historia que Rosa enseñaba era crítica, no seguía líneas oficiales, pacifista y centrada en una enseñanza transversal de muchas materias que unas a otras se ayudaban. Asimismo, sus contenidos partían de la historia local, era una historia descentralizada, no obsesionada por las fechas ni las listas de reyes, y sobre todo aconfesional, construida a partir de aportaciones tanto de ella como profesora como del alumnado que participaba de forma activa en las clases.

Su fascinación por el mundo griego clásico resultaba evidente en sus clases, tanto como su postura contraria a poner como ejemplos para los niños algunos personajes históricos como el Cid Campeador, Carlos V o el Napoleón más militarista. Rosa Roig también criticaba que los libros de texto sólo contaran la historia de Castilla, y nunca apareciese o saliera muy minimizada la de la Corona Catalano-aragonesa, un espacio cultural que según ella estaba mucho más acercado a la cultura griega que no el de Castilla. A pesar de esta defensa de la catalanidad, sus clases siempre las hizo en castellano, como consecuencia de una diglosia producida por su educación, recibida en aquella lengua. En clase defendió, desde la aconfesionalidad, los chuetas mallorquines, que eran objeto de un racismo explícito en función de sus apellidos, solía censurar la Inquisición y algunos de los reyes borbónicos, como Fernando VII o Isabel II; y racionalizaba los «milagros» y se posicionaba ante el autoritarismo de la Iglesia.

Sus previsiones progresistas apuntaban que durante el siglo XX desaparecerían las religiones de Estado, triunfaría la libertad y la justicia, se extendería el sufragio universal y los ideales republicanos, que eran los suyos, se encontrarían partes. Por ello, en clase hablaba de libertad, de solidaridad de justicia social y explicaba los primeros socialistas, quienes eran las feministas y las mujeres más destacadas en todos los niveles.

El trabajo fuera de la Normal

Rosa Rojo, pero, no hacía su obra educativa sólo dentro de las paredes de la Normal, ni mucho menos. Su vida estaba llena de participaciones en actos e iniciativas de mejora cultural y, sobre todo, de las condiciones de vida y de educación de los niños.

Así, mantuvo unos constante presencia en la prensa mallorquina y publicó sus artículos en periódicos y revistas como La Almudaina (de 1916 a 1930), Última Hora (1922), Correo de Mallorca (1922 y 1929) y El Día (de 1930 a 1931). Fue de las primeras mujeres a escribir en la prensa balear de forma continuada, siempre con contundencia y conocimiento de causa, y en 1929 escribió el prólogo al libro Mallorquinas de C. García Guardiola, en el que decía que la autora, «de cuna valenciana, criada y formada en Barcelona, ​​es una ferviente admiradora de esta bella isla mediterránea. En ella se dan, en síntesis, las más sobresalientes características de las tres regiones hermanas: Valencia, Cataluña y Mallorca. »

Sus artículos hablan de muchos temas pero siempre incluyen una mirada solidaria con los más débiles, sobretodos los niños y la defensa de su alegría, el juego como forma de educar, el espacio para los niños y las niñas en las ciudades , los niños como primer escalón en la construcción de un mundo sin guerras, para llegar al que criticaba la glorificación de los hechos bélicos en periódicos y revistas y, ya en los años 30, contra los nacionalismos totalitarios que se extendían por Europa (Italia, Alemania …). Se enfrentó, incluso, con un maestro de Fornells, en Mallorca, que había sido felicidad porque había organizado una especie de ejército en su escuela, aduciendo que la escuela siempre tenía que estar al lado de la paz, no de la guerra.

En mayo de 1919, presentó desde la prensa mallorquina la Federación Internacional Femenina, dirigida por Celsia Regis, seudónimo de la feminista conservadora Consuelo González Ramos, defensora del voto de la mujer y fundadora de la publicación La Voz de la Mujer. En 1925, fue elegida vocal de la Junta para la Protección de la Infancia; en 1928, participó en la fundación del Fomento del Civismo, sociedad cultural en que se encargó de redactar la «Página femenina» de La Vanguardia Balear; participó en la fundación del Ateneo, entidad cultural donde pronunció conferencias como una sobre Rabindranath Tagore y «La guerra y la paz a través de los tiempos»; y, durante la República, fue vocal del Tribunal de Menores de Baleares.

Golpe de Estado franquista

El golpe de estado franquista la cogió en Marçà, y eso le salvó la vida. La guerra la pasó dando clases en la Escuela Normal de Barcelona, ​​ciudad donde formó parte de las comisiones depuradoras republicanas. Al acabarse la guerra y completarse la ocupación de Cataluña por parte de los franquistas, Rosa Rojo pidió volver a la Normal de Mallorca, pero se enteró de que había sido apartada al inicio de la Guerra.

Durante dos años, la Comisión Depuradora de la Enseñanza Secundaria de Baleares mantuvo acusaciones contra los maestros que en el momento del golpe de Estado no se encontraban en las Islas. Se sucedieron las cartas de acusación, los testimonios de antiguos compañeros y alumnos y ella tuvo que buscar testigos sin saber de qué se le acusaba. La acusaron de «roja», de impartir conocimientos perniciosos para sus alumnos, de defender la República … y terminó siendo procesada en el Juzgado Especial de Depuración de Funcionarios Civiles Barcelona por un tribunal militar acusada de «auxilio a la rebelión ». En 1941, terminó absuelta de todo, muy posiblemente gracias a la defensa de su sobrino Marcelino Gavaldà, destacado falangista tarraconense, y se pudo reincorporarse a la docencia pero desterrada a la Normal de Castellón y sin posibilidad de traslado a Cataluña durante años,

Pocos años después, fue acusada por el Tribunal para la represión de la masonería y el comunismo de formar parte de la mampostería ya que una conferencia suya había sido leída en un acto de la Logia Pitágoras de Mallorca, una acusación que tampoco prosperó.

En 1951, se pudo trasladar de Castellón a la Normal Femenina de Barcelona, ​​dirigida por una de sus acusadoras en las procesos judiciales vividos. En 1960, se jubiló y murió nueve años después en Barcelona aunque los últimos años de su vida los pasó en Marçà enferma y rodeada de su familia.

En 2001, Francesca Comas y M. Isabel Miró publicaron su biografía: «Rosa Rojo. Biografía de una pedagoga (1890-1936) »y la localidad mallorquina de Marratxí puso su nombre a una calle. El 24 de agosto de 2019, su pueblo natal, Marca, dedicó otra calle a su memoria.

bibliografía

-García Guardiola, C. (1929). Mallorquinas. Prólogo de Rosa Rojo e ilustraciones de F. Manchón. Talleres Gráficos Hostench. Barcelona.

-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2001). Rosa Rojo. Biografía de una pedagoga (1.890 a 1.969). Documenta Balear y Ediciones del Mèdol. Colección Menjavents, 38. Palma y Tarragona.

-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2004). Rosa Roig, la esperanza desvanecida, artículo dentro Pizarra. Revista de enseñanza de las Islas, número 117, septiembre-octubre de 2004, p. 35-37. Publicada por el STEI-I. Palma.

-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2009). El testimonio de Rosa Rojo, un ejemplo de renovación pedagógica en las Escuelas Normales del primer tercio del siglo XX, artículo dentro Educación e Historia. Revista de Historia de la Educación, número 14, julio-diciembre de 2009, p. 197-227. Publicada por la Sociedad de Historia de la Educación de los Países de Lengua Catalana.

-Peñarrubia, Isabel (2008). Movimiento feminista y sufragio en Mallorca (siglo XX). Ediciones Documenta Balear, Cuadernos de Historia Contemporánea de Baleares, 57. Palma.

Fuente: https://kaosenlared.net/rosa-roig-i-soler-pedagoga-pacifista-i-feminista-catalana/

Comparte este contenido:

Educación: los síes y los noes

España / 22 de julio de 2018 / Autor: Jordi Martí / Fuente: XarxaTIC

La opinología, mezclada con debates más o menos profundos, acerca de temas educativos está a la orden del día. Todo es cuestionable y debatible. No hay, quizás, ninguna idea que pueda denominarse válida y quizás, lo que haya sea muchos síes o noes condicionales. Defender un modelo educativo, una praxis metodológica, la existencia de certificaciones de organizaciones empresariales o, simplemente, jugar a intentar caer bien a unos o a otros, lleva implícita la necesidad imperiosa de quitar la perspectiva de todo y expresarse en afirmaciones absolutas nada magnánimas. Bueno, ya si eso hablamos de esos posicionamientos en horizontal o en vertical según se tercien o, simplemente, de aquella ceguera absoluta por la persona, organización o siglas que proponen A, B o C. Aquí tenéis algunos síes y noes en clave personal acerca de algo que, después de veinte años de profesión, sigo pensando con todas las evoluciones profesionales posibles y que, seguramente, al cabo de un tiempo va a tocar matizar.

SÍ, saber de pedagogía es imprescindible para los docentes. No se trata de aplicar o rendirse acríticamente a un determinado autor pero sí que, como mínimo, uno que está en el aula debería saber algo de teorías de aprendizaje, constructo de conocimiento o, simplemente, saber qué pedagogías han funcionado y bajo qué contexto y cuales, por desgracia, han sido un auténtico fracaso. NO, hacer un revival de pedagogías que han fracasado bajo el supuesto de que ahora somos más listos que antaño y no vamos a cometer los errores que se cometieron no es algo recomendable. Un detalle… saber de pedagogía NO sustituye el tener un conocimiento amplio de la materia que va a impartirse.

SÍ a la necesidad de competencia digital básica para los docentes. Más allá del conocimiento de las miles de herramientas que surgen cada año o conseguir, por decisión personal, determinadas insignias otorgadas por Google, Apple o cualquier otra empresa del mercado, lo interesante es saber gestionar lo que se necesite en cada momento. NO por tener dos años de vida una herramienta deja de tener su valor para ser usada en el aula.

SÍ que debe quedar claro que aprender exige un trabajo por parte del alumno y del docente para adaptarse al mismo. NO es lógico creer en aprendizajes maravillosos motu proprio por parte de los alumnos o, que existan parámetros motivacionales fantásticos. Lamentablemente, aunque a todos nos gustaría que la motivación de nuestros alumnos fuera infinita y que nosotros fuéramos grandes animadores del cotarro, la realidad es mucho más compleja. Y, seamos sinceros, siempre va a ser más atractivo algo que se hace por placer fuera de los centros educativos que una retahíla de aprendizajes (dígase contenidos o habilidades, según intereses docentes) que se imparten. Por cierto, ese esfuerzo se exige a todos los ámbitos de la vida porque, al final, no hay ningún aprendizaje que no genere un esfuerzo o que, una vez adquirido, no lleve asociado el aburrimiento pasado un tiempo de haberlo conseguido.

SÍ, el sentido común acaba siendo la clave en educación. NO, las luces de colores y el espectáculo no aportan nada a nuestros alumnos más allá del reconocimiento mediático, en ocasiones, a su docente. NO a la cultura del espectáculo educativo y SÍ al trabajo diario, muy poco valorado en ocasiones, que se hace en la mayoría de aulas de nuestro país.

NO, los espacios son menos importantes, por mucho que se diga, que la cantidad de alumnos por docente. Además, SÍ que debe quedar claro que cualquier estrategia que se base en exclusiva en cuestiones de infraestructura, gestión de tecnología o una única metodología implantada por obligación en un centro educativo, lleva a una falsa sensación de euforia que, lamentablemente, acaba reduciendo el objetivo final de la docencia a algo que no tiene demasiado sentido.

SÍ, a veces es impepinable la repetición de tareas para conseguir determinados objetivos educativos. NO, no todos nuestros alumnos necesitan la misma cantidad de tareas repetitivas para aprender lectoescritura u operaciones matemáticas básicas. Eso es algo que se denomina individualidad y necesaria personalización del aprendizaje.

NO, la clase magistral bien realizada, el libro de texto como material puntual de apoyo (como puede ser el uso de recursos multimedia) o, simplemente, el vídeo como reforzador de aprendizajes jamás deberían ser cuestionados. Otra cuestión es creer que lo anterior solucionará los problemas de nuestros chavales si se aplica de forma estandarizada. Por cierto, NO hay nada peor que estandarizar metodologías para obviar la clave de todo el asunto. Y la clave es que nuestros alumnos aprendan en función de sus posibilidades.

NO, el sistema educativo no debe estar sujeto a lo que demandan los padres y SÍ a las necesidades de nuestros alumnos. Confundir la libertad de elección de metodologías o centros educativos por el supuesto bien de los hijos no es algo relevante. Lo relevante es conseguir que la educación siga siendo ascensor social y permita que todos nuestros alumnos, sea cual sea la circunstancia de partida, lleguen (o puedan llegar) a vivir mejor que sus padres, salgan mejor preparados (no me refiero solo académicamente) y generen una sociedad cada vez más justa.

SÍ al debate ideológico acerca del modelo educativo. NO a la perversión de ese debate para que esté orientado en función de siglas, sentidos del voto o, simplemente, creencias absolutas acerca de algo porque lo dicen unos u otros. NO a la visión acrítica de la educación ni al inmovilismo acerca del tema.

NO a la compra de modas educativas sin ningún tipo de evidencia. SÍ a la necesidad de cambiar lo que sabemos que no funciona porque, al final, un 30% de fracaso escolar en nuestro país es un auténtico escándalo. Muy relacionado con lo anterior SÍ a la posibilidad de dotar de autonomía a los centros educativos, siempre y cuando la misma mantenga la democracia entre todos los actores participantes y jamás vaya en contra de criterios de transparencia. NO, la autonomía de centro debe permitir que puedan existir docentes con ideología educativa diversa y que puedan aplicar prácticas diferentes en sus aulas. Imponer una práctica metodológica por decreto NO es autonomía de centro.

SÍ al establecimiento de políticas educativas consensuadas. SÍ a la necesidad de reformular determinados procesos de formación y selección del profesorado. NO a la imposición o mediatización de intereses muy poco educativos en las páginas de economía de los medios. SÍ a tener en cuenta a lo verdaderamente importante de todo el tinglado: a los alumnos y, de paso, a la sociedad en su conjunto.

Hay muchos síes y noes en educación, ¿seguro que SÍ os animáis a dejar alguno de ellos en forma de comentario? O quizás NO

Fuente del Artículo:

http://www.xarxatic.com/educacion-los-sies-y-los-noes/

ove/mahv

Comparte este contenido:

Habilidades del docente del siglo XXII

España / 15 de julio de 2018 / Autor: Jordi Martí / Fuente: Xarxa TIC

No, no me he equivocado de siglo por culpa de un error tipográfico. Tengo muy claro a qué me estoy refiriendo y qué quiero decir cuando hablo del siglo XXII. Al igual que a algunos se les queda corto el 2.0 y llegan hasta el infinitopuntocero, creo que la perversión del concepto docente del siglo XXI obliga a plantearse un paso más allá. Y, en este caso, las recomendaciones van muy poco encaminadas a las habilidades que deben poseer y, mucho más, a las precauciones que debe tener ese docente que, al final, va a ser parte del cambio educativo. Bueno, quizás lo sea poco porque todos los que estamos en el aula sabemos lo que prima el contexto, pero sí que debe ser capaz de ver, denunciar y aplicar ciertas cuestiones en su día a día.

Lo primero que debe hacer un docente del siglo XXII es tener sentido común y aplicar el principio de precaución ante todo lo que le están vendiendo. No puede tomarse acríticamente una moda o metodología educativa contando solo con la visión de quienes la usan o la venden. Una metodología debe ceñirse a un contexto y, quizás, no todas las estrategias metodológicas sean tan fácilmente exportables como nos las están vendiendo. No es malo conocer metodologías; lo erróneo es no preguntarse qué hay tras las mismas o por qué, si tan maravillosas son, la mayoría carecen de evidencia de mejora de aprendizaje.

Muy relacionado con lo anterior es ir construyendo, mezclando experiencia con inteligencia, una forma propia de dar clase. La comodidad es algo que nos hace ser mejores docentes por mucho que nos vendan que debemos estar saliendo continuamente de nuestra zona de confort. Si uno se siente a gusto dando clase, encuentra las estrategias que le permiten, dentro de las posibilidades ya comentadas anteriormente de afección sobre el alumnado, tiene un punto de partida más avanzado que empezar curso tras curso a hacer pruebas. No siempre son buenas las pruebas y, al final, hay maneras de dar clase que, adaptándolas, siguen teniendo su validez. Más aún si las combinamos con otras estrategias de esas que nos venden como únicas pero que, si son tomadas en la parte justa, nos pueden acabar de ayudar a definir nuestra manera de ser docentes.

La tecnología también es clave y la competencia digital exigible. Y cuando me refiero a la necesidad de que los docentes tengan competencia digital no me estoy refiriendo a que sean hábiles en el uso de programas de una determinada multinacional, se certifiquen por la misma o, simplemente, usen esa tecnología como base metodológica. La tecnología siempre debe ser una ayuda y jamás algo que complique dar clase. Si vemos que usar una herramienta complica el uso de tiza pues, sinceramente, yo me decantaría por la tiza. Un detalle, usar un libro de texto en pdf, meter PowerPoints a tutiplén o usar la última herramienta de moda no es ser competente digitalmente. Tampoco lo es tener un curso en Moodle donde vamos subiendo pdfs. Lo digo por aclarar el asunto.

Otra clave es el respeto por lo que están haciendo otros docentes en su aula. Claro que todos seguramente pensamos que nuestra metodología es fantástica pero, ¿no hemos quedado en que cada docente debe encontrar su manera propia de dar clase? Lo anterior es algo muy relacionado con la democracia dentro de los centros educativos, el ambiente de trabajo y la necesaria consideración de los compañeros como docentes capaces. Algo que para mí está claro. Por cierto, nada tiene que ver ese respeto que se ha de tener con la necesaria denuncia de determinadas prácticas que carecen de evidencia científica o empeoran, de forma demostrada y demostrable, el aprendizaje de los chavales. Y no hace falta ser muy hábil para entender que me estoy refiriendo a las inteligencias múltiples, a la creencia de determinados neuromitos, a la defensa de dar ciencias en inglés de algunos o a cualquiera que, seguramente, os viene a la cabeza.

Debemos ser también muy críticos con la formación docente y exigir a la administración una formación de calidad, alejada de determinados modelos centrados en personajes cuya relación con el aula (en forma de docencia o investigación seria -me refiero a algunas de las grandísimas investigaciones que se hacen desde la Universidad-) es, o ha sido, muy limitada. Más aún hemos de huir de aquellos que siempre nos cuentan la misma anécdota o nos defienden una metodología sin fisuras, dentro de un discurso que consiste solo en denostar a los demás. Si oís metodología tradicional frente a innovadora ya podéis huir. No existen los conceptos porque, al final, tan innovador es alguien que sabe dar una clase magistral (no lo que nos venden como clase magistral) que uno que trabaje por proyectos. Ya veis que no he entrado en el tema de metodologías activas porque, como todos deduciréis y más si estáis en el aula dando clase, viene de fábrica.

Las principales habilidades del docente del siglo XXII serán la de poder aislarse del ruido, de los cantos de sirena y, con todo lo que vaya aprendiendo (en las redes, en formaciones o, de la forma más fácil y eficaz, que es con sus compañeros de centro) poder configurar la mejor manera de dar clase. Seguro que aún así nos equivocamos pero, al menos, que nadie pueda decir que no lo estamos intentando, porque dar clase es más difícil de lo que parece. Y, por suerte, nuestros alumnos no son tornillos que salen de una fábrica de producción automatizada.

Seguro que como siempre me estoy dejando muchas cosas en el tintero pero creo que, a grandes rasgos, se entiende qué quiero decir. Bueno, eso espero.

Fuente del Artículo:

http://www.xarxatic.com/habilidades-del-docente-del-siglo-xxii/

ove/mahv

Comparte este contenido:

No lo llames innovación educativa, llámalo secta

España / 25 de marzo de 2018 / Autor: Jordi Martí / Fuente: Xarxatic

Cuesta no preocuparse al ver la deriva de muchos movimientos “innovadores” y, su necesidad absoluta de reafirmarse, actuando de forma cada vez más sectaria. No es solo ver como sus únicos argumentos se convierten en contraponer una escuela que no existe, que ellos denominan escuela tradicional, a su visión mágica sobre educación que es imposible de sostener al mínimo análisis serio. Es la necesidad absoluta de contar, al igual que todas las organizaciones fascistas, sectas religiosas de esas que tanto abundan en Estados Unidos que conocemos por las películas o por hechos tan tristes como los de Waco, con adeptos que no cuestionen en ningún momento su modelo ni a sus gurús. ¿Estoy exagerando? Pues va a ser que después de ver como hace un tiempo algunos pretendían decir quién era el que usaba bien el ABP(aprendizaje basado en proyectos) y ahora, con la maravillosa encuesta para demostrar la pureza de ser un docente flipped, creo que para cualquier con dos dedos de frente la cosa debería quedar clara. No son movimientos innovadores, son sectas.

Fuente: Fotolia CC

Estoy convencido de que si alguno de los pertenecientes a alguno de esos efluvios innovadores pudiera, acabaría con todos aquellos que nos cuestionamos sus modelos absolutistas. Me da la sensación que si tuvieran en sus manos la gestión de determinados centros educativos echarían a todos aquellos docentes que no comulguen con su visión “innovadora”. No es que me dé la sensación, es que conozco casos de centros gestionados por algunos de esos tipos que, o bien se han desprendido de la carga que suponía tener a personajes cuyo único interés era seguir su biblia particular, o bien ha habido un abandono masivo incentivado de docentes que quieren mantener la escuela como un lugar de praxis heterogéneas, se alejan del pensamiento único o, simplemente, quieren que sus alumnos aprendan. Y el modelo de innovación sectaria que tanto está floreciendo actualmente lo único que pretende es convertir la educación en algo monolítico, que siga sus reglas y sin posibilidad de crítica. ¿A alguien le suena lo anterior? Racismo, fascismo, homofobia y ahora marcar a fuego a quienes no innovan como debieran. No creo que esté siendo duro. Es algo que va mucho más allá de cuatro tipos que quieren sacarse una pasta y otros que creen que han tenido visiones divinas encontrando el Arca educativa.

Al final resulta que las sectas educativas, de cuya reproducción aún no hay estudios, están empezando a salir del encapsulado mediático que les dotaban los medios para empezar a introducirse en el aula. Ahora aún están bajo control porque muchos de ellos solo aspiran a que les den algún cursillo para seguir difundiendo sus palabras, otros a sacarse unos eurillos con un libro del “método” o, finalmente, alguno que tiene como único objetivo que le hagan genuflexiones cada vez que lo vean. Por eso están desapareciendo sus debates en abierto. Saben que están actuando como una secta. Saben bien que su discurso se desmonta a la mínima. Saben bien que, por suerte, aún hay gente que les puede plantar cara. A veces es necesario denunciar determinadas cosas y, en este caso, yo denuncio desde aquí que mucha de la “innovación” educativa que nos venden es otra cosa.

Por cierto, que nadie confunda pasión por defender unas ideas (algo lógico y razonable) que tener comportamientos sectarios. La diferencia está clara pero, lo que sucede en el mundo educativo va más allá de la pasión por defender unas siglas o metodologías. Es otra cosa, mucho más seria, si uno se pone a analizarlo fríamente.

 

Fuente del Artículo:

http://www.xarxatic.com/no-lo-llames-innovacion-educativa-llamalo-secta/

Comparte este contenido:

La mejora educativa no vendrá de hacer más papeleo

Jordi Marti

Ayer tuve la oportunidad de acudir a una charla sobre competencias básicas (sí, sé que ahora se denominan competencias clave) que se impartió en mi centro educativo. Ya sabéis que, por suerte o desgracia, tengo la necesidad de explayarme acerca de cuestiones educativas y, hoy no puedo evitar seguir reiterándome en uno de los postulados básicos de la mejora educativa: la necesidad de obviar el papeleo para centrarnos en el aula.

No, no tienen ningún sentido las rúbricas de evaluación para complicar, aún más si cabe, el proceso que permite dar como aptos o no a nuestros alumnos. No, no tiene ningún tipo de sentido una programación de curso que se realiza a principios del mismo y que no va a incluir ninguna de las casuísticas que se puedan dar a lo largo del año. No, sigo sin entender la necesidad de papeles y más papeles para justificar prácticas educativas que lo único que hacen es derivar el esfuerzo que debería hacerse en las mismas hacia cuestiones tan banales como rellenar formularios, justificar acciones formativas o, incluso, validar un modelo de docencia más ágil a golpe de cantidad de papeles con diferentes sellos.

Estoy convencido de la necesidad de hacer fácil la profesión. De, dentro de los márgenes que nos permite la misma -que son más amplios de los que nos pensamos- poder hacer cosas nuevas, equivocarnos y volver a plantear otras cosas diferentes. Quizás es que sea muy poco amigo de la regulación o del control o que considere al caos como mi gran amigo pero, sinceramente, es que no puedo con el papeleo. Ni con el papeleo, ni con las prácticas educativas que exigen aún más papeleo para ser gestionadas. No sé, como no sabía antaño, la utilidad que tiene poseer en papel o formato digital cientos de papeles para justificar mi práctica educativa. No creo tampoco que quien atesore más cantidad de los mismos sea mejor profesional. Más trabajador a nivel “papelario” quizás pero, la profesionalidad del docente nunca se demuestra en los papeles.

Supongo que, en el caso de los papeles, hablo de extremos. Que quizás, los papeles en su justa medida tengan su utilidad pero, para alguien cuya máxima es el aula y mejorar lo que pasa en ella -con sus aciertos y sus errores- es tan sólo una pérdida de tiempo. Tiempo que pasamos como docentes en demasía rellenando burocracia o justificando, mediante documentos que nadie va a leer jamás, nuestra competencia profesional. Con lo fácil que sería que alguien pasara por nuestras aulas para ver qué hacemos y nos diera algunas indicaciones. Con lo productivo que sería reducir el trabajo carcelario -o sea, el ejercer de burócrata- a su mínima expresión. Eso sí, cuando lo único que importa son los papeles o la necesidad de justificar por escrito lo que uno hace en su trabajo en lugar de validar los resultados obtenidos desde una óptica global, es que hay alguien, en algún momento y con capacidad de decisión en el ámbito educativo, que ha confundido el tocino con la velocidad.

Articulo tomado de: http://www.xarxatic.com/la-mejora-educativa-no-vendra-de-hacer-mas-papeleo/

Fuente de la foto: ShutterStock

Comparte este contenido:
Page 1 of 2
1 2