España / 25 de marzo de 2018 / Autor: Jordi Martí / Fuente: Xarxatic
Cuesta no preocuparse al ver la deriva de muchos movimientos “innovadores” y, su necesidad absoluta de reafirmarse, actuando de forma cada vez más sectaria. No es solo ver como sus únicos argumentos se convierten en contraponer una escuela que no existe, que ellos denominan escuela tradicional, a su visión mágica sobre educación que es imposible de sostener al mínimo análisis serio. Es la necesidad absoluta de contar, al igual que todas las organizaciones fascistas, sectas religiosas de esas que tanto abundan en Estados Unidos que conocemos por las películas o por hechos tan tristes como los de Waco, con adeptos que no cuestionen en ningún momento su modelo ni a sus gurús. ¿Estoy exagerando? Pues va a ser que después de ver como hace un tiempo algunos pretendían decir quién era el que usaba bien el ABP(aprendizaje basado en proyectos) y ahora, con la maravillosa encuesta para demostrar la pureza de ser un docente flipped, creo que para cualquier con dos dedos de frente la cosa debería quedar clara. No son movimientos innovadores, son sectas.
Estoy convencido de que si alguno de los pertenecientes a alguno de esos efluvios innovadores pudiera, acabaría con todos aquellos que nos cuestionamos sus modelos absolutistas. Me da la sensación que si tuvieran en sus manos la gestión de determinados centros educativos echarían a todos aquellos docentes que no comulguen con su visión “innovadora”. No es que me dé la sensación, es que conozco casos de centros gestionados por algunos de esos tipos que, o bien se han desprendido de la carga que suponía tener a personajes cuyo único interés era seguir su biblia particular, o bien ha habido un abandono masivo incentivado de docentes que quieren mantener la escuela como un lugar de praxis heterogéneas, se alejan del pensamiento único o, simplemente, quieren que sus alumnos aprendan. Y el modelo de innovación sectaria que tanto está floreciendo actualmente lo único que pretende es convertir la educación en algo monolítico, que siga sus reglas y sin posibilidad de crítica. ¿A alguien le suena lo anterior? Racismo, fascismo, homofobia y ahora marcar a fuego a quienes no innovan como debieran. No creo que esté siendo duro. Es algo que va mucho más allá de cuatro tipos que quieren sacarse una pasta y otros que creen que han tenido visiones divinas encontrando el Arca educativa.
Al final resulta que las sectas educativas, de cuya reproducción aún no hay estudios, están empezando a salir del encapsulado mediático que les dotaban los medios para empezar a introducirse en el aula. Ahora aún están bajo control porque muchos de ellos solo aspiran a que les den algún cursillo para seguir difundiendo sus palabras, otros a sacarse unos eurillos con un libro del “método” o, finalmente, alguno que tiene como único objetivo que le hagan genuflexiones cada vez que lo vean. Por eso están desapareciendo sus debates en abierto. Saben que están actuando como una secta. Saben bien que su discurso se desmonta a la mínima. Saben bien que, por suerte, aún hay gente que les puede plantar cara. A veces es necesario denunciar determinadas cosas y, en este caso, yo denuncio desde aquí que mucha de la “innovación” educativa que nos venden es otra cosa.
Por cierto, que nadie confunda pasión por defender unas ideas (algo lógico y razonable) que tener comportamientos sectarios. La diferencia está clara pero, lo que sucede en el mundo educativo va más allá de la pasión por defender unas siglas o metodologías. Es otra cosa, mucho más seria, si uno se pone a analizarlo fríamente.
Fuente del Artículo:
http://www.xarxatic.com/no-lo-llames-innovacion-educativa-llamalo-secta/