Por Jordi Martí Font
Pedagoga republicana, feminista, cristiana y pacifista, humanista en definitiva, Rosa Rojo fue una maestra de maestros adelantada a su tiempo que vivió con una mirada crítica sobre el mundo que lo rodeaba.
Pedagoga republicana, feminista, cristiana y pacifista, humanista en definitiva, Rosa Rojo fue una maestra de maestros adelantada a su tiempo que vivió con una mirada crítica sobre el mundo que lo rodeaba. Defensora de la perfectibilidad de la sociedad a partir, entre otros mecanismos, de una escuela que permitiera el acceso a la cultura a todo el mundo independientemente de su ascendencia social, su brillante carrera como profesora, pedagoga y personaje público de primer nivel en la sociedad mallorquina de los años 30 se interrumpe con el golpe de estado de 1936. en 1939, una vez perdida la guerra, inició una vida de supervivencia intelectual, alejándose de las primeras filas de la vida pública pero a la vez sin renunciar a dar clases, a pesar de la persecución ideológica de que fue objeto.
Una maestra de Marçà
La Rosa Roig nació en Marçà el domingo 15 de junio de 1890 a las cinco de la tarde. Era hija de Bonaventura Roig y Queralt (ingeniero de Anglesola, que da nombre a la calle Roig de la misma localidad) y Maria Soler Barceló, de Marçà. Tuvo dos hermanas, Mundeta (madre años más tarde de Eduard y el Marcelino, ambos alineados con el régimen franquista) y Raquel, durante el nacimiento de la que murió la madre; era 1895 y la Rosa tenía cinco años.
A partir de entonces, Mundeta ayudó en todo lo que pudo el padre de la Rosa, quien por su profesión se ausentaba a menudo de la casa familiar o bien tomaba las niñas con él cuando los desplazamientos eran por tiempo. La Rosa, Rosita, que es como la llamaban en casa y en el pueblo, estudió en las Hermanas Carmelitas de Falset, estrenando su nuevo colegio situado en la actual residencia para personas mayores de la capital del Priorat. Pero el trabajo del padre hacía que la familia estuviera por otros lugares, como Zaragoza, donde vivieron un tiempo, o Barcelona, mientras el padre proyectaba el funicular del Tibidabo y se hacían las obras.
Cuando tenía 15 años, en junio de 1905, la Rosa solicitó ser admitida a las pruebas de ingreso en la Escuela Normal Femenina de Barcelona. Fue aprobando las asignaturas en que se matriculaba por libre y se examinó cuando se sintió suficientemente preparada. Consiguió el título de maestra superior entre 1906 y 1909, con unos resultados excelentes, por lo que se presentó en la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio, seguramente en Zaragoza.
En 1910, ingresó en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid (abierta el año antes), al parecer con el total apoyo del padre, un hombre liberal y culto. Eligió estudiar Letras y corroboró que lo que quería ser el resto de su vida era pedagoga, maestra de maestros. En Madrid fue alumna de Ortega y Gasset y de Magdalena S. Fuentes, su admirada profesora de Historia. Y fue allí donde escribió, en 1912, «Marsá. Monografía Geográfica », que tal como el resto de monografías realizadas por las mejores alumnos fue editada por la Real Sociedad Geográfica.
En Madrid se sumergió en un clima absolutamente krausista. Eran los años de Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza. El krausismo, ligado a la filosofía del pensador alemán Karl Christian Friedrich Krause, era el motor ideológico de este centro irradiador de pensamiento liberal en buena parte del Estado. En Madrid, aprendió la importancia de la institución educativa y la importancia del necesario contacto del alumno con la naturaleza, las clases experimentales y las excursiones como herramientas educativas, la necesidad de aprender siempre, así como la utilización de muy diversos conocimientos para lograr la construcción de unos conocimientos humanísticos no dogmáticos. También conoció Carmen Cascante, con quien mantuvo una gran amistad y la complicidad pedagógica necesaria para sacar adelante a lo largo de toda su vida.
En 1913, con el título de maestra de enseñanza primaria normal, sección de letras, Rosa pasó a trabajar en la Escuela Normal Superior de Teruel, desde donde colaboró en la revista profesional El Centinela, una tarea, la de publicista -como decían en la época-, que no dejó mientras existió libertad de expresión, es decir hasta la Guerra Civil. Mientras estaba en Teruel, consiguió la plaza de profesora numeraria de la sección de letras de la Escuela Normal Femenina de Baleares, en octubre de 1913, encargada de las materias de geografía e historia, pedagogía, derecho y legislación escolar.
Viajes de formación
Antes, sin embargo, también con Carmen Cascante y otros jóvenes profesoras, emprendió un viaje de formación de dos meses a Bélgica y Francia para conocer las pedagogías que se aplicaban en aquellos países. El viaje, financiado con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE), las llevó a Burdeos, París, Bruselas, Amberes y otras localidades menores, donde visitaron escuelas infantiles, institutos, escuelas especiales y escuelas normales. Las maestras se fijaron sobre todo en los entornos, pero también en la manera de hacer las clases, en los materiales utilizados (en ese momento añadir fotografías, mapas o proyecciones en las aulas era muy innovador) y criticaron la excesiva rigidez de algunas escuelas y también la poca sensibilidad de alguna de las maestras visitadas ante un grupo de alumnos con discapacidades y enfermedades diversas. Durante el viaje,
A Rosa Rojo le otorgaron dos becas más de la JAE para viajes a otros estados para conocer sus métodos pedagógicos, aunque no los pudo realizar. Es interesante, sin embargo, leer su petición de la beca para el que hubiera sido su segundo viaje, ya que incluye el argumento que quería «Conoco los organismos que, en relaciones con la Sociedad de Naciones, fomentando la paz mundial, especialmente en la eficacia que sume Actuación puedo tener en la escuela primaria donde se debe elaborar la paz futura ». Pacifista sería una de las definiciones que como maestra de maestros habría aplicarle.
La innovación en la Normal de Palma
En 1914, Rosa Rojo y Carmen Cascante incorporan ya definitivamente a la Normal de Baleares, donde Rosa trabajó durante 23 años. El choque de Rosa y la sociedad conservadora mallorquina de ese momento tuvo varios episodios interesantes de recordar, como cuando desde sectores del Obispado se le acusó de «pervertir» sus alumnos porque en Historia del Arte, al hablar de Grecia y Roma, ella les había enseñado la imagen de una Venus de Milo. Las alumnos, que siempre fueron defensoras de su profesora, reunieron dinero y le regalaron una reproducción en yeso que ella instaló en la Normal. O cuando se enfrentó con el Obispado para oponerse a que los niños huérfanos que vivían con las monjas rojillos y aciano fueran enviados a acompañar a los funerales de los ricos de Ciudad, una práctica habitual y normalizada en ese momento.
Sus métodos pedagógicos los podemos conocer también gracias al trabajo de investigación desarrollada por M. Isabel Miró y Francesca Comas, que hicieron una edición comentada del texto de Rosa titulado «Mi trabajo de dieciocho años como profesora de Historia en la Escuela Normal de Amas de Baleares ». Se trata de un largo texto de la Rosa, fechado el 6 de octubre de 1931, en la que podemos apreciar su concepción de la historia, que veía como un proceso colectivo de desarrollo de la civilización hacia el progreso de la humanidad , hacia la perfectabilitat humana. Rosa era una profesora de historia situada siempre en la avanzada y, por ello, cuando las nuevas corrientes historiográficas de la escuela de los Annales se consolidaron en Europa, ella en siguió las enseñanzas como elección propia. En este sentido, nunca mantuvo cerradas las puertas a las innovaciones,
A classe, la Rosa no utilitzava llibres de text com a norma general. Preferia que les fonts d’informació de les alumnes fossin múltiples (de llibres diversos a fonts orals, excursions i sortides o documents originals d’arxius). Així, les alumnes podien veure i conèixer les diverses visions que sobre els fets històrics hi havia i hi havia hagut i formar-se un criteri propi. No caigué tampoc en la pràctica economicista d’escriure un llibre d’obligada compra per part del seu alumnat, una pràctica que molt professorat feia per tal de completar el seu sou. El seu alumnat es construïa els seus propis quaderns, sobretot d’història de l’art, tal com havia vist fer en el seu viatge a França i Bèlgica, amb retalls de diari, imatges de catàlegs, postals… i quan la malaltia li impedí poder continuar sense llibre, trià els de Rafael Ballester, professor mallorquí establert a Tarragona amb qui establí amistat i de qui renuncià a cobrar el 25% que es donava per la venda dels llibres als mestres per tal que les seves alumnes els poguessin adquirir més barats.
Las salidas por Palma, pero también para el resto de la isla, a lugares emblemáticos de la historia mallorquina, completaban la visión sobre los hechos históricos más cercanos, pero también sobre la historia del arte. En el Museo Diocesano, por ejemplo, tenía especial predilección por el retablo de Niçard y una excursión que nunca fallaba era la excursión a Cura, para ver Randa, el lugar donde Ramon Llull se iluminó. Gracias a su perseverancia, logró hacer cuatro viajes con las alumnas en la Península, siempre a partir de subvenciones, donde visitaron tanto espacios históricos y artísticos como escuelas, como la escuela del bosque inspirada por Decroly, que produjeron en Rosa Rojo una magnífica impresión. En estos viajes fueron a Barcelona, a Valencia pasando por Ibiza, Madrid, Toledo, Alicante, Sevilla, Córdoba …, dejando una huella imborrable en sus discípulos,
En los años 20, Rosa Rojo utilizaba ya el cine para educar, tal como explicaba en un artículo en el periódico La Almudaina. La evaluación la hacía a partir de múltiples trabajos encargados a las alumnas, no a partir de exámenes memorísticos. Y las pruebas las utilizaba sólo como forma de repaso, sin ser determinantes en las puntuaciones finales de las clases, donde sí contaban los álbumes de arte compuestos por las alumnas, las libretas de apuntes, etc.
La historia que Rosa enseñaba era crítica, no seguía líneas oficiales, pacifista y centrada en una enseñanza transversal de muchas materias que unas a otras se ayudaban. Asimismo, sus contenidos partían de la historia local, era una historia descentralizada, no obsesionada por las fechas ni las listas de reyes, y sobre todo aconfesional, construida a partir de aportaciones tanto de ella como profesora como del alumnado que participaba de forma activa en las clases.
Su fascinación por el mundo griego clásico resultaba evidente en sus clases, tanto como su postura contraria a poner como ejemplos para los niños algunos personajes históricos como el Cid Campeador, Carlos V o el Napoleón más militarista. Rosa Roig también criticaba que los libros de texto sólo contaran la historia de Castilla, y nunca apareciese o saliera muy minimizada la de la Corona Catalano-aragonesa, un espacio cultural que según ella estaba mucho más acercado a la cultura griega que no el de Castilla. A pesar de esta defensa de la catalanidad, sus clases siempre las hizo en castellano, como consecuencia de una diglosia producida por su educación, recibida en aquella lengua. En clase defendió, desde la aconfesionalidad, los chuetas mallorquines, que eran objeto de un racismo explícito en función de sus apellidos, solía censurar la Inquisición y algunos de los reyes borbónicos, como Fernando VII o Isabel II; y racionalizaba los «milagros» y se posicionaba ante el autoritarismo de la Iglesia.
Sus previsiones progresistas apuntaban que durante el siglo XX desaparecerían las religiones de Estado, triunfaría la libertad y la justicia, se extendería el sufragio universal y los ideales republicanos, que eran los suyos, se encontrarían partes. Por ello, en clase hablaba de libertad, de solidaridad de justicia social y explicaba los primeros socialistas, quienes eran las feministas y las mujeres más destacadas en todos los niveles.
El trabajo fuera de la Normal
Rosa Rojo, pero, no hacía su obra educativa sólo dentro de las paredes de la Normal, ni mucho menos. Su vida estaba llena de participaciones en actos e iniciativas de mejora cultural y, sobre todo, de las condiciones de vida y de educación de los niños.
Así, mantuvo unos constante presencia en la prensa mallorquina y publicó sus artículos en periódicos y revistas como La Almudaina (de 1916 a 1930), Última Hora (1922), Correo de Mallorca (1922 y 1929) y El Día (de 1930 a 1931). Fue de las primeras mujeres a escribir en la prensa balear de forma continuada, siempre con contundencia y conocimiento de causa, y en 1929 escribió el prólogo al libro Mallorquinas de C. García Guardiola, en el que decía que la autora, «de cuna valenciana, criada y formada en Barcelona, es una ferviente admiradora de esta bella isla mediterránea. En ella se dan, en síntesis, las más sobresalientes características de las tres regiones hermanas: Valencia, Cataluña y Mallorca. »
Sus artículos hablan de muchos temas pero siempre incluyen una mirada solidaria con los más débiles, sobretodos los niños y la defensa de su alegría, el juego como forma de educar, el espacio para los niños y las niñas en las ciudades , los niños como primer escalón en la construcción de un mundo sin guerras, para llegar al que criticaba la glorificación de los hechos bélicos en periódicos y revistas y, ya en los años 30, contra los nacionalismos totalitarios que se extendían por Europa (Italia, Alemania …). Se enfrentó, incluso, con un maestro de Fornells, en Mallorca, que había sido felicidad porque había organizado una especie de ejército en su escuela, aduciendo que la escuela siempre tenía que estar al lado de la paz, no de la guerra.
En mayo de 1919, presentó desde la prensa mallorquina la Federación Internacional Femenina, dirigida por Celsia Regis, seudónimo de la feminista conservadora Consuelo González Ramos, defensora del voto de la mujer y fundadora de la publicación La Voz de la Mujer. En 1925, fue elegida vocal de la Junta para la Protección de la Infancia; en 1928, participó en la fundación del Fomento del Civismo, sociedad cultural en que se encargó de redactar la «Página femenina» de La Vanguardia Balear; participó en la fundación del Ateneo, entidad cultural donde pronunció conferencias como una sobre Rabindranath Tagore y «La guerra y la paz a través de los tiempos»; y, durante la República, fue vocal del Tribunal de Menores de Baleares.
Golpe de Estado franquista
El golpe de estado franquista la cogió en Marçà, y eso le salvó la vida. La guerra la pasó dando clases en la Escuela Normal de Barcelona, ciudad donde formó parte de las comisiones depuradoras republicanas. Al acabarse la guerra y completarse la ocupación de Cataluña por parte de los franquistas, Rosa Rojo pidió volver a la Normal de Mallorca, pero se enteró de que había sido apartada al inicio de la Guerra.
Durante dos años, la Comisión Depuradora de la Enseñanza Secundaria de Baleares mantuvo acusaciones contra los maestros que en el momento del golpe de Estado no se encontraban en las Islas. Se sucedieron las cartas de acusación, los testimonios de antiguos compañeros y alumnos y ella tuvo que buscar testigos sin saber de qué se le acusaba. La acusaron de «roja», de impartir conocimientos perniciosos para sus alumnos, de defender la República … y terminó siendo procesada en el Juzgado Especial de Depuración de Funcionarios Civiles Barcelona por un tribunal militar acusada de «auxilio a la rebelión ». En 1941, terminó absuelta de todo, muy posiblemente gracias a la defensa de su sobrino Marcelino Gavaldà, destacado falangista tarraconense, y se pudo reincorporarse a la docencia pero desterrada a la Normal de Castellón y sin posibilidad de traslado a Cataluña durante años,
Pocos años después, fue acusada por el Tribunal para la represión de la masonería y el comunismo de formar parte de la mampostería ya que una conferencia suya había sido leída en un acto de la Logia Pitágoras de Mallorca, una acusación que tampoco prosperó.
En 1951, se pudo trasladar de Castellón a la Normal Femenina de Barcelona, dirigida por una de sus acusadoras en las procesos judiciales vividos. En 1960, se jubiló y murió nueve años después en Barcelona aunque los últimos años de su vida los pasó en Marçà enferma y rodeada de su familia.
En 2001, Francesca Comas y M. Isabel Miró publicaron su biografía: «Rosa Rojo. Biografía de una pedagoga (1890-1936) »y la localidad mallorquina de Marratxí puso su nombre a una calle. El 24 de agosto de 2019, su pueblo natal, Marca, dedicó otra calle a su memoria.
bibliografía
-García Guardiola, C. (1929). Mallorquinas. Prólogo de Rosa Rojo e ilustraciones de F. Manchón. Talleres Gráficos Hostench. Barcelona.
-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2001). Rosa Rojo. Biografía de una pedagoga (1.890 a 1.969). Documenta Balear y Ediciones del Mèdol. Colección Menjavents, 38. Palma y Tarragona.
-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2004). Rosa Roig, la esperanza desvanecida, artículo dentro Pizarra. Revista de enseñanza de las Islas, número 117, septiembre-octubre de 2004, p. 35-37. Publicada por el STEI-I. Palma.
-Comas, Francesca y Miró, M. Isabel (2009). El testimonio de Rosa Rojo, un ejemplo de renovación pedagógica en las Escuelas Normales del primer tercio del siglo XX, artículo dentro Educación e Historia. Revista de Historia de la Educación, número 14, julio-diciembre de 2009, p. 197-227. Publicada por la Sociedad de Historia de la Educación de los Países de Lengua Catalana.
-Peñarrubia, Isabel (2008). Movimiento feminista y sufragio en Mallorca (siglo XX). Ediciones Documenta Balear, Cuadernos de Historia Contemporánea de Baleares, 57. Palma.
Fuente: https://kaosenlared.net/rosa-roig-i-soler-pedagoga-pacifista-i-feminista-catalana/