1. Introducción. El Fundamentalismo Neoliberal.
Uno de los aspectos de mayor relieve sobre los problemas y dilemas encerrados en cualquier reflexión en torno a la «Globalización, el Poder y la Educación Superior» consiste en el reconocimiento, desde el inicio mismo de este trabajo, sobre la indispensable apertura a la teorización no sólo económica sino también política y social que toma en cuenta los eventos emergentes en un mundo en constante cambio. El enfoque interdisciplinario permite mayor fortaleza explicativa y por lo tanto, puede facilitar una mejor comprensión, tanto sobre la compleja gama de variables involuctradas, como de su posible desenvolvimiento en el tiempo. Abordar de esta forma este fenómeno es al mismo tiempo una tarea difícil así como azaroza. Existe una motivación personal para abordar esta temática que se sintetiza en un nombre, Don Mauro Fernández, el discípulo de Herbert Spencer y ministro de educación de Costa Rica que a finales del siglo diecinueve introdujo en esa nación centroamericana el concepto de laicización universitaria y de la educación pública, gratuita, universal y obligatoria. También existe una motivación política: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hoy en día la institución universitaria de mayor envergadura de América Latina, está sometida, junto con todo el sistema de educación media superior y superior de la región a un ataque sistemático de sus fundamentos y de la tradición de libertad de cátedra y de investigación que se cimentó durante siglos: la autonomía, fundamento del concepto humanista y de la libertad de cátedra e investigación desinteresada que caracterizan a la universidad clásica, están siendo puestos en la picota, no por las «exigencias del mercado» o de una globalización en abstracto, sino específicamente por el Banco Mundial (BM) y los poderosos intereses domésticos e internacionales que se articulan desde ese centro institucional de poder imperial.(3) La introducción de los objetivos y las políticas «de mercado» en la investigación y la docencia universitaria – presente en el «modelo estadounidense» desde el siglo XIX-(4), esa forma de «fundamentalismo neoliberal» sin duda representa un reto y un escollo a vencer en la larga lucha y esfuerzo por la superación de las condiciones alienantes y de opresión que sufre la humanidad. El «modelo estadounidense» contrasta con la experiencia universitaria europea que virtualmente desconoce la existencia de centros privados a ese nivel. La virtual inexistencia de universidades privadas en Europa es un hecho de primera magnitud, generalmente ignorado por los tecnócratas latinoamericanos que aplican de manera acrítica y mecánica, como ocurrió en el caso mexicano cuando Zedillo fue el Secretario de Educación Pública, los lineamientos del BM, especialmente aquellos dirigidos al desmantelamiento o debilitamiento de la Universidad Pública por medio del establecimiento, a troche y moche del programa de «universidades tecnológicas»d a lo largo y ancho del país. Un mecanismo utilizado para capacitar personal en labores técnicas inmediatamente requeridas por las empresas, es decir, egresados de visión acrítica y angosta sin formación en la tradición humanista, la historia y los fundamentos del conocimiento científico general que debe tener cualquier profesional de las artes, las ciencias naturales o sociales. Porque como creación «universal» y humanista, la universidad es la antítesis de formulaciones dogmáticas o, si se prefiere un término más cercano a nuestra experiencia, «neoinquisitoriales». Hoy lo que el Director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, ha caracterizado como «la dictadura del pensamiento único» para referirse a lo mismo, se presenta como la principal amenaza al funcionamiento y la existencia de la universidad en el orbe. Articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales de América Latina -comprometidas ahora con objetivos y programas dise_ados «en función de las fuerzas del mercado»-, este fundamentalismo despliega tanto en la retórica como en la práctica, lo que los documentos del Banco Mundial, que analizaré posteriormente, conciben como una campa_a contra «la universidad tradicional» y el «excesivo poder de profesores e investigadores».
. En este trabajo se revisará primero el concepto y los procesos de globalización; segundo, los aspectos más relevantes de la estructura de poder, especialmente la referida a los Estados Unidos de América y en tercer lugar se analizarán los principales planteamientos del Banco Mundial en torno a la educación universitaria. He procedido siguiendo el sabio consejo de lanzar breves -furtivas- vistas hacia el futuro desde una contínua auscultación del pasado. Considero que esta es la manera más adecuada de proceder, desde la perspectiva de la ciencia social, porque conlleva un constante esfuerzo por cotejar los conceptos y explicaciones de la teoría social y económica con un flujo constantemente cambiante de sus referentes empíricos y en el que se detectan puntos de continuidad y de discontinuidad. Como bien lo planteó el estadounidense Arthur Vidich(5) en un estudio centrado en la obra de clásicos como Marx, Weber, Veblen, Keynes, Hobson, Lenin y C. Wright Mills, entre otros , es notable que ninguno de ellos creyó que los «modelos teóricos» de las ciencias sociales,
«… pudieran ser utilizados como una aproximación en la resolución de los problemas del mundo real, o como un sustituto para el estudio empírico de éste. Para ellos los conceptos, construcciones teóricas, sistemas y vocabularios especializados eran herramientas útiles en el estudio del mundo empírico; no propiamente respuestas a los problemas siempre en evolución presentados por un mundo en cambio contínuo. Supusieron, además, que sería necesario que las sucesivas generaciones de académicos revisaran las ideas de sus predecesores de tal forma de hacerlas relevantes bajo nuevas condiciones que volvían inapropiadas las teorías anteriores. Por ejemplo, ya sabían que la idea de un sistema de libre mercado- tal como el descrito por Adam Smith- no funcionaría y no podría ser aplicado sin ambigüedades, dado que ya había sido contradicho por las realidades de la historia económica de los últimos doscientos años.»(6)
Las tragedias que han acompañado a la Revolución Industrial -y aquí estoy pensando en la Gran Depresión y su secuela en las atrocidades de las dos grandes conflagraciones político-militares del siglo que acaba de terminar y que culminaron en las cenizas de Hiroshima, se engendraron, más que por la indiferencia y la codicia de capitalistas que sólo pensaban en sus ganancias, en la devastación social de un sistema mercantil, de corte victoriano, no controlado, cuando, «el santuario interior de la vida humana fue saqueado y violado».(7) Hoy, cuando algunos hablan y escriben, o invitan a la irreflexión desde ese discurso eufórico, desmemoriado, determinista y fácil de lo que en otra ocasión he llamado «el globalismo pop»(8), repleto de simplificaciones peligrosas y engañosas, se observa una tendencia en ciertos círculos al desvanecimiento y desdén de la memoria histórica sobre esas calamidades. Si hemos de reflexionar sobre la globalización, el poder y la investigación, hagámoslo de manera bien cimentada, evitando el castigo dantesco, recuperando nuestro punto de observación, mirando hacia adelante, sin nostalgia, pero, primero que todo recordando el terremoto económico y político-militar y además reconociendo que miramos, después del terremoto: ello permite percibir la debilidad de los cimientos y por lo tanto aprender cómo y dónde construir o reconstruir la fábrica institucional de forma que pueda soportar mejor los choques del futuro.(9)
2. Imperialismo, Globalización y Poder.
La instauración de un régimen dominado de manera abrumadora por los acreedores internacionales, como resultado de la negociación de la crisis deudora de 1982(10), se ha expresado, a lo largo de casi dos décadas primero que todo en la re-instalación de un discurso centrado en un grupo de variaciones hechas en torno a la vieja tonada de la «mano invisible» de Adam Smith, y que ahora asume que -al menos en los países de la periferia capitalista- el orden nacional e internacional debe fundarse, de nueva cuenta, en los reguladores automáticos, los equilibrios fiscales, la libre empresa, la desregulación a troche y moche y la reducción drástica del gasto público.(11) En segundo lugar, aunque no menos importante que lo anterior, se expresa también, en un ataque frontal contra los pivotes, todavía frágiles del nacionalismo económico latinoamericano y en particular en lo que sólo puede calificarse como una verdadera campaña dirigida al apoderamiento de las empresas públicas, con especial énfasis en el traspaso al sector privado -«nacional y-o extranjero-«(12), de sectores estratégicos como la educación pública (especialmente la media superior y superior), el sector salud, los ferrocarriles, la industria del gas y del petróleo, la electricidad, la petroquímica y en general la infraestructura de comunicaciones, puertos aeropuertos,carreteras y flota marítima y los ferrocarriles. Estos procesos de observan desde el Río Bravo hasta la Patagonia. En Costa Rica, por ejemplo, en medio del discurso del desarrollo «sustentable» y bajo la presión del Banco Mundial, se clausuraron los ferrocarriles en 1995 de manera irracional e irresponsable, especialmente porque se trata de estructuras electrificadas a base de generación hidroeléctrica y no de la quema de petrolíferos ambiental y económicamente lesivos a los intereses públicos nacionales. El Banco Mundial a lo largo de los a_os propició la carreterización en detrimento del servicio ferrocarrilero y finalmente, con el aval del gobierno de Figueres Olsen, lanzó sobre la estructura carretera una enorme masa de carga que la ha deteriorado aumentando el consumo de combustibles fósiles, que el país tiene que importar y comprar a las grandes empresas petroleras (beneficiarias del mencionado esquema de carreterización impulsado por el Banco Mundial) a precios ahora en elevación.
En América Latina, durante este período, se profundizó una observable «desnacionalización» tanto de los principales ejes de acumulación como del proceso mismo de toma de decisiones en asuntos cruciales para la definición de lo que un país es y desea ser: el presupuesto nacional. En otras palabras, la gravitación de las instituciones establecidas como resultado de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), -todos instrumentos para la proyección de poder de la Casa Blanca incluyendo desde luego al BID, la AID y los servicios de información-, aumentó de manera cuantitativa y cualitativa. Cabe recordar que después de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos y sus principales aliados europeos consideraron improcedente mantener el tipo de colonialismo político que había caracterizado al sistema económico internacional, considerando necesario, sin embargo, sustituir ese sistema por otro que permitiese continuar la expansión de los mercados y sobre todo evitar el trauma depresivo de 1929. La «reforma» del sistema financiero internacional fue la única medida estructural que Estados Unidos fue capaz de poner en funcionamiento(13) siendo su motivación central colocar al resto del mundo bajo el dominio de principios institucionalizados alrededor de los intereses internacionales estadounidenses ya que tanto el Banco de Reconstrucción y Desarrollo – BM- como el FMI fueron diseñados en forma tal que Washington pudiera dominar su política por la vía de mecanismos de votación. «Los arquitectos del FMI», escriben Joyce y Gabriel Kolko,
…lo concibieron no para poner en funcionalmiento meros principios desinteresados, sino para reflejar el control de Estados Unidos sobre la masa monetaria -oro- y para impulsar su capacidad de proveer gran parte del capital futuro del sistema monetario. El (BM) fue diseñado para proveer un marco de referencia gfubernamental a fin de promover la invesión privada, mucha de la cual sería estadounidense.(14)
Aunque estos dos intrumentos -a los que posteriormente se agregaría un organismo para manejar el comercio internacional, el GATT ahora conocido como Organización Mundial de Comercio OMC- fueron diseñados para sustituir el sistema colonial de pre-guerra, en ningún momento tal medida fue considerada como para inducir un tipo de transformación colonial que le negara a la nueva potencia hegemónica y sus aliados, el acceso a los recursos naturales y los mercados del Tercer Mundo y la transferencia de excedentes, desde las áreas económicas tributarias, especialmente, en el caso de Estados Unidos, de la América Latina y el Caribe.
En Bretton Woods se estableció un tipo de pacto social entre EUA y el resto de las economías capitalistas centrales que giró alrededor del concepto keynesiano de vincular el empleo pleno con el libre comercio.(15) La memoria de la depresión de 1929 fue determinante en todo el concepto económico doméstico e internacional auspiciado por Estados Unidos. Un tema de fondo lo fué, ciertamente, evitar los errores del orden internacional económico instaurado en Versalles -1919- sobre la base de un capitalismo victoriano en el que se codificaron enormes asimetrías internas e internacionales, especialmente porque el sistema de Versalles no pudo generar estímulos para promover la activación económica, entre otras razones porque mantuvo la demanda deprimida, privilegiando el interés privado nacional de corto plazo de las naciones vencedoras.
La movilización bélico-industrial, sin precedentes, observada durante la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de fungir como ariete que finalmente sacó a Estados Unidos y a la economía internacional de la depresión y la preocupación mayor giró en torno a lo que ocurriría en el período de paz, de darse una desmovilización. En gran medida la guerra fría mantuvo el ímpetu antirecesivo que se buscaba mientras gracias a la estructura económica establecida permanecieron abiertas las líneas de explotación global y dominio, aunque se hicieran ensayos, remedos más que otra cosa, para establecer algún tipo de Estado de Bienestar en la periferia.
Por lo que se refiere a la Globalización , sintetizaría el asunto aseverando que se pueden identificar al menos dos perspectivas para analizarla : primero, como categoría científica, es decir, como un concepto cuyo referente histórico y empírico está centrado en el largo proceso multisecular de la internacionalización económica que se observa en el período posrenacentista, y que adquirió gran fuerza después de la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la segunda revolución industrial y la multiplicación de grandes unidades empresariales de base nacional que, con los antecedentes de las compañías mercantiles de siglos anteriores, empezaron a operar internacionalmente y a las que, para los efectos de esta reflexión, denomino como corporaciones multinacionales. A lo largo del período posrenacentista y de manera especial después de la segunda mitad del siglo XIX los niveles de apertura económica y de interdependencia mostraron avances y retrocesos.
Como categoría histórica, la globalización es un equivalente a la «internacionalización económica», y por lo tanto es un fenómeno íntimamente vinculado con el desarrollo capitalista, intrínsecamente expansivo y que tiene en la experiencia colonial e imperial una de sus más claras expresiones históricas y contemporáneas. Es en este sentido, que la globalización ocurre en los contextos de poder y contradicciones del capital. Si por globalización entendemos la internacionalización económica en sus momentos de apertura relativa, es decir, la existencia de una economía internacional preponderantemente abierta y con grandes y crecientes flujos de mercancías, de tecnología, y de inversión de capital entre las naciones, entonces no es un fenómeno nuevo, inédito ni irreversible.Es igualmente cierto que estos flujos de bienes, inversiones, producción y tecnología tienden a ajustarse a pautas de especialización y de división internacional del trabajo, resultado no de fuerzas automáticas o de imperativos estructurales sino de negociaciones que penden de las correlaciones de fuerza domésticas e internacionales. Se trata de fenómenos de interacción política y no de fuerzas o leyes «naturales» de la economía o de la tecnología.(16) También es comprobable que el peso del comercio y de la inversión se va modificando a favor de esta última, un hecho especialmente notorio a partir de la década de 1980 cuando la inversión extranjera directa (IED) profundiza su papel como eje organizativo de la estrategia capitalista de cara a diversas facetas de lo que sólo puede calificarse como una crisis de acumulación.
Una segunda perspectiva en torno a la globalización es la de la sociología del conocimiento. Desde este ángulo hemos enfocado nuestra atención crítica sobre el «discurso globalista» que se ha instalado como una oferta de moda, eufórica y determinista, acrítica y superficialmente aceptada por grandes públicos empresariales políticos y académicos.(17)El estudio de la globalización como ideología permite encarar el extremismo del discurso globalista sintetizada en una «sabiduría convencional» cimentada y fomentada por poderosas fuerzas e intereses, habiéndosele instalado entonces como un paradigma montado sobre varias falacias, mitos o slogans, como que es un fenómeno nuevo, homogéneo y homogeneizante que conduce a la democracia, el progreso y el bienestar universal; que acarrea la desaparición progresiva del Estado y que los actuales procesos de regionalización, tipo Tratado de Libre Comercio de la América del Norte (TLCAN), y sus impactos sobre las sociedades y dentro de ellas sobre sectores vitales, o son consecuencia de la globalización o inevitablemente conducen hacia ella. Es un discurso que sobre-enfatiza la interdependencia entre las naciones, el carácter mutuo de sus intereses y la presencia de beneficios compartidos y desalienta y manda al baúl de los olvidos los crecientes fenómenos de dominación y explotación en los que se conjuntan, de manera hoy más estrecha que nunca antes, la fuerza del estado nacional con el accionar de las corporaciones multinacionales y los bancos,(el FMI-BM-BID son instrumentos de Estado) sobre las economías más débiles y sobre las clases vulnerables, tanto de los centros de poder como de la periferia. En México el globalismo pop fue usado en la campaña oficial de promoción populista del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte, TLCAN, vendido a la población como el instrumento para ingresar, por la puerta grande de Estados Unidos, al Primer Mundo. También se difunde y se promueve la idea de que el estado nacional, la soberanía y el ámbito económico de lo nacional son anacronismos en un mundo interdependiente; que el TLCAN, junto con la regresión constitucional en materia agraria del artículo 27 de la Carta Magna mexicana(18), el programa de privatizaciones y de creciente desregulación financiera, son producto de fuerzas estructurales externas, de necesidades económicas y no de opciones políticas. Un ingrediente importante de este «discurso», en el que tanto los críticos como los defensores de la inversión extranjera directa (IED) a menudo coinciden, ha sido la creencia de que se ha gestado un poderoso e integrado mercado global-de mercancías y de capitales- que se auto-regula y que rápidamente está haciendo obsoletas las fronteras nacionales y, además, que las corporaciones multinacionales se han erigido en un actor autónomo en las relaciones económicas internacionales. Este discurso ofrece una interpretación errónea a partir del análisis selectivo que visibiliza hechos comprobables como el aumento de los intercambios mundiales, el arribo de nuevas tecnologías y la continua ampliación geográfica e integración vertical de las operaciones internacionales de las corporaciones multinacionales e invisibiliza el que virtualmente todas las grandes corporaciones internacionales que operan en el mundo, lejos de ser «stateless corporations», operan desde una base nacional, desde un marco de referencia de estrecha relación con un Estado (piénsese en EEUU), que las regula y las protege, que las subsidia de diversas maneras, ya sea por medio de un abultado gasto público por la vía de intensas relaciones bélico-industriales o ya sea por medio del despliegue de instrumentos de proyección diplomático-militar y económico-institucional -como el Banco Mundial o el FMI- y lo hace de manera altamente funcional a los intereses privados nacionales estadounidenses.(19)
Como la propuesta de que existe un mercado global e integrado de capitales es uno de los supuestos del discurso globalista conviene revisar el asunto con mayor detenimiento porque se tiende a evitar la ponderación y por lo tanto la visualización de las características concretas que deben estar presentes en este tipo de fenómeno. Es cierto que la masa monetaria que se traslada instantáneamente de un lugar del planeta a otro ha aumentado de manera espectacular, por ejemplo las transacciones brutas del mercado de divisas es hoy de cerca de 1.5 billones de dólares diarios lo que contrasta con un promedio diario de poco menos de 200 mil millones en los años 80, ¿se puede inferir de esto que se ha conformado un mercado global integrado de capitales?. Zanny Minton Beddoes, analista de la revista conservadora The Economist(20) ofrece datos que le llevan a dar una respuesta negativa. Por ejemplo, menciona la existencia de un buen número de países que no aceptan capital privado extranjero. En 13 naciones, la mayoría en el área Subsahara tienen como única fuente externa de financiamiento lo que ofrecen los programas de «ayuda» de los países capitalistas centrales (pcc), y por lo que se refiere a los mercados emergentes, en realidad sólo 18 naciones del Tercer Mundo tienen acceso regular al capital privado internacional.(21) Pero aún si el número de países que tuvieran acceso al mercado de capitales fuera mayor, dice Minton Beddoes, esto en si mismo no significa que exista un mercado global y unificado de capitales y ello es así porque para que tal situación existiera entonces se observarían enormes flujos de fondos de países que tienen una tasa alta de ahorro a cualquier lugar en el que existan oportunidades para la inversión redituable. Más aún, los precios de activos, bonos o acciones equivalentes tenderían, de manera general, a ser similares en países diferentes. No hay indicios de estas dos características de un mercado unificado. Aunque las cantidades de dinero que se trasladan de un lugar a otro son enorme, son mucho menores las cifras netas de lo que fluye de un país a otro y permanecen ahí. El analista recuerda que aún en los pcc la gran mayoría de los ahorros y de la inversión se realizan internamente y aunque los flujos de capital privado han pasado de cerca de 50 mil millones en 1990 a 152 mil millones en 1998, las llamadas economías emergentes sólo han sido capaces de financiar cerca del 10% de su inversión total con capitales externos durante este período. Por lo que se refiere a la la otra dimensión, y en contraste con lo que se supone que teóricamente debe ocurrir, en los hechos los precios de activos similares no son los mismos en países distintos. Beddoes ejemplifica esto con las diferencias que se registran en las tasas de ganancias de los bonos gubernamentales, ciertamente uno de los rubros comparativamente más seguros ante fluctuaciones y movimientos especulativos. Entre los países ricos los bonos, cuyas tasas de ganancia se calculan en alguna moneda común no registran similitud alguna en su valor de mercado. Estas discrepacias ocurren porque los inversionistas se procupan en relación a cambios imprevistos en las tasas de cambio o por el riesgo de suspensión de pagos al hacer sus operaciones con diversas monedas. En los países subdesarrollados estos riesgos son desde luego mucho mayores de tal suerte que los precios de valores semejantes varían de manera todavía más amplia. El discursos globalista tiende a dejar estos referentes empíricos fuera del marco de visión para el análisis. Beddoes se atiene más que todo a lo que puede inferirse de la observación de los referentes empíricos, y esto le lleva a concluir que,
Aunque los mercados sin duda se están integrando en mayor medida debido a innovaciones tecnológicas y a la disminución de los controles de capital así como al aumentos en la proyección internacional de los inversionistas, todavía estamos muy lejos de haber constituido un verdadero mercado global de capitales.(22)
El discursos globalista, que repiten como loritos incluso filósofos de cierto renombre, invisibiliza otros hechos, como que el 57% de todas las importaciones y exportaciones «latinoamericanas» son comercio «intra-firma» realizados por empresas multinacionales. Se habla y se escriben ríos de tinta sobre el mercado global, y sobre las exigencias del «mercado», antropomorizando los procesos económicos, porque los mercados no exigen, sólo los seres humanos,organizados institucionalmente lo hacen, y en este caso estamos hablando de las exigencias de los Chiefs Executive Officers(CEOS) de las corporaciones multinacionales (CMN)(23) , o de la cúpula directora del BM o del FMI o directamente de la Casa Blanca como ocurrió en torno al mercado petrolero. Se opacan, por medio del biombo del «globalismo pop», los hechos, como que al tiempo que promueven y, desde las cartas de intención del FMI y las cartas de política del lBM auspician y defienden la eliminación de nuestras fronteras a la actividad economica, las 100 compañías multinacionales más importantes del planeta, y no la mano invisible de Adam Smith, marcan las reglas de la llamada » liberación del comercio en el mundo». La invitación de Washington a la adopción de «políticas de mercado», se dá muy en el espíritu del convite del tiburón a las focas a lanzarse a competir en las aguas del libre comercio y de la libre competencia. Como muy bien lo percibió Bismark, el libre comercio, la libre empresa y la libre competencia es la doctrina favorita de la potencia dominante, temerosa de que otros sigan su ejemplo.
El biombo del discurso globalista oculta fenómenos como que en el último año del siglo XX, las ventas totales realizadas por esas 100 CMN fueron equivalentes a tres cuartas partes del comercio mundial, según estadísticas de la ONU y de la OMC. La información establece que las ventas fuera de su país de origen de las cinco principales empresas, que operan internacionalmente desde Estados Unidos, Europa y Japón, superan al valor total de las exportaciones anuales del conjunto de los países latinoamericanos.Se deja a un lado el mundo de los hechos. Y el mundo de los hechos indica que el 75.5% de todo el comercio mundial, está controlado por las principales 100 CMN, que estamos frente a contextos oligopolizados o de monopolio.
Un documento de la ONU indica que las ventas de las 100 CMN más importantes del mundo, encabezadas por firmas de capital estadunidense, alcanzaron el último año 3 billones 984 mil millones de dólares.(24) En otro informe de la OMC establece que el valor de las exportaciones mundiales de mercancías alcanzó en el último año 5 billones 270 mm de dls, mientras que las importaciones son del orden de 5b, 464 mmdd. De esa forma, las ventas del centenar de CMN tuvieron en un año un valor similar a 75.5% del valor de las exportaciones de 50 países cuyos datos sobre comercio exterior están contenidos en el reporte de la OMC, titulado Globalización y Comercio.(25)
Esta información es valiosa porque, al ponderar la relación entre globalización, poder y educación superior, se deben registrar, tanto las continuidades como las discontinuidades de cada proceso y se nos está indicando que una de las continuidades importantes a tener presente desde este punto de observación del año dos mil, es que el comercio más importante tiene lugar por medio de las grandes empresas de los tres polos capitalistas, algo que se ha venido registrando prácticamente desde el siglo XVI. Esto quiere decir que como ayer, hoy también las clases dominantes utilizan a la inversión, el comercio, las rentas y los pagos de intereses y permanecen así como los beneficiarios de la mayor parte de las ganancias. Otro aspecto fundamental, recientemente rescatado por James Petras(26) es la permanencia del estado-nación como instrumento político fundamental para organizar la expansión global por medio de tratados comerciales, subsidios, controles laborales, intervenciones militares, promociones ideológicas del libre comercio.
Uno de los aspectos de mayor relevancia gira en torno al reconocimiento de que el fenómeno de la internacionalización económica, es decir el de la globalización entendida como una categoría científica en base al análisis histórico, plantea que el presente estadio del capitalismo no muestra rupturas fundamentales con la experiencia del pasado por lo que se refiere al asimétrico contexto de poder internacional y nacional en el cual ocurren los flujos comerciales, de inversión, las transferencias de tecnología y de esquemas productivos. Por ejemplo, los programas y esquemas aplicados en América Latina y en México y que, en el caso de este último país, han llevado a la agricultura mexicana a una de sus más graves crisis desde 1910, queda claro que el proceso no puede explicarse adecuadamente sin tener presente, de manera explícita, que ocurre en un largo torrente histórico y en un caldo de poder de relaciones profundamente leonino en el orden económico-estratégico, conocido en la literatura científica como «imperialismo», signado por la inequidad, el conflicto, la dominación, la apropiación del excedente y las contradicciones inter-estatales, de clase y etnia, de género y de mercados. Históricamente la internacionalización económica en México y América Latina se concreta en el comercio exterior y en los flujos de inversiones extranjeras y ha sido por la vía de estos dos pivotes que se han incorporado a nuestra dinámica las imágenes, valores, ideas, costumbres, instituciones, bienes, pautas y aspiraciones de consumo, que influyen en la economía, la organización social, la política y la cultura, y refuerzan contínuamente la estructura y la dinámica de la subordinación a los ordenamientos internacionales de los países capitalistas avanzados.(27) La fragilidad científica de cualquier reflexión en torno a la globalización, entendida como internacionalización económica y el poder se manifiesta de manera contundente con la menos auscultación de los principales indicadores estadísticos. En un trabajo sobre «La Explotación Global» realizado por Pablo González Casanova se computa la transferencia de excedentes de los países de la periferia al centro en quinquenios. En este estudio, elaborado a partir de datos del FMI y del Banco Mundial, se desglosa es transferencia en seis rubros: servicio de la deuda, pérdida por términos de intercambio, utilidades netar remitidas de inversión directa, otro capital a corto plazo, errores y omisiones netos y transferencias netas unilaterales. Entre 1972 y 1976 los países pobres transfirieron a los ricos un total de excedentes de 441 mil 731 millones de dólares. De 1977 a 1981 la cifra asciende a 567 mil 280 mdd; entre 1982 y 1986 es de 897 mil 822 mdd, de 1987 a 1991 subre a 1 billión (one trillion en inglés) 257 mil 43 mdd y finalmente entre 1992 y 1995 los países de la periferia contribuyen al crecimiento y bienestar de las potencias capitalistas con una transferencia de excedentes de 1 billón 364 mil, 405 millones de dólares. Desde el Proyecto de la Dirección General de Apoyo al Personal Académico(DGAPA) de la UNAM sobre la Geoeconomía y la geopolítica del Capital, referido ahora a la Territorialización de la Inversión Extranjera Directa bajo mi coordinación, hemos realizado una compactación estadística sobre la transferencia de excedentes de América Latina el Caribe para el período 1976-1997. Ello arrojó cifras sumamente conservadoras de lo que la región ha tributado a los países centrales. Para su elaboración y siguiendo la metodología empleada por González Casanova, se tomó en cuenta los mencionados seis rubros de análisis, elaborados con base a los anuarios estadísticos del FMI, BM y la Cepal publicados desde 1982, los cuales incluyen todos los países de la región con la excepción de Cuba, cuya información no se encuentra disponible en las fuentes empleadas. La suma de los totales por rubros y su posterior deflactación- para lo cual se utiliza el deflactor implícito del PIB de EUA con base 100 en 1998, arrojó un monto regional de 2 billones (trillions en inglés), 139 mil 420.3 millones de dólares en dos décadas de «globalización» neoliberal, cifra cuya magnitud equivale al Producto interno bruto combinado de todos los países de América Latina y el Caribe en 1997. El monto total de las transferencias regionales es encabezado por México con 31% seguido por Brasil con el 28%, concentrando ambos spaíses 59% de los desembolsos, es decir, un billón 204 mil 502.6 millones de dólares. Argentina, Venezuela,a Chile y Colombia, que contribuyen en conjunto con 27.10% de las transferencias (557, 098.7 millones) les siguen en orden de importancia. Para entender cabalmente el orden de magnitud de estasa cifras, consideren Uds que la suma de las transferencias realizadas por México y Brasil (que supera el billón de dólares) prácticamente iguala el pago por servicio de la deuda de todos los países de la región (servicio que es de un billón 343 mil 905.3 millones de dólares) o equivale el producto interno bruto combinado de ambos países para el año 1997. Desde luego todo eso no es más que una indicación, sólida, pero sólo un elemento de un complejo de factores múltiples de orden político-, económico y social alrededor del fenómeno de fondo, es decir, el del poder y las contradicciones del capital, el de la dominación, el del imperialismo, y como elemento fundamental el papel cada vez más protagónico del Estado y de la corporación. Esta observación la hago consciente de que como parte del discurso del «globalismo pop» se ha generalizado la noción de que, ante el empuje del «proceso globalizador» (whatever that means) el Estado Nacional es crecientemente irrelevante. Es posible afirmar esto si uno no se toma la molestia de examinar lo que ocurre en el ámbito fenoménico, no sólo porque en la periferia capitalista es el Estado el centro articulador de los programas de ajuste estructural del Banco Mundial, y el eje organizador de, por dar sólo algunos ejemplos, la concreción del TLCAN, la UE, los acuerdos de la OMC, sino porque al hacer todo esto, lo que hace el Estado tanto de la periferia como del centro, es mantenerse como el principal instrumento político para organizar la expansión capitalista a nivel internacional y esto precisamente se hace por medio de los tratados comerciales, los subsidios de un orden de magnitud desconocidos en la historia, como el Fobaproa-IPAB(28) en México que transfiere a favor de la cúpula bancaria-especuladora más de 110 mil millones de dólares, una cifra de por sí alarmante, pero cuyo impacto es todavía mucho mayor ya que el PNB mexicano todavía no llega al medio billón de dólares. Eso es un estado profundamente activo, pero claro no es un estado de bienestar, un estado Robin Hood, sino al revés, uno que toma del contribuyente y se endeuda para transferir a los de arriba, es un estado Hood Robin o como se dice en inglés «an upside down welfare state». Es el Estado el instrumento utilizado para ejercer los topes salariales y el control de la fuerza de trabajo, es el Estado el que organiza la intervención policiaco-militar, la promoción ideológica, las pretenciones de extra-territorialidad, como la ley Helms Burton, y la aplicación de medidas de regulación antimonopólica, como ocurrió recientemente en el caso de Microsoft, etc. También ha sido el Estado el que ha decidido propiciar la «desregulación» de los mercados financieros, porque así convenía más a los intereses de EUA y de Inglaterra. Menciono al mercado internacional de capital porque es el caso favorito de los impulsores del discurso globalista.
En el caso de los EEUU, la fusión de la «geoeconomía» con la «geopolítica» del capital tiene una clara estrategia para el actual período, profundamente enraizada en su historia. Irónica -aunque explicablemente-a ha sido la revista Fortune, un órgano que refleja los intereses del empresariado estadounidense y de las corporaciones multinacionales el que ha recuperado de nueva cuenta los referentes empíricos centrales a los que apunta el concepto de imperialismo. Ello se detalla en un importante artículo dedicado a dilucidar la «estrategia» coportativa estaounidense «para la posguerra fría». Ni Paul Sweezy o Harry Magdoff podrían haber sintetizado amejro la íantima relación, en teoría y práctica, entre la Corporación, el Estado y la praxis imperial:a «…la estrategia se ejecuta por medio de la inversión y se aplica a todas las esferas de la política exterior, es decir, desde la seguridad militar hasta el medio ambiente, pero los asuntos económicos conducen el proceso. La estrategia se fundamente primordialmente en el sector privado y de manera particular en las corporaciones transnacionales»(29) La simbiosis entre el Estado metropolitano o imperial y sus instrumentos de proyección internacional de poder y la empresa multinacional ocurre ahora en un contexto de aumento del tamaño y crecimiento de las unidades de capital adoptando la ya secular modalidad corporativa con su inclinación hacia el monopolio y el oligopolio y la profundización de los problemas cíclicos de recesión y estancamiento crónicos y otros elementos que tienden a multiplicar e intensificar los obstáculos para la contínua expansión del capital, entre los que resalta ahora la creciente competencia que enfrentan las firmas estadounidenses de parte del empresariado europeo y asiático.(30) Es en este contexto en el que el papel del Estado adquiere nuevos órdenes de magnitud y complejidad.(31)
Nada de esto debe sorprendernos. Si revisamos la historia de los Estados Unidos y de manera particular la evolución de su estructura de poder es fácil discernir la presencia de la continuidad, de tendencias de largo plazo que se acentúan de manera extraordinaria a raíz de la masiva movilización bélico-industrial de la Segunda Guerra Mundial y a partir de ahí, de la consolidación de una economía permanente de guerra.(32) Siguiendo una línea del pensamiento pionero de Thorstein Veblen, C. Wright Mills al discutir estas tendencias estructurales observa la persistencia y profundización de la tendencia de largo plazo sobre los crecientes lazos entre el Estado y la clase empresarial, misma que llega a lo que sólo puede calificarse como un nuevo nivel en el sentido de que su imbricación como resultado de lo ocurrido a partir de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra, impide concebirlas como dos mundos separados. Mills demuestra que el crecimiento de la rama ejecutiva del gobierno, con todas las agencias por medio de las que supervisa una economía compleja, no significa sólo una mera ampliación de la actividad gubernamental o alguna suerte de autonomía burocrática, sino que ha reflejado el ascenso político de los altos ejecutivos empresariales y su ingreso directo a los directorios políticos. Durante y a partir de la Segunda Guerra Mundial, el peso de los CEOs en esas esferas aumentó al punto del dominio.(33) Con una relación estrecha con el gobierno, que se fue acentuando durante la Guerra Civil, luego con la Guerra Hispano-Americana y la Primera Guerra Mundial ya durante la Segunda Guerra Mundial esos altos ejecutivos dirigen desde los directorios político-gubernamentales el esfuerzo bélico-industrial relegando a muchos políticos profesionales en el poder Legislativo a rangos medios medios. Los acontecimientos y procesos que hemos presenciado a lo largo de la guerra fría hasta el día de hoy han consolidado, por medio de investigaciones realizadas por muchos politólogos y especialistas, como Seymour Melman, Gordon Adams y Morton Halperin, que la clave estructural del poder se centra en la relación entre la corporación y el Estado, pero esto último especialmente en el aparato militar cuyo ascenso político también es impulsado como resultado de la Segunda Guerra y las que le han seguido en Vietnam, el Golfo Pérsico, Kosovo, etc. Para América Latina y México de la manera más especial, es sumamente importante reconocer que el ascenso político de la estructura militar y como parte de ello, del sistema de seguridad nacional ( recuerden que George Bush, director de la Agencia Central de Inteligencia, íntimamente vinculado con la industria del gas y del petróleo, llegó a ocupar la Oficina Oval) se refleja en un hecho importante: virtualmente los organismos militares y de inteligencia son las únicas agencias gubernamentales de Estados Unidos dotadas de recursos para proyectar su accionar sobre América Latina y el Caribe. La permanente movilización bélico-industrial incluso después de la desintegración de la Unión Soviética sigue colocando al sector militar y de seguridad en una situación ventajosa paramentener el control sobre amplios recursos humanos, materiales, de capital fresco, de orientación a la investigación universitaria y conslecuentemente al mantenimiento de influencia y poder y mucho de esto -especialmente lo relativo a la Investigación y Desarrollo) se hace en función de definiciones militares de la realidad.(34) Pero esa definición militar está íntimamente imbricada con poderosos intereses empresariales. Para Mills, «en tanto la clave estructural de la estructura de poder en EUA se fundamente en la esfera económica, ello significa que la economía es simultáneamente una economía permanente de guerra y una economía dirigida por la corporación privada. Esta coincidencia de intereses entre la cúpula militar y los ejecutivos de las grandes corporaciones los fortalece mutuamente y tiende a subordinar el papel de los políticos, porque no son los políticos, sino los CEOS corporativos los que pactan con el sector militar la organización del esfuerzo permanente de guerra.»(35)
Una revisión detallada de la lista de las 100 principales corporaciones multinacionales, esas que controla de manera monopólica u oligopólica el 75.5% del mercado mundial, y por lo que respecta a las que operan desde Estados Unidos, absolutamente todas ellas, incluyendo el total de las dedicadas a la industria de la información como IBM y otras como General Motors, Exxon, etc, son contratistas del Departamento de Defensa en cifras de miles de millones de dólares -mucho de ello en realidad es un contínuo subsidio y además suscriben contratos de Investigación y Desarrollo y Tecnología del Departamento de Defensa.(36)
En su libro Poder Política y Pueblo(37), Mills sintetiza un cuadro general sobre la estructura de poder. Su descripción sobre los parámetros centrales de lo que llama el «triángulo del poder», es vigente y más que eso, imprescindible, para comprender la situación que enfrentamos a principios del Siglo XXI:
«El poder para tomar decisiones de consecuencias nacionales e internacionales está ahora tan claramente asentado en instituciones políticas, militares y económicas que otras áreas de la sociedad parecen al margen y en ocasiones, subordinadas a éstas…No existe ya, por una parte, una economía y, por la aotra, un orden político con una institución militar sin importancia para la política y los negocios. Existe una economía política armónicamente ligada al orden y las decisiones militares. Este triángulo del poder es ahora un hecho estructural y es la clave de cualquier comprensión de los altos círculos de los Estados Unidos».(38)
3. La CMN, el Poder y la Educación Superior.
Es un contexto de poder derivado de la colaboración estrecha entre el Estado -primordial aunque no exclusivamente metropolitano- y la corporación y no en medio de discursos fáciles y eufóricos sobre la «globalización» o de frases como «reformas de mercado», que es posible proceder a una evaluación seria y objetiva en torno a los intentos del aparato corporativo, especialmente el de EUA, para incidir, por medio de instrumentos como el Banco Mundial, en el proceso de toma de decisiones en la educación superior, ciertamente un sector estratégico para el presente y el futuro de nuestros países.
Los organismos financieros BM y FMI, en los hechos, fungen como instrumentos de proyección de poder del Ejecutivo estadounidense en América Latina, promoviendo programas de ajuste estructural (pae) y de privatizaciones a ultranza del sector público, incluida la educación pública media superior y de la docencia e investigación de la educación superior, todo en nombre de la mano invisible del «mercado global», por lo visto, una expresión secularizada de Dios.
Esta «proyección de poder» se materializa en el campo de la educación e investigación universitaria en nuestros países en un masivo esfuerzo por introducir y colocar como factor hegemónico los valres y los intereses y las prácticas de la clase empresarial y del mundo de los negocios por encima de los ideales genuinos de la educación superior, como la curiosidad científica y la investigación básica y la docencia desinteresadas realizadas en función de los intereses mayores de la nación.
Por ejemplo, el Banco Mundial en un documento hecho público durante una reunión internacional de la UNESCO celebrada en 1998 intitulado «El Financiamiento y Administración de la Educación Superior:Reporte sobre el Status de las Reformas en el Mundo»(39), explica que la agenda para la reforma educativa (un eufemismo, porque estamos en presencia de una regresión histórica de enorme magnitud), «está orientada por el mercado más que por la propiedad pública o por la planeación y la regulación gubernamentales«. Luego agrega que «la dominación, en casi todo el mundo, del capitalismo de mercado y los principios de la economía neoliberal se encuentran en la base de la orientación por el mercado de la educación media superior y superior».
Los conceptos fundamentales de la agenda del BM para la docencia y la investigación universitarias son: privatización, desregulación y «orientación por el mercado». Esta última frase, debe traducirse entonces como «orientación por parte de los intereses empresariales, foráneos y domésticos, institucionalmente articulados por la corporación multinacional y los instrumentos de proyección de poder del Estado imperial». En la ruta de instrumentación de esta agenda de «reforma» se ha puesto en claro que los problemas que hay que resolver son la universidad tradicional, en general, y los miembros del personal académico, en particular. Se trata de una verdadera declaración de guerra a la universidad y al cuerpo docente y de investigación que aleja las funciones universitarias del interés público nacional, dirigiéndolas al servicio del aparato corporativo, fundamentalmente extranjero.
Haciendo a un lado la larga experiencia histórica europea y el hecho de que en Europa la Universidad «privada» es algo inexistente, el Banco «Mundial», argumenta, pontifica e impone por medio de préstamos altamente condicionados dirigidos a la «reforma de la Educación media-superior y superior, en una política dirigida hacia el patio trasero de EUA, que la educación y la investigación universitaria, «es un bien privado -no público- cuyos problemas son manejables o están al alcance de «soluciones de mercado». Esto es, se enmarca en una oferta limitada, no está en demanda por todos, y está disponible por un precio. También, los consumidores (negocios e industria) están «razonablemente bien informados» mientras que los proveedores (administradores y profesores) están «frecuentemente mal informados-condiciones que son ideales para que operen las fuerzas del mercado». Financiar la demanda significa, en la práctica, a) incremento de las colegiaturas; b) cobrar el costo total de pensión; c) instrumentar medidas de préstamos a los estudiantes; d)cobrar los intereses prevalecientes en el mercado a todos los préstamos; e) mejorar el cobro de los préstamos a través de compañías privadas, y la introducción de un impuesto a los graduados; f) adiestrar a los profesores como empresarios; g) vender investigación y cursos; y h) incrementar el número de instituciones educativas privadas con cobros del costo total de la enseñanza. El propósito al hacer de la educación superior algo completamente autofinanciable, es en los hechos, despojar a la población latinoamericana de la educación pública, gratuita y obligatoria, aumentando, por la vía de la privatización de la enseñanza y la investigación, la carga a la sociedad, liberando por así decirlo, al gasto público, que como sabemos es desviado, de manera creciente, al gasto no productivo, es decir, para acrecentar el papel tributario de nuestras economías, ya sea por medio del servicio de la deuda externa o del subsidio a sectores parasíticos, como la especulación bancaria, o al rescate de una cúpla de beneficiarios de los programas del Banco Mundial, como resultado del magno fracaso del programa privatizador. Estos son los criterios adoptados por las agencias(40) que promueven y financian la investigación universitaria en Amérca Latina, transformándose en mecanismos normativos por medio de los que, el Banco Mundial y esas agencias inciden de manera significativa, si no es que determinante, en la agenda de la investigación universitaria en el campo tanto de las ciencias naturales como de las sociales, reduciendo, pedazo a pedazo, área tras área, la autonomía universitaria.(41) Pero el problema no se limita a que el Banco Mundial debilite la capacidad de definir la agenda de investigación por parte de los cuerpos académicos y científicos de América Latina que operan desde las universidades públicas sino que, más grave aún, una porción significativa de esa agenda es apartada de los temas o de problemas que afectan a nuestras sociedades de tal suerte que, por la vía del financiamiento y la imposición de las políticas «de mercado» sea incautada por las fuerzas empresariales que articulan y definen los parámetros de acción de las «fuerzas del mercado». El encubrimiento linguísitico sobre este fenómeno es amplio porque el Banco Mundial presenta todo este esquema, como resultado de las exigencias de la globalización, del «mercado global» ante las que no hay opción.
Según lo explicita la documentación del Banco Mundial, tal proceso de decisiones, se dice textualmente
» debe ser retirado del gobierno y las instituciones y depositado en los clientes (estudiantes), los consumidores (negocios e industria) y en el público. El BM cree que el financiamiento gubernamental a la educación superior, combinado con la responsabilidad institucional para gobernarla es, en gran medida, responsable de la sobreviviencia de la educación clásica y elitista que, además, es insensible a las necesidades reales de la (desregulada) economía global. De ahí la necesidad de reformas presupuestales.»(42)
Como se indicó al inicio de este trabajo, el programa «neoliberal», articulado a nivel operativo desde las altas esferas gubernamentales significa en los hechos el despliegue de una campaña contra «la universidad tradicional» y lo que el BM califica como el «excesivo poder» del profesorado. Según el BM, es indispensable acabar con los criterios tradicionales de evaluación universitaria para dar paso a otros basados en la presupuestación por rendimiento, en la que el presupuesto público destinado a la educación superior esté altamente condicionado a la obtención de resultados «comercialmente comprobables», lo que quiere decir que la evaluación estará centrada en los criterios y necesidades articulados por la clase empresarial y de negociantes.
Así, la agenda para la «reforma» (un eufemismo porque estamos frente a una profunda reversión), quiere poner término a la «presupuestación negociada» en la que el gobierno financia a las instituciones sobre la base de criterios tradicionales tales como la matrícula y el prestigio. Según el BM se debe dar paso a la «presupuestación por rendimiento» en la que «cualquier financiamiento público que permanezca debe estar atado a la obtención de resultados comprobables basados en indicadores de resultados determinados por el consumidor». (43)De esta manera, según el BM (textual) «… los administradores de las instituciones serán obligados a tomar las decisiones que hasta ahora han estado evadiendo, por ejemplo, reasignar los recursos en respuesta a las necesidades de los clientes y los consumidores».(44) La gran batalla del BM contra la universidad como concepto que surgió en Europa, en América y en el mundo como vértice de humanismo e investigación desinteresada y en función del bien común, producto de la lucha contra la tiranía y el dogma, que ha sido el cimiento de una gran tradición de siglos, centrada en la libertad de cátedra y de investigación, es documentalmente sintetizada en el poder evaluatorio que se concede a las «fuerzas del mercado». Así, «… las instituciones serán obligadas a construir la diferenciación, terminando con la «repetición isomófica» de la tradicional universidad clásica basada en la investigación».(45) (sic)
El esquema impulsado por el BM y por los gobiernos latinoamericanos de corte «neoliberal», es decir, altamente sometidos a la condicionalidad acreedora -articulada insisto por medio de la creciente dependencia de préstamos-, gobiernos a su vez hegemonizados por las neoligarquías latinoamericanas(46), que desmantelan de manera compulsiva los fundamentos materiales de la soberanía nacional, lo que también significa quitarle, además del país, el futuro y el alma a nuestra juventud. Ello es así por una razón fundamental: coloca la misión educativa y los ideales académicos bajo la determinación de las «fuerzas del mercado» y de algo que llaman «globalización». En fecha reciente ( marzo del 2000) un alto funcionario de la Universidad Nacional Autónoma de México advirtió que se iría a proceder con una «poda» (sic) significativa de la investigación, lo que sin duda agrada a los tecnócratas del BM, quienes saben, sabados en lo que ocurre a la universidad pública de Estados Unidos, que la limitación presupuestal es una forma eficaz para inducir el uso de recursos en áreas de investigación con «valor comercial» y ello a expensas del área de la investigación básica, de las humanidades y la docencia. Las implicaciones son vastas, tanto desde una perspectiva socioeconómica y política como de crisis de civilización. Como lo expresara recientemente un estudioso de estos temas.
La universidad públcia es una institución de Estado, la única dedicada a la compleja acción civilizadora que comprende la formación de profesionales e intelectuales especializados en la creación y la actualización y la expansión de todas las ramas del conocimiento y del arte. Está formada en la tradición de los gremios del trabajo intelectual originados en la universitas medieval, y tiene sus propias historias locales como corporaciones del saber integradas en su interior como federaciones de corporaciones más limitadas y singularizadas conforme a sus campos, sus tareas y sus propias jerarquías académicas y burocráticas.(47)
Al respecto cabe recordar la advertencia hecha por Thorstein Veblen en 1908, iniciado apenas el Siglo XX, al advertir que la incorporación de los principios de mercado transformarían a la docencia y la investigación en «mera mercancía, a ser pfoducida, evaluada, comprada y vendida».(48)
Aquí las implicaciones son graves. Porque no sólo se coloca a la empresa multinacional como el agente que define qué se investiga, sino también cómo se investiga y qué no debe investigarse. Esto se hace por medio de los entes usados para promover y financiar la investigación universitaria ahora dominada por los conceptos neoliberales «del mercado», de tal suerte que el investigador que deseé hacer investigación debe ajustarse a los parámetros sentados por el aparato corporativo. Se trata de la ingerencia de entes extranjeros dada la comprobada falta de iniciativa e interés mostrada históricamente por el empresariado latinoamericano en el fomento de una base nacional de investigación y desarrollo. Como bien lo apunta Pablo Gentili de la Universidad Estatal de Río de Janeiro,
Existe una clara demanda por parte de algunas instituciones de educación superiora para ampliar el desarrollo de sus programas de investigación científica. Pero ¿cuál es la naturaleza de tales programas en la era neoliberal?. En el contexto del dominio de las grandes (empresas multinacionales) de los negocios y de la finanza, la comunidad científica latinoamericana está perdiendo el poder de definir la agenda de investigación de sus propias universidades…El problema fundamental es ¿quién se beneficia de esto?»…- el asunto central- » consiste en que las entidades» (de la Iniciativa Privada local),» con poca inclinación histórica por el progreso científico están ganando ese poder en el conteto de la hegemonía del neoliberalismo en la América Latina de hoy.»(49)
Aunque la adopción de los valores empresariales ha sido algo endémico en el sistema universitario de Estados Unidos, algo señalado y criticado por Veblen y Mills, el hecho es que actualmente la universidad pública de la potencia norteña está siendo sometida a mayores presiones que estan minando los propositos de aprendizaje, desde «dentro» de las mismas instituciones. Ya Veblen había notado que la universidad estadounidense había fracasado en su deber moral no sólo ante sí misma sino tambien ante la misma civivilización que la había concebido y nutrido y C. Wright Mills, y posteriormente autores como Seymour Melman, advirtieron sobre el impacto negativo que conllevaba para el requerido impulso de la investigación básica y desinteresada el reciente peso del sector bélico-industrial estadounidense en el financiamiento de la investigación universitaria. Hoy en día cerca del 50% de toda la investigación que se realiza en Estados Unidos tiene algún tipo de vinculación el aparato de seguridad nacional. Entiéndase bien que tal y como se refleja en las observaciones de C. Wright Mills la simbiosis entre la gran corporación privada y el aparato bélico y de seguridad es profunda. Bien lo ironizaba Marcus Raskin, ex-miembro del Consejo de Seguridad Nacional del presidente John F. Kennedy, después de enterarse de esto de manera directa:»National Security is Business, Business is National Security ( «la seguridad nacional son los negocios, los negocios son la seguridad nacional»). Tanto en los contratos entre las universidades con el Departamento de Defensa como en los que se formalizan con las grandes firmas -farmaceúticas, industriales, etc-, prevalece la norma del sigilo, en el primer caso por razones de «seguridad militar» y en el segundo, como un requisito de la empresa que financia la investigación, para mantener cualquier descubrimiento bajo su estricto control hasta que se posesione de la respectiva patente y ello, desde luego, de cara a la competencia. En ambos casos es puesto en entredicho el principio de uso universal y público del conocimiento generado por la investigación científica.
Así entonces, la misma experiencia de las universidades de Estados Unidos ejemplifican los graves y complejos problemas que enfrentamos y hacia qué terrenos nos conduce el BM. Por ejemplo, en Noviembre de 1998 el Colegio de Recursos Naturales de la Universidad de California en Berkeley firmó un controvertido acuerdo con la firma farmacéutica Novartis de Suiza (hace poco la corporación decidió cambiar su nombre por la mala publicidad recibida como resultado de este tipo de acuerdos con universidades estadounidenses) en el que la empresa otorga un fondo de 25 millones de dólares para financiar investigaciones del Departamento de Biología de Plantas y Microbios. A cambio de los 25 millones, la Universidad de California le otorgó a Novartis el derecho de negociar las patentes de una tercera parte de todos los descubrimientos que pudiera hacer el mencionado departamento, incluyendo las investigaciones financiadas con recursos estatales o federales. Además se otorgó a la empresa un gran peso en el aparato de toma de decisiones del Departamento de tal suerte que Novartis influye de manera casi determinanteen la forma en que se definen las prioridades presupuestales.(50) La contradicción entre la «universidad pública» y el colocar a todo un departamento al servicio de una empresa multinacional no escapó al estudiantado que inmediatamente se aglutinó en torno a Students for Responsible Research, una agrupación que analiza la creciente privatización de facto de la Universidad de California que ahora actúa en coalición con organizaciones de la sociedad civil. Su meta es el combate a favor del mantenimiento de la investigación libre de la influencia de los intereses creados, es decir, la esencia de lo que es la investigación científica. Esto se entiende mejor si se tiene presente que como parte de los acuerdos entre la Universidad y Novartis, partes significativas de los descubrimientos y no sólo eso, sino también-y esto es de lo más grave- las porciones de la información que condujo a ellos deben permanecer «secretos». Esto último y de manera específica en el área de la investigación sobre genética, ahora los países capitalistas centrales presionan para incorporarlo al concepto de «derechos de autor» que desean sea aceptado y firmado en tratados con los países de gran biodiversidad como los latinoamericanos. Para inducir este proceso de creciente privatización el Banco Mundial, por la vía de la condicionalidad atada a todas sus líneas de crédito, auspicia un desfinanciamiento de las universidades públicas,algo que también se observa en la experiencia de Estados Unidos con el presupuesto federal y estatal.(51) «En una era en la que las ideas son fundamentales para la economía», dicen dos analistas estadounidenses.
…las universidades inevitablemente jugarán un papel en el desarrollo. Pero debemos permitir que las fuerzas comerciales determinen la misión y los ideales académicos? En la educación superior hoy en día las corporaciones no sólo funancian una creciente porción de la investigación sino que frecuentemente dictan los términos en los que la investigación debe ser dirigida…Muchas universidades con presupuestos limitados invierten sus recursos en campos de investigación con orientación comercial mientras disminuyen los recursos a los departamentos de humanidades y a la docencia».(52)
Los planteamientos, eufemismos y gimnasia linguística de la tecnocracia del Banco Mundial – adoptada como propios por nuestros presidentes y ministerios de educación (a quienes Rodrigo Carazo con toda razón llama «los country managers del BM) se trata de colocar los intereses del alto capital en definiciones fundamentales en torno a la docencia y la investigación en nuestros países, cuyo destino es planteado por estos altos círculos, en un contexto de dominio de corte colonial, impulsándose así la explotación global de la fuerza de trabajo por medio de la maquila de los procesos productivos y la cooptación, orientación y explotación de nuestro cuerpo de investigación y desarrollo, también por medio de maquiladoras que acentuaría la postración colonial y desplazarían la conciencia, la función social de impulso a la equidad y la guía que nuestros pueblos esperan y exigen de la universidad pública latinoamericana.
Notas
1. Una versión preliminar fue presentada como Conferencia Inaugural de los cursos
de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, Heredia,Febrero
16, 2000, así como a la Universidad de Tabasco, en Febrero 21, 2000.
2. Profesor-Investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,se desempeña como Coordinador del Seminario el Mundo Actual del CEIICH y realiza sus investigaciones desde el Seminario de Teoría del Desarrollo del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. Este trabajo forma parte de las investigaciones del Proyecto sobre Territorialización de la Inversión Extranjera Directa de Apoyo al Personal Académico (DGAPA). El autor agradece este apoyo.
3. Histórica y contemporáneamente el BM-FMI fueron concebidos en función del
interés empresarial y de “seguridad nacional” de Estados Unidos, como lo reconocen los mismos arquitectos -como Dean Acheson- de la estructura institucional de la “Pax Americana” que finalmente reemplazó al Imperio Británico en Bretton Woods.
4. Una reflexión profunda sobre el impacto de la introyección de los valores mercantiles en el quehacer universitario fue ofrecida desde principios del Siglo XX por Thorstein Veblen. Al respecto consúltese de este autor, The Higher Learning in America: A Memorandum on the Conduct of Universities by Businessmen. New York Augustus M. Kelley, 1965; un estudio sobre la vigencia de esta obra es ofrecido por Arthur J. Vidich “The Higher Learning in America in Veblen’s Time and Our Own”, International Journal of Politics, Culture and Society, Volume N.7, N. 4, Summer 1994, pp 639-668.
5. Arthur J. Vidich, “Hacia un acercamiento racional de la irracionalidad. Teoría social y económica en nuestros días”, Problemas del Desarrollo, México, Vol 26,
Núm.103, Octubre-Diciembre 1995, pp 35-65.
6. Ibid, p 40. El subrayado es mío.
7. Como lo expresa R. M. MacIver en el “Prefacio” del trabajo clásico de Karl
Polanyi, La Gran Transformación, México, Juan Pablos, 1992.
8. John Saxe-Fernández, “El Imperialismo, marco de referencia en el que ocurre la
globalización”, en John Saxe-Fernández compilador, Globalización: Crítica a un Paradigma, México, Plaza y Janés, 1999.
9. Las expresiones son de R.M. MacIver, Ibidem.
10. Algunos pormenores sobre aspectos concretos de esta negociación son ofrecidos
en John Saxe-Fernandez, “TLC: los Cruces de la geopolítica y geoeconomía del capital”, en Pablo González Casanova y John Saxe-Fernández, coordinadores, El
Mundo Actual, México, Siglo XXI, 1996, pp 75-90.
11. Como ocurre con otros renglones como la protección a la industria y la agricultura, el papel regulador del Estado, el déficit público, etc, queda claro que este recetario del FMI no es observado por los países capitalistas económicamente exitosos. El gasto público de EUA ha pasado del 17% del PNB en tiempos de Carter, al 22.5% con Reagan, el 25% con Bush y cerca del 37% con Clinton. En Europa mientras el gasto público representaba en promedio el 35% en los años 60, actualmente oscila entre el 45 y 52%. En países como Alemania y Francia es de poco más del 50% mientras en la región nórdica es de más del 60%. Es decir, que una gran proporción de las economías de mayores dimensiones y empuje del planeta no se rige bajo las pautas del llamado “libre mercado”.
12. La frase “nacional y-o extranjero” es utilizada frecuentemente en los documentos
oficiales. La más leve auscultación histórica muestra que la participación del empresariado nacional latinoamericano es sólo una estación de paso a la
extranjerización, especialmente ahora de los sectores codiciados por las empresas multinacionales dominciliadas principalmente en Estados Unidos: el petróleo, la electricidad y en general la infraestructura estratégica latinoamericana.
13. Al respecto consúltese, Joyce y Gabriel Kolko, The Limits of Power: The World
and United States Foreign Policy, 1945-1954, Nueva York, Harper & Row 1972, pp 11-28.
14. Ibid p 16.
15. Saxe-Fernández J.,op cit p 83 y ss.
16. La tecnología no es, debo enfatizarlo, una fuerza social.
17. Algunos autores utilizan la frase de “versión dura” del globalismo para referirse a
lo mismo por tratarse de una visión extremista y bastante superficial de estos
fenómenos. Esta categorización es usada, por ejemplo, en el esclarecedor trabajo
de Paul Hirst y Grahame Thompson, Globalization in Question , Londres, Polity Press, 1996. Pero como la adjetivación (“dura”) también se usa para connotar
solidez científica -por ejemplo en el contraste entre las ciencias “duras” y las
humanidades, prefiero la sugerencia de Paul Krugman en materia de títulos, ( Paul
Krugman, Pop Internationalism, Cambridge Mass, MIT Press 1996). Utilizo la
palabra “pop” por tener una connotación más precisa y fiel del asunto.
18. Me refiero al concepto de propiedad social concretada en el sistema ejida,
eliminado por iniciativa del BM concretada por el gobierno de Salinas de Gortari (1988-1994). Un estudio sobre los impactos socio-económicos y policiaco-militares de esta política, incluyendo una agresión contínua a los productores de granos y de hortalizas nacionales por medio de la apertura a las importaciones de EUA auspiciada por medio de varios préstamos del Banco Mundial es ofrecido en John Saxe-Fernández, “Neoliberalismo y TLC:_Hacia ciclos de guerra civil?”, en Asociación Latinoamericana de Sociología Rural, Globalización, Crisis y Desarrollo Rural en América Latina, Texcoco, México, Universidad Autónoma de Chapingo 1999, pp 87.124.
19. Existe un número significativo de intelectuales que no se han preocupado mayormente por revisar ni la literatura profesional y mucho menos investigar lo que ocurre en el mundo real. Y ya sea desde las ciencias sociales o de áreas como la filosofía, pontifican o repiten el discurso de moda.Dicen, sin seriedad alguna, que ya el Estado-aparato está en extinción. Incluso usan el término “Estado virtual”, en momentos en que los instrumentos de Estado son usados de manera intensa para promover los esquemas de expansión y acumulación capitalista, quizá como nunca antes en la historia moderna. Uno de ellos, en una mesa redonda sobre “Autonomía Universitaria y Globalización” nos notificó sobre la “desaparición del Estado”, y sin la más mínima revisión de las series estádísticas históricas, se refirió al fenómeno de la creciente migración como algo que hacía desvanecer las fronteras nacionales. Para alguien que viva en México y en vista de las murallas policiaco-.militar y los “muros de Berlín” erigidos en la frontera norte por Estados Unidos, la observación parecería
absurda. Pero más absurda lo es si se revisa y se comparan los órdenes de magnitud de los movimientos migratorios a nivel global durante el siglo XIX, con la experiencia contemporánea. Al respecto consúltese, Grahame Thompson y Paul Hirst, Globalization in Question, London, Polity Press, 1996, 1999.
20. Zanny Minton Beddoes, “The International Financial System”, Foreign Policy, No. 166, Fall 1999.
21. Minton Beddoes, op cit p 16.
22. Ibidem, p 17. Las negritas son mías.
23. Uso el término “ corporaciones multinacionales” (CMN) para referirme a las
corporaciones de base nacional que operan internacionalmente y que se han forjado desde mediados del siglo diecinueve. En esto sigo la sugerencia de Grahame Thompson y Paul Hirst diferenciando las CMN de las “transnacionales”, cuya característica central sería la de “stateless corporations”. Las CMN operan desde una madre patria, un estado nación, que las regula, las protege internacionalmente y las subvenciona. Ellas representan abrumadoramente la mayoría. Existen muy escasos ejemplos de verdaderas “stateless corporations”. La vinculación Estado-Empresa ha sido y es fundamental, especialmente en la proyección de poder imperial.
24. De ese monto, 53.5% por ciento -esto es, 2 billones 133 mil millones de
dólares-fue facturado en países distintos a donde estas empresas tiene su oficina
matriz.( Un billón equivale a un millón de millones). El comercio realizado por las
firmas más importantes del mundo representó una porción mayor del intercambio
global de mercancías.
25. Roberto González Amador: “Equivalen a 75.5% del comercio global venta de 100 transnacionales”,La Jornada, 6 de Febrero de 2000, p 46. Las ventas de esas 100 empresas son superiores en 11 veces al valor del producto interno bruto de México, estimado en 440 mil millones de dólares ( mmdd), país que ocupa el octavo lugar mundial como exportador de mercancías y el séptimo como mayor importador.
Las exportaciones de México, que en el último año alcanzaron 135 mmdd, representan 2.3% de las exportaciones mundiales, de acuerdo con el reporte de la
OMC.
En el último año, las ventas totales de las cinco multinacionales más importantes
del planeta (General Electric, Ford Motor Co, Royal Dutch/Shell, General Motors y Exxon corporation) fueron de 670 mil 900 millones de dólaress. De esa cantidad, 44.3% -esto es, 297 mil 300 millones de dls- fueron facturados en países distintos a los del capital de origen de esas firmas, según el reporte de la ONU.
De acuerdo con los datos de la OMC, las ventas foráneas de las cinco empresas
superan en 7.7% a las exportaciones de mercancías del conjunto de naciones de
Am Lat, que suman 276 mil millones de dólares.”
26. En un volúmen que preparamos sobre Globalización, Imperialismo y Clases
Sociales.
27. En torno a este tema consúltense Marcos Kaplan, Formación del Estado Nacional en América Latina, Buenos Aires, Amorrortu, 1969; Alonso Aguilar M., Teoría Leninista del Imperialismo, México, Editorial Nuestro Tiempo, 1978.
28. El llamado Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), posteriormente rebautizado Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB), es un esquema de “rescate” de los bancos mexicanos que fueron llevados a una quiebra técnica por múltiples operaciones irregulares y fraudes de los neobanqueros-especuladores. Impulsado por el Banco Mundial y apoyado en el Congreso Mexicano por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y por el Partido Acción Nacional (PAN) se utilizan recursos fiscales por un monto que conservadoramente asciende a poco más de cien mil millones de dólares y simultáneamente se mantiene el más estricto sigilo sobre las empresas e individuos defraudadores. Por medio de esta escandalosa operación se desvían enormes recursos de la inversión pública, creándose fuertes presiones favorables a un mayor endeudamiento y la contratación de más préstamos lo que a su vez incremente el peso del aparato bancario internacional en el proceso de toma de decisiones en materia de política económica.
29. ”The New Face of American Power”, Fortune, 26 de Julio de 1993, p 123 y ss.
30. En relación con el asomo de una crisis deflacionaria surgido durante la llamada “crisis asiática”, y sus efectos sobre los esquemas neoclásicos vigentes entre los economistas del establishment, consúltese la importante reflexión y autocrítica de uno de ellos, Paul Krugman, El Retorno de la Economía de la Depresión, Barcelona, Editorial Crítica, 1999.
31. Reflexiónese, Paul M. Sweezy, “Corporations, the State and Imperialism”, Monthly Review, Vol 30, N.6, New York November 1978 p 1-10.
32. C. Wright Mills, The Power Elite, New York and London , Oxford University Press, 1957.Según Seymor Melman del Departamento de Diseño de la Escuela de Ingeniería de Columbia University, en EUA opera la estructura de Capitalismo de Estado de mayores proporciones del planeta ya que el Departamento de Defensa mantiene una estructura centralizada para coordinar los contratos con 37 mil empresas -entre ellas las principales de la nación como General Motors, General
Electric, Firestone, McDonnell, Marin Marietta, Ford, Chrysler, etc, y 125 mi subcontratistas. Todas estas unidades operan fuera de los parámetros de la economía de “mercado”. Este complejo “militar-industrial” continúa operando como en tiempos de la guerra fría y con el advenimiento de la era espacial tenderá a incrementar sus presupuestos y operaciones por la vía de administraciones como la NASA.
33. CEO,(Chief Executive C Officer, se refiere al alto mando corporativo). C. Wright Mills, op cit, p. 275
34. Mills plantea el asunto así: “In part this has resulted from one simple historical fact, pivotal for the years since 1939; the focus of elite attention has been shifted from domestic problems, centered in the ‘thirties around slump, to international problems, centered in the ‘forties and fifties around war. Since the governing apparatus of the US has by long historic usage been adapted to and shaped by domestic clash and balance, it has not, from any angle, had suitable agencies and traditions for the handling of international problems. Such formal democratic mechanics as had arisen in the century and a half of national development prior to 1941, had not been extended to the American handling of international affairs. It is, in considerable part, in this vacuum that the power elite has grown. (p. 275-276)
35. Textualmente: “ In so far as the structural clue to the power elite today lies in the economic order, that clue is the fact that the economi is at once a permanente-war economy and a private-corporation economy. American capitalism is now in considerable part a military capitalism, and the most important relationof the big corporation to the state rests on the coincidence of interests between military and corporate needs, as defined by warlords and corporate rich. Within the elite as a whole, this coincidence of interest between the high military and the corporate chieftains strenghtens both of them and furter subordinates the role of the merely political men. Not politicians, but corporate excecutives, sit with the military and plan the organization of war effort.”(pp 275-276)
36. Me refiero a los siguientes documentos oficiales generados por: Department of Defense, Directorate for Information, Operations and Reports, 100 Companies Receiving the Largest Dollar Volume of Prime Contract Awards, US. Government Printing Office, Washington D. C. 1997; 100 Contractors Receiving the Largest Dollar Volume of Prime Contract Awards for RDT&E, FY 1997, U:S Government Printing Office, Washington DC, 1997. (DIOR/PO2-97); Department of Defense, Prime Contract Awards Size Distribution, Fiscal Year 1997, Washington DC, US: Gvt Printing Office 1997 (DIOR/PO8-97)
37. C. Wright Mills, Poder Política y Pueblo, México, FCE, 1964, p 6-7.
38. Ibidem.
39. Todas las citas provienen del Documento “El Financiamiento y Administración de la Educación Superior:Reporte sobre el Status de las Reformas en el Mundo” presentado por el Banco Mundial, París, Francia. UNESCO, 1998
40. Me refiero a entes como el Conicet de Argentina, el CAPES y CNPq de Brasil, Conicyt y Fondecyt de Chile o el Conacyt de México, entre otros.
41. Al respecto consúltese Pablo Gentili “Report on the Crisis of Higher Education: The Permanente Crisis of the Public University”, Nacla Report: on the Américas, Vol XXXIII, No.4, January-February 2000, pp 12-23. En México el CONACYT, una dependencia pública cuyo director es nombrado por el Presidente y desde la que se ejerce el poder presidencial hacia las universidades mexicanas, se encarga de elaborar los padrones de “excelencia” en revistas profesionales, programas doctorales, etc, alejándose de sus funciones propias -la promoción de la ciencia y la tecnología-, y transformándose en instancia desde la que el poder presidencial hace sentir su influencia en las Universidades. El Conacyt, tanto como el Sistema Nacional de Investigadores, en los hechos usurpan funciones que en rigor corresponden a cuerpos universitarios colegiados en los que estén representadas las universidades públicas del país.
42. Banco Mundial, op cit
43. Ibidem.
44. Ibidem.
45. Ibidem.
46. Para un análisis puntual de este proceso de oligarquización, reflexiónese, Eduardo E. Saxe Fernández, La Nueva Oligarquía Latinoamericana, San José Costa Rica, EUNA, 1999.
47. Daniel Cazés, “La Destrucción de la Universidad Pública Mexicana”, en Fundación Arturo Rosenblueth, Agravios a la Nación, México, Ediciones Galileo, 2000 p. 124.
48. Veblen, op cit, Vidich, op cit.
49. Pablo Gentili, “The Permanent Crisis of the Public University”, NACLA, Report on the Americas, Vol XXXIII, N.4, Jan-Feb 2000, p.13.
50. Consúltese Eyal Press y Jennifer Washburn, “The Kept University”, The Atlantic Monthly, Vol. 2885, No. 3, March 2000 pp 39-54
51. Eyal Press y Jennifer Washburn, op cit pp 40-41.
52. Ibid p 41.