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Chiapas, violencia incesante

Por: Luis Hernández Navarro

Pánico y zozobra. En esas palabras se resume lo que miles de habitantes de San Cristóbal de las Casas vivieron durante horas el pasado 12 de junio, cuando decenas de civiles armados, encapuchados y con chalecos antibalas, dispararon con fusiles Kalashnikov y AR-15, bloquearon con camiones de doble remolque avenidas y calles y pintaron muros, disputando el control del Mercado Norte de la ciudad. Buscaban remover a su eterno administrador, Domingo Pishol, personero de Hugo Pérez, autoproclamado alcalde de Oxchuc.

Con el sonido de las primeras ráfagas, la gente tuvo que guarecerse o tirarse al piso en almacenes, centros escolares, clínicas y negocios, temerosos de que algún proyectil los alcanzara. Los disparos son cosa frecuente en esa parte de la ciudad pero en esta ocasión tuvieron una intensidad inusitada.

La existencia de grupos delincuenciales en Chiapas no es novedosa. Comenzó a crecer a partir de la gubernatura de Juan Sabines (2006-12). Pero en los últimos años, en amplias zonas de la entidad se han intensificado su presencia y sus pleitos por territorios, rutas y mercados. Guatemala es una inmensa bodega al servicio de la industria criminal. Desde allí salen, a través de la porosa frontera chiapaneca, rumbo a Estados Unidos y diversas regiones de México, drogas, armas, piratería, seres humanos, vehículos robados. Controlar la frontera y los caminos es fundamental para trasladar las mercancías. El corredor Frontera Comalapa, Comitán, San Cristóbal, Tuxtla Gutiérrez ha adquirido gran importancia en el trasiego de drogas.

Un par de ejemplos, entre muchos. En julio de 2021, el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), ahora en vertiginosa expansión en la entidad, ejecutó en Tuxtla Gutiérrez, a El Junior, hijo del líder del cártel de Sinaloa en Chiapas. La vertiginosa expansión del cártel de Chamula, evidenciada por los permanentes accidentes de vehículos cargados con migrantes centroamericanos y la difusión de sus narcocorridos.

San Cristóbal no es ajena a esta guerra. Al igual que otros puntos turísticos, como Cancún o Acapulco, es un enclave deseado por el crimen organizado. En esa ciudad, impunemente, por lo menos cinco grupos conocidos (hay quien señala que son ocho) como motonetos o motopandilleros, ligados al narcomenudeo, cobran derecho de piso, roban, asesinan y realizan disparos de armas de fuego al aire, sembrando terror e incertidumbre (https://bit.ly/3OaDMs0). Surgieron como grupo de choque durante la administración de Marco Antonio Cancino González (2015-18), del PVEM. Su hermano Sergio Natarén los controlaba. La batalla por el control del Mercado Norte del pasado 12 de junio forma parte de esta trama en la entidad y en la urbe coleta.

Figura clave en este pleito es Martín Pale Santiz, alias El Gemelo, dirigente de la Coordinadora de Organizaciones por el Medio Ambiente para un Chiapas Mejor (Comach), con estrechas relaciones con el gobierno estatal, un tiempo detenido por extorsión y luego liberado. Sus gentes son capaces de estrangular San Cristóbal, bloqueando los accesos carreteros, mientras se enfrentan a otros grupos con armas de fuego y palos. También, de desalojar y golpear a familias de Santa Catarina, integradas al Frente Campesino Popular de Chiapas, para despojarlas de cinco hectáreas (https://bit.ly/3n3Fmjm). Con el apoyo de Gerónimo Ruiz Sántiz, el Moshán, cobran unos 800 mil pesos semanales a unos mil 200 vendedores ambulantes (a los que controlan) de la Plaza de la Paz, Andadores, Santo Domingo y Centro Histórico.

En el operativo, fue asesinada una persona: Xalik. Se informó que había sido alcanzada por una bala perdida. Defensoras civiles de San Cristóbal señalan que el difunto era un joven tsotsil que abiertamente se oponía al reclutamiento de niños para formar grupos armados en Chamula. Este hombre era muy joven y se había separado de su clan linaje, haciendo distancia de esas dinámicas que ahora impregnan a muchas familias chamulas. Pero no solo eso. Se dedicaba justamente a organizar a los niños de la calle y especialmente a los que andan en el mercado de esa zona. Una muerte muy conveniente para algunos.

La toma parcial de la ciudad es tan sólo un incidente más en una interminable cadena de violencias que sacuden el estado. El pasado 8 de junio, a 30 kilómetros de San Cristóbal, el alcalde de Teopisca, Rubén de Jesús Valdez Díaz, fue asesinado en una camioneta afuera de su domicilio.

La lista de agresiones es interminable. Según el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) sólo durante marzo de este año, se registraron 437 ataques con armas de fuego de los narcoparamilitares de Santa Martha, Chenalhó, contra la comunidad de Aldama (https://bit.ly/3n0TVEt).

De la misma manera, se han intensificado las arremetidas contra familias bases de apoyo zapatistas en la comunidad autónoma de Nuevo San Gregorio, que ponen en riesgo su vida, seguridad e integridad (https://bit.ly/39FbA1s).

En este contexto, la diócesis de San Cristóbal de las Casas y otros organismos hicieron un pronunciamiento conjunto ante el imparable aumento de violencia en Chiapas, en el que expresan su preocupación por la presencia de grupos fuertemente armados en el territorio.

Manifiestan también su preocupación por las constantes agresiones, persecuciones y vigilancias a las personas defensoras de derechos humanos en nuestro país y en Chiapas, principalmente a quienes defienden la tierra y el territorio.

Denuncian que, el pasado 29 de mayo, fueron privados arbitrariamente de su libertad, Manuel Santiz Cruz, indígena tseltal, presidente del Comité de Derechos Humanos de la Parroquia de San Juan Evangelista, municipio de San Juan Cancuc, junto con otras cuatro personas (https://bit.ly/39D6G53).

Miedo e incertidumbre. En Chiapas, la violencia, lejos de cesar, crece y se intensifica. Que nadie se llame a sorpresa cuando suceda lo que va a suceder.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/06/21/opinion/018a1pol

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Elecciones 2022, la sombra del abstencionismo

Por: Luis Hernández Navarro

Parecían cosas del pasado, pero siguen presentes. En pleno 2022, términos como coacción y compra de votos, comicios de Estado, ratón loco, carrusel, mapaches electorales, urnas embarazadas, uso de programas gubernamentales para inducir el voto y quema de casillas se siguen usando para describir las contiendas electorales.

Las acusaciones provienen, sin distinción, de partidos y candidatos. Cuestionan que en su totalidad o en algunas entidades, los comicios del domingo en seis estados hayan sido libres y justos. Van acompañadas de llamados a defender el voto, las urnas y las actas. También anuncian que acudirán a los tribunales.

Morena ha hecho una elección de Estado en todo el país. Las votaciones de este día se resolverán en tribunales, avisó Alejandro Moreno, dirigente del PRI y el gran derrotado de la jornada.

Desde el otro lado de la valla, Mario Delgado, líder nacional de Morena, denunció: “En Durango, Aguascalientes y Tamaulipas el PRIAN hizo fuertes operativos de compra de votos… Actuaremos hasta las últimas consecuencias”. Señaló que grupos de choque de PRI y PAN buscaron inhibir la participación ciudadana en Durango, sin que autoridad electoral, estatal o federal les haya hecho frente”.

Los resultados preliminares indican que Morena y aliados triunfaron en cuatro estados (Oaxaca, Quintana Roo, Hidalgo y Tamaulipas) y la coalición PAN, PRI y PRD en dos (Aguscalientes y Durango). En mucho, la victoria fue resultado del enorme arrastre que conserva el presidente López Obrador.

En general, la participación fue muy baja. En Tamaulipas la votación no alcanzó 50 por ciento del padrón. En Durango lo hizo tan sólo 48 por ciento. En Aguascalientes sufragó únicamente 44.6 por ciento de la lista nominal. En Hidalgo el abstencionismo fue de poco más de 57 por ciento. En Quintana Roo llegó a 61.6 por ciento. Véase el caso de Oaxaca. En los comicios de 2010 la asistencia a las urnas fue de 85.91 por ciento. En los de 2016: 56.64 por ciento. En 2018: 67.22 por ciento. Sin embargo, en el pasado domingo votó solo 36.12 por ciento del padrón. Menos aún que en la consulta por la ratificación del mandato.

El resultado fue un fracaso para la variopinta coalición opositora. Y desastroso para el PRI. En 2020, cuando Alito llegó al frente del partido, tenía 12 gubernaturas. En 2021 se quedó con cuatro. En 2022 cuenta sólo con tres (estado de México, Coahuila y Durango, en alianza con Acción Nacional, que antes estaba al frente de esta entidad). En estos comicios perdió Hidalgo y Oaxaca. Para el PAN, la situación es también muy difícil. Cuenta con, tan sólo, cinco gubernaturas (fue derrotado en Tamaulipas y cedió Durango al tricolor), una de las cifras más bajas en su historia reciente.

En cambio Morena gobernará ahora 20 estados y (dos más con sus aliados, PES y PVEM), casi 60 por ciento de la población. Una fuerza territorial formidable, de cara a las elecciones presidenciales de 2024.

Otra historia es quiénes son los ganadores de Morena. Dos de sus nuevos gobernadores tienen tras de sí, una larga militancia en el PRI. Julio Menchaca Salazar, el futuro mandatario de Hidalgo, comenzó su carrera política en el tricolor, durante más de dos décadas y media. Renunció a ese partido en noviembre de 2015 y se vistió de guinda en 2017. Siempre ha sido parte de la clase política local. El médico Américo Villareal Anaya, entró a militar al otrora invencible en 1983, con 25 años de edad. Su padre gobernó la entidad con ese instituto político. En 2017, después de 34 años de participar en esa agrupación, salió de ella y se sumó a Morena.

El análisis de quiénes ocuparon el resto de los puestos de elección popular ganados por la coalición Juntos Hacemos Historia en esta contienda, muestra elementos similares al de estos dos nuevos mandatarios. En múltiples casos, quienes contendieron con el uniforme guinda son viejos dinosaurios que se han sumado en distintos momentos al arca de Noé obradorista, para sobrevivir al naufragio de su antiguo partido. Por supuesto, su nueva filiación no ha estado acompañada de autocrítica. Mucho menos, de la ruptura con los intereses que ha representado en su carrera política.

Esto significa que detrás del triunfo de Morena hay una rearticulación de parte de las viejas élites, ahora con las siglas del partido gobernante, en las que, en ocasiones (no siempre), se logran colar, de manera subordinada, antiguos dirigentes populares o líderes ciudadanos de nuevo cuño. Eso no implica que el partido sea un nuevo PRI, por más que buena parte de sus prácticas y muchos de sus dirigentes sean muy cercanos a la añeja cultura tricolor. Es, más bien, una especie de organización anfibia, que se mueve indistintamente entre los pantanos de lo peor de la vieja clase política y el agua limpia de liderazgos comprometidos con una verdadera transformación. El debate sobre la naturaleza y características de ese batracio está abierto.

Es indudable que el mapa del país se ha pintado de guinda. También, que los altos niveles de abstencionismo en elecciones, aparentemente muy competidas, son una llamada de atención de un malestar ciudadano que puede crecer y expresarse a través de otras vías, más allá de las estrictamente electorales.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Las heridas abiertas del magisterio oaxaqueño

Por: Luis Hernández Navarro 

En 2015, el gobierno de Enrique Peña Nieto y el gobernador Gabino Cué, le declararon la guerra al magisterio oaxaqueño. Veían en los profesores de la entidad el principal obstáculo para que su reforma educativa avanzara. Desataron en los medios de comunicación una salvaje campaña de calumnias. Militarizaron el estado. Encarcelaron a varios dirigentes y giraron órdenes de aprehensión contra otros. El 19 de junio de 2016, lanzaron a policías contra el pueblo y los maestros de Nochixtlán, que bloqueaban una carretera. Los uniformados asesinaron a ocho pobladores e hirieron a más de 200 (https://bit.ly/3F4jjRX).

Los docentes oaxaqueños resistieron las agresiones. El entonces secretario de Educación, Aurelio Nuño, no pudo doblegarlos. Los maestros se cobraron la afrenta, votando masivamente en 2018 contra los candidatos del PRI y quienes fueron parte del Pacto por México.

A partir de 2018 algunas de las heridas fueron cicatrizando. Los presos obtuvieron su libertad, los despedidos fueron reinstalados. La dirección sindical recuperó parte de su interlocución. Otras siguen abiertas. Las víctimas de Nochix­tlán siguen esperando verdad y justicia.

Entre los problemas generados por la embestida se encuentra uno que afecta significativamente el proceso pedagógico en la entidad: en el área de educación primaria no se han cubierto las plazas de 500 trabajadores de asistencia a la educación, de 432 maestros de grupo, de 268 inspectores de clave 21, de 71 supervisores escolares y de 23 jefes de sector. Se ha resentido la falta ascensos para atender estas instancias directivas. Centenares de profesores se han jubilado desde entonces y sus plazas no se han cubierto. La cadena de coordinación y mando que enlaza los niveles inferiores de la enseñanza con los superiores está maltratada.

La situación se agravó con la pandemia. En el nivel primaria general, fallecieron de Covid unos 110 maestros, 50 trabajadores de apoyo y 11 supervisores, sin que se hayan cubierto las plazas.

Estas carencias provocan grandes dificultades para que 31 mil profesores de primaria realicen su labor. Para tapar hoyos, se abren otros más grandes. Se está tomando personal frente a grupo para cubrir huecos, pero el lugar que dejan no es ocupado por nuevos profesores. Quienes sirven de “bomberos” para apagar los fuegos no reciben compensación. Más aún, deben poner dinero de su bolsa para sufragar los gastos generados por desplazarse a visitar las escuelas o adquirir materiales para hacer su trabajo. Se carece de vehículos y viáticos. Quien conozca Oaxaca sabe lo difícil y costoso que resulta transportarse en ciertas regiones.

La cadena de mando en el sector tiene varios eslabones: intendente, secretaria, maestro de grupo, director, supervisor y jefe de sector. Un director coordina y encauza el trabajo de los profesores de grupo de una escuela. Un supervisor compagina y guía las actividades en unos 25 centros escolares. Está al frente de un consejo técnico donde se decide sobre las actividades de las zonas escolares. El jefe de sector organiza con los supervisores el trabajo educativo, social y los talleres pedagógicos de una región.

La situación se asemeja a un ejército en el que no se sustituyen a los cabos, sargentos, tenientes, capitanes, mayores y coroneles que se dan de baja. Y, en el que se cubren informalmente los huecos que dejan con soldados rasos. Un ejército no puede funcionar sin oficiales.

Directores, supervisores y jefes de sector son, usualmente, los docentes con mayor antigüedad y conocimiento del mundo de la enseñanza. Muchos tienen entre 30 y 40 años de servicio. Son gestores del conjunto de problemática educativa. Se encargan de sistematizar y trasladar las demandas de las comunidades escolares. Por ejemplo, documentan qué escuelas están en malas condiciones, carecen de infraestructura y servicios. Esto es particularmente importante en Oaxaca, donde se necesita construir y reparar las escuelas que se cayeron o las aulas que se cuartearon por el sismo de 2017.

Además, los directivos se topan con que el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) funciona en más de 90 oficinas distribuidas en la capital del estado y municipios conurbados, muchos con accesos casi desconocidos para los maestros. Esto complica y encarece las gestorías que deben hacerse. Por eso, demandan que los funcionarios regresen a despachar al edificio histórico en que se encontraba su sede.

El conjunto de estos funcionarios escolares se agrupa en el comité directivo del H. Cuerpo de Supervisores y Jefes de Sector de Educación primaria del estado de Oaxaca. Ellos han caminado con el movimiento magisterial desde que el gremio se democratizó en 1980. La insurgencia de base los arrastró. El comité se fundó en 1982. Sus representantes cambian cada tres o cuatro años, cuando se releva a los dirigentes de la sección 22.

Ante lo difícil de la situación, el comité directivo instaló un plantón en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca el 28 de febrero pasado. Tuvieron que replegarse sin que su pliego petitorio fuera atendido. No era la primera ocasión que lo hacían. En 2019 también se movilizaron. El pasado lunes, se trasladaron a la Ciudad de México para buscar respuesta a sus demandas.

El comité directivo pregunta: ¿dónde están las plazas del personal que se ha jubilado de 2015 a la fecha que faltan? ¿Por qué no se han cubierto adecuadamente? Demanda la instalación de una mesa de negociación con el IEEPO, la comisión política de la sección 22, la secretaria de trabajos y conflictos de primaria general y el comité directivo para que se solucionen sus demandas laborales, económicas, educativas y materiales.

Ya es hora de que cicatricen las heridas abiertas por la agresión al magisterio oaxaqueño en 2015.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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La simiente de Tiripetío

Por: Luis Hernández Navarro

El maestro Marcos José García se acaba de jubilar tras 45 años de servicio. Durante el último tramo de su vida profesional fue director de la secundaria Moisés Sáenz. Es hijo de una familia campesina mixteca de seis hermanos, de Santa Cruz Itundujia, Sierra Sur de Oaxaca, comunidad marginada, a la que aún, ahora es muy difícil llegar. Estudió en la normal rural de Tiripetío. Poder asistir a esa escuela y vivir en su internado fue la única posibilidad de cambiar su vida sustancialmente.

Su padre habló mixteco. La lengua estaba viva aún en el pueblo hasta hace unos años. Pero ni Marcos ni sus hermanos la aprendieron. En la escuela no se enseñaba y su familia estaba convencida de que era mejor que hablara castilla para salir adelante.

Marcos cursó la primaria en la escuela Progreso, en su comunidad, mientras pastoreaba a los animales. Le encantaba la lectura. Desde su pueblo, se necesitaba caminar dos días para ir a recoger los libros. Cuando llegaban era una fiesta. Terminó en 1969, con 13 años de edad y el reconocimiento de niño aplicado. Fue premiado con un viaje a la Ciudad de México para conocer al presidente, un tal Gustavo Díaz Ordaz. Pero el mandatario estaba muy ocupado y no pudo recibirlos. Los saludó Agustín Yáñez, secretario de Educación.

Su profesor, Delfino Robles, era egresado de la normal rural de Reyes Mantecón. A los alumnos de la Progreso les leía en voz alta, los motivaba a indagar a su alrededor y, cuando no sabía algo, consultaba un diccionario que tenía siempre a su lado. Fue él quien motivó a Marcos a seguir su preparación en la normal. Vete a presentar el examen a Reyes. Tienes que estudiar. No te quedes aquí porque el campo es muy rudo. Tienes la capacidad para darle más, le aconsejó.

Cuando Marcos llegó a la Normal Rural Moisés Sáenz a empezar la secundaria, no había clases. Como venganza de lo que consideraba eran nidos de guerrilleros, Díaz Ordaz cerró, con el pretexto de una reforma educativa, 14 de las 29 normales rurales en el país, algunas con el Ejército y la policía. Reyes Mantecón fue una de ellas. Los estudiantes no se dejaron. Suspendieron cursos y salieron a sus pueblos a buscar solidaridad. La resistencia duró meses, pero la decisión estaba tomada. De manera que –cuenta Marcos– pudimos ingresar hasta principios de noviembre, mediante un examen que nos aplicaron en el tecnológico. Nos inscribieron muy avanzado el ciclo escolar. A quienes ya cursaban la carrera y no fueron expulsados, los trasladaron a Mactumactzá.

Su ingreso fue traumático. Las novatadas le resultaron humillantes. No fue bien recibido. No estaba acostumbrado a la comida que se servía. Aunque los maestros y los contenidos educativos eran muy tradicionales, varias materias le gustaron. Daban mucha importancia al agro.

Las carencias de su infancia y la presencia de un cacicazgo opresivo y un clero conservador le habían hecho nacer la conciencia. Pero Eva Meléndez, maestra de civismo, le dio un empujón. “Nos mostró un periódico con la noticia de la visita de Fidel Castro a Salvador Allende en Chile –narra Marcos– y nos dijo: ‘fíjense cómo siguieron a Fidel. Aquí se ve la gente gritando: ¡Fidel, Allende, el pueblo los defiende!, ¡Fidel, que tiene Fidel, que los imperialistas no pueden con él!’”

En esos años, había un control autoritario en las normales rurales. Las autoridades querían desterrar cualquier muestra de insumisión estudiantil. Pero esa profesora, como no queriendo, les explicó lo que sucedía en América Latina.

Terminando la secundaria en Reyes Mantecón, surgió la disyuntiva: ir a México con unos parientes a trabajar o seguir sus estudios en la Normal Rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, Michoacán.

En 1971, los estudiantes de Tiri se fueron a la huelga, tras de dos años de control y represión. Las autoridades no permitían reuniones ni sociedad de alumnos. La chispa que incendió la pradera fue la decisión de los jóvenes de conmemorar, el aniversario luctuoso del general Lázaro Cárdenas. Los muchachos lograron doblegar a la SEP tras 20 días de huelga. Allí actuaba un núcleo del Movimiento de Acción Revolucionaria.

A Marcos le gustó Tiri. Tuvo maestros muy buenos, que promovían la lectura de literatura mexicana. Llegaron también docentes de la Universidad Nicolaita a enseñar a Kant, Hegel y Marx. Aunque disminuida, la FECSM se empeñaba en influir en la formación de los alumnos.

Teníamos –rememora Marcos– dirigentes muy avanzados, muy leídos, como Elpidio Domínguez Castro, que antes de ser asesinado fue un dirigente campesino muy reconocido. Ellos nos hablaban de que había que apoyar a comunidades de la Meseta Purépecha que estaban luchando por sus tierras. Nos proponíamos ir y estar con ellos.

El maestro y sus compañeros (1972 a 1976) fueron profundamente influidos por la experiencia de la Unidad Popular de Chile. Nos marcó a muchos. Lo sentíamos como propio. La generación que salió de 1969-1973 llevó de padrino al embajador Hugo Vigorena. Los graduados se vistieron con camisa roja y pantalón negro. En junio de 1973, su representante José Roca dio una conferencia en el patio del edificio central de la escuela. Estuvo muy nutrida la participación. El 11 de septiembre Augusto Pinochet dio el golpe de Estado. La rabia se apoderó de los jóvenes.

Al terminar, regresó a Oaxaca a dar clases en comunidades remotas y cursó la carrera de historia en la Normal Superior de México. Durante 45 años de servicio, Marcos José García fue, sin exagerar, un maestro y un sindicalista democrático ejemplar. Promovió activamente la educación alternativa y fue un incorruptible representante gremial del magisterio oaxaqueño, que promovió un sindicalismo autogestivo, vinculado a las comunidades. Es un digno egresado de Tiripetío, la primera normal rural fundada en mayo de 1922 en Tacámbaro. A 100 años del nacimiento del normalismo rural, es necesario no olvidar que profesores como él, son la simiente de un proyecto pedagógico excepcional desde el México profundo.

Twitter: @lhan55

Fuente: https://www.jornada.com.mx/2022/04/05/opinion/015a1pol

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Normalismo rural y ecologismo de los pobres

Por: Luis Hernández Navarro

Durante tres días de 1980, dos maestros rurales de Misantla, Veracruz, recorren la ciudad y sus alrededores narrando su historia y describiendo sus problemas. Más allá del infame cacicazgo, el agua potable es –dicen– escasa y de pésima calidad. Y la única carretera por la que se puede llegar o salir, comunica (es un decir) con Martínez de la Torre y está destrozada.

Los profesores Gregorio Roque Garay, que estudió en las normales rurales de El Mexe, y en la de Misantla y Perote, y Alejandro Garrido Molina, Cuco, egresado de El Mexe, explican cómo se formó la Coordinadora de Asambleas Populares, un consejo ciudadano de lucha para exigir la solución de estas broncas. Antes, Roque había impulsado la formación de la Unión de Ejidos de Misantla. En la coordinadora participan también otros maestros, como Norberto Fernández Galicia, egresado de la normal rural de Xocoyucán, Tlaxcala (desparecida por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz).

Previamente, la movilización popular había cosechado triunfos. Por ejemplo, en 1969-70 logró impedir que la compañía Citrofrut, en Martínez de la Torre, cruzara sus tuberías por el municipio de Misantla, contaminando tierras y aguas.

La jornada termina con un almuerzo a la orilla el río. Allí preparan un suculento caldo de camarón y pequeños pescados. Roque, Cuco y el resto de los anfitriones, lamentan que son cada vez más escasos y es difícil atraparlos. Hacen responsable de la desaparición de la fauna acuática a la contaminación de las aguas provocada por los deshechos que el ingenio Independencia lanza al cauce, y a los fertilizantes químicos con que se abonan cañaverales y cafetos. Durante los próximos años, su lucha buscará poner fin a esta lacra. Más de cuatro décadas después de aquel encuentro, las reivindicaciones por la justicia ambiental de los maestros rurales siguen vivas.

No es inusual que normalistas rurales impulsen luchas contra la devastación ambiental. Hay una larga tradición de este tipo de iniciativas. Organizan a pueblos y comunidades para enfrentar talamontes; cuidan el agua de ríos, lagos y manantiales; buscan expulsar basureros y rechazan megaproyectos. Los ejemplos abundan. La biografía del profe Gregorio muestra cómo maestros rurales se transforman en promotores de la justicia ambiental.

Roque nació en Chapulhuacán, en la Huasteca hidalguense. Huérfano de padre a muy temprana edad, trabajó en el campo para apoyar a su madre. Comenzó a estudiar la primaria a los 10 años. Seis años después, por influencia de sus maestros, egresados de la Normal Rural de El Mexe (https://bit.ly/36rc2Pr), entró a esa escuela a cursar la secundaria y el magisterio. El internado, con cama, alimentos y material escolar gratuitos, le permitió seguir sus estudios.

El profesor José Santos Valdés era, desde 1955, director de la normal (https://bit.ly/3LhzfCj). Sostenía que educar es promover la formación humana; es integrar una personalidad con base en conocimientos, habilidades, pero sobre todo, es transmitir valores que tienen que convertirse en normas de conducta, de trabajo personal. Según él, el arquetipo de maestro es, a un tiempo, un luchador social con ideas firmes, incorruptible, un gran educador. Su relación con la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México fue tan cercana, que redactó sus primeros estatutos.

Gregorio se formó política e ideológicamente con la federación. Siempre ha estado orgulloso de su militancia allí. Entabló una estrecha relación con Santos Valdés, tanto así que, cuando en la escuela un grupo se opuso al director, exigiendo su salida por, supuestamente, dividir a la organización, él jaló con el lagunero. El pulso lo ganaron los opositores y el autor de Amelia y unos 60 muchachos salieron de esa normal. Los estudiantes fueron reubicados en la de Misantla, que luego se trasladó a Perote. Allí Roque participó en una huelga.

Durante años militante de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria , Roque ha sido profesor de excelencia comprometido con sus alumnos, formidable organizador campesino, incansable ecologista de los pobres y relevante dirigente magisterial democrático. Su papel, primero en la Comisión Nacional de Maestros Coordinadores de Telesecundarias, y después en la fundación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Veracruz, fue medular.

Gracias a la labor del profe Gregorio, en 2008 un decreto presidencial reconoció el Área Natural Protegida, Cerro de Espaldilla. Y, en 2014, se decretó la Reserva Natural Protegida del Cerro del Algodón, enclave fundamental de la generación de agua para el municipio. En dos ocasiones, (2001-04 y 2011-13), fue director de Ecología y Medio Ambiente de Misantla.

Fiel a sus orígenes de normalista rural, jubilado y delicado de salud, el profesor sostiene que “las escuelas normales rurales forjan una gran conciencia social, a la vez que preparan a excelentes educadores, lo que las convierte en instituciones vitales para preservar la soberanía nacional”.

Continuador del legado de José Santos Valdés, la vida y trayectoria del maestro rural Gregorio Roque Garay muestran que, en México, el ecologismo de los pobres ha defendido desde hace décadas los recursos ambientales comunitarios frente a la voracidad de consorcios, empresarios y políticos.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Jaime Martínez Luna y la comunalidad

Por: Luis Hernández Navarro

En la década de 1970, Oaxaca era una olla de agua a punto de hervir. La indignación ante agravios ancestrales, pobreza ofensiva y cacicazgos oprobiosos precipitaron el surgimiento de cientos de conflictos comunitarios y regionales, que explotaron a lo largo y ancho de su territorio. En 1977, como volvió a suceder en 2006, la inconformidad popular estalló en la entidad y exigió la renuncia del gobernador Manuel Zarate Aquino.
En todo el estado se precipitaron tomas de tierras y ocupación de alcaldías, manifestaciones y luchas por servicios y en defensa de los recursos naturales. Movimientos armados, como el de Florencio Medrano y su Partido Proletario Unido de América (PPUA) establecieron bases de apoyo en comunidades de la Chinantla. Organizaciones como la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (Cocei) impulsaron el municipalismo democrático y la recuperación de la cultura zapoteca.
Los poderes respondieron a esta movilización con sangre y fuego. En diversas comunidades orquestaron verdaderos baños de sangre, persiguieron y encarcelaron activistas y estigmatizaron las protestas. Combinando el monopolio legítimo de la violencia del Estado con la acción de pistoleros y guardias blancas, quisieron conservar el orden que garantizaba sus privilegios.
Con el aire del Congreso Indígena de 1974 de San Cristóbal de las Casas, organizado por el obispo Samuel Ruiz, y la formación, un año después, del oficialista Consejo Nacional de los Pueblos Indios, soplando a sus espaldas, emergió en la entidad un vital movimiento etnopolítico, que hizo visible la ancestral resistencia comunitaria de los pueblos originarios. A veces de manera silenciosa, en ocasiones ruidosamente, se impulsó la recuperación de las leguas, al tiempo que florecían literatura y arte indígenas.
En parte, ese nuevo horizonte en construcción fue alimentado por las reflexiones de un movimiento indígena internacional, auspiciado y guiado por los pueblos originarios canadienses y estadunidenses, que hicieron del trabajo por el reconocimiento de sus derechos culturales en el marco del sistema de las Naciones Unidas un terreno de acción clave. La carta que el jefe piel roja Sea­ttle dirigió en 1854 al presidente de Estados Unidos como respuesta a su petición de compra de sus tierras, circuló ampliamente entre los nuevos dirigentes indígenas oaxaqueños. Importante fue también la propuesta andina de retornar al curso viejo de la historia propia, estableciendo un segundo Tawantinsuyo. Inspirado en 10 principios fundamentales que sirvieron de soporte a la sociedad incaica, propone ganar el porvenir, reconstruyendo la nación india.
A finales de los 70, en la Sierra Juárez se gestaron cuatro organizaciones regionales que protagonizaron luchas fundamentales. En 1979, se organiza el Comité Coordinador para la Defensa de los Recursos Naturales de la Región Mixe. En 1980, ocho pueblos fundan Pueblos Unidos del Rincón, para gestionar un camino e impulsar una cooperativa de transporte. En 80, con 26 comunidades, surge la Organización en Defensa de los Recursos Naturales y Desarrollo Social de la Sierra Juárez, para defender sus bosques y finalizar el decreto presidencial que permitía su explotación a la Papelera Tuxtepec. Y en 81, nace la Asamblea de Autoridades Zapotecas, en lucha por caminos, y contra el caciquismo en Yalalag.
De la reflexión sobre esa riquísima experiencia de resistencia comunitaria surgió el concepto de comunalidad, en palabras de Benjamín Maldonado, no como principio esencialista, sino rector de vida, como una expresión de la voluntad individual de ser colectividad. Dos intelectuales indígenas, uno mixe y otro zapoteca de la sierra, fueron claves en su formulación: Floriberto Díaz y Jaime Martínez Luna. Otros, como el mismo Maldonado, Joel y Aristarco Aquino, Juana Vázquez y Juan José Rendón, lo enriquecieron.
Víctor Hugo decía que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha ­llegado su tiempo. Al comunalismo le ha llegado su tiempo. Su práctica es una realidad en decenas de comunidades indígenas de la Sierra Juárez, pero es, además, parte de la propuesta educativa alternativa del magisterio oaxaqueño, una referencia fundamental para pensar la realidad y las aspiraciones de los pueblos originarios del país que rechazan la autonomía tutelada por el Estado, y punto central del ideario emancipatorio de muchos sectores no indígenas.
Expresión de la vitalidad de este concepto y merecido homenaje a uno de sus más importantes constructores, el pasado 22 de octubre, la 41 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), entregó el Reconocimiento FILO a la trayectoria a Jaime Martínez Luna, en el Centro de las Artes de San Agustín.
Jaime nació zapoteco en Guelatao de Juárez. Estudió antropología en Xalapa, Veracruz. Cantor que impulsó la nueva trova serrana es también un formidable promotor cultural, que ha fundado estaciones de radio, estudios de grabación, revistas y canales de televisión. Creador de nuevos conceptos, una parte de su riquísima obra escrita puede leerse en los dos tomos de Textos sobre el camino andado. Eso que llaman comunalidad y más.
Comunalista consecuente, en la ceremonia de su reconocimiento en la FILO dijo: “No me represento a mí mismo. Lo que tengo, lo que escribo, lo que canté, no es mío, me lo han dado (…) Lo que trato de decir es que lo que escribo es de ustedes. Por eso no es un homenaje a Jaime Martínez Luna, es un homenaje a todo lo que empezó hace más de 500 años”.

Fuente de la información: https://www.jornada.com.mx

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Elecciones intermedias y Cuarta Transformación

Por: Luis Hernández Navarro 

La magnitud del triunfo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 hizo creer a algunos de sus simpatizantes en la inevitabilidad de una victoria apabullante en las elecciones intermedias tres años después. Aunque aún falta conocer los resultados definitivos de los comicios del pasado domingo, con la información disponible está claro que Morena no obtuvo la votación que esperaba y necesitaba.

La 4T ganó la mayoría de las elecciones estatales. Perdió en la Ciudad de México, su principal bastión desde 1988, al menos nueve de las 16 alcaldías (Xochimilco está en suspenso) y 12 distritos del Congreso local. Aunque en la Cámara de Diputados sigue siendo, sin duda, la principal fuerza política, no obtuvo la mayoría calificada ni absoluta que solicitó a los votantes en las campañas, y que requiere para seguir adelante con sus reformas.

Morena perdió, también, buena cantidad de las más importantes ciudades del país, a excepción de Tijuana y Acapulco. En Monterrey y Guadalajara ganó MC; en Querétaro el PAN; en Puebla, la alianza Compromiso por Puebla-Pacto Social de Integración; en Morelia, la Coalición PAN-PRD; Guanajuato, PAN; en Cuernavaca, la alianza PAN-PSD; en Hermosillo, Va Sonora; en Toluca, la convergencia PAN-PRI-PRD; en Veracruz, el panismo se hizo de Medellín, Alvarado, Boca del Río y el puerto.

La oposición partidaria, que fue reducida casi hasta la insignificancia por el tsunami de 2018, revivió fortalecida este 6 de junio, de la mano de la derecha empresarial. A pesar de los descalabros que sufrió en varios estados, emerge con fuerza suficiente para vetar iniciativas gubernamentales y conducir ella públicamente (y no sus intelectuales, las cámaras patronales o la prensa escrita) la verdadera oposición conservadora a la 4T. Cuenta, además, con una potencia en la Ciudad de México, de la que careció durante las últimas décadas.

Lo notable es que, a pesar de la pandemia, la crisis económica, la inseguridad y el descontento de las clases medias, la 4T sólo haya tenido derrotas contundentes en la capital de la República. No es poca cosa. El hecho muestra hasta dónde, la indudable aprobación que mantiene López Obrador en la opinión pública, sirvió de valladar para que esa desazón no se manifestara en las urnas más ampliamente.

Hay un malestar acumulado entre artistas, científicos, académicos, intelectuales, maestros, normalistas, feministas, ambientalistas, defensores de derechos humanos, asociaciones de víctimas que, salvo en la Ciudad de México, no se expresó electoralmente de manera directa en favor de algún partido o candidato, salvo anulando las papeletas o escribiendo en ellas consignas.

Una parte de ese enojo se difundió en las redes sociales, mostrando fotografías de boletas tachadas o con consignas como “Samir vive”, “¡En dónde está Wendy?”, “Viva Mactumactzá y Teteles”, “Tierra, agua y libertad”, “Vivan las autonomías y la libertad”, “Marichuy”, contra los feminicidios y las desapariciones y un largo etcétera. Medir la amplitud que alcanzó esta forma de protesta es casi imposible.

Los resultados electorales son malos para los dos principales aspirantes a la candidatura presidencial de Morena: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Por el contrario, los resultados para el tercero en discordia, Ricardo Monreal, no son malos. Gabriel García cumplió como operador.

Claudia es la gran perdedora de la jornada. Puso al frente de los comicios a dos personajes de bajísimo nivel, a los que las tribus ignoraron permanentemente. Su política de alianzas fue fatal y muchos de sus candidatos quedaron a deber. El morenismo capitalino terminó hecho ciscos, peleado a muerte, disparando fuego amigo a mansalva.

Mario Delgado, el hombre de Marcelo al frente del partido, pactó innumerables candidaturas indeseables, tanto con poderes fácticos mafiosos como con viejos priístas o verdes, hasta hacer de Morena un organismo político igual a todo lo que los mejores militantes de ese partido combatieron durante décadas. Simultáneamente, incumplió una y otra vez acuerdos establecidos con sus militantes, y dejó fuera de las listas de aspirantes a puestos de representación popular a luchadores consecuentes e íntegros. Los resultados que entrega dejan mucho que desear. La exigencia de que renuncie corre como reguero de pólvora.

Curiosamente, y a pesar del reposicionamiento de sus partidos en el tablero político nacional, tampoco le fue muy bien a los dirigentes de PRI, PAN y PRD. Todo parece indicar que Alejandro Moreno perdió su bastión en Campeche, y lo único que le da un respiro dentro de sus filas, es que en Nuevo León, Adrián de la Garza, que amenazaba con rebasarlo, fue también derrotado. Los triunfos del PAN parecieran ser más obra de los gobernadores o de los propios candidatos que de Marko Antonio Cortés. Y en el sol azteca hace ya muchos años que su dirección, claudicante y corrupta, se suicidó.

Aunque en algunos estados sus resultados fueron mediocres, todo parece indicar que la apuesta de MC a ubicarse como partido bisagra entre los dos principales bloques parlamentarios le resultó exitosa. Su triunfo en la gubernatura de Nuevo León y en ciudades como Monterrey y Guadalajara, su competitividad en la de Campeche, le dan territorialidad y recursos.

Morena superó la prueba de las elecciones intermedias. Sin embargo, su triunfo está lejos de los resultados que necesitaba para seguir adelante con su apuesta de país. En el camino, ha perdido a parte importante de las clases medias. En la política nacional, se anuncian tiempos aún más complicados de los que hasta ahora hemos vivido.

Twitter: @lhan55

https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/08/politica/elecciones-intermedias-y-cuarta-transformacion/

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