Menores extranjeros no acompañados (MENA)

Esta no es “otra” historia de integración

 LAURA L. RUIZ

En plena crisis de los refugiados y la llegada del Aquarius, resurge la cuestión de los menores migrantes no acompañados y su abandono institucional al cumplir los 18 años. Cisse, Massar y Gorgui ejemplifican la situación de muchos chicos y chicas, aunque ellos han tenido la suerte de tener una red de apoyo en Manzanares (Ciudad Real).

“Nadie te dice que cuando cumples 18 años, el mismo día, te dejan en la calle”. No se trata de una exageración, es literalmente lo que le ocurrió a Massar Sarr. Él llegó a España en un cayuco desde Senegal. Lo logró al tercer intento, cuando por fin llegó a la costa canaria desde Mauritania. De ahí, a la península. “Me separaron del resto porque era menor y me llevaron a hacerme pruebas”, explica Gorgui Ndiaye recordando de forma paralela su historia, muy similar.

Ibrahima Cisse, a diferencia de sus compañeros senegaleses, tuvo suerte en el viaje y ‘solo’ tardó seis días en cruzar la distancia que separa Canarias del continente africano. Para él, lo peor vino después, cuando les dejaron retenidos ‘en la cárcel’, como ellos dicen. “Intentaba tranquilizar a la gente porque allí todo el mundo lloraba”, comenta, ahora, entre bromas. Unas risas que apenas esconden lo que les cuesta todavía hablar del viaje en patera. Y eso que ya han pasado 12 años.

En la primavera de 2006, el Gobierno español —con Zapatero al frente en ese momento— aseguraba que reforzaría la vigilancia para evitar ‘nuevas oleadas’ de inmigrantes procedentes de Nigeria, Ghana, Camerún o Senegal. Decenas de cayucos llegaban cada día a las costas canarias o eran rescatadas por los guardacostas ante la imposibilidad de llegar por sí mismas a puerto.

En esas mismas precarias embarcaciones llegaron Gorgui, Massar y Cisse. “En un momento del viaje, pensé: ‘hasta aquí hemos llegado”, relata Massar con una acento marcadamente castellano. A él, igual que a sus compañeros, tuvo que rescatarles la Guardia Civil y la Cruz Roja. Después, mismo procedimiento: primeros cuidados, reconocimiento médico, identificación y al centro de internamiento. Algo que recientemente hemos podido ver en prime time, aunque normalmente no se ve. Sí, estamos hablando de la llegada del Aquarius.

Por pura casualidad, la entrevista —concertada semanas antes— se realiza mientras en la televisión aparecen imágenes del puerto de Valencia y el desembarco de las 629 personas rechazadas por Italia. “Luego, cuando ya no haya focos, a ver qué pasa con ellos” dice Massar. Los demás confirman con la cabeza el mismo pensamiento. Más de cien menores no acompañados viajan en esa embarcación, los mismos que cada día llegan a las costas sin merecerse ni siquiera un breve en la columna de sucesos.

¿Qué pasa con esos menores después de la llegada? ¿Cómo se les ayuda a integrarse? ¿Logran rehacer su vida en España? En el caso de Gorgui, Cisse y Massar la respuesta es sí, pero no gracias a la Administración o a ONG.

Los tres, aunque en tiempos diferentes, hicieron el mismo recorrido: de Canarias a Manzanares. Esta población de 19.000 habitantes en Ciudad Real contaba en 2006 con un piso de acogida tutelado por Accem. La organización sin ánimo de lucro contaba con personal que se encargaba de que los chicos fueran al instituto, cumplieran horarios y se integrarán en la sociedad de acogida. “Éramos siete, todos de Senegal y nos llevamos bien”. “Menos con la jefa”, interrumpe Cisse a Gorgui. “Teníamos que tomar su comida, hacer la cama, limpiar. Si no, nos amenazaba con quitarnos la tarjeta de teléfono con la que hablábamos con nuestras familias”, explican.

“Quería que ellos sintieran cómo es estar en una familia española y, a la vez, mis hijos aprendieran de ellos”, explica Antonia, que se enroló en el programa de acogida los fines de semana

Ante la pregunta de si al ser los siete internos todos de Senegal se adaptaba la dieta o las costumbres, la respuesta es unánime: no. “Es que no entiendo con qué criterio se prefiere imponer unas normas a unos chavales, que no están acostumbrados a la forma de vida de aquí y que lo único que quieren es trabajar”, interrumpe Antonia. Ella, que ha estado toda la conversación escuchando atentamente, no puede evitar participar en este punto.

Antonia —que ahora es concejala por Asamblea Ciudadana de Manzanares y que en 2006 gestionaba un piso tutelado para personas con discapacidad intelectual— se enteró de que existía este piso y solicitó formar parte del programa de acogida de fines de semana. “Quería que ellos sintieran cómo es estar en una familia española y, a la vez, mis hijos aprendieran de ellos”, explica, y poco a poco se formó una relación sólida.

Tanto que el día que Massar cumplió 18 años fue a buscar a Antonia a la cafetería donde desayunaba todos los domingo. “Se presentó muy angustiado porque le había echado del piso”. Aunque hay pisos para los chicos que cumplen 18 años y necesitan acogida hasta los 24 años o hasta que se puedan valer por sí mismos, no fue el caso. “Normalmente lo piden, pero no para mi”. La indignación de Massar es comprendida por Cisse, quien cumplió poco antes la mayoría de edad y que si no fuera porque su profesor Ángel le acogió hubiera vivido la misma escena.

Según el informe de Save The Children ‘Los más solos’, unos 28.349 menores llegaron solos durante el pasado año

Braulio Carlés, responsable de Accem en Castilla-La Mancha, apela al contexto de 2006 para entrever lo que pudo ocurrir en Manzanares. “En momento puntuales donde hay una alerta social, se pueden leer titulares como ‘avalancha de inmigrantes’, la Administración se vuelve más rígida y dura y cuesta más lograr el pasaporte, aunque normalmente de los pisos tutelados sí que salen documentados”, comenta a El Salto Braulio Carlés.

Sin papeles, sin familia y sin saber qué hacer. Así se encuentran muchos de las jóvenes que llegan a nuestras fronteras. Según el informe de Save The Children ‘Los más solos’, unos 28.349 menores llegaron solos durante el pasado migrantes el pasado año y denuncian que España sigue sin estar preparada para acogerles. De hecho, esta ONG hace especial mención a qué pasa con ellos al cumplir 18 años.

Cisse, Massar y Gorgui, MENA que han crecido en Manzanares
Massar, Gorgui y Cisse han crecido en Manzanares junto a solidarias como Antonia. LAURA L. RUIZ

Es lo que le pasó a Massar. “Le dijimos que se calmara, que buscaríamos una solución”. Antonia preguntó y la única respuesta fue que se podrían constituir en asociación para pedir fondos. “No teníamos tiempo para eso, ellos necesitaban una ayuda inmediata”. Así que Antonia, los profesores del instituto y unas cuantas personas solidarias de Manzanares decidieron aportar diez euros cada una y así hacer frente al alquiler de un piso, los gastos y la manutención de los chicos. Y ahí empezó, la segunda parte de la gran batalla: conseguir ‘los papeles’.

“Es increíble que les dejen quedarse, formarse e integrarse para luego dejarles en la calle sin la posibilidad de trabajar ni rehacer su vida”, explica Ana, la pareja de Gorgui. Ellos dos vivieron un episodio que cuesta olvidar. Ella quiso enseñarle Madrid a su novio y fueron para allá. ¿El problema? Que él era aún indocumentado pese a haber estado tutelado casi dos años por Castilla-La Mancha. “Nada más llegar a Callao le pidieron el DNI y le detuvieron”. Era un viernes por la tarde y hasta el lunes no había abogados de oficio en el juzgado. Las noticias de devoluciones exprés hicieron que Ana contratase al primer letrado de extranjería que encontró. “Me pidió 300 euros. Si me llega a pedir mil, se los doy también”.

La propia Ana relata que poco a poco lograron tener pasaporte y después permiso de residencia. “Les dan permiso para vivir pero no para trabajar. ¿Y entonces? ¿Qué quieren qué hagan?”. “Esta situación es de vergüenza. Les acogemos, supuestamente les vamos a dar una segunda oportunidad pero les abandonamos a su suerte y encima les ponemos impedimentos”, replica Antonia, que pese a lograr un contrato de trabajo para Massar aún tardó meses en que le llegara el permiso. Mientras, el empresario había sido sometido a un sin fin de controles. “Le miraron con lupa”, comentan, siendo conscientes de que se podría haber echado para atrás y que otra persona no lo haría por estos chavales.

Ahora Cisse, Gorgui y Massar están establecidos en Manzanares. Dos de ellos con pareja y trabajo estable. Los tres se consideran manzanareños. Tanto que su paisano Mario Cervantes decidió hacerles un documental para contar su historia. Junto al director Christopher Sánchez, realizaron Dundu, una historia para pensar más en la integración, menos en los prejuicios racistas, xenófobos y en las imágenes de “alambradas”.

“Tenían una oportunidad de contrarrestar la imagen de la patera y demostrar que se trata de mejorar la vida de las familias. Algo que hacen los miles de españoles que están fuera ganándose la vida también”, añade Antonia. Aunque Mario teme que el documental sea un poco localista, están esperanzados en que el mensaje de normalización de la migración llegue a otros lugares. Tanto que han presentado la pieza a 90 festivales.

Volvemos de Manzanares y en la radio sigue el goteo de informaciones sobre la llegada del Aquarius. Muchos de esos menores que están llegando al puerto de Valencia se encontrarán en la misma situación de Massar, Cisse o Gorgui: en una cultura muy diferente, con impedimentos burocráticos y solos. Pero puede que muchos no tengan la suerte que han tenido ellos al caer en un pequeño municipio, que al principio pudo parecer aburrido y limitado pero hoy es “un paraíso”, como comenta Gorgui. Aunque rehacer tu vida no debería ser una cuestión de suerte, si no de derechos.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/mena/que-pasa-cuando-menores-extranjeros-no-acompanados-cumplen-18-anos

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Seis libros de ciencia ficción feminista para no perderte en el Universo

Por: Laura L Ruíz

Viajes interestelares, mundos imposibles, aventuras marcianas… Ciencia ficción… ¿Cuántas veces tienen como protagonistas a personajes femeninos? Y en el caso de que los tengan, ¿lo hacen sin sexismo? Nos enfundamos la escafandra espacial y arrancamos nuestra nave galáctica rumbo a las estrellas para conocer a escritoras como Lola Robles, editoras como las de Crononauta y heroínas como Binti que nos desvelen el misterio de la existencia de una ciencia ficción feminista.

Antes de cargar nuestra arma y apuntar hacia las estanterías de las librerías, debemos saber un poco más que buscamos. Por eso recurrimos a una escritora veterana y a una editorial joven, pero con mucho en común. La primera parada será en Lola Robles, filóloga “feminista, pacifista y queer”, como ella misma se define, con numerosos textos a sus espaldas y a quien probar diferentes temáticas y formatos no le da miedo. Títulos como Flores de metal (Equipo Sirius, 2007) o El árbol de Sefarad (Cerbero, 2018) son solo dos ejemplos, a los que completaríamos con El Informe Monteverde, que será reeditado en los próximos meses. Como muchas expertas en la temática, Robles asegura que estamos viviendo “un momento muy prometedor” para la ciencia ficción y nota la diferencia entre el ambiente que se vive ahora y el que se vivía en 1999, cuando se publicó su novela La rosa de las nieblas (Sequitur). “Hay muchas lectoras de más edad que han ido perdiendo el miedo a la ciencia ficción y comprobando que puede gustarles mucho. Y han aumentado de manera muy clara las lectoras jóvenes, eso es fundamental, porque es imprescindible leer ciencia ficción para escribirla”, explica.

Con ese espíritu, el de disfrutar de otras realidades, surgió Crononauta, una editorial recién puesta en marcha que como primer misión ha tenido la de traducir la laureada novela de Nnedi Okorafor Binti. “El proyecto surgió de la indignación por no encontrar las obras que queríamos, incluso de autoras consagradas y tener que perder horas y horas buscando libros de segunda mano por todas partes, sabiendo que muchos de estos libros ni siquiera se habían traducido o reeditado”, comenta Elena Lozano, una de las tres personas que han creado esta editorial que reivindica “la literatura de género con perspectiva de género”. “No nos preguntábamos solo por qué no veíamos a las autoras en las librerías, sino algo más. ¿Por qué los personajes son siempre estereotipos manidos y poco realistas? ¿Por qué todos los mundos distópicos están situados en el mismo tipo de localización? ¿Qué ocurre con el resto del planeta? ¿Nadie escribe sobre esto?”.

Con estas interrogaciones llegamos a uno de los puntos más críticos de nuestro viaje interestelar: ¿Es suficiente con que esté escrita por una mujer o que tenga protagonistas mujeres para ser considerada una obra feminista? “Claro que no, puede haber autoras no feministas y autores que sí lo sean. Para que una obra de ciencia ficción o de cualquier otro género sea feminista se necesita, en primer lugar, saber qué es el feminismo, no lo que se dice muchas veces por ahí sobre el feminismo y que está lleno de prejuicios. Se necesita una mirada crítica y no acomodaticia. Y si es posible, no demasiado rígida tampoco, ni siquiera cuando se es feminista, porque tenerlo todo demasiado claro también es muy peligroso”, contesta Lola Robles.

Esa mirada nos hace ver que aventuras como Star Wars: Episodio VII – El despertar de la fuerza o la exitosa Wonder woman son un paso adelante para tener mujeres como protagonistas, pero siguen sin pasar el test Bechdel -donde hay que superar las tres pruebas: debe haber más de dos personajes femeninos, que hablan entre ellas en algún momento y que su conversación trate de algo más que de hombres- o desmarcarse del conocido como principio Pitufina, donde se coloca un único personaje femenino en medio de un elenco masculino, como en Los Cuatro Fantásticos o The Big Bang Theory.  

Acostumbrados a esta ficción, ¿habrá miedo de acercarse a literatura con mirada feminista? “No pensamos que exista ese miedo o prejuicio”, comenta Lozano. “El problema no es la ciencia ficción, sino los ambientes tóxicos que se pueden encontrar. Conocemos a chicas que han ido a convenciones de este tipo y te pueden contar historias muy tristes sobre su experiencia y cómo las han tratado. Afortunadamente, el panorama está cambiando; hay personas que están enfrentándose a la concepción clásica de que la ciencia ficción es de chicos y están diciendo: aquí estamos, y desde hace mucho tiempo”.

Uno de los auges (y demanda) de esta mirada también surge del momento tan activo y productivo que vive la sociedad que busca igualdad. Y la ciencia ficción es un canal poderosísimo para visualizar sociedades distópicas/utópicas en cuanto a igualdad de género se refiere. “La ciencia ficción permite tanto realizar críticas a la realidad actual como proponer alternativas a esta. Es uno de los géneros que mejor lo permite. Yo creo que por eso está ahora más de moda, porque se ha descubierto su enorme potencial”, resalta Robles. Y para eso está Crononauta manos a la obra, para que la pescadilla que se muerde la cola -esa que dice que sin demanda no hay oferta y al revés- no exista: “Dando visibilidad suficiente a este tipo de obras conseguiremos que el público quiera leer literatura de género más diversa. Por suerte, estamos cerca de un momento generacional donde estas preocupaciones comienzan a tener presencia y hasta los grandes poderes mediáticos se han dado cuenta e intentan apropiarse de discursos feministas para hacer negocio. Aquí, más que un negocio, queremos dar una alternativa al margen de la especulación que nos espera”.

Justo antes de aterrizar con nuestra nave, miramos al futuro. ¿Sobre qué temática se espera que verse la ciencia ficción con mirada feminista? “Yo profetizo muy mal”, adelanta la escritora Lola Robles, “pero espero que se hable de ecología y cambio climático, de la maternidad tecnológica o la ectogénesis, de inteligencias artificiales, de nuevas formas de enfrentarse al capitalismo…”. Por su parte, Crononauta tienen pensado editar en los próximos meses la segunda y tercera parte de Binti y la novela también de Okorafor Who fears death (Quién teme a la muerte). De todos modos, no todo va a ser Okorafor; tenemos más proyectos en la recámara, de otras autoras españolas e internacionales, pero que no podemos divulgar aún por cuestiones contractuales. En verano podremos decir más”.

Esperaremos, como no puede ser de otra manera, leyendo. Aquí van seis recomendaciones para este viaje a la ciencia ficción feminista:

Los desposeídos’. Ursula K. Le Guin. Booket-Minotauro. 

Se trata de una utopía y una distopía, al mismo tiempo. Los desposeídoshabla por contraste del mundo de los Urras y los Anarres. Estos últimos viven en un territorio de recursos limitados, un exilio en la Luna que da lugar a una sociedad anarquista donde todo es de todos y la solidaridad es ley. Por contra, los Urras representan la evolución de la sociedad humana hacia el capitalismo más salvaje. Aunque el protagonista es un hombre -que vivirá el contraste entre ambos mundos- deja clara la visión feminista de la autora con el tratamiento diferencial de las mujeres en uno y otro mundo. LA californiana Ursula K Le Guin, que murió el pasado enero, logró mucho éxito y premios con este y otros títulos, como La mano izquierda de la oscuridad o El nombre del mundo es bosque.

Binti’. Nnedi Okorafor. Crononauta.

Binti no solo es la primera himba a la que se le ha ofrecido una plaza en la mejor universidad del Universo (Oomza Uni), sino que se enfrenta al recelo de su familia por marcharse y el de otros seres de la galaxia por ser diferente. Huyendo de los estereotipos -no solo sexistas, sino también de los belicistas tan habituales en la Sci-Fi-, Okorafor nos presenta a una heroína sin pretenderlo que desmontará la forma en la que muchos afrontarán una aventura como esta. Ingredientes muy poco comunes -una protagonista africana, las matemáticas como arma y la tradición como superpoder- para una novela que ha cosechado éxito de reconocimiento (premio Hugo en 2016, un Nébula en 2015 y nominada al Locus), además de lectura. “Hemos tenido que encargar una reimpresión, cuando creíamos que íbamos a tardar años en venderlo todo”, comentan desde Crononauta, quien han contado con la fantástica traducción de Carla Bataller.

‘Matriarcadia’. Charlotte Perkins Gilman. Akal.

Seguro que muchos siguen sin entender cómo es vivir en un mundo en el que te discriminan solo por tu género. Pues bien, es de obligada lectura para ellos Matriarcadia. Se trata de un mundo utópico donde solo existen mujeres, conviven de forma ordenada y pacífica… hasta que llegan tres hombres. Sus diversos caracteres hacen que cualquiera, mujer u hombre, pueda ponerse en la mirada de uno de ellos y reflexione sobre la sociedad en la que vive. Sobre todo en la estadounidense. Una visión transversal feminista (sobre la maternidad, la muerte, el amor, las relaciones como sociedad) que aunque pueda parecer un argumento moderno, se escribió en 1915. Con la aparición de Herland (título original en inglés), Perkins se convirtió en la gran precursora de la ciencia ficción con perspectiva de género y activista por los derechos de las mujeres.

El cuento de la criada’. Margaret Atwood. Ediciones Salamandra.

Poco se puede contar ya de lo que la distopía protagonizada por Defred, pero por si hay alguna despitada o despistado en la sala lo haremos. Se trata de una ficción donde la fertilidad ha decrecido y la maternidad es una cuestión de Estado. Tanto que las “criadas” son mujeres con capacidad de reproducirse al servicio de ciertas familias en puestos altos en la jerarquía social. Aunque en las primeras líneas puede parecer que se trata de un tiempo pasado, pronto se hace el escalofriante descubrimiento de que es un futuro posible. La política del miedo al terrorismo da credibilidad a las leyes que hacen que una sociedad como la actual acabe en la reflejada por Atwood. Quizá es una de las razones por la que esta novela de 1985 ha triunfado más de 30 años después y esté en boca de todo el mundo (sobre todo tras el reciente estreno de la segunda temporada de su versión en serie de televisión de HBO).

‘Houston, Houston, ¿me recibe?’. James Tiptree Jr (Alice Sheldon).

Se trata de uno de los libros que deberían ser un referente, pero cuesta encontrar más allá de su edición de los años 90. Con un argumento muy similar a Matriarcadia, la historia que nos propone Tiptree tiene un transbordo y un desarrollo totalmente diferentes. También tres astronautas son absorbidos por un agujero negro que les traslada al futuro. Un futuro donde por una enfermedad los hombres han dejado de existir y solo hay mujeres. Como una contraposición a Hijos de los hombres (aunque esta novela es anterior, de 1975), esta nueva realidad (que no planeta) ofrece un mundo con pocos avances tecnológicos, pero con una convivencia pacífica. Como buena distopía, tiene mucho que esconder… Un detalle más: James era realmente Alice, pero decidió empezar a firmar con seudónimo masculino para que se le tomara en serio (y no cuestionaran a sus personajes femeninos y masculinos). ¿Nos suena?

La escritora Nnedi Okorafor, autora de Binti.

La escritora Nnedi Okorafor, autora de Binti.

El Informe Monteverde’. Lola Robles. Crononauta.

Y rematamos las recomendaciones con un libro que ya tiene un tiempo pero vuelve a editarse con mucho cariño. Rachel Monteverde se enfrenta al encargo que le hace la Sociedad para el Estudio de las Lenguas Interestelares de investigar el planeta Aanuk, un lugar remoto habitado por dos especies totalmente diferentes: los fihdia y los aanukiens. La dificultad de relacionarse entre ellos, de entender sus lenguas y sus relaciones hará que el informe final de la investigadora cambie la percepción de los vínculos humanos para todos. Esta novela huye del relato fácil lineal y combina los materiales que la investigadora realiza (entrevistas, notas, el cuaderno personal) para que construyamos en nuestra cabeza un mundo entero. Se trata de una reedición del El Informe Monteverde –que fue publicado por primera vez en EEUU- y que sale a la venta la próxima semana con una ampliación de la propia autora y unas magníficas ilustraciones de Marina Vidal.

Fuente: https://elasombrario.com/seis-libros-ciencia-ficcion-feminista/
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