La Evaluación de Centros Educativos desde la Perspectiva de la Educación Inclusiva

Por: Rafael López Azuaga

En el presente artículo, se desea exponer una síntesis de las características básicas de la educación inclusiva. Se empieza con una introducción al concepto y a sus principios básicos, y posteriormente se redacta un apartado centrado en cómo se evalúa un centro educativo para determinar si cumple con los requisitos para ser considerada como una escuela inclusiva.

1-¿Qué es la educación inclusiva?

Aunque desde siempre ha sido así, ahora más que nunca el alumnado que estudia en las diferentes etapas educativas (enseñanzas primarias, educación secundaria, enseñanzas universitarias, formación profesional, etc.) es más diverso en cuanto a necesidades, intereses, motivaciones, ritmos y estilos de aprendizajes. Es obvio que no existe una persona idéntica a otra al cien por cien, pero desde hace aproximadamente cuatro décadas, se han producido cambios significativos en la escolarización del alumnado en centros educativos. Nos estamos refiriendo, concretamente, a aquellos alumnos y alumnas que presentan alguna discapacidad (física, visual, auditiva, cognitiva, etc.), dificultades específicas de aprendizaje (dislexia, discalculia…), trastornos graves de conducta, etc., entre otras necesidades educativas.

Antiguamente, existían centros educativos específicos donde se escolarizaban a alumnos y alumnas que, debido a su caracterización, tenían una serie de necesidades educativas que requerían una atención más individualizada y una serie de recursos que los centros educativos ordinario no tenían. Más adelante, tras el Informe Warnock en 1978, se introdujo una nueva visión de la educación especial y de las necesidades educativas especiales que tenían las personas, y se produjo una revolución dentro del sistema educativo. Se decidió que aquel alumnado que tuviese necesidades educativas asociadas a discapacidades, dificultades específicas de aprendizaje, altas capacidades intelectuales (antiguamente conocido como “sobredotación intelectual” o “alumnos superdotados”), trastornos graves de conducta, trastornos del desarrollo (por ejemplo, el trastorno espectro autista), inmigrantes que desconocen la lengua del país al que han llegado, etc., fuese escolarizado en centros educativos ordinarios al igual que el resto de estudiantes que no presentaban ninguna necesidad educativa de este tipo. No obstante, aunque no negamos que fue un paso hacia adelante, esta integración solamente fue física. En primer lugar, se crearon aulas de educación especial dentro de los centros educativos ordinarios donde el alumnado del perfil antes descrito asistía. Posteriormente, este alumnado era escolarizado dentro de un grupo-clase ordinario, pero solía con regularidad abandonar el aula para recibir una atención individualizada en un aula externa. Actualmente este es el modelo educativo que aún predomina. Es conocido como el modelo de “integración educativa”. En aquellos casos en los que el alumnado presentaba un grado elevado de necesidades educativas que requirieran una serie de recursos específicos que los centros educativos ordinarios no tuvieran, éstos eran escolarizados en centros específicos de Educación Especial.

En este artículo, defendemos el modelo de “escuela inclusiva”, alternativo a los modelos segregacionistas (el primero explicado) y de integración educativa. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en una reunión que tuvo lugar en Salamanca (España) entre el 7 y el 10 de junio de 1994, se aprobó que todas las personas, independientemente de su caracterización, tenían derecho a ser educadas en igualdad de oportunidades dentro de un sistema educativo, bajo una perspectiva inclusiva. Fue el inicio de la educación inclusiva. Una escuela que cumple los principios de la educación inclusiva es aquella que organiza y gestiona y escuela pensada para todos y todas, donde toda la comunidad educativa tiene un papel importante en la toma de decisiones relacionada con cualquier aspecto del centro educativo. Se fomenta la participación de toda la comunidad educativa (alumnado, familias, profesorado, equipo directivo, personal de administración y servicios, voluntarios, miembros de asociaciones sin ánimo de lucro…), y se proponen metodologías de enseñanza-aprendizaje que implican que todo el alumnado se encuentre escolarizado en su aula ordinaria aprendiendo junto al resto de sus compañeros y compañeras de clase de forma cooperativa. Nadie es excluido del aula, todo el alumnado estudia y aprende en la misma aula ordinaria independientemente de sus necesidades educativas.

Para lograr todo esto, los principios metodológicos básicos son los siguientes:

1. Instauración de comunidades de aprendizaje: Consiste en crear grupos de trabajo formados por todos los miembros de la comunidad educativa (familias, alumnado, profesorado, equipo directivo, personal de administración y servicios), y otros procedentes de la comunidad (voluntarios, personas pertenecientes a asociaciones sin ánimo de lucro u organizaciones no gubernamentales, estudiantes en prácticas de titulaciones universitarias o de formación profesional relacionadas con la educación, etc.). Entre todos y todas, plantean cuáles son las características que debe tener el centro educativo de sus “sueños”, es decir, aquel que cumpla con todas sus expectativas y satisfaga sus necesidades e intereses. Realizan un diagnóstico de las necesidades que tiene su centro educativo para lograr cumplir ese objetivo y deciden planificar los pasos a seguir para lograrlo, desde actividades formativas que necesitan hasta la formación de comisiones de trabajo formadas por grupos heterogéneos que gestionen diferentes ámbitos de trabajo: Organización de la biblioteca de centro, atención a las necesidades educativas, gestión de los recursos tecnológicos del centro educativo y desarrollo de recursos didácticos que utilicen las tecnologías de la información y comunicación (TIC), dirección del centro educativo, programaciones didácticas, etc. El trabajo en equipo es fundamental para construir la escuela de nuestros “sueños”. Dentro de las metodologías de enseñanza-aprendizaje se encuentran algunas dinámicas como los grupos interactivos, las tertulias literarias y las bibliotecas tutorizadas, que siguen las reglas del “aprendizaje dialógico”1 .

2. Metodologías de enseñanza-aprendizaje basadas en el aprendizaje y el trabajo cooperativo: Todas las personas, por el mero hecho de existir, tenemos siempre algo que aportar y algo que aprender de los demás. Cada persona ha vivido una serie de experiencias, y posee una serie de habilidades que otros no poseen igualmente desarrolladas, y tenemos algunas otras de las que necesitamos mejorar. Es decir, que todos aprendemos de todos, en dinámicas donde se promueva una participación horizontal. Para ello, se recomienda proponer una metodología de enseñanza-aprendizaje donde el trabajo cooperativo sea la base fundamental. Se deben formar grupos de trabajo heterogéneos, donde el alumnado que presenta discapacidades, dificultades específicas de aprendizaje, altas capacidades intelectuales, enfermedades crónicas, población inmigrante, trastornos del desarrollo, etc., se encuentre trabajando formando parte de estos grupos junto al resto de compañeros y compañeras. Todos asumen un rol dentro del grupo, y comparten conocimientos, se ayudan a la hora de realizar una tarea y aprenden habilidades de los demás, aprenden valores como la tolerancia y la empatía, mejoran sus habilidades sociales, y es además más motivador. Como ejemplos de metodologías, tenemos el Trabajo por Proyectos, donde el alumnado debe, partiendo de una idea inicial, desarrollar un proyecto donde aplicará conocimientos de diferentes materias y es asesorado por el profesorado. Actualmente, se está difundiendo la metodología del “aprendizaje y servicio”, donde el alumnado desarrolla un proyecto que lleva a la práctica en un contexto real, donde el alumnado realiza un proceso de formación continuada para diseñar ese proyecto y aprende de las valoraciones de las personas con las que interviene en ese contexto, aprendiendo habilidades significativas para la vida laboral y cotidiana. A la hora de realizar la evaluación, se tiene en cuenta los progresos que ha tenido cada alumno y alumna desde su punto de partida. Es decir, no se evalúa que todos lleguen a un mismo nivel concreto, sino que se evalúan sus progresos.

3. Recursos didácticos y medios de expresión que cumplan los principios del “Diseño Universal de Aprendizaje2: Cada persona tiene un estilo de aprendizaje determinado. Hay personas que se les da mejor aprender cuando leen la información o la ven escrita en la pizarra, o incluso la ven representada en forma de gráfico o mapa conceptual. Otros aprenden mejor la información que hayan escuchado por la vía oral, y los hay que aprenden mejor cuando manipulan materiales o realizan movimientos físicos. También cada persona tiene una motivación diferente a la hora de aprender y trabajar. Muchas veces este estilo de aprendizaje viene condicionado por su caracterización: Una persona con ceguera total no puede leer un texto salvo que esté escrito en Braille, y una persona con sordera no puede escuchar una clase magistral de un docente salvo que le muestre suficientes elementos gráficos que le ayuden a seguir la clase. La idea es que, cuando iniciemos un proceso de enseñanza-aprendizaje en clase, empleemos recursos y estrategias comunicativas que permitan que el alumnado pueda aprender y captar una comunicación a través de diferentes vías. Se deben combinar elementos gráficos, verbales y manipulativos suficientes, sistemas de comunicación alternativos, diferentes tipos de tareas, diferentes recursos que permitan que el alumnado se sienta atraído por ellos, etc. y por supuesto posibilitar que el alumnado pueda comunicar sus aprendizajes de diferentes maneras. Hay alumnos que se les da mejor escribir un aprendizaje por escrito que ser examinado de manera oral, y otros se les da mejor crear un mural que esquematice sus aprendizajes que un trabajo monográfico. La cuestión es buscar vías que permitan que el alumnado pueda demostrar sus aprendizajes de forma fidedigna.

2-¿Cómo podemos saber si nuestra escuela es inclusiva?

La evaluación es el proceso por el que determinamos la evolución que está cosechando una persona, un proyecto o una actividad concreta con el paso del tiempo, para determinar si debemos realizar cambios en nuestra manera de trabajar. Al igual que solemos evaluar los aprendizajes del alumnado, también debemos evaluar nuestra labor como docentes y la gestión del centro educativo para determinar si ésta ha sabido atender todas las necesidades e intereses de la comunidad educativa. Con respecto a la educación inclusiva, los investigadores Mel Ainscow, de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y Tony Booth, en 2001, diseñaron el “Índice de Inclusión” (Index for Inclusion), que consiste en un cuestionario orientativo para que los centros educativos de enseñanzas regladas (pudiéndose adaptar a otras instituciones) reflexionen y piensen si su centro educativo ha cumplido los requisitos para ser una escuela inclusiva, con el objetivo de diagnosticar los puntos a mejorar y diseñar propuestas de intervención. Las cuestiones se dividen en tres dimensiones distintas: Crear culturas inclusivas, elaborar políticas inclusivas y desarrollar prácticas inclusivas. No obstante, se recomienda siempre tomar como referencia este instrumento para que cada centro educativo, contando con asesores especialistas, elaboren sus propios instrumentos.

Un sistema de evaluación de centros completa, que incluya evaluar si se cumplen o no las características básicas para ser considerada una escuela inclusiva, podría contener los siguientes bloques de contenidos:

1. Existencia de barreras arquitectónicas (acceso al centro, instalaciones, pasillos, acceso a las aulas, asientos) y de accesibilidad a los recursos didácticos (libros, material de escritura, ordenadores). Cumplimentación de los principios del “Diseño Universal de Aprendizaje” en cada uno de los recursos utilizados.
2. Progresos del alumnado gracias a las metodologías de enseñanza-aprendizaje, con especial atención al alumnado que tiene necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE)3 .
3. Disponibilidad de suficientes recursos humanos, materiales y espaciales para la actividad educativa.
4. Participación de la administración educativa. Grado de participación de toda la comunidad educativa (alumnado, profesorado, familias, personal de administración y servicios, instituciones de la sociedad, etc.) en la organización del centro educativo.
5. Relaciones entre la comunidad educativa. Convivencia entre los miembros del centro educativo. Estrategias para resolver conflictos y prevenir el “bullying”.
6. Desarrollo de la orientación y la acción tutorial hacia toda la comunidad educativa.
7. Satisfacción del alumnado y de las familias con los aprendizajes y metodologías llevadas a cabo.
8. Liderazgo ejercido por el equipo directivo y los coordinadores de ciclo (centros de educación infantil y primaria) y los jefes de departamentos didácticos y de orientación (institutos de educación secundaria).
9. Fines, objetivos y valores del centro educativo. Planificación de proyectos educativos, puesta en práctica, seguimiento y resultados obtenidos.
10. Funciones del personal docente y desarrollo profesional.
11. Mejora y mantenimiento de las instalaciones del centro educativo. Gestión eficaz de los recursos disponibles (recursos didácticos, TIC, instalaciones y equipamientos, etc.).
12. Papel de las colaboración externas (centros de asesoramiento al profesorado, equipos de orientación educativa y psicopedagógica, Ayuntamiento, empresas para realizar las prácticas de los ciclos formativos, etc.).
13. Diseño y puesta en práctica de los proyectos educativos y servicios del centro educativo (Proyecto curricular, programaciones de aula, plan de actividades complementarias y extraescolares, aulas matinales, comedor escolar, servicio de autobús escolar…). Proceso y resultados de la implementación de estrategias metodológicas basadas en el aprendizaje y el trabajo cooperativo (aprendizaje basado en problemas, trabajo por proyectos, dinámicas de grupo, aprendizaje y servicio, etc.).
14. Aspectos organizativos del centro educativo (horarios, adscripción del personal, agrupamiento de alumnos, gestión del comedor y del transporte).
15. Clima escolar (convivencia, inserción y acogida de los nuevos alumnos y docentes, control de asistencia y prevención del absentismo escolar, entradas y salidas del centro…).
16. Seguimiento, cumplimiento y evaluación del Proyecto Curricular de centro y de las programaciones didácticas (teniendo en cuenta su grado de flexibilidad que éstas tienen). Tasas de promoción del alumnado. Implicación y eficacia de las tareas realizadas por el personal de administración y servicios (administrativo, conserjería, servicios de limpieza…). Gestión administrativa.
17. Calidad y pertinencia de las actividades formativas dirigidas hacia el profesorado en relación con las necesidades detectadas en el centro educativo.
18. Clima laboral existente entre el Claustro de Profesores y Profesoras del centro educativo. Nivel de cooperación y sociabilidad.
19. Papel del departamento de orientación y el departamento de evaluación y formación del profesorado.
20. Participación de diversas instituciones de la sociedad en el centro educativo (asociaciones, centros culturales, bibliotecas, casa de la juventud…).
21. Influencia del centro educativo en la sociedad (vecinos, barrio, municipio…).
22. Satisfacción de las necesidades e intereses del alumnado y de las familias, disposición a escuchar sus peticiones y preocuparse por todos y todas…
23. Relaciones y comunicación entre alumnado, familias, profesorado, etc. Grado de participación de todos los grupos que forman la comunidad educativa en la organización y gestión del centro educativo en cada una de las comisiones que forman la “comunidad de aprendizaje”.

Cada uno de estos tópicos debe contener una serie de preguntas detalladas, con el suficiente apoyo legislativo y bibliográfico para su realización. Para cumplir con los requisitos para que el centro educativo sea considerada una “comunidad de aprendizaje” y a la vez realizar un diagnóstico significativo, se requiere diseñar técnicas e instrumentos que impliquen la participación de todos los miembros de la comunidad educativa: Cuestionarios anónimos, entrevistas personales, grupos de discusión, análisis documental, observación sistemática y participante, análisis de producciones del alumnado, etc. Es decir, si se elaboran cuestionarios (el instrumento de recogida más rápido para cuando se desea recoger una gran cantidad de información representativa, dentro de una población más o menos amplia), deben ser cuestionarios específicos y adaptados para cada grupo que forma parte de la comunidad de aprendizaje: Alumnado, profesorado, equipo directivo, personal de administración y servicios, estudiantes universitarios que realizan las prácticas en nuestro centro educativo, voluntarios procedentes de asociaciones sin ánimo de lucro, familias, etc. Las cuestiones deben contener un lenguaje claro y adaptado a su nivel, y deben ser preguntas coherentes en el sentido de que por sus experiencias sepan responderlas, que estén enfocadas a su punto de vista.

Con todo, y contando con el apoyo de asesores especializados, se realiza un triangulación de todos los datos y se establecen una serie de conclusiones. De esas conclusiones, surgen una serie de propuestas de mejora concretas que se incluyen en la Memoria de Fin de Curso para incluirlas en los proyectos educativos del próximo curso escolar. La implantación de esas propuestas concretas se siguen evaluando de forma continuada, siguiendo una metodología conocida como la “investigación-acción”, para comprobar si se están obteniendo resultados positivos.

Para terminar

No se construye una escuela inclusiva de la noche a la mañana, y ciertamente a veces las propias políticas educativas del país ponen muchas limitaciones, sobre todo en etapas de crisis económica como la que hemos sufrido recientemente. En cualquier caso, las claves para lograr una educación inclusiva son las siguientes: Sensibilización, compromiso, formación, cooperación y evaluación. Sin estas ideas claves, será difícil lograr llevar a la práctica la creación de escuelas inclusivas. El centro educativo debe abandonar cualquier cultura escolar basada en el individualismo para centrar en la cooperación, y en abrir sus puertas a toda la comunidad educativa. Y rechazar cualquier acto que conlleve a la discriminación y exclusión de cualquier grupo social.


1 Por motivos de espacio no podemos profundizar en cada una de estas estrategias metodológicas, pero les sugerimos visitar la página oficial de las Comunidades de Aprendizaje, así como cualquier trabajo realizado por Ramón Flecha, profesor de la Universidad de Barcelona (España): http://www.comunidadesdeaprendizaje.net/.

2 No existe un único método para lograr que una actividad, un recurso, un sistema de refuerzos o un sistema de evaluación, cumpla con los principios del “Diseño Universal de Aprendizaje”. Describirlos daría lugar a una publicación muy extensa. Por ello, le sugerimos consultar esta interesante guía divulgativa: http://web.uam.es/personal_pdi/stmaria/sarrio/DOCENCIA/ASIGNATURA%20BASES/LECTURAS%20ACCESIBLES%20Y%20GUIONES%20DE%20TRABAJO/Diseno%20Universal%20de%20Aprendizaje.pdf

3 En España, el término “Necesidades específicas de apoyo educativo” engloba a todo el alumnado que presenta necesidades educativas, incluyendo el alumnado que habitualmente es considerado como de “educación especial”: Necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad, dificultades específicas de aprendizaje, trastornos del desarrollo, alumnado de incorporación tardía al sistema educativo español (inmigrantes), enfermedades crónicas y raras, altas capacidades intelectuales y alumnado que requiere planes de compensación educativa. En el lenguaje científico, habitualmente se utiliza más el concepto de “Necesidades educativas especiales”.

Fuente: http://www.redem.org/la-evaluacion-de-centros-educativos-desde-la-perspectiva-de-la-educacion-inclusiva/

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