Coronavirus y economía política de la educación

Asistimos desde hace algunas semanas a un amplio debate acerca del próximo inicio del ciclo lectivo en Argentina.

Este debate está fuertemente atravesado por dos posturas diferentes pero no necesariamente contrapuestas. De un lado de la eterna grieta los que pregonan la importancia que los niños y jóvenes vuelvan muy pronto a las aulas y del otro los que advierten acerca de los peligros del regreso de los alumnos en la actual situación de la pandemia y sin previamente haber vacunado a la totalidad del personal docente, directivo, administrativo y de maestranza de las escuelas y haber realizado las obras de mejora y adaptación de la infraestructura necesarias. Si se lee cuidadosamente esta brecha entre unos y otros la diferencia finalmente  está únicamente en el momento del regreso a las escuelas. El Pro, la Coalición Cívica, los Radicales y demás representantes de la derecha pro oligárquica y reaccionaria de nuestro país junto con los medios de difusión, grandes beneficiarios de las políticas ultra capitalistas del Macrismo y sus sacerdotes, los periodistas que funcionan a sobres y privilegios, intentan mostrar a los primeros como los grandes defensores del derecho a la educación y a los segundos proyectándose en contra de de la misma, cuando su propuesta sólo pretende atrasar el comienzo de las clases hasta que se hayan creado las condiciones objetivas para evitar la mayor propagación de la pandemia. Al respecto poco importa la opinión de los infectólogos, adquiriendo relevancia en cambio la de los expertos en propagación quienes predicen, en el caso de abrirse los colegios un muy importante incremento de la cantidad de contagios y muertes.

Iniciar las clases sin haber vacunado previamente al personal y sin las adaptaciones necesarias de la infraestructura implica  activar y multiplicar los factores de propagación. Entonces ¿por qué tanto entusiasmo del lado del lado de la derecha reaccionaria por comenzar la actividad escolar? ¿Aman tanto a nuestros hijos? ¿Les preocupa tan seriamente la formación e instrucción de niños y adolecentes?  A todas estas preguntas respondería con un rotundo NO. ¿Qué mueve entonces a tanto interés por la educación?

Las respuestas deben ser buscadas en otras razones. En nuestra Nación funcionan actualmente 15.090* Colegios Privados a los cuales asisten regularmente 3.489.551* Alumnos. Según cifras difundidas públicamente el nivel de morosidad, es decir de padres que no pagan las cuotas es del 61% y según nuestras fuentes más confiables es del 70 %*. Estos porcentajes están referidos a la deuda acumulada en relación con el pago del arancel correspondiente a lo largo de la cuarentena.

Para que los  alumnos puedan matricularse en el ciclo lectivo 2021 previamente sus padres, tutores o encargados deben poner al día sus deudas con la institución, ya sea  al contado o asistiendo a planes de financiación. Entonces la verdadera preocupación de ciertos sectores es volver a poner en funcionamiento uno de los más lucrativos negocios creados por el capitalismo local: la Educación Privada. Esta está conformada por una oferta educativa que además de cobrar en muchos casos exorbitantes cuotas totalmente fuera de cualquier regulación, (los aranceles oscilan entre$ 450* y $ 40.410* por mes) reciben además importantes subsidios por parte del Estado para su funcionamiento que como promedio alcanzan al 70 %* de los establecimientos privados y que están destinados a pagar total o parciamente la plantilla de personal. Además de este privilegio las Escuelas privadas no pagan IVA, ni ganancias y en muchos casos tampoco aportes patronales, lo cual eleva considerablemente aquellos subsidios percibidos en concepto de subsidios indirectos.

Si no se reanudan las clases no hay obligación de pagar las cuotas y en los directorios de las empresas educativas, distintos a la conducción académica, se ocultan hombres y mujeres poderosos de nuestro país que de tal manera ven erosionados sus negocios.

Dos cuestiones accesorias más del orden de la Economía Política: En primer lugar la magnitud de los subsidios. Estos representan alrededor del 0,002%* del PBI. En tiempos de encendidos debates acerca del déficit fiscal una reducción parcial o total de los mismos constituiría un significativo aporte a las cuentas públicas o una oportunidad inmejorable para aplicar esos recursos a causas más nobles. En segundo lugar, dependiendo del arancel cobrado por la institución entre uno y tres alumnos pagan con su cuota el sueldo bruto de un docente. Llamativamente los docentes de colegios privados, uno de los sectores más esclavizados de la economía argentina, no tiene y lo que es peor nunca se han planteado ni participar en la conducción empresaria de las Escuelas privadas ni mucho menos alguna forma de participación en las ganancias. Por el contrario “carnerean”, salvo muy honrosas excepciones  toda medida de fuerza legítima que sus colegas del la Educación Pública llevan adelante. Por otra parte si se pretende entender o enseñar en un nivel muy elemental el concepto de plusvalía se puede relacionar cuánto cobra un maestro por su trabajo, al cual apenas le alcanza para su propia reproducción, y cuanto ganan sus patrones por la tarea que realiza.

En conclusión: el gran negocio de la Educación Privada debe considerarse como el motor que impulsa el acelerado  y desesperado impulso del regreso a las aulas.

Nota:

* Las cifras estadísticas corresponden a elaboración propia en base a información suministrada por el Ministerio de Educación de la Nación, DIGEP, CONSUDEC y Colegios Privados seleccionados.

Fuente: https://rebelion.org/coronavirus-y-economia-politica-de-la-educacion/

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