Triunfo de la educación pública

Por Miguel Ángel Ferrer

Elba Esther Gordillo no cayó en prisión por ladrona o por corrupta o por su enriquecimiento inexplicable y a todas luces ilegal, ilegítimo, inmoral, mal habido, criminal. Fue a la cárcel como castigo por su indisciplina política al haberse opuesto a la mal llamada reforma educativa de Peña Nieto. Y esa negativa la convirtió en la principal presa política del peñismo.

Pero bien se sabía que su castigo no podría ir más allá del sexenio peñista. Y tal como ordenaba la tradición del preso político en México fue puesta en libertad poco antes del fin del sexenio de su vengativo encarcelador. De modo que tanto su encarcelamiento como su liberación son de la absoluta responsabilidad de Enrique Peña Nieto.

Por ello, mírese como se mire, la puesta en libertad de la Gordillo constituye una severa y sonora derrota para los propósitos privatizadores de la educación pública. Y también para los principales promotores de esa privatización, es decir, los grandes capitalistas que impusieron ese proyecto en la agenda política de Peña Nieto.

La tal reforma educativa era la reforma de reformas del neoliberalismo instalado en Los Pinos. Ideológica, política y económicamente, era más importante que las reformas energética, fiscal o de telecomunicaciones. Implicaba apoderarse plenamente de la conciencia de los niños y jóvenes mexicanos. Y con ello de la conciencia de todo un pueblo.

Pero la liberación de la Gordillo no pasaría de ser un hecho anecdótico si no se hubiera dado en el contexto del triunfo electoral de la candidatura popular de López Obrador. Porque esta victoria significa el abandono de las privatizaciones en general y de la educativa en particular. Y más aún: representará, como ya se está viendo, un enorme impulso a la educación pública.

Este empuje a la educación pública implicará necesariamente la mejoría salarial de los maestros. Y su capacitación y adiestramiento en la aplicación de las nuevas tecnologías digitales al proceso de enseñanza aprendizaje. Y también, desde luego, el fin de la campaña mediática de satanización, desprestigio y ninguneo de la educación pública, de los profesores y del normalismo mexicano, campaña malévola trabajada con esmero por los grandes capitalistas y por los gobiernos neoliberales en los últimos treinta años.

La Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana, como las tres grandes transformaciones de México en los últimos 200 años, no pueden entenderse sin el concurso de la educación pública, es decir, de la educación universalizada, gratuita y laica.

El gobierno de López Obrador, que se ha propuesto impulsar y conducir la cuarta transformación de México, tiene la necesidad histórica de fomentar, ampliar y vigorizar la educación pública. No sólo la convicción, sino la necesidad histórica de hacerlo.

Para el logro de este supremo y loable propósito, López Obrador contará sin duda con el apoyo de los maestros y de sus organizaciones sindicales, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en primera línea. Y también con el del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), antigua organización charra, cuyos líderes sabrán sumarse a la corriente popular, so pena de su derrocamiento por sus propias bases. Y también, por supuesto, con el de las universidades públicas y sus sindicatos, cuya existencia estaba gravemente amenazada por la ola privatizadora.

Fuente del artículo: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/triunfo-de-la-educacion-publica-1905350.html

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Causan placer y generan daños

Miguel Angel Ferrer

El sobrepeso, la obesidad y la diabetes son fenómenos multifactoriales. En general son producto de la vida sedentaria moderna y de la ingesta calórica excesiva. De modo que el incremento en la actividad física y el decremento en la ingesta calórica serían las primeras recomendaciones para combatir exitosamente esas tres patologías que en México y en muchos otros países constituyen una verdadera epidemia.

Pero conseguir que la población incremente su actividad física no es tarea sencilla. Son una inmensa minoría las personas que hacen deporte sistemáticamente. Y lo mismo puede decirse de otros tipos de actividad física. La vida moderna no implica la necesidad del esfuerzo físico.

Y lograr que la población renuncie voluntariamente a una ingesta alimenticia abundante y sobreabundante es, como lo prueba la experiencia mexicana y universal, una tarea de muy difícil cumplimiento.

La cantidad de alimentos ingeridos, sin embargo, no explica del todo la existencia y crecimiento de esas tres patologías. También cuenta la calidad, es decir, el tipo de alimentos consumidos.

Se sabe bien que la comida rica en carbohidratos y particularmente las bebidas azucaradas que produce la industria refresquera son los factores más importantes de sobrepeso, obesidad y diabetes.

Por eso es que hace más de diez años las autoridades de salud mexicanas emprendieron una cruzada para desestimular el consumo de esas bebidas. El punto central de esa campaña desestimulante fue la vía fiscal. Se creó por ley un impuesto de un peso por litro de refresco. Es decir: se encareció el producto sabiendo, como se sabe, que el sobreprecio sería pagado por el consumidor final.

La lógica económica de la medida era impecable: un aumento de precio debe conducir a una disminución de la demanda. Pero este postulado económico no siempre se cumple. Existe abundante experiencia histórica demostrativa de que a pesar del aumento de precio de equis producto no cae la demanda del mismo. Es el caso paradigmático de las gasolinas y, en general, de los combustibles.

Luego de casi diez años de haber entrado en vigor el impuesto desestimulante los resultados en la baja en el consumo son bastante pobres. Según se nos dice en los medios de comunicación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que gracias a ese gravamen el consumo de refrescos descendió en seis por ciento en 2014 y en ocho por ciento en 2015.

Los resultados, como es claro, resultan decepcionantes. Pero ahora los promotores de la vía impositiva plantean la necesidad de incrementar el impuestos en ciento por ciento: de un peso a dos pesos por litro. ¿De aprobarse el nuevo gravamen habrá buenos resultados? Quizás tan decepcionantes como los ya conseguidos.

¿Qué hacer entonces? ¿Más información sobre los perjuicios que causan las bebidas azucaradas? Ya hay suficiente, pero nunca saldrá sobrando que haya más. Como en el caso del tabaquismo, el alcoholismo y la afición a las drogas no etílicas el punto central del problema radica en ese gusto humano por consumir productos que al mismo tiempo causan placer y generan daños. Y contra ese gusto no parece haber armas suficientes.

Y lo mismo puede decirse del gusto por comer en exceso. Las raciones grandes y notoriamente excesivas son el pan nuestro de cada día. La moderación y  el raciocinio al comer y beber no parecen ser cualidades del ser humano moderno.

Moderación y raciocinio serían las medidas adecuadas para combatir y vencer estos flagelos patológicos que nos agobian. ¿Queda espacio para la esperanza? ¡Ah!, el placer de comer y beber en exceso.

Fuente del articulo: http://www.telesurtv.net/bloggers/Causan-placer-y-generan-danos-20161021-0001.html

Fuente de la imagen: http://atusaludenlinea.com/wp-content/uploads/2016/10/los-refrescos.jpg

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Pocos hijos, sólo uno o ninguno, las opciones de la familia moderna

Miguel Angel Ferrer

En 1979 China estableció la política demográfica de un solo hijo. Labores de convencimiento, asesoría en anticoncepción, sanciones diversas y la presión social y política lograron el objetivo de impedir, a lo largo de 37 años, 400 millones de nacimientos, algo así como cuatro veces la población mexicana actual.

Pero a la par de esa meta alcanzada apareció otro fenómeno demográfico, previsible si bien un tanto inesperado: el envejecimiento de la población. Y ahora el gobierno chino ha anunciado el abandono definitivo de la política de un solo niño para pasar, con ciertas restricciones, a la de dos hijos por familia.

Ahora el objetivo es el contrario: incrementar la fecundidad. Y para lograrlo, las autoridades chinas transitan de las sanciones y la presión política y social antinatalista, incluidos la esterilización y el aborto voluntarios y hasta forzados, a los estímulos pro natalistas: mejor vivienda, premios en dinero,   mejores condiciones laborales y facilidades para realizar estudios superiores.

Sólo que, para la frustración de los planificadores demográficos, la sociedad china no ha hecho suya la nueva política poblacional. Sólo la décima parte de las familias susceptibles de acogerse a la nueva concepción demográfica ha respondido afirmativamente.

Esta respuesta social, desde luego, era perfectamente esperable. Mil quinientos años antes la Roma clásica experimentó la misma situación de cierto despoblamiento. Y primero el emperador Julio César y luego el emperador Augusto se propusieron incrementar la natalidad romana mediante diversos incentivos morales y económicos. Las llamadas Ley Julia y Ley Augusta fueron los instrumentos para la consecución de ese propósito. Y la respuesta social, como ahora en China, fue la indiferencia popular. El caso chino es prueba del éxito en los propósitos gubernamentales de reducción de la natalidad, así como igualmente del fracaso en incrementarla.

Es cierto que también modernamente hay casos de países, digamos Francia y Argentina, en los que las políticas oficiales de incremento de la natalidad han sido selladas con el más rotundo fracaso. Por lo que toca a Francia, esas políticas natalistas datan del fin de la segunda guerra mundial; y con respecto a la Argentina el fenómeno se dio en los años setenta y ochenta del siglo veinte.

En la Francia de esa época, en la baja en la natalidad no participaron, porque no existían, los modernos y eficaces métodos anticonceptivos químicos, mecánicos y quirúrgicos, ni el aborto seguro. En Argentina fue distinto. La píldora anticonceptiva nació en 1960, y para las décadas de los setenta y ochenta ya era bastante popular. Y tan popular, que en sus propósitos antinatalistas, la dictadura de Videla prohibió por ley el uso de ese y otros métodos contraceptivos. Y ya no digamos el aborto. Si los franceses y francesas consiguieron reducir y mantener baja su tasa de natalidad sin los modernos anticonceptivos, éstos ahora, con el aborto seguro y generalizado, les han facilitado y les facilitan la tarea.

Parece, en consecuencia, que los deseos y propósitos de una familia con pocos hijos o sin ellos depende más de una nueva conciencia que de los recursos físicos para lograrlo. Por las razones que se quiera, las sociedades modernas optan por tener pocos hijos, sólo uno o simplemente no tenerlos. Claro que la anticoncepción moderna y el aborto seguro ayudan, pero indudablemente la nueva conciencia es el factor esencial. Hoy en todo el mundo, México incluido, las opciones son pocos hijos, sólo uno o ninguno.

 

Fuente del articulo: http://www.telesurtv.net/bloggers/Pocos-hijos-solo-uno-o-ninguno-las-opciones-de-la-familia-moderna-20160922-0002.html

Fuente de la imagen: http://www.telesurtv.net/__export/1474571228163/sites/telesur/img/multimedia/2016/09/22/foreign201606291538000450142329642.jpg_916636689.jpg

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El SME, la CNTE y la lucha de clases

Por: Miguel Ángel Ferrer

El 10 de octubre de 2009 Felipe Calderón decretó la extinción y liquidación de la empresa paraestatal Luz y Fuerza del Centro. Para justificar su arbitraria decisión, el espurio gobernante argumentó un supuesto mal servicio de la empresa y excesivos costos de operación. Pero la razón verdadera fue destruir a la organización gremial de Luz y Fuerza, el histórico y siempre combativo Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

El silogismo gubernamental era impecable: extinguida la empresa, necesariamente se extinguiría el sindicato de la misma. Fenecido el contrato entre patrón y sindicato, este último perdería la razón de su existencia. De este modo, Calderón materializó el propósito de matar al SME, antiguo objetivo de los gobiernos pripanistas.

Pero, como solía decir Lenin, la historia da sorpresas. Y para sorpresa de Calderón, de la derecha mexicana y de otros enemigos históricos del sindicalismo libre y, concretamente, del SME, el plan de matar a éste resultó fallido.

De acuerdo con información publicada tanto en la prensa mexicana como en la internacional, el líder nacional del SME, Martín Esparza, hizo público que las negociaciones que la dirigencia de la organización gremial sostenía con el gobierno de Peña Nieto han llegado a su fin, luego de lograr un acuerdo que satisface a ambas partes.

Tras una reunión con el subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, el dirigente de los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, aseguró que alrededor de 14.500 integrantes del SME recibirán el pago de la indemnización que en su momento no aceptaron, y que, además, se llegó al acuerdo de concluir la entrega de fábricas y talleres por parte del gobierno, mismos que habían sido “requisados” (sustraídos, secuestrados) durante el proceso de extinción de Luz y Fuerza del Centro.

El líder sindical señaló que la empresa cooperativa de generación de energía eléctrica, Generadora Fénix, opera desde el mes de noviembre pasado, misma que fue fundada por ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro, la cual ya podrá competir libremente en el mercado de energía eléctrica.

Adicionalmente Esparza informó que en los siete años transcurridos desde el manotazo dictatorial de Calderón, fallecieron alrededor de 200 trabajadores afiliados al SME, pero que el monto de la liquidación que les correspondía será entregado a los deudos de los valientes compañeros fallecidos.

La moraleja es clara: la resistencia organizada de los trabajadores, es decir, del pueblo trabajador, es la mejor manera de enfrentar, y vencer, los propósitos y las políticas antinacionales, antipopulares y pro imperialistas de la oligarquía y de la plutocracia mexicanas. Y como igualmente enseña el caso argentino en la era postkirchnerista, lo mismo puede decirse para cualquier país.

A la exitosa lucha del SME y de sus dirigentes, encabezados por Martín Esparza, le debe el pueblo mexicano esta histórica victoria sobre los afanes burgueses por despojar de sus riquezas naturales y humanas a la clase trabajadora.

Esparza y el SME han sido actores principales durante los últimos nueve años de una etapa de aguda lucha de clases. Como es obvio, ésta, la lucha de clases, no es una frase doctrinal que pueda ser desechada o simplemente ignorada por algún sector de la sociedad.

La lucha de clases, como la que ahora mismo enfrenta a la CNTE y a la cúpula empresarial-gubernamental mexicana, es un fenómeno social, político, económico y cultural objetivo, como lo están demostrando esos dos pilares del sindicalismo libre que son el SME y la CNTE.

Fuente: http://www.miguelangelferrer-mentor.com.mx/

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