El cubismo y la física moderna

Por: Montero Glez

La física moderna inspiraría a los artistas plásticos de principios del siglo XX, estableciendo un paralelismo entre las formas matemáticas que expresan los desarrollos científicos y la estructura oculta que subyace en los cuadros de la época

El logro intelectual que arrancó en la Grecia clásica con la intuición de Demócrito, cuando propuso que los compuestos estaban constituidos por un número infinito de átomos, fue el origen de una obra de arte colectiva que llegaría a su culminación a principios del siglo XX con la física moderna. Por lo mismo, fue la física moderna, y no otra materia, la que inspiraría a los artistas plásticos de principios del siglo XX.

Se puede observar un paralelismo entre las formas matemáticas que expresan los desarrollos científicos y la estructura oculta que subyace en los cuadros de la época, valgan los ejemplos de Picasso, Juan Gris, George Braque o Umberto Boccioni que en su obra Dinamismo de un ciclista, nos muestra la magnitud física que relaciona el cambio de desplazamiento con el tiempo que propone la velocidad, dando origen a una imagen deconstruida en colores borrosos e imprecisos y bajo la que subyacen fórmulas concretas. De la misma manera que, décadas antes, el invento de la fotografía influiría en el arte de los impresionistas, ahora será el mundo que contiene el átomo lo que va a servir de ejemplo para las nuevas formas artísticas de la época.

Algo semejante nos viene a contar el matemático polaco Jacob Bronowski en su libro titulado El ascenso del hombre (Capitán Swing) que dio lugar en su día a una serie emitida con el mismo titulo por la BBC. En el citado trabajo, Bronowski nos propone que el arte moderno aparece a la par que la física moderna pues comparte la misma búsqueda, la misma curiosidad a la hora de desentrañar la estructura oculta de la naturaleza. Estamos hablando de un periodo de tiempo donde coincidirían Einstein, Picasso, Marie Curie, Juan Gris y Georges Braque. Artistas plásticos y científicos que van a comprometerse por igual en descubrir estructuras hasta entonces ocultas. Sirva como dato lo expuesto en el libro de uno de los principales teóricos del cubismo, Meditaciones estéticas (Visor),donde Apollinaire establece la primera etapa del cubismo como científica pues será en este primer periodo cuando se deconstruya la realidad para analizarla siguiendo el método científico.

El núcleo del cubismo, tal y como nos lo explica Bronowski, expresa la sustancia geométrica que lo mantiene y, para ello, pone como ejemplo la pintura de Georges Braque considerada como el primer paisaje cubista, Maisons àLEstaque, donde el artista francés se inició en este estilo, inspirado en las familias de cristales. En el citado oleo, Braque descompone el paisaje en piezas, siguiendo los pasos del discurso científico hasta conseguir la expresión artística.

Se puede observar un paralelismo entre las formas matemáticas que expresan los desarrollos científicos y la estructura oculta que subyace en los cuadros de la época

A su vez, Pablo Picasso trabajaría en su taller la obra que será tomada como referencia del nuevo estilo, donde recrea la geometría angular con valentía y desde distintas perspectivas. En su cuadro titulado Las señoritas de la calle de Avinyó, el artista malagueño rompe con el enfoque dominante del Realismo, evitando con ello toda perspectiva espacial y lo hace poniendo en práctica múltiples perspectivas a la vez sobre la misma figura. Resulta curioso comprobar cómo, en esa época, Einstein va a cuestionar el carácter absoluto del espacio y del tiempo, experimentando con fórmulas matemáticas nuevas formas geométricas que Picasso trasladaría al lienzo, donde un punto en el espacio, tomado desde distintas perspectivas, va a definir la nueva forma pictórica.

A principios del siglo pasado, científicos y artistas emprendieron el camino del conocimiento simultáneamente, llevados por el mismo rumbo, dispuestos al experimento o al invento de las observaciones que en su día inició Demócrito. De esta manera, científicos y artistas recrearon de igual forma la mirada sobre la naturaleza pues mientras los unos se preocuparon de cómo representar sobre el lienzo un mismo objeto desde distintos ángulos a la vez, revelando la geometría subyacente del objeto, los otros se ocuparán de explicarlo con la rara belleza de la inteligibilidad científica.

Hace unos días, falleció Carlos Sánchez Pérez -de nombre artístico Ceesepe- pintor de Madrid que contenía a todos los pintores juntos y a su vez no se parecía a ningún otro. En su pintura subyacen los trazos de los grandes maestros y también las estructuras ocultas con las que experimentaron los hombres de ciencia. Valga esta pieza como homenaje a su memoria.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/09/17/ciencia/1537200029_162816.html

Comparte este contenido:

Los olvidados de la ciencia

Por: Montero Glez

Hay científicos que han seguido los mismos pasos, alcanzado las mismas teorías, no sólo en la misma época sino también en la misma cultura

No hay casualidades, sino destinos, dejaría escrito Ernesto Sabato en una de sus novelas. Si tomamos al pie de la letra tal sentencia y con ella identificamos la realidad de la vida con la realidad de la literatura, nos encontraremos con científicos cuyos destinos han coincidido. Siguiendo los mismos pasos han alcanzado las mismas teorías, no sólo en la misma época sino también en la misma cultura.

No hay casualidades, sino destinos, dejaría escrito Ernesto Sabato en una de sus novelas

Sin ir más lejos, cuando Galileo, desde Florencia, ajustó su ojo al telescopio y descubrió cuatro objetos luminosos girando alrededor de Júpiter, otro astrónomo de nombre Simon Mayr cuyo apodo era Marius, los estaba viendo de igual manera desde Alemania aunque sus resultados científicos los hiciera públicos, cuatro años después, en un tratado de investigación que saldría a la luz bajo el título Mundus Iovialis.

La reacción de Galileo ante dicha obra fue de denuncia, acusando a Marius de plagio en su libro Il Saggiatore. Sin embargo, Marius no sólo había investigado de manera independiente los mismos cielos que Galileo, sino que fue más ajustado que Galileo en lo que se refiere a la inclinación del plano de trayectoria de los satélites de Júpiter, argumentando de una manera precisa las diferencias de latitud. Además, Marius constató que la luminosidad de dichos satélites era variable según los periodos.

Alfred Russell Wallace es el gran olvidado de la teoría de la evolución

La polémica que mantuvieron ambos científicos se solucionaría años después, bautizando a las cuatro lunas de Júpiter como lunas de Galileo cuyos nombres se corresponderían con los nombres propuestos por Marius, es decir: Europa, Io, Calixto y Ganímedes. De esta manera, con decisión salomónica, la ciencia rinde tributo al hombre que pasa desapercibido cada vez que se nombra la teoría heliocéntrica.

Otra teoría que fue concebida por partida doble y también de manera independiente, fue la teoría de la evolución. En este caso, el destino de Darwin viene unido al del naturalista inglés Alfred Russell Wallace, que es el gran olvidado de la teoría de la evolución. Para que no caiga en el olvido, aquí van unas breves notas que arrancan cuando Wallace llegó a Manaos, con 25 años.

Decidido a descubrir lugares poco explorados, se sirvió de una canoa para navegar el Amazonas hasta el cauce del Río Negro donde se sorprendió ante las diferencias entre especies vecinas de mariposas; un asombro que le llevaría a considerar que algunas especies se habían desarrollado de manera distinta. Tal y como nos dejó escrito, intuyó que existía “alguna frontera que determinase el ámbito de cada especie, alguna peculiaridad externa que marcase la línea que cada una de ellas no puede cruzar”. Al igual que Darwin, el naturalista Alfred Wallace regresaría de los trópicos convencido de que las especies relacionadas divergen a partir de un linaje común. Pero la coincidencia más azarosa vendría con otra lectura, la del clérigo inglés Thomas Robert Malthus que, con un estilo pesimista, señaló en su obra Ensayo sobre el principio de la población (1798) que la población se multiplicaba más rápidamente que la comida.

El destino se disfraza de casualidad para concebir la vida como una fábula

A partir de la citada lectura, Darwin se da cuenta de que tiene una teoría con la que trabajar pues si era cierto lo que aseguraba de Malthus, de que la población aumentaba en progresión geométrica mientras que la comida aumentaba en progresión aritmética, entonces la naturaleza actúa como una fuerza selectiva, matando a los débiles y creando especies nuevas a partir de los supervivientes que mejor consigan adaptarse a su medio. Años después de que Darwin empezase a trabajar en su casa con el chispazo malthussiano, a muchas millas de distancia, en las islas Molucas, Alfred Wallace cae enfermo y en su noche febril, entre delirios y sudores fríos, le viene a la mente el libro que leyó hace tiempo y que revelaba la teoría que en aquellos momentos experimentaba en su propio cuerpo y que decía que los más fuertes escapan de las enfermedades y que sólo los más adaptados logran sobrevivir. Con dicha revelación, Alfred Wallace convierte dudas en certezas.

De esta manera, sin estar sujeto a cálculo alguno, el objeto de la teoría de la evolución fue concebido dos veces de manera independiente por dos naturalistas que vivieron la misma época. Lo que nos lleva a suponer que, en ciertos casos, el destino se disfraza de casualidad para concebir la vida como una fábula.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/05/15/ciencia/1526369752_416734.html

Comparte este contenido: