Más educación y formación de adultos a lo largo de la vida

Por: María Luz Martínez Seijo.

Es necesario impulsar la acreditación de la experiencia laboral, reforzar la Formación Profesional y mejorar la colaboración entre el sistema educativo y el mundo empresarial

Los datos que arroja el último informe de la OCDE 2018 Panorama de la Educaciónnos revela que en España existe un serio problema de reproducción social a través de la educación, especialmente para los que no alcanzan los niveles post-obligatorios. El 55% de los adultos que no traspasan ese umbral educativo proceden de padres que tampoco lo alcanzaron. Se trata de un círculo cerrado de pobreza educativa luego traducida en bajos salarios y en pobreza monetaria que vuelve a transmitirse inter-generacionalmente. Romper dicho círculo cerrado es la máxima prioridad para la justicia educativa y para la igualdad real de oportunidades.

Si bien es cierto que la tasa de graduación en la ESO se ha incrementado en España en los últimos años alcanzando el 81%, todavía la tasa de abandono escolar es elevada (18%) y supone un gran reto para España. Especialmente preocupante es que el 34% de la población adulta-joven española de 25 a 34 años de edad no haya alcanzado el nivel de educación secundaria superior, comparado con la media del 15% de la OCDE. Es una brecha de 19 puntos que las políticas educativas y de formación han de encarar con decisión y valentía. Es evidente que no podemos mejorar nuestro presente y futuro económico sin una amplia base social formada y cualificada.

Por eso, se impone como prioridad hacer un esfuerzo para elevar la participación de los menos formados en la educación continua para adultos y en lograr cualificaciones que mejoren sus opciones de empleo. En torno al 50% de la población activa española no tiene acreditada su experiencia laboral atesorando habilidades y competencias no reconocidas por ninguna titulación.

El alcance en el nivel educativo de las personas determina el modelo de sociedad que se pretende. Los socialistas estamos plenamente convencidos de que debemos combatir un modelo de sociedad cada vez más dualizada y desigual que deja a un tercio de población atrapada en la desventaja y la vulnerabilidad social. Combatir este modelo exige abordarlo desde la igualdad de oportunidades que el sistema educativo debe garantizar. Esto no se logra con una selección del alumnado en función de sus posibilidades económicas, ni con insuficientes ayudas para material escolar, ni con una ratio excesiva de alumnos por clase, limitando los apoyos educativos y las medidas de compensación educativa por desventaja social.

En torno al 50% de la población activa española no tiene acreditada su experiencia

Medidas que perjudican a los más débiles y que tienen consecuencias en las opciones sociales, laborales y económicas que determinan un modelo de sociedad precaria, con más personas sin cualificaciones, con trabajos mal pagados, destinados a la vulnerabilidad social permanente y a un ejercicio muy frágil de su ciudadanía.

Los socialistas optamos por políticas igualitaristas y universalistas que no dejen a nadie atrás fundamentadas en un enfoque de derechos y de ciudadanía activa, puesto que las libertades individuales no pueden ejercerse si antes no aseguramos la igualdad real de oportunidades. Para ello es necesaria una doble estrategia.

En primer lugar, prevenir y reducir el abandono escolar, con un nuevo modelo educativo y evaluativo más competencial, con planes y recursos específicos, con seguimiento del alumnado que abandona para poder reinsertarlo nuevamente al sistema, con refuerzo de la coordinación y co-responsabilidad entre distintas administraciones y agentes sociales. La reducción del abandono escolar es la base para que nuestra sociedad adquiera una mayor cohesión social y redistribuya oportunidades de promoción social. Su disminución adquiere también gran importancia puesto que se conseguirá que la recapitalización formativa del joven pueda hacerse efectiva a lo largo de su vida. Reducir el abandono temprano es superar el círculo de la pobreza formativa transmitida de padres a hijos y posibilitar trampolines para el ascenso social y cultural.

Vamos a prevenir y reducir el abandono escolar con un nuevo modelo educativo y evaluativo más competencial

En segundo lugar, se debe fomentar la educación y formación de la población adulta, que ha de cobrar un especial protagonismo tanto en la educación reglada como en la no reglada. Los Centros de Educación para Adultos juegan un papel clave como vía para la obtención de títulos y como puente para la continuación de la formación. En esta línea de trabajo es necesario impulsar la acreditación de la experiencia laboral, reforzar la Formación Profesional modular que permita la conciliación del trabajo y la formación continua y mejorar la colaboración y comunicación entre el sistema educativo y el mundo empresarial, abordando las necesidades de formación continua de los trabajadores que se van detectando en el ámbito laboral.

Es por todo ello esencial que toda sociedad se impregne de la cultura del aprendizaje y la formación permanente, tomando conciencia de la importancia de lograr titulaciones intermedias para escapar del círculo de la herencia social de una baja formación, una empleabilidad vulnerable y una ciudadanía desvinculada de la corriente principal. Elevar el nivel educativo de la población adulta con más cualificaciones, no sólo contribuye a mejorar la productividad y el desarrollo económico, sino, sobre todo, garantizar un mayor desarrollo social y cultural de una ciudadanía más ilustrada, abierta, tolerante y crítica que reforzará nuestra democracia y nuestra libertad.

Fuente del artículo: https://elpais.com/sociedad/2018/11/02/actualidad/1541161966_558381.html

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