Micaela Ramos
«La ternura será abrigo frente a los rigores de la intemperie, alimentos frente a los del hambre, y fundamentalmente buen trato, como escudo protector ante las violencias inevitables del vivir» Fernando Ulloa.
El contexto adverso que atravesamos durante el ciclo lectivo 2020 y la imposición de encontrar espacios formativos colectivos para tranquilizarnos en la completa incertidumbre transitada, produjo un aceleramiento en la toma de conciencia sobre la importancia del registro y la producción teórica que, a partir de las prácticas pedagógicas, les educadores debemos realizar y compartir. Reencontrarnos con la necesidad de la ternura como herramienta de trabajo, más a flor de piel que nunca ha sido pura ganancia. Esta peripecia que implicó la pandemia y el ASPO nos empujó a muches a poner “manos a la obra”, a trabajar en equipo si veníamos trabajando en soledad, a transversalizar las disciplinas y jerarquizar saberes, a cuestionarnos absolutamente todas las que hasta entonces nos parecían certezas, a democratizar las prácticas y las voces, y todos los “vicios” de poder que el rol docente traía/trae vetustos consigo.
La irresolución de la situación de pandemia fue produciendo un desorden de la temporalidad que nos organizaba y llevó largos meses ir entendiendo que la significatividad de nuestras prácticas estaba dada en los criterios de salud que la mediaran. Aun así, a 280 días de aquel primer anuncio de ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) en nuestro país, hay quienes intentan poner en el centro de la escena criterios reducidos que no resisten ningún intercambio serio.
Sin dudas la situación mundial agravó todos los condicionamientos en términos de desigualdad socio económica, cultural, de género y de clase pre existentes en todos los continentes y por supuesto en los países más castigados históricamente. Naturalmente, las instituciones educativas no están al margen de esta agudización de las imposibilidades. Asimismo, es menester dar algunos debates hacia adentro, visualizar el gran aceleramiento de aquellos procesos que ya nos atravesaban, como el alcance de la propuesta escolar, por ejemplo. Pues la escena nos obligó y -paradójicamente- nos posibilitó repensar las prácticas en vías de que sean transformadoras de las realidades injustas. Poder retomar aquellas ideas que hacen a la justicia curricular, y revalorizar aquellas prácticas que miran desde la perspectiva de les más necesidades, resulta imprescindible y urgente.
Evidentemente la situación de emergencia nos pide a les trabajadores de la educación a gritos el ejercicio de reflexión y la puesta en cuestión de una serie de categorías pretenciosas de una sociedad con mayor igualdad y justicia. Ha sido necesario desde el inicio expresarse y afirmarse en el compromiso que la tarea educativa implica, el ejercicio crítico, la inmersión en la realidad que nos acontece, el involucramiento con las políticas que buscan aportar a las necesidades del conjunto. Claro que es imperiosa la necesidad de complejizar los marcos teóricos que nos contenían y daban tranquilidad, de deconstruir aquellos mandatos que reproducen el sometimiento histórico, de desempolvar y rescatar la cultura propia – “ (…) reconocer las condiciones del pensamiento crítico y denunciar la inadecuación entre paradigmas ajenos y realidades propias” Graciela Flores, 2013. – y de disputar el poder que opera siempre en favor de los dueños del mundo, ajenos tanto a nuestras identidades latinoamericanas como a la pertenencia a las mayorías trabajadoras. Por supuesto, y en esta misma línea, es indispensable revisitar y reescribir los relatos gastados acerca de la historia, las rupturas y las revoluciones que convidamos a les pibes sin mencionar la desigualdad de género resultante del mismo orden sistémico patriarcal y capitalista.
Ahora bien, la educación lleva consigo esa versatilidad – que puede pensarse como flexibilidad o como condena – de ser potencialmente reproductora del orden imperante, o transformadora. Y en este sentido voy a ser concreta, y al que le quepa el sayo que se lo calce. Suponer que los sistemas educativos están determinados por las pedagogías críticas o tradicionales que les docentes persigamos, es de una ingenuidad (en el mejor de los casos) absurda; igualmente lo es sintetizar que la institución escuela es excluyente por los engranajes que la hacen funcionar.
Es necesario algo de razonabilidad y de sustento… es ineludible abandonar la languidez y la violencia con la que se manifiestan en favor y en contra de no se sabe qué.
Estos últimos días estuvieron circulando discursos en torno a la modalidad de las clases que volverán a comenzar en breve…vale la pena apelar a la responsabilidad y la buena voluntad. Enmarcar la discusión es, en efecto, primordial.
¿Qué vamos a sentarnos a resolver? ¿Si la educación puede volver a funcionar como lo hacía, cuando el mundo no puede volver a hacerlo? ¿Es posible realizar una lectura más amplia capaz de registrar, por ejemplo, lo ocurrido en los distintos países del mundo en relación a la vuelta a clases? Pero, con honestidad, ¿alguien considera responsable y productivo empezar por conversar la presencialidad en las escuelas? ¿Es factible establecer un orden de prioridades que no nos distraiga de las fatalidades que nos aquejan? La incertidumbre inundó las agendas de todos los continentes. Este miércoles 20 en la Argentina hubo 150 muertes por covid-19, antes de ayer 235. La desigualdad de acceso a los bienes básicos agobia a las mayorías. En lo local, no se puede aseverar con certeza que el transporte público vaya a poder responder a la demanda de los barrios que más los utilizan. ¿Quiénes están evaluando las condiciones materiales de las instituciones educativas que albergarán niñes, docentes, y familias de la comunidad educativa? ¿Quiénes son los actores implicados en la toma de decisiones? ¿En qué medida están dispuestos a democratizar las decisiones?
Resulta insensato pensar que algo será como era antes, tanto como debatir los modos, como si se tratara de una cuestión de voluntades de les trabajadores o de los gobiernos. Una pandemia azota al planeta muchaches, y las Escuelas somos de aquí también…
¿Nos vamos a sentar todes (autoridades y sindicatos en representación de les trabajadores) o vamos a seguir – funcionales a los poderosos – desviándonos de las urgencias, discutiendo desde la individualidad, mientras otres disponen en otra mesa?
Fuente: https://redaccionrosario.com/2021/01/21/las-escuelas-tambien-son-de-este-planeta/