La cultura caraqueña de la pobreza (I)

Por: Mario Sanoja Obediente

Los estilos de vida expresan la dinámica histórica de la subjetividad, en este caso referidos a los colectivos que poseen determinados modos de vida en una sociedad dada, pasados o actuales.

Un conocido antropólogo norteamericano, Oscar Lewis, escribió hacia mediados del siglo pasado dos monografías extraordinarias sobre la vida de los pobres en un barrio mexicano: Los Hijos de Sánchez y La Cultura de la Pobreza. Ambos analizan el estilo de vida, el modo de vida de la sociedad pobre que constituye el sector cuantitativamente más importante de una sociedad urbana opulenta como la de Ciudad de México. Igualmente, la antropóloga venezolana Iraida Vargas-Arenas analiza los estilos caraqueños de vida pobre en su obra Resistencia y Participación. Los estilos de vida expresan la dinámica histórica de la subjetividad, en este caso referidos a los colectivos que poseen determinados modos de vida en una sociedad dada, pasados o actuales. Un estilo de vida está constituido por los hábitos culturales y sociales que se expresan en la vida cotidiana, por la ideología que define a un sector específico de una sociedad, el cual puede llegar a conformar una subcultura que se manifiesta a su vez en formas culturales de comportamientos laborales, la alimentación, el vestido, la vivienda, la concepción del urbanismo. En el caso venezolano, los estilos de vida que definen a la sociedad burguesa actual confrontados con los de las clases populares, constituyen un ejemplo aleccionador. Por razones históricas, las migraciones campesinas que se produjeron en Venezuela a inicios del siglo pasado como secuela del impacto de la cultura y la economía petrolera, llegaron a un espacio geográfico donde las tierras planas del valle caraqueño y buena parte de la zona montañosa del Este de Caracas eran propiedad de una burguesía latifundista urbana, los llamados amos del valle. Hasta bien entrado el siglo XX persistieron en el Este y en el Sureste caraqueño extensos tablones de caña de azúcar como el caso de la hacienda Ibarra, donde se construyó posteriormente la Ciudad Universitaria, o la zona de Montalbán, donde sobrevivieron hasta tiempos muy recientes trapiches donde se molía la caña, se fabricaba el azúcar, el papelón, el ron y el aguardiente blanco. La expansión de la clase media y el enriquecimiento ostentoso de los burgueses caraqueños, determinó la expansión territorial de la ciudad hacia el Este y el Sureste del valle. Los migrantes campesinos fueron impedidos de ocupar las tierras planas que estaban dedicadas por sus dueños a servir de asiento a urbanizaciones para la clase media o media-alta en ascenso. Los pobres tuvieron que asentarse en las laderas de las serranías del Sur, para lo cual desarrollaron nuevas tecnologías constructivas, una nueva cultura y modos de organización social.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/opinion/mario-sanoja-obediente-la-cultura-caraquena-de-la-pobreza/

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Caracas en la hora de los pueblos

Por: Mario Sanoja

Tratar de escribir sobre la formación urbana de Caracas es una empresa complicada. Su tiempo histórico actual es expresión de los cambios de su cultura, de su modo de vivir, es la manifestación de diversas subjetividades y estilos de vida y de ocupación territorial que -con el transcurso de los años- han llegado a constituir formas sociales políticamente antagónicas que todavía no logran encontrar formas de convivir, proceso que se ha agravado por la incapacidad de la derecha venezolana para entender ese proceso.

Caracas es un valle alto, ubicado entre 900 y 1.200 metros sobre el nivel del mar (msnm), dominado por dos serranías. El Waraira Repano, con picos como el Naiguatá que alcanzan hasta 2.765 msnm, cuya vertiente norte desciende abruptamente hasta el mar dando origen a un estrecho litoral de acantilados. La escarpa norte del valle sur está dominada por una amplia terraza fluvial, la terraza superior del río Guaire.

¿Por qué el centro? La escogencia del lugar para fundar la ciudad se debió a consideraciones estratégicas, ya que desde el promontorio delimitado hoy día por las actuales esquinas de Santa Capilla, Veroes, Catedral y Principal era posible entonces tener una visual de casi 360° de las tierras circundantes, además de contar con una fuente para aprovisionarse de agua, la quebrada Catuche que corría por las actuales esquinas de Jesuitas, Veroes y Catedral hasta caer en el Guaire. Por esa ventaja estratégica, Losada desechó hacer la fundación en las sabanas que se hallaban hacia el oeste (hoy Catia) o hacia el este (hoy Sabana Grande, Chacao y Petare), territorios sujetos para entonces al control de diversas etnias caribes caracas. Este relieve desigual comenzó a ser modificado a partir de la era guzmancista, largo proceso que se intensificó bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. La sección occidental de la fachada norteña del valle, la actual parroquia Catia, presentaba, por el contrario, una extensa formación en pendiente de sabanas y cujizales que se extiende desde los contrafuertes del Waraira Repano hasta el cauce del río Caroata.

Imágenes fotográficas del centro de Caracas mostradas en el diario de sir Ker Porter, cónsul de Inglaterra en Caracas hacia mediados del siglo XIX, muestran una vista de la catedral erguida sobre una meseta en pendiente rodeada de profundos canjilones que se prolongaba hasta lo que es hoy Plaza Carabobo, Parque Central y El Conde. Este relieve desigual comenzó a ser modificado a partir de la era guzmancista, largo proceso que se intensificó bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez.

La sección occidental de la fachada norteña del valle, la actual parroquia de Catia presentaba, por el contrario, una extensa formación en pendiente de sabanas y cujizales que se extiende desde los contrafuertes del Waraira Repano hasta el cauce del río Caroata. Desde Catia, los caminos permitían bajar al litoral guaireño, hoy Estado Vargas, que es como una extensión cultural y humana del oeste de Caracas.

Para los siglos XVII y XVIII, una vez pacificadas las etnias caribes, los terratenientes caraqueños se apoderaron de los suelos agrícolas que habían sido cultivados durante milenios por los indígenas caraqueños. Así surgen en las tierras planas de lo que hoy denominamos Los Caobos, Sabana Grande, Chacao, Bello Monte, Petare, avenida Victoria, Paseo de los Ilustres, la autopista del Valle, la extensa planicie que lleva hacia Prados del Este irrigada por la quebrada Baruta, extensas plantaciones de café y caña de azúcar.

La región montañosa de Baruta, asiento de una etnia caribe, se desarrolló como una área de producción agrícola dominada, hasta algunas décadas atrás, por la horticultura y el cultivo de cítricos. Todos esos espacios privilegiados, siglos más tarde, serían convertidos por la inversión privada en urbanizaciones para la naciente clase media, negando así a los futuros inmigrantes campesinos del siglo XX, el acceso a dichas tierras privilegiadas, confinándolos a sobrevivir en la pendiente de los cerros o en los cauces de las quebradas.

La cultura caraqueña. En la Caracas de los años 40 del pasado siglo, la mayoría de la gente se desplazaba a pie; si la distancia era muy larga, se tomaba el tranvía o el autobús. Aquellas caminatas mostraban los profundos desniveles que todavía existen en el bloque central del valle (La Pastora, San José y Altagracia) que marcaban el curso de las antiguas quebradas: la profunda cañada que separaba la esquina de Portillo de la meseta donde se halla localizado el Cuartel San Carlos, las agudas pendientes como la Bajada de Los Amadores, la Bajada de Pineda y la famosa Bajada de los Perros que separaban el flanco oriental de aquellas parroquias de la meseta en pendiente donde se halla el centro histórico de Caracas. En 1948, la cancha deportiva de mi liceo, el Fermín Toro, lindaba con el profundo zanjón que marcaba el curso de la quebrada Quitacalzón, la cual cruzaba por el espacio de la actual plaza de El Silencio para desembocar en el río Caroata a nivel de la hoy plaza Miranda. De allí, ese río bajaba por la esquina de Maderero irrigando las antiguas vegas que se hallaban en la margen derecha del río Guaire donde hoy día se levanta el mercado de Quinta Crespo.

Las lagunas de Catia. El oeste de Caracas estuvo dominado hasta mediados del siglo XX por una formación de sabanas, suelos y planos que formaban parte de la cuenca del Caroata, la cual se ampliaba hacia lo que hoy día se denomina Los Magallanes. Allí en mi niñez, íbamos los niños “pastoreños” a jugar “caimaneras” de beisbol con los niños “catieros”. En esa zona de Catia existían lagunas tal como la que sobrevivió hasta recientemente en el espacio ocupado hoy día por la actual Plaza de Catia, así como otras más pequeñas localizadas en las sabanas de Los Magallanes, en cuyas aguas lodosas nos bañábamos.

Si el antiguo centro de Caracas tenía un relieve desigual, el este de Caracas, a semejanza de la zona oeste, era relativamente plana, de sabanas y vegas. Una de las zonas características era Chacao, famosa en mi niñez por los mangos que se daban en extensas arboledas que sobrevivieron hasta el auge del proceso de urbanización, el cual tuvo su zenit a mediados del siglo pasado. La primera propuesta seria de crear una nueva versión de Caracas en el este surgió con el Plan Rotival entre 1935 y 1936, donde se planificó la actual plaza Altamira como el punto nodal de un nuevo centro urbano.

Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/aniversario/especial-caracas-la-hora-los-pueblos-i/

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SOLILOQUIO: Reflexión sobre la coyuntura política actual

Mario Sanoja Obediente

Tratar de prevenir el futuro es una manera de conjurar las hades del pasado y del presente. Soliloqueando sobre lo que devendría nuestra sufrida Venezuela en el futuro inmediato, hallamos  la influencia fatal del imperio que, como en cada oportunidad que nuestro pueblo ha  tratado de emanciparse de su mefítica tutela, aparecen sus manos tenebrosas moviendo los todavía más tenebrosos políticos venezolanos que no tienen reparos en vender a la patria (que no es de ellos) por un plato de lentejas piches, por un puñado de devaluados dólares. Los que propiciaron con su falta de conciencia el triunfo de aquellos “malos hijos de la Patria”, no calcularon y quizás ni siquiera todavía están conscientes del daño que han hecho a nuestro pueblo (del cual ellos forman también parte) al permitir que llegue a controlar una porción del poder republicano  la peor manada de políticos, corruptos e incapaces de la cual se tenga memoria en la historia contemporánea de Venezuela. Otra parte importante del pueblo venezolano, felizmente, ha logrado alcanzar un buen nivel de conciencia histórica y política gracias a las enseñanzas de nuestro Comandante Chávez; esa presencia es ignorada por la estulticia de la derecha parlamentaria y empresarial que concibe la historia como un proceso mecánico donde basta jugar sibilinamente con la palabra “cambio” para que mágicamente éste se produzca de la manera deseada.

La Revolución Bolivariana, pese a los errores cometidos por parte de su dirigencia, ha logrado crear un nuevo contexto sociopolítico que constituye la verdadera amenaza contra la seguridad del establishment de los Estados Unidos: el hecho de que tengamos una democracia participativa y protagónica, la posibilidad de construir una nación donde los derechos sociales se cumplen y se respetan, donde se reduce al mínimo la desigualdad social, se vence la pobreza y la ignorancia y se logran las metas del milenio. Este logro alcanzado por una sociedad que los gringos consideran inferior, arroja un manto de oprobio sobre la faz de aquellos oligarcas estadounidenses que se consideran líderes de un pueblo escogido por la providencia para gobernar la humanidad. Como diría nuestro Libertador, en verdad han sido escogidos por Lucifer para llenar de muerte, destrucción y miseria a los pueblos del mundo, incluido el suyo propio.

Con base en lo anterior, objetivo del golpe electoral neoadeco del 6D es contar con una cabeza de playa para lanzar la ofensiva final contra el Presidente Maduro. Hemos resaltado en muchas notas anteriores los que consideramos han sido  sus inconsistencias a la hora de tomar decisiones cruciales para derrotar las amenazas de la derecha. Pero de la misma manera apoyamos sus políticas socioeconómicas y culturales que constituyen la única manera de resolver definitivamente esta crisis histórica, mundial y nacional del capitalismo que agobia a la nación venezolana. Consciente de ello el Imperio yankee y sus secuaces en la OEA, y la derecha venezolana se revuelven como fieras rabiosas contra el Presidente Maduro y la Revolución Bolivariana; desgraciadamente- también hay muchos camaradas que parecieran jugar con cartas marcadas el póker de la contrarevolución, y empeñan rabiosamente, cual un Henry Ramos cualquiera, en desacreditar los esfuerzos de la Revolución Bolivariana.

Que el imperio recurra al espantajo de la llamada Carta Democrática de la OEA significa que sus cómplices de la derecha venezolana no tienen mucha posibilidad de victoria en el corto plazo. Tanto la vía constitucional como la violenta para derrocar a Maduro, por ahora, parecen estar bloqueadas. La vía de la guerrilla bachaquera binacional tampoco tendría mucha opción… si el gobieno bolivariano se decidiese a reprimirla. La inflación inducida por Fedecámaras y la especulación voraz de los comerciantes podrían ser combatidas legalmente  mediante un decreto presidencial que permitiese pechar las ganancias excesivas y eventualmente, como hace el régimen capitalista en Francia, cancelar a los culpables la patente de trabajo-

El objeto de la ofensiva imperial contra los gobiernos (y los pueblos) progresistas de Suramérica es derrocarlos en este año electoral y presentar como trofeos de guerra al Congreso y al electorado de USA, como hacían los césares romanos, las banderas y los despojos de los gobernantes vencidos por el ejército imperial, presentando a los procónsules Macri, Temer y Ramos Allup como glorias imperiales. Pero no se dan cuenta que las revoluciones sociales no son gobiernos que se puedan derrocar, son procesos de cambio que ocurren cuando son históricamente necesarios. Las revoluciones son los pueblos. Por eso vemos que en cada caso a su manera los pueblos de Argentina, Brasil y Venezuela, tal como en otras escalas sucede en Grecia, España, Francia y Portugal, comienzan a tomar el pulso de sus movimientos revolucionarios, con o sin el acompañamiento del liderazgo político.

 

Algunos camaradas y amigos ven el futuro con pesimismo. Los procesos revolucionarios aunque son lineales en cuanto al logro de sus objetivos, en cuanto a su estrategia adoptan diversos mecanismos, tiempos históricos de lucha. La estrategia de la derecha es provocar el caos, desarticular el proceso revolucionario utilizando el miedo, utilizando la exaltación de los valores más egoístas del capitalismo para corromper los procesos de solidaridad social propios del socialismo.

El futuro pertenece a quienes tenemos fe en el triunfo final. Pero esa victoria solo será posible si sabemos bien lo que queremos lograr. La revolución socialista es ideología practicada; el pragmatismo y el oportunismo burgués solo conducen al logro de éxitos coyunturales. Sin haber creado el pueblo sujeto, la subjetividad revolucionaria a través de una verdadera politica educativa y cultural que ponga todos los medios de formación de conciencia (educación formal e informal, museos de historia y geografía nacionales y locales, medios de comunicación, música, literatura, teatro, cine, pintura, escultura, ciencia, etc….) al servicio de la lucha revolucionaria y la consolidación del pueblo como sujeto del cambio histórico venezolano, la derecha nos seguirá sorprendiendo. Ellos no tienen que cambiar nada, su tarea es lograr que gente quiera seguir viviendo bajo el antiguo régimen capitalista, impedir que lo nuevo se desarrolle, estimular la inercia social. Nosotros tenemos la tarea de preparar la nueva humanidad, la nueva sociedad justa y socialista. Y en la búsqueda de esa meta no podemos equivocarnos ni ser temerosos del futuro. Pensemos siempre en el comandante Chávez y en el sacrificio de su vida por la victoria revolucionaria. Ese es su legado principal.

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