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Ecador: Escuelas clandestinas, el último recurso de los que no tienen nada

En las zonas más necesitadas de Guayaquil, en Ecuador, proliferan las clases presenciales improvisadas en patios y descampados, con adolescentes que hacen las veces de maestros para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso.

Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. “Envié un oficio al municipio para que vinieran a limpiar”, resuelve con una normalidad y soltura impropia de su edad Dennisse Toala. Tiene 17 años y acaba de terminar Bachillerato.

Es una de las profesoras que improvisó clases en una de las zonas más inhóspitas y descuidadas de la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, a la que no llega ni el agua ni la luz: Monte Sinaí.

Ese espacio al aire libre en el que los niños repasan las vocales y los números es el punto más remoto de ese sector de asentamientos irregulares. Antes de llegar, las calles asfaltadas de la ciudad se convierten en vías con un cemento precario que luego pasan a ser caminos de piedra y polvo y, justo al acabarse la ruta, un barrizal arcilloso.

Pero ahí, hay un rayo de oportunidad para que los estudiantes con mayor riesgo de exclusión no pierdan el curso. Sin internet, es imposible que sigan las clases oficiales virtuales que impuso Ecuador cuando comenzó la pandemia de covid-19 hace un año.

Liam y Gael son dos gemelos de tres años. Saltan a la rayuela mientras cuentan los números. Los otros niños de su nivel esperan el turno. No se pelean. Sonríen. Es improbable que, por su edad, sean conscientes de la importancia de la labor que un día asumió la joven graduada sin que nadie se lo pidiera. Gracias a ella, todos los alumnos que han pasado por sus clases han aprobado el curso y, si comienza un nuevo año lectivo en mayo de forma presencial, no habrán quedado atrás.

Una evaluación oficial, tras entregar el portafolio de deberes completo de cada alumno a su escuela, avala los diez meses que han recibido asignaturas, rodeados de tierra y monte verde. “Yo, en realidad, quiero ser fisioterapeuta”, cuenta Toala.

―¿Con lo que has conseguido aquí no has pensado en ser profesora?

―No, no es algo que me motive tanto. Si no me llama la atención, no lo voy a hacer bien, ―responde, vestida aún con el pantalón corto de su uniforme colegial deportivo. ―Lo hago ahora porque me entusiasma estar ayudando y cubrir esta necesidad. El lema es aprender para enseñar y cada niño enseña a sus hermanos y hasta a sus padres, ―razona con el aplomo de un adulto y el cuerpo de una adolescente. Hace una semana organizó una fiesta de graduación que daba inicio a las vacaciones.

Cuatro alumnos hacen sus deberes al aire libre en una de las clases que se imparten de manera informal en Monte Sinaí, uno de los barrios más pobres de Guayaquil. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa.
Cuatro alumnos hacen sus deberes al aire libre en una de las clases que se imparten de manera informal en Monte Sinaí, uno de los barrios más pobres de Guayaquil. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa. MIGUEL CANALES LEON

El próximo curso empieza el 7 de mayo en la región Costa del país andino, pero no hay certeza de que se puedan retomar las clases presenciales. En la región Sierra y en la Amazonía, el curso arrancó en septiembre; en marzo, las autoridades ecuatorianas permitieron que 77 escuelas recuperasen la educación presencial como parte de un plan piloto al que Guayaquil, de momento, ha renunciado.

Mientras, Ecuador, que acaba de recibir el primer lote de vacunas AstraZeneca de la iniciativa Covax, mantiene el aumento de contagios de coronavirus: el país acumula 307.000 casos confirmados y 16.333 fallecidos por el virus desde el inicio de la pandemia, con una media diaria de más de 1.300 nuevos enfermos en los últimos siete días.

Ni Liam, ni Gael, ni Sebastián ni los otros chicos y chicas de hasta 15 años que han repasado lecciones con la profesora Toala están hoy en las descorazonadoras estadísticas de deserción escolar que acaba de presentar Unicef en Ecuador. Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios por las dificultades de seguir clases virtuales, y el 61,2% reconoce que este año ha aprendido menos.

Unos no tienen internet en su casa o deben compartirlo con sus hermanos; otros no tienen un ordenador o una tableta electrónica; otros, como muchos de los que viven en Monte Sinaí, no tienen ni mesas en sus casas. Solo dos de cada 10 alumnos ecuatorianos poseen equipos electrónicos de uso personal. “Hice una especie de evaluación previa a todos los niños para ver si presentaban dificultades en alguna asignatura.

Había una niña de siete años que no sabía ni las vocales ni los colores. Con ella, repasamos todo el abecedario. Sus padres no saben leer y no podían ayudarla”.

El empeño de la improvisada profesora le llevó a aprender kwicha para que el avispado de Sebastián pudiera avanzar en su escuela intercultural. “Alli puncha”, saluda. “Eso es buenos días”. Los demás están tan entretenidos, pese a que solo están para reforzar materias, que ni se distraen con la presencia extraña de los periodistas.

Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa.
Un gran árbol cubre con su sombra de más de 10 metros tres mesas de contrachapado y hierro desgastadas y desconchadas en medio de un descampado. Donde hoy reciben clase 15 niños, antes había un vertedero de basura. Pulse en la imagen para ver la fotogalería completa. MIGUEL CANALES LEON

Hay tres mesas. Una para cada nivel. Los de primaria en una. Los más pequeños pintan y los otros pasan fichas plastificadas con números y letras. Los de secundaria, en otra, escriben en un cuaderno lo que han desayunado y recuerdan la composición de la pirámide de alimentos. Los mayores se enredan en multiplicaciones y potencias. No hay ni un padre alrededor. No necesitan que les vigilen.

“Empecé en mayo en el patio de mi casa con mis sobrinos y luego nos vinimos bajo el árbol. Los otros niños se acercaban y decían que querían pertenecer, pero yo les decía que no era una escuela”. En noviembre, cuenta, apareció personal del Municipio de Guayaquil. ¿Tuviste algún problema por dar clases presenciales a todos juntos estando en pandemia? “No, todos usan mascarilla y nos ponemos alcohol en las manos. Vinieron a ayudarnos. Enviaron a dos docentes que dedicaban media hora al día a cada niño por separado”.

Lo mismo ocurrió con las clases improvisadas que daba Nicole Rosero, también en Monte Sinaí, pero ladera abajo. Un par de profesores, enviados por las autoridades municipales, impartían clases y llevaron material escolar. “Les prometieron a los niños que les iban a entregar tabletas, pero les dejaron desilusionados. A mí me dieron un ordenador portátil, pero era de segunda mano y enseguida se dañó. No lo utilicé”.

Ella tiene 19 años y lleva dos intentando entrar en la universidad. Busca trabajo, pero “está difícil”. Ha empezado un curso de Educación Infantil para ver si hay más opciones. Ni Toala, ni Rosero, ni Rubí Vallejo, otra joven comprometida con la educación de los más desfavorecidos, han cobrado nada por tantos meses de dedicación. “Hay padres que me ofrecieron algo, aunque yo nunca lo acepté; sé que aquí hay pan para el desayuno, pero no para la cena”, resume Toala.

Más de 90.000 niños —de 4,4 millones— han dejado sus estudios en Ecuador por las dificultades de seguir clases virtuales

Vallejo vive en la otra punta de Guayaquil. Con condiciones similares. Una zona de viviendas de caña y láminas de chapa que creció en un terreno lodoso de forma irregular frente a la cárcel más grande de Guayaquil. Hace escasas dos semanas, tuvo que interrumpir las clases por los violentos amotinamientos en tres prisiones de Ecuador que se saldaron con 81 muertos. “Como estamos tan cerca de la prisión, los inhibidores de señal hacen que tengamos una cobertura muy mala. Se interrumpe a cada rato”.

Entre sus alumnos, hay niños con necesidades especiales. Uno no sabe aún hablar bien a sus siete años. Pero él interrumpe sonriente cuando la miss (señorita) hace preguntas sobre geografía. “¿Cuál es la capital de Ecuador?”, pregunta en medio de una de las sesiones con una veintena de alumnos apilados en sillas de plástico. Nadie responde. La timidez de la cámara de fotos les cohíbe. El más resuelto dispara desde la fila de atrás: “Quito”. Pasa al pizarrón, que es en realidad una cartulina con el rótulo “Luceritos del Vivir” por el nombre del grupo que han formado. “¿Y la de Colombia?”, le requiere Vallejo. Se queda en blanco y todos se ríen cómplices, con las fichas aún en blanco que les han repartido al inicio de la clase. A ese sector no ha llegado ninguna ayuda oficial, reprocha la maestra. Ni profesores de refuerzo ni atención social. Pero todos los estudiantes van a clase peinados y vestidos como si una pandemia no les hubiera aislado del resto de chicos de su edad.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-03-25/escuelas-clandestinas-el-ultimo-recurso-de-los-que-no-tienen-nada.html

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Ciclo Enseñanzas de las Ciencias Sociales: Rubén Reinoso desde Venezuela (Vídeo)

Ciclo Enseñanzas de las Ciencias Sociales: Rubén Reinoso,  Rector de la Universidad Nacional Experimental de la Gran Caracas y, una de las voces más importantes en el debate actual sobre educación, autor de libros y ensayos que le han merecido ser referencia sobre la visión ética y epistémica nuestro americana y los desafíos de la transformación curricular, interviene sobre la enseñanza  crítica de la historia.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=VRSicCfHcx8

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Entrevista a Jimena Canales. “Las humanidades nos permiten cuestionarnos acerca de qué preguntas científicas nos estamos haciendo”

Jimena Canales es doctora en historia de las ciencias por la Universidad de Harvard. Su primer libro, A tenth of a second. A history (University of Chicago Press, 2010), analiza los cambios tecnológicos, científicos y culturales que, desde mediados del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, llegaron con la conciencia de las pequeñas magnitudes de tiempo. A decir de Canales, la capacidad para medir algo tan breve como la décima de segundo trastocó nuestra forma de percibir el mundo y su libro narra el sentido de esa transformación en una historia que involucra las ideas filosóficas, la astronomía, la psicología experimental y el desarrollo de la fotografía y el cine. Una estela semejante, aunque más ambiciosa, sigue su segundo libro, El físico y el filósofo –publicado en 2016 por Princeton University Press y traducido al español por Arpa Editores el año pasado–, centrado en el debate que en 1922 sostuvieron Albert Einstein y Henri Bergson a propósito del tiempo y que terminó por escindir el conocimiento en campos aparentemente irreconciliables. A través de una abundante documentación, Canales pone en contexto aquel desencuentro decisivo entre las ciencias y las humanidades con el propósito de precisar posturas, desenredar malentendidos y establecer puntos en común. “Las guerras científicas –asegura en sus reflexiones finales– exacerbaron el conflicto entre científicos y humanistas, perpetuando la opinión de que las filosofías bergsoniana, continental y posmoderna eran anticientíficas. Una de las grandes acusaciones contra todas ellas era que estaban desligadas de la realidad empírica y que fomentaban una forma peligrosa de relativismo, promoviendo una perspectiva de la verdad sujeta a un debate y una revisión interminables, con consecuencias éticas inquietantes. Pero estas teorías –las que colocan a la ciencia, el empirismo y la racionalidad a un lado y a Bergson, el desdén por los hechos empíricos y la irracionalidad al otro– no se sostienen.” En su mirada comprensiva sobre aquella ruptura, la autora nacida en Ciudad de México ha apostado por abandonar las trincheras ideológicas y asumir la realidad de un universo de relojes, fenómenos físicos y ecuaciones en el que igual tienen cabida los sueños, los recuerdos y la filosofía.

El tema del tiempo es el elemento común de tus dos primeros libros A tenth of a second. A history y El físico y el filósofo. ¿Cómo desarrollaste este interés por el tiempo?

El tiempo ha sido una gran obsesión a lo largo de mi vida. En mi primer libro sentí que podía contribuir a ese tema –que nos afecta en lo personal, lo social y lo político– de una manera muy pequeña: estudiando los instrumentos de medición del siglo XIX y explicando cómo estos habían cambiado nuestra noción del tiempo. Nunca he estado contenta con la respuesta que dio san Agustín en el siglo IV: “Si nadie me pregunta qué es el tiempo, lo sé, pero si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé.” Siento que, a partir de ese momento, hay una bifurcación entre dos formas de pensar el tiempo: una intelectual, científica, tecnológica, y otra personal donde el tiempo se nos escapa, no podemos controlarlo y nos afecta de un modo distinto. Muchos pensadores han tratado la cuestión de qué es el tiempo. Mis libros no buscan responder esa pregunta metafísica sino abordarla de una manera más pragmática: me interesa quién tiene la autoridad de hablar sobre el tiempo y cómo nuestro entorno, nuestros instrumentos y nuestras tecnologías cambian el modo en que pensamos sobre él.

Dedicas un capítulo de A tenth of a second. A history a la confrontación entre Einstein y Bergson que tuvo lugar el 6 de abril de 1922. ¿En qué momento viste que había un tema mucho más amplio como para escribir un libro completo?

A tenth of a second. A history abarca de 1830 a la década de los veinte, de modo que llegué a este debate, cuya importancia se había ya olvidado, con una perspectiva del pasado. Viniendo desde la historia del siglo XIX, la confrontación se ve de una manera distinta. A finales del XIX y principios del siglo XX, Bergson era más importante que Einstein y, para mi sorpresa, nadie había contado en un libro la historia de una discusión, entre dos figuras capitales, que tuvo repercusiones fuertísimas en todo el siglo XX.

¿Te propusiste reivindicar, de algún modo, a Henri Bergson, cuya posteridad quedó maltrecha a partir de aquel debate?

Bergson es un filósofo muy curioso e interesante. Si quisiéramos hacer una comparación diríamos que es como Michel Foucault: a pesar de hacer filosofía académica pretenciosa, su pensamiento se dirige a cuestiones humanas muy básicas. Bergson tiene un ensayo muy importante sobre la risa y en ese y otros libros trata sus ideas a un nivel muy personal. Eso es algo que me atrae mucho todavía de su filosofía y de sus contribuciones como pensador.

Tu retrato de Einstein no es el de un genio surgido de la nada. Buscas, en cambio, ubicarlo en su contexto y poner sobre la mesa aquellas ideas que tomó de otros. Si investigadores anteriores ya habían teorizado sobre los mismos problemas, ¿qué hace tan revolucionario a Einstein?

Algunos científicos, como Henri Poincaré o Hendrik Lorentz, llegaron a conclusiones muy similares a las de Einstein en términos estrictamente científicos. Pero Einstein fue el único que pensó que estábamos obligados a cambiar nuestra idea general del tiempo. Algunos científicos prominentes alrededor de Einstein habían descubierto problemas y paradojas muy interesantes, como la dilatación del tiempo, la dilatación del espacio o el hecho de que no hay tiempo absoluto. Todas esas cosas se sabían antes de él. Sin embargo, Poincaré –por mencionar un ejemplo– no pensó que teníamos que cambiar nuestra visión general del tiempo. A diferencia del francés, Einstein no creía que la ciencia era “una manera más” de conocer sino el reflejo mismo de “cómo son las cosas”. De modo que le dio un papel mucho más grande a la ciencia en el mundo moderno que el resto de sus colegas. Su contribución no se limita a los resultados científicos a los que llegó sino a cómo le dio un nuevo lugar a la ciencia en el mundo contemporáneo.

El debate con Bergson fue muy importante en ese sentido. Cuando Einstein le dice en su cara a Bergson: “El tiempo de los filósofos no existe”, está diciendo algo acerca del tiempo, pero sobre todo está tratando de disminuir el rol de la filosofía para hablar de estas cuestiones.

La discusión respecto a los límites entre la ciencia y las humanidades sigue siendo muy actual. ¿Qué nos enseña la controversia entre Einstein y Bergson a ese respecto?

Es muy importante para las sociedades modernas no tomar nada más los resultados de la ciencia como algo dado, sino preguntarnos por qué tenemos esos resultados y no otros, qué otras ciencias son posibles, cuál es la historia detrás de las categorías y de los conceptos científicos que usamos. Cuando formulamos este nivel de preguntas –situadas afuera de la ciencia, encima de la ciencia o a través de la historia de la ciencia–, podemos tener un conocimiento más amplio que no cae en esta división nociva de las humanidades por un lado y la ciencia por el otro. El debate entre Einstein y Bergson nos deja claras las contribuciones que, para la ciencia, puede tener una perspectiva humanística –social, política e histórica–. Las humanidades nos permiten cuestionarnos acerca de qué preguntas científicas nos estamos haciendo.

El físico y el filósofo explora también el uso de las historias en la ciencia. El ejemplo que examinas es la “paradoja de los gemelos”, que recurre a una situación hipotética en la que un personaje viaja en una nave espacial a una velocidad cercana a la de la luz y su gemelo se queda en la Tierra. Ambos experimentarían el paso del tiempo de manera distinta: el de la nave envejecería más lentamente. ¿Cuál es el papel de estas ficciones en el desarrollo de la ciencia?

Una de las cosas más interesantes que tiene la ciencia es la importancia que da a estas historias. Empiezas a leer un paper de 1905 acerca de la teoría de la relatividad y conforme avanzas en tu investigación te encuentras rápidamente historias, cuentos, personajes, imágenes sensacionales de aviadores que de repente ven su reloj y su reloj va más lento o que sacan un cigarro y el cigarro dura mucho más porque van viajando a la velocidad de la luz. Tradicionalmente se ha visto a estas historias como elementos ajenos a la ciencia, recursos que han ayudado a popularizar las ideas, pero la verdad es que son tan centrales e importantes que no tendríamos ciencia sin ellas. Cuando la ciencia aspira a un cambio radical de nuestras nociones acerca del tiempo, como pretendía Einstein, es necesario tener este tipo de ficciones. La ficción crea, les da sentido e importancia a estos descubrimientos y, a la vez, la ciencia reconfigura la manera en que pensamos la ficción. Películas de gran éxito como Back to the future, que plantean lo que sucede si viajas al pasado y alteras una parte de él, están atadas al cambio total de visión que plantea la ciencia.

Si uno se fija en los libros de Kip Thorne, galardonado con el Premio Nobel de Física en 2017 por sus teorías sobre los agujeros negros, verá que empiezan con aventuras de gente que viaja y se acerca a un agujero negro. Sus preguntas se formulan a partir de las historias: ¿qué sucede con aquel viajero?, ¿se vuelve un espagueti por culpa de las fuerzas gravitacionales?, ¿puede salir del otro lado del agujero negro? De modo que es importante recordar esta relación entre ciencia y ficción. Cómo dependen una de la otra, cómo cambia una en relación con la otra.

Bergson mismo utilizó la paradoja de los gemelos para discutir sus diferencias con Einstein.

En un principio, Bergson negaba que el gemelo que viajaba a la velocidad de la luz envejeciera menos. Para él eso era básicamente una ficción y eso es un error, porque ha habido muchísimos experimentos que han comprobado que el tiempo es más lento con los relojes que viajan y no tenemos por qué pensar que pasaría algo diferente con los organismos biológicos. Sin embargo, concentrarnos en el error de Bergson no nos permite ver que tenía algunas preguntas sumamente interesantes sobre la relación entre las máquinas y los seres vivos en general y entre la ciencia y la ficción para reconfigurar lo que consideramos que es la realidad.

En algún momento del debate entre Einstein y Bergson, se empezó a discutir también acerca de diversos objetos relacionados con el tiempo: el reloj, el cinematógrafo, los aparatos de registro.

Algo muy interesante que pasó a finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX es que hubo cambios importantes alrededor de cómo se determinaba el tiempo. Uno de esos cambios fueron los relojes de muñeca, una moda que comenzó durante la Primera Guerra Mundial, en vista de que si eras soldado y te distraías consultando el reloj de bolsillo, lo más probable es que volaras en mil pedazos. Ese es el interés detrás de A tenth of a second. A history: indagar en esos cambios pequeños, mundanos, donde no hay un gran genio o un gran descubridor, pero que terminan siendo importantes para entender cómo se transforman las nociones generales y nuestra idea del tiempo. En El físico y el filósofo hago énfasis en que Einstein tenía un reloj de muñeca y de cierta manera representaba a una nueva generación que lidiaba con el tiempo. Cuando Einstein afirma que el tiempo es eso que miden los relojes, Bergson, que venía de una generación más vieja, le responde que eso es absurdo, que los relojes son inventados por las personas y los usamos porque algo nos interesa y queremos llegar con puntualidad a cierto lugar. ¡No mides el tiempo a través de los relojes!, decía Bergson, porque la cuestión del tiempo es más amplia y contempla cosas como la atención, el evento, el interés, la psicología.

Hay también un contexto político interesante: en la década de los veinte, diversos países buscan mejorar sus sistemas para medir el tiempo y el espacio. ¿Qué tanto de política hay en nuestra noción del tiempo?

Uno de mis libros favoritos sobre el tiempo es Why time flies, de Alan Burdick, una búsqueda por encontrar el reloj principal del mundo. Guiado por sus investigaciones, el autor llega al servicio internacional del tiempo en París, y ahí entrevista a mucha gente relacionada con determinar el temps universel coordonné (el tiempo universal coordinado o UTC), que se envía a los relojes del mundo entero. El libro llega a esta conclusión: “Toma tiempo hacer el tiempo universal coordinado […] el tiempo perfectamente sincronizado no existe […] está perpetuamente en un proceso de hacerse.” Me encanta ese libro porque demuestra claramente la textura social del tiempo, un aspecto que con regularidad olvidamos.

Tu libro más reciente, Bedeviled. A shadow history of demons in science, publicado el año pasado por Princeton University Press, examina el papel de la imaginación en la investigación científica.

Bedeviled es el libro que siempre quise escribir y que no me había atrevido hasta ahora. Cuando empecé a estudiar el posgrado en la Universidad de Harvard, me sorprendí de que muchísimos científicos usaban la palabra demonios y que varios de estos demonios, asociados al apellido de algún científico, han sido importantes para la investigación. Se habla así del “demonio de Descartes”, el “demonio de Laplace”, el “demonio de Maxwell”. Este último es uno de los más famosos. A través de muchas décadas seguí estas referencias y me di cuenta de una cosa increíble: podías narrar las grandes revoluciones y las grandes transformaciones de la ciencia –a lo largo de cuatro siglos, desde Descartes hasta el presente– a través de estas historias sobre demonios. Los científicos han pensado en estas figuras, han hecho experimentos para ver si pueden o no existir, han creado incluso ciertas tecnologías para imitar los poderes de estos demonios. De ese modo, gracias al demonio de Laplace, capaz de calcularlo todo, podemos entender cómo se crearon las computadoras; la realidad virtual es más comprensible a través del demonio de Descartes, que podía instalar frente a nosotros una realidad alternativa. La misma tecnología que ahora usamos para tener una entrevista a larga distancia como esta es una combinación de estos demonios de la ciencia, porque la computadora es un poco una calculadora, otro poco una máquina de realidad virtual de entretenimiento y a la vez una máquina de los microprocesadores que se desprenden de la investigación sobre el demonio de Maxwell.

Bedeviled es un libro raro y creativo. Siento que tardaré en convencer a los lectores del rol tan importante que tienen esas figuras de la imaginación en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero seguiré intentándolo. ~

Fuente:  https://www.letraslibres.com/mexico/revista/entrevista-jimena-canales-las-humanidades-nos-permiten-cuestionarnos-acerca-que-preguntas-cientificas-nos-estamos-haciendo?fbclid=IwAR2AQih0kTrkiX_spEZz7ePRBsbg8ktNauuspZ8oJNQHk9ctoHmwAJK4xCE#.YGdO6kepAqU.facebook

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México: Menores de 18 años, más de la mitad de las desaparecidas por trata. Segob

 

 

El gobierno federal advirtió hoy de la persistencia de casos de niñas, adolescentes y mujeres jóvenes desaparecidas por acciones de bandas de trata de personas.

Durante la conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, presentó un informe general de la problemática de personas desaparecidas y no localizadas, con énfasis en la afectación por género.

“Las mujeres representan el 24.8 por ciento de las personas desaparecidas, pero si nos enfocamos en el rubro de las niñas y adolescentes menores de 18 años, éstas representan el 55.65 por ciento de ellas (del total de no localizadas) y la mayoría de éstas – y este es un dato que debe preocuparnos, estamos haciendo un trabajo específico no sólo de búsqueda en vida sino atacar el fenómeno de la trata de personas- corresponde al estrato de edades de 10 y 19 años”, indicó.

A su vez, el 62 por ciento de niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas se concentran en siete estados: el Estado de México, Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Veracruz y la Ciudad de México.

 Fuente: Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (CNBP), dijo que la mayoría de las víctimas son adolescentes o adultas jóvenes y la hipótesis de búsqueda es la trata de personas e incluso con perfiles físicos similares.

“Toda desaparición de mujer tiene que establecerse hipótesis de razones de género”, explicó

Fosas y recuperaciones

El subsecretario Encinas dijo en principio, como se ha hecho en otros reportes, que el incremento en el hallazgo de fosas clandestinas y cuerpos recuperados corresponde a la confrontación de grupos delictivos en distintas regiones del país, pero también a la intensificación de labores de búsqueda.

Solamente de enero a la primera semana de abril del año en curso, precisó, se han llevado a cabo 293 acciones de búsqueda, pero también se ha incrementado el descubrimiento de fosas y exhumación de cuerpos, en particular por el trabajo de organizaciones de familiares de víctimas.

A pesar de que este fenómeno prevalece, agregó, en 2020 se registró una disminución de 33 por ciento en el número de fosas localizadas y de cerca del 18 por ciento en los cuerpos recuperados, respecto al 2019, tendencia que se mantiene en el primer trimestre de 2021.

También hay un incremento en la entrega de cuerpos recuperados. De los dos mil 736 cadáveres localizados en estos sitios de inhumación clandestina, de diciembre de 2018 a marzo de 2021, cerca del 38 por ciento han sido identificados y el 22.6 por ciento entregados a sus familiares.

Encinas indicó que cinco entidades concentran el 65.9 por ciento de los cuerpos recuperados de fosas clandestinas: Jalisco, Sinaloa, Colima, Guanajuato y Sonora.

A nivel general y nacional, el número de personas desaparecidas o no localizadas alcanza al día de hoy la cifra de 85 mil 006, de 2006 a la fecha.

 Fuente: Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Una decena de entidades concentran el 76.2 por ciento de los casos, entre estos, Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Guanajuato Ciudad de México, Nuevo León, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y Estado de México.

Precisó que se registra una disminución de 22.5 por ciento en el número de reportes de desaparición en el año reciente, la baja más significativa, lo cual “marca una tendencia en los últimos dos años, después de los picos alcanzados en 2019”.

De las 44 mil personas reportadas como desaparecidas en el actual sexenio, fueron localizadas el 55.8 por ciento, y de ese total, 92 por ciento fueron ubicadas con vida y 8 por ciento ya fallecidas.

Luego precisó que el mayor número de fosas (615) también se concentra en un puñado de municipios: Tecomán, Colima; Ursulo Galván, Veracruz; Acapulco, Guerrero; Playa Vicente, Veracruz; Salvatierra, Guanajuato; Ahome, Sinaloa; Mazatlán, Sinaloa; Manzanillo, Colima; Acámbaro, Guanajuato, y Puerto Peñasco, Sonora.

Los municipios con mayor número de cuerpos exhumados (de un recuento de mil 305) son Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco; El Salto, Jalisco; Tecomán, Colima; Zapopan, Jalisco; Mazatlán, Sinaloa y Ahome, Sinaloa,entre otros.

 Fuente: Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).

Recuento histórico

El primer reporte de una persona desaparecida en México fue en 1964; a partir de entonces, la suma es de 217 mil 193, de las cuales el 40.8 por ciento (86 mil 663) prevalecen como personas desaparecidas y no localizadas, y cerca del 60 por ciento han sido localizadas, la mayor parte (93 por ciento) con vida.

En lo que va del actual sexenio el registro es de 44 mil 174 reportes, de los cuales han sido localizadas 24 mil 647, el 55 por ciento. Del total, 92 por ciento fueron localizadas con vida.

“No queremos cantar victoria, pero esto va avanzando bien, hay respuestas importantes por parte de las fiscalías y los estados y esto rendirá mayores frutos”, dijo Encinas en cuanto a la estrategia en esta materia.

Los 10 estados con más reportes de personas desaparecidas son: Jalisco, Michoacán, Ciudad de México, Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Sonora, Sinaloa, Zacatecas y el Estado de México, que concentran el 76 por ciento, lo cual representa un fenómeno de regionalización de este problema, indicó.

Periodista desaparecido

En relación con Alfredo Jiménez Mota, periodista sonorense desaparecido el 2 de abril de 2005, los funcionarios dijeron que hay un plan de búsqueda.

El caso fue atendido desde el 2009 por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que admitió el expediente como violaciones a su integridad, a las garantías judiciales, libertad de pensamiento y expresión, y protección judicial.

Encinas informó que a partir de 2018 el Estado mexicano tuvo acercamiento con familiares de Jiménez Mota para dar atención a todo el procedimiento en la CIDH a fin de establecer un acuerdo de solución amistosa.

Desde diciembre se sientan las bases de ese acuerdo que abordaría seis elementos fundamentales, principalmente para investigar el caso, reconocer la responsabilidad en esta desaparición, fijar compensación económica, medidas de rehabilitación y garantías de no repetición.

Sin embargo, acotó Quintana, al solicitar mayor información de la indagatoria, la Fiscalía General de la República “respondió anoche de manera muy general diciéndonos que no nos van a dar acceso a la carpeta, situación muy preocupante porque ha ocurrido en otras investigaciones”.

El representante de la familia de Alfredo también busca la manera de tener acceso a este expediente.

Encinas dijo que la Procuraduría General de la República no hizo ninguna investigación las administraciones anteriores.

Fuente: https://www.jornada.com.mx/notas/2021/04/08/politica/persisten-casos-de-ninas-y-mujeres-desaparecidas-a-manos-de-trata-encinas/

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La pandemia no da tregua a los niños: 99 menores han muerto de coronavirus en Guatemala

El coronavirus se ha cobrado la vida de 99 menores guatemaltecos, según datos del Ministerio de Salud.

Guatemala, donde 6 millones 646 mil de sus habitantes son menores de entre 0 y 17 años, registra un total de 6 mil 955 fallecimientos a causa del coronavirus, de los cuales 99 son menores, según el tablero covid-19 del Ministerio de Salud Pública.

Desde que se declaró la emergencia por la pandemia de coronavirus en marzo de 2020, 50 niños -24 mujeres y 26 hombres- de 0 a 9 años han perdido la batalla contra el covid-19; además, se reporta el deceso de 49 menores de 10 a 19 años -según la definición del grupo etario de Salud-.

De los 199 mil 964 casos que acumula Guatemala, 5 mil 624 son en niños de 0 a 9 años -2 mil 902 hombres y 2 mil 722 mujeres-, mientras que de 10 a 19 años suman 12 mil 557 contagiados -6 mil 298 hombres y 6 mil 259 mujeres-.

Guatemala es el departamento que más contagios en menores de 19 años tiene.  De 0 a 9 años se reporta 2 mil 437 casos –mil 284 hombres y mil 153 mujeres-, mientras que de 10 a 19 años hay 5 mil 46 contagios -2 mil 590 hombres y 2 mil 456 mujeres.

En este departamento han fallecido 40 menores, 18 de los cuales han sido de menos de 9 años, y 22 menores de 19.

Además, este jueves 8 de abril la ministra de Salud, Amelia Flores, dijo que hay alarma en Huehuetenango por repunte de casos, tanto en adulto como en menores.

“También es importante tomar en cuenta que tenemos niños enfermos de COVID 19 en Huehuetenango; por ejemplo, niños fallecidos por COVID 19 también y es un dato que tenemos que tomar en cuenta, no creamos que no se enferman, hoy no hay vacuna para ellos”, manifestó Flores.

En ese departamento se reporta un niño fallecido, cuya edad oscilaba entre los 0 y 9 años; además, hay 325 menores de 0 a 9 años contagiados -168 mujeres y 157 hombres-, mientras que de 10 a 19 años suman 639 -318 hombres y 321 mujeres-.

Pese a que los niños también son objeto de contagio, no están incluidos en ninguna de las fases vacunación, por lo que 6 millones 646 mil 41 niños, niñas y adolescentes no tendrán acceso al medicamento para ser inmunizados.

Casos

Las autoridades sanitarias de Guatemala informaron este jueves 8 de abril la muerte de 27 personas por covid-19 -26 en fechas pasadas y una en las últimas 24 horas- y mil 590 contagios en las últimas 24 horas, por lo que el país suma 6 mil 955 decesos a causa de la enfermedad y 199 mil 964 casos positivos desde marzo de 2020.

El Ministerio de Salud detalló en su actualización de datos sobre la pandemia que los mil 590 nuevos contagios detectados en el último día se registraron tras procesar 9 mil 746 pruebas tanto en el ámbito público como privado.

Los 6 mil 955 decesos en total convierten a Guatemala en el país con más fallecidos por covid-19 en Centroamérica, seguido de Panamá y de Honduras.

El país se encuentra bajo la tercera ola de la enfermedad, según han advertido las autoridades del Ministerio de Salud y del Gobierno guatemalteco en las últimas dos semanas.

En los últimos tres días se ha marcado un incremento considerable en el número de casos, pues el reporte del martes último reveló que hubo mil 340 casos, mientras que el miércoles 7 de abril se reportó mil 354 contagios.

Fuente: https://www.guatevision.com/nacionales/la-pandemia-no-da-tregua-a-los-ninos-99-menores-han-muerto-de-coronavirus-en-guatemala

 

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Protestan movimientos sociales y sindicales en Brasil

Expresan rechazo a gestión bolsonarista y demandan mejores condiciones de supervivencia en medio de caos pandémico.

Sindicatos y movimientos sociales realizaron este miércoles una serie de manifestaciones en ciudades de todo el país para exigir al gobierno condiciones dignas de enfrentamiento a la pandemia.

Los actos buscan expresar rechazo a la gestión bolsonarista en medio de la actual crisis por Covid-19 y  recalcaron la importancia del Sistema Único de Salud (SUS) para garantizar la vacunación de todos los ciudadanos contra el Covid-19.

Además, se expresó la crítica al proyecto de Ley que este miércoles se aprobó en Cámara de Diputados y que que permite la vacunación privada contra covid19 sin autorización de la Agencia de Vigilancia Sanitaria ni entrega de las dosis al Ministerio de Salud.

Desde la mañana, unos ochenta militantes del Frente Brasil Popular y del Frente Povo Sem Medo ocuparon el área interna del Hospital Regional de Governador Valadares (MG), según fuentes locales, para exigir al Gobierno de Minas Gerais la apertura inmediata del hospital, ante alza de contagios por Covid-19 en el municipio.

La víspera, Brasil reportó 4.195 decesos y 86.979 nuevos casos, para acumulados totales de  13 millones 100.580 de contagios y 336.947 decesos desde el inicio de la pandemia.

Fuente: https://www.telesurtv.net/news/protestan-movimientos-sociales-sindicales-brasil-20210407-0030.html

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