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España: Un aula de Vallecas se rebela contra los libros de texto que silencian a las mujeres

Por: Fernando Peinado y  David Expósito

Los alumnos de 4º de la ESO del instituto Tirso de Molina mandan cartas al Ministerio de Educación y al de Igualdad por una foto de la Generación del 27 que solo incluye a hombres

Muchas generaciones de estudiantes en España han aceptado como lo más normal del mundo que el hombre fuera el protagonista absoluto de sus libros de ciencia, historia o literatura. Pero esto parece estar cambiando. Hace unas semanas, una clase de un instituto de Vallecas, en Madrid, se rebeló contra uno de sus manuales.

El cabecilla fue un chico de 16 años que interrumpió a la profesora, Julia Olmedo, mientras ella daba la lección sobre la Generación del 27. En una diapositiva que la maestra había preparado, aparecía una fotografía de ese grupo de escritores, que incluía a las autoras conocidas como las sin sombrero, junto a sus nombres, sus obras y sus premios. El estudiante se extrañó porque en el libro aparecía solo otra imagen, la foto colectiva de algunas de las figuras de aquel grupo artístico en el homenaje a Góngora en Sevilla. Es una de las instantáneas más famosas de la literatura española, 10 hombres y ninguna mujer. Esto molestó al alumno.

—Profe, ¿por qué no están esas escritoras en el libro si son tan importantes?—.

―Es una pregunta que aún nos hacemos muchos profesores. No sabemos por qué no las incluyen—.

El libro, de Lengua castellana y Literatura de la editorial McGraw Hill, no dice ni una sola palabra sobre las sin sombrero. Tampoco cuenta nada significativo sobre escritoras de otras épocas de la literatura en español. No era la primera vez que en esta clase de 4º de la ESO del instituto Tirso de Molina de Vallecas se hablaba de la falta de visibilidad de las mujeres en los libros de texto. En Geografía e historia, a los alumnos ya les había llamado la atención leer un relato de reyes y conquistadores sin apenas presencia femenina. En Biología y geología, hicieron un trabajo sobre mujeres científicas y tuvieron que rebuscar la información en internet. Pero esta foto incompleta de la Generación del 27 fue la gota que colmó el vaso.

Un alumno de la clase de 4º de la ESO del Instituto Tirso de Molina de Vallecas subraya la lista de autores masculinos de la Generación del 27 que aparece en el libro de texto.

Un alumno de la clase de 4º de la ESO del Instituto Tirso de Molina de Vallecas subraya la lista de autores masculinos de la Generación del 27 que aparece en el libro de texto.DAVID EXPÓSITO

Varias alumnas se sumaron a la protesta. El libro solo muestra fotos de escritores masculinos. Carmen Laforet, ganadora del primer Premio Nadal en 1944, aparece mencionada de pasada en un recuadro al margen del texto principal. “La indignación fue creciendo”, recuerda lo ocurrido Olmedo semanas después. Los alumnos pidieron hacer algo y la profesora les sugirió que podían escribir una carta a las ministras de Educación, Pilar Alegría, y de Igualdad, Irene Montero. La profesora redactó la carta y ellos lanzaron ideas desde sus pupitres mientras leían el texto proyectado sobre la pantalla. Olmedo empezó: “Los alumnos de 4º de la ESO C del instituto Tirso de Molina, de Madrid, nos dirigimos a usted…”.

―“¡No, profe! Alumnos y alumnas”―, la interrumpieron.

La carta advierte de la omisión de las sin sombrero y luego continúa: “Sabemos que usted comparte nuestra preocupación acerca de la lucha contra la desigualdad de género y consideramos que el aula es el mejor escenario para partir hacia la búsqueda de equidad. La educación es la base de nuestra sociedad y, si no crecemos de la mano de unos cimientos igualitarios, la información se nos ofrece incompleta”.

“Por ello, queremos solicitarle su colaboración e iniciativa para que, desde lo que esté en su mano, pueda actuar para que en los libros de texto aparezcan de manera equilibrada mujeres y hombres. Quisiéramos no esperar a los días conmemorativos o temáticos para realizar trabajos sobre el papel de las mujeres en la Ciencia, la Historia, la Filosofía, etc. Queremos participar en la formación de una sociedad donde la relevancia para obtener un lugar en la historia no dependa del género”.

Aún no han recibido respuesta, pero el Ministerio de Igualdad responde a este periódico que lo considera una iniciativa valiosa: “Es una carta que nos hace sentir mucho orgullo como país. Queda mucho por hacer y hay relevo”. Una portavoz del Ministerio de Educación dice que no han podido encontrar la carta. Las autoridades de ambos departamentos son conscientes de que hay una fuerte demanda social para visibilizar a las mujeres, como atestiguan las campañas en la plataforma online de protestas Change.org, que han obtenido más de 60.000 apoyos. Una fue lanzada hace un año por una profesora de instituto que criticó que los 10 filósofos que estudian sus alumnos en la EVAU son todos hombres. Otra, que reivindicaba a las artistas olvidadas, fue iniciada en 2020 por una aspirante a profesora de Historia del Arte.

Solo el 7,5% de las referencias aparecidas en 115 libros de 19 asignaturas hacen mención a mujeres, según el estudio Análisis de la ausencia de mujeres en los manuales de la ESO: una genealogía de conocimiento ocultada, de Ana López Navajas, con quien colabora el Instituto de la Mujer. Materias como Física y Química o Ciencias Sociales son las que menos referentes femeninos contienen.

El cambio en los institutos debería comenzar a notarse el curso que viene como consecuencia de los nuevos currículos para ESO (12-16 años) y Bachillerato (17 y 18 años), que han sido publicados esta primavera en sendos reales decretos para desarrollar la ley Celaá de 2020. Estas normas contienen peticiones específicas para acabar con el olvido histórico del papel de mujeres destacadas. Las editoriales están en proceso de revisión de sus libros para cumplir con ambas normas estatales y con el desarrollo que haga la Comunidad de Madrid, a la que corresponde en un 40% la competencia de elaboración del currículo educativo.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le ha declarado la guerra a esos y otros cambios, que considera producto del “adoctrinamiento” y ha animado a los centros educativos a usar los libros previos a esta reforma. También ha recurrido el decreto de Bachillerato estatal al Tribunal Supremo. Pero no queda claro que su campaña pase de un pataleo mediático. Ocurrió con el real decreto de la ESO, cuyo desarrollo en mayo en un proyecto de decreto autonómico madrileño contiene las expresiones “ecofeminismo”, “ecosocial” o “perspectiva de género”, que el Gobierno de Ayuso había prometido eliminar.

“Fútbol femenino”

Los alumnos de 4º de ESO del Tirso de Molina parecen ajenos a los pormenores de esa batalla política, pero no son impasibles ante muchas situaciones de su vida donde las mujeres son invisibilizadas o relegadas. Los alumnos notan cosas que pasan inadvertidas para los mayores. “Al fútbol femenino siempre lo llaman así, pero el fútbol masculino es fútbol a secas”, dice una estudiante durante una lección, semanas después de la rebelión contra el manual de Literatura.

Durante una visita de este periódico, dedicaron la hora de Valores éticos a debatir y reflexionar sobre su acción conjunta de enviar una carta a los máximos responsables de Educación e Igualdad. “Mujeres como las sin sombrero fueron exitosas en su momento y el peso de la historia las ha aplastado y arrinconado. No solo a ellas. Acabamos de dar a Carmen Laforet, escritora española durante el franquismo, que aparece en una esquina del libro de texto en la categoría de otros autores. Teníamos que intentar algo para reivindicarlas”, explica una alumna.

“La desigualdad se aprende indirectamente en todas partes”, añade otro compañero. “Aunque tus padres y profesores te eduquen con los valores adecuados, cualquier serie o película te enseña lo contrario. El protagonista siempre es un hombre. La mujer tiene el papel de acompañante que está enamorada de él”, lamenta.

La profesora Olmedo, de 34 años, cuenta que tampoco se encontró a las sin sombrero durante sus años de estudiante, ni siquiera cuando se formó en Filología Hispánica hace una década. Ha sido posteriormente cuando este grupo de autoras ha empezado a ser reivindicado. Un documental de 2015 puso en valor la obra de estas mujeres, que expertos consideran en determinados casos superior a la de otros compañeros masculinos que sí figuran en los libros de texto. Hombres y mujeres de la Generación del 27 mantuvieron una relación muy estrecha, una circunstancia que hace más hiriente el silencio sobre la mitad femenina de ese grupo.

En estos últimos años también ha cambiado mucho la mentalidad de los adolescentes, dice Olmedo. “El chico que inició el cuestionamiento del libro tiene una situación complicada y eso te emociona más, pero es que el grupo entero estaba de acuerdo con la idea de enviar las cartas”, explica. Este instituto vallecano tiene una fuerte convicción en la tolerancia y la solidaridad. Durante el curso 2021-2022 el profesorado ha desarrollado un proyecto anual, Ecualitirso, en el que participan todos los alumnos para fomentar la igualdad y la integración de las más de 30 nacionalidades que están presentes en el centro entre todos los cursos. Una gran bandera arcoiris da la bienvenida en el vestíbulo. El Tirso de Molina está catalogado como centro de difícil desempeño, lo que implica que en el entorno hay un número importante de familias desestructuradas o perceptoras de subsidios.

A veces, estos alumnos chocan con los valores tradicionales de sus padres. “Vuelves a casa y comentas, por ejemplo, que Margarita Manso, Luisa Carnés o Concha Méndez fueron tan importantes como Lorca o Alberti, pero que no aparecen en el libro de Lengua, que su foto existe y que no la han incluido”, apunta una alumna. “Entonces, tus padres ponen en duda lo que dices o incluso ni te creen”.

Fuente de la información e imagen: https://elpais.com/espana/madrid

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España: Los profesores de Cataluña inician una nueva tanda de huelgas con cortes de carreteras

Por: EFE

El paro de este martes era solo de dos horas, pero los sindicatos han realizado acciones en diferentes ciudades

Piquetes formados por profesores han cortado este martes varias carreteras catalanas en la primera jornada parcial de paro convocado entre las 08.00 y las 10.00 horas de manera unitaria por los siete sindicatos de docentes contra las políticas del Departamento de Educación. Hasta final de curso, los sindicatos han convocado dos días de huelga -el 25 de mayo y el 9 de junio- y otro paro parcial de dos horas que tendrá lugar el 2 de junio. Sobre la jornada de este martes, el Departamento de Educación han informado que el seguimiento ha sido del 2,09%.

Tras el fracaso de las negociaciones del pasado mes de marzo, los sindicatos exigen al Departamento un calendario de reversión de los recortes desde el próximo curso para los profesores de primaria y secundaria, más protección para no aplicar el 25 % del castellano y la retirada de la modificación del calendario que avanza el curso una semana, además de la retirada de la modificación del currículum.

En Barcelona, una treintena de manifestantes han cortado la Ronda Litoral portando una pancarta en la que se puede leer “Revertid los recortes en la educación pública” y “Cambray dimisión”, ha informado a Bernat Pèlach, de la Intersindical.

En Mataró (Barcelona) unos cincuenta manifestantes han irrumpido en el acceso a la carretera C-60 desde la Vía Sergia, llevando pancartas en las que se leía “Se nos están llenando las ratios”, “SOS educación” y “Cambray dimisión”, un eslogan que también corean los participantes en la protesta. Decenas de manifestantes también han cortado uno de los accesos a la ciudad de Manresa (Barcelona), la T-11 en Tarragona y una de las calles de la ciudad de Sabadell (Barcelona), según la misma fuente.

En El Prat de Llobregat (Barcelona), se han colocado piquetes informativos a las 08.00 horas en las entradas de los centros educativos y a esta hora está teniendo lugar una concentración en la plaza de la Vila del municipio. En Lloret de Mar (Girona) también se ha llevado a cabo una concentración con pegada de carteles y piquetes informativos en los centros educativos.

En Lleida, los profesores han pegado carteles delante de los Servicios Territoriales de Educación, mientras que los profesores han organizado un “picnic-piquete” en Tarragona, concretamente en el aparcamiento del Decathlon de las Gavarres. En Tortosa (Tarragona), los docentes se han citado en una protesta en la plaza dels Nusos.

La de este martes es la primera jornada de protesta convocada por los sindicatos de profesores contra las políticas del Departamento de Educación. Las protestas seguirán los próximos 25 de mayo y 9 de junio con paros de toda la jornada y con una nueva jornada de paro parcial de 08.00 a 10.00 horas el próximo 2 de junio.

Fuente de la información e imagen: https://elpais.com

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Así muere un colegio público en España

POR: J. A. AUNIÓN

El cierre por falta de alumnos de una escuela en un barrio humilde de Mérida evidencia el incipiente problema que la caída de natalidad extiende por toda España. Padres y docentes rechazan los argumentos de la Junta, que asegura que el centro no garantiza la inclusión

El colegio público Juan XXIII ocupa un edificio enorme en mitad del barrio de San Juan, uno de los más humildes de Mérida. El jueves, en el recreo, solo un puñado de alumnos ocupa el patio, que incluye una pista de baloncesto y otra de fútbol. Construido en 1985 con capacidad para más de 400 estudiantes, hoy solo están matriculados allí 39, repartidos entre todos los cursos de infantil y primaria. Esa es la parte que nadie discute; a partir de ahí, sin embargo, parece que la Consejería de Educación de Extremadura y los padres del centro estuvieran hablando de colegios distintos. La Administración describe una especie de gueto que hay que cerrar (ha decidido hacerlo al final de curso) porque, con altas tasas de absentismo y repetidores, no garantiza la “igualdad de oportunidades ni la inclusión” de los pocos chicos, todos “especialmente vulnerables”, que se concentran allí. Ana León, empleada pública, madre de una niña con altas capacidades, y Mari Carmen Muñoz, auxiliar de enfermería, madre de un chico con discapacidad intelectual, defienden que, muy al contrario, se trata del único colegio que ha sabido garantizarles una buena educación. Explican que el compromiso de los profesores y, precisamente, lo exiguo del alumnado lo convierten en un “laboratorio de buenas prácticas” que merece la pena conservar, igual que se mantienen abiertos centros rurales con muy pocos estudiantes para no matar a los pueblos.

Pero las cuentas no salen —el centro “está funcionando al 8,7% de su capacidad”, dice una portavoz de la consejería— y la decisión —”necesaria y responsable”, aunque también “dolorosa y de último recurso”, continúa— ya está tomada. La directora del colegio, Cecilia Chamorro, admite con dolor que “quizás es ya tarde”, aunque probablemente “se podrían haber intentado muchas cosas antes”. El Juan XXIII lleva más de 20 años desangrándose, poco a poco, con esa imagen de puertas adentro y la otra, infinitamente peor y más poderosa, hacia fuera, perdiendo alumnos por el descenso de la natalidad y la competencia de dos colegios concertados que hay, a 350 y 800 metros, en los dos extremos del barrio.

Patio del colegio Juan XXIII, en la barriada de San Juan de Mérida. Patio del colegio Juan XXIII, en la barriada de San Juan de Mérida.ROBERTO PALOMO

Una reflexión que puede servir para Mérida, para toda Extremadura y en casi cualquier punto de España. En las próximas dos décadas, la curva descendente de natalidad hará que el alumnado de enseñanza obligatoria (hasta 16 años) disminuya un 23,4%, según los cálculos del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona. El ambicioso informe del Gobierno España 2050, que trata de fijar una estrategia de país a medio y largo plazo, va más allá: prevé que a mitad de siglo el país “tendrá unos 800.000 estudiantes menos de entre 3 y 15 años”, lo que “equivale a tener unas 33.000 aulas de 24 alumnos menos que en 2019″. El texto propone aprovechar ese descenso para mejorar la calidad de la enseñanza. Pero, en el camino, puede significar el cierre de muchos colegios.

Ya está ocurriendo. En Badajoz todo el mundo tiene en la cabeza la clausura en 2020 del colegio público El Cristo de Villanueva de la Serena, un centro de características similares al Juan XXIII. En la Comunidad de Madrid, cerraron el curso pasado dos colegios públicos y un instituto de secundaria en Alcalá de Henares. En Huelva, hará lo mismo el año que viene el colegio Tres Carabelas, en La Orden, el barrio más poblado de la ciudad. Y en toda Andalucía se suceden desde el año pasado las protestas por el cierre de aulas públicas.

En el País Vasco, el debate ha sido tan intenso que uno de los puntos del pacto educativo que acaban de firmar los partidos que representan el 88% del Parlamento autónomo habla de “la racionalización de la planificación que, en este contexto de bajada de natalidad, haga una oferta ajustada a las necesidades de la demanda, evitando las sobreofertas, y las infraofertas, que puedan dar ocasión a un aumento de la segregación”.

El recrudecimiento de las clásicas tensiones entre la pública y la concertada parece inevitable, pues en muchos lugares la supervivencia de unos u otros dependerá de las decisiones que se tomen a partir de ahora. De hecho, uno de los grandes conflictos durante la tramitación de la ley educativa aprobada en diciembre de 2020 fue la eliminación de una frase que había introducido la anterior norma, del PP, que decía que la programación de la oferta escolar tendría en cuenta “la demanda social”. Esto, en la práctica, significaba reconocer el derecho a obtener o mantener un concierto siempre que haya demanda.

Menos alumnos por clase

La frase se eliminó, pero lo cierto es que la pública sigue en desventaja a la hora de decidir dónde aplicar la tijera, opina el profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona Xavier Bonal. “La pública se rige por decisiones políticas y la concertada, por contrato y, si le quieres cerrar una o dos líneas, se van al juez y en 10 minutos las tienen otra vez puestas. Los conciertos, o los retocas cuando tienen que renovar, cada seis años, o durante ese periodo, aunque haya alteraciones demográficas, tienes muy poco que hacer”. Bonal aboga por una buena planificación que ajuste la oferta de plazas a la demografía. “Lo que es negativo para la desigualdad y la segregación es hacer un mero seguimiento de la demanda, hay que tener capacidad de planificar y para ello hay que jugar con las ratios”, dice en referencia a las bajadas del número máximo de alumnos que por ley puede haber en un aula, que además pueden servir para intentar mejorar la educación. El problema, de nuevo, es que los concertados tienen que aceptar voluntariamente esa reducción si se produce antes de la revisión de sus contratos, añade.

La concertada, en todo caso, parece que está por la labor. “La caída de la natalidad afecta a todos. Todo el mundo está muy preocupado”, dice Pedro Huerta, secretario general de Escuelas Católicas, entidad mayoritaria en la red concertada, antes de abogar por esas bajadas de ratio como una de las posibles soluciones. Esa medida no solo permitiría mantener las mejoras producidas durante la crisis de la covid —“Se atiende mucho mejor, los profesores están más a gusto y los alumnos reciben una atención mucho más personalizada”—, sino que también serviría “para evitar que esto se acabe convirtiendo en una guerra, a ver quién se lleva más alumnos, a ver quién convence a más padres…”, asegura. “Dejar las cosas como están y que sean las familias las que al final resuelvan solas el tema no hace ningún favor ni a la educación ni a las mismas familias”, añade. Eso sí, si se bajan ratios, opina que debería ser de forma flexible —“La caída de natalidad no afecta a todas las zonas igual”— y que los centros que las apliquen deberían recibir más subvención. En todo caso, cree imprescindible que se llegue a un acuerdo entre el ministerio y todas las comunidades para que las medidas sean consensuadas. “Ahora mismo, cada Administración autonómica está tomando decisiones con criterios diferentes”, protesta.

De momento, si uno se fija en cómo ha caído el alumnado de tres a cinco años desde que empezó a notarse en la estadística de 2012-2013 la curva de natalidad, la bajada de alumnos en la pública hasta 2020 fue del 14% y del 7,9% en la concertada. En primaria, donde los estudiantes empezaron a descender en el curso 2017-2018, la caída ha sido del 1,3% y del 0,5%, respectivamente.

Lo que parece claro es que si no se reorganiza la oferta con una mirada de conjunto y a medio plazo, cuando lleguen las situaciones al límite, el centro más débil tendrá todas las de perder. Sin más. Tal y como ha ocurrido con el Juan XXIII de Mérida. Un jueves, cuando suena allí a las 14.00 el timbre, no sale ningún niño; todos se quedan al comedor. A quien se ve pasar es a media decena de chicos y chicas con el uniforme de uno de los centros concertados del barrio camino de sus casas. Una de ellas, justo enfrente del colegio público.

Calle de San Pedro de Mérida, que conduce al Juan XXIII en la barriada de San Juan.
Calle de San Pedro de Mérida, que conduce al Juan XXIII en la barriada de San Juan.ROBERTO PALOMO

Cuando hace algo más de dos años Ana León y Raúl Fernández decidieron llevar allí a su hija, M., multitud de amigos y conocidos les llamaron para tratar de convencerles de que no lo hicieran. “Nos decían que si estábamos locos”. La mala fama del centro, de conflictivo, casi marginal, se extendía desde mucho tiempo antes por toda la ciudad. Pero no siempre fue así.

Aislada entre una carretera nacional (la avenida de Felipe VI) y el río Albarregas, en el límite noreste de Mérida, el visitante despistado puede pensar que está entrando en un polígono al llegar a la barriada de San Juan, por la cantidad de talleres que encontrará a la entrada. Una vez dentro, sin embargo, aunque siguen menudeando las naves y edificios que albergan alguna tapicería, distribuidora de bebidas o artículos de hostelería; se abren paso las casas de dos plantas, modestas pero en su mayoría bien cuidadas. Todo habla de sus orígenes, los de un barrio levantado de forma irregular, como en tantas ciudades de España, por emigrantes llegados de los pueblos en los años sesenta en busca de los trabajos que prometía la industria. Con el paso del tiempo, los hechos consumados obligaron a las administraciones a ir legalizando las construcciones y dotando al barrio de los servicios básicos de agua, luz, alcantarillado…

El colegio llegó a finales de los sesenta, con la ayuda de la parroquia local y el esfuerzo de los vecinos, que lo construyeron en un solar donado por uno de ellos. Con la fórmula público-privada de aquellos tiempos —la gestionaba un patronato y el Estado pagaba a los maestros—, el centro fue ganando fama y creciendo, atrayendo a alumnos de barrios vecinos. Hasta que en los ochenta, convertido ya en colegio público, se trasladaron a un flamante nuevo edificio, sin duda uno de los más grandes del vecindario, que es el que ocupa ahora. En esta página de Facebook, se puede recorrer la historia sentimental del centro a través de las fotografías que cuelgan antiguos profesores y antiguos alumnos.

Algunas de las imágenes del grupo de Facebook Escuela de la Campana, cedidas por su administradora.
Algunas de las imágenes del grupo de Facebook Escuela de la Campana, cedidas por su administradora.

Sería difícil saber exactamente en qué momento empezaron las dificultades a hacerse evidentes. Y sería injusto echarle la culpa a una sola cosa, o a dos, pues seguramente son muchas y entremezcladas las razones. El envejecimiento del barrio y la falta de niños porque las segundas generaciones crecen y se van a vivir a otra parte, los realojos que se produjeron en los noventa en el vecindario de al lado, la nueva legislación que resta dos cursos (7º y 8º de EGB se van al instituto como 1º y 2º de ESO), la presión creciente de los concertados del barrio, que van ganando la fama que poco a poco pierde el Juan XXIII…

Un plan de mejora del centro redactado por el propio colegio en 2008 lo explica así: “Alumnado: con bastantes problemas de aprendizaje […] Poca capacidad para el estudio y con expectativas muy limitadas. Porcentaje significativo de alumnos de etnia gitana. Las dificultades del alumnado se han ido acrecentando en los últimos años, disminuyendo progresivamente los alumnos procedentes de las familias de la barriada y llegando otros de las limítrofes, más marginales y, consiguientemente, con más problemas educativos. Se observa también un creciente absentismo escolar.

“En mi colegio aprendo. Me gustan mis maestras”

El caso es que para cuando Ana León y Raúl Fernández decidieron llevar allí a su niña en noviembre de 2019, tuvieron que vencer muchas resistencias de gente cercana. Pero estaban decididos, después de una larga y mala experiencia en un colegio público del centro de Mérida, donde los resultados y el comportamiento escolar de M. nunca fueron buenos, aseguran sus padres, porque nunca tuvo la atención que requería por sus altas capacidades, ni siquiera cuando por fin le fueron diagnosticadas. “Un conocido, que había formado parte del equipo de orientación del Juan XXIII, nos comentó que allí trabajaban muy bien. Llamé a Cecilia, la directora, un día a las 11.00 y a las 14.00 estábamos en el centro hablando con ella. No nos lo podíamos creer. Al director del otro colegio nunca llegamos a conocerle”, cuenta Fernández. “Nos dijo: ‘Yo no tengo ninguna experiencia con altas capacidades, pero si la traéis me formo y formo a mi equipo”. No hizo falta más, de un día para otro, con el 4º de primaria ya empezado, M. se cambió al Juan XXIII.

Hoy está en sexto y sus padres aseguran que la niña está muchísimo mejor en todos los sentidos, académica y personalmente. Por todo esto, mandaron un escrito a la consejería pidiendo que no se cierre el colegio. El texto contiene la siguiente reflexión de la propia chiquilla: “En mi colegio aprendo. Me gustan mis maestras, su cariño. Siempre te ayudan y no te gritan. Me quieren. Hablo mucho con ellas y me escuchan. Las actividades que hacemos son divertidas. Me gusta hacer los trabajos que nos mandan. Saco buenas notas. Mi mejor amiga es una niña refugiada, de Georgia, leo mucho y rápido. El último libro ha sido Harry Potter y las reliquias de la muerte. De mayor quiero ser diseñadora de moda y psicóloga porque me gusta solucionar los problemas de mis amigos y se me da bien”.

Desde hace algunos años, las clases no están divididas por cursos, sino por etapas: una de todo infantil, otra de 1º y 2º de primaria, otra de 3º y 4º y otra más de 5º y 6º. La segunda planta hace tiempo que no se utiliza, y han reaprovechado muchas de las aulas que aun así sobran para hacer una biblioteca, sala de informática, taller… Tenían un huerto, pero no se les daba muy bien, admite Chamorro, que destaca algunos proyectos que han puesto en marcha, como las cotutorías, las tertulias dialógicas (todos los niños van leyendo y comentando un libro al mismo tiempo) o su iniciativa de aprendizaje de servicio, que trata de integrar proyectos escolares en la vida de un barrio donde el único servicio público es el colegio. “Los niños seleccionaron y prepararon, por ejemplo, una exposición de fotografía en el local de la asociación de vecinos sobre el empoderamiento de la mujer rural. Ellos mismos contactaron con la autora”, cuenta Chamorro.

Algunos de los profesores del Juan XXIII. Desde la izquierda, Mercedes Galán, Izaskun Gil, Juani Ramírez, María José Delgado, Cecilia Chamorro, Ina Fuerte (conserje) y David Casco.
Algunos de los profesores del Juan XXIII. Desde la izquierda, Mercedes Galán, Izaskun Gil, Juani Ramírez, María José Delgado, Cecilia Chamorro, Ina Fuerte (conserje) y David Casco.ROBERTO PALOMO

La clave de su trabajo, insiste, es dar a cada niño lo que necesita. “A veces se enfadan porque permito a uno algo que no permito a los demás, o regaño a otro por una cosa que le dejo hacer a su compañero… Yo siempre les digo: ‘No sois todos iguales. Sois todos distintos. Pero eso es lo bonito”. Ella es cotutora de la clase de 5º y 6º, donde están tanto M. como A., un chico diagnosticado con trastorno generalizado del desarrollo (TGA) y discapacidad intelectual.

Su madre, Mari Carmen Muñoz, también relata una mala experiencia previa, en su caso, en un concertado donde se resistieron, asegura, a diagnosticarle la discapacidad. Además, describe algunos espeluznantes episodios de acoso. Explica que, por sus apreturas económicas —en su casa solo cuentan con su sueldo de auxiliar de enfermería—, hubo momentos en que no pudo comprar material escolar para sus cinco hijos. “O comíamos o comprábamos libros. Y en el otro colegio me tuvieron a dos niños un curso entero sin ellos. En el Juan XXIII no hemos tenido ningún problema y, si alguna vez no he tenido para un lápiz o un cuaderno, pues se lo han dado”. Desde este curso, los cinco van al colegio de San Juan. El padre, Marco Antonio Caballero, que admite que él era el que tenía más dudas sobre si llevarlos allí —”Es que se oían tantas cosas…”—, es hoy uno de los más movilizados para intentar que la consejería no cierre el centro.

Tanto su familia como la de León y Fernández apoyan la propuesta del sindicato del profesorado PIDE, que además de revisar y eliminar todos las plazas concertadas innecesarias de la ciudad, reclama mantener el colegio abierto, reflotándolo por medio de un plan que incluya cambiar desde el nombre hasta convertirlo en una comunidad de aprendizaje (un modelo que aplica experiencias de éxito en la mejora del aprendizaje y la convivencia). Además, reclaman, para atraer a más familias, integrar en el colegio el primer ciclo de educación infantil (menos de dos años) y 1º y 2º de ESO. Dos medidas que el propio centro ha pedido en distintos momentos, pero la Administración ha rechazado.

La Consejería de Educación no ha permitido a este diario entrar en el Juan XXIII. Tampoco ha respondido a la pregunta de si han valorado la propuesta para mantener abierto el centro ni ha aportado los datos solicitados de oferta y demanda de plazas en los colegios concertados cercanos del barrio.

Fuente de la información e imágenes: https://elpais.com

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La educación desembarca en el metaverso

La realidad virtual, las nuevas formas de socialización y experiencias inmersivas irrumpen en el Mobile World Congress

PABLO G. BEJERANO

Uno de los temas que planea sobre el Mobile World Congress de 2022 en Barcelona es el metaverso como tecnología. Abundan las gafas de realidad virtual y las experiencias que buscan asombrar. Sin embargo, entre los usos con más posibilidades en este ámbito suena uno que se presta menos a la espectacularidad, la educación.

No podía faltar el metaverso en el Mobile, cuyo discurso oficial señala al 5G como una de las tecnologías habilitadoras de estos mundos digitales. A lo largo de los pabellones se ven expositores con gafas de realidad virtual y experiencias inmersivas. En las conferencias de este año también se ha colado el concepto. Y parece que pronto lo hará en nuestras vidas. La analista Gartner vaticina que en 2026 un 25% de la gente pasará al menos una hora al día en el metaverso.

El concepto es mucho más amplio que ponerse unas gafas de realidad virtual e interactuar con otros avatares. “El metaverso no es solamente realidad virtual y 3D. Esto es para la experiencia completa, pero empieza en dos dimensiones y con pantallas normales. Lo que importa es que tienes tu avatar y que estás en un universo donde puedes colaborar, socializar, jugar con otras personas”, explica Michaël Trabbia, jefe de tecnología (CTIO) de Orange. “Cuando miras a Fortnite, Roblox o Minecraft, estos ya son una especie de metaversos”.

El directivo de la operadora destaca que el juego (gaming) es el caso de uso más obvio para esta tecnología. Pero más allá hay otros sectores donde la tecnología tendrá impacto. Algunas de las empresas que asisten al Mobile World Congress destacan el de educación.

Una de las demostraciones del pabellón de Ericsson mira hacia el año 2026, para el que prevé lecciones inmersivas en la universidad. El escenario que plantea es el siguiente: en un aula todos los estudiantes llevan gafas de realidad extendida y la profesora, que en esos momentos viaja en un tren, puede dar la clase como si estuviera presente. Ella aparece como holograma y los alumnos también tienen de fondo la materia bajo estudio, en este caso un tipo de planta herbácea. “Se empezarán a usar herramientas más inmersivas en educación y ahí es donde se empezarán a difuminar las fronteras entre lo digital y lo virtual”, indica Eric Blomquist, director de ejecución de estrategia en Ericsson.

Se buscan casos de uso para esta nueva tecnología. Tanto es así que Telefónica ha anunciado en la feria una iniciativa a través de su aceleradora Wayra para encontrar empresas emergentes (startups) relacionadas con el metaverso. Open2metaverse tendrá como objetivo proyectos que traten sobre conectividad, dispositivos, mundos virtuales, identidad digital o NFT. La compañía, además, ha llegado a un acuerdo de colaboración con Meta en este ámbito y ha establecido el cargo de jefe de metaverso (chief metaverse officer), asignado a Yaiza Rubio.

Trabbia comenta que representantes de Meta se mostraron entusiastas en una reunión sobre la gimnasia y el deporte en el metaverso. Pero el directivo de Orange también destaca el campo formativo: “La educación es muy interesante como caso de uso, porque puedes aprender de forma más rápida y eficiente gracias a la realidad virtual y aumentada, por ejemplo en campos como la anatomía. Puedes retirar la piel y ver cada órgano del cuerpo o cómo se mueve la sangre”.

En su expositor, la operadora ofrece una visita virtual a la catedral de Notre-Dame, tal y como estaba antes del incendio que sufrió hace tres años. Trabbia explica: “Podemos viajar a través de toda la historia de Notre-Dame: cómo se construyó y sus diferentes periodos. En unos pocos minutos puedes visualizarla”. Una lección de historia y arquitectura de la mano de la inmersión digital.

Este tipo de experiencias son las que busca integrar en su plataforma la empresa emergente coreana Marvrus. Se trata de un mundo virtual dedicado a la educación. Danny Cho, su jefe de estrategia, cuenta por qué lo hacen desde el expositor de Corea del Sur. “Se dirige a la generación alfa, los que están entre 8 y 15 años. Y este segmento de la población tiene un comportamiento en el aprendizaje muy diferente al nuestro. Ellos están mucho más acostumbrados a pasar tiempo en el espacio virtual. Están acostumbrados a plataformas como Minecraft, Roblox y Fortnite. Creo que la educación tiene que ir a buscarlos allá donde ellos están”.

La plataforma, llamada Meemz, podría pasar por un videojuego. Manejas un avatar y puedes ir a diferentes ubicaciones, que en el futuro serán lecciones virtuales o experiencias para impulsar el aprendizaje. “Estamos en el Mobile World Congress para conocer socios con los que podamos trabajar para hacer una expansión global. En algo tan específico como educación necesitamos expertos para que introduzcan contenido”, aclara Cho.

El futuro del metaverso, la socialización

Desde luego no se puede pensar que estas tecnologías sean hoy en día una realidad. Están en construcción y aún faltan elementos clave para pulirlas. Una de ellas es la universalidad de una identidad digital, ligada a un avatar y a sus posesiones digitales. Esto abrirá las puertas a una interconectividad entre las distintas plataformas y a una mayor socialización.

Ericsson deja claro que la capacidad de socializar será esencial. En su escenario para 2030 muestra el caso de una persona que está sola en su apartamento en Año Nuevo. “Gracias a la comunicación holográfica su familia puede estar ahí y celebrarlo en su espacio. Desde su perspectiva, su familia estaría en su salón y, en casa de su familia, ella estaría con ellos”, comenta Blomquist. Todos los usuarios tienen bien colocadas sus gafas de realidad extendida, claro. Pero se evita el aislamiento típico de la realidad virtual, pues se combinan el espacio físico y el digital.

“Igual que ahora compartimos el espacio físico, después también compartiremos el espacio virtual”, continúa Blomquist y da una pincelada de lo que son los gemelos digitales (digital twins), modelos en tres dimensiones de espacios reales. “Puede haber un digital twin de la ciudad entera. Así que, si hay fuegos artificiales desplegados en la ciudad virtual para una celebración, todos podremos verlos”.

Marvrus tiene su propia visión para los próximos años. La empresa coreana actualmente construye metaversos personalizados para los clientes que se lo piden. Pero también aspira a ofrecerlo, con patrones de diseño y desarrollo, de forma que cualquiera peda crear su propio metaverso con pocos conocimientos de programación. Una suerte de plantilla para hacer metaversos, como WordPress con las páginas web. Aunque admite que existen importantes dificultades.

Es una iniciativa a futuro, pero destinada a allanar el camino para la adopción masiva que buscan todos los actores implicados en esta tecnología. Porque sin una masa crítica de usuarios la socialización no es posible.

Fuente: https://elpais.com/tecnologia/2022-03-02/la-educacion-desembarca-en-el-metaverso.html

 

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Cómo lograr que los niños y niñas se sientan atraídos por la ciencia

Por: Ana M. Longo

Especialistas en el campo de las ciencias sugieren aplicar nuevas metodologías, combinando aprendizaje y juego desde la infancia para potenciar el interés de los más pequeños.

Nuestra sociedad se ve envuelta en constantes avances de tipo científico y tecnológico. Sin embargo, parece que, en el campo de la educación, los niños se sienten poco atraídos por estas ramas o bien, entienden que son complejas y se desmotivan en su aprendizaje. Especialistas en el campo de las ciencias sugieren aplicar nuevas metodologías, combinando aprendizaje y juego desde la infancia para potenciar el interés de los niños y niñas. Acercarles al mundo científico, supone que aprendan que la vida es un experimento también, donde hay que aventurarse, practicar y en ocasiones, fallar. La vida, del mismo modo que la ciencia, es observación e implicación.

“Los niños no necesitan definiciones precisas que puedan fotocopiar en sus mentes como si de recetas de alta cocina se tratasen, sino que necesitan una forma de ver el mundo, intuitiva y creativa, que les facilite comprender los nuevos conceptos que descubren durante su estancia escolar”, explica Manuel Ferreira Lorenzo, licenciado en Ingeniería en tecnologías industriales, especializado en Electrónica industrial y presidente de Quantum Society, la sociedad de ciencia y tecnología creada por y para estudiantes.

“Si lo que se quiere es que determinado conocimiento cambie realmente una manera de pensar, hay que enfatizar la importancia de la calidad sobre la cantidad. Si el maestro se centra más bien en el motivo (a través de ejemplos, analogías…), el alumno comprenderá el poder que acaba de recibir gracias a ese nuevo concepto, el cual le ha aportado algo novedoso y permitirá generarle la suficiente curiosidad para querer profundizar todavía más por su cuenta”, añade Ferreira Lorenzo, actualmente estudiante de Física en King´s College.

El experto asegura que es preciso trabajar para adaptar el sistema educativo a la nueva era y, da un especial valor a la figura del educador con una frase de Richard Feynman, físico teórico, que resume, según él, la realidad vivida los últimos siglos: “Un buen maestro no es aquel que sabe explicarte todo perfectamente, sí el que es capaz de hacer que sus alumnos recuperen la ilusión que perdieron durante el colegio”.

Ferreira afirma que concibe concepto como herramienta y es preferible profundizar en el “entender”, el cual no se deduce del “saber”: “Creo fielmente en un sistema donde se aprenda empleando nuevas herramientas y donde el error sea solo “parte del juego”. De hecho, si no te estás equivocando, es que probablemente no estás innovando lo suficiente. Por lo tanto, no hay que avergonzarse, sino celebrarlo”.

Fomentar la curiosidad, inventiva y pensamiento crítico

Ferreira recuerda a Steve Jobs, informático y empresario fallecido en 2011, que aseguraba que al dibujar puntos únicamente se conectarían hacia atrás y había que confiar en que alguna vez se unirían en el futuro. “El sistema educativo debería verse de igual forma”, incide el ingeniero. Y aclara que no cree que: “la solución sea imponer un único y estandarizado camino de puntos, idéntico para la gran diversidad de las generaciones venideras”. Y el experto concluye que, como sociedad, hay que facilitar a los niños que puedan dibujar por sí mismos sus propios “puntos”, de un modo “original, creativo y desenfadado”.

José Enrique Fernández y Gustavo Monroy, profesor de Ciencias Naturales y Biología respectivamente, acuerdan, desde el departamento de Ciencias Experimentales del Colegio Salesianos de María Auxilidadora de Ourense, que deben tenerse más presentes las actividades prácticas y manipulativas, con un menor uso del libro de texto y mayor participación en el laboratorio. Los profesores no deben obviar la dificultad presente en las asignaturas y saber proveer de recursos. “Pensamos que relacionar lo aprendido con la vida real puede aportar mucho a los niños. Y desde luego, les apetecerá mucho más visitar museos científicos y espacios naturales, ver documentales, realizar juegos, hacer “magia” científica o asistir a talleres donde pongan en marcha su razonamiento e ingenio”, apunta Fernández.

Pedro Margolles, investigador en Neurociencia Cognitiva, parafrasea al científico Louis Pasteur, asegurando que “la ciencia solo favorece la mente preparada” y suma que despertando en los niños la curiosidad, la inventiva y el pensamiento crítico, la ciencia acabará atrayéndoles tarde o temprano. “La realidad es suficientemente seductora como para no pasar desapercibida ante el ojo curioso”, sostiene Margolles, quien profundiza en tres puntos clave para lograr el objetivo:

  1. La curiosidad. Resulta indispensable permitir que los niños planteen sus incesantes porqués, a la vez que participar con ellos en la resolución de cuestiones, dinamizar su interés y fomentar que ellos también planteen hipótesis o posibles explicaciones. Muchos padres, ante tal vorágine de preguntas, ceden el móvil a sus hijos para que se entretengan y dejen de hablar. Sin embargo, con este hábito, si bien se consigue una tranquilidad momentánea, también se está privando a los hijos de una oportunidad única para cultivar su curiosidad y capacidad de exploración. Hemos de maximizar su curiosidad natural convirtiéndola en un juego para ellos y para toda la familia.
  2. La inventiva. Es imprescindible dar espacio a los niños para que puedan explorar, manipular o probar los temas que a ellos les interesen. Fomentemos la indagación y la exploración sin más. Es aconsejable participar como padres en estas indagaciones proveyéndoles de un marco de seguridad, pero sin presión. Una forma sencilla de conseguir esto pasa por sugerirles libros, juegos de mesa y canales de YouTube de experimentos que estimulen su curiosidad por los fenómenos más cotidianos y les inciten a probar o construir cosas en casa. Y cuando la curiosidad por realizar un experimento o la motivación por crear surja en ellos, ayudémosles a hacer realidad su proyecto y a cuestionarse por qué la naturaleza funciona de esa manera o plantear escenarios alternativos.
  3. El pensamiento crítico. La personalidad de un pequeño científico no se forja solamente por el nivel de desarrollo de un niño en las facetas de curiosidad y creatividad, sino por cómo se orienta su progreso en ellas. De nada vale la intensidad, si la dirección no es la adecuada. En palabras del filósofo Francis Bacon, el pensamiento crítico: “es tener el deseo de buscar, la paciencia para dudar, la afición de meditar, la lentitud para afirmar, la disposición para considerar, el cuidado para poner en orden y el odio por todo tipo de impostura”. Y un buen comienzo para que todos estos valores mencionados comiencen a implantarse poco a poco en los niños, consiste en mostrarles lo que es y cómo funciona el “método científico” por medio de material divulgativo de ciencia para niños.

“Para enseñar a los niños a amar la ciencia es imprescindible tener en cuenta que, ese interés no se busca, se descubre”, termina el fundador de escuela para científicos.

Fuente de la información e imagen: https://elpais.com

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España: Ómicron golpea a colegios e institutos: aulas vacías, profesores con varias clases a la vez y sustitutos contagiados antes de llegar

Por: Ivanna Vallespín  y Javier Martín-Arroyo

El ministerio y las comunidades han lanzado un mensaje de tranquilidad porque las cifras de bajas docentes no son tan altas como esperaban (en torno al 3,2%), pero las medias estadísticas esconden situaciones dramáticas en muchos puntos de España.

El día a día —incluso el minuto a minuto— del instituto público Dr. Puigvert de Barcelona está gobernado por la incertidumbre. ¿Cuándo va a saltar el próximo positivo? Ya sea entre el alumnado o entre el profesorado: “El miércoles a la una nos llamó un sustituto porque le habían asignado nuestro centro. A las tres nos volvía a llamar diciendo que tenía covid”, cuenta la directora, Txeli Segué.

 

En este instituto del distrito de Sant Andreu, lo peor de la sexta ola de la covid, con la variante ómicron infectando como nunca, ha dejado en su primera semana lectiva tras las vacaciones de Navidad un rastro de una decena de profesores de baja por covid (de un total de 71) y medio centenar de alumnos confinados (de 665). El viernes, detrás de cada puerta de cada aula se podía encontrar una situación diferente, pero en muy pocas conseguían mantener la normalidad. En un grupo de 4º de ESO (15 años), la profesora de castellano solo tenía dos alumnos; el día anterior se había detectado un positivo y la mayoría de compañeros había decidido no ir, aunque los protocolos sanitarios no les obligan a ausentarse. Un piso más arriba, en 1º de bachillerato, nueve alumnos miraban concentrados la pantalla de su portátil; toca Tecnología, pero el profesor no está, imparte la clase desde casa porque, aunque se encuentra bien, tiene coronavirus.

En el Dr. Puigvert han vivido esta semana una situación límite que pilla a todos (docentes, alumnos y familias), además, bastante exhaustos, después de meses de esfuerzos en los que han sufrido algún caso de covid persistente entre el profesorado e, incluso, un fallecimiento. Y la semana que viene puede ir a peor: Marcela de la Rosa, secretaria del instituto, calcula que al ritmo actual en unos días ya se habrá contagiado la mitad de la plantilla solo en el último mes.

Como el suyo, hay muchos otros centros educativos en todo el país cuyo día a día está muy lejos de la normalidad, aunque sea la de antes de la llegada de ómicron. Como el instituto público San Isidoro de Sevilla o el colegio concertado Juan Ramón Jiménez de Gran Canaria, donde algunos profesores están teniendo que atender varias aulas a la vez. O como el colegio público un pueblo del interior de Valencia en el que falta el 25% de la plantilla y, de cinco profesionales del equipo de infantil, quedan dos a pie de aula.

El Ministerio de Educación y las comunidades han enviado durante toda la semana mensajes de tranquilidad, argumentando que las cifras de bajas docentes no son tan altas, que no son preocupantes: una media del 3,2%, según los datos del ministerio, con picos en algunas comunidades que superan el 5%. Y, aunque los sindicatos elevan las cifras hasta el 6% e incluso hasta el 10%, es cierto que en muchos sitios han conseguido de momento esquivar la bala: Vicent Mañes, presidente de la federación española de directores de centros públicos de infantil y primaria (Fedeip), cuenta que, por ejemplo, en su centro, el Bertomeu Llorens i Royo de Catarroja (Valencia), no ha tenido ninguna baja esta semana ni entre el profesorado ni entre los monitores de comedor. Mañes, que pensó que la situación en general iba a ser más caótica de lo que está siendo, reconoce también que es muy heterogénea.

Los peores golpes de la sexta ola

De hecho, en muchas otras escuelas las cosas se han torcido de forma dramática por la falta de profesores, pero también por la de alumnos, y no solo los que están enfermos, sino los que deciden no acudir a clase (ellos o sus familias) por temor a un escenario de contagios desbocados, haciendo caso omiso de los protocolos sanitarios que acaban de suavizar los criterios por los que se decretan cuarentenas preventivas. Son centros con clases semivacías y profesores que cuelgan las tareas directamente en la nube porque no saben cuántos alumnos acudirán, con docentes doblando la jornada, con clases de infantil en las que se van sucediendo los contagios sin que se lleguen a decretar cuarentena alguna —ya solo se recomienda aislar toda la clase cuando se den cinco casos o más de infección activa—.

En el instituto San Isidoro de Sevilla una tormenta perfecta ha significado 15 ausencias a principios de semana, casi el 25% de su claustro de 62 docentes: seis por contagios de covid (un 10%), un profesor con secuelas de la vacuna, cuatro con enfermedades de larga duración y cuatro jubilaciones durante las Navidades. El director, Ignacio Aíza, espera recuperar la plantilla del todo este lunes y ha evitado pedir sustitutos para los profesores con síntomas leves debido a su reincorporación progresiva: “Por muy eficientes que sean los sustitutos, para uno o dos días tampoco ayuda mucho”.

Alumnos en el instituto San Isidoro en Sevilla, en clase el pasado jueves. Alumnos en el instituto San Isidoro en Sevilla, en clase el pasado jueves.PACO PUENTES (EL PAÍS)

Para suplir las ausencias esta primera semana fue clave el cuadrante con los horarios de guardias y la voluntad de ayudar de gran parte de los profesores, que a veces aumentaron sus horas de trabajo para supervisar durante las guardias a los 30 alumnos por clase en la ESO y los 35 de bachillerato. Varios docentes coincidían el pasado jueves en que la mayor dificultad ha sido trabajar con varios grupos a la vez, a pesar de que las aulas estuvieran próximas entre sí y a veces dos grupos pequeños de asignaturas optativas se pudieran reunir en un aula. A mediados de semana, la profesora de Dibujo Lola Mena se lamentaba: “Llevo tres días y parece que llevo un trimestre entero. Acabo de pasar una guardia con seis grupos sin profesor y 1º de ESO [alumnos de 12 años] solo había dado dos horas de clase”.

 

“Hemos tenido que echar mano de las orientadoras”, cuenta Martín Díaz Fivunen, jefe de estudios del colegio concertado Juan Ramón Jiménez de Gran Canaria, ubicado en las faldas del extinto volcán de Bandamarelata. “Yo mismo me he encontrado dividido entre dos clases por falta de personal. Y en los niveles inferiores van sin mascarillas, por lo que el profesorado está nervioso”, añade. En el centro tenían el viernes cinco profesores de baja por contagio (de un total de 29).

 

Beatriz Martínez es docente de un colegio público de un pueblo del interior de Valencia en el que faltan siete profesores de 29. En infantil todos los niños van sin mascarilla. “Es muy difícil. El otro día, con las vacunas [la Comunidad Valenciana está inmunizando a los menores de 12 años en los centros escolares], los niños lloraban y se agarraban y la mascarilla se nos iba al garete”, cuenta Martínez. Y, como no se están confinando las clases cuando se detecta un caso, como ocurría antes de las vacaciones, “un día hay un positivo, a los dos días otros dos… Pero, al llegar de forma escalonada, es casi imposible que lleguemos a hacer cuarentena”, continúa la maestra. En primaria, añade, al faltar muchos alumnos, el gran dilema ha sido si seguir avanzando materia o no.

“Nos tendrían que enviar a casa”

Andrea Rodríguez, alumna de 4º de ESO, conversaba el viernes inquieta con un par de compañeros en un pasillo del instituto Dr. Puigvert de Barcelona. Media hora antes les habían comunicado un positivo en su grupo. Se negaban a volver a clase. “Nos tenemos que quedar todo el día aquí, pero estamos angustiados porque no sabemos si hay más positivos en clase. Nos tendrían que enviar a casa”, reclama. “No teníamos que haber empezado las clases [en enero] o, al menos, que nos hubieran hecho una PCR a todos”, añade otro alumno, Ismael Hussain. En la clase de castellano solo han acudido dos estudiantes por la detección un día antes de un caso de covid, explica Muhammad Ali: “Quedamos con los amigos en venir a clase, pero veo que al final no ha venido nadie. Nosotros nos lo tomamos con filosofía y venimos, como cada día”.

“Publicamos el recuento diario [de casos covid] en nuestra web, queremos que las familias estén informadas”, explica la directora por teléfono. Ella es una de las docentes con covid, pero sigue gestionando el centro desde casa. La secretaria del instituto, Marcela de la Rosa, añade: “Al estrés que ya traes por los contagios en el entorno familiar se suma el ver cómo se están tensionando las escuelas. Nos gustaría centrarnos en temas estrictamente educativos, pero tienes que gestionar las bajas y las emociones de los alumnos. Los adolescentes viven muy intensamente todo lo referente a la covid”.

En el San Isidoro de Sevilla también les gustaría poder centrarse un poco más en lo educativo. “Lo peor ha sido que tenemos Selectividad en junio y vamos agobiados con el temario. Nos ha faltado la profe de Lengua, la de Geografía y la de Economía [con 11 horas lectivas a la semana]. Cuando los profes de guardia no dan abasto, nos bajamos todos al patio”, explicaba el pasado jueves Miranda Plantón, alumna de 17 años de 2º de bachillerato.

El instituto sevillano presume de ser el más añejo de España, con 176 años de historia, y acogió alumnos como Severo Ochoa y Manuel Machado. Ubicado cerca de la populosa y céntrica Alameda de Hércules, hoy viste pasillos y muebles vetustos pero dignos para un edificio de 1967. Es bilingüe de alemán, respira bullicio, buen ambiente y tiene bajas temperaturas. Las ventanas y puertas no se cierran nunca, por lo que la mayoría viste abrigos, gorros y calcetines polares para protegerse de las corrientes permanentes. Hace dos años que ningún profesor cierra la puerta de la clase por la pandemia.

“El instituto tiene muy buena ventilación, aunque es incómodo a nivel de bienestar y se está mejor incluso en el patio, porque allí no hay corriente. Las primeras horas son las peores”, dice Lilian Rivera, orientadora del centro. El director defiende que esa ventilación permanente es la causa de que en dos años no haya habido ni un contagio entre alumnos ni profesores y todos se hayan originado fuera del centro: “Aguanté las presiones de los padres, pero también otros alumnos me pidieron que no se cerraran las ventanas, preocupados por sus padres y abuelos. Eso sí, con la Filomena [la gran nevada del año pasado] pasamos dos semanas tremendas y algún alumno con sabañones”.

Alumnos del instituto San Isidoro de Sevilla, este jueves. Alumnos del instituto San Isidoro de Sevilla, este jueves. PACO PUENTES

Al margen de los 50 alumnos positivos por coronavirus (de 800) hay muchos otros con síntomas y sin diagnosticar ni resultado de test que por prudencia se han quedado en casa. Antes se les mandaban las tareas a los que faltaban por contagios, ahora la variante ómicron va a tal velocidad que todos los profesores las suben directamente a la nube para que los ausentes se las descarguen. Frente al 10% de profesores contagiados por covid en el San Isidoro, Andalucía ha tenido una media del 1,2% de sustituciones esta primera semana, 1.321 plazas en una plantilla de 106.000 docentes

Jubilaciones sin cubrir

En el caso de las cuatro jubilaciones del San Isidoro de Sevilla, la Consejería de Educación andaluza las conocía con antelación. Estaban previstas para diciembre, pero algún fallo técnico o humano impidió que el lunes pasado se cubrieran. “Hemos tenido mala suerte porque habitualmente el sustituto llega al día siguiente. El último reparto fue el 15 de diciembre. Se jubilaron después y no saltó la alerta durante las Navidades, no sé qué ha pasado”, comentaba Aíza con desconcierto. Esta semana, a las ausencias del profesorado se sumó la falta de dos limpiadoras por traslado, de las cinco que hay, y un conserje de los cuatro con los que cuenta el centro. Por si fuera poco, hasta julio pasado había faltado por excedencia una de las dos administrativas del centro, cuya baja no se cubrió durante nada menos que dos años

En el Dr. Puigvert de Barcelona, la secretaria De la Rosa admite que el inicio del curso está siendo “fatal”, con más del 10% de la plantilla de baja. Durante la pasada semana en Cataluña se detectaron 30.500 positivos entre alumnos de todas las etapas y 3.800 entre el profesorado y en confinamiento había 52.632 estudiantes (el 3,65% del total) y 6.663 docentes (4%). Aunque la Generalitat insiste en que se están cubriendo las ausencias desde el primer día, el colapso del sistema lo hace inviable. “Tenemos un profesor que dio positivo el sábado, recibimos su baja el lunes y el sustituto ha llegado hoy [por el viernes pasado]. Pero solo estará un día porque el titular se reincorpora el lunes”, describe De la Rosa. Desde el 7 de enero, Cataluña ha nombrado 5.261 sustitutos, aunque el sindicato mayoritario Ustec denuncia que hasta un 30% de las vacantes no se cubren por los contagios también entre los sustitutos y por la falta endémica en algunas especialidades.

La celeridad y el alcance de la cobertura de las ausencias de docentes también está siendo muy distinto, dependiendo de la comunidad, incluso de la etapa educativa (CC OO asegura que se están solucionando mucho mejor en secundaria y muy mal o casi nada en infantil). Así, como ocurre con todo lo demás, cuando eres el centro que se queda en el lado malo de la estadística, las medias no consuelan. La directora del Dr. Puigvert detalla que, de la decena de bajas de profesorado que han tenido esta semana, solo han cubierto tres por la falta de especialistas en los perfiles que ellos necesitan. Así, tienen que hacer encaje de bolillos para cubrir los huecos: tirar de guardias, que un docente se reparta entre dos aulas, dar clase de forma presencial y virtual a la vez a 50 alumnos… Y admiten en el centro que un día tuvieron que enviar tres grupos al patio porque no quedaban más docentes.


Con información de Guillermo VegaElisa Silió y J. A. Aunión.


Fuente de la informaciòn e imagen: EL PAÍS

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México: La UNAM rechaza volver a las clases presenciales ante el aumento de casos de covid-19

Por: Beatriz Guillén

La universidad resiste las presiones del presidente López Obrador para volver a las aulas en la cuarta ola de la pandemia en México e impone un modelo híbrido.

 

Las clases presenciales no vuelven todavía a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Así lo ha confirmado la casa de estudios en un comunicado este miércoles ante el aumento de casos de covid-19 en el país: “La enseñanza continuará desarrollándose en forma híbrida en los diferentes planes de estudios”. Esta decisión confronta la exigencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en su conferencia del martes pidió a las universidades que los estudiantes volvieran ya a las aulas, pese a que la entrada de la variante ómicron en México ha disparado el número de contagios.

Después de las vacaciones, la UNAM mantendrá el mismo modelo semipresencial que tenía antes de las fechas navideñas: uso obligatorio de cubrebocas, limitación de aforo y horarios escalonados combinados con clases virtuales. La universidad ha dejado en manos de los consejos técnicos de cada facultad los lineamientos específicos y los porcentajes de asistencia; así, por ejemplo, la facultad de Medicina anunció el lunes que todas sus clases iban a ser en formato online después de consultar las indicaciones de expertos en covid-19.

En su comunicado, la universidad contrasta “la situación sanitaria imperante en el país” con “la persistencia del semáforo epidemiológico en color verde”. Este martes, México registró su cifra más alta de contagios diarios de los últimos cuatro meses: 15.184. La entrada al país de la variante ómicron —identificada por los expertos como mucho más contagiosa— amenaza con llevarlo a una nueva ola de covid-19 —la cuarta en México—, como ha ocurrido en España, Reino Unido o Estados Unidos, que han registrado récords de casos en estas fechas.

Hasta el momento, el Gobierno mexicano ha tratado de llamar a la calma porque todavía no se han incrementado las hospitalizaciones por el virus, sin embargo, la historia de otras olas se repite: falta de pruebas diagnósticas públicas y largas cosas en farmacias y laboratorios privados. La Administración de López Obrador sigue rechazando implementar restricciones y confía en la vacunación como la única herramienta de lucha contra la pandemia.

Este fin de semana comienza la inmunización de refuerzo del personal educativo, mientras algunos Estados han decidido retrasar la vuelta a las clases presenciales. “Las autoridades titubean y se dejan intimidar, y entonces dan bandazos, de repente viene esta nueva variante, y hay que encerrar a todos, porque los analistas están planteando eso, aunque los médicos estén diciendo otra cosa, pero por temor al cuestionamiento, a la crítica, se cierran las escuelas”, criticó el martes el presidente.

López Obrador también se lanzó contra la política sanitaria de las escuelas superiores: “Vuelvo a hacer un llamado a las universidades porque ya se pasaron, hay muchas que no regresan a clases presenciales. Hago el llamado respetuosamente, porque nada sustituye las clases presenciales, además, no todos tienen la oportunidad de contar con Internet”. El rector de la UNAM, Enrique Graue, dispuso a mitad de noviembre que la casa de estudios se encaminaría a una vuelta 100% a las aulas, paralizada ahora por el repunte de contagios.

No es la primera desavenencia entre la máxima institución universitaria de México y el presidente. En octubre, el mandatario encendió a la comunidad académica cuando advirtió contra “la deriva derechista y conservadora” de la universidad, que con 360.000 estudiantes es la más grande de Latinoamérica. Ante la reprimenda, profesores y alumnos salieron a defender a la casa de estudios.

Algunas de las arremetidas de López Obrador más polémicas han sido contra las comunidades académicas mexicanas; desde la extinción de los fideicomisos, la polémica con el CIDE o los últimos recortes de presupuesto a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Este miércoles ha sido el turno del Tecnológico de Monterrey, a quien el presidente acusa de despedir a su personal docente en diciembre para volverlo a contratar en enero.

Fuente de la información e imagen: https://elpais.com

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