Juventud con futuro

PABLO G. PERPINYÁ

15M. A LAS PUERTAS DEL V ANIVERSARIO

El domingo tuve la ocasión de escuchar a Zapatero en la Sexta hablando acerca del 15M y he de reconocer que me sorprendió su elocuencia. El Presidente sabía bien de lo que hablaba, evitó caer en la descalificación, expuso un discurso muy bien armado… sinceramente no me convenció, pero seguro que gustó entre sus filas. Sin embargo sus palabras tuvieron en mi un efecto demoledor porque de forma involuntaria ZP tumbó el mito que con tanta dedicación había construido en mi cabeza a lo largo de los últimos años y que tantas buenas cervezas me ha acompañado: no hay nada más divertido que escuchar a un político profesional hablar del 15M. Ayer ZP refutó mi hipótesis, dignificó su condición y me dio una lección. Tocaba buscar un nuevo mitonumber one. Y buscando, buscando y buscando lo encontré y lo bauticé. El mito de la “vanguardia juvenil quincemera”.

Una de las cosas más apasionantes de los movimientos sociales es la virulencia con la que los actores clásicos pugnan por cooptarlos y representarlos. Todo gran movimiento tiene en torno a sí multitud de genios de la oportunidad y la astucia a los que la plebe debe rendir pleitesía, ya que, a fin de cuentas, mientras que la masa se contentaba con mover las manos en la Puerta del Sol, los elegidos diseñaban sesudas estrategias para subvertir el orden mundial mediante…. ¡tatachánnnnn!: ¡La transversalidad!

Efectivamente, la transversalidad. Un término sobre el que se puede escribir profundas reflexiones pero que básicamente defiende interpelar al conjunto frente a la parte, acudiendo a referentes simbólicos que puedan ser percibidos como propios por personas de diferentes clases sociales…ups…de diferentes perfiles socioeconómicos. Es la teoría del guapo de la clase, del bocadillo de nocilla o del let´s twist again de Chubby Checker: la teoría de lo que gusta a todo el mundo. O así debería ser si los seis mil millones de habitantes del Planeta fuéramos ratoncitos blancos y los dirigentes de la transversalidad fueran científicos con bata. Si acudimos a los resultados electorales la cosa es bien diferente.

Los dirigentes de la transversalidad dibujan de forma recurrente un escenario de dos espacios que,como no podía ser de otra forma,es el único en que puede justificarse su posición: yo frente al identitarismo, dentro del cual se agrupa el conjunto de las experiencias que no interpelan al conjunto social sino que lo hacen sobre alguno de sus elementos. Posición que, por otra parte, no dispone de coordenadas propias sino que estas se configuran en función de los contextos y de los movimientos del resto de actores, proponiendo un programa volátil caracterizado por la coyunturalidad y el oportunismo. Siendo para los marxistas el sentido último de la política la consecución de una sociedad sin clases, la transversalidad se propone, en todo caso, como una vía para el reforzamiento de la estructura social vigente.

A estas alturas a nadie se le escapa que una parte de la izquierda ha abrazado los postulados de la transversalidad con inusitado fervor. Y así, entre significantes flotantes, poderes y contrapoderes se ha elaborado un relato con más números que El Barco de Vapor que incluso en las últimas semanas ha erigido a un grupo de jóvenes como fundadores del ciclo político más apasionante de los últimos treinta años. Ahí es nada. Un relato contado por los supuestos protagonistas, que habla de los protagonistas y de su gran gesta. La modestia, por lo que parece, debe haber quedado catalogada como vieja política.

El 15-M no fue un movimiento transversal sino contrahegemónico. Partiendo de diversos sentimientos y deseos que eran ampliamente compartidos por la población, asumió desde el primer momento los valores y los principios de quien lo impulsaba, que no era otro que el pueblo de izquierdas. El 15M puso sobre la mesa un programa de cambio que logró seducir a amplias capas de las clases populares en sentido amplio, incorporando conceptos nuevos al lenguaje cotidiano, cambiando de forma irreversible la forma de hacer política. En todo caso si algo fue el 15M fue una denuncia del sistema político vigente, de las instituciones de mediación, del establishment y especialmente de los efectos de la desigualdad del capitalismo en nuestro contexto (precariedad, desigualdad de género, desregularización del mercado laboral, etc.).

Creo sinceramente que de los profetas de la transversalidad nos separa algo más que una mera discrepancia táctica. Vemos la sociedad con un cristal diferente, empleamos códigos de valores que en ocasiones llegan a oponerse y, sobre todo, entendemos la actividad política de forma antagónica. Es posible que la sociedad de mercado haya permeado en lo que antaño era la izquierda, incorporando una visión pacífica respecto de las relaciones de producción-reproducción, haciendo de la meritocracia el patrón que ordena lo real y generando un relato del joven ultra-cualificado que sufre más que cualquier otro grupo social las consecuencias de la crisis y que aspira al relevo de las viejas élites para devolver la “decencia” a la política.

Fin de la reflexión con el recuerdo y agradecimiento a aquellos que ayer luchaban con el mismo compromiso que lo hacen hoy. A los que no olvidan de dónde vienen. A los currelantes sin verbo fácil que dejan su tiempo al servicio de un proyecto colectivo. A quienes dignifican su barrio y a sus vecinos. A los que no les pesa reconocer que tienen una pegatina de “Maulets”. Al Colectivo 1984 que después de 12 años sigue haciendo una labor encomiable, que seguramente nunca pisará La Sexta Noche, pero que sin duda es la única que permite construir contrapoderes sólidos capaces de convertir la entelequia de la transformación social en algo tangible aquí y ahora. Feliz cumpleaños.

15/04/2016

https://tigresdepapel.com/2016/04/1…

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