Es el modelo de desarrollo compadre

Colombia/12 de Junio de 2016

Por: Radio Macondo

Con insistente frecuencia el análisis, las discusiones y críticas que se adelantan en Colombia y la mayoría de los países latinoamericanos sobre la crisis política, social, económica y ambiental que viven sus sociedades, se le atribuye al modelo de desarrollo que estos países adoptaron con mayor fuerza desde mediados del siglo XX, como una de sus causas principales.

Lo anterior ha llevado a que amplios sectores sociales afectados por esas crisis, se pregunten, en primer lugar ¿Qué es un modelo de desarrollo?, ¿Quién definió ese modelo de desarrollo?, ¿Cuál es su origen?, ¿Cuáles son sus efectos sobre los hombres y mujeres que viven en las ciudades y en el campo? Y finalmente se pregunten también sobre las propuestas alternativas que puedan existir para cambiar ese modelo.

Dichas preguntas surgen por las grandes injusticias sociales, los desequilibrios regionales y por la incapacidad para resolver los problemas estructurales que dicho modelo ha generado, tales como la pobreza, la exclusión política, social y económica; la perdida de las libertades ciudadanas; la violación reiterada de los derechos sociales, políticos, económicos, culturales y ambientales; la persecución y represión de todos y todas aquellas personas, comunidades y movimientos sociales y políticos que manifiestan su inconformidad, se movilizan y luchan por buscar el cambio y las transformaciones de los grandes problemas que ese modelo ha generado y plantean la construcción de otro tipo de sociedad más justa, democrática, incluyente, igualitaria y en la que puedan alcanzar y desarrollar plenamente sus proyectos de vida.

Estas notas, pretenden dar respuesta a las anteriores preguntas, como una manera de contribuir a la comprensión, cualificación y fortalecimiento de todos aquellos sectores, 3 movimientos sociales y políticos que desde muchas décadas atrás han luchado por el cambio de ese modelo y la nueva sociedad imaginada. A continuación, se presentan de manera sumaria posibles respuestas. 1. ¿Qué es un modelo de desarrollo? Entre muchas de las maneras de definir este concepto, encontramos la siguiente: Un modelo de desarrollo es un parámetro, una guía de acción, una ruta o una estrategia mediante la cual se organiza una sociedad, o un sector determinado de esta. El modelo orienta y define las prioridades de un país, una región o un sector determinado, decide la manera como se aprovechan y distribuyen el conjunto de los bienes y recursos que produce una sociedad, una región o un sector.

El modelo se convierte así en la referencia general mediante la cual se logran unos objetivos propuestos para hacerlos realidad. Todo modelo de desarrollo tiene unos fundamentos teóricos, es decir está basado en unas teorías y enfoques generales desde las cuales se concibe el mundo y el tipo de sociedad a la que se aspira, el carácter del Estado, el sistema y régimen político que represente a todos sin ningún tipo de exclusión, la forma como se satisfacen las necesidades de los ciudadanos, los mecanismos para que estos puedan participar en las decisiones que los afectan y las vías más adecuadas para resolver sus principales problemas.

Los modelos de desarrollo, han sido explicados principalmente entre otras, por las teorías sociales, políticas, y económicas, siendo estas últimas las que han marcado su acento. 4 2. ¿Quién definió el modelo de desarrollo? Se le ha hecho creer a todo el mundo, especialmente al mundo occidental que la noción de desarrollo nace con el hombre, que es inherente a su naturaleza, que desde ella todos buscamos un cambio, o una transformación.

En realidad, lo que ha sucedido es que la noción de desarrollo y el modelo que la acompaña, dependiendo del momento histórico y las características particulares que viven las sociedades, es un modelo impuesto desde mediados de los años cuarenta por los Estados Unidos de Norteamérica como resultado de una de las principales consecuencias que tuvo el desenlace de la segunda guerra mundial, momento histórico en el cual los norteamericanos resultaron como uno de los países vencedores y desde entonces se erigieron en la primera potencia mundial en el campo económico, político y militar.

Desde ese momento, precisamente el año de 1949, los Estados Unidos dividieron el mundo entre países desarrollados y subdesarrollados. Los primeros caracterizados en lo económico por poseer abundantes bienes de capital y tecnologías y los segundos por disponer y producir principalmente materias primas que los denominados países desarrollados podrían transformar con su capital y tecnología.

En lo político, los países desarrollados se convirtieron en los adalides de la democracia y han buscado desde entonces, múltiples maneras para que esta se convierta en el sistema político dominante en el mundo, sin detenerse en los medios que tengan que emplear para lograrlo, incluida la guerra y la invasión a otros países si fuese necesario, como ocurrió con Vietnam en Asía, Afganistán en el medio oriente y Panamá en el Caribe, por sólo mencionar algunos países. 5

La división entre los países desarrollados y los subdesarrollados podemos visualizarla en la siguiente imagen

mapa

La imagen nos recuerda la célebre frase pronunciada en el año de 1949 por el presidente de los Estados Unidos Harry Truman que refleja de manera clara, la naturaleza colonizadora del imperio gringo, quien a nombre de la paz y la libertad, planteo la visión del tipo de relaciones que establecería con los supuestos países sub-desarrollados, veámosla:

“En los años venideros nuestro programa de paz y libertad dará relieve a cuatro principales direcciones de acción: 4° Tenemos que lanzarnos a un audaz programa nuevo para poner a disposición del mejoramiento y desarrollo de las regiones atrasadas los beneficios 6 de nuestros adelantos científicos y de nuestro progreso industrial.

Más de la mitad de las personas del mundo viven en condiciones que se acercan a la miseria; sus alimentos son insuficientes, son víctimas de enfermedades, su vida económica es primitiva y está estancada, su pobreza es un hándicap y una amenaza tanto para ellos como para regiones más prósperas.

Por primera vez en la Historia, la Humanidad posee el conocimiento y la capacidad para aliviar los sufrimientos de estos pueblos…” (Truman, 1949) Desde esas palabras se impuso una noción muy particular sobre el desarrollo y se ha hecho creer al mundo entero que a los Estados Unidos los asisten motivaciones altruistas para ayudar a los países sub-desarrollados que también fue otra de sus imposiciones, para ocultar que lo que siempre han tenido son desmedidos intereses económicos y políticos, en primer lugar para explotar y saquear las riquezas naturales de los países latinoamericanos y caribeños y en segundo, para imponer una férrea dominación y subordinación política e ideológica que le sean favorables a sus intereses planetarios y de esta manera contar con países que sean aliados incondicionales. La división entre países desarrollados y subdesarrollados ha sido y es otra de las arbitrariedades de las elites, el poder político y económico norteamericano y de Europa occidental.

A los primeros los llamaron desarrollados por tener muchos bienes de capital y mucha tecnología, importantes desarrollos tecnológicos, especialmente en los asuntos militares y económicos. Esto les ha permitido tener altos niveles de calidad de vida expresados en las más amplias oportunidades para sus ciudadanos en materia de educación, investigación, ingresos y bienestar.

Así mismo, en evitar los alarmantes porcentajes de pobreza, 7 desempleo y desigualdad que vive la mayoría de la población de los países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Un ejemplo de algunos de los principales países considerados desarrollados son: Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, la mayoría de los países de Europa occidental (Alemania, Holanda, Suiza), Reino Unido, la república Checa, Luxemburgo, Bulgaria, Bélgica.

A los segundos, los consideraron países en vías de desarrollo o subdesarrollados, porque carecían de la mayoría de los aspectos que los desarrollados habían alcanzado, o los tenían muy limitados y no alcanzaban siquiera a obtenerlos en proporciones razonables, de allí lo dicho por Truman “Más de la mitad de las personas del mundo viven en condiciones que se acercan a la miseria;…”, por ello su gran idea siempre ha sido que este tipo de países alcancen lo que los desarrollados han logrado.

Pero claro, siempre su énfasis ha estado en la obtención de los bienes materiales y la riqueza económica, con lo cual han desconocido históricamente las riquezas no materiales, las tecnologías, la cultura y los saberes de los pueblos ancestrales y originarios de nuestra américa y las de los otros continentes (África, Asia y Oceanía).

Una pequeña lista de esos países mal llamados subdesarrollados por los poderes internacionales para ilustrar de mejor manera lo antes dicho son: Ecuador, Perú, Colombia, Bolivia, todos los países de Centroamérica, la mayoría de los países africanos, Haití, Jamaica etc. Claro hay que tener en cuenta que entre estos hay diferencias notables. Ahora bien, a estas alturas, será conveniente, aclarar de manera breve en qué consiste esa noción de desarrollo que nos han impuesto los denominados países desarrollados y desde que tipo de enfoque se plantea. 8 La Noción, los enfoques y efectos del Modelo de Desarrollo. La noción de desarrollo que ha predominado desde mediados y fines de los años cuarenta fue establecida equiparando o mejor reduciendo el desarrollo al crecimiento económico.

En este sentido, se le asignó a lo económico un papel central y determinante para alcanzar posibles objetivos del desarrollo, convirtiéndolo en un prerrequisito ineludible para todos los países que giran en la órbita de influencia de los Estados Unidos. Distintos autores han criticado, esa noción por reducir de manera ostensible el desarrollo al crecimiento económico, uno de estos autores Cambra (1999), destaca en su crítica algunos elementos que son importantes y deben ser tenidos en cuenta, nos dice por ejemplo, que esa noción se ha concebido como un:
“proceso esencialmente técnico-económico que, por un lado, privilegia el crecimiento económico como condición y causa del desarrollo general y, específicamente, del desarrollo social; y, por otro lado, parte de una ingenua y acrítica – pero no por ello carente de contenido ideológico- concepción de la expansión tecnológica como motor de un crecimiento que permitirá una mayor acumulación de riqueza que, a su vez, nos llevará al reino de la libertad”. (Cambra, 1999: 4)

Lo que señala el autor precitado, es lo que se conoce más ampliamente como el enfoque economicista del desarrollo que ha predominado en las sociedades occidentales, porque le sirve como soporte principal a las sociedades capitalistas para justificar sus fines orientados principalmente a la acumulación de capital que será invertido con el sólo objetivo de obtener 9 grandes rentas y utilidades como resultado del funcionamiento del libre mercado, considerado el gran dios o centro de gravedad a partir del cual el capitalismo podrá realizar todos sus sueños.

Ese modelo de desarrollo capitalista encontró sus mejores primaveras, cuando sus representantes lograron deshacerse de los Estados liberales de bienestar que tuvieron en sus agendas y programas la implementación de medidas redistributivas, reconocimiento de derechos y garantías para el ejercicio, goce y disfrute de los derechos sociales y económicos. Así mismo este tipo de estados adoptaron medidas de protección a las industrias y mercados nacionales.

De esta manera, los llamados estados de bienestar, muy escasos en Latinoamérica y el Caribe, fueron sustituidos por los llamados estados neoliberales para los cuales, aquellos eran el principal estorbo para obtener sus desmedidos fines de lucro y erigir el mercado como la única institución que podría asignar de manera eficiente los recursos en una sociedad.

De esta manera, el neoliberalismo inicia su proceso de expansión y colonización sobre las sociedades occidentales, llegando a Colombia a mediados de los años 80 y principios de los 90 con la seductora idea de lograr el desarrollo con la apertura de la economía nacional a los capitales trasnacionales, los mercados internacionales y al intercambio de bienes y servicios entre las naciones y países, de tal suerte que no tuviesen ningún tipo de impedimento, que se borraran las fronteras, se desregularan las economías y desaparecieran los impuestos a las mercancías que provenían del extranjero.

Para lograr los propósitos antes señalados, organismos internacionales fieles representantes de los intereses del gran capital trasnacional, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional exigieron que todos los 10 países reestructuraran sus economías, redujesen el tamaño de los estados, privatizaran todas las empresas que éste había conformado y permitiesen que todas las actividades tuviesen un valor de cambio para convertirlas en mercancías que deberían estar al libre juego de las leyes de la oferta y la demanda, actividades en las que incluyeron la mayoría de los bienes, servicios y derechos que el estado debería garantizar a sus ciudadanos y que hasta ese momento eran considerados bienes públicos que éste debería proveer, todo ello bajo la célebre frase: “Más mercado y menos Estado”.

El resultado de la aplicación de ese modelo capitalista basado en el libre mercado y en la explotación y extracción irracional de los recursos naturales por más de treinta años, ha fracasado porque sólo unos pocos sectores sociales, los más pudientes, los mejor situados, los dueños del capital industrial, agroindustrial, comercial y financiero son los únicos que se han beneficiado, mientras que las grandes mayorías de trabajadores, campesinos, indígenas y afrodescendientes, han sido excluidos de los supuestos beneficios que les traería ese tipo de desarrollo.

Del fracaso del modelo de desarrollo neoliberal, han dado cuenta prestigiosos investigadores y académicos, dentro de los cuales se destaca el economista Eduardo Sarmiento Palacio, citado por Arellano (2010) consigna en una entrevista a este respecto las siguientes palabras: “la apertura, las privatizaciones, la especulación financiera y la represión monetaria configuraron en este país una de las sociedades más desiguales del mundo”.

Ahora bien, Arellano (2010), complementa a Sarmiento, ampliando lo que a su juicio sirve como argumento para 11 demostrar el fracaso del mencionado modelo en el caso colombiano, lo siguiente: “Y no es para menos, con cifras en la mano se demuestra en forma tajante que en este periodo Colombia decreció por primera vez en 70 años; las 700 mil toneladas de importaciones de los años 80 son ahora alredor de 8 millones; el desempleo está en dos dígitos, los pobres del campo y los trabajadores informales aumentaron ostensiblemente; las privatizaciones no mejoraron los servicios públicos pero aumentaron en más del cien por cien las tarifas; las exportaciones no crecieron lo que se esperaba; y las deserciones escolares y universitarias alcanzaron niveles sin precedentes en la historia” (Arellano, 2010). Seis años después de las anteriores críticas al modelo neoliberal, encontramos que la situación, antes de cambiar positivamente, ha empeorado negativamente debido a que los niveles de injusticia social, de desigualdad y pobreza han aumentado considerablemente en Colombia, algunos pocos indicadores oficiales así lo confirman. Veamos:

La concentración sobre la propiedad de la tierra es una de las más altas en el mundo, y la segunda en América Latina después de Paraguay, el coeficiente de Gini asciende a 0.86, casi llegando al máximo nivel de concentración que es 1, esto significa que unos pocos propietarios poseen casi el 80 y 90% de las mejores tierras del país.

En igual sentido de lo anterior, la distribución del ingreso es otra de las mayores desigualdades que se presentan en Colombia, su coeficiente de Gini es 0.52 lo que significa que el 20% de la población recibe el 80% del ingreso nacional. La pérdida de la soberanía alimentaria y la eventual crisis de alimentos que se puede presentar en el corto plazo, se ve reflejada en el aumento de las importaciones de alimentos, el 12 propio Ministerio de Agricultura reconoce que en este 2016 estamos importando 11 millones de toneladas de alimentos, cuando hace unas dos décadas atrás éramos un país autosuficiente.

Y lo anterior, no es todo, desde hace unos años, asistimos a una agresiva ofensiva del capital trasnacional y nacional por explotar los recursos naturales como nunca antes lo habían hecho, creando condiciones y artificios para invertir en los denominados países subdesarrollados en la tierra, para desarrollar grandes obras y ejecutar los llamados megaproyectos agrícolas, mineros, forestales, de infraestructura, hidroeléctricos, acuícolas, etc, consolidando así lo que hemos llamado la nueva fase de acumulación del capital basado en el extractivismo de los recursos naturales, o neo-extractivismo, como en la actualidad se le conoce en toda Latinoamérica que es uno de los rasgos principales que hoy día caracteriza el modelo de desarrollo económico predominante y de paso explica la posición de las elites y poderes políticos y económicos de entregar en concesión para la explotación de nuestros hidrocarburos y minerales el 40% del territorio nacional o de permitir la compara masiva de tierras en regiones tan importantes como la Orinoquia colombiana y la región de montes de maría. La forma como se expresa el modelo neoliberal en el campo colombiano, o en lo rural, ha conllevado a que el Modelo de Desarrollo Rural prevaleciente siga los patrones básicos del Modelo de Desarrollo general del país.

Las elites políticas y los gobernantes neoliberales desde los años 80 han promovido un modelo de desarrollo rural orientado principalmente a la exportación, es decir se trata de un modelo agro-exportador en lo rural, que ha profundizado la secular crisis agraria que el país vive desde las primeras décadas del siglo XX.

Dicho modelo promueve la empresarización y bancarización de los campesinos, sin detenerse a pensar que la gran mayoría de ellos no tienen los ingresos necesarios para hacerlo, pero peor aún, se desconoce la naturaleza de los pequeños y medianos campesinos y sus modos de vida que están muy 13 distantes de la lógica de la acumulación de capital y obtención de rentas y utilidades a costa del trabajo y la explotación de los trabajadores rurales y campesinos.

El resultado de la aplicación del Modelo de Desarrollo Rural, también fracasó, uno de los más recientes y destacados estudios, fue hecho paradójicamente por un organismo de Naciones Unidas, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Dicho programa realizó un exhaustivo diagnóstico y propuso alternativas en varios planos, consignándolas en el “Informe de Desarrollo Humano del año 2011”, conocido con el título de “Colombia Rural. Razones para la Esperanza”, su conclusión con respecto al fracaso del modelo de desarrollo rural es contundente y no deja duda al respecto, señala que:

“El modelo de desarrollo rural construido es altamente inequitativo y excluyente, propicia innumerables conflictos rurales, no reconoce las diferencias entre los actores sociales, y conduce a un uso inadecuado y a la destrucción de los recursos naturales.

Acentúa la vulnerabilidad de los municipios más rurales en relación con los más urbanos, y no permite que se genere la convergencia entre lo rural y urbano.

Además, se ha fundamentado en una precaria y deteriorada institucionalidad pública que le abre más espacios a la actuación de las fuerzas del mercado en una sociedad de desequilibrios e inequidades (PNUD, 2011). Adicional, a lo antes señalado, en dicho informe se destacan cuatro de los más importantes rasgos negativos del modelo de desarrollo rural implementado.

Estos son: No promueve el desarrollo humano y hace más vulnerable a la población rural, para el año de 2005 el 68.5% de la población rural se encontraba en situación de pobreza. 14 Ø Concentra la propiedad rural, crea condiciones para el surgimiento de nuevos conflictos y exacerba los viejos conflictos, dentro de los cuales el conflicto armado interno ocupa un papel central.

Como ya se dijo. La concentración de la tierra en Colombia refleja una escandalosa desigualdad que se ha agravado con el despojo violento de tierras de que han sido objeto miles de pequeños y medianos campesinos. Privilegia, incentiva y promueve la agroindustria rural y el capitalismo agrario basado en el establecimiento de cultivos permanentes como la palma de aceite, la caña de azúcar, el sorgo etc., para satisfacer las demandas de los mercados internacionales, mientras desconoce y relega la economía campesina, desdeñando los cultivos transitorios de ciclo corto que producen la mayoría de los alimentos para el mercado nacional, Leibovich (2013) señala que los campesinos producen entre el 50 y 68% de los alimentos que consumimos los colombianos.

Es un modelo antidemocrático y discriminatorio, especialmente contra las mujeres, los indígenas y los afro-descendientes. La situación del campo colombiano y los conflictos sociales, económicos y políticos se ha agravado por la cruenta guerra que en sus territorios se ha librado durante casi todo el siglo XX, la guerrillas de hoy, en parte son la herencia que nos dejó la violencia política de los años 40 y 50 como resultado de las disputas por el poder entre los liberales y los conservadores. Estas se originaron en ese nefasto episodio de la historia colombiana, muchos de sus fundadores buscaron que se resolvieran los conflictos agrarios y las lamentables condiciones de vida que tenían hombres y mujeres del campo, pero la respuesta del Estado conllevó a que fueran perseguidos, estigmatizados y excluidos viéndose obligados a mantener las armas para defender sus vidas, bienes y familias hasta convertirse en ejércitos guerrilleros que fueron 15 construyendo sus respectivos proyectos políticos y políticomilitares.

Ese conflicto armado, nos acompaña desde hace poco más de 50 años y afortunadamente desde el año 2012 se viene dando un proceso de diálogos y negociaciones para terminar el conflicto armado entre el Estado y las guerrillas, privilegiando una solución política y no las fracasadas soluciones militares que predominaron en todos los gobiernos anteriores.

El proceso de la Habana que busca establecer unos acuerdos para terminar el conflicto armado, más no los conflictos sociales, políticos, económicos y territoriales que se mantendrán, ha tenido como centro la discusión sobre el tema del Desarrollo Rural y justamente en este punto ya las partes han logrado un acuerdo básico, muy a pesar de la insistencia del gobierno de Juan Manuel Santos que señala:

“El Modelo de Desarrollo NO se discute”, sin embargo por el conjunto de transformaciones que se derivan de los puntos pactados en materia de la “Reforma Rural Integral”, si es que el gobierno está dispuesto a cumplir después de la firma de los acuerdos, necesariamente se tendrán que introducir reformas de fondo a ese modelo de desarrollo rural prevaleciente.

En efecto, la implementación de los acuerdos, necesitara un gran pacto político y social en el que participe toda la sociedad colombiana, sus principales actores sociales, políticos, públicos y privados, sería el nuevo pacto por la Colombia del futuro que obligatoriamente tendrá que acordar el espacio o mecanismo más idóneo y adecuado, que pueda tener la fuerza suficiente para revertir los aspectos más regresivos del orden y sistema social que hemos vivido desde nuestra conformación como República y pueda en efecto tener la legitimidad social y política para expedir una nueva Constitución Política Nacional que esté acorde con el contenido central de los cambios y transformaciones que necesita la actual sociedad colombiana.

Quizá el mecanismo que reúna esas características será Una Nueva Asamblea 16 Nacional Constituyente que se convoque y realice como un proceso nacional de participación democrática e incluyente posterior a la firma de los acuerdos. Ahora bien a esta altura, bien vale la pena responder la última pregunta relacionada con la existencia de otras propuestas y otros modelos de desarrollo diferentes al modelo de desarrollo capitalista y neoliberal para superar el unanimismo y el monopolio que el capital y sus agentes han establecido, al pretender señalar que su particular modelo, que tiene a la sociedad occidental en una profunda crisis social, ambiental, alimentaria y energética es el único posible.

Lo cual es una gran falacia, orquestada por los actuales Estados, sus defensores y sus medios de comunicación. Veamos entonces de manera muy resumida cuáles serían otros modelos diferentes, alternativos, más inclusivos, democráticos y que establecen de manera más armónica la relación entre el hombre y la naturaleza.

Enfoques y Modelos Alternativos al Desarrollo. En términos generales los movimientos y organizaciones políticas, sociales y comunitarias, los pueblos originarios y ancestrales de nuestra américa, los afro-descendientes, sectores de la academia y organizaciones no gubernamentales han venido debatiendo y construyendo en su diario vivir algunos enfoques, prácticas, críticas y modelos alternativos al modelo hegemónico de desarrollo capitalista causante de los grandes desastres y las crisis de los pueblos latinoamericanos y de las sociedades occidentales. Dentro de estos enfoques alternativos se destacan cuatro de manera particular:

El Desarrollo a Escala Humana de Manfred Max-Neef, El Desarrollo como Libertad de Amartya Sen, el Desarrollo Humano trabajado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el Buen Vivir discutido y reivindicado más ampliamente desde las experiencias de los 17 procesos de gobiernos progresistas como Bolivia, Ecuador y Perú. A continuación se presentan los rasgos generales y las características de cada uno de ellos.

El Desarrollo a Escala Humana. El desarrollo a escala humana se le atribuye al economista chileno Manfred Max-Neef, quien fue distinguido en el año de 1983 como ganador del premio Nobel Alternativo de Economía otorgado por la academia Noruega por sus trabajos y críticas al modelo de desarrollo capitalista que se orienta principalmente en concebir el desarrollo de los objetos y no de las personas.

También se le conoce como el economista de los pies descalzos gracias a uno de sus trabajos más conocidos “la economía descalza”. Max-Neff, destaca en su teoría la necesidad de buscar el “Crecimiento Cualitativo de las Personas” y no de los objetos, como antes fue dicho. En ese sentido, señala que la calidad de vida de las personas depende de las posibilidades que tengan para satisfacer sus necesidades fundamentales, establece nueve necesidades que debe alcanzar el ser humano, dichas necesidades han sido organizadas en una matriz en la que describe las necesidades listadas en la columna y los satisfactores en las filas como puede observarse en la siguiente imagen.

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De acuerdo con lo anterior, Max- Neef destacó que la satisfacción de las necesidades humanas está orientada a generar auto-independencia y a establecer una articulación orgánica con la naturaleza, en sus palabras, expreso que el desarrollo:

“ Se concentra y sustenta en la satisfacción de las necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecientes de auto independencia y en la articulación orgánica de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comportamientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la 19 autonomía, y de la sociedad civil con el Estado” (Max-Neef, 1986: 15).

Ahora bien, es importante plantear que las necesidades no deben reducirse a las carencias porque quedarían reducidas a sus aspectos fisiológicos, que debemos verlas como potencialidades que movilizan a las personas para alcanzarlas.

El Desarrollo como Libertad

Amartya Sen, economista Hindú, logro ser reconocido como premio nobel de economía en el año de 1998 por sus trabajos realizados sobre la pobreza. Su teoría es más conocida por los debates y discusiones sobre la pobreza que sobre el desarrollo.

No obstante, introdujo una visión poco común sobre este. En ese sentido relacionó el desarrollo y la libertad, el primero lo concibió como una ampliación de las libertades de las personas y así mismo como el logro de las capacidades que estas alcancen para poder llevar a cabo sus proyectos de vida, al respecto planteo lo siguiente:

El desarrollo puede concebirse, como un proceso de expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos.

El hecho de que centremos la atención en las libertades humanas contrasta con las visiones más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del producto nacional bruto, con el aumento de las rentas personales, con la industrialización, con los avances tecnológicos o con la modernización social” (Sen, 1999:19).

De acuerdo con lo anterior, el aporte en esta materia reside en el hecho que su autorizada opinión, se convierte en una de las críticas más fuertes al modelo de desarrollo capitalista, que mide su crecimiento basado en el Producto Interno Bruto en el cual sólo considera las transacciones mercantiles de 20 cosas en los mercados internacionales y deja por fuera toda consideración sobre el ser humano.

El Desarrollo Humano

Una referencia, a los enfoques sobre desarrollo, es la que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), planteo en el año de 2003. Paradójica y contradictoriamente, un organismo de naciones unidas propone una especie de reconsideración sobre el enfoque más tradicional sobre el desarrollo y seguramente por el influjo de los grandes y reconocidos académicos e investigadores que ha contratado o en algunos casos cooptado, pueden explicar un planteamiento que parece novedoso proviniendo de ese organismo, veamos lo que dice:

“Desarrollo no es el aumento de la riqueza, sino que la riqueza es uno de los medios para que el ser humano pueda llevar una vida plena. Así que el verdadero desarrollo, al que denominó – “desarrollo humano”- es el aumento en la cantidad y calidad de las opciones que tienen los habitantes de un país” (PNUD, 2003:100).

Esta forma de ver el desarrollo fue ampliada al incluir un conjunto de realizaciones que tendrían algunas similitudes con algunos de los planteamientos y propuestas hechas por otros autores. Las realizaciones son: “cuatro realizaciones que hacen la vida digna de ser vivida: ser longevo y saludable, acceder al conocimiento, tener ingresos para el buen pasar y ser parte activa de la comunidad – una vida que reúna estas cuatro condiciones es una vida humana satisfactoria –“(Ibíd).

El Buen Vivir

Desde hace varios años El Buen Vivir se ha convertido en una reivindicación sentida de los pueblos originarios y ancestrales que aún sobreviven en Latinoamérica y progresivamente se viene asumiendo por otros sectores sociales, políticos y académicos. En Colombia la categoría del Buen Vivir se ha incluido en las reivindicaciones del movimiento social agrario y esta palabra aparece en los acuerdos parciales suscritos entre el actual gobierno y las FARC – EP.

Al parecer, hay coincidencias en ubicar el origen de la palabra como una categoría que ha sido propia de los pueblos y las culturas indígenas del sur de nuestro continente, particularmente del pueblo Aymara en Bolivia, cuya expresión en lengua, más conocida es el “Suma Qamaña”, y en lengua Quechua de los pueblos indígenas del Ecuador se le conoce comúnmente como el “ Sumak Kawsay”. Del mismo modo el Pueblo Guaraní que tiene presencia en Paraguay, sur Bolivia y norte de Argentina tienen expresiones similares en sus propias lenguas lo denominan “Ñandereko” o vida armoniosa y “Teko Kavi” vida buena.

En su sentido más genérico, significa vida en plenitud, en armonía y equilibrio con la naturaleza y en comunidad, por lo que también se le llama el Buen Convivir.
Buen Convivir.

Vivir bien es vivir e La expresión del Buen Vivir se ha asumido por muchos sectores por las simpatías que despierta al considerarla una de las mayores críticas al modelo de desarrollo extractivista que el gran capital ha impuesto en la mayoría de países de Latinoamérica, África y Asia.

Al decir de Gudynas (2012) el Buen Vivir va mucho más allá de ser una crítica radical al desarrollo convencional que se nos han impuesto los países del Norte Global y siempre ha tenido un significado mucho más potente, más sustancial, que en palabras de dicho autor plantea el uso sustantivo que 22 realmente tiene un mayor valor para una cabal comprensión y que podemos citar así: “… El Buen Vivir es tanto una crítica al desarrollo convencional, como una propuesta de superación a éste, y que se conjuga desde varias corrientes, unas que pueden ser calificadas como “occidentales” y otras, muy importantes, que responden a elementos provenientes de los saberes de los pueblos indígenas.

Estas alternativas buscan estar más allá del desarrollo en cualquiera de sus diversas expresiones, reclamando, desechando por ejemplo las creencias en el progreso material, y dan pasos más allá al cuestionar la Modernidad” (Gudynas, 2012: 75).

En sentido más político, el Buen Vivir ha significado una pluralidad de interpretaciones en su más profundo significado, llegando a puntos de encuentro e identidades en la profunda crítica al modelo de desarrollo capitalista y su característica más reciente, relacionada con el neoextractivismo, como una de las estrategias del capital para superar su crisis y reproducirse lanzando una de las mayores ofensivas para apropiarse y explotar los recursos naturales.

Así de esta manera sectores del pensamiento crítico latinoamericano señalan que el Buen Vivir debe ser entendido también como una Plataforma Política, al respecto consideran que: “Es una “plataforma” ya que allí convergen posiciones que comparten su crítica radical al desarrollo actual y su apuesta a alternativas que se elaboran bajo el entendimiento del papel del ser humano, la sociedad y la naturaleza.

Es además una plataforma “política”, porque sus posiciones se ventilan, debaten, resisten y enfrentan en el campo de la discusión política….. Además agregan lo siguiente (Cursivas nuestras)… El buen Vivir no es 23 una postura en defensa de un estilo de vida restringido a ciertos grupos o clases sociales que se aplicara únicamente a ellos. Es una mirada que si bien parte de actores precisos, busca cambiar las perspectivas de toda la sociedad…” (Ibid. Pag. 83).

Conclusiones

Como puede verse, los enfoques, antes reseñados y considerados alternativos o críticos al desarrollo y las teorías convencionales que los respaldan, aportan insumos importantes para encontrar las pistas o claves necesarias para continuar construyendo en Colombia una alternativa propia con respecto de la cual, el movimiento social agrario y su pliego único de reivindicaciones adoptado por la Cumbre Agraria Nacional, Campesina, Étnica y Popular, por los Procesos Constituyentes, por las propuestas de otros sectores sociales y políticos desde posturas críticas similares que se le han hecho al modelo extractivista hegemonico que se nos ha impuesto habida cuenta de las nefastas consecuencias sociales, ambientales, culturales y políticas que ha producido en nuestras sociedades, contienen importantes aportes que de seguro van a permitir construir un modelo propio como un componente necesario de una propuesta más gruesa y amplia para proponer un nuevo orden social, político, ambiental, cultural y económico que logre los suficientes consensos en el campo social, étnico y popular que permitan cambiar la desfavorable correlación de fuerzas actualmente existente.

En la dirección antes descrita, cobra importancia tener presente de un lado, que un cambio de modelo implica la más amplia movilización social y política de los diversos sectores sociales y políticos que luchan por esa nueva sociedad, apenas imaginada por muchos, porque en múltiples experiencias sociales y comunitarias ya destellan muchos de sus rasgos principales. Y de otro, que dicho cambio implicará sin atenuantes cambiar el tipo de Estado, de régimen y sistema político que tenga la fuerza, la capacidad y la legitimidad social para producir los grandes cambios y trasformaciones de la Colombia de los pos-acuerdos, razones más que suficientes para seguir pensando en la necesidad de realizar una nueva Asamblea Nacional Constituyente que sea verdadera expresión y representación de las amplias mayorías que luchan por un nuevo tipo de sociedad, aquella que consagre y sea en realidad democrática, incluyente, equitativa, en establecer una relación armónica con la naturaleza, una nueva sociedad en la que todos los liderazgos sociales, políticos, económicos y culturales comprueben con hechos la férrea voluntad política de resolver los problemas estructurales que la sociedad capitalista, el estado funcional a ella y el modelo neo-extractivista no han querido, ni querrán resolver.

Con las salvedades antes señaladas y los cambios simultáneos que es necesario hacer en otros frentes estratégicos (Estado, régimen y sistema político), las fuerzas sociales, políticas, económicas y étnico-populares tienen hoy la oportunidad de pensar en un “modelo” propio que cuestione e incluso suprima esa categoría como la rectora de nuestros planes y proyectos de vida, recogiendo los aportes de otras experiencias y las suyas propias.

Para el caso de Colombia bien valdría la pena tener en cuenta los siguientes ejes rectores de ese “modelo” propio que definitivamente tendrá que ser el resultado de un amplio proceso social y político en el que todas las fuerzas aporten sus mejores ideas, experiencias y propuestas.

Entre muchos de los aspectos, componentes, sentidos y orientaciones que deberán tenerse en cuenta, se podrían destacar los siguientes:

Restablecer y Construir una nueva manera de establecer las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza cuyo núcleo central sea el reconocimiento, respeto y la 25 garantía del ejercicio de los derechos en el más amplio sentido la dupla que conforma esta relación.

El esfuerzo de todas las iniciativas de la sociedad colombiana y de las formas de Estado, gobierno, sistema y régimen político que se adopten y las propias en que lo haga la sociedad civil, tendrán que tener como objetivos centrales a los seres humanos y la naturaleza.

Con respecto a los seres humanos las distintas formas de la organización social, política, económica y todos los aparatos que se establezcan en nombre de la sociedad tendrán la obligación de crear todas las condiciones necesarias y suficientes para que los seres humanos tengan iguales oportunidades y la libertad de construir sus capacidades y desarrollar sus potencialidades para realizar sus proyectos de vida y contribuir al nuevo proyecto de la sociedad.

Con respecto a la naturaleza la prioridad será de un lado, la reconstrucción de unas relaciones de equilibrio y armonía en todos los casos en los cuales se hayan roto, deteriorado o estén seriamente amenazados.

De otro, será apoyar, incentivar y potenciar las experiencias, conocimientos y prácticas de los pueblos y culturas indígenas, campesinas y afrodescendientes que históricamente han mantenido unas relaciones de respeto y armonía con la naturaleza.

En todo caso, se trata de ir mucho más allá de lo que convencionalmente hemos conocido como desarrollo. En primer lugar, la preocupación central no estará anclada principalmente en lo económico, ni en ninguna clase de sesgos o unilateralidades.

Siempre estará enfocada de manera integral y multidimensional y se orientará a resolver las problemáticas más estructurales del ser humano y a conservar, conocer y usar los invaluables servicios ecosistémicos y agroecosistemas que le aporta la naturaleza a la sociedad. 26 Ø Se reconocerán, promoverán e incentivarán todas las formas plurales de economías que existan en la sociedad y que son propias de los campesinos, indígenas y afrodescendientes respetando sus territorios, culturas, modos, usos, conocimientos y técnicas de producción, intercambio y consumo.

Entre ellas, se construirán relaciones de solidaridad, reciprocidad e intercambios justos. El Estado tendrá la obligación de garantizar la persistencia, continuidad y fortalecimiento de este tipo de economías y sobre todo el derecho a permanecer, construir y ordenar sus territorios de acuerdo con sus tradiciones, cosmovisiones, conocimientos y leyes propias.

Las relaciones políticas, económicas y los intercambios que se realicen con otros Estados, países y naciones se harán con base en la soberanía e independencia de Colombia colocando en primer lugar el respeto a los derechos de los nacionales colombianos y las garantías de conservación, conocimiento y uso de los recursos naturales, estos últimos sólo serán aprovechados siempre y cuando no signifiquen una amenaza para su sustentabilidad y sobre los cuales prime el interés nacional, el patrimonio público y el bien común de los colombianos.

La producción y los sistemas agro y bio – alimentarios que constituyen una de las principales riquezas del país deberán garantizar en primer lugar, sin ninguna excepción, la soberanía y autonomía alimentaria del pueblo colombiano y de los diversos sectores sociales, campesinos, étnicos y populares que lo componen, en este sentido la preocupación principal será la provisión, suministro y acceso de alimentos en calidad y cantidad especialmente a los sectores sociales peor situados en la sociedad o a quienes no tengan la posibilidad de acceder a ellos. 27
Todos los bienes y servicios que produzca la sociedad se colocarán y estarán dispuestos para resolver las grandes desigualdades y las injusticias sociales, políticas y económicas que los modelos predominantes han causado.

Tendrán la prioridad en una primera fase, la solución a los problemas de concentración sobre la propiedad de la tierra y del ingreso, así como el acceso en igualdad de condiciones para todos los colombianos a la educación, la salud y el trabajo.

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Fuente: http://radiomacondo.fm/2016/06/12/modelo-desarrollo-compadre/

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