Los niños amados se convierten en adultos que saben amar

Por: Raquel Aldana

Nuestras primeras experiencias con el mundo marcan nuestro desarrollo emocional. En los niños se entreteje una red que conectará su mente y su cuerpo, lo que determinará en gran parte el desarrollo de la capacidad de sentir y de amar.

En este sentido, nuestro crecimiento emocional dependerá de nuestros primeros intercambios emocionales, los cuales no enseñarán qué ver y qué no ver en el mundo emocional y social en el que nos encontramos.

Así, el campo de nuestra infancia nos permite sembrar las semillas del amor de manera natural, lo que determinará que la capacidad de amar y ser amados crezca de manera saludable y nos ayude a desarrollarnos.

“Somos seres emocionales que aprendimos a pensar, no máquinas pensantes que aprendimos a sentir”

-Stanisla Bachrach-

El significado de la nostalgia

Si alimentamos a los niños de amor, los miedos morirán de hambre

Las muestras de cariño y afecto elevan la autoestima en los niños y les ayudan a construir una personalidad emocionalmente adaptada e inteligente. Es decir, nuestro amor les ayuda a manejar los miedos naturales que surgen en las diferentes edades, fomentando un grado de sensibilidad saludable.

Los niños tienen una confianza natural en sí mismos. De hecho, nos asombra que ante desventajas insuperables y fracasos repetidos no se rindan. O sea, que la persistencia, el optimismo, la automotivación y el entusiasmo amistoso son cualidades innatas.

En este sentido, es el mundo o, mejor dicho, los adultos, los que vamos mermando esa inteligencia emocional con la que todos nacemos.

Darnos cuenta de esto nos ayuda a ser conscientes del papel tan relevante que tiene amar a nuestros hijos y educarlos desde el respeto, la empatía, la expresión y la comprensión de sentimiento, el control del enfado, la capacidad de adaptación, la amabilidad y la independencia.

el mundo azul

¿Qué podemos hacer para criar niños felices y saludables?

El temperamento de un niño refleja un sistema de circuitos emocionales innatos específicos en el cerebro, un esquema de su expresión emocional presente y futura, y de su comportamiento. Estos pueden ser o no adecuadas, por lo que la educación debe convertirse en apoyo y guía para ellos.

Para lograr una salud emocional óptima, debemos cambiar la forma en la que se desarrolla su cerebro. La idea es que a través del amor y de la educación emocional fomentemos ciertas conexiones neuronales saludables en los niños.

O sea, todos los niños y todos los adultos parten de unas características determinadas que tienen que gestionar juntos para lograr su bienestar físico y emocional.

Por ejemplo, el hecho de que un niño sea tímido por naturaleza, suele provocar que los adultos que nos encontramos a su alrededor lo sobreprotejamos, haciendo que se vuelva ansioso y perturbable con el paso del tiempo.

En este sentido, con lo que hoy en día conocemos, la educación emocional requiere de cierto desaprendizaje adulto. Un niño tímido debe aprender a poner nombre a sus emociones y a enfrentar lo que le perturba, no debe sentir que le cortamos las alas porque es vulnerable.

Un adulto tiene que mostrarse empático sin reforzar sus llantos y sus preocupaciones, proponiéndole a su vez nuevos desafíos socio-emocionales que le permitan evolucionar. Es decir, hay que proteger su salud emocional a través del desarrollo de sus características naturales.

que te importe quien te aporte (2)

Las claves básicas de una educación emocional saludable

Algunas de las claves básicas de una educación emocional saludable son:

  • Los especialistas suelen recomendar ayudar a los niños a hablar de sus emociones como una manera de comprender a sí mismos y a los demás. Sin embargo, las palabras solo dan cuenta de una pequeña parte (un 10%) del verdadero significado que obtenemos a través de la comunicación emocional.

Por esta razón, no podemos quedarnos solo en la verbalización, sino que tenemos que enseñarles a comprender el significado de la postura, de las expresiones faciales, del tono de voz y de cualquier tipo de lenguaje corporal. Esto resultará mucho más efectivo y completo para su desarrollo.

  • Desde hace años se viene promocionando el desarrollo de la autoestima de un niño a través del elogio y los refuerzos constantes. Sin embargo, esto puede hacer mucho más daño que bien. Los elogios solo ayudarán a nuestros niños a sentirse bien consigo mismos si están relacionados con logros específicos y con el dominio de nuevas aptitudes.
  • El estrés es uno de los grandes enemigos de la niñez. Sin embargo, es un inconveniente con el que tienen que vivir, por lo que protegerlos en exceso es una de las peores cosas que podemos hacer. Ellos tienen que aprender a enfrentar estas dificultades naturales de tal forma que desarrollen nuevos caminos neurales que les permitan adaptarse al medio en el que viven.

No podemos tratar de criar a nuestros niños en un mundo Disney de inocencia e ingenuidad. El estrés y la inquietud forman parte del mundo real y de la experiencia humana tanto como el amor y el cuidado.

Si tratamos de eliminar estos obstáculos, impediremos que tengan la oportunidad de aprender y desarrollar capacidades realmente importantes que les ayuden a enfrentar desafíos y decepciones que son inevitables en la vida.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/los-ninos-amados-se-convierten-adultos-saben-amar/

 

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Educación emocional en la infancia

Por: Raquel Aldana

Una adecuada gestión de las emociones permite al niño conocer por qué se siente así y reconocer que una situación concreta necesita atenciónLa infancia es el momento ideal para aprender a manejar los sentimientos y a saber cómo ponerlos en palabras.

La vida no solo nos duele a los adultos. Los niños también se estresan, se irritan y experimentan dolor. Ellos también se sienten desbordados por sus emociones y por sus pensamientos, ellos también tienen dificultades para permanecer en la estela de consecuencias emocionales de sus decisiones.

Por lo tanto, manejar las emociones no es una tarea exclusiva de los adultos, sino que es más bien la infancia el momento ideal para aprender a hacerlo. Por ello, podemos decir que la responsabilidad característica de los adultos es dar a los niños la opción de comprender y de abordar sus emociones de una manera adecuada.

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El desarrollo del lenguaje desempeña, sin duda, un importante papel en la regulación del comportamiento y de los pensamientos. Por ello, conversar y facilitar la expresión de sentimientos les ayudará a buscar y a poner las palabras adecuadas a sus experiencias emocionales. Es esencial que cada día les preguntemos cómo se han sentido, que les ayudemos a conducir sus pensamientos y a reflexionar sobre sus vivencias.
Convertir las emociones y los sentimientos en temas de conversación cotidianos.
El desarrollo del lenguaje desempeña, sin duda, un importante papel en la regulación del comportamiento y de los pensamientos. Por ello, conversar y facilitar la expresión de sentimientos les ayudará a buscar y a poner las palabras adecuadas a sus experiencias emocionales. Es esencial que cada día les preguntemos cómo se han sentido, que les ayudemos a conducir sus pensamientos y a reflexionar sobre sus vivencias.
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y que les permitan recapacitar sobre ellas. Esto potencia el proceso de maduración y hace que las estrategias de comprensión y regulación proporcionadas sean útiles, lúdicas y divertidas. El aprendizaje es mucho más significativo cuando se pone en práctica mediante el juego.
Hacer uso de libros, cuentos, juegos y vídeos que hablen de emociones
y que les permitan recapacitar sobre ellas. Esto potencia el proceso de maduración y hace que las estrategias de comprensión y regulación proporcionadas sean útiles, lúdicas y divertidas. El aprendizaje es mucho más significativo cuando se pone en práctica mediante el juego.
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ocurridos y de los sentimientos que nos embargan en estas situaciones. Los celos o la envidia son sentimientos de los que debemos hablar con los niños. El objetivo será mostrarles que no los convierten en «malos» y que, lejos de lo que pueda parecer, es habitual que niños y adultos los sintamos, por lo que lo importante es que aprendan a gestionarlos de manera adecuada y no dañina.
Es esencial que el entorno más cercano del niño promueva la costumbre de hablar de los conflictos
ocurridos y de los sentimientos que nos embargan en estas situaciones. Los celos o la envidia son sentimientos de los que debemos hablar con los niños. El objetivo será mostrarles que no los convierten en «malos» y que, lejos de lo que pueda parecer, es habitual que niños y adultos los sintamos, por lo que lo importante es que aprendan a gestionarlos de manera adecuada y no dañina.
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El enfado o la tristeza son emociones que tienen una función y negarlas o castigarlas no solo es perjudicial, sino también antinatural. ¿Cuántas veces le hemos dicho a un niño «no llores» o «no estés triste» cuando algo le apena? ¿Cuántas veces les decimos a los niños que no se enfaden cuando lo que ellos están percibiendo es una injusticia como, por ejemplo, que le han quitado un juguete? Reprimir o castigar una emoción no es la vía para ayudar a canalizarla; en esos momentos de tensión, lo que tenemos que hacer es proporcionarles un modelo adecuado de comprensión y control emocional.
Las emociones negativas no son demonios que tengamos que erradicar.
El enfado o la tristeza son emociones que tienen una función y negarlas o castigarlas no solo es perjudicial, sino también antinatural. ¿Cuántas veces le hemos dicho a un niño «no llores» o «no estés triste» cuando algo le apena? ¿Cuántas veces les decimos a los niños que no se enfaden cuando lo que ellos están percibiendo es una injusticia como, por ejemplo, que le han quitado un juguete? Reprimir o castigar una emoción no es la vía para ayudar a canalizarla; en esos momentos de tensión, lo que tenemos que hacer es proporcionarles un modelo adecuado de comprensión y control emocional.
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. Para conseguirlo, debemos saber que la conciencia sobre las emociones propias y las ajenas evoluciona a lo largo del desarrollo infantil de una manera particular en cada caso. En términos generales, podemos hablar de que a la edad de 2 a 5 años, los niños deben aprender a diferenciar y comunicar emociones básicas como la alegría, la tristeza, el enfado o el miedo. Sin embargo, en este período aún pueden fracasar a la hora de identificar la sorpresa. Será entre los 6 y los 12 años cuando los niños aprendan a analizar sus propias emociones y a ser más conscientes de las sensaciones corporales que las acompañan, lo cual contribuye a que convivan con la realidad de una manera mucho más rica y ajustada.
Ajustarnos a la edad del niño es clave para favorecer la compresión y expresión de las emociones
. Para conseguirlo, debemos saber que la conciencia sobre las emociones propias y las ajenas evoluciona a lo largo del desarrollo infantil de una manera particular en cada caso. En términos generales, podemos hablar de que a la edad de 2 a 5 años, los niños deben aprender a diferenciar y comunicar emociones básicas como la alegría, la tristeza, el enfado o el miedo. Sin embargo, en este período aún pueden fracasar a la hora de identificar la sorpresa. Será entre los 6 y los 12 años cuando los niños aprendan a analizar sus propias emociones y a ser más conscientes de las sensaciones corporales que las acompañan, lo cual contribuye a que convivan con la realidad de una manera mucho más rica y ajustada.

¿Por qué? La respuesta es sencilla. Es más fácil educar niños fuertes que ayudarles a curar las heridas de una incorrecta gestión emocional cuando son adultos. Por eso, enseñarles a utilizar herramientas para que aprendan a gestionar sus emociones debe ser una prioridad. Pensemos que la consecuencia de que esto no sea así dibuja un horizonte de niños y adultos desbordados por emociones que no se saben manejar con la habilidad y la delicadeza necesarias para un desarrollo adecuado.

El enfado y la tristeza son emociones con una función y negarlas es perjudicial y antinatural

La conciencia emocional.

Claves para desarrollar la conciencia emocional en los niños

Potenciar la conciencia emocional en edades tempranas favorece el desarrollo de la capacidad de considerar y comprender al otro, pero también de conocerse, autorregularse y formar vínculos.

Los primeros pasos

No basta con lograr que un niño sea consciente y comprenda sus emociones, sino que también está en nuestras manos propiciar que aprendan a regular y a controlar sus reacciones, tanto de manera individual como en conjunción con los demás.

Este proceso de regulación emocional es una tarea pendiente en muchos casos. Para enseñar a los niños a controlar su enfado o a hablar de la tristeza, no hay nada tan eficaz como ofrecerles un buen ejemplo. Esto tiene múltiples implicaciones y nos obliga a hacer un examen crítico de nuestros comportamientos. ¿Realmente somos un buen modelo de gestión de las emociones? ¿Creemos que lo que les decimos que hagan cuando están enfadados es lo mismo que hacemos nosotros cuando algo nos molesta? Este tipo de preguntas son una invitación a la reflexión.

Una de las asignaturas pendientes que tenemos como sociedad es enseñar a los pequeños que las emociones desagradables, como la tristeza o el enfado, no deben ser ignoradas u ocultadas. En nuestro entorno algunas veces incluso se promueve la vergüenza hacia ellas («eres un llorica»). El desarrollo de una adecuada comprensión permite al niño conocer la razón que le lleva a sentirse como lo hace y, por lo tanto, notará que la situación es trascendental y que requiere atención.

Es importante que padres, familiares cercanos y educadores sepamos cómo manejar las distintas etapas del desarrollo emocional que atraviesa cada niño. El resultado de este esfuerzo merece la pena, pues así logramos niños más tranquilos y emocionalmente equilibrados. Pensemos que construir niños felices y con más habilidades emocionales se asocia de manera significativa a la plenitud y al éxito en la vida. Esto es algo que no podemos permitirnos olvidar tanto por nosotros como por ellos.

Fuente: http://www.larioja.com/culturas/educacion-emocional-infancia-20171010005942-ntvo.html

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Personas que sufren nuestra incredulidad injustamente (trastornos de conversión)

Por Raquel Aldana

Nos cuesta mucho creer en aquello que no proviene de nuestros sentidos, es como si cualquier información que no procediera de ellos fuera una especie de religión abierta a la fe. Con los trastornos de conversión pasa algo similar, no solo para las personas afectadas sino para la propia medicina en general.

Esta falta de credibilidad condena a los propios diagnósticos y a muchos de los especialistas que tienen la osadía de darlos pero, sobre todo, a los propios pacientes que se sienten más inseguros pisando ese suelo que lo que podrían sentirse bajo el yugo de trastornos en apariencia mucho más graves.

“Casandra, hija del rey de Troya, había sido maldecida y maldecida. Se le había otorgado la capacidad de predecir el futuro, por el contrario, su maldición sería que nadie la iba a creer. Así es como se sienten las personas con trastornos de este tipo”.

Personas con un diagnóstico de conversión
El trastorno de conversión tiene una larga tradición dentro de la psicología y en algún momento de su historia, especialmente en la época de Charcot en la Salpetriere, ocupó gran parte de la atención de los doctores. Ha recibido varias etiquetas diferenciales: trastorno disociativo, trastorno neurológico funcional, conversión histérica o histeria.

¿En qué consiste? Las personas diagnosticadas con un trastorno de conversión sufren una afección en la que la incapacidad no puede atribuirse a ninguna causa orgánica. Esta afección se expresa mediante síntomas neurológicos, como la pérdida de fuerza, convulsiones o pérdida sensorial.

El miedo frente al diagnóstico
A menudo este diagnóstico llega después de realizar una gran cantidad de pruebas, en la que el especialista intenta descartar que los signos del trastorno no tengan un origen orgánico. Muchas veces, el cuadro clínico de las personas que lo presentan se puede asemejar al de otras enfermedades que sí tienen una explicación orgánica, como pueden ser la esclerosis múltiple o la epilepsia.

Así, solo el ojo clínico especializado es capaz de profundizar en este terreno que aún hoy, pese a todas las pruebas de neuroimagen con las que contamos, sigue siendo pantanoso. Por otro lado, existe un gran miedo por parte de las personas con bata blanca a pasar algo por alto y terminar diagnosticando un trastorno de conversión cuando en realidad sí que había una causa orgánica que no han sido capaces de detectar.

Por otro lado, el estigma que recae sobre estos pacientes aún es muy grande. Desde la sociedad, e incluso desde algunos sectores de la comunidad médica, se entiende que aquello que no se explica por una afectación corporal tiene que estar bajo el control de la mente del paciente y que por lo tanto, si este no termina con la sintomatología es porque no quiere.

Cuenta Suzanne O’Sullivan en su libro, de recomendable lectura, que en uno de los cursos a los que asistió les pusieron un vídeo de una niña que estaba sufriendo convulsiones. Después del visionado, el especialista que impartía el curso les pidió a todos los presentes en la sala que intentaran emitir un diagnóstico.

Ella, por el sitio que ocupaba en el aula, fue la última el hablar. Dijo pensaba que se trataba precisamente de un trastorno por conversión. La respuesta de otro de los médicos a su diagnostico fue: “Por Dios, es imposible que esa niña esté fingiendo!”

Desgraciadamente, parece que esta reacción no es aislada sino relativamente común y que muchas personas, con formación y sin ella, piensan que hay algo de fingimiento o engaño en las personas con un trastorno de conversión.

Sin embargo, si observamos la mayoría de conductas de estas personas nos daremos cuenta de que esto no es cierto. Su sufrimiento es real, tan real como el de las personas que padecen un trastorno con explicación orgánica.

Es más, en muchos casos viven existencias igual de limitadas, sumando que tienen que cargar con el hecho de que a muchas personas las hacen culpables de tener que soportar el peso con el que cargan, y que si no se deshacen de él es porque no quieren.

Algunos apuntes sobre los trastornos de conversión
Las personas que se enfrentan a un trastorno disociativo no piensan cuando acuden a su primera consulta que van a terminar siendo tratados por un psicólogo o un psiquiatra. Tiene convulsiones, no tiene fuerza en una mano o tienen la sensación de haber perdido la sensibilidad en una parte de su cuerpo, todo perfectamente objetivo y, lo más importante, real. Nada inventado, como se piensa que “hacen las personas a las que tratan los psiquiatras o psicólogos”.

“Nada de alucinaciones”, piensan. “Mi dolor es real porque me obliga a renunciar a algo que no quiero o a tener que realizar acciones compensatorias mucho menos efectivas que las naturales”. Por eso, no solo el diagnóstico es difícil de dar para el médico sino que en ocasiones es aún más difícil de enfrentar para el paciente.

Siguiendo con la sintomatología y centrándonos en las convulsiones, por ejemplo, la realidad nos dice que es muy raro que el paciente manifieste una convulsión en el momento en el que pasa consulta o se le hacen pruebas, sin embargo en convulsiones funcionales lo habitual es lo contrario. Así, aunque parezca contradictorio, una enfermedad funcional tiende a expresarse, es como si quisiera expresarse.

De ahí y jugando con esta necesidad de expresión, que la hipnosis haya encontrado en estas personas un campo abonado y que hace años se tomara como el principal procedimiento para librar a estas personas de esta pesada carga. Se asumía que liberando a la mente del control consciente, esta dejaría que el problema se manifesta abiertamente y que, por lo tanto, pudiera ser identificado y tratado.

Sin embargo, después se ha comprobado que esta especie de “escáner hipnótico” tiene problemas. Así, parece que mediante la hipnosis sí se podrían juntar algunos de los elementos disociados para darles sentido, pero que también liberaría la fantasía. De esta manera nada nos ofrecería certeza para el “material” recogido de la persona en el proceso hipnótico.

Así, actualmente para este tipo de enfermedades se realiza un tratamiento combinado. Muchas veces interviene la fisioterapia, junto con la intervención terapéutica que busca liberar focos de tensión que hayan provocado o mantengan los síntomas. De todas formas, este es aún un campo en el que la psicología tiene un reto importante, tanto en la concienciación social de la enfermedad como en su tratamiento.

Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/personas-sufren-nuestra-incredulidad/

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Ojalá algún día la educación despierte la misma pasión que el fútbol

Por: Raquel Aldana

Ojalá algún día la educación despierte la misma pasión que el fútbol. Ojalá se haga tan relevante y esencial que nuestros niños y jóvenes puedan disfrutar de una educación de calidad. De una educación en la que los descubrimientos despierten la misma emoción que un gol o una canasta en el último minuto.

Ojalá pudiésemos aliviar a los maestros, ojalá hiciésemos de su profesión un trabajo bien considerado y remunerado. Ojalá viésemos en nuestros niños su verdadero potencial, ojalá los gobiernos dotasen de los mejores medios a los maestros para que estos pudiesen enseñar de la forma más individualizada posible, acogiendo y resaltando los puntos fuertes de cada uno de sus pupilos.

Ojalá el adolescente que pregunta y demuestra pasión por lo que cuentan los libros despertara la misma ilusión en los padres, en la sociedad, que el adolescente que promete ser un nuevo balón de oro, plata bronce o todos a la vez. Ojala los periódicos que aluden a nuevos descubrimientos hicieran portadas tan esperadas y coleccionadas como las de los días posteriores a los grandes partidos.

Mientras leemos y pensamos en estos “ojalás”, hay miles de niños que no tienen nada para comer, que buscan una parcela de suelo para ponerse a estudiar un libro heredado, que miran su cuadernillo de notas y no saben qué ha pasado. Miles de niños que se frustran con las matemáticas, miles de análisis que no comprenden, guerras que no conocen. Guerras, prejuicios y creencias que soslayan con su afán de seguir adelante, de sobrevivir.

Está constatado que gran parte de los sistemas educativos del mundo son inadecuados por su insuficiencia, pues limitan el estudio a la escuela y no parten del conocimiento de los niños para potenciarlo. Aunque los medios sean distintos, la mala educación está presente tanto en los países pobres como en los desarrollados.

El efecto “doctor fútbol”

Es algo archisabido en el contexto sanitario: en los días de partidos de fútbol y las épocas de competiciones importantes las urgencias de nuestros hospitales están más vacías. Un fenómeno tan curioso que provoca cierta reflexión sobre nuestras pasiones.

En España se han realizado estudios sobre este hecho y las conclusiones que se derivan es que hay al menos un 35% menos de pacientes que acuden a Urgencias, siendo el porcentaje mayor (44%) si contemplamos la afluencia de personas con dolencias menores o poco relevantes. La diferencia es significativa y nos invita a cuestionarnos nuestros hábitos.

Hábitos que se reflejan en la pregunta -de obligada respuesta- que les hacemos a nuestros niños prácticamente desde que aciertan a articular su primera palabra. “¿De qué equipo eres?”, decimos. No nos cuestionamos, habitualmente, que puede que el fútbol no sea de su interés o, al menos, no le interese de manera natural. Les “obligamos” a tener una respuesta, a marcarse un objetivo.

Niña con bote lleno de corazones

La educación es la base de la sociedad

El secreto del éxito de la educación finlandesa, claro referente en el ámbito, es que sus actuaciones se caracterizan por lograr consideración hacia el profesorado, el cual ha sido seleccionado y al que se les ofrecen medios para que llegue a convertirse en maravillosos instructores.

Así, la garantía que debe ofrecer la educación es la de instruir a cada niño en base a su potencial, asegurando que cada persona pueda llegar a superarse y no fabricando temarios generales que no dan cabida a ninguna adaptación y sí a muchas frustraciones, a muchos aburrimientos, a notas desastrosas y a pérdidas que son difíciles de cuantificar por su grandeza para la sociedad, para la especie o para el mismo planeta.

El mejor sistema educativo es el que logra que los estudiantes vayan más allá y mejoren sus resultados, individualizando y flexibilizando el currículum que se promueve. Es decir, hacer realidad una propuesta educativa basada en el concepto vygostkiano de capacidad y de potencial.

niño leyendo en una hamaca

Esto no quiere decir que debamos dejar de emocionarnos con el deporte. Seríamos necios si no entendiéramos que, más allá de su componente lúdico, es una fuente de juego y un contexto perfectamente valido para la formación de valores. Un buen equipo no lo sería si sus componentes no entendiesen la importancia de la cooperación, si en la práctica no pusiesen en marcha el principio gestáltico de que el todo es mucho más que la suma de las partes.

Es un milagro que la educación sobreviva a nuestro sistema educativo

La educación, tal y como se plantea en términos de recursos y de concepto, es hoy en día deficitaria a lo largo y ancho de nuestro planeta. Einstein, uno de los mayores genios de la historia, afirmó que es un milagro que la curiosidad humana sobreviva a la educación reglada.

Estaremos de acuerdo en que algo falla y ese algo no es solo de ahora. ¿Por qué, si no, un niño de 4 años hace más de 100 preguntas al día y un niño de 10 comienza solo a preocuparse por las respuestas de los exámenes? Se responde fácil, pues como sociedad estamos cortando las alas a nuestros niños. Y eso no solo se hace en la escuela.

Porque si el niño no puede aprender por el camino generalista que se ha trazado para él y para el resto de los niños se su edad, entonces se le debe enseñar por el camino por el que el niño aprenderá, por el camino hacia el que señalan sus capacidades. Porque, al fin y al cabo, se trata principalmente de darnos cuenta de que el verdadero derecho no es el de ser iguales, sino el de ser diferentes y ser tratados como tal, empezando por la educación. 

  • Tomado de: https://lamenteesmaravillosa.com/ojala-algun-dia-la-educacion-despierte-la-misma-pasion-futbol/?utm_medium=post&utm_source=website&utm_campaign=popular
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