Author: Reseñas
Libro(PDF): «Movilidad humana en tránsito. Retos de la Cuarta Transformación en política migratoria»
Reseña: CLACSO
Este libro es una contribución a la reflexión y al debate sobre los grandes retos que entraña el tema migratorio como problema teórico y fenómeno social de nuestro tiempo. La pregunta subyacente en el texto es ¿cómo reparar un sistema migratorio roto por la implosión del proceso globalizador, destructor de los medios de vida de millones de seres humanos? Frente a esta crisis migratoria los gobiernos responden con medidas de contención en las que se incluyen «muros» que profundizan las dificultades para el tránsito y muestran el rostro de una «crisis humanitaria» que interpela a los derechos humanos.
Fruto de un esfuerzo colaborativo, este volumen fue pensado en una reunión que convocó El Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, cuando recién se estrenaba en México el gobierno de la Cuarta Transformación, para reflexionar en torno al «nuevo paradigma» de la política migratoria de este país. Las amenazas del gobierno de Donald Trump a México sobre imponer aranceles al comercio con Estados Unidos todavía no se habían expresado; poco después la «vuelta de tuerca» se concretó y la política migratoria de México cambió radicalmente. Este tránsito de una política flexible a una política dura es objeto de análisis en este texto que, desde distintas miradas, formula hipótesis y abre nuevos interrogantes sobre el devenir.
Autores (as): Daniel Villafuerte Solís. María Eugenia Anguiano Téllez. [Coordinadores]
Daniel Villafuerte Solís. Jéssica N. Nájera Aguirre. Luz Helena Rodríguez Tapia. María Eugenia Anguiano Téllez. Chantal Lucero Vargas. Rafael Alonso Hernández López. María del Carmen García Aguilar. [Autores y Autoras de Capítulo]
Editorial/Editor: CLACSO. UNICACH – CESMECA.
Año de publicación: 2020.
País (es): Argentina. México
Idioma: Español.
ISBN: 978-987-722-590-7
Descarga: Movilidad humana en tránsito. Retos de la Cuarta Transformación en política migratoria
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1840&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1380
Un ejercicio de memoria y escritura
Un ejercicio de memoria y escritura
ENTREVISTA A MARTÍN KOHAN
Charlamos con Martín Kohan (escritor, ensayista, docente de teoría literaria) sobre recuerdos y olvidos, sobre las formas en que la literatura narra, representa y experimenta, sobre la infancia, la empatía y la memoria colectiva, a propósito de su nuevo libro Me acuerdo, publicado por Ediciones Godot.
En 1970 el escritor estadounidense Joe Brainard publica un libro titulado Me acuerdo, una colección de frases cortas e imágenes que van conformando una especie de autobiografía muy particular. Cada párrafo comenzaba con la frase “Me acuerdo…”, y lo que rememoraba podían ser cosas de la vida cotidiana o hasta reflexiones sobre el estado del mundo. Y esto es antes de que existiera Twitter.
La idea no podía sino gustarle George Perec, el escritor francés que formó parte del grupo OULIPO (Taller de literatura potencial), que hacía experimentaciones con la escritura cumpliendo alguna consigna determinada: desde una letra a repetir constantemente hasta seguir una especie de ecuación matemática. Así que en 1978 retoma la idea y publica Me acuerdo: cosas comunes.
Ahora Es el turno de Martín Kohan, que en un nuevo libro publicado por Ediciones Godot que se puede conseguir en versión digital, se pone también a ejercitar la memoria y la escritura con una regla fija: enumerar recuerdos.
Martín, para escribir esta especie de punteo de recuerdos, ¿te pusiste reglas estrictas para cumplir, como los largos de las frases, u ojear o no fotos para evocar recuerdos?
No, las reglas vinieron solas de la lectura de los dos libros que ya existen con el formato Me acuerdo y que fueron el disparador para mi propia escritura, que son el de Brainard y el de Perec. Nada que ver con fotografías, y ni siquiera, te diría, mi propia memoria como impulso para la escritura de este libro. Eso no habría podido ocurrir jamás. La idea de escribir y la necesidad de escribir salió de la lectura de esos dos libros, de manera que las reglas, el formato, las restricciones, vinieron ya dadas por esa lectura, que es cómo están hechos esos dos libros.
Sobre todo la concisión, en especial es en Perec –Brainard narra un poco más–. En Perec hay una resolución todavía más ajustada a la idea de que lo que está haciendo es enumerar recuerdos, no narrar recuerdos, entonces el efecto no tiene que ser el de la memoria sino el del listado, y eso efectivamente funciona como regla de escritura. Pero esa regla para mí, lejos de ser una restricción, fue la que me permitió escribir, porque la idea misma de ponerme a contar recuerdos míos me parece una catástrofe. La idea que menos me entusiasma en el universo como para ponerme a escribir es esa, y en cambio sí la idea de listado, y el efecto tiene que ser una lista de recuerdos sin su desarrollo, sin su narración, la regla sería esa.
Sin embargo hay como una narración que se va formando, porque nos va siguiendo a alguno de los personajes que nombrás: la primera chica que te gustó después aparece de nuevo, otro amigo aparece nuevo… Porque parece fácil decir “bueno, empieza todo con ‘me acuerdo’, pero eso que parece tan sencillo le da una cierta dificultad, porque tampoco es que están tirados así digamos los recuerdos, uno va construyendo algo.
Claro, no están tirados. Efectivamente el formato parece fácil y –bueno, por ahí son limitaciones mías– no me fue tan fácil. Pero esas conexiones que bien señalás que se producen, no se producen bajo la forma de la narración, no es que retomó el hilo –creo yo–…. Me es más fácil pensarlo en Brainard y en Perec que en mí mismo, no funciona como esas novelas –y son muchas ya– que tienen distintas capas de tiempo y distintas líneas de personajes, que pueden rebotar entre sí las distintas historias o no, pero que el personaje reaparece después y entonces vos retomás la historia. No funciona así, no hay línea narrativa, hay ecos, pero son los mismos hechos que se producen de recuerdo en recuerdo, es como si los mismos recuerdos se recordaran, no soy yo diciendo y después “de eso vino esto otro”, aunque lo ponga más adelante.
Por ahí es el lector el que, con los pocos tips que les das, que va construyendo algo…
Sí, claro, porque te resuena, pero resuena porque resuenan los recuerdos, no es que queda algo así como una intriga. Por ejemplo, decías la primera novia. No es que uno dice “bueno y después vemos cómo sigue la historia con la primera novia”. No sigue ninguna historia –creo yo–: apareció tal recuerdo, después apareció este otro, más adelante apareció otro, y aunque parezca paradójico –o lo sea en su formulación–, una cosa importante de la escritura era olvidarse. El olvido, que es que probablemente que, al poner el segundo recuerdo, yo no me acordaba de haber escrito el primero, y no hay relectura. Y había que evitarlo porque precisamente lo que había que evitar, por las reglas por las que preguntás, que es el formato de esta clase de escritura, para mí, es que efectivamente si yo agrego un recuerdo porque lo enlazo o recuerdo cosas que escribí antes, ahí ya solo se produce el efecto narrativo. A mí me sonaba “de esto ya hablé”, pero no me acordaba bien, y no importaba.
En una novela, con una trama, tenés que ver eventualmente, si no te acordás –yo particularmente no me acuerdo de nada–volvés atrás en la página y decís “ah no, estaba en tal lado o dejé en este punto”. Y acá… insisto, tiene algo de paradójico, pero hace falta olvidar. Te vas olvidando los recuerdos anteriores, entonces vas acudiendo a los nuevos que aparecen.
Para recordar tenés que olvidar cosas…
Y es que sí, y entre otras cosas olvidar lo que ya habías estado recordando, lo que estuviste recordando. Porque si no se empieza a producir esa narración. Volviendo a la cuestión de la regla: en algunos recuerdos, yo los escribía y me venían recuerdos de cómo siguió eso después. Bueno, eso no lo escribía: qué pasó con tal situación, en que derivó. Eso ya no había que escribirlo, porque si no ya empiezo a narrar memorias, y la experiencia de lectura de esos libros y en la escritura de este más bien me permitió advertir la distancia y la diferencia que hay entre narrar memoria y enumerar recuerdos. Narrar memoria es la cosa que menos me interesa en el universo, en cambio enumerar recuerdos me sedujo.
Los recuerdos que enumerás son recuerdos de infancia, una etapa que en las producciones culturales suele aparecer como “lugar o momento feliz”.
Pero en tus recuerdos aparecen momentos así, felices, pero también otros donde hay injusticias, angustias o imposiciones de los adultos que un chico no comprende o no comparte. ¿Cómo ves la infancia vos? ¿Te parece que muchas veces aparece romantizada en la literatura?
Depende. Yo creo que lo que estás planteando funciona por el formato que estamos diciendo, que es que al no haber desarrollo narrativo, ni las tensiones y distensiones propias de una narración, tampoco tenés una relación de conflicto y resolución por ejemplo. Ni siquiera la decisión de dejar sin resolución un conflicto, que no deja de ser una resolución, que escribiendo una novela te lo planteás: bueno ¿qué hacemos? ¿Sotenemos esta tensión, no la sostenemos, la desactivamos, resolvemos o agravamos el conflicto? Son decisiones narrativas. Acá no hay eso, no tiene que haber decisiones narrativas. Entonces cuando vos dejás que los recuerdos se dispongan como se dispone cualquier colección de cosas que arman secuencia –porque está lo que vos decías, en el lector se arma una secuencia–, es la secuencia en cualquier colección. Vos en tu repisa ponés tus muñequitos y bueno, uno, otro y efectivamente en la secuencia se puede armar sentido, pero lo único que los une, en un punto, es el efecto de colección. No decís “bueno, y este después creció y este es más alto que este”, eso ya corre por tu imaginación. Lo único que los tiene dispuestos uno junto al otro es que integran una colección.
Entonces en esa relación, los recuerdos que vienen y son gratos o remiten a cosas gratas, y los recuerdos que vienen y remiten a cosas ingratas, no plantean el problema de ¿cómo se resuelve esto?, ¿qué pasa entre una cosa y la otra?. Cualquiera de esas variantes se resolvería hacia felicidad/infelicidad. Acá es simplemente disponer cosas que estuvieron bien, cosas que no…
En términos más generales… yo te diría depende –estoy rápidamente así también haciendo como una colección de lecturas de niños y de infancias–. Obviamente lo que viene más rápido son las lecturas que uno tiene más presentes como Benjamin o Proust. La escena de Proust –que es famos– de él en la cama esperando que la madre le venga a dar el beso de las buenas noches, y no viene –y hay visitas en la casa y él escucha la la felicidad de la madre sin él, y va entendiendo que no va a venir porque se olvidó, porque está haciendo algo más importante, porque a ella no le parece grave y a él sí, lo que sea– es una escena de infancia de las de más angustia que uno pueda imaginar. Porque no hay ningún adulto ahí que desestime lo que está pasando, no hay ningún narrador adulto que diga “bueno, los chicos, qué apegado”. No, se carga esa angustia y esa expectativa de que la madre venga porque uno en ese momento dice “claro, ¿y cómo te vas a dormir si tu mamá no vino?”. Entonces pues ahí tenés un caso. En la literatura de Aira hay mucho de infancia, y en Aira es muy distinto, porque la infancia en Aira aparece como el lugar que su literatura necesita: va a la infancia para encontrar fábula y juego. Y como en la literatura de Aira la fábula y el juego funcionan –vamos a decirlo así– como un principio constructivo muy fuerte en muchos textos, la infancia ahí es eso. Entonces no se podría decir algo general. Que hay una idealización seguro, yo mismo la tengo.
Capaz la idealización viene cuando uno ya es grande, porque creció y ya no va a volver a ser eso…
Obviamente es retrospectivo. Pero eso es tan evidente como que muy a menudo a los chicos los ves llorando por algo que el adulto puede llegar a decir que era una pavada, pero para el niño no lo es, entonces la carga de angustia… Los chicos están enojados una gran parte del tiempo, y tristes. Triste no sería la palabra, pero contrariados.
Uno se acuerda de chico que no tenía que trabajar, no tenía obligaciones… Igual eso también es para un sector, porque no todas las infancias evidentemente son así…
Por eso tenemos a Dickens, para comprender infancias que no son así. Pero porque al mismo tiempo, en la mirada adulta, todo eso que te producía tanta congoja se desvanece, pierde gravedad, entonces el efecto de idealización es automático. Porque las cosas que te hacían feliz sostienen todo su poder de persuasión: las vacaciones, obvio. Voy a decir lugares comunes: la primera bicicleta; decís “claro, cómo no voy a ser feliz con la primera bicicleta?”. Ahora, si se te arruinó el día porque estabas jugando a la pelota y te dijeron “entrará a bañarte” decís “bueno, no es para tanto”. No es para tanto lo decís ahora. Querías romper todo, estabas amargadísimo, estabas hecho una furia. Entonces me parece que la idealización es el efecto de ese cambio de escala por el cual las felicidades nos siguen pareciendo felicidades y las frustraciones nos parecen menores. Pero nos parece menores por perspectiva, en la infancia no lo vivís así.
A pesar de que son recuerdos salteados, hay elementos que repiten y que pintan un poco la época: desde los números de teléfono que arrancaban con dos cifras o los modelos de autos, pero también los “controles vehiculares” del ejército en plena dictadura, o situaciones de discriminación por ser judío. ¿Buscaste intencionalmente que esos aspectos sociales de la época estuvieran presentes, o aparecieron porque dejaron su marca generacional?
Yo soy del 67 así que ya se pueden sacar las cuentas de lo uno quiera: cuando murió Perón tenía 7, en el golpe militar tenía 9, primer campeonato del mundo de Boca tenía 11 y así con distintos jalones de mi vida.
Ahora bien: no, no solo no lo busqué sino que fueron las partes en las que puse más atención para dudar. Porque entregado a que los recuerdos vinieran, sin buscar –también es verdad que hay una cadena asociativa, cuando vino un auto vino el otro y en un momento dije bueno, esto va todo junto porque uno me está llevando al otro–, pero traté de no condicionar, justamente, no solo no los busqué sino que me propuse no buscar ningún recuerdo que tuviese una carga de sentido determinada por ninguna razón –política o social o lo que fuera–, sino dar lugar a los recuerdos como fueran viniendo, con las características que tienen: algunos son importantes, otros son totalmente banales, algunos pueden significar muchísimo para mí y para los demás nada, otros puede ser muy significativos para otros y quizás no tanto para mí, sin embargo si me lo acuerdo, lo puse… Pero sí claramente no tener la premeditación de decir “bueno, que entre algo de lo social, que entre algo de la dimensión política de esos años”, y cuando el recuerdo venía, aparecía tal escena, me acordaba de algo, estar especialmente alerta para esta clase de recuerdos, para que entraran si legítimamente habían había llegado a mí: tal recuerdo de tal situación política del mismo modo que el teléfono de Néstor Frenkel. O sea, tenía que tenía que tener el mismo derecho de ingreso al texto y no pensar “bueno, acá hay que poner un poco más de tal cosa o tal otra”. Solo entra con el sentido que de que me acuerdo de eso.
Habría que ver cómo son las lecturas generacionales. Porque muchas de las cosas que ponés tienen pocos datos pero yo, que estoy más cerca, los reconocí inmediatamente, incluso puedo recordar cosas similares. Pero habría que ver cómo lo leen generaciones que, así como el número de teléfono con dos cifras o los modelos de los autos no le significan nada, los pocos detalles que das de lo social le significan una cosa u otra. Igual tienen un peso… vos decís que los dejaste ingresar como vinieran pero saltan. Por ahí también porque son los que más reconocí, pero tienen peso…
Pero el peso tiene que estar dado por el recuerdo mismo, no por mi gesto. Está dado por el recuerdo y no por el gesto de recordar. Y eso tiene que ver con el efecto de colección, efectivamente, porque si narrás, jerarquizás. Si narrás das sentido, entonces puesto a narrar, yo ya sé que los carteles de “El centinela abrirá fuego” en la ESMA –yo vivía muy cerca de ahí– son más importantes qué que en el Peugeot 504 se abría el techo y se podía sacar la cabeza –igual se pueden combinar, porque si podés sacar la cabeza, podés tirar–. Sin embargo, en el formato que el libro tiene… Si yo hubiera escrito mi autobiografía de infancia –es la última cosa que sería capaz de hacer, una de las últimas– habría tenido que hacerme cargo de esa jerarquía y de esa distribución, de cómo entra eso en una narración; mientras que acá entran como lo que son, recuerdos. Y uno pesa más que el otro porque tienen más peso que el otro, y no está en mi gesto “bueno, ahora viene una cosa importante”. No, viene como vienen los recuerdos, de pronto uno, el otro. Y en la lectura, claro, en ese punto te diría que como en cualquier lectura, es interesante de ver.
Yo he tenido muchas experiencias, todas muy felices, de intercambio con estudiantes de colegio secundario que leen Dos veces junio. Y fatalmente están cada vez más lejos de esa época. Tienen siempre 15 años pero como en la Facultad, tienen siempre veinte y pico pero uno está cada vez más lejos y ellos están cada vez más lejos de ciertas referencias mías. ¿En qué se detienen y en qué no? Fui, por suerte para mí, muchas veces. Me acuerdo de los lugares. En San Isidro, Necochea, estuve en Comodoro Rivadavia, estuve en San Juan, estuve en La Pampa hablando con pibes de 15-16, y en algunos era “mi papá me contó, mi mamá dijo” o no, porque la diferencia no solo es de edad sino de ideología, posición social y la historia de cada cual. Y es tan interesante para mí ver qué leen y qué líneas siguen o no siguen, qué preguntas te plantean, qué los inquieta, qué subrayan –para decirlo así– los que tienen ciertas referencias, cierta codificación previa –por edad, por contemporaneidad, por proximidad, por afinidad ideológica o por lo que sea– como los que no la tienen y leen desde otro lado, o leen desde la ajenidad, y decirme los que leen desde la ajenidad qué leen, qué subrayan.
Entonces volviendo a un libro como Me acuerdo, que es tan distinto, a mí me intriga tanto la cercanía del que reconoce algo como el que no, qué se siente con esa ajenidad. ¿A qué suena, a antiguo, a extranjero? No me lo puedo ni imaginar. O sí, solamente cuando vuelvo a referencias de cosas de los años 40 que leo yo en la literatura que no sea con el formato Me acuerdo. Porque me parece que si no, sería como suponer que puede haber una una lectura más pertinente que otra, que el que está más cerca y reconoce va a hacer una lectura más pertinente que el que no. A mí atrae, me da la misma curiosidad el que no para ver qué se lee cuando se desconoce. Vos decías “cuando los números de teléfono tenía dos cifras en la característica”, con el sobresalto del que lo siente muy cortito, el que dice “claro, era 49”, sino el sobresalto del que dice “acá falta algo”. Hasta podría enfatizar y decir que en más auténtica –si se puede decir así– la lectura del que no sabe que antes el prefijo no era de tres –ni hablar del 4–, que los prefijos tenían 2, que no había 4, el que no lo sabe y choca contra algo que le resulta más corto de lo que tiene que ser. Esa lectura sería para mí perfecta, está leyendo lo que hay que leer, que es ¿qué es esto?
Pero vos fijáte, yo antes de escribir esto, y ahora deberíamos decir para escribir esto, leí el de Brainard y el de Perec. Tomemos el de Perec: está plagado de recuerdos de canciones o marcas de su infancia en Francia. O sea, cero. Pero uno ahí no dice “bueno esto no lo entendí”; porque no hay nada que entender en un recuerdo. Es proximidad o lejanía, o reconocimiento o extrañeza, y el reconocimiento no es más valioso que la “extrañeza”.
No, es un nivel que uno no puede evitar tener o no tener como lector cuando hay algo como de recuerdo conjunto en las cosas que compartís y otras que son novedad.
Exacto, es que el que está recordando ahí es otro, porque si no nos iríamos muy para el lado de esta sobrevaloración de la empatía que se viene produciendo últimamente, que es que hay que pensar que cuando uno empatiza está bien y si no empatiza está mal. Si vos pateás a un mendigo por la calle el problema no es que no empatizaste, es que lo pateaste. Podrías patearlo porque empatizaste: te acordaste cuando eras mendigo, te da bronca, lo pateás. Me parece que la empatía puede ser muy grata y muy adecuada en muchísimos casos, pero como mandato del Bien supone que solamente hay un bien cuando hay una una posibilidad de ser como el otro, de ponerse en el lugar del otro, y de ver las cosas como las ve el otro; lo que significa ni más ni menos que anular al otro como otro. Si yo logro ver las cosas como el otro, ese otro ya no es un otro para mí, porque estoy viendo como él. Entonces la relación con el otro, incluso la necesidad de empatizar para comprender, indica que si al otro no lo asimilo a mí, o al revés, si no me proyecto yo sobre el otro empatizando, no lo voy a poder comprender. Es decir, no lo voy a poder comprender como otro. No empatizo, no tengo esos criterios, no tengo esos valores, no veo el mundo así en absoluto, no lo vería jamás… pero lo comprendo.
Entonces me parece que en un caso como este, en donde ni siquiera se trata de comprender –son recuerdos que desfilan uno tras otros– hay cercanía cuando lo reconocés, pero me parece igual de intensa y hasta me atrae más la relación con la alteridad: decir “esto es otra cosa, nada que ver conmigo”. ¿Qué me pasa con algo que no me toca en nada?, porque como lector no necesito reconocerme para interesarme. Otra vez, sería el efecto empático: si te reconozco me intereso, o sea, el otro no me interesa, me interesa solamente si empatizo.
Mirá, yo pongo un ejemplo que me da no sé qué pero es una persona muy presente en el libro, que es mi abuela paterna, mi abuela Dina. Cuando existían los álbumes de fotos que se pegaban, con una especie de celofán, se sentaba, pasaba las hojas –que eran como de unas cartulinas pesadas–, pasaba una, otra, se detenía y decía “Acá salí bien”. Una, dos, tres, cuatro… “Acá estoy despeinada”. Pasaba todo y solamente se detenía, solamente le significaba algo cuando se encontraba a ella misma. En mi abuela eso me parece adorable porque todo en mi abuela me parece adorable, pero como matriz de lectura ya me ofrece más dudas, que es el lector que “se busca” a sí mismo en el texto. Pasa donde no está y le encanta cuando se ve a sí mismo, cuando se encuentra. Capusotto hace una parodia de esto: “es tal cual, es tal cual”. El que se alegra solamente cuando se ve a sí mismo como si uno mismo fuese la medida de todas las cosas. Leer un mundo otro, leer un mundo ajeno, leer recuerdos que para uno no significan nada, es una experiencia de la otredad, y a mí como lector me seduce tanto o más que la del reconocimiento.
De hecho aunque muchos buscan reconocerse, el sentido común de qué es leer es conocer otros mundos, otras cosas, estar por otro lado, y no leer lo mismo que uno podría pensar por sí mismo.
A mí por lo menos la literatura me gusta muchísimo, por muchísimas razones, pero una es que que no es más de mí.
Hablando de lo personal, ¿tuviste que negociar con los otros que aparecen en tus recuerdos? Tu hermana –a la que le dedicás el libro–, tu abuela…
Mis abuelos murieron, mi papá murió. Lo que hubo fue, acá en mi casa, una sesión de lectura de las partes delicadas con mi mamá, que es la figura delicada además para todo esto. Con mi hermana, va a estar bien. Entonces hubo como una especie de selección de recuerdos ríspidos –si se puede decir así–, polémicos, y hubo una sesión de lectura. Incluso mi mujer había propuesto que si el libro se llegaba a presentar –soy reacio a hacer presentaciones, no me gustan, no me gustan las mías–, pero se le había ocurrido un formato de presentación porque mi mamá, lo que tenía frente a cada uno de los recuerdos que yo iba leyendo, era una especie de alegato más bien. Alegato, refutación o adenda correctiva: “pero lo que pasa es que…”. Mi mujer había propuesto que hiciéramos la presentación así, o sea mi mamá y yo, yo leía y ella…
Aclaraba…
Aclaraba, refutaba, especificaba, ajustaba… y esa puesta en escena, si lo hubiésemos hecho, si lo hiciéramos, respondería a ese formato, que es que incluso la persona que participó de los mismos hechos, que estaba ahí, no tiene el mismo recuerdo; y tiene mucho para decir “en contra”. Por ejemplo, es pertinente para esta misma conversación: creo que uno de los comentarios que emanó mi madre aquí en la lectura fue “pero las clases de guitarra a vos te gustaban”. ¡Noooo! “Vos ahora decís que no pero en ese momento… yo me acuerdo”.
Bueno, los recuerdos suelen variar de una otra persona, de las mismas cosas. Y una con el tiempo se da cuenta que lo notorio es qué tan distinto es lo que te acordás vos de lo que te puede decir otro, que dice “de ninguna manera”. Y los dos están convencidos. Incluso a veces los recuerdos de los que uno está muy seguro te das cuenta que uno los construyó mirando fotos, o porque te contaron… Es una cosa que más que recuerdo es una construcción que uno hizo después.
Cuando eso que muy bien definís, es colectivo, a mí no sabés cómo me interesan los falsos recuerdos sociales. Por lo que estamos diciendo, está la memoria social y está el recuerdo en falso. A mí me interesan mucho los olvidos colectivos –que todos olvidados lo mismo– y sobre todo el recuerdo equivocado, cuando es social justamente.
Son sintomáticos…
Creo, si no me estoy equivocando yo: mucha gente jura jura jura –dos me vienen ahora a la mente– que es el oscurecimiento de la ciudad de Buenos Aires en prevención de un ataque aéreo fue durante Malvinas. Y fue, juraría, en vísperas de lo que parecía o que podía llegar a ser la guerra con Chile por el Beagle. No sabés la gente que me ha dicho “no, no, yo me acuerdo porque mi cuñado ya estaba viviendo con nosotros…”. Me interesa mucho porque alguna motivación hay. Si es una persona, dos, tres, es un error. Cuando un recuerdo social está corrido es interesante ver por qué. El mundial de fútbol en colores. No fue transmitido en colores para la Argentina. En la Argentina fue transmitido en blanco y negro.
Vimos las escenas a color después por ahí…
Después, y lo que sí hubo mucho por esos años fue la campaña propagandística de la dictadura de la construcción de Argentina Televisora Color. Eso sí estuvo muy presente en términos de “el Mundial va a traer nuevas tecnologías, el avance, el futuro, ya tenemos un canal que transmite a color”. Y de hecho yo creo –me gustaría averiguar– si ATC no fue el último canal del mundo en explicitar que era a color. Hasta cuándo se llamó Argentina Televisora Color, y si en ese momento había algún otro nombre de canal en el mundo que dijera “estos es a colores”. Argentina seguía diciéndo “miren, tenemos color ¿eh? Esto sale en colores”. Y me parece que ese ese corrimiento produjo un recuerdo falso.
Los olvidos son tambien sintomáticos. Freud…
Mirá, ya que lo nombré: Dos veces junio está escrito por muchas vueltas y líneas, pero una fue verificar entre futboleros –que es la gente con la que yo más hablo– que el partido que Argentina perdió en el Mundial 78 estaba olvidado. Que había perdido un partido estaba olvidado. Gente que sabe, ¿eh? Que te puede decir “sí, el gol de Luque a Francia, sí, el penal que atajó Filliol contra Polonia…”. Vos decís “listo, esta persona sabe” y entonces decís ¿y el partido que perdió? No se acordaban que había perdido un partido.
Claro, la épica victoriosa es tan potente, que a mí no me interesaba digamos revertirla o contrarrestarla con el terror que había detrás –una cosa razonable pero esperable también–, sino con la derrota deportiva, y contar solo la noche en que Argentina pierde con Italia. Gol de Roberto Bettega. Y hacer chocar una memoria estabilizada no con la denuncia del horror, porque jamás escribiría una novela de denuncia, pero sí con una especie de choque de imaginarios. Hacer chocar al imaginario victorioso no con la denuncia –nada más ajeno a mí–, sino con la derrota deportiva. Y Bettega, Roberto Bettega.
Por estos días está saliendo también otro libro tuyo, Confesión. ¿Podés adelantarnos un poquito de qué se trata?
Sí, salen juntos, creo que digitalmente ya están, y cuando se restablezca eso que llamamos “realidad” saldrán a la realidad en forma de papel también.
La novela –Confesión es una novela–está divida en tres partes, y ahí sí las tres partes están en un punto encapsuladas como modalidad narrativa y en su tensión narrativa son tres bloques, pero por supuesto que todo funciona a partir de las secuencias que esos tres bloques arman.
Puedo contar el principio, el segundo y el tercer bloque me es más difícil, pero el principio son las confesiones de una nena de 12 –11, 12 o 13, está por ahí–, en la iglesia de su pueblo –vive en un pueblo de la provincia de Buenos Aires que es Mercedes, años 40–, y algo que a mí me gusta, porque en alguna otra cosa que escribí está también de por medio, son estas situaciones en las que el que narra no entiende del todo lo que le pasa. Y algo le pasa en su cuerpo, algo le está pasando a su cuerpo, quien narra no termina de darse cuenta qué es, el lector sí. En este caso yo diría que el lector entiende, el cura que confiesa entiende de más, sobreinterpreta –como suele pasar con un sistema de vigilancia– y ella no termina de saber lo que le pasa. Y lo que le pasa es que –digamos así– se le alborota el cuerpo cuando desde la ventana de su casa ve pasar, con la regularidad de ciertos horarios que ya puede establecer, a un vecino: los viernes pasa para un lado, los domingos pasa para el otro. Se le alborota el cuerpo de un modo que ella misma no puede terminar de definir, y ese vecino, por entonces de 16 años, es Videla… volviendo a Mercedes y volviendo de Mercedes a Buenos Aires por esos años…
Inquietante.
Vamos a ver, si salió bien va a ser inquietante, si lo escribí mal, cagué la idea.
Bueno, ni bien la tengamos la leemos y volvemos a hablar. Muchas gracias Martín.
Muchas gracias a vos.
Fuente de la Información: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Un-ejercicio-de-memoria-y-escritura
Libro: Conjugación del Talento Humano como Política Pública para el Desarrollo Estratégico de la Institucionalidad Venezolana
Conjugación del Talento Humano como Política Pública para el Desarrollo Estratégico de la Institucionalidad Venezolana
Libro
Autora del Libro: Yoselin García
«El Talento Humano constituye un factor fundamental para el desarrollo de la Institucionalidad Venezolana, ya que interviene de manera directa en el seguimiento de las políticas de un sistema de gobierno y que incide en la gestión pública.»
Tomad0 de la contraportada del libro
Descárguelo completo aquí:
https://www.academia.edu/38560357/Conjugaci%C3%B3n_del_talento_humano_y_la_gesti%C3%B3n_p%C3%BAblica_de_lo_pol%C3%ADtico_lo_p%C3%BAblico_lo_institucional_lo_estrat%C3%A9gico._Conjugation_of_the_human_talent_and_the_public_management_of_the_political_the_public_the_institutional_the_strategic
Autora: Yoselín García
Libro(PDF): «Derecho, conflicto social y emancipación. Entre la depresión y la esperanza»
Reseña: CLACSO
Las discusiones que atraviesan este libro ponen en cuestión la pretendida neutralidad del derecho, exponiendo tanto sus dimensiones ideológicas y performativas como los modos en que el discurso jurídico ordena las visiones de la realidad de acuerdo a las relaciones de poder imperantes.
Los trabajos que reúne este volumen muestran no sólo el rol del discurso jurídico en la consolidación de órdenes sociales asimétricos y verticales. También expone cómo, bajo determinadas condiciones, ese mismo orden puede subvertirse, contribuyendo a que actores sociales relegados desafíen el poder instituido.
Con este libro, el Grupo de Trabajo Pensamiento jurídico crítico realiza un aporte fundamental para entender el derecho como una herramienta capaz de operar en la recomposición de las relaciones sociales y en la legitimación de iniciativas que dan sustento a causas y luchas emergentes surgidas de nuestras sociedades
Autores (as): Mauro Benente. Marco Navas Alvear. [Compiladores]
Mauro Benente. Marco Navas Alvear. Adoración Guamán. Aleida Hernández Cervantes. Yacotzin Bravo Espinosa. Alejandro Médici. Sonia Boueiri Bassil. Alejandro Rosillo Martínez. Luis Villavicencio Miranda. Antonio Carlos Wolkmer. Lucas Machado Fagundes. Carlos Rivera Lugo. Mylai Burgos Matamoros. Beatriz Rajland. Napoleón Rosario Conde Gaxiola. Diana Isabel Molina Rodríguez. Carlos Arturo Gallego Marín. Luiz Ismael Pereira. Camilo Onoda Caldas. [Autores y Auroras de Capítulo]
Editorial/Editor: CLACSO
Año de publicación: 2019
País (es): Argentina
Idioma: Español.
ISBN: 978-987-722-422-1
Descarga: Derecho, conflicto social y emancipación. Entre la depresión y la esperanza
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=1541&pageNum_rs_libros=7&totalRows_rs_libros=1382
Libro(PDF): «Anticapitalismo y sociabilidades emergentes. Experiencias y horizontes en Latinoamérica y el Caribe»
Reseña: CLACSO
Este es un libro de las divergencias. No podría ser de otra manera si es uno de los resultados de pensar qué significa ser anticapitalista a punto de concluir la segunda década del siglo XXI. Después de haber transitado los experimentos socialistas, las dictaduras del Cono Sur y la restauración de la democracia, y luego el ascenso y el precipitado agotamiento de los gobiernos progresistas en Latinoamérica nos seguimos preguntando ¿qué sentido le podemos otorgar al término de anticapitalismo?, ¿qué implicaciones tiene el concepto? ¿nos es útil o nos interpela o, por el contrario, dialoga poco con las diversas realidades de las diferentes latitudes del continente?, ¿puede el concepto de sociabilidades emergentes ser útil para identificar otras prácticas, por fuera de la hegemonía sistémica o local?
Este trabajo, fruto del Grupo de Trabajo Anticapitalismo y Sociabilidades Emergentes, está construido en torno a esas preguntas.
Del prólogo de Erika Liliana López López
Autores (as): E. Liliana López López. Paola Andrea Vargas Moreno. Laura García Corredor. Blanca S. Fernández. Pablo Ariel Becher. [Coordinadores y Coordinadoras]
Dmitri Prieto Samsónov. Cassio Brancaleone. Laura García Corredor. María Regina Cano Orúe. Blanca S. Fernández. Adriana Victoria Rodríguez Caguana. Paola Andrea Vargas Moreno. Luis Rondón Paz. Alexander Hilsenbeck Filho. María Victoria Guerra Ballester. Daniel Alzate Mora. Sheila Padrón Morales. Pablo Ariel Becher. Rodrigo Chaves de Mello. Jorge Luis Alemán. [Autores y Autoras de Capítulo]
Editorial/Editor: CEISO. CLACSO.
Año de publicación: 2020
País (es): Argentina
Idioma: Español.
ISBN: 978-987-28212-9-6
Descarga: Anticapitalismo y sociabilidades emergentes. Experiencias y horizontes en Latinoamérica y el Caribe
Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=1889&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1382
15 livros sobre feminismo disponíveis gratuitamente na Amazon
Redacción: Metro
A Amazon disponibilizou diversos ebook em sua plataforma durante a quarentena. Entre eles há livros sobre feminismo para quem quer se aprofundar no assunto e ir além dos comentários e textos de Facebook. O Metro Jornal selecionou alguns 15. Confira!
1. Sejamos todos feministas
Sinospe: «O que significa ser feminista no século XXI? Por que o feminismo é essencial para libertar homens e mulheres? Eis as questões que estão no cerne de Sejamos todos feministas, ensaio da premiada autora de Americanah e Meio sol amarelo. «A questão de gênero é importante em qualquer canto do mundo. É importante que comecemos a planejar e sonhar um mundo diferente. Um mundo mais justo. Um mundo de homens mais felizes e mulheres mais felizes, mais autênticos consigo mesmos. E é assim que devemos começar: precisamos criar nossas filhas de uma maneira diferente».
2. Ela disse – Trecho gratuito: Os bastidores da reportagem que impulsionou o #MeToo
Sinospe: «Neste trecho gratuito, conheça Ela disse, o livro que mostra como duas jornalistas conquistaram a confiança de dezenas de mulheres, expuseram os casos de assédio de Harvey Weinstein e deram um dos maiores furos jornalísticos da década em uma reportagem que alçou o movimento #MeToo à escala global».
3. Negritude sem etnicidade: o local e o global nas relações raciais e na produção cultural negra do Brasil
Sinospe: «Com base em 15 anos de pesquisa na Bahia, no Rio, no Suriname e na Holanda, Livio Sansone indaga sobre as formas específicas que «raça» e etnicidade assumem no Brasil e no resto da América Latina. Ele compara as concepções latino-americanas de «raça» com as concepções dominantes nas ciências sociais, centradas em contextos determinados por identidades branco-negro claramente definidas, formuladas na base da situação dos Estados Unidos e da Europa do Noroeste.
Sansone sugere que o estudo de noções de identidade e cultura mais complexas e até «ambíguas», certamente contribui para uma compreensão mais universal das tensões etno-raciais e de por que o pensamento racial continua tão forte. Ele também investiga os efeitos da globalização sobre as diferentes construções da noção de raça».
4. O voto feminino no Brasil
Sinopse: «Você sabe quem foi a primeira mulher eleita deputada federal? Sabia que já existiu um Partido Republicano Feminino? E qual foi o estado brasileiro a autorizar o primeiro voto feminino? Esses e outros fatos e curiosidades da história da luta pelos direitos políticos femininos no Brasil são contados neste livro em linguagem acessível e descontraída pela historiadora e professora Teresa Cristina Novaes».
5. Feminismos: Percursos e Desafios
Sinopse: «Manuela Tavares, investigadora da Universidade Aberta, faz a História dos Movimentos Feministas em Portugal no último século, a primeira publicação de fundo, nesta área. Do Estado Novo, em que a ideologia dominante impunha a submissão das mulheres, ao dogmatismo das esquerdas políticas, que não souberam captar a pluralidade dos feminismos e as contradições de género na sociedade».
6. Feminismo radical: muito além de identidades e gênero
Sinopse: «O feminismo radical é sedicioso, pois recusa os arranjos do patriarcado, cujos meandros retêm os saberes que pretendiam ser libertários. O feminismo radical denuncia a impostura social que outorga direitos às mulheres guardando, porém, sob tutela, seu sexo, seu ventre, sua sexualidade, seu corpo, ora revestidas de cidadania, regidas entretanto pela orquestra dos três P: pai, patriarcado, pênis. O feminismo acabou? De maneira alguma».
7. Clube da luta feminista: Um manual de sobrevivência (para um ambiente de trabalho machista)
Sinopse: «Era uma vez um clube da luta — mas sem a luta e sem os homens. Todos os meses, as mulheres se reuniam no apartamento de uma das amigas para desabafar sobre frustrações envolvendo machismo no trabalho e compartilhavam dicas de como enfrentá-las da melhor maneira possível.
Tempos atrás, tais encontros eram conhecidos como «grupos de conscientização». Mas os problemas do mundo corporativo de hoje são mais sutis, menos evidentes e mais difíceis de provar do que aqueles enfrentados por nossas ancestrais. Essas mulheres não estavam lá apenas para desabafar. Elas precisavam de táticas de batalha. E assim nasceu o Clube da Luta Feminista».
8. Mulheres que Voam: As primeiras a conquistar os céus
Sinopse: «Mulheres que voam é uma homenagem a todas as mulheres e, em particular, às aviadoras, que tiveram grande influência na emancipação da mulher numa sociedade repleta de preconceitos contra aquelas que queriam ser mais do que filha, esposa e mãe».
9. Quem tem medo de Foucault?: Feminismo e a destruição das evidências
Sinopse: «Foucault atemoriza quem não quer ver desmoronar as certezas e as «verdades» que recobrem as relações sociais e escondem, em suas entranhas, a urdidura de uma trama simplista, em que o humano é binário e o sexo é o delimitador dos corpos e das funções sociais.
As analises de Foucault e sua metodologia de aproximação do real convergem em muitos e variados pontos com o feminismo, na medida em que mostram e expõem a construção social do humano, suas representações sociais, instituídas em saberes arbitrários que instauram um poder deletério de uns sobre os outros, dos homens sobre as mulheres.
O feminismo é libertário, também o é Foucault. Não pretendo fazer a exegese da obra de Foucault, apenas apontar um instrumental por ele criado, cuja utilidade é indiscutível para o feminismo».
10. A Mulher e a Árvore
Sinopse: «A mulher e a árvore se apresentam como personagens encantadores, não sendo surpresa que haja uma identificação pessoal com um deles, ou com um pouquinho da essência de cada um. Entre diálogos em tardes reflexivas em um parque de uma grande metrópole, a imaginação e os sonhos ganham espaço, entre um lapso e outro de realidade. A mulher e a árvore se compreendem; almas de alta conectividade, como elas gostam de se definir. A árvore vê o mundo com os olhos da mulher que lhe trouxe sonhos e lhe apresentou diferentes sensações. E a mulher liberta a árvore de suas raízes, estas que vinham a ser, agora, seu mais novo divã».
11. Escritas do corpo feminino: perspectivas, debates, testemunhos
Sinopse: «Esta obra nasceu do I Encontro Internacional Escritas do Corpo Feminino, no qual buscamos discutir as imagens do corpo feminino na literatura, em diálogo com a história, as artes, a psicanálise, o cinema e outras áreas das Ciências Humanas».
12. Em busca da nossa melhor versão: Sobre mim, sobre nós
Sinopse: «Nestas 66 crônicas, Luísa mergulha dentro de si para entender, aceitar e desfrutar de cada etapa e transformação da vida de forma positiva, instigando o leitor a fazer o mesmo.
Por meio dos textos, mostra que a felicidade mora em todo o caminho durante a busca pelo destino final: o autoconhecimento. As crônicas são como terapia e autoanálise. Uma série de informações e pensamentos digeridos e colocados para fora, de uma forma leve, como a vida deve ser».
13. Mulher, Sociedade e Vulnerabilidade
Sinopse: «Não há como pensar em uma sociedade Justa sem olhar para o outro, para o outro e seu entorno, para o outro e sua condição. Este é um livro sobre o outro, os outros, nós todos e como vivemos.
Os estudos aqui apresentados problematizam as condições da existência em situação de vulnerabilidade e defendem, através da afirmação, garantia e concretização dos direitos humanos fundamentais, o reconhecimento desses grupos.
Nesse percurso, o acúmulo das terias feministas, bem como dos estudos de gênero são muito benvindos porque permitem sair do lugar tradicional do Direito e avançar em um reflexão muito menos linear, mais muito mais colorida, complexa e cheia de possibilidades».
14. Relações étnico-raciais, de gênero e sexualidade: perspectivas contemporâneas
Sinopse: «A ideia de diversidade tornou-se, frente à crescente afirmação das identidades, um fenômeno significativo especialmente em sociedades oriundas do colonialismo europeu, onde grupos e indivíduos reafirmam seus particularismos locais, suas identidades étnicas, raciais, culturais ou religiosas, chamando a atenção de organismos internacionais a atributos da globalização que não são apenas econômicos ou tecnológicos, mostrando a inadequação das análises estritamente socioeconômicas».
15. Mulheres de Luta: feminismo e esquerdas no Brasil (1964-1985)
Sinopse: «Participam do projeto: Cristina Scheibe Wolff, como coordenadora geral; Karina Janz Woitowicz e Ana Rita Fonteles Duarte, como integrantes das instituições associadas, orientando as bolsistas de Iniciação Científica Barbara Maria Popadiuk, Luana Magalhães de Paula (2017) e Elyssan Frota dos Santos (2018). Participam também as mestrandas bolsistas Luísa Dornelles Briggmann e Binah Irê Vieira Marcellino, além dos bolsistas de pós-doutorado Soraia Carolina de Mello (2017) e Jair Zandoná (2018)».
Fuente: https://www.metrojornal.com.br/estilo-vida/2020/04/18/livros-sobre-feminismo.html





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