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‘Lazzaro feliz’: el Macondo del mediterráneo | Crítica

Redacción: Milenio

En muchos sentidos, la de Lazzaro Felice es la historia de los explotados del mundo que, ya se dijo, heredarán la Tierra. La directora italiana Alice Rohrwacher ha conseguido crear un personaje entrañable con un tema en apariencia pesado: la santidad. Pero no, no hay en esta película nada pesado. Al contrario. Lazzaro feliz muestra por qué esta joven directora ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2014 con otra película liviana y espiritual: Le meraviglie. Muchas cosas hay que destacar en Lazzaro feliz. La más notoria es, sin embargo, el actor que interpreta a Lazzaro. Rohrwacher encontró a Adriano Tardiolo trabajando en un despacho contable. Cuando ella le propuso contratarlo, él dijo: “lo voy a pensar”. Pero ella lo necesitaba de inmediato así que insistió. Afortunadamente. Tardiolo no tenía experiencia como actor y, sin embargo, ofrece los registros necesarios para dar sabor a este hombre que ama como los antiguos santos de la Toscana: con simplicidad. Inviolata, el pueblo de Lazzaro, ha sido secuestrado por una mujer a quien llaman Serpiente. La marquesa de Luna dice fumando desde lo alto de su torre: “así es el mundo, yo exploto a estos y ellos explotan a ese pobre diablo”. Te recomendamos: El mundo de Salvador Elizondo Lazzaro parece salido de una hagiografía medieval. Y tiene, como los cuentos de aquel tiempo, un sentido del humor muy propio de la sangre italiana de la directora con una gota de la profundidad en el pensamiento de su parte alemana. De ella, de la parte alemana, se desprende el que parece ser el fondo del asunto, la parábola del amo y el esclavo de Hegel. El amo es el joven marqués que se hace servir por Lazzaro, quien, como anuncia Hegel, es el único libre y, claro, feliz. La historia, sin embargo, no cae en el panfleto ni promueve (como tampoco hizo Hegel) la emancipación de los oprimidos del mundo. Cuenta más bien su historia en el transcurrir de la Historia. Así, la película no sólo muestra la explotación de los campesinos por parte de un sistema feudal; narra también en forma sutil el cruce del Mar Rojo, la esperanza de la resurrección de la carne (por algo el personaje se llama Lazzaro) y el horror que representa, en el imaginario de Rohrwacher, el auténtico lobo del hombre: los bancos.

Formalmente, vale la pena destacar el uso del sonido. La directora juega con la sonoridad en forma muy llamativa; con el ulular del viento, el aullido de los lobos y los niños que van y vienen por los trigales murmurando, “Lazzaro, Lazzaro”. Se burlan de su bondad que es como la del Parsifal de Wagner, el inocente del pueblo y el único, claro, que puede salvarnos a todos (en este sentido, el final resulta inquietante). Como toda gran película, Lazzaro feliz tiene muchas influencias. La más notoria es probablemente la de Emir Kusturica quien, en su película Underground, también consiguió deleitarnos con la historia de Europa en tono de fábula. Aquí están también los grandes del cine de Italia: Pasolini y sus preocupaciones religiosas identificadas con la justicia social, y Fellini y ese realismo mágico que tan bien supo traducir Gabriel García Márquez. En el momento más emotivo de la película, la narradora (una muchacha que lo sabe todo sobre los santos) revela el auténtico secreto del muchacho: “tiene olor a santidad”. Es por ese olor y este tema que la película tiene el encanto de otro santo ficticio: el stárets Zósimo de Los hermanos Karamazov.

https://www.milenio.com/cultura/laberinto/lazzaro-feliz-2018-macondo-mediterraneo-critica

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Revista Educación y Ciencias humanas / Año XXI, nº 42-43 enero – diciembre de 2018/UNESR Venezuela

REVISTA EDUCACIÓN Y CIENCIAS HUMANAS

Año XXI, nº 42-43 enero – diciembre de 2018

Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

Temática de esta edición: Etica, Política y Educación

Descargar: revista Educacion y ciencias humanas 42-43

Fuente: enviado a la Redacción de OVE para su publicación y divulgación.

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Libro: El ethos de la escuela

Libro: El el ethos de la escuela

ibro de divulgación.
Autor: Wilman Alexis Galeano Builes.
Fondo Editorial Luis Amigó.
ISBN: 978-958-8943-22-0
Fecha de edición: 12 de diciembre de 2016.
Características: publicación digital en pdf, 95 p.
Reseña: este abordaje ético-filosófico entorno al acto de hacer escuela, retoma la experiencia docente y la forma como se involucra en la cultura posmoderna, también trata las TIC y la educación, y cómo los estudiantes asimilan estos profundos cambios; la reflexión surge en esta nueva cultura que exige también un nuevo modo de educar y una reestructuración de los métodos de enseñanza a partir de la comunicación.
Descargar en: https://www.funlam.edu.co/uploads/fondoeditorial/283_El_ethos_de_la_escuela.pdf
Fuente: https://www.funlam.edu.co/modules/fondoeditorial/item.php?itemid=283
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Libro: Clic, implicaciones de la virtualidad globalizada en el sujeto

Libro de divulgación.
Autores: Gloria María López Arboleda, Lilian Johanna Marroquín Navarro y Alexander Rodríguez Bustamante.
Fondo Editorial Luis Amigó.
ISBN:
978-958-8399-87-4
Fecha de edición: 29 de mayo de 2015.
Características: publicación digital en pdf, 104 p.
Reseña: se propone el texto bajo la perspectiva de hacer una reflexión general sobre las implicaciones de la virtualidad en contexto y como ese contexto y los sujetos que en él se manifiestan posibilitan la vida en una dimensión virtualizada. Los tres autores coinciden en la imperiosa necesidad de analizar con juicio los nuevos tránsitos propuestos por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y como ellos han posibilitado la vida misma entres los seres humanos, las organizaciones y todo lo que circunda en un mundo globalizado y glocalizado. Clic: implicaciones de la virtualidad globalizada en el sujeto; no es más que la oportunidad escritural para que el lector erudito, desprevenido o neófito posibilite nuevas preguntas sobre la noción o nociones de la virtualidad en contexto y sus implicaciones en lo cotidiano, lo proximal, lo vivencial que nos hace ser humanos siempre humanos.Lo rizomático, implicará construcciones colectivas, lo cual hace pensar en un texto que será odiado por algunos y asumido por otros como una de tantas posibilidades en el proceso de lectura que debería ser como el paso de acariciar página tras página hasta llegar a su punto más atenuante como un beso que se funde tras el palabrear en cada uno de sus clic lo que se dice como se dice. El libro hace su despedida con algunas preguntas que a nuestro juicio problematizan y dan horizonte de cara a lo quisiéramos llamar virtualizados/conectados/relacionados/enredados.

Descargar en: https://www.funlam.edu.co/uploads/fondoeditorial/90_Clic,_implicaciones_de_la_virtualidad_globalizada_en_el_sujeto.pdf

Fuente: https://www.funlam.edu.co/modules/fondoeditorial/item.php?itemid=90

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En busca de la esperanza: un libro infantil trata de dar esperanza a los niños y las niñas

Prensa Internacional de la Educación

Esperanza, ¿dónde estás?’ es un libro infantil de reciente publicación que trata de cambiar el discurso en torno a la COVID-19 y dar a los niños y sus familias esperanza en estos momentos de pandemia y cierres de escuelas.

Esperanza, ¿dónde estás? es la historia de seis niños y niñas de diferentes partes del mundo que experimentan el cierre de sus escuelas por la pandemia de la COVID-19. Todas las historias siguen un patrón similar: las frustraciones y desafíos a los que se enfrentan los niños, cómo encuentran la esperanza y cómo la comparten con otras personas.

Junto a los seis niños y niñas, los personajes de Esperanza y Germen aportan un giro cómico a las historias. Armand Doucet y Elisa Guerra, docentes reconocidos internacionalmente, colaboraron para escribir este libro, que ha sido ilustrado por Ana Ragu (hija de Elisa).

Desarrollo social y emocional 

El libro es un recurso mundial para apoyar a niños, niñas y familias afectados por la pandemia y los consiguientes cierres de escuelas. Su objetivo es ofrecer una fuente de esperanza y un contexto en el que los niños puedan hablar de la situación actual y estimular su desarrollo social y emocional.

“El objetivo del libro es reflejar las voces de los niños y sus historias particulares durante la pandemia”, dice Armand Doucet, docente canadiense y coautor. “Expone cómo afrontamos distintos problemas durante la pandemia y cómo las relaciones humanas nos acercan a la esperanza. Un docente, un progenitor, un abuelo, un hermano, un amigo, un vecino e incluso uno mismo: siempre hay alguien que puede ayudarte a superar un momento difícil”.

Ciudadanía mundial

Doucet añade: “Esperamos que los docentes utilicen este libro para ayudar a mantener conversaciones difíciles, iniciar un diálogo sobre la esperanza, hablar sobre la ciudadanía mundial partiendo de sus historias personales, infundir esperanza a la comunidad y mucho más”.

El libro ha sido traducido a 20 idiomas y estará disponible en formato PDF de forma gratuita en múltiples plataformas, como Apple Books, Amazon Kindle y la tienda Google Play.

Apoyo a la respuesta contra la COVID-19 de UNICEF

Los autores también son conscientes de que muchos niños y niñas y sus familias no tendrán acceso al libro por diversos motivos y esa es una de las razones por la que será gratuito.

Sin embargo, a las personas y familias que deseen contribuir a introducir cambios positivos en sus comunidades en el ámbito local y a escala mundial en estos momentos difíciles, los autores quieren invitarlas, si se lo pueden permitir, a que compren la versión impresa por encargo y hagan una donación a UNICEF para apoyar su respuesta a la COVID-19, que brinda asistencia a los niños más vulnerables del mundo.

Crear un movimiento de esperanza

Esperanza, ¿dónde estás? también tiene como objetivo crear un movimiento de esperanza (#hopewhereareyou) a través de una campaña de relaciones públicas y redes sociales que muestre esperanza mediante la solidaridad social mundial.

Para añadir profundidad al contenido del libro, el equipo mundial de educadores voluntarios también utilizó sus conocimientos especializados para crear un ecosistema educativo que respalde el proyecto. Esto incluye una guía para los padres y cuidadores sobre cómo utilizar el libro con los niños y niñas como apoyo para diversas habilidades sociales y emocionales y como contexto para celebrar debates.

Para descargar el libro hacer clik aqui: https://drive.google.com/file/d/1KD-u9wLe9HZPTRLv8cd36VdO6ZekfK0c/view

Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/16793/en-busca-de-la-esperanza-un-libro-infantil-trata-de-dar-esperanza-a-los-ni%c3%b1os-y-las-ni%c3%b1as

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El premiado centro de lectura que nació con los libros personales de una maestra

Reseñas/África/Costa del Marfil/ 21 Mayo 2020/elpais.com

El Centro Eulis se encuentra en Yopougon, la comuna urbana más grande de Costa de Marfil y su creadora, Tchonté Silué, impulsa desde allí el amor por la literatura y la educación igualitaria

Dos o tres meses antes del Día del Libro allá por 23 de abril de 2017, ya pensaba en un espacio educativo, una biblioteca que, durante su infancia en la mayor comuna de Costa de Marfil, tan difícil se le había antojado encontrar. Un lugar que no fuera sustituto de una escuela, sino un complemento. Un lugar donde los libros fueran el billete para viajar, el camino para conocer y el impulso para imaginar. El espacio que ofreciera, sobre todo, la herramienta para una educación igualitaria.

Tchonté Silué es joven maestra y tiene claro que la educación tiene que reconstruirse para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades de aprender. Tal y como se plantea ahora el sistema de la enseñanza, “aunque vayan a la escuela, los niños no tienen por qué estar aprendiendo”, matiza la fundadora del Centro Eulis, “el proceso de aprendizaje todavía es pasivo, los niños necesitan una forma de aprendizaje en la que se impliquen”.

El énfasis en la lectura emana de esta idea. Silué defiende que, al leer un libro, el niño se involucra en la historia, se ve capaz de “desarrollar su propia imaginación, mejora su vocabulario y aprende sobre temas y personajes que puede que nunca llegue a conocer”. A falta de una educación igualitaria, buenas son las bibliotecas.

Durante su infancia en la comuna urbana de Yopougon, en Abiyán, encontrar una biblioteca era como buscar el oasis en medio de un desierto. Sus años de primaria los pasó en colegios privados, y secundaria en uno de los mejores colegios públicos de la comuna. Allí, por fin, encontró una biblioteca, pero su hallazgo se frustró “con libros viejos y polvorientos”, cuenta. “Al menos existía”, se consuela.

Para la comunidad de Yopougon, el Centro Eulis es algo “inusual y poco común”, en palabras de Silué. En algunos casos ha servido de inspiración para los adultos y han recreado sus clubes de lectura en otros barrios. En especial, los niños “lo adoran”, cuenta, son a quienes más tiempo y actividades dedican. La acogida de este proyecto pionero se ha visto reflejada en los premios al emprendimiento que ha recibido. Se alzó con el premio Coup de Coeur en el Premio Orange de Emprendimiento Social en 2017 y el Premio de Impacto Social, patrocinado por el compañía eléctrica de Costa de Marfil, en los Premios Adicom 2018.

Tan importantes como los premios, o más, han sido las personas que se han acercado hasta allí para colaborar con el proyecto. En solo un año, el centro pasó de una sala con poco más de 100 libros, a dos con 1.500. En general, su fundadora asegura que la reacción fue “muy positiva”: la gente ha ofrecido financiación, trabajo voluntario o libros.

Los primeros que se pusieron en las estanterias del Centro Eulis eran de la biblioteca personal de Silué, o los compró durante el primer año en ferias, librerías informales con libros viejos, de esas que exponen su género directamente en el suelo. Más adelante, le empezaron a llegar libros de amigos, fundaciones, oenegés, personalidades políticas e incluso de gente anónima que le sigue en las redes sociales.

Cuenta Silué que lo que más les gusta a los niños son las lecturas en grupo, en las que cada uno tiene la oportunidad de leer en voz alta al menos un párrafo, y los que aún no saben leer, disfrutan escuchando. Cuando leen bien su parte, suelen conseguir dulces y eso es un incentivo. Cuando, por su edad, un niño debería saber leer y no lo hace, el Centro le da “un empujón para que lo consiga”, celebra.

Los cambios para la educación

Hay una lista larga de características que cambiaría del sistema educativo en Costa de Marfil, asegura. “El mayor problema en Costa de Marfil es que no tiene suficientes escuelas”, empieza. Esto lleva a que los profesores no sean capaces de hacer el seguimiento de todos sus alumnos y “algunos llegan al instituto y aún no saben ni leer”. Además, falta profesorado dispuesto a ir a los pueblos alejados de las ciudades principales. Hay errores que, dice, se generalizan en el sistema educativo global. Las lecciones de la escuela y los conocimientos teóricos que se pueden adquirir en ella no se adecúan a las necesidades de un mercado cada vez más centrado en la tecnología. “Se enseñan oficios tradicionales como las finanzas, contable o comunicación sin abrirlos a nuevas realidades”, destaca.

En esta nueva red de oficios enfocados a la tecnología, Silué ve la necesidad de “más dialogo entre empresas y estudiantes, programas más flexibles” en los que el estudiante pueda trabajar y estudiar a la vez para que, de esta manera, los propios profesionales del sector sean los ojos en los que mirarse de cara a una carrera futura.

Con todo ello la fundadora de Eulis admite que todos estos cambios son difíciles de llevar a cabo y, además, muy caros. Ella tiene claro cuál sería su primera medida para mejorar la educación: “poner a disposición de todo el mundo los libros”. Lucha por ello, y el resultado es que, “de forma espontánea y desde el principio”, los niños han sido los que más le han visitado.

El Centro Eulis para Silué es “su bebé”, así lo llama en el blog donde cuenta sus hazañas por el mundo. Es el proyecto de vida del que más orgullosa se siente, admite, porque no solo le involucra a ella, sino que “tiene beneficio para otras personas”.

En el pasado día del libro de 2020, con un mundo irreconocible con las calles más vacías que nunca, por la pandemia de coronavirus, Silué recomendó el libro Las 8 claves del liderazgo del monje que vendió su Ferrari: Una fábula espiritual, del autor Robin S. Sharma. Pero, sobre todo, y sea el libro que sea, sueña con que todo el mundo pueda leer uno.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/04/20/africa_no_es_un_pais/1587414360_492898.html

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Colombia: Historias de madres adolescentes que encuentran en la educación una salida

Reseñas/América del sur/Colombia/21 Mayo 2020/elpais.com

Romper el círculo de pobreza de las madres menores de edad en contextos vulnerables y enseñarlas a ser agentes de transformación social y económica en su propio terreno: esta organización en Cartagena (Colombia) lo está consiguiendo

“Esta es la condición”. Cuando Ana María Salas, madre adolescente de una niña de dos años, vecina de Cartagena de Indias (Colombia), entró a la Fundación Juanfe, se lo explicaron así, según recuerda: “Te podemos ofrecer formación técnica, y la oportunidad de conseguir un trabajo digno, con una condición: evita embarazarte por segunda vez en los próximos cinco años”.

Es una de las características más llamativas del modelo con el que trabaja esta organización. En sus inicios, hace 18 años, contribuyó a reducir la mortalidad infantil en Cartagena y, actualmente, se centra en romper el ciclo de la pobreza de madres menores de edad en contextos vulnerables y acompañarles a ser agentes de transformación social y económica.

Catalina Escobar, fundadora de la Juanfe (el nombre proviene de su propio hijo, Juan Felipe Gómez Escobar, que murió en el año 2000), explica cómo surgió la necesidad de este modelo de trabajo: “El embarazo adolescente hace que el país sea más pobre y menos sostenible. En Colombia, cuando una joven se queda encinta, con menos de 15 años, hay un 83% de probabilidades que antes de los 20 años tenga ya tres hijos. Aquí, el 74% de las menores están por debajo de la línea de pobreza”. Catalina es una emprendedora social muy conocida en círculos empresariales y políticos del país.

Ana María Salas vive en esa otra Cartagena que contrasta con la del centro histórico o de la línea de costa que frecuentan los turistas. Como ella, muchos habitantes de esta ciudad caribeña habitan en “casas de invasión”, construcciones precarias levantadas sin licencia por familias en espera de conseguir legalizarlas o de tener que mudarse a otro barrio. Esta muchacha estudia un curso de servicios hoteleros, una de las salidas laborales de más demanda en la ciudad. El período en el que la Fundación desarrolla sus programas de atención en salud, educación e integración al mercado laboral, suele durar unos dos años. Ana María conoció la Juanfe por el boca a boca de algunas amigas.

Al vivir en una casa de invasión, no dispone de todos los servicios básicos. El agua, por ejemplo, llega mediante una tubería a la que se han enganchado. Su madre, que trabaja de cocinera en un centro infantil y cobra unos 450.000 pesos mensuales (121 euros aproximadamente), es la fuente principal de ingresos de esta casa con espacios muy reducidos y que alberga a cinco familiares, incluyendo a Ana María y su hija de dos años y su hermano mayor, Adrián, de 22 años. Él no tiene trabajo formal, ni está estudiando.

“Me quedé embarazada a los 15 años”, relata Ana María. “Pero yo al menos pude estudiar la secundaria en cursos sabatinos. Creo que la fundación me ha ayudado a ser mejor persona, y a fijar metas, metas que voy a lograr”. Quedarse embarazada tan joven no fue algo que le preocupase en demasía, según confiesa. Su madre la tuvo a los 17 años. Pero ahora piensa que fue una equivocación.

Para la fundadora de la Juanfe, centrar el trabajo en las madres adolescentes es fruto del aprendizaje de errores iniciales: “Al principio quisimos trabajar con más ahínco en la prevención del primer embarazo. Pero no nos funcionaba, puesto que muchas de las jóvenes que atendíamos son hijas, nietas y biznietas de mujeres que dieron a luz muy temprano. Es muy difícil evitarlo. Es un trabajo de escala nacional que debe reforzarse desde el sector público. Nosotras queríamos un modelo replicable, sostenible, escalable y que rompiera ciclos de pobreza. Entonces, decidimos prestar más atención. Entrar a los barrios, y escuchar”.

Y escucharon a las mujeres de más edad. “Ellas fueron una fuente de información clave. Nos ayudaron a entender los problemas de las potenciales beneficiarias, así como sus verdaderas necesidades. Cambiamos el enfoque y todo empezó a ir mejor”, reconoce Catalina. “Las adolescentes empezaron a empoderarse a través de la formación y el trabajo, y así evitaban embarazarse por segunda vez. Entonces vimos los buenos resultados que ello supone en la reducción de la carga de la pobreza en el país”.

Uno de los compromisos que se pide a las madres aceptadas es que no vuelvan a quedarse embarazadas en cinco años.ver fotogalería
Uno de los compromisos que se pide a las madres aceptadas es que no vuelvan a quedarse embarazadas en cinco años. LEAFHOPPER PROJECT

Antes de entrar a la Juanfe, Ana María tuvo que pasar los exámenes de ingreso: pruebas de lectura y escritura, entrevistas y test de personalidad. Un filtro riguroso que, según explica Eunice Cortecero, del equipo directivo del centro en Cartagena, hace que cada año entren 300 jóvenes, seleccionadas de unas 1.000 solicitudes, aproximadamente. La fundación trabaja anualmente con un total de 850 madres, sumando las de nuevo ingreso, provenientes de los barrios más vulnerables de la ciudad. “Nuestra intervención les ayuda a recuperar el hábito de estudiar, de formarse para trabajar. Las que no entran en una primera ocasión, tienen la oportunidad de volver a intentarlo, siempre que no se embaracen por segunda vez. Sólo un 5% de las jóvenes que inician el programa de la Juanfe lo abandonan”, afirma Eunice.

Hay un dato aún más revelador: el 99,7% de las jóvenes que entran a la Juanfe optan por no tener otro bebé durante el período de formación, y aún varios años después.

Tener un hijo antes de los 18

En Colombia, aproximadamente una de cada cinco embarazadas es adolescente, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Demografía y Salud del Ministerio de Salud y Profamilia, aunque la tendencia es a la baja en los últimos años. Esta situación está ligada a menores niveles educativos y socioeconómicos: el 48% solo había cursado la educación primaria.

Adrián, el hermano de Ana María, también tienen una niña pequeña que vive con su madre, de la que él se separó. Durante un tiempo estuvo limpio, pero con la separación recayó en las drogas, que llevaba consumiendo desde los 12 años. Lleva un par de semanas en proceso de desintoxicación. Mira a su hermana “como un ejemplo a seguir, una buena influencia”.

Los habitantes de Cartagena cuentan que es frecuente que no se utilicen métodos de planificación ni de protección en las relaciones sexuales. Adrián indica que su expareja se había quedado embarazada en diferentes ocasiones. ¿Qué método utilizaban para evitarlo?: “La hice abortar varias veces”.

Entonces, ¿por qué su pareja dio a luz a la niña (que hoy tiene dos años)? “Porque mi mamá es muy creyente. Va a una iglesia. Me convenció de que era un pecado. Así que le dije a mi pareja que, por esta vez, sería mejor que tuviéramos al bebé”.

En sus inicios, la fundación demostró que podía reducirse la mortalidad infantil en Cartagena. Desde los años noventa, era una de las ciudades donde más niños morían por causas evitables. Catalina se puso a estudiar esta situación, desde su experiencia en el sector empresarial y económico, tras la muerte de su pequeño.

Su familia estaba vinculada al negocio del acero. “Yo no iba a dejar el sector empresarial y un horizonte de éxito por algo que no valiese la pena arriesgarlo. Así que esto no es una ONG de una madre que perdió a su hijo. Esto es un modelo económico de desarrollo. Y la economía del desarrollo tiene el reto de demostrar su eficacia en el campo, en contextos reales”.

“El paseo de la muerte” le llamaban, en la Cartagena de aquellos años, al periplo que recorrían las madres con sus hijos enfermos de hospital en hospital sin poder recibir la atención necesaria. Y a ello, se unía la corrupción que penetró en las instituciones públicas y privadas de la ciudad. “Desde 2002, durante los primeros siete años de trabajo de la fundación, contribuimos a reducir en un 81% la mortalidad infantil en la ciudad. Podemos decir que salvamos la vida de unos 5.000 niños y atendimos a 20.000 por desnutrición crónica y severa, sin ayudas estatales”, afirma Catalina.

Cartagena de Indias es una ciudad de contrastes, desde las zonas turísticas hasta los barrios vulnerables.ver fotogalería
Cartagena de Indias es una ciudad de contrastes, desde las zonas turísticas hasta los barrios vulnerables. LEAFHOPPER PROJECT

Durante esa experiencia, la fundación constató que alrededor del 30% de los partos que se producían en la ciudad eran de mujeres menores de edad. Fue entonces cuando viró su enfoque de trabajo: conseguir que las madres adolescentes rompieran el ciclo de dependencia y pobreza.

Actualmente, este modelo de intervención atrae la atención de diversas instituciones y centros de investigación como la Universidad de los Andes, o el Banco Interamericano de Desarrollo que han colaborado con la Juanfe en la medición de impacto de sus programas.

La financiación de la Juanfe depende principalmente de eventos y recursos privados fundamentalmente, como los que aporta la Fundación Mapfre. Además, cuentan con iniciativas de autosostenimiento, como la panadería que opera en el centro de la fundación en Cartagena. Actualmente, el modelo se está exportando a otras ciudades de Colombia, como Medellín, y también a la de otros países, como Panamá, Santiago de Chile y Guayaquil.

Desde 2014, 1.200 mujeres jóvenes formadas en la Juanfe han obtenido la certificación laboral. 700 de ellas ya trabajan en el sector de la hostelería y el turismo, principalmente. El 70% de las jóvenes que consiguen un empleo formal, continúan trabajando en la empresa que les contrató después del primer año, según datos de la fundación.

El bono de impacto social

Un ejemplo de ello, es Mabel Cecilia Iriarte. Tiene 21 años, y nació en Caracas, aunque su familia es colombiana. Mabel vino a Colombia con otros 3 hermanos, cuando tenía 11 años. Sus padres se quedaron en Venezuela durante mucho tiempo, desde donde les enviaban remesas, y los niños vivieron con parientes cercanos. Actualmente reside en el barrio Olaya Herrera, un lugar que para algunos significa violencia, pandillas, tráfico de drogas, aunque para otros no es un sitio tan peligroso como se dice.

Mabel es bailarina de música afrocaribeña y contemporánea. Transpira optimismo, es una pura sonrisa. Ahora vive con sus padres, que regresaron de Venezuela hace pocos años. Ella se quedó embarazada antes de los 18, aunque asegura que tomaba precauciones. Desde que entró a la Juanfe no ha vuelto a quedarse embarazada, y tampoco ha vuelto a tener pareja. “Hasta que tenga mi propio camino recorrido, hasta que esté más segura”, dice.

Ella es una de las 17 jóvenes de la Juanfe que trabajan en el Centro Comercial La Serrezuela. Es el único mall que se ha levantado en el entorno histórico, respetando la arquitectura de una antigua plaza de toros, y tiene un convenio con la Juanfe para contratar a las jóvenes que finalizan el período de formación. El salario de Mabel está algo por encima del mínimo en Colombia, y llega al millón de pesos (unos 270 euros, con las horas extras). Para ella representa un cambio exponencial.

Catalina Escobar es conferencista en diversos foros nacionales e internacionales, y aborda el gran reto de la sostenibilidad de ONG como la suya. “Una buena forma de atraer recursos”, dice, “son los bonos de impacto social. La sostenibilidad en las ONG depende de estrategias muy diversas. La nuestra es empresarial. Una empresa no invierte sin retorno. Todos los proyectos en los que trabajamos se basan en la economía de escala, utilizando el principio de Pareto: un 20% de inversión para un 80% de impacto y retorno”, dice Catalina. “El resultado de la inversión es una ciudad con menos madres adolescentes abandonadas y sin empleo. Y a la vez, muchas de ellas se integran a la vida económica y aportan su esfuerzo y capital para el desarrollo del país”.

Según el estudio realizado por la Universidad de los Andes con el apoyo del BID, en 2017, este modelo de intervención es rentable en un tiempo de 31 meses, lo que implica que se produce un beneficio social costo-efectivo y que aumenta exponencialmente a partir del segundo año y medio de la intervención.

En la Juanfe también se cuida de los niños de las madres que se están formando. En su centro infantil de desarrollo integral, se atiende semestralmente a unos 120 bebés. Ahora han ampliado una decena de plazas para hijos de madres venezolanas o colombianas que han regresado de la crisis del país vecino. En el centro trabaja Yorelis Figueroa. Tiene 26 años. Fue beneficiaria de la Juanfe, después de quedarse embarazada a los 16 años. Aquí se formó como técnica de atención a la primera infancia. Y desde entonces, no ha vuelto a quedarse embarazada. “Tengo aún muchas metas. Entre ellas, la de seguir estudiando. Me gustaría ser una investigadora judicial”. A Yorelis le motiva poder ayudar a esclarecer y prevenir casos de violencia y abuso. “He visto muchos en estos barrios, y me duele ver a mujeres en situación tan vulnerable”.

La fundación atendió a 30 casos de abuso sexual en un solo semestre del pasado año, comenta Eunice. “Las víctimas son niñas de entre 9 y 11 años. Un 2% han tenido un embarazo, resultado del abuso. Otro dato alarmante, en este último año es que se ha disparado la atención a personas con tendencias suicidas, muchas veces, a causa de la violencia intrafamiliar”. Es un trabajo difícil, pero Eunice afirma que, en este contexto, “lo difícil es ser indiferente”. Ella tiene un compromiso personal que parece un lema de muchos que trabajan en esta fundación: “No perder nunca la capacidad de asombrarse”.

La visita al centro se realizó antes de que las medidas de confinamiento con motivo de la pandemia se extendieran en Colombia. “La pobreza en el país se está agravando y se empieza a ver la desesperación”, afirma Catalina Escobar. Toda la actividad de la Juanfe se está desarrollando ahora de manera virtual. “El personal docente se ha reinventado y continúa con su labor para que las alumnas sigan las clases. Por ello hemos distribuido smartphones para garantizar la conexión. Hay 3.000 personas más 100 empleados que dependen de la Juanfe. Nuestra prioridad ahora es que a ninguna de las jóvenes que atendemos, muchas en condiciones extremas de pobreza, no les falte un plato de comida en la mesa”.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/03/23/planeta_futuro/1584958428_459337.html

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