¿Tienen caducidad los modelos educativos?

Los cambios pueden ser en diferentes niveles: modelos, técnicas, políticas y muchas cosas más; sin embargo, pocas veces nos hemos puesto a pensar en la evaluación primordial de la necesidad. Los puristas de la educación (entre docentes, directivos, políticos y ciudadanos) generalmente opinan que la educación que se otorgaba décadas atrás era de mejor calidad, por lo que los cambios necesarios no serían novedades sino regresiones a un sistema y modelo previo.

Por otro lado, los innovadores se pueden basar en cifras recopiladas por empresas como LinkedIn o Forbes en donde se reconoce que varios de los empleos más solicitados ni siquiera existían tan solo cinco años antes. Estos cambios en la oferta y demanda en el mercado laboral son suficiente para exigir un cambio en las escuelas: si nuestra realidad social está cambiando, también debería hacerlo la forma en que aprendemos.

Es por eso que las reformas tendrían que estar basadas primeramente en un estudio de los cambios sociales, para luego entrar en detalles sobre las innovaciones aplicables. A continuación, a manera de reflexión, se encuentran algunos de los indicadores del cambio social sufrido a partir de las últimas décadas, intentando descifrar su pertinencia en el proceso reformador de la educación.

La era de la revolución tecnológica

Hoy se vuelve extremadamente difícil pensar en una sociedad sin aparatos electrónicos (ahora llamados gadgets) como la computadora, los teléfonos inteligentes o las tabletas. Una época en que Samsung y Apple no eran empresas líderes en el mercado, y en donde los periódicos o las bibliotecas eran la fuente más importante de información. Muchas de las empresas con mayor penetración en el mercado actual son digitales y no aparecieron sino hasta avanzada la década pasada: Facebook (2004), YouTube (2005) o Twitter (2006).

Según las estadísticas reportadas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, alrededor del 90% de hogares cuenta con televisión y poco menos del 80% cuenta con radio.

La cifra de este último ha disminuido más del 10% desde 2001. Las líneas telefónicas aparecen en poco más del 40% de hogares, mientras que los teléfonos celulares tienen un 80% de presencia; un cambio significativo en las telecomunicaciones del país, pues la cifra anterior creció alrededor del 60% desde 2001. La conexión a internet tiene un crecimiento más lento, con una presencia del 30% en los hogares mexicanos.

En otra estadística, se calcula que un 44% de los habitantes mayores de 6 años era usuario de internet en 2014, reportando un crecimiento alrededor del 40% en 13 años. De esos usuarios, el 74.2% era menor de 35 años.

La tecnología ya es parte importante de la vida de muchas personas. Ya no es un instrumento para ciertas instancias del día, sino que se vuelve un aditamento permanente en las labores diarias. Las estadísticas anteriores no nos permiten identificar al total poblacional como entes tecnológicos, como algunas veces se hace erróneamente. Sin embargo, una gran parte de ellos sí lo son, y no podemos ignorarlo.

La computación/informática es tan solo la punta del iceberg en la revolución tecnológica. Ejemplos abundan: la empresa Tesla, a través de su dueño y creador Elon Musk, presentó hace pocos días el esperado Model 3, un automóvil eléctrico de grandes condiciones técnicas y precio accesible. Pocos días pasan sin que los medios anuncien algo relacionado con el avance sobre la inteligencia artificial, que puede estar más cerca de lo que pensamos. El entendimiento del universo avanza a grandes pasos, como lo hizo con el descubrimiento de las ondas gravitacionales. Llegar a Marte es una frontera posible de alcanzar. La ciencia crece a pasos agigantados, pero, ¿Cuál es el porcentaje de la sociedad que crece con ella?

Pensar en que la tecnología más novedosa es mundana para todos es simplificar lo que no se debe simplificar. La educación debe ser eficaz, pertinente y relevante en un contexto específico antes que general.

Las tendencias generacionales

Los hechos históricos generalmente marcan a la sociedad. Una aseveración que podemos revisar con mayor cercanía al analizar las diferentes características de las distintas generaciones.

GENERACIÓN CONTEXTO HISTÓRICO
Baby Boomers Nacidos entre 1946 y 1964, al terminar la Segunda Guerra Mundial.
Generación X Nacidos entre 1965 y 1976, años en qué continúa la Guerra Fría, se realiza la intervención militar estadounidense en Vietnam y en México ocurre la matanza de Tlatelolco.
Generación Y Nacidos entre 1977 y 1994, en el inicio de la computadora personal y el internet.
Millennials Nacidos después de 1995, también conocidos como nativos digitales puesto que nacen en una época donde las computadoras y dispositivos son cada vez más comunes.
Philip Kotler. Fundamentos de Marketing (2008).

Cada generación es diferente una a la otra. Tomando en cuenta las palabras escritas por Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad (1963), tendríamos que preguntarnos entonces: ¿estamos en la historia o somos historia? La simple justificación de los cambios generacionales por simple deseo de nuestro ambiente. Los hechos pedagógicos y sociales han sido desencadenantes de lo que sucede con las personas que conforman cada generación.

Las diferencias sociales de nuestros tiempos con aquellos anteriores, como ya se mencionó, tienen que ver mucho con la tecnología que nos acompaña, pero no debemos dejar de lado que eso marca un medio y no un fin. La forma en que conseguimos información ha cambiado y es mucho más fácil que antes: acceder a noticias sobre otras partes del mundo, libros, videos y opiniones.

Por otra parte, modelos a seguir para los jóvenes han cambiado en sus características. Los reyes de Sillicon Valley, revolucionarios de la tecnología y la forma de hacer negocios, millonarios y presentes siempre frente a cámara, forman una visión de éxito distinto a la que teníamos épocas atrás.

El proyecto de vida que consistía en una primera etapa de vida dedicada al estudio ha caducado en estos modelos. Bill Gates (Microsoft), Mark Zuckerberg (Facebook), Steve Jobs (Apple), Jack Dorsey (Twitter) y Michael Dell (fundador de Dell Computers) son algunos ejemplos de personajes exitosos que desertaron de la Universidad. En el mundo del espectáculo, una referencia para todos los jóvenes desde hace décadas, también encontramos varios de estos ejemplos: Leonardo DiCaprio, James Cameron o Johnny Depp.

Incluso en el ámbito latinoamericano encontramos ejemplos: Gustavo Cerati no terminó la carrera de Publicidad, mientras que Emmanuel Lubezki (tres veces ganador del Oscar) ni Alfonso Cuarón (Ganador de un Oscar) terminaron su carrera en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“El mensaje es claro: de cara a sus metas de carrera, los Millennials dan igual importancia a cómo las empresas desarrollan a sus gente y contribuyen a la sociedad, así como al manejo de sus productos y su rentabilidad”, dice Barry Salzberg, CEO de Deloitte (firma mundial sobre servicios profesionales). Las nuevas generaciones mantienen grandes ideales y tienden a durar menos en los trabajos donde su opinión ni crecimiento es tomado en cuenta. Conceptos como el compromiso social y la ecología se vuelven más importantes en su vocabulario. La meta ya no es el trabajo como en generaciones anteriores, el estilo de vida tiene que ser trascendental.

La revolución tecnológica ha marcado una generación, pero no ha sido el único factor. Vivimos en el mundo post-11 de Septiembre, situado entre la crisis económica de 2008 y aquellas que aún no podemos delimitar en su sentido histórico. Los jóvenes necesitan herramientas para la realidad que viven hoy, pero también la que vivirán mañana.

La necesidad de la especialización

The Theory of Everything: The Origin and Fate of the Universe (1996) es una compilación de ideas presentadas por Stephen Hawking en sus conferencias. Un libro centrado en el estudio de la física, pero que también contiene una visión fascinante de nuestra realidad social.

Casi al finalizar el libro, Hawking realiza algunos apuntes referentes a los filósofos: al inicio, en la civilización griega, ellos eran científicos en todas las disciplinas (matemáticas, física, química o ciencias sociales), no había distinción simplemente porque no hacía falta, los conocimientos sobre el universo eran tan pocos que estos podían ser científicos altamente eficientes, con descubrimientos y teorías, sobre todas las ciencias; la creación de la democracia, una teoría sobre la creación del Universo y observaciones sobre reacciones químicas podían ser objeto de estudio y trabajo para un solo hombre.

Con el avance científico, las ideas dentro de la ciencia se fueron complicando y, en nuestros tiempos, un filósofo ya no puede ser un hombre de todas las ciencias sin perderse en nimiedades. Según Hawking, la única esperanza de los filósofos es el descubrimiento de una teoría unificada sobre el universo; es decir, encontrar la respuesta a cómo se creó todo, para dejar paso al por qué.

Algunos filósofos podrían negar que la ciencia madre esté perdida, pero es una realidad que la mayoría de ciencias requieren cada vez mayor especialización y el mercado laboral reacciona. Las universidades ofrecen cada vez más carreras, así como cursos, diplomados, especialidades, maestrías, doctorados y más. Los médicos, abogados, psicólogos, administradores y otros profesionistas necesitan de una actualización constante, marcando rumbo en áreas específicas, si quieren destacar. Cada vez se vuelve más cierta aquella frase: “no podemos ser todólogos”.

¿Son necesarios los cambios en los modelos educativos?

La mejora continua es necesaria en cualquier actividad humana y la evaluación no tendría nunca sentido si no se aplicará sobre procesos sujetos a errores y, por lo tanto, a su perfeccionamiento constante. La educación no es tema aparte y necesita de una evaluación que mantenga un marco conceptual y referencial bien establecido. La evaluación de la educación necesita no solamente fijarse en el centro educativo, sino que también tendrá que buscar en la sociedad para fijar su sentido de pertinencia y relevancia.

El cambio del mundo debe en alguna manera afectar al sistema educativo. Es imperante dejar de pensar en las escuelas como ambientes cerrados, pues la exclusión del mundo nunca creará lugares propensos al aprendizaje significativo. Tenemos que revalorar muchas de las situaciones que damos por sentadas en las escuelas, como los centros de cómputo o las bibliotecas.

En México, las diferencias geográficas, socioeconómicas o psicológicas son sumamente variables entre una escuela u otra. Estados como Baja California, en el norte más alejado del país, son muy diferentes a Chiapas, Oaxaca o Guerrero. Si pensamos tal vez en un cambio en el mundo tecnológico, con mayor acceso al mundo virtual del internet, sería de dudosa aplicación en el total de las escuelas. En este sentido, la Secretaría de Educación Pública (SEP) reporta que hasta la fecha aún el 10% de las escuelas en el país no cuentan con energía eléctrica; ¿Cómo podríamos aplicar estrategias que involucren teléfonos inteligentes o una computadora ahí?

Es imperante que las escuelas tengan libertad de acción para realizar estos cambios según sus propios medios lo permitan. Tan solo en las escuelas que atienden alumnos de nivel socioeconómico medio hacia arriba, es necesario que acabemos con los reglamentos anticuados que prohíben en todo momento el uso de celulares, computadoras portátiles o tabletas. Para bien o para mal, esto se convierte en una forma de cerrar la escuela y tratarla como un ente apartado de la sociedad, un ambiente cerrado.

Sin embargo, es también importante recalcar que, como ya se ha mencionado, el modelo educativo para las nuevas generaciones no tiene por qué ser exclusivamente relacionados a la tecnología sino a las tendencias que siguen las nuevas generaciones. Las escuelas cerradas a la sociedad que les rodea no son ideales. Si bien las cuestiones de seguridad en Latinoamérica siguen siendo un gran problema para pensar en escuelas totalmente abiertas, estas si pueden realizar acciones para que los padres (a su libre intención) puedan participar en la educación de sus hijos.

La especialización, siendo tendencia global, es todavía negada por muchos de los modelos educativos de nivel medio superior, en donde los jóvenes no tienen injerencia sobre sus campos de estudio, si acaso en alguna materia optativa extracurricular o carrera técnica. Los temas carecen de sentido práctica para los alumnos, por lo que urge una evaluación clara para disolver la duda: ¿esto es problema de simple percepción o es un problema de fondo?

Por lo ya visto, no podemos tratar los cambios sociales/históricos de los últimos años sino con adjetivos de tintes revolucionarios, ya que han operado bajo modelos agresivos: el mundo de hoy no es el de ayer, pero tampoco será el de mañana.

El cambio es necesario en el sistema educativo, pero no es solamente de cuestión tecnológica. Los docentes actuales necesitan de actualización pedagógica constante, mientras que los centros educativos deberán revisar a profundidad sus currículos para adecuarlas a las necesidades sociales así como a las propias características psicológicas de sus alumnos.

El modelo educativo exitoso no es solamente uno, incuestionable ni atemporal, sino que debe ser revisado, reformado y cuestionado en distintos pasos. No pensarlo así es la forma más fácil de caer en sistemas perpetuos basados en modelos que seguirán produciendo jóvenes y adultos frustrados, incompetentes y grises.

Bibliografía

  • Hawking, S. (1996). La Teoría del Todo. Londres: Colección Gandhi.
  • Paz, O. (1963). El Laberinto de la Soledad. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Kotler, P. (2008). Fundamentos de Marketing. México: Pearson Educación.
  • Meraz, A. (2016). SEP ‘dará luz’ a las escuelas. Excélsior, Versión en Línea.
  • Deloitte. (2015). Encuesta Deloitte 2015: Generación del Milenio. México: Deloitte Internacional.

Fuente: http://vinculando.org/educacion/caducidad-modelos-educativos.html

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