Esta es la nueva escuela

Por: Rolando Leyva Caballero

El título de la saga animada autóctona más divertida e iconoclasta de las que en Cuba circulan de manera alternativa hace algunos años, deja aparentemente claro de qué va todo. En Danny y el club de los berracos, el protagonista y su círculo íntimo de amigos adolescentes, son seres (como el macho del cerdo) sexualmente activos, efervescentes, incendiarios, obcecados por el tema erótico y la sexualidad turgente que apenas reprimen.

Pero no es el sexo el tema de esta serie. A la altura de su quinto capítulo, ya disponible en el Paquete Semanal (ni pensar que transmitido en la televisión estatal, demasiado pacata para tanto atrevimiento) la obra de Víctor Alfonso Cedeño (Vito) toma altura y comienza a navegar en las movidas aguas de la valoración social.

Si no ha visto el capítulo aún (no se moleste en buscarlo, está al final de esta entrada) esta es una Spoiler Alert: aquí se lo contaré casi todo. Si ya lo vio, comparta conmigo sus propias claves e interpretaciones.

Una escuela de adolescentes en plena pubertad es el escenario de la trama, y una conversación en los baños lo desencadena todo.

El perfil carismático por excelencia es Calixto, el más listo de todos, incrédulo y emprendedor, con mucho talento para todo lo que implique ir contra la corriente, quien esta vez se postula para presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM).

El Chino, por su parte, representa a un mulato libidinoso y metrosexual, que se afeita las axilas. Mauricio, en cambio, es la representación animada de la militancia política, la puesta en escena de agendas, bolígrafos y órdenes del día, movilizado por el espíritu revolucionario del cambio desde el respeto absoluto a una ética e ideología incompatibles con la corrupción pero colindantes con la demagogia. Y por supuesto, Danny, el personaje contemplativo, dubitante, es quien sirve de amalgama existencial y balance a su grupo de amigos endocrinos.

Hay un realismo casi naturalista en los detalles de esta producción sin vocación pedagógica: ahí está la posición escatológica pero precavida de agacharse al momento de defecar en un sanitario inmundo, la dependencia incipiente hacia el móvil y los videojuegos, la prédica gastada de los cuadros de las organizaciones políticas y estudiantiles, los cables pelados que sirven de interruptores eléctricos improvisados.

Como toda obra dramática aparecen también personajes antagónicos, acaso negativos. Cumplen la función de entorpecer el transcurrir de las peripecias de la obra, rocambolesca, pero no por ello son inverosímiles.

Silvio y Mirelis, los dirigentes estudiantiles, militantes ortodoxos y oportunistas, esperan su momento para dar el zarpazo y desplazar a Mauricio de la presidencia de la organización. Se resisten taimados al cambio de estructuras, funcionamiento y mentalidades. Intentan preservar intactos determinados modos de hacer política, porque les conviene defender el statu quo sin objeciones ni iniciativas propias. Los dos desplazados por la iniciativa de Calixto llegan a practicar el colaboracionismo y la delación ante las autoridades policiales, a cambio de poder dar curso a la revancha. Toda una alegoría.

Silvio y Mirelis, los dos líderes estudiantiles opuestos a los cambios de Calixto.

Pero más importante que los personajes son los cuestionamientos de este cortometraje que enjuicia no tanto al sistema educativo, sino a la sociedad cubana actual en su conjunto.

La crítica a muchos problemas y situaciones reales subyacen bajo el entramado argumental de una historia simpática, que no se arruga y cuida el ritmo narrativo. El corto habla sobre todo de la necesidad de un liderazgo de nuevo pulso, a todos los niveles, donde la capacidad de reacción, el pragmatismo económico, la conciliación, el diálogo real, la convivencia armoniosa y el respeto a la diversidad, le corten el paso al inmovilismo ideológico y político, del signo que sea.

En las ideas de Calixto hay una necesidad de apelar en la estimulación a recompensas materiales, palpables, para que sirvan de incentivo a los individuos, más allá de la tradicional “emulación socialista”, que prioriza los homenajes y reconocimientos simbólicos pero que descuida cubrir las ambiciones, expectativas, intereses, objetivos y urgencias del día a día.

Por eso se puede tornar polémico para algunos este capítulo: en la ficción de Vito se juega con nuevo modelos y modos de gestión económica privada, llevadas al ámbito de las políticas públicas, quizás uno de los cuestionamientos que usarán en su contra los detractores de la serie.

Más “competitivas”, las alternativas que propone implementar el personaje de Calixto para tener lista la escuela ante la inspección de la ministra pasan por hacer partícipes del proceso de cambio a los agentes sociales más activos: los emprendedores, un planteamiento herético que expone las dudas y resquemores sistémicos ante su emergencia e impacto económico, a corto y mediano plazo.

Dany 5. Calixto presidente[18-21-39]

Pero no es una loa al individualismo el capítulo. Solo con la acción del colectivo se podrán asfaltar las cubiertas, higienizar las áreas verdes, limpiar el piso, desempolvar la iconografía revolucionaria que aparece adosada a la pared. También se precisa un cambio de perspectivas, para que el proceso inversionista contemple la posibilidad de pintar murales concebidos en una estética atractiva, urbana, que no recicle esperpentos épicos mal representados.

Luego de seguir las peripecias de la trama, me quedo con la impresión de que Vito ha recompuesto a discreción el mito del hombre nuevo, uno sin aires de superioridad ni trascendencia monolítica, menos almidonado ahora, más astuto, asertivo, eficaz, inteligente, práctico, respetuoso, tolerante. Humano.

Para el autor, joven multipremiado y animador por su cuenta, el desafío consistirá en continuar la serie de una manera alternativa, autónoma en lo económico, independiente desde una posición ética e ideológica, sin concesiones a ningún productor institucional que quiera diluir el carácter crítico de una saga que precisa, cuando menos, algo de financiamiento, dinero, aunque sea para pagarles a los amigos que pusieron las voces a los personajes y arriesgaron el cuello bajo el cuchillo del porquerizo primerizo.

Por lo pronto, el Dany 5 recibió en la 15 Muestra Joven ICAIC un premio colateral de la Fundación Ludwig: una Beca de Creación a favor de La Casita del Lobo, la productora que él ha lanzado. Quizás ayude al parto de un Dany 6.

Fuente: http://oncubamagazine.com/cultura/esta-es-la-nueva-escuela/

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Los jóvenes, el trabajo ideológico y los cambios

Por Rolando Leyva Caballero

En una reunión reciente, el vicepresidente primero de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel, refirió el apremio estratégico de intensificar el trabajo ideológico con los estudiantes universitarios, entendiendo, a regañadientes, el papel fundamental a desempeñar por ellos en los cambios profundos que deben suscitarse en la sociedad cubana actual.

Con el objetivo de preservar el experimento socioeconómico y político dominante, los compelía, nuevamente, a participar de un proceso que no les ofrece ninguna garantía o incentivo, más allá del discurso obsoleto del deber cumplido y la Patria.

La implementación de los lineamientos aprobados en el VI Congreso del PCC, con la anuencia explícita y el visto bueno de la más alta dirigencia política del país, ha potenciado la aparición, no de un esfuerzo o espíritu jubiloso, sino dubitativo, expectante, casi indiferente, respecto a las responsabilidades que le atañen directamente a los jóvenes en el proceso de cambio, una palabra que aún no se incorpora al léxico de la retórica oficial, conocedora de las implicaciones de asumirlo consecuentemente. Resulta imposible hablar todavía de cambios, entonces, cuando más de ajustes en el maquillaje corrido, que se retoca para la ocasión, en el rostro descompuesto de las viejas prácticas políticas.

Con la implementación de un socialismo feroz de nuevo tipo, tras la mascarada de la actualización del modelo socioeconómico pero no del molde político, el Gobierno  ha renunciado, en parte, a la seguridad social, entendida esta como una parte consustancial de sus adeudos sistémicos, principal garante institucional del frugal Estado de bienestar que definió el devenir político después de 1959, que apostó por la equidad clasista y social, confundida con el igualitarismo masivo, militante, diluyente de la individualidad.

Los jóvenes cubanos, universitarios o no, no pueden escapar a un problema estructural que los supera. Por el contrario, elusivos de la misión evolucionista y generacional de «cambiar todo lo que debe ser cambiado», deslizan sus enormes esfuerzos en otra dirección:  la de ejercer la iniciativa personal.

El microcosmos universitario cubano no es el que era hace un cuarto de siglo. La universidad cubana se está convirtiendo en lo que siempre debió ser: un hervidero de ideas, un universo complejo, por momentos hostil, donde se exponen, a modo de réplicas de alta y mediana intensidad, todas las contradicciones y polémicas internas que sacuden a la sociedad cubana contemporánea.

La introducción de una asignatura lectiva no curricular como Debates Históricos y Contemporáneos, resultante de la lógica estatal de abrir brechas o espacios leves para el ejercicio, siempre bien controlado y dirigido, del derecho a la libre expresión, no es más que una solución parcial a un problema de base: el divorcio y el silencio intergeneracional. La juventud cubana ha tenido vedado el acceso a los foros públicos de expresión política, aunque ese muro de aislamiento y contención social amenaza con caer para bien.

Los jóvenes cubanos, aun cuando participan masivamente de las marchas de reafirmación revolucionaria, los días de preparación para la defensa de la Patria, de los foros sociales universitarios y las guardias estudiantiles, se sienten menos comprometidos y conformes con un sistema educacional instructivo que les resulta cada día menos asertivo y atrayente, por anacrónico, en cuestiones ideológicas. Los disturbios generados en las residencias estudiantiles de algunos centros de educación superior, aunque acontecimientos aislados y anecdóticos, suponen una muestra innegable del resquebrajamiento de esa moral colectiva.

En las universidades cubanas del nuevo milenio no se forman estudiantes lúcidos, integrales, sino emigrantes en potencia. Cada día que pasa la nación cubana se desangra y lanza por el desagüe un contingente humano que no tiene intenciones de regresar a montarse en el carro de las transformaciones forzosas. Que los jóvenes cubanos mejor preparados (y también los que no) asuman la decisión dramática de partir al extranjero, en busca de nuevos horizontes de satisfacción personal, debe indicarnos que algo anda mal, más allá de todos los esfuerzos estaduales, institucionales y oficiosos por propiciar la permanencia en el país de los profesionales emergentes. Esta es, entre otras muchas, la causa del envejecimiento de la población cubana, no sólo debido al decrecimiento de la tasa de natalidad acompañado de un incremento en la esperanza de vida, sino también a la ruptura brutal en la lógica generacional de la continuidad laboral, que ahora prescinde del relevo necesario. Sin embargo, los cuestionamientos a esta problemática tienen lugar en el interior de las organizaciones políticas que detentan el poder y no como parte de un proceso que incumbe a la sociedad civil cubana en su conjunto.

Hace poco leía que, según una encuesta aplicada a los más jóvenes, sobre todo entre los profesionales de reciente graduación, estos preferían integrarse al deprimido mercado laboral estatal. Tal dato parece increíble, al no ofrecer esa instancia (nunca lo ha hecho) garantías de cumplimiento de las expectaciones y necesidades personales de los individuos, que trabajan por cuenta propia o emigran en busca de mejores oportunidades. En realidad, en Cuba los jóvenes nunca hemos sido el futuro.

Fuente: http://www.diariodecuba.com/cuba/1460409738_21603.html

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Esta es la nueva escuela

Por: 

 9 mayo, 2016

El título de la saga animada autóctona más divertida e iconoclasta de las que en Cuba circulan de manera alternativa hace algunos años, deja aparentemente claro de qué va todo. En Danny y el club de los berracos, el protagonista y su círculo íntimo de amigos adolescentes, son seres (como el macho del cerdo) sexualmente activos, efervescentes, incendiarios, obcecados por el tema erótico y la sexualidad turgente que apenas reprimen.

Pero no es el sexo el tema de esta serie. A la altura de su quinto capítulo, ya disponible en el Paquete Semanal (ni pensar que transmitido en la televisión estatal, demasiado pacata para tanto atrevimiento) la obra de Víctor Alfonso Cedeño, Vito, toma altura y comienza a navegar en las movidas aguas de la valoración social.

Si no ha visto el capítulo aún (no se moleste en buscarlo, está al final de esta entrada) esta es una Spoiler Alert: aquí se lo contaré casi todo. Si ya lo vio, comparta conmigo sus propias claves e interpretaciones.

Una escuela de adolescentes en plena pubertad es el escenario de la trama, y una conversación en los baños lo desencadena todo.

El perfil carismático por excelencia es Calixto, el más listo de todos, incrédulo y emprendedor, con mucho talento para todo lo que implique ir contra la corriente, quien esta vez se postula para presidente de la federación de estudiantes.

El Chino, por su parte, representa a un mulato libidinoso y metrosexual, que se afeita las axilas. Mauricio, en cambio, es la representación animada de la militancia política, la puesta en escena de agendas, bolígrafos y órdenes del día, movilizado por el espíritu revolucionario del cambio desde el respeto absoluto a una ética e ideología incompatibles con la corrupción pero colindantes con la demagogia. Y por supuesto, Danny, el personaje contemplativo, dubitante, es quien sirve de amalgama existencial y balance a su grupo de amigos endocrinos.

Hay un realismo casi naturalista en los detalles de esta producción sin vocación pedagógica: ahí está la posición escatológica pero precavida de agacharse al momento de defecar en un sanitario inmundo, la dependencia incipiente hacia el móvil y los videojuegos, la prédica gastada de los cuadros de las organizaciones políticas y estudiantiles, los cables pelados que sirven de interruptores eléctricos improvisados.

Como toda obra dramática aparecen también personajes antagónicos, acaso negativos. Cumplen la función de entorpecer el transcurrir de las peripecias de la obra, rocambolesca, pero no por ello son inverosímiles.

Silvio y Mirelis, los dirigentes estudiantiles, militantes ortodoxos y oportunistas, esperan su momento para dar el zarpazo y desplazar a Mauricio de la presidencia de la organización. Se resisten taimados al cambio de estructuras, funcionamiento y mentalidades. Intentan preservar intactos determinados modos de hacer política, porque les conviene defender el statu quo sin objeciones ni iniciativas propias. Los dos desplazados por la iniciativa de Calixto llegan a practicar el colaboracionismo y la delación ante las autoridades policiales, a cambio de poder dar curso a la revancha. Toda una alegoría.

Silvio y Mirelis, los dos líderes estudiantiles opuestos a los cambios de Calixto.

Pero más importante que los personajes son los cuestionamientos de este cortometraje que enjuicia no tanto al sistema educativo, sino a la sociedad cubana actual en su conjunto.

La crítica a muchos problemas y situaciones reales subyacen bajo el entramado argumental de una historia simpática, que no se arruga y cuida el ritmo narrativo. El corto habla sobre todo de la necesidad de un liderazgo de nuevo pulso, a todos los niveles, donde la capacidad de reacción, el pragmatismo económico, la conciliación, el diálogo real, la convivencia armoniosa y el respeto a la diversidad, le corten el paso al inmovilismo ideológico y político, del signo que sea.

En las ideas de Calixto hay una necesidad de apelar en la estimulación a recompensas materiales, palpables, para que sirvan de incentivo a los individuos, más allá de la tradicional “emulación socialista”, que prioriza los homenajes y reconocimientos simbólicos pero que descuida cubrir las ambiciones, expectativas, intereses, objetivos y urgencias del día a día.

Por eso se puede tornar polémico para algunos este capítulo: en la ficción de Vito se juega con nuevo modelos y modos de gestión económica privada, llevadas al ámbito de las políticas públicas, quizás uno de los cuestionamientos que usarán en su contra los detractores de la serie.

Más “competitivas”, las alternativas que propone implementar el personaje de Calixto para tener lista la escuela ante la inspección de la ministra pasan por hacer partícipes del proceso de cambio a los agentes sociales más activos: los emprendedores, un planteamiento herético que expone las dudas y resquemores sistémicos ante su emergencia e impacto económico, a corto y mediano plazo.

Dany 5. Calixto presidente[18-21-39]

Pero no es una loa al individualismo el capítulo. Solo con la acción del colectivo se podrán asfaltar las cubiertas, higienizar las áreas verdes, limpiar el piso, desempolvar la iconografía revolucionaria que aparece adosada a la pared. También se precisa un cambio de perspectivas, para que el proceso inversionista contemple la posibilidad de pintar murales concebidos en una estética atractiva, urbana, que no recicle esperpentos épicos mal representados.

Luego de seguir las peripecias de la trama, me quedo con la impresión de que Vito ha recompuesto a discreción el mito del hombre nuevo, uno sin aires de superioridad ni trascendencia monolítica, menos almidonado ahora, más astuto, asertivo, eficaz, inteligente, práctico, respetuoso, tolerante. Humano.

Para el autor, joven multipremiado y animador por su cuenta, el desafío consistirá en continuar la serie de una manera alternativa, autónoma en lo económico, independiente desde una posición ética e ideológica, sin concesiones a ningún productor institucional que quiera diluir el carácter crítico de una saga que precisa, cuando menos, algo de financiamiento, dinero, aunque sea para pagarles a los amigos que pusieron las voces a los personajes y arriesgaron el cuello bajo el cuchillo del porquerizo primerizo.

Por lo pronto, el Dany 5 recibió en la 15 Muestra Joven ICAIC un premio colateral de la Fundación Ludwig: una Beca de Creación a favor de La Casita del Lobo, la productora que él ha lanzado. Quizás ayude al parto de un Dany 6.

Fuente: http://oncubamagazine.com/cultura/esta-es-la-nueva-escuela/
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