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Regresando un poco al pasado

Por: Rosalía Nalleli Pérez Estrada

Si alguien nos hubiese dicho que trabajaríamos y que aprenderíamos desde casa no lo hubiésemos creído y aunque este es un sueño dorado, seguramente nadie ha anhelado el aislamiento por temor a contagiarse.

Quédate en casa pide el gobierno federal  y los ciudadanos debemos de obedecer y re aprender a vivir con las cosas sencillas del pueblo: el canto de un gallo o de un pavo, el tañer de las campanas  o el anuncio del carnicero o del panadero que anuncian en el aparato de la comunidad, que tienen productos frescos. A la vez, aprender en la lejanía, cómo en la ciudad el silencio de la sociedad crece mientras se resguarda en su hogar un día más, que significa un día menos de encierro.

Ambos contextos nos hacen vivir en marzo un domingo cada día, pero con el trabajo de oficina esperando, después de un desayuno escueto por ahorrar  víveres para el siguiente día. En ambos lugares hay quehaceres del hogar que nos distraen, solo que ahora, se pueden hacer sin prisa, pues no se esperan visitas mientras dura la cuarentena preventiva.

Y mientras se limpia la casa o se trabaja a distancia, los libros que por años han esperado ser leídos siguen ahí esperando, pues ahora también hay que enseñar a los hijos que ya habíamos olvidado en la escuela. Ya no solo es supervisar que hagan la tarea, también es apoyarlos en el aprendizaje escolar mientras dejamos de ser extraños, pues la escuela, los medios de comunicación y los trabajos también nos han distanciado, a la vez que aprendemos a gestionar nuestros tiempos para no llegar al caos.

Este auto encierro salvador nos puede servir para volver a ser empáticos con quien requiere salir de casa a trabajar para poder comer, mientras arrastra los pies hacia su trabajo y se cuestiona: ¿Cuánto tiempo durará esto que no es nuevo?. Ya la abuelita de la familia, que murió de 96 años en el 2009, había platicado de la gripa española que le tocó vivir casi a los 11 años.  ¡si hubiésemos sabido que eso volvería a ocurrir, le habríamos puesto mas atención, para saber cómo le hizo para sobrevivir entre 50 millones de gente que no tuvieron la misma suerte! Pero ella ya no está para contarlo. Sólo recuerdo que platicaba que mucha gente murió y a diario contar un muerto era lo más común entre ellos en ese tiempo. Recuerdo también que la plática de mi madre ahorita podría ser de ayuda para muchos que se resguardan, quien. Ella decía que su abuela ponía los tomates, calabazas, huazontles, limones y jitomates entre otros productos, en lazos, pinchados, para poder así deshidratarlos y usarlos cuando era necesario. Que esos tomates y jitomates tardaban hasta 2 o 3 meses sin echarse a perder y cuando los necesitaban los ponían a hidratar en agua para poder comerlos. La carne de chito era otro tipo de alimento que solían tener. Carne de res hecha en tiras salada puesta al sol, para deshidratarla también y comer después en un chilito verde mexicano que era una delicia en esos tiempos de cambio. Esto que ellos vivieron parecía un cuento de un buen escritor y confiados en los avances de la ciencia, jamás pensamos que lo viviríamos nuevamente a casi 102 años. Dábamos por entendido que la sociedad estaba tan avanzada, con tanta tecnología y medicina también, que jamás viviríamos lo que a inicios del siglo XX por ignorancia, pobreza o descuido sufrieron. ¡Vaya volatilidad del ser humano! Exactamente esta alta tecnología ha logrado los desplazamientos internacionales que nos llevaron a contagiar a casi todo el mundo y ahora ¡todo el mundo se está cuidando!

Y mientras todo esto pasa, seria muy interesante replantearse hasta donde hemos contribuido todos para que se logre este caos. Muchos lo atribuyen a la desobediencia divina que lleva al castigo. Otros lo atribuyen a la ambición desenfrenada que ha hecho que quienes provocaron el virus llevara a esta pandemia internacional y otros más dicen que la naturaleza es sabia y necesitaba regenerarse por eso nos mandó a casa para guardarnos un rato. Desde cada perspectiva y su forma de ver al mundo, todos pueden tener razón y estar equivocados. La realidad nos está enseñando que debemos tomar de la mano a la esperanza y la paciencia a la vez que deseamos que esto pase pronto. Mientras tanto, en casa, la lectura o los cuentos orales en familia pueden ser una feliz actividad entretenida y educadora, aprovechando el encierro para sensibilizarnos ante las carencias monetarias y en valores, y retomar las maravillosas fábulas atribuidas a Esopo (algunas  recreadas por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego). Entre ellas, la fábula de La cigarra y la hormiga, puede ayudar a aprender a evitar la carencia en un futuro. Otra excelente lectura es El lobo y el cordero cuando se piense en elegir un líder, para tomar mejores decisiones para el país y para la familia. Por ejemplo, se sugiere también leer o escuchar La paloma y la hormiga para reconocer que la generosidad hace más bien que mal y se pueda ayudar a quien lo necesita. También, se puede aprender que en tiempos de cambio tenemos que hacer lo que sugiere en la historia de El murciélago y las comadrejas y aprendamos que la adaptación a las nuevas circunstancias de la vida se hacen necesarias mientras se siga viviendo,  y para los que anhelan tener poder siempre, no pueden dejar de leer o de escuchar El asno y la zorra encuentran al león, para poder elegir a quienes les acompañen en su vida,  mientras que La cierva tuerta puede traerles lucidez junto con El perro y su reflejo en el rio que ayuda a auto analizarse. Finalmente; si este tipo de textos no trae lucidez a su alma, escuchar canciones con mensajes implícitos como la canción de los 3 cochinitos del famoso Cri-Cri, podrían ayudarle a despertar el deseo de ser mejor, especialmente si se oye la estrofa que dice; el más pequeño de los 3, un cochinito lindo y cortés, ese soñaba con trabajar para ayudar a su pobre mamá. En ninguna de esas historias o canciones se habla de robar para ayudar a la mamá, de despojar a otros para ayudar a la familia, o de engañar para poder salir adelante. Para un niño, un encierro no es nada si aprende reglas de ética y valores con sus amorosos padres y lo que escuche de ellos o lea con ellos de manera constante será mil veces mejor que solo leer una historia analizada en un salón de escuela. En caso de que no haya libros, ni medios de comunicación diversos, aún en el aislamiento, ver el actuar y la forma de expresarse de sus padres ayudará también al niño a soñar con un futuro mejor.

http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/CuentosMas/Esopo.pdf.

https://psicologiaymente.com/cultura/fabulas-de-esopo

https://www.cdc.gov/spanish/especialescdc/Pandemia-Influenza-1918/index.html

https://www.youtube.com/watch?v=k7PYnWLMpgk

Pinkney, J. (2004). Fábulas de Esopo. Vicens Vives

Fuente: http://www.educacionfutura.org/regresando-un-poco-al-pasado/

Imagen: https://pixabay.com/photos/smartphone-face-woman-old-baby-1987212/

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Summer Celebrations in Mexico

By Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

Summer is here and, in Mexico, the graduations bring unforgettable moments everywhere. These days you can see gowns and elegant suits in kinder gardens, elementary schools, junior high schools, high schools and in universities. Parents, students and godparents walk along the halls and corridors of the schools, while satisfaction invades the ambiance and their happiness promotes group bonding.I don’t know if this activity is also practiced in other countries but I guess it is not. I say this because a coworker, from The United States, was telling me that in his country they just celebrate the end of high school and that one of the university. Here, in Mexico, there is always a moment to celebrate and to be happy: it is a manner to stop the time and to record beautiful moments.

Meanwhile in the streets, people are seen with presents or flowers in their hands and it is impossible to avoid remembering that group of the Scientists, of the 20th century, who proposed a scientific direction for the government and country, and who thought that positivism was the only right manner to reaffirm knowledge by following Comte´s proposal.

Here, if the child finishes kinder garden, he is congratulated by his family and at school, he dances a prom and receives presents from his people. After that, there is usually a meal at home which includes chicken stew, white or red rice, salad, and tortillas. If the family has more money to spend, they all go together to a restaurant to eat or they contract a musical group to dance, because finishing school is an important achievement for the family. The level does not matter. What matters is that a period is being finished. And, as a witness, slumped onto a chair, I sometimes wonder if the family worries how much knowledge changed the students´ life, although I believe that it is assumed that if the child goes to school, he learns. Now it’s time to celebrate. However, if we think about cognitive, socioconstructive or formative learning theories, we know that after having been for three years or more at school, the student has definitely learnt more things than those he could have learnt if he had just stayed at home. For sure, traditions, beliefs, customs, behaviors and perceptions have been shared with him at school and at home, and have both developed a new human being, with a new vision of the life and a modified world.

If it is moment to celebrate, nobody cares about that 5% of gross domestic product invested in education (or few wonder about the non-complete, invested money for educative issues). Moreover, probably few of the relatives at the party worry about those results which can be shown by OECD to the world or, there is little concern about those researchers who have criticized Mexican education results, when they say that we, Mexicans, read less than three books in a year.

In any case, it has been predicted that Mexico will become, in little time, the eighth largest economy by 2050, and, if we, Mexicans, have been deprived from better education opportunities because the minds that control this country have decided so, anyway, we have learnt how to spend our life in a happier mood than the expected one. And; while better conditions come for us, we continue trusting on our leaders as a baby trusts on his parents, with a soul freed from wickedness. We feel angry when we do not get what we expect to have, but forget everything while we dance or laugh, probably without being aware that when we laugh, we lower our stress, decrease our pains, relax our muscles, ease anxiety and tension and strengthen our relationships.

Therefore, it could be said that those colorful bouquets, the expensive presents, the delicious meals or fruit drinks all seem to help Mexicans to forget the harsh moments of violence, theft and murder that are being lived by, in several places, and that attending at least fourteen parties in a year (some people may attend more than 40!), somehow helps them to forget grief or regret and have them united, while they enjoy the life in short periods of unconsciousness while singing or hugging.This common situation of every summer shows that many times humans behave according to what they have learnt at school and at home, recognizing that education and culture go hand by hand and are influenced reciprocally, (Solana et al. 2011) and that finally, life goes on and that human beings just go changing of space and places, where to stretch out their arms and to free their dreams.

References:

Solana, et al (2011) La historia de la Educación Pública en México. CFE

https://www.reuters.com/article/us-mexico-education-factbox-idUSTRE73C4UY20110413

https://www.helpguide.org/articles/mental-health/laughter-is-the-best-medicine.htm

*Rosalía Nalleli Pérez-Estrada. Directora de Universidad Santander, Campus Tlaxcala. Profesora por asignatura, de la Universidad Politécnica de Tlaxcala y en coordinación del Departamento de idiomas de la misma universidad. Investigadora invitada por CIFE y Fundadora de la Sociedad Anónima Madison School Come to be the Best, desde 1999.

Email: rosalia_na@hotmail.com this article was originally published at: Tlaxcala Cultural, https://tlaxcalacultural.com/2019/07/14/summer-celebrations-in-mexico/

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Hablando del libro “Las pieles que vestimos”. Corporeidad y prácticas de belleza en jóvenes chiapanecas

Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

El libro las pieles que vestimos. Corporeidad y prácticas de belleza en jóvenes chiapanecas nos introduce a la defensa de la autora, Tania Cruz Salazar como chiapaneca y chamula, hacia la raza indígena, mientras manifiesta abiertamente que existe discriminación y racismo en la clasificación de  indígenas o mestizos en su estado y a la vez critica el amplio rechazo por lo local; en un listado de lo que se considera “bonito” o “feo” que impide encajar abiertamente en la sociedad actual, gracias al consumismo aplastante y empoderado por la pérdida de la identidad. La postura de la autora ante la tensión de la imposición y la resistencia, en su objeto de estudio, lleva al cuestionamiento de su postura, si esta es informativa, de convencimiento, de defensa o de justificación, entre la controversia de lo que escribe y lo que a diario vive en casa.

La recomendación del libro surge por la importancia de comprender porqué como sociedad se prefieren o se rechazan ciertos estereotipos de belleza, sin estar conscientes de ello. También se propone para disfrutar el recorrido histórico en su investigación documental y etnográfica que logra, en un periodo del 2004 al 2009 y de cómo describe la corporeidad y belleza hegemónica de los jóvenes en general y del cuerpo enculturado que ha cambiando del siglo XX al siglo XXI; con grandes transformaciones en el sistema mundial capitalista y de cómo el consumismo influye al ser humano, por tendencias o modas impuestas y lo atropella de manera invisible y desenfadada, especialmente en la sociedad chiapaneca que habita en San Cristobal de las casas.

Para la autora, la concreción del libro significa la presentación de su investigación, con una metodología en la que primero hubo un acercamiento con los sujetos de investigación y exploración de la zona, más la aplicación de técnicas como cuestionarios, entrevistas, diarios de campo, biografías, fuentes hemerográficas y de herramientas plásticas, como el dibujo y el recorte. También, significa presentar la  corporeidad que ella misma da a sus sujetos de investigación mientras narra sus prácticas de belleza, la concepción que ellos mismos tienen sobre el tema y sus formas de estar en el mundo actual, con jóvenes que muestran sus prácticas heredadas y modificadas, en una heterotopia de Foucault y los resultados formados por los medios de comunicación. En la escritura, se presenta la corporeidad y la belleza vistos como un espacio personal con expresión cultural, en una galería de entramados culturales que distinguen social, etaria y genéricamente a un sujeto,  desde la perspectiva antropológica, con aquello que se dice y se hace con el cuerpo, como manifestación de la existencia humana. Tania Cruz dice (P. 41) “arreglar el cuerpo es un acto de mediación entre el sí mismo y el mundo social, entre los gustos particulares de la persona y las normas sociales demandadas. Arreglar el cuerpo puede tener varias lecturas: i) componerlo privadamente para lucirlo públicamente, ii) incorporar una serie de convenciones y representaciones culturales o iii) encarnar las normas de belleza y las de género que corresponden a cada grupo cultural”.

También, en el libro se identifica cómo la autora alza la voz para mostrar su inconformidad contra el poder económico que rige los comportamientos corpóreos y ciertos patrones de conducta que conducen al consumismo de la producción en masa, para atender cuestiones de belleza, de manifestación corpórea  para insertarse en la sociedad global mientras se pierde la identificación individual. Un libro lleno de dicotomías, que expresa la discontinuidad relativa sobre el sujeto, entre lo que es innato (cuerpo) y lo que es transferido (cultura), lo que de él se dice y se piensa (concepciones) y lo que se hace con él (prácticas) y de la encarnación cultural mediante la incorporación de convenciones, representaciones  y toma de elecciones cotidianas.

La autora, desde su perspectiva Foucaultiana, mientras propone una tipología de prácticas de belleza que pueden también ser analizadas, dice (p 14) “Las pieles que vestimos es una ventana abierta al mundo de los espejos y de las miradas de lo que se maquilla y de lo que se revela, de lo que se adapta y de lo que se confronta, de lo que se distorsiona y de lo que se apropia, de lo que permanece y de lo que se transforma”. Para concluir, Las pieles que vestimos es una lectura obligada para acercarse a los hermanos chiapanecos mientras se tratan de comprender sus practicas de belleza y cómo sus diversas manifestaciones corpóreas los han ido segregando, así como la gran influencia que se recibe del exterior que provoca que entre su misma gente, se diga de dientes pa´ fuera que ama lo local, mientras que en sus acciones prefiere lo extranjero, lo cual no es malo, si primero se aprende a respetar y  aceptar lo que por herencia cultural y racial en verdad le pertenece. Finalmente, la autora dice (p139): “En la actualidad vemos que en San Cristóbal de Las Casas existe un sincretismo cultural imposible de negar, aunque también hay innovación, cambio, continuidad, adaptación y resemantización cultural. Los gustos se traslapan y las lógicas estéticas a nivel local son también heterotópicas.”

Fuente: http://www.educacionfutura.org/hablando-del-libro-las-pieles-que-vestimos-corporeidad-y-practicas-de-belleza-en-jovenes-chiapanecas/

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No olvidar el fin de la Educación

por: Rosalía Nalleli Pérez Estrada

rosalia_na@hotmail.com

El hombre crea tecnología, religión, ciencia, mitos, artes, lenguaje, costumbres, la moral, formas de pensar y de hacer, simbolismos y significados dice Anibal León en su escrito titulado qué es la educación. Esta creación humana se genera para vivir mejor; para vivir en sociedad y en una convivencia sana. Sin embargo algo siempre falla y se cuela en el individualismo que inhibe el entendimiento; acunando a la intolerancia entre semejantes locales o internacionales. En esto, los modelos supremos son los grandes bloqueos impuestos a países vecinos, a la intransigencia en las fronteras, a las políticas lingüísticas o educativas que marcan siempre diferencias. Por otro lado, pareciera que el colectivo educativo minimiza la importancia de la interrelación y privilegia la individualización, a pesar de que se promueve el trabajo colaborativo, llegando a la pérdida total de la conciencia social, humana. Un ejemplo vulgar del individualismo se manifiesta en la imprudencia de un ebrio que maneja con los sentidos embotados y  daña a terceros inminentemente, al asesinato artero de dos mujeres que luchan por los derechos humanos, la mordaza que se impone a quien trabaja en los medios y no puede contar todo lo que ve o la desaparición forzada por intereses públicos o privados.

Al pensar en lo anterior, pareciera que la sociedad está destinada a seguirse reciclando pero en modalidades cada vez más deterioradas, por todos los errores cometidos en vida; cargando lastres de malas acciones que nos llevan a desperdiciar la vida y a arrastrar grilletes ante los cambios; miedosos siempre del cambio, de exigir los derechos, o de transitar confiando. La posible respuesta a este mal indudablemente recae en la educación, desde dos perspectivas básicas: formal e informal las cuales se complementan. Esta educación no surge con la reforma sino del compromiso y de la convicción de querer hacer las cosas para que todo mejore. Por supuesto, si hay una guía, un proceso determinado y una forma de evaluar los cambios, el seguimiento es mayor y el aseguramiento del método mejor. De lo contrario, se repite cual loro la receta, sin analizar los verdaderos ingredientes que nutren al ser humano. En  esa parte, la educación formal juega un papel preponderante: enseñar a trabajar con pasión, no importa lo que se haga en la vida: Concientizar al que aprende que respete las reglas, lo ajeno, las instrucciones, a la ley, la vida, los espacios, el tiempo y las ideas de los demás, así como su propia vida, no para volverse robot, sino para fomentar la convivencia sana. En la educación, los docentes ayudamos a desarrollar conocimientos pero tenemos la obligación inherente de concientizar al alumno de temas que difícilmente se abordan en casa o con los amigos. Esa es la pasión de la enseñanza, que aprendan nuestra ciencia pero que junto a nosotros den una mirada crítica a la vida, con ejemplificaciones concretas, neutrales; pero que les ayuden a atender las necesidades de terceros. En un escrito en la red, (S/A) se encuentra la siguiente definición de educación “La educación es el proceso que tiene como finalidad realizar en forma concomitante las potencialidades del individuo, y llevarlo a encontrarse con la realidad, para que en ella actúe conscientemente, con eficiencia y responsabilidad, con miras, en primer lugar, a la satisfacción y de necesidades y aspiraciones personales, y en segundo lugar, al desarrollo espiritual, de la criatura humana, adoptando para ello, la actitud menos directa, posible y enfatizando la vivencia, la reflexión, la creatividad, la cooperación y el respeto por el prójimo”. Esto es quizás algo que nos está faltando para cerrar el círculo. En el sistema educativo, todo mundo culpa a alguien, pero en esto sí, todos colaboramos para que este se vaya a pique.

http://www.redalyc.org/pdf/356/35603903.pdf

http://biblio3.url.edu.gt/Libros/didactica_general/1.pdf

Fuente del Artículo:

No olvidar el fin de la Educación

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Aprendizajes

Por Rosalía Nalleli Pérez-Estrada.

La llegada de un alumno nuevo a clases es una nueva oportunidad de aprender para todos los que somos maestros, pero jamás imaginamos  que antes de que acabe su profesión, tengamos que aprender de él  a valorar la vida, cuando debemos de ir a dejarlo a un cementerio para siempre. Desafortunadamente esta es una vivencia inevitable en las instituciones de educación superior: alumnos que se van por una enfermedad mal cuidada, por un accidente, por una decisión apresurada o por desgracia, por haber sido privados de su libertad. Todas estas situaciones del que fallece hacen que nos preguntemos cuánto valió la pena tanta exigencia en conocimientos, si ese alumno ya se fue. También, cuando es una decisión el irse, qué fue lo que faltó para ayudarlo a abrazar la vida. Sin embargo, el peor momento se vive cuando  el cuestionamiento embota los sentidos y  después de buscar varios días desesperadamente, se pasa entre calles y casas, imaginando dónde puede estar alguna alumna perdida y escuchando el tic tac interminable del reloj ahí, que no oculta cómo late el corazón, triste por la ausencia.

Después,  y viendo una foto compartida entre todos los que conocemos a la persona y entre los que son solidarios, finalmente se anuncia que  se ha encontrado su cuerpo pero en un estado inimaginable, que grita su sufrimiento. Así, víctima del comportamiento irracional, aparece en un desenlace fatal, en una búsqueda finalizada que ahora se llena de dolor y de tristeza  al saber que alguien, igual que ella, se atrevió a olvidar su humanidad, para convertirse en ejecutor y en destino a la vez. ¿Qué viene después? Dolor, coraje, frustración y odio pero no se sabe contra quién exactamente, sólo se conoce el desenlace. Como docentes de quien ha sido objeto de tal atrocidad, nos preguntamos la causa de tanto mal y buscamos escudriñar comportamientos que arrojen algún posible indicio, sin tener éxito. Sólo sabemos de la ausencia de autorregulación que predomina en la mente consciente para provocar  dolor o muerte para satisfacer un placer momentáneo.

En esos momentos, los aprendizajes logrados, las evaluaciones y los contenidos escapan de nuestro entendimiento y se apodera de nosotros la melancolía de lo que pudo haber sido y ya no fue.

Conscientes estamos de que formamos parte del eslabón educativo y que posiblemente nos hayamos encontrado en clase a aquél que no supo detenerse para no dañar y de manera discreta nos cuestionamos qué nos ha faltado hacer para llegar a tales circunstancias.  Sabemos que en momentos de dolor, la razón y el diálogo se esfuman, dejando su esencia molesta, mientras nos esforzamos por recordar alguna respuesta que surja de un diagnóstico hecho a tiempo o la posible descripción de un contexto. Y así se pasan los días, sumergidos en el recuerdo de quien se ha ido, entre tanto, nos aferramos a la vida llenándonos de más actividades para no pensar. Mientras, seguimos aprendiendo de los alumnos que quedan e intentamos copiar su  fortaleza y sus sueños de que cambiarán los tiempos. Ellos no flaquean, siguen fluyendo,  desafiando estos tiempos modernos. Definitivamente, esos aprendizajes del que todavía sueña nos ayudan a seguirnos moviendo.

Escrito hecho en honor para quienes siendo tan jóvenes se han ido y a quienes tuvimos la suerte de conocerlos y también para aquellos de quienes seguimos aprendiendo.

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¿Para qué sirve estudiar un posgrado?

Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

“Los estudios de posgrado son un elemento esencial para la superación de la Educación Superior” decía  el Dr. Juan Casillas García de León, mientras era secretario general ejecutivo ANUIES. Su aseveración, después de varios años de haberla enunciado,  aún sigue vigente e implica una responsabilidad social, educativa y política para quien decide estudiar un posgrado y más para las instituciones que deciden ofertarlo. Esto significa que quien estudia un posgrado se enfrenta al redescubrimiento maravilloso de poder profundizar en un área de formación y proponer científicamente a la sociedad del conocimiento y a la ratificación de los sueños al participar con la ciencia al responder a una realidad circundante del porqué de los problemas en su profesión.

También, significa obtener colateralmente el reconocimiento social, a veces una mejor remuneración económica, o un mejor trabajo, pero lo mejor de todo, lograr una satisfacción personal de los posibles beneficios que se pueden compartir desde una perspectiva de la integridad, con la  sociedad del conocimiento, dejando con esto, un granito de arena para la posteridad con la investigación y “contribuir a la creación de la atmósfera que penetra, quizás parsimoniosamente, en el universo educativo”, como lo declarara recientemente Rosa María Torres H, Presidenta del COMIE en su artículo publicado, del 23 de noviembre del 17.

Desafortunadamente, en los últimos 8 años en los que he tenido la suerte de tener contacto con más de 400 estudiantes de un posgrado, de manera directa o indirecta, descubro que la necesidad del reconocimiento y la remuneración económica suelen pesar más, que el gusto por sentarse a escribir un artículo de opinión por lo menos, o de hacer una investigación formal, que los lleven a insertarse en el mundo de la producción y de la propuesta. Aún más, en cortas pláticas con directivos de diversas instituciones que ofertan posgrados en algunas partes del país, me comentan de la dificultad para que sus alumnos produzcan, si su posgrado no es de ciencia o tecnología. Pareciera que la colaboración con la sociedad para su mejoramiento se pierde y se busca cada vez más, el beneficio individual que permite sobrevivir a quien estudia un posgrado. Esto es, y sin generalizar, la motivación interna se minimiza pero se potencializa el interés externo por la remuneración, el reconocimiento, la estabilidad laboral y el documento que le acredita como maestro o doctor. Además, para confirmar lo anteriormente establecido, la pregunta abierta, hecha al azar y para explorar, responde lo que 200 estudiantes de diversos posgrados establecieron como motivos por los que decidieron estudiar un posgrado. La mayoría, 170, se inclinó por esos rubros antes marcados: remuneración, reconocimiento, estabilidad laboral y el documento en sí. De ellos, únicamente 10 personas comentaron que deseaban contribuir a su ciencia y a la modificación del conocimiento de su país, 12 más dijeron que necesitaban mantenerse ocupados y 8 no quisieron dar sus razones. Esto responde a lo que dicen Martínez et al, (S/A),  que el éxito académico se entiende como la obtención del grado académico en los tiempos establecidos en los planes y programas de estudio de posgrado (maestría y doctorado). Esto es de suma trascendencia para el graduado ya que le facilita su inserción al mercado de trabajo, su vinculación con la investigación científica y la posibilidad de obtener mayores ingresos, además de prestigio académico. Finalmente, aunque es cierta la dificultad para la facilidad laboral y económica, para los mayores de más de 23 años, también es cierto que si un posgrado no garantiza un avance laboral, en estos momentos, por lo menos, sí puede ayudar a garantizar la permanencia o la inserción; sin negar que en este mundo del posgrado, muchos desean estudiar, pocos logran llegar y sólo una mínima parte desea colaborar.

http://www.posgrado.unam.mx/sites/default/files/2016/04/1604.pdf

http://www.facmed.unam.mx/sem/pdf/Medicina%20Familiar/PerfilEstudiantePosgrado.pdf

http://www.educacionfutura.org/42684-2/

Fuente: http://www.educacionfutura.org/para-que-sirve-estudiar-un-posgrado/

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¿Qué hacer cuando el niño llega tarde a la escuela?

Por: Rosalía Nalleli Pérez-Estrada

La puntualidad es una obligación de todo ser humano que respeta a otro ser humano. No debe de elegirse. Es cuestión de actitud y debe de acatarse siempre. Sin embargo, invariablemente y por alguna razón, se llega a ser impuntual. Pensemos en este caso real que a diario vemos en diversas escuelas: Llega el niño a clases tarde. El pretexto: se detuvo el tráfico, su papá ponchó su llanta, se levantó tarde, no desayunó rápido, etc. Los pretextos o las razones pueden ser varios. Cualquiera que sea la situación es la misma: llegó tarde. No debe de pasar esto. Sin embargo, como seres humanos, esto le pasa a todo mundo, por lo menos una vez en su vida. Si la tardanza ya es muy frecuente, entonces el ser, o tiene muchas mala suerte, o debe de cambiar sus hábitos.

Y mientras se llega tarde a la escuela, en muchos lugares, los docentes se apresuran ya a su clase, la directora, el supervisor o el policía, cierran la puerta. El niño llega corriendo y oye. “lo siento. La escuela ha sido cerrada. Si deseas entrar debes de ser más puntual”, le dice el policía. ¿Consecuencia? El niño regresa a la casa. No tendrá clases. Si sus padres no están en casa, tendrá todo el día suficiente para ver televisión, para estar en el facebook, para jugar Play Station o LOL. De todas formas, no hará tarea, porque por mil otras razones, no sabrá qué tarea dejaron sus maestros y el siguiente día tendrá el pretexto de decir: “ayer no vine y no supe cuál fue la tarea”. Cualquier de esas actividades pueden contrariarle, pero no lo suficiente como para que las haga a un lado, tome un libro y mejor se ponga a leerlo. Eso, seguramente será la última de sus prioridades. Si sigue con sus pretextos, cuando sea grande, sus pretextos serán que no fue a trabajar porque su carro se descompuso y no le fue posible ir a trabajar. Como si no hubiese transporte colectivo para hacerlo.

Pensemos en otra situación más…llega tarde a la escuela, lo dejan pasar, pero de igual manera se debe de quedar afuera del salón, mientras sus compañeros hacen mofa de su tardanza y el docente, le dice: “lo siento, has llegado tarde. No entras hasta que termine la clase”. Él, con sentimiento de culpabilidad, de vergüenza o quizás incluso de alivio, se queda en el exterior del salón viendo cómo todos los demás trabajan en una clase por demás tradicional, con todas las butacas formadas como si estuvieran en el cine. En una clase donde seguramente un maestro, como el que describe Antonio Machado, en su poema Recuerdo Infantil, estará frente al grupo y haciendo que repitan cualquier cosa o amenazando y dejando de lado la evaluación por competencias.

En otras situaciones, los padres, junto con los niños, esperan a que en la segunda hora a la directora se le ocurra abrir la puerta para que sus hijos entren y mientras, esperan en las frías mañanas en la reja, titiritando y regañando al menor por no haberse apurado para llegar  a tiempo.

Estas son situaciones que con frecuencia vemos los padres de familia en México, donde el nuevo modelo educativo espera crecer hacia su esplendor, queriendo modificar los resultados, pero  haciendo a un lado los pequeños detalles como este, que con el tiempo logran malos hábitos también.

Indudablemente, la puntualidad debe de ser un compromiso de todos, sin embargo aún mayor debe ser el cometido de dar resultados. De la misma manera, de nada sirve dejar a un niño afuera, en castigo por su impuntualidad, si se logrará poco en sus resultados. Las estrategias deberían de ser otras y las acciones diferentes. Si  el niño llega tarde, justo es que no entre a clase para no interrumpirla, pero en su lugar sí deberían de permitirle la entrada a  su plantel y solicitarle que haga actividades diversas que le ayuden a mejorar sus hábitos y a disfrutar su estancia en la escuela, para que por sí mismo decida llegar más temprano. Actividades definidas, planeadas y organizadas, en un salón o biblioteca especialmente designados para desarrollar habilidades de lectura o de comprensión lectora, que lo tengan ocupado. Leer un cuento, el periódico, el libro de texto que le toca ver en esa clase y la lectura que iban a hacer sus compañeros, a escribir un cuento,  a dibujar una historieta del cuento leído, a ordenar una historieta que esté por partes, a contestar preguntas abiertas o cerradas sobre la lectura hecha, a llevar un diario, a preparar una posible exposición para su siguiente clase. O simplemente designarle un lugar donde pueda ver una película, documental, o hacer juegos de matemáticas en la computadora mientras espera; con actividades definidas que lo hagan sentir que no perdió el tiempo y que le permitan aprender a ocuparse en la autogestión de su conocimiento.

En la iniciativa privada, si el trabajador llega tarde, lo dejan entrar pero le descuentan de su sueldo. A veces, si llega tarde tres veces consecutivas, le descuentan un día completo y pierde un bono de fin de año; que significa dañar su economía y seguramente dañar también sus posibilidades de ascenso futuro, e incluso, si esto es muy constante es despedido del trabajo. En la parte política, ignoro qué le hacen a los representantes públicos que llegan tarde a una cita, a una inauguración o a un evento importante de su comunidad. No sé exactamente lo que hacen, pero prefiero seguirlo ignorando a llevarme sorpresas, donde me imagino, alguien mal intencionado podría mentir y decir que, aunque estas personas lleguen tarde, aún así cuando llegan los reciben con un aplauso. No, no creo que eso pase en México, pero si pasara, debería de hacerse lo mismo: no dejarlos pasar y ponerlos a trabajar en otra actividad ahí mismo, que los haga cambiar sus costumbres. Mientras tanto, en la escuela, lugar donde todavía se pueden modificar actitudes y respuestas, regresar al niño a casa es un premio. No un castigo. Sobre todo si no tiene actividades de apoyo, designadas en casa.

Esta es una situación que podría ayudar a generar otras estrategias de aprendizaje con diferentes ambientes, como una forma de ir apoyando al crecimiento estudiantil del niño y a su auto gestión del conocimiento, pero ayudarlo designándole tareas que lo fortalezcan en su conocimiento. Aún así, esos momentos que parecen perdidos, podrían contribuir también con los programas de escuelas de excelencia, la escuela digna o de tiempo completo, de inclusión y/o alfabetización digital, pero todo bien planeado.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/que-hacer-cuando-el-nino-llega-tarde-a-la-escuela/

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