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Inteligencia artificial: la disputa estratégica entre China y EEUU

Por: Raul Zibechi

El Gobierno chino necesita tomar medidas para pensar cómo distribuir mejor la riqueza y cómo preparar a la gente para pasar a la era de la IA

China quiere convertirse en líder mundial en Inteligencia Artificial (IA) para 2030, según la decisión tomada el 8 de julio por el Consejo de Estado, que propone un plan en tres etapas: mantenerse al día con la tecnología líder de la IA para 2020, lograr grandes avances para 2025 y ser el líder mundial cinco años después.

Hasta ahora, la IA ha tenido un papel importante en el desarrollo de internet, en los macrodatos, las supercomputadoras y la neurociencia. Pero se estima que jugará un papel determinante en la innovación y la tecnología, desde la industria hasta la guerra. La inversión en IA será fundamental para asegurar la competitividad internacional de las grandes empresas y será el principal motor del crecimiento económico.

El panorama que presenta la IA por países es el de una clara hegemonía de EEUU. Entre 2012 y 2016, ese país invirtió 17.900 millones de dólares en IA, seguido a distancia por China, con 2.600 millones. Los demás países están a distancias siderales: Reino Unido invirtió 800 millones, Canadá 640 y Alemania 600 millones.

Algo similar sucede en relación a las empresas dedicadas a la Inteligencia Artificial. EEUU tiene algo más de 2.900 compañías, seguido por China, con 709. En ambos casos las diferencias son enormes y no será nada sencillo que las cifras se acerquen.

Sin embargo, mientras China crece, EEUU decae. La inversión en investigación y desarrollo de las 1.000 mayores empresas estadounidenses es la más baja en 50 años y los gastos federales en ese rubro, en porcentaje del PIB, son los menores en cuatro décadas, informa Asia Times.

El encuentro anual del Parlamento chino, en marzo pasado, fue el epicentro del viraje del dragón.
Allí registró «un toque de clarín parte de algunos de los líderes de negocios y tecnología más influyentes de China, para que el Gobierno establezca políticas para definir lo que consideran el Próximo Gran Asunto», como denominan los negocios que promoverá la IA.

Entre los grupos de presión a favor de dar un salto en IA están el fundador del buscador de internet más grande de China, Baidu, el fabricante de teléfonos inteligentes Xiaomi, y el fundador de Geely Automobile, que compró la Volvo. Presentaron mociones y propuestas para que el Gobierno tome la iniciativa para que las empresas chinas colaboren en la investigación de IA y faciliten la industrialización de la tecnología.

El fundador de Baidu, Robin Li, delegado ante la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, fue uno de los más enérgicos impulsores de la IA. Su empresa está compitiendo con Uber y Waymo para comercializar tecnologías autodidactas, y pidió incentivos para que las industrias chinas adopten una amplia gama de IA.

«El desarrollo de la IA ha llegado a un punto crítico. Cualquier país que hace un avance en su aplicación puede tener una mayor oportunidad de liderar el mundo. La IA de China es sin duda la segunda mejor del mundo, si no la mejor», dijo Li ante el Parlamento.

Sus palabras fueron apoyadas por otros prominentes empresarios del sector, como Lei Jun, ejecutivo de Xiaomi, llamado el ‘Apple de China’, y por Liu Qingfeng, presidente de iFlyTek, especialista en inteligencia de voz. Ambos reclamaron convertir la IA en una estrategia nacional, en la misma dirección que el plan Made in China 2025, que busca cambiar la imagen del país como fabricante de productos baratos.

Según Lei, China está en condiciones de liderar los cambios tecnológicos con fuertes inversiones, sumadas a la gran cantidad de talentos chinos en matemáticas, que respaldan la capacidad del país de cerrar su brecha y superar a EEUU.

El ejecutivo de Baidu estima que la política de Donald Trump de restringir la inmigración ofrece a China la oportunidad de atraer a los mejores talentos del mundo, por lo que llamó al Gobierno a ofrecer más tarjetas verdes para atraer a los especialistas de Silicon Valley, quienes podrían ser postergados por las políticas de Trump.

En el Parlamento chino se recordó que el Gobierno de Obama lanzó en octubre de 2016 una estrategia nacional sobre IA, que establece una hoja de ruta para el financiamiento federal para la investigación y el desarrollo. Por eso reclamaron un plan de acción a nivel nacional para mejorar la colaboración interempresarial, ya que varios laboratorios nacionales, cada uno responsable de la investigación de una subdisciplina de IA, están dispersos en China.

El ejecutivo de Xiaomi, por su parte, aseguró que la difusión masiva de IA provocará un desempleo de más del 50% de la población. Fue más lejos al afirmar que «las fortunas de la sociedad serán controladas por un pequeño número de gigantes de IA», por lo cual, «el Gobierno necesita tomar medidas para pensar cómo distribuir mejor la riqueza y cómo preparar a la gente para pasar a la era de la IA».

El ministro de Ciencia y Tecnología de China, Wan Gang, dijo en marzo durante la reunión parlamentaria del país que las finanzas públicas liderarán el camino en la investigación de AI, incluyendo el desarrollo de supercomputadoras, chips de semiconductores de alto rendimiento, software y la contratación de talentos clave para dirigir el campo.

Según un reciente informe de PricewaterhouseCoopers, citado por el South China Morning Post, el 26% de la producción de China podría ser generada por las industrias relacionadas con IA para el año 2030. Se espera que las tecnologías de IA incrementen el PIB mundial en un 14% para 2030, según el informe.

Como ejemplo de los cambios en marcha, se menciona la tecnología de reconocimiento facial impulsada por Baidu, catalogada como una de las 10 más avanzadas por la MIT Technology Review.

El oficialista Diario de Pueblo, estima que «el apoyo gubernamental es fundamental para desarrollar la incipiente industria de la inteligencia artificial», poniendo como ejemplo el caso de Google, apoyada por un programa de la Fundación Nacional para el Desarrollo de las Ciencias Digitales.

https://mundo.sputniknews.com

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Autocríticas feministas y movimientos antisistémicos

Raúl Zibechi

La vitalidad  de un movimiento, como la de cualquier ser vivo, se puede palpar en su capacidad para cambiar, modificar el rumbo, ejercer la crítica y la autocrítica, algo tan olvidado por las viejas izquierdas. Una característica de lo avejentado es la repetición, la inercia y la incapacidad de moverse del lugar elegido.

Este 8 de marzo nos ha deparado enormes movilizaciones, que son la doble consecuencia de la violencia sistémica contra las mujeres y de la persistencia de los movimientos feministas que no se arrugan a la hora de ir contra la corriente, aún siendo pocas en cada movilización. Más de 200 mil manifestantes en Montevideo, ciudad que cuenta con poco más de un millón de habitantes, habla de la extensión notable del movimiento que, para llegar a esa cifra, realizó decenas de actividades y concentraciones pequeñas en los últimos años.

Uno de los hechos más notables fue la difusión de un documento titulado Algunas reflexiones sobre metodologías feministas, emitido por un conjunto de referentes y organizaciones que se reivindican del feminismo descolonial. No tengo la menor intención de inmiscuirme en los asuntos internos del movimiento, sólo pretendo destacar lo que los varones antipatriarcales y los movimientos antisistémicos podemos aprender de un texto que, en su subtítulo, anuncia: a propósito del llamado a un paro internacional de mujeres para el 8 de marzo (goo.gl/rpqvH8).

El documento destaca que los espacios de mujer están haciendo un ejercicio de autocrítica al reconocer su raíz eurocéntrica, las limitaciones de sus agendas y lo problemático de sus estrategias cuando entran en contacto con esos otros mundos que existen en nuestro continente. En suma, los mundos negros, indios y mestizos.

El eje del texto gira en torno a los métodos de lucha, destacando que ellos dicen mucho sobre las bases en que se asienta un movimiento social y tienen además la capacidad de regular los mundos. La crítica/autocrítica gira en torno al llamado a realizar un paro del pasado 8 de marzo. Vale la pena citar largo.

“El paro de actividades ha sido una estrategia que surge dentro del contexto particular de la revolución industrial y la lucha de la clase obrera europea. Un método que logró legitimidad dentro del pacto entre clase obrera y burguesía en los años del Estado de bienestar europeo. El paro como estrategia hace parte de una genealogía de resistencia dentro del mundo de lo humano, aquel constituido por el pleno desarrollo del sistema capitalista”.

El texto nos remite a Frantz Fanon, al destacar la diferencia entre el mundo donde se respeta la humanidad de las personas y el mundo de los sótanos, donde la vida humana no vale nada. Entonces, dice, el problema del paro surge cuando se intenta convertirlo en método universal aplicable a cualquier experiencia histórica. Es evidente que las mujeres (y los varones) de ese mundo no pueden hacer paro, por eso cortan rutas, toman edificios, ocupan tierras.

El documento llama a pensar en las compañeras que no pueden parar, las que por necesidad venderán en la marcha, las que el día de huelga convocada estarán sembrando, cultivando o cocinando el alimento que comeremos las que ese día paramos. La lista sigue e incluye las formas de vida autogestionadas (tianguis por ejemplo), las trabajadoras del sexo, aquellas que junto a sus compañeros subalternos serán responsables de que el mundo siga girando y la vida siga siendo posible mientras nosotras paramos. El paro es una estrategia útil, se preguntan, para las personas racializadas y subalternas, para las condenadas del mundo, para las lesbianas y trans antirracistas.

El texto es fuerte. Sobre todo cuando pone el dedo en temas delicados. Es interesante cómo determinados países dentro del sur global, y dentro de América Latina en particular, se convierten en referentes y vanguardias de la lucha feminista¿Qué significa que nuestras luchas políticas sean definidas por un pequeño grupo de feministas blancas y blanco-mestizas privilegiadas asentadas en las capitales de los países hegemónicos de la región?.

Sin duda se refiere a nuestros países, Buenos Aires en primer lugar, donde nació el Ni Una Menos, pero también Montevideo y otros donde predomina un feminismo radical, pero blanco y de clases medias. Es incómodo. Pero es una incomodidad necesaria, imprescindible para no convertirnos, un siglo después, en algo similar a los dirigentes de la socialdemocracia alemana que terminó traicionando al movimiento obrero.

Debo confesar que el documento me remitió directamente a la comunidad que me recibió cuando la escuelita zapatista, a los espacios de las mujeres negras desplazadas por la guerra en Colombia, a las vivencias de nasas y misak del Cauca, a las comunidades mapuche, a favelas como la Maré, en Río de Janeiro, y tantos otros espacio-tiempos donde no rige la lógica en la que me eduqué y formé políticamente. Es muy incómodo cuando una negra favelada o una indígena te reciben como si fueras un conquistador, un opresor blanco.

Sin embargo, creo que esa vivencia es parte de la formación antisistémica, y no por algún empeño masoquista, sino porque es necesario sentir en el cuerpo y en el alma (León Felipe), aunque sea una mínima parte de los dolores humanos que se sufren en el sótano. Algo que no se puede siquiera palpar en la comodidad de la zona de lo humano, por volver a Fanon. En este punto, el documento de las feministas descoloniales provoca esa incomodidad imprescindible.

Desde los movimientos y el pensamiento crítico podemos hacer un esfuerzo por mirarnos en el espejo que nos colocan, sobre todo esa consigna final ¡Que ni una sea menos! El texto citado puede rebatirse en cuando a su oportunidad e, incluso, en su contenido. Es parte del debate que procesan las mujeres en sus colectivos, y no nos corresponde a los varones entrar en esa polémica.

Fuente del articulo: http://www.jornada.unam.mx/2017/03/17/opinion/020a1pol

Fuente de la imagen: http://democraciaglobal.org/wp-content/uploads/feminismos-desde-el-sur-1030×575.jpg

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Colombia: Brujas, perras y narcoparamilitares

Por: Raul Zibechi

«Muerte a las perras», se titula el panfleto distribuido por las Águilas Negras en el correo electrónico de una organización social de Bogotá. En este caso, la banda paramilitar amenaza a defensoras de derechos humanos (todas mujeres) y muestra un lenguaje y estilo que desnuda el carácter violento y machista del grupo armado.

Malditas perras sapas del gobierno gonorreas las bamos a matar por sapas y por andar de metidas donde no deben sapas hp luchando por los derechos de la mujer que mierda son si lo unico que son es sirvientas de nosotros aver si se van a hacer oficio de la casa malparidas, reza textualmente el volante reproducido parcialmente por la página pacifista.co(goo.gl/hoL4Hy).

La amenaza va dirigida a las integrantes de la Mesa Nacional de Víctimas: Van a caer con sus familias y a estos hp malparidos por estar apoyandolas los bamos a matar por metiches y no ser fieles a la causa.

Una de las amenazadas dijo a los medios: El gobierno no ha hecho nada para protegerme. Todos los días matan a líderes sociales en el país y a ellos parece no importarles porque no hacen nada. Hago responsable al Estado por lo que me pase a mí, a mi familia y a mis compañeras. Este es el punto central.

Águilas Negras proviene de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), supuestamente desmovilizadas, y su accionar se ha destacado en departamentos conflictivos como el Cauca, donde ha amenazado y asesinado a dirigentes indígenas. También en las regiones de población negra y en Ciudad Bolívar, la periferia sur de Bogotá.

En 2016 fueron asesinados 94 defensores de derechos humanos y líderes sociales, la cifra más alta desde que comenzó el proceso de paz. Las víctimas son en su inmensa mayoría militantes ligados a Marcha Patriótica, al Congreso de los Pueblos y a diversos movimientos populares.

Este tipo de violencia es bien diferente de la que afectó en la década de 1980 a la Unión Patriótica. En aquellos años fueron asesinados más de 2 mil militantes, incluyendo alcaldes, concejales, diputados, senadores y candidatos a la presidencia, por una alianza de paramilitares y narcotraficantes que arrasaron con la izquierda electoral vinculada al Partido Comunista y las FARC.

Parece necesario detenerse en las principales características de esta violencia sistemática contra los sectores populares organizados, ya que no se registra sólo en Colombia sino que se ha convertido en un modo de regular las relaciones sociales en todo el continente, con especial desarrollo en México y Guatemala. En este punto, debemos recordar el papel del general Óscar Naranjo, actual vicepresidente de Colombia, en la exportación de la narcodemocracia a México, como ha consignado Carlos Fazio (goo.gl/vT7Xt).

La primera cuestión es que se trata de una violencia difusa, sin centro dirigente aparente, lo que hace difícil identificar a sus autores al punto que las autoridades niegan la existencia de las Águilas Negras. La dirección de Inteligencia de la Policía de Colombia asegura que la organización ya no existe, lo que puede ser cierto si pensamos en un aparato estructurado con mando centrales.

Un informe de la BBC sobre las Águilas Negras, sostiene que es una razón social que utilizan varios grupos y pone un ejemplo: En el Cauca, a raíz de un conflicto interno en una universidad, un grupo de gente decidió sacar un panfleto firmado Águilas Negras contra unos profesores(goo.gl/0gGOQw). Este es el punto: una maquinarianarcoparamilitar desterritorializada, convertida en cultura política de control de las relaciones sociales a cielo abierto.

La segunda es que estamos ante una forma brutal de regular las relaciones entre personas y, de modo muy particular, de enfrentar a los movimientos sociales. El excelente informeMujeres y guerra: víctimas y resistentes en el Caribe colombiano, del Centro Nacional de Memoria Histórica (2014), destaca que las masacres son el límite más brutal de la violencia paramilitar. A partir de ellas, consiguieron imponer un nuevo orden social.

“A través del uso del lenguaje, la regulación del cuerpo, el espacio y las prácticas sociales, estos actores lograron imponer sus ideas de orden, ‘buen’ comportamiento y disciplina” (p. 37). De ese modo, establecieron un orden patriarcal, racista, capaz de regular los mínimos intersticios de la vida cotidiana. Las mujeres relegadas a sus casas, los negros y homosexuales sistemáticamente humillados, y los hombres debían comportarse de forma viril y ceñirse a un modelo de hombre guerrero y militar (p. 38).

La tercera se relaciona con la continuidad de este modelo de control una vez finalizada la guerra. En las regiones dominadas por los paramilitares, la guerra continúa pero con otros actores, como las pandillas que actúan sobre el legado de miedo dejado por la violencia, usando métodos muy similares.

Por eso debemos hablar de una maquinaria, un nuevo modo de control de la población como lo fue el panóptico, que con el tiempo se ha convertido en el sentido común para organizar los espacios de encierro y funciona naturalmente, sin que un mando central deba promoverlo o planificarlo.

Por último, debe entenderse que estamos ante una violencia sistémica, no coyuntural. Los feminicidios y el narco son los modos de control de los de abajo en la zona del no-ser; el modo de tener controlados a indios, negros y mestizos. No depende, por tanto, de la actitud progresista de las autoridades o de la benevolencia de los varones. Es como la plusvalía: funciona aunque el patrón pague salariosjustos, porque la explotación del trabajo asalariado es inherente al capitalismo.

Por brutal que sea, la violencia nunca es el objetivo final, sino el medio para construir un orden social jerárquico, patriarcal, capitalista. Es el genocidio que el sistema necesita para imponer la cuarta guerra mundial contra los pueblos y la vida. Esto es lo que no podemos perder de vista en la imprescindible denuncia sobre las violaciones de los derechos humanos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/07/07/opinion/015a2pol

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El improbable retorno del «lulismo»

Por: Raúl Zibechi

Brecha (Uruguay)

 

Aunque gane las presidenciales en 2018, como lo indican las encuestas, y eluda el encierro en una celda, el expresidente Lula no tiene condiciones económicas y políticas para revivir el “milagro” que le permitió mejorar la situación de los pobres sin tocar a los ricos. Su hipotético gobierno no contaría con las bases empresariales, militares y sociales que dieron vida al proyecto Brasil-potencia.


 

Desde que Joesley Batista, Ceo del principal frigorífico del mundo (JBS), difundiera la grabación de una reunión que mantuvo con el presidente Michel Temer, el frágil gobierno brasileño entró en una pendiente que puede llevarlo a su destitución. Los niveles de aprobación del presidente son más bajos aun que los de Dilma Rousseff días antes de su caída, y se acercan a la nada: menos del 5 por ciento.

Lo que mantiene al gobierno de Temer es la respiración asistida de dos partidos: el suyo (PMDB), maestro en los malabares de una gobernabilidad trucha; y el socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso (PSDB), que, increíblemente, sostiene a un gobierno corrupto con el pésimo argumento de que si cae las cosas serían aun peores.

Sin embargo el propio Cardoso tomó distancia del gobierno, dando marcha atrás a declaraciones hechas apenas tres días antes, y le exigió “un gesto de grandeza” a Temer para que renuncie y anticipe las elecciones generales (Brasil 24/7, 17-VI-17).

Resulta evidente que la política brasileña atraviesa una situación sumamente compleja, y sobre todo imprevisible. Dos factores de poder, como la cadena Globo y el ex presidente Cardoso, demandan la salida del presidente que lucha denodadamente por permanecer en el cargo contra viento y marea. Lo peor es que puede conseguir llegar al fin de su mandato, algo que habla muy mal de la clase política norteña.

Tres son las razones que explican una crisis política que parece no tener fin: el pantano económico del que no se ve la salida, las continuas denuncias de corrupción que van a más, y el renovado activismo de la sociedad brasileña. En este panorama, las encuestan dicen –de forma consistente en los últimos meses– que Lula es el político más popular de Brasil, que ganaría la primera vuelta y aun el balotaje, contra todos los demás políticos.

Así las cosas, vale la pena indagar qué chances tiene Lula de repetir la presidencia y de hacerlo de forma más o menos exitosa, luego de los agudos cambios que ha experimentado la sociedad desde junio de 2013, cuando 20 millones de brasileños, en 353 ciudades del país, se lanzaron a las calles contra la represión policial y la desigualdad, bajo el último gobierno del Partido de los Trabajadores (PT).

La segunda cuestión es cómo podría un hipotético gobierno de Lula relanzar la economía, que bajo su mandato vivió un período de excepcionales precios de los commodities (soja, minerales y alimentos), que ahora se han hundido evaporando los anteriores superávits comerciales y los balances de cuentas de la federación.

¿Volver a 2003?

El gobierno inaugurado el 1 de enero de 2003 tuvo una fuerte base parlamentaria en la que, a lo largo de las dos presidencias de Lula, contó con más de 15 partidos a su favor. La habilidad política de Lula en un momento en el cual la sociedad pedía cambios en la aplicación de las recetas neoliberales privatizadoras, estuvo en la base de ese amplio respaldo parlamentario.

Era una base muy heterogénea, prendida con alfileres, ya que suponía entregar parcelas de poder a partidos esquivos y corruptos, como el Pmdb, de Temer. Esos barros trajeron lodos que fueron regados por la crisis económica de 2008, hasta convertir la gobernabilidad lulista en una ciénaga hedionda.

Pero lo principal del gobierno de Lula no giraba en torno a las alianzas parlamentarias, sino que se fundaba en un proyecto de largo aliento apoyado en un trípode que parecía sólido: alianza con la burguesía brasileña, desarrollo de un proyecto industrial-militar para garantizar la independencia de Estados Unidos, y una paz social asentada en políticas contra la pobreza que permitieron a 40 millones de brasileños su integración social a través del consumo.

La primera pata implicaba utilizar los cuantiosos fondos del banco estatal de desarrollo (BNDES) para seleccionar a las empresas que Lula llamó “campeonas nacionales” y lanzarlas al mercado mundial con la marca Brasil-potencia. Ellas fueron un puñado de firmas de la construcción (Camargo Correa, Odebrecht, OAS, Andrade Gutierrez, entre las más conocidas), procesadoras de alimentos (como JBS), algunas grandes del acero (Gerdau), además de la petrolera estatal Petrobras, que llegó a figurar entre las primeras del mundo.

La palanca estatal (y de los fondos de pensiones controlados por sindicatos) lubricó fusiones, capitalizaciones y obras públicas (en Brasil y sobre todo en Sudamérica) que permitieron el despegue de estas “campeonas”. Los cientos de obras de infraestructura de la región (siguiendo los lineamientos del COSIPLAN, ex IIRSA), fueron financiadas por el BNDES con la condición de que se contratara a empresas brasileñas para su ejecución.

La segunda pata implicaba una alianza con las fuerzas armadas, que se consolidó en 2008 con la publicación de la “Estrategia nacional de defensa” –que propuso la creación de una potente industria militar–, y los acuerdos con Francia, también en 2008, para la construcción de submarinos convencionales y nucleares. Se trataba de modernizar a las tres armas para defender a la Amazonia verde y la azul –o sea los cuantiosos yacimientos petrolíferos off shore descubiertos por Petrobras en la década de 2000.

Poco importaba que la estrategia de defensa fuera una reedición apenas maquillada de los ambiciosos planes expansionistas de los militares conservadores liderados por el geoestratega Golbery do Couto e Silva, implementados por la dictadura militar instaurada con el golpe de 1964.

La empresa seleccionada por el Ejecutivo para construir los astilleros donde se harían los submarinos fue Odebrecht, sin que mediara licitación alguna. Se propuso también que creara un área militar para desarrollar otros proyectos, que iban desde cohetes hasta aviones de combate, ya que la ex estatal Embraer se mostraba remisa a colaborar con algunos proyectos que implicaban la cooperación con la fuerza aérea rusa.

Un sociedad diferente

La tercera pata de la gobernabilidad lulista estaba lubricada por el plan Bolsa Familia, que llegaba a 50 millones de personas y fomentaba el consumo de los sectores populares. La pobreza cayó más aun que durante el período de Cardoso, pero las familias se endeudaron: en 2015 su endeudamiento con la banca consumía el 48 por ciento de sus ingresos, más del doble que en 2006.

La crisis hizo que buena parte de esas familias volvieran a caer en la pobreza, y la ilusión del consumo se desvaneció, dejando un reguero de resentimientos que fue aprovechado, inicialmente, por las derechas.

Percibiendo que la desigualdad seguía creciendo y que no tenían futuro en un país que se desindustrializaba para exportar soja, carne y minerales, millones de jóvenes se lanzaron a las calles en el invierno de 2013, en plena Copa de las Confederaciones que debía colocar al país en la vidriera exitosa de la globalización. La represión fue la única respuesta del PT, justificada con el peregrino argumento de que “le hacen el juego a la derecha”.

En los años siguientes quedó en evidencia que junio de 2013 no era apenas una despistada golondrina. En ese año se registró el récord de huelgas, superando incluso los guarismos de 1989 y 1990, cuando el movimiento obrero tuvo su pico de activismo, a la salida de la dictadura. Pero ahora eran las capas más pobres de los asalariados las que irrumpían en la vida colectiva, como los recogedores de basura de Rio de Janeiro, casi todos negros y favelados.

La pregunta del millón

¿Cómo podría Lula reconstruir un proyecto de gobierno cuando las tres patas que sostuvieron su anterior gestión se vinieron abajo? Las denuncias de corrupción despatarraron a sus “campeonas nacionales”, que se encuentran a la defensiva, en particular Odebrecht, que era, a la vez, el sostén de su proyecto industrial-militar. El daño infligido torna imposible que vuelva sobre sus pasos en ambos casos.

Pero lo más significativo es que la paz social que había conseguido con sus políticas sociales la han quebrado los beneficiarios de éstas al comprobar que aquello era insuficiente si no se atacaba la brutal concentración de riqueza en uno de los países más desiguales del mundo. El “milagro lulista” consistió en mejorar la situación de los pobres sin tocar los privilegios de los ricos. Apenas desvanecido, los de abajo salieron de sus barrios para comprobar la mala calidad de la educación y los servicios de salud, el pésimo transporte público y el racismo imperante en la sociedad que se revitalizaba apenas “invadían” espacios nuevos, como las salas de espera de los aeropuertos.

Al quiebre de las tres patas de la gobernabilidad petista habría que sumar otros tres hechos: la economía atraviesa su peor momento en un siglo, con tres años seguidos de recesión; no hay recursos para sostener una nueva onda de ascenso social de los más pobres, sumado al hecho de que las familias sufren un fuerte endeudamiento.

La tercera es la brutal polarización social. El racismo, que es una marca fundacional e institucional de Brasil, se ha intensificado hasta extremos inimaginables años atrás. Las principales víctimas son las mujeres y los jóvenes negros y, por lo tanto, pobres.

El lema de la campaña electoral de 2002, “Lula paz y amor”, sonaría como una burla grotesca en estos momentos. Ya no hay margen político para atender la pobreza sin realizar reformas estructurales. Gobernar para los de abajo supone, en las condiciones actuales, pelear contra los de arriba. ¿Será Lula capaz de tomar el camino de la lucha de clases, que no transitó ni siquiera cuando era sindicalista?

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Temer recompone las relaciones con Rusia

Por: Raul Zibechi

Aunque el cargo del presidente de Brasil, Michel Temer, pende de un delgado hilo, hay quienes sostienen que su visita a Moscú «podrá tener un amplio y profundo impacto estratégico en la geopolítica regional». Más allá de la agenda oficial, el Gobierno brasileño estaría pidiendo ayuda para evitar «la desestabilización de la región».

Eso sostiene el director de la página militar Defesanet.com.br, Nelson Düring, quien asegura que los objetivos del Gobierno no sólo consisten en «reconstruir el sector agropecuario brasileño», duramente golpeado por lo que denomina como «sabotaje del grupo JBS al complejo de la carne (bovino, porcino y aviar)».

Se refiere a la denuncia realizada por el primer ejecutivo de la compañía brasilera JBS, Joesley Batista, quien grabó una entrevista con el presidente donde se delinean los trazos de corrupción y que puede provocar la destitución de Temer por el Poder Judicial o el Parlamento. Rusia es importadora de carne brasileña y el Gobierno ha puesto los ojos en ese mercado para salir del atolladero.

Meses atrás hubo un retroceso importante en las relaciones bilaterales, cuando Brasil puso fin a las negociaciones para la compra del sistema de defensa antiaéreo Pantsir. Ahora, la página Defesanet informa que las Fuerzas Armadas del país latinoamericano contemplan la adquisición del sistema antiaéreo «S-300 o S-400 para la protección estratégica del área de Brasilia», capital del país

Según Düring, hubo dos hechos que descongelaron las relaciones ruso-brasileñas. El primero se relaciona con la participación de una delegación de ejecutivos y miembros del Gobierno de Rusia en LAAD 2017, la exposición de seguridad y defensa realizada del 4 al 7 de abril en Rio de Janeiro. Se trata de la mayor feria anual latinoamericana de defensa, en la que Rusia expuso «más de 350 modelos de armas y material bélico».

Poco después, el ministro de Defensa de Brasil, Raul Jungmann, visitó Moscú el 24 de abril, donde se entrevistó con su par ruso, Serguéi Shoigú, en el marco de la VI Conferencia Internacional de Seguridad de Moscú. Shoigú manifestó su aprecio por la disposición de Brasil «para retomar el diálogo bilateral, en todos los niveles, la cooperación mutuamente benéfica en varios campos, incluyendo la cooperación técnico-militar».

En segundo lugar, según Defesanet, los militares brasileños se mostraron muy satisfechos con el nombramiento de Alexandr Fomin como viceministro de Defensa de Rusia. Fomin es «muy conocido por los militares y miembros del Gobierno brasileño, pues estuvo entre 1994 y 2017 ligado a innumerables organizaciones dedicadas a la exportación de equipamientos de defensa de la Federación de Rusia», y fue también director de la cooperación técnica-militar.

Las extensas e intensas relaciones entre Fomin y las Fuerzas Armadas brasileñas podrían estar facilitando una nueva era en las relaciones bilaterales, a pesar de la tremenda inestabilidad política que caracteriza al debilitado Gobierno de Temer.

Pero los grandes medios brasileños han «desconsiderado y hasta ridiculizado» la visita de Temer a Putin, según Defesanet.

Según el diario conservador Folha de Sao Paulo, la agenda de Temer en Moscú fue de muy bajo perfil y estuvo centrada en mejorar el comercio bilateral que cayó un 45% desde 2011. El superávit comercial brasileño con Rusia cayó de 2.200 millones de dólares a sólo 300 millones, focalizado en el comercio de carne ya que Brasil domina el 60% de ese mercado.

Durante la visita, el primer ministro de Rusia, Dmitri Medvédev, propuso a Temer que el comercio bilateral se deje de hacer en dólares y se utilicen ambas monedas y señaló que las prioridades de Rusia están en las áreas de seguridad de la información, cooperación técnico-militar y espacial, mientras que Temer pidió inversiones en la áreas de energía, gas y petróleo.

Más aquí: Temer: las exportaciones e importaciones entre Rusia y Brasil crecen un 40%

Días antes del viaje presidencial, los integrantes de los Estados Mayores Conjuntos de Defensa de Brasil y Rusia firmaron, el 8 de junio en Brasilia, un acuerdo de cooperación naval, terrestre y aeronáutica.

Una nota divulgada por el Ministerio de Defensa de Brasil sostiene que se abordaron temas relacionados con la industria aeroespacial y de submarinos, la capacitación de militares brasileños en Rusia y la defensa cibernética. La delegación rusa enfatizó que «somos aliados estratégicos» y que la reunión es «un gran paso para el desarrollo de las relaciones bilaterales». Moscú ha mostrado interés en participar en el Centro de Lanzamiento de Alcántara, en el norte de Brasil.

Más allá de este viraje positivo en las relaciones bilaterales, hay un punto que no aparece directamente en las declaraciones y que es de suma importancia para las fuerzas armadas brasileñas y puede ser motivo de confluencia ente ambos Gobiernos: la preocupación por la creciente desestabilización que sufre Venezuela.

Además: Narcotraficantes queman ocho autobuses en vías de acceso a Río de Janeiro

Según el editorial de Düring, los uniformados brasileños temen que la crisis en ese país debilite el control de los arsenales de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. En Venezuela, se producen fusiles AK103 y habría cerca de 5.000 misiles Igla, de fabricación rusa.

«La preocupación de Brasil es que si una cantidad mínima (por ejemplo 5 o 10 misiles) cayeran en manos del narcotráfico, el poder de chantaje de las mafias sería desestabilizador para la región». Este tipo de preocupaciones, muy realistas, revelan por lo menos dos perfiles poco conocidos sobre los militares brasileños.

En primer lugar, su profunda desconfianza hacia las políticas de Washington, que desestabilizan Gobiernos y países sin medir consecuencias. Lo sucedido en Libia después de la intervención de la OTAN contra el Gobierno de Gadafi, por poner apenas un ejemplo, debe ser motivo de alerta para quienes se frotan las manos ante la ofensiva contra el Gobierno bolivariano.

La segunda cuestión es que los militares brasileños, formados en el nacionalismo, apelan a la capacidad del Gobierno ruso para evitar las posibles consecuencias de una eventual profundización de la crisis venezolana. La ‘estrategia del caos’ que aplica una y otra vez el Pentágono ha sido desastrosa para muchas regiones del mundo y quieren evitar que una situación de ese tipo se extienda en la región amazónica.

Entre los acuerdos firmados en Moscú, figura «el establecimiento de una agenda común en política externa, a ser defendida en foros como la ONU y los BRICS». La resolución de conflictos por medio de la ONU fue considerada «imperativa» en la declaración conjunta, lo que abarca no sólo los casos de Siria y Afganistán, sino que tiene idéntica validez para la región sudamericana.

Fuente:https://mundo.sputniknews.com/firmas/201706211070163745-rusia-brasil-visita-presidente/

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Internet. Se profundiza la dependencia latinoamericana de EE.UU.

Por: Raúl Zibechi

Ocho de los nueve cables submarinos que unen América del Sur con Europa pasan por EEUU. Algo muy grave porque, además, la ciudad brasileña Fortaleza está más cerca de la península Ibérica que de Miami. El noveno es un cable obsoleto y saturado, de modo que el 99% del tráfico de Internet desde Sudamérica es controlado desde Washington.

El dato fue proporcionado por la compañía española Eulalink cuando presentó el proyecto de cable submarino que comenzará a operar en 2018, uniendo Brasil con Sines (Portugal) y Madrid, sin pasar por Estados Unidos. El cable tendrá una gran capacidad, nada menos que 72 Tbps (terabits por segundo), siete veces más que la información que América Latina trasmite actualmente al resto del mundo.

Se trata de un pequeño e insuficiente paso, toda vez que la región presenta un panorama absurdo: un correo electrónico entre Santiago de Chile y Buenos Aires (dos ciudades separadas por 1.400 kilómetros), recorre más de 15.000 kilómetros, primero por el océano Pacífico para llegar a la costa de California, luego atraviesa EEUU hasta Miami y finalmente se hunde en el Atlántico hasta llegar a la capital argentina. En paralelo, la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile (Subtel) y la compañía Huawei de China, firmaron un acuerdo de pre-factibilidad técnica para el desarrollo de una conexión directa entre Asia y Chile a través de un cable de fibra óptica que unirá China con el país andino a través del Océano Pacífico.

Son pequeños avances en dirección a la independencia en materia de comunicaciones. Hace apenas cinco años la UNASUR había decidido construir un anillo de fibra óptica para permitir la interconexión directa de los países de la región. El objetivo era superar la eterna dependencia económica, política y cultural. Un país como Brasil, que pretende ser una potencia global emergente, vive una grave dependencia en las comunicaciones: el 46% de su tráfico internacional de Internet viene de fuera del país, y de esa cantidad el 90% hace una «parada» (pitstop) en Estados Unidos.

En cuanto a la región en su conjunto, el 80% del tráfico internacional de datos de América Latina pasa por Estados Unidos, el doble que Asia y cuatro veces el porcentaje de Europa. Esto hace que las comunicaciones sean más caras.

El entonces ministro de Industria y Energía de Uruguay, Roberto Kreimerman, señaló luego de la cumbre de UNASUR en Asunción, en 2011, que hay varias razones por las cuales se tomó una decisión de construir el anillo sudamericano: «Los costos actuales son muy elevados ya que en el conjunto de la región lo que se paga a los propietarios de los cables submarinos y las conexiones con los países desarrollados suponen entre el 30 y el 50% del precio final».

La otra razón de peso hace referencia a la soberanía nacional, algo que quedó en evidencia cuando las agencias estadounidenses controlaban las comunicaciones de la presidenta Dilma Rousseff, lo que provocó una crisis diplomática entre ambos países.

El proyecto inicial de UNASUR pasaba por un relevamiento y mapeo de todas las redes existentes en cada uno de los países. Luego se establecieron tres etapas: la conexión de los puntos físicos ubicados en las fronteras, como Argentina, Paraguay, Venezuela Bolivia y Uruguay, y en la siguiente etapa las empresas estatales de comunicaciones, como Telebras de Brasil y Arsat de Argentina, y también las privadas, realizarían el tendido de sus redes. Estaba previsto que el anillo de fibra óptica tuviera una extensión de 10.000 kilómetros y fuera gestionado por las empresas estatales de cada país para que las comunicaciones sean más seguras y baratas. La conexión directa aumentaría la velocidad de conexión entre un 20 y un 30% y sus costos serían menores.

El proyecto implicaba la instalación de varios cables submarinos. Uno de ellos entre Brasil y Estados Unidos, que permite también la conexión con Colombia y Venezuela. Un segundo cable se proponía unir el continente directamente con Europa pasando por Cabo Verde, y un tercero unirá Fortaleza (norte de Brasil) con Angola (África) con una derivación hacia Argentina y Uruguay. La empresa encargada de la construcción de buena parte del anillo óptico era la estatal Eletrobrás y la financiación estaba a cargo del banco de desarrollo BNDES.

Todo esto ha quedado paralizado con la crisis política y los cambios de gobiernos que afectan a los principales países de la región, en particular a Brasil, el país que propuso y diseñó los nuevos tendidos de cables de Internet.

Ahora los pasos que se siguen no son ya de carácter regional sino bilateral, como el caso de Brasil con España y de Chile con China. El gobierno de Michelle Bachelet destacó la importancia que el proyectado puente de comunicación directa entre Asia y Latinoamérica tendrá de cara al desarrollo futuro de las telecomunicaciones en la zona. En 2015 la UNASUR y la Corporación Andina de Fomento llegaron a un acuerdo para construir una «Red de Conectividad Suramericana para la Integración» con una inversión de un millón y medio de dólares. El entonces secretario general de UNASUR, Ernesto Samper, recordó que la velocidad de internet en América del Sur es ocho veces más lenta que la de otros países del mundo, lo que supone una traba para el desarrollo.

Samper también aseguró que la red de conectividad ampliará la seguridad y defensa de la región en el área cibernética. «No es un asunto sobre seguridad física, que afecte a las personas a través de un enfrentamiento armado, ni de cuánto se equipan militarmente los países para defenderse unos de otros; sino de otro tipo de defensa colectiva, como la ciberdefensa», dijo Samper.

Sin embargo, en los dos últimos años no hubo ningún avance consistente en esa dirección. Habrá que esperar que la región supere la crisis política y el viraje conservador, para que se retomen los proyectos que prometían ingresar en una era de independencia en las telecomunicaciones.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=227948&titular=se-profundiza-la-dependencia-latinoamericana-de-ee.uu.-

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Brasil: Salvo el poder, todo es ilusión

Por:  Raúl Zibechi

José Batista Sobrinho comenzó a trabajar a los 15 años. Dejó la escuela en el cuarto grado. Cuando terminó el servicio militar se dedicó a faenar vacunos vendiendo a carnicerías de la ciudad de Anápolis, de unos 50 mil habitantes, en el estado de Goiânia (Brasil). Cuando el presidente Juscelino Kubitschek, década de 1950, decidió construir Brasilia, Zé Mineiro (su apodo), se trasladó a la futura capital para instalar un matadero donde faenaba 25 vacas diarias.

Medio siglo después, en 2007, JBS (iniciales de José Batista Sobrinho) era uno de los mayores frigoríficos del mundo. Tanto que compró el frigorífico estadunidense Swift por mil 400 millones de dólares. La gigantesca operación pudo realizarse gracias a que el banco estatal BNDES capitalizó JBS al adquirir 14 por ciento de las acciones para que una de las campeonas nacionales (son palabras de Lula), tuviera acceso al mercado estadunidense.

En la fusión de los frigoríficos JBS y Bertín, en setiembre de 2009, otro paso delante de la empresa, el BNDES invirtió 4 mil 700 millones de dólares para hacerla posible. El banco estatal llegó a tener una participación de 22.4 por ciento en JBS, a instancias del gobierno federal.

Todos los hijos de Zé Mineiro abandonaron sus estudios para dedicar todo su tiempo al negocio familiar. Nuestro conocimiento no es académico, aprendimos de la vida, dijo Wesley a la revista Forbes. Junto a los otros dos hermanos, José y Joesley, aquel matadero familiar se convirtió en una enorme multinacional: está presente en 110 países, tiene 200 mil empleados, 150 plantas y factura más de 50 mil millones de dólares. En Estados Unidos, el mayor mercado de carne vacuna del mundo, JBS era responsable en 2011 de 22 por ciento de la oferta.

Joesley figura entre las 70 personas más ricas del mundo, según Forbes. Bajo los dos gobiernos de Lula (2003-2010), el Grupo J&F que controla JBS, creció de modo exponencial, multiplicando por más de diez su facturación. El grupo fue uno de los principales beneficiarios de la política de Lula de seleccionar grandes empresas para insuflarles dinero público y convertirlas en grandes multinacionales.

Era una de las piezas maestras de proyecto Brasil Potencia del Partido de los Trabajadores. Las otras son más conocidas: Odebrecht, Camargo Correa, OAS y un puñado más.

Henrique Meirelles, nombrado director del Banco Central por Lula, se mantuvo ocho años al frente de la institución. Al dejar Lula la presidencia, Meirelles fue nombrado presidente del consejo de administración de J&F, lugar que ocupó hasta 2016, con el objetivo de crear estructuras de gobernanza en la compañía para prepararla para salir a bolsa (goo.gl/R0RThD). Cuando Dilma Rousseff fue destituida, el 31 de agosto de 2016, Meirelles pasó a ocupar el cargo de ministro de Hacienda del gobierno de Michel Temer.

Joesley Batista decidió grabar y denunciar a Temer como parte de su estrategia de negocios. Según análisis del diario económico Valor, decidió rifar Brasil para mudar sus negocios a Estados Unidos, donde la empresa ya posee 80 por ciento de sus operaciones: 56 fábricas procesadoras de carne y la mitad de su operativa mundial ya están en ese país.

Para garantizar la ejecución de su plan, la empresa y sus controladores necesitaban llegar a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el poderoso DoJ (goo.gl/xhOohg). En diciembre la empresa realizó una IPO (oferta pública inicial) en la Bolsa de Nueva York como parte de un amplio proceso de reorganización que llevará al grupo a dejar de ser brasileño, afirma el diario brasileño Valor.

El artículo finaliza con una frase que resume la lógica empresarial: Los Batista actuaron rápido, eligiendo el camino opuesto al de la familia Odebrecht, que vio sus negocios hundirse mientras rechazaba colaborar con las investigaciones. Falta agregar que horas antes de la difusión de la grabación, que hundió a Temer, los Batista compraron millones de dólares, previendo que la divisa sufriría una fuerte devaluación. Ganaron dos veces.

Hasta aquí la historia contada telegráficamente. Una historia que liga a cuatro personajes que lucharon, ardua y exitosamente, por el poder.

La familia Batista hizo lo que saben hacer los empresarios capitalistas, las aves de rapiña como las definía Fernand Braudel. JBS creció bajo el ala del desarrollismo brasileño y se benefició como pocas de la política de las campeonas nacionales de Lula. Miles de millones de dólares del Estado para convertirla en lo que hoy son: rapaces sin límites, capaces de morder la mano (estatal) que les dio de comer.

Meirelles es un ejecutivo de carrera del sector financiero global, trabajó 28 años en el Banco de Boston, de los cuales 12 años se desempeñó como presidente del banco en Brasil y luego estuvo tres años como presidente del Banco de Boston mundial. En Estados Unidos se lo consideraba muy cercano al presidente Bill Clinton. De ahí pasó al gobierno de Lula, quien le tenía gran estima.

Temer es el típico político brasileño, mediocre y ambicioso. Hizo carrera en el centrista PMDB y fue ascendiendo hasta que Lula y Dilma lo eligieron como candidato a la vicepresidencia en dos ocasiones, en las elecciones de 2010 y las de 2014. Esperó su momento para dar el salto y, cuando lo consiguió, cayó al vacío. En unos años pocos lo recordarán.

El cuarto es Lula. En vistas de la crisis en curso, acelera el paso para retornar a la presidencia. Puede lograrlo. Si lo consigue, gobernará un país destrozado, no tendrá la mayoría parlamentaria que consiguió tejer en 2003, deberá lidiar con una sociedad dividida y enfrentada, y afrontará un escenario global desfavorable. Cualquier persona sensata le aconsejaría desistir, ya que las posibilidades de éxito son mínimas.

La obsesión por el poder, que reúne estas cuatro biografías que en la última década se entrecruzaron, es parte indivisible de la lógica capitalista. Aunque en muchos casos, como quien fraguó la frase del título (Abimael Guzmán, Sendero Luminoso), tuvieran un discurso opuesto.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/05/26/opinion/017a2pol

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