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Insurrecciones silenciosas

Por: Raúl Zibechi

Los grandes  cambios comienzan siempre por pequeños movimientos invisibles para los analistas de arriba y para los grandes medios, como señala uno de los comunicados del zapatismo. Antes de que miles de personas ocupen las grandes alamedas suceden procesos subterráneos, donde los oprimidos ensayan los levantamientos que luego hacen visibles en los eventos masivos que la academia denomina movimientos sociales.

Esos cambios suceden en la vida cotidiana, son producidos por grupos de personas que tienen relaciones directas entre ellas, no son fáciles de detectar y nunca sabemos si se convertirán en acciones masivas. Sin embargo, pese a las dificultades, es posible intuir que algo está cambiando si aguzamos los sentidos.

Algo de esto parece estar sucediendo en países de América Latina. Un compañero brasileño consideró, durante un encuentro de geógrafos con movimientos sociales (Simposio Internacional de Geografía Agraria- SINGA), que en este país estamos ante una insurrección silenciosa. La intuición se basa en hechos reales. En el seno de movimientos sociales y en los espacios más pobres de la sociedad, las mujeres y los jóvenes, están protagonizando cambios, se están desplazando del lugar asignado por el Estado y el mercado.

Los verdaderos movimientos son aquellos que modifican el lugar de las personas en el mundo, cuando se mueven en colectivos y rasgan los tejidos de la dominación. En este punto, debe consignarse que no hay una relación directa o mecánica de causa-efecto, ya que en las relaciones humanas las predicciones no son posibles por la complejidad que contienen y por la interacción de una multiplicidad de sujetos.

En los últimos años pude observar esta tendencia de cambios silenciosos en el interior de varios movimientos. Entre los indígenas del sur de Colombia, grupos de jóvenes nasa y misak re-emprenden la lucha por la tierra que había sido paralizada por las direcciones, focalizadas en la ampliación de las relaciones con el Estado que les proporciona abundantes recursos. Algo similar parece estar sucediendo en el sur de Chile, donde una nueva generación mapuche enfrenta la represión estatal con renovadas fuerzas.

Entre los movimientos campesinos consolidados, donde existen potentes estructuras de dirección, mujeres y jóvenes están emprendiendo debates y propuestas de nuevo tipo, que incluyen la movilización y organización de las personas que se definen LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales).

Observamos también un creciente activismo en el seno de los movimientos tradicionales de militantes negros que construyen quilombos y palenques, incluso en las universidades, como puede apreciarse en las academias brasileñas y colombianas donde abren espacios propios.

Durante la escuelita nos explicaron que la mitad de los zapatistas tienen menos de 20 años, algo que pudimos apreciar. La participación de las mujeres jóvenes es notable. Quienes participaron en los encuentros de arte y ciencia convocados por el EZLN enfatizan esta realidad. En otros movimientos aparece la organización de niños y niñas con asambleas que excluyen a sus mayores.

Qué reflexiones podemos realizar sobre esta insurrección silenciosa, que abarca a toda la sociedad y de modo particular a los movimientos antisistémicos. Sin pretender agotar un debate incipiente, propongo tres consideraciones.

La primera es que las insurgencias en curso de las mujeres, de los pueblos negros e indígenas y de los jóvenes de todos los sectores populares, están impactando en el interior de los movimientos. Por un lado, están produciendo un necesario recambio generacional sin desplazar a los fundadores. Por otro, ese recambio va acompañado de modos de hacer y de expresarse que tienden a modificar la acción política hacia direcciones que, por lo menos quien escribe estas líneas, no es capaz de definir con claridad.

La segunda es de carácter cualitativo, estrechamente relacionada con la anterior. La irrupción juvenil/femenina es portadora de preguntas y culturas elaboradas en el interior de los movimientos, con sus propias características. Las mujeres de abajo, por ejemplo, no enarbolan el discurso feminista clásico, ni el de la igualdad ni el de la diferencia, sino algo nuevo que no me atrevo a conceptualizar, aunque hay quienes mencionan feminismos comunitarios, negros, indígenas y populares.

El deseo de los jóvenes zapatistas por mostrar sus músicas y danzas, es algo más que una cuestión artística, del mismo modo que sus preguntas sobre la ciencia. En algunos casos, como el mapuche o el nasa, se pueden observar cambios que, desde fuera, podemos valorar como una radicalización que no se focaliza sólo en las formas de acción política, sino también en la recuperación de tradiciones de lucha que habían sido casi abandonadas por sus mayores.

La tercera, y quizá la más importante, es que la irrupción de los abajos jóvenes y mujeres va perfilando otra concepción de revolución, que se aparta de la tradicional teoría de la revolución de cuño leninista. Aquí aparece otra cuestión: ¿cómo se hace política en clave quilombo/palenque? ¿Cómo es la política en clave mujer? No me refiero a la participación de las mujeres y los jóvenes de abajo en las estructuras ya existentes.

Las respuestas las darán los propios pueblos, que están abriendo caminos nuevos, aunque el analista de arriba siempre tiende a verlos con ojos y conceptos del pasado. Se trata de construir, más que de ocupar las instituciones existentes. Se van creando mundos nuevos o sociedades nuevas, si se quieren nombrar con los conceptos de antes: poderes propios, justicia propia en base, muchas veces, a tradiciones y en otras al sentido común de los pueblos; salud, educación y maneras de ocupar el espacio en base a lógicas no capitalistas.

El mundo, nuestro mundo, está cambiando de manera acelerada. Rechazar esos cambios, sería tanto como anular la capacidad transformadora que está enterrando el capitalismo y levantando un mundo nuevo sobre sus escombros.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/11/10/opinion/020a1pol

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Patriarcado, Madre Tierra y feminismos

Por: Raúl Zibechi

Cuidar  el medio ambiente o la Madre Tierra es cosa de mujeres, según un reciente estudio de la revista de divulgación Scientific American publicado a fines de diciembre, donde se destaca que las mujeres han superado a los hombres en el campo de la acción ambiental; en todos los grupos de edad y países (goo.gl/yW6U3v).

El artículo titulado Los hombres resisten el comportamiento verde como poco masculino, llega a esa conclusión luego de haber realizado una amplia encuesta entre 2 mil hombres y mujeres estadunidenses y chinos. El estudio afirma que para los varones actitudes tan elementales como utilizar bolsas de lona para hacer las compras en vez de las de plástico es considerado poco masculino.

El trabajo está enfocado en el marketing, con el objetivo de conseguir que los varones se sientan masculinos aún comprando artículos verdes, con lo que llega a conclusiones penosas como que los hombres que se sienten seguros en su hombría se sienten más cómodos comprando verde.

Sin embargo, consigue rastrear algunos comportamientos que permiten ir algo más allá, en el sentido de comprender cómo el patriarcado es una de las principales causas del deterioro ambiental del planeta. Donald Trump no es una excepción, al negar el cambio climático y alentar actitudes destructivas, desde las guerras hasta el consumismo.

Propongo tres miradas que pueden ser complementarias y que afectan al mundo de los varones, no para que adoptemos actitudes políticamente correctas (con sus dosis de cinismo y doble discurso), sino para aportar al proceso de emancipación colectiva de los pueblos.

La primera se relaciona con el capitalismo de guerra o acumulación por despojo/cuarta guerra mundial que sufrimos actualmente. Este viraje del sistema, que se ha acelerado en la última década, no sólo provoca más guerras y violencias sino un profundo cambio cultural: la proliferación de los machos alfa, desde los mandamases de los grandes y poderosos estados, hasta los machos altaneros de las barriadas que pretenden marcar sus territorios y, por supuesto, a sus dominados y, sobre todo, dominadas.

Sacar músculo geopolítico permite posicionarse en este periodo de decadencia del imperio hegemónico. Que se complementa con la aparición de infinidad de machitos alfa en los territorios de los sectores populares, donde narcos y paramilitares pretenden sustituir al cura, al comisario y al padre de familiaen el control de la vida cotidiana de los de abajo.

La segunda mirada viene insinuada en el estudio citado, cuando concluye que las mujeres tienden a vivir un estilo de vida más ecológico, ya que desperdician menos, reciclan más y dejan una huella de carbono más pequeña (goo.gl/yW6U3v).

Esto se relaciona directamente con la reproducción, que es el punto ciego de las revoluciones, empeñadas en un productivismo a ultranza para, supuestamente, sobrepasar a los países capitalistas. La producción fabril y el obrero industrial han sido piezas centrales en la construcción del mundo nuevo, desde Marx en adelante. En paralelo, la reproducción y el papel de las mujeres han sido siempre desconsiderados.

No podemos combatir el capitalismo ni el patriarcado, ni cuidar del medio ambiente ni de nuestros hijos e hijas, sin instalarnos en la reproducción que es, precisamente, el cuidado de la vida. Entiendo que la reproducción puede ser también cuestión de varones, pero eso requiere una política explícita en esa dirección, como señalan las comandantas que convocan el encuentro de mujeres en el caracol Morelia.

Como dice el comunicado de convocatoria del Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de las Mujeres que Luchan, los varones zapatistas se encargarán de la cocina y de limpiar y de lo que se necesite (goo.gl/MeFoUU).

¿Acaso esas tareas son menos revolucionarias que estar parado en un templete bajando línea (como decimos en el sur)? Nos dan menos visibilidad, pero son las tareas oscuras que hacen posible las grandes acciones. Para involucrarnos en la reproducción, los varones necesitamos un fuerte ejercicio para limitar nuestro ego, más aún si se trata de un ego revolucionario.

La tercera es quizá la más importante: ¿qué podemos aprender los varones heterosexuales y de izquierda de los movimientos feministas y de mujeres?

Lo primero sería reconocer que las mujeres avanzaron mucho más que nosotros en las últimas décadas. O sea, ser un poco más humildes, escuchar, preguntar, aprender a hacernos a un lado, a guardar silencio para que se escuchen otras voces. Una de las cuestiones que podemos aprender es cómo ellas se han puesto de pie sin vanguardias ni aparatos jerárquicos, sin comités centrales y sin necesidad de ocupar el gobierno estatal.

¿Cómo lo hicieron? Pues organizándose entre ellas, entre iguales. Trabajando al patriarca interior: al padre, al dirigente bien hablado, al caudillo. Esto es bien interesante, porque las mujeres que luchan no están reproduciendo los mismos roles que combaten, ya que no se trata de sustituir un opresor por una opresora, ni un opresor de derecha por un opresor de izquierda. Por eso digo que avanzaron mucho.

La segunda cuestión que podemos aprender es que la política, en grande, en escenarios bien iluminados y mediáticos, con programas, estrategias y discursos grandilocuentes, no es más que la reproducción del sistema dominante. Ellas han politizado la vida cotidiana, el cocinar, la cocina, el cuidar a los hijos e hijas, las artes de tejer y de sanar, entre tantas otras. Creer que todo esto es poco importante, que existen jerarquías entre unas y otras dimensiones, es similar a seguir buscando machos alfa que nos emancipen.

Seguramente hay muchas otras cuestiones que podemos aprender de los movimientos de mujeres, que ignoro o que aún debemos descubrir. Lo que importa no es tener la respuesta ya preparada, sino tallarnos en sencillez y humildad para aprender de este maravilloso movimiento de mujeres que está cambiando el mundo.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=236260

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Honduras, Perú, Chile: descomposición democrática

Por: Raúl Zibechi

En las últimas  semanas asistimos a la escenificación de la deslegitimación de las democracias electorales en América Latina. Me refiero al fraude electoral contra la oposición en Honduras, al irresistible ascenso del fujimorismo que está a punto de desplazar al presidente electo con un golpe parlamentario y al retorno del empresario derechista Sebastián Piñera a la presidencia en Chile. En los tres casos parece evidente que el sistema democrático no sirve a los intereses de los sectores populares.

En Honduras se produjo un doble fraude. En 2009 se había dado un golpe institucional contra el presidente Manuel Zelaya porque pretendía postularse a la relección que está expresamente prohibida por la Constitución. Sin embargo, en 2015 la Corte Suprema de Justicia falló de manera unánime señalando la inaplicabilidad del artículo 239 que prohíbe la relección. O sea, la misma Corte que destituyó a Zelaya, violó la Constitución para hacer lo contrario.

Días atrás, hasta la OEA de Luis Almagro se pronunció por repetir unas elecciones que a todas luces fueron irregulares, aunque el Tribunal Supremo Electoral parece haber zanjado la cuestión en favor del presidente Juan Orlando Hernández. Nada indica que el corrupto poder hondureño, que provocó el asesinato de Berta Cáceres y de otras 123 personas asesinadas desde 2010 por oponerse a proyectos de represas, vaya a retroceder. Ni que la OEA sea tan beligerante en este caso como lo está siendo con Venezuela.

En Perú el Parlamento con mayoría absoluta fujimorista está al borde de un golpe parlamentario para destituir al presidente Pedro Pablo Kuczynski, economista y empresario neoliberal. La justicia lo acusa de haber favorecido a la brasileña Odebrecht en 2006 cuando era el primer ministro de Alejandro Toledo. Lo que indigna es que sea el partido de Keiko Fujimori, que cobija a los genocidas y corruptos del régimen de su padre, Alberto, preso que será puesto en libertad si ganan la Presidencia, quien esté al frente del ataque al actual gobierno.

El fujimorismo busca hacerse con el control del Tribunal Constitucional y de la Fiscalía de la Nación, a cuyos miembros acusa de presunto lavado de activos del narcotráfico. El control del Parlamento puede terminar por ahogar todas las instituciones del país, entre ellas la Corte Suprema, para evitar que la justicia siga adelante con el caso Lava-Jato que implica a los Fujimori. En tanto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado peruano suspender el proceso contra miembros del Tribunal Constitucional (goo.gl/V6gkfm).

Llama la atención que las izquierdas no denuncien golpe cuando el proceso contra Kuczynski tiene rasgos similares a la destitución de Dilma Rousseff en Brasil. Parte de la izquierda peruana (el Frente Amplio de Marco Arana) está empujando el mismo carro que el fujimorismo, seguramente por cálculos electoralistas.

En Chile, Piñera ganó la Presidencia con poco más de 25 por ciento de los votos, ya que más de la mitad de los habilitados decidieron no concurrir a las urnas. No es la primera vez que esto sucede. Desde que la votación no es obligatoria, el porcentaje de votantes cayó abruptamente. En la segunda vuelta la abstención fue apenas menor que en la primera, porque el electorado decidió que entre el candidato oficialista (Alejandro Guillier) y el millonario neoliberal hay poca diferencia.

Algunos analistas progresistas sostienen que no votar es un síntoma de despolitización. No dicen que la ley antiterrorista ha sido y es aplicada en Chile por los gobiernos progresistas de Bachelet contra el pueblo mapuche, pese a que incluso órganos de las Naciones Unidas se han pronunciado en contra de su aplicación en el conflicto de la Araucanía.

La reforma educativa a la que se comprometió el segundo gobierno de Bachelet (2014-2018) es otra promesa incumplida que recibió duras críticas del movimiento estudiantil porque no considera la educación como un derecho social, no termina con el sistema de créditos con garantía estatal, no pone fin al lucro y no da plazos explícitos para la gratuidad (goo.gl/EiJfie). Ni qué hablar de las AFAP, sistema privado de pensiones que se mantiene en pie desde la dictadura de Pinochet (1973-1990).

Estos tres casos merecen algunas consideraciones sobre la democracia electoral y las estrategias de quienes queremos cambiar las cosas.

La primera es la inconsistencia de las llamadas instituciones democráticas y también de las organizaciones internacionales como la OEA, que aplican un doble rasero desvergonzado. El Poder Judicial y el Parlamento (que deberían velar por los derechos y representar a la población, respectivamente), se han convertido en instituciones decorativas que son manejadas por los poderes económicos y las mafias (como el fujimorismo y las élites hondureñas) según sus propios intereses.

La segunda es que estamos viviendo tiempos de turbulencia global que llevan a los poderosos a quitarse las máscaras, siendo la careta democrática la primera en caer para dejar paso al gesto adusto de la fuerza bruta. Esto sucede en todo el mundo, empezando por las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China. Ni qué hablar de países como los nuestros, donde los Estados-nación conservan un nítido sello colonial.

La tercera es qué hacemos ante esta realidad. No propongo ignorar los escenarios electorales, sino definir una estrategia que los coloque en su justo lugar. El primer paso de cualquier estrategia en el escenario actual es consolidar las organizaciones, territorios y espacios de los sectores populares. Eso quiere decir: apuntar hacia educación propia, salud propia, justicia propia y poder propio. No depender de los Estados, ni de las instituciones internacionales. Construir organizaciones sólidas y flexibles capaces de navegar en las tormentas.

Si lo anterior funciona, podemos pensar en el calendario electoral y dedicarle algunas fuerzas. Sin desarmar los mundos propios, naturalmente.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/12/22/opinion/020a2pol

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Modernizar la economía y conjurar la guerra, desafíos del Congreso del PC chino

China ya no es sólo la fábrica del mundo, un modelo de producción masiva de mercancías a precios bajos, que se agotó con la crisis de 2008.

Por: Raúl Zibechi

La dirección del Partido Comunista de China (PCCh) puede estar satisfecha con los logros obtenidos desde el 18º Congreso celebrado en 2012, que eligió la nueva dirección encabezada por Xi Jinping. Tanto en el plano interno como en el internacional, los logros han sido impresionantes.

En este período China se erigió como la segunda economía del mundo y la primera si se mide por la paridad de poder adquisitivo, y siguió creciendo pese a las consecuencias de la crisis mundial de 2008. Entre 2013 y 2016 el PIB creció un promedio del 7,2% anual, casi el triple del crecimiento promedio del mundo (de 2,6%). Representa el 15% de la economía mundial, tres puntos más que en 2012.

Los gastos en investigación y desarrollo crecieron desde 2012 un 52,2% y las solicitudes de patentes lo hicieron un 69%. Datos que indican que la economía basada en la innovación se convirtió en uno de los motores del crecimiento desde el 18º Congreso. La renta per cápita tuvo un incremento anual superior al 7% y la pobreza se redujo a menos de la mitad.

En el terreno internacional la presencia de China se ha afianzado en todo el mundo. La propuesta de Un Cinturón Una Ruta que incluye grandes obras de infraestructura en 60 países para conectar China con Europa atravesando Eurasia, está cosechando éxitos destacados pese a las dificultades que aún debe superar. La internacionalización del yuan avanza, mientras China ha establecido alianzas estratégicas con destacados países, siendo la más importante la que alcanzó con Rusia.

La modernización de sus fuerzas armadas, uno de los empeños de la actual dirección, se materializa a un ritmo sorprendente en tiempos de paz. China ya ha botado dos portaviones, está construyendo el tercero y tiene planificados hasta diez cuando se cumplan los cien años del triunfo de la revolución encabezada por Mao Tse Tung en 2049.

En los últimos años se están produciendo cambios de orientación. China ya no es sólo la fábrica del mundo, un modelo de producción masiva de mercancías a precios bajos, que se agotó con la crisis de 2008. Comenzó a promover el crecimiento basado en la innovación, con amplio destaque de la inteligencia artificial, atención a servicios de calidad y al mercado interno, con el objetivo de construir una sociedad moderna, desarrollada y acomodada, como señala Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China.

El 19º Congreso que comienza el 18 de octubre contará con la participación de 2.300 delegados que representan a los más de 88 millones de miembros del Partido. No será uno más. Según la agencia estatal Xinhua, el Congreso «se celebrará en un momento en el que China se está esforzando por lograr una sociedad modestamente acomodada en todos los ámbitos y que constituye un momento crítico en el desarrollo del socialismo con características chinas».

La dirección señala que China está ante «cambios históricos» y se ha fijado el año 2020 para completar «la erradicación de la pobreza» que aún afecta a millones de personas. Para eso es necesario sacar a más de 10 millones de personas de la pobreza cada año, en particular en las zonas rurales.

Desde el anterior Congreso, China se ha empeñado en combatir la corrupción, como parte de los esfuerzos por la modernización y la eficiencia. En este empeño se ha destacado especialmente la gestión de Xi, que dirigió la campaña anticorrupción que ha castigado a dos millones de miembros del Partido, incluyendo cuadros superiores, lo que ha elevado el prestigio de la actual dirección.

Pero la cuestión clave es la profesionalización de los cuadros dirigentes y la renovación generacional. Según un informe de Global Times, para este Congreso la edad promedio de los delegados ha bajado, pero aún se mantiene por encima de los 50 años. El 53,7% de los delegados tienen una maestría y el 31% poseen una licenciatura. En todo caso, se considera que los miembros jóvenes del partido son la «clave de la innovación».

Un reciente editorial de Global Times destaca que China ha logrado, simultáneamente, «equilibrar la creación de fuerza nacional y la mejora de los medios de vida y la protección ambiental de la población». De ese modo, concluye el diario oficialista, «las diversas teorías del ‘colapso de China’ se han desmoronado».

Encaminada la situación con el viraje de la economía hacia la innovación y el mercado interno, una gestión más transparente y una ostensible mejora de los indicadores sociales, un aspecto central de la política de China está focalizada en el área internacional. En este punto aparecen dos cuestiones decisivas: la renovación de los mandos de las fuerzas armadas, que va de la mano de su modernización, y las relaciones con EEUU.

Los cambios en el Ejército Popular de Liberación (EPL) no pueden restringirse al armamento. La reestructuración supone el ascenso de oficiales más jóvenes y el establecimiento de un «mando conjunto» y colegiado que pasa por una fuerte renovación de la cúpula militar. Al parecer, el 90% de los 300 delegados militares al Congreso asistirán por primera vez al evento, mientras sólo el 17% de los que fueron elegidos en el anterior van a retener sus cargos.

Es evidente que la dirección china apuesta a un ascenso pacífico pero, en simultáneo, se prepara para la guerra. La próxima etapa del desarrollo de las fuerzas armadas consiste en «fortalecer la informatización y la sistematización, y continuar desarrollando armas de ataque», según destacados mandos del EPL. En suma, profundizar lo que ha venido haciendo desde que Xi Jinping está al frente del Estado y del partido.

La historia de las transiciones hegemónicas indica que ninguna nación abandona su lugar de privilegio de forma pacífica. Así sucedió con la dominación [romana,] española y portuguesa, luego con la británica y ahora con la estadounidense. China tiende su mano a EEUU, sabiendo que ambas economías se complementan. Desea una transición pacífica hacia la inminente e imparable hegemonía china que, empero, deberá recorrer aún un largo camino. Pero se prepara, como mínimo, para mantener en alto su soberanía como nación.

http://mundo.sputniknews.com/

Texto completo en: https://www.lahaine.org/modernizar-la-economia-y-conjurar

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México: Naturaleza y sociedad; terremotos y clases

Por: Raul Zibechi

La peor cara la pusieron las autoridades estatales. Se apropiaron de las donaciones en los centros de acopio y las repartieron con sellos del gobierno y del PRI, a la vez que utilizaron a los militares para expulsar a los voluntarios de cada edificio colapsado

Los llamados «eventos naturales», como los huracanes, los sismos, las erupciones volcánicas, las tormentas y las inundaciones, rompen por un lado la normalidad social al rasgar la continuidad de la vida cotidiana y, por otro, tienen la enorme virtud de dejar al descubierto las características profundas de una sociedad, al enseñar sus grietas, pero también sus fortalezas.

Las últimas semanas han sido, en ese sentido, prodigiosas en la región del Caribe y en México: tres huracanes devastadores y una serie de sismos en el sur y centro de México. Una rápida mirada sobre estos fenómenos que vaya más allá de la enumeración de daños, nos muestra el tipo de sociedades que existen, pero también cómo reaccionan los diferentes estados y dentro de ellos las diversas actitudes de las clases sociales.

En el Caribe, por ejemplo, los huracanes dejan similares daños materiales pero los costos humanos son muy diferentes en cada país. El huracán Flora en 1963 dejó en la isla de Cuba nada menos de 1.200 muertos. A partir de ese año, la Defensa Civil juega un papel importante en la prevención de daños humanos y materiales ente los huracanes, al punto que desde el año 2000, los 17 huracanes dejaron «solo» 52 muertos mientras en Estados Unidos y en otras islas se produjeron miles de víctimas mortales.

La cultura de la solidaridad imperante en Cuba juega un papel muy importante en la prevención y los cuidado ante los posibles daños. Como ejemplo, el 77% de los evacuados se alojan en casas de familias solidarias y solo una minoría acude a albergues estatales, opción que nunca es la mejor para los que deben abandonar sus casas.

Fuente: http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/2017-10-01/hemeroteca_articles/naturaleza-y-sociedad-terremotos-y-clases?slug=naturaleza-y-sociedad-terremotos-y-clases

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La extrema derecha militarista puede ser Gobierno en Brasil

La pregunta es por qué un político de extrema derecha que defiende posiciones fascistas tiene tamaña popularidad

Por: Raul Zibechi

El diputado y exmilitar Jair Bolsonaro dedicó su voto a favor de la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, al «coronel Ustra», uno de los más destacados torturadores durante la dictadura militar de Brasil (1964-1985), que había torturado también a Dilma.

Bolsonaro es uno de los políticos más populares de Brasil. Tiene el 20% de las intenciones de voto para las elecciones de 2018, detrás sólo de Lula, pero delante de los demás candidatos de todos los colores. No sólo defiende la dictadura militar, sino que considera la tortura como una práctica legítima, defiende la pena de muerte y rechaza las cuotas para afrobrasileños en las universidades, ataca a los homosexuales y es contrario al matrimonio igualitario.

Es diputado desde 1991 y en 2014 fue reelecto como el más votado de Río de Janeiro con casi medio millón de votos. Como militar participó en un grupo de artillería de campaña y, como paracaidista, defiende desde entonces aumentos de salarios para los militares y sostiene que la crisis brasileña sólo puede resolverse con mano dura.

Se presenta como el candidato ‘antiestablishment’, que recoge tanto los votos de quienes rechazan a la izquierda como los que desconfían de la derecha. No realiza alianzas con los políticos ‘tradicionales’, pero se presenta por el Partido Ecológico Nacional (una de las siglas más recientes del escenario electoral), luego de haber integrado seis formaciones políticas.

En su blog de campaña defiende un mayor rigor disciplinario en las escuelas, la reducción de la edad penal, el armamento de los ciudadanos para proteger sus propiedades, mayor seguridad jurídica a la actuación policial y los valores cristianos.

La pregunta es por qué un político de extrema derecha que defiende posiciones a contracorriente del sentido común y de la historia política reciente de Brasil tiene tamaña popularidad, al punto que sobrepasa a Lula en Rio Grande do Sul, uno de los estados más politizados del país y el primero en haber sido gobernado por el Partido de los Trabajadores.

Encuentro cinco razones de peso para explicar el crecimiento de Bolsonaro, aunque estimo que difícilmente consiga la Presidencia, ya que en una segunda vuelta es muy probable que más de la mitad de los votantes le de la espalda.

La primera es la herencia de la dictadura militar. En Brasil no existió una ruptura con el régimen como la hubo en Chile, Argentina y Uruguay con los ‘Nunca Más’, que mostraron ante la opinión pública las infamias cometidas por las Fuerzas Armadas contra la población. Precisamente el coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra fue el primer militar en haber sido condenado como torturador recién en 2008.

Para muchos brasileños la dictadura militar fue un periodo de auge de la economía y de importantes obras públicas, de modo que la imagen de esos regímenes no está asociada a la violación de los derechos humanos como en los demás países de la región.

La segunda cuestión es la herencia colonial y la presencia de un racismo asfixiante. Brasil fue uno de los últimos países en abolir la esclavitud, recién en 1885, pero la cultura esclavista perdura hasta el día en hoy, en particular entre los terratenientes que tienen guardias armadas para la defensa de sus propiedades. Aún existe trabajo forzado en las plantaciones de café y, «entre 1996 y 2014, unos 48.700 esclavos han sido liberados».

Más de la mitad de los brasileños se definen como afrodescendientes, pero una parte considerable (alrededor del 25%) vive en favelas y el resto es pobre, accediendo sólo a trabajos precarios y mal pagados. En la cultura de las clases medias, la mujer negra está destinada a ser empleada doméstica y al varón se lo suele considerar como delincuente.

Por eso el rechazo de Bolsonaro al ingreso de negros a las universidades recibe tanto apoyo. El sector blanco y de clases medias de la población siente profundo rechazo a la presencia de negros ligares tanto en los centros universitarios como en las salas de espera de los aeropuertos, ya que el ascenso económico que experimentaron bajo los Gobiernos del PT les permitió acceder al consumo.

La tercera razón se relaciona con la crisis del sistema político. Los dos últimos Gobiernos, el de Rousseff y el actual de Michel Temer, alcanzaron una aprobación muy baja, menor al 10% del electorado. De alguna manera se trata de un profundo rechazo a los políticos que fue aprovechado primero por la derecha para destituir a Rousseff y ahora por la extrema derecha.

El no haber realizado una reforma política de fondo (el Parlamento tiene casi 30 partidos) que incluya la financiación estatal de las campañas, es uno de los mayores problemas del sistema político. La dependencia de los partidos de las donaciones de empresas privadas y estatales está en la base de la corrupción que investiga la operación Lava Jato.

La cuarta razón que explica la derechización del electorado es la crisis económica. Durante tres años consecutivos, la economía de Brasil retrocede, configurando la mayor crisis en la historia del país. Luego de una década en la que el país fue la cuarta economía del mundo (cayó hasta el 10º puesto), el Gobierno de Temer está dispuesto a privatizar buena parte de las empresas estatales para resolver el mayor déficit fiscal en su historia.

Esto se traduce en desempleo y endeudamiento de las familias, que ya no pueden pagar sus cuentas. Hay claros síntomas de exasperación, en particular entre las clases medias urbanas que estaban acostumbradas a estándares de consumo que mejoraban de año en año.

Por último, el fracaso de la izquierda es utilizado como elemento de legitimación por la candidatura de Bolsonaro. El principal pecado de los Gobiernos encabezados por Lula y Dilma es la corrupción. Para muchos analistas y para buena parte de sus votantes, un Gobierno de izquierda podía cometer errores, pero nunca pensaron que llegarían a ver a sus dirigentes históricos entre rejas por haber robado o tolerado la corrupción.

Aunque es muy difícil que Bolsonaro se haga con la Presidencia, las ideas de extrema derecha han conseguido instalarse en Brasil y es muy difícil que retrocedan si no se transforman las realidades estructurales que están en la base del racismo, la militarización y la violencia en la vida cotidiana.

https://mundo.sputniknews.com

Fuente: https://www.lahaine.org/la-extrema-derecha-militarista-puede

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Las Fuerzas Armadas brasileñas, en «riesgo de colapso»

Por: Raul Zibechi

La crisis brasileña y la feroz disputa entre sus elites dominantes está afectando de lleno a las Fuerzas Armadas

En los últimos cinco años, el presupuesto de las Fuerzas Armadas de Brasil se redujo en un 44,5%, de modo que los gastos sólo podrán cubrirse hasta mediados de setiembre.

Los militares presionan para que los proyectos estratégicos no se detengan, pero algunas unidades tienen problemas para pagar las cuentas de luz, en medio de una crisis nacional cada vez más grave que lleva a los militares a reducir el horario de atención de sus oficinas y a dar de baja anticipada a los conscriptos.

La información circula en todos los medios brasileños, con diferente apreciación. Por un lado, «jerarquías del Ejército, Marina y Aeronáutica admiten que existe un riesgo real de colapso». Como ejemplo, la Dirección de Fiscalización de Productos Controlados (DFPC) del Ejército, responsable de monitorear el uso de explosivos, «perdió parte de la capacidad operativa para impedir el acceso a dinamitas a grupos delictivos como Primer Comando de la Capital (PCC) y Comando Vermelho, que roban bancos y cajeros automáticos, estando permanentemente latente la posibilidad de que grupos terroristas locales o extranjeros también accedan a explosivos», según informa el diario O Estado de Sao Paulo.

El mes pasado, la Federación Nacional de Bancos «estuvo en la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados para pedir mayor combate a estos grupos». En sólo un mes, las pandillas destruyeron con dinamita tres agencias bancarias. El informe destaca que «en los últimos meses se han registrado ataques explosivos casi semanales contra cajeros automáticos en Rio Grande do Sul, así como a casas de cambio en la frontera con Uruguay y Paraguay».

El general Eduardo Villas Boas, comandante del Ejército, dijo que los cortes presupuestarios fueron muy elevados y que «la Fuerza Aérea piensa suspender diversos servicios los viernes», mientras la Marina puede verse obligada a reducir servicios relacionados con la seguridad de la navegación, ya que se necesitan 250 millones de dólares adicionales para mantener la escuadra.

El comandante de la Marina, almirante Eduardo Bacellar Leal Ferreira, dijo que si no se resuelven estos problemas, «nuestra escuadra de superficie va a desaparecer en poco tiempo». La Marina acaba de desmovilizar su único portaviones y se esfuerza por mantener el Programa de Obtención de Submarinos (Prosub) de sus sucesivos retrasos, en un país que ya destinaba menos del 2% del PIB a Defensa.

El informe del diario pone como ejemplo de la crisis militar, que a principios de agosto el Cuartel general del Ejército en Brasilia recibió un telegrama del comandante de una unidad de Mato Grosso del Sur, pidiendo ayuda inmediata para pagar la cuenta de luz ante el riesgo de sufrir un corte en un área de frontera con Paraguay, que es una de las principales rutas del narcotráfico y el contrabando de armas. En los ocho primeros meses de este año, las Fuerzas Armadas debieron atender 13 pedidos de intervención en diversos estados para mantener el orden público, con el despliegue de más de 8.500 soldados sólo en Río de Janeiro a fines de julio.

El diario O Globo, muy crítico del Gobierno y que apoya la destitución del presidente Michel Temer, tituló días atrás que el programa de submarinos «puede hundirse antes de ser bautizado». Se refiere a que el primer submarino debe ser botado al mar en el tercer trimestre de 2018 y que, pese a las postergaciones, es muy probable que no se pueda cumplir ese objetivo. Según el diario, el programa tuvo un recorte del 32% este año por los problemas de presupuesto.

En ese sentido, el comandante Leal Bacellar sostiene que el fracaso en la construcción de submarinos será un paso atrás en «el escenario internacional en términos de respeto y credibilidad» de Brasil. El país transporta el 10% del volumen de carga marítima del mundo y es el mayor productor de petróleo de América Latina. «Por eso Brasil debe tener una capacidad mínima de defensa». Los cortes del presupuesto «ya se pasaron del límite», concluye el comandante.

El retroceso que sufren los presupuestos y las inversiones militares es sentido como una afrenta en los cuarteles. Según el comandante de la Marina, en la década de 1950 el presupuesto de Defensa representaba el 25% del presupuesto nacional, cifra que hoy está en apenas el 5%.

Pero otros analistas consideran que el Gobierno Temer está mejorando los traspasos de fondos a las Fuerzas Armadas y sitúan el momento más delicado bajo el Gobierno de Dilma Rousseff, en particular entre 2013 a 2016. Así, el carguero KC-390 que disputa con los Hércules de Estados Unidos, tuvo un retraso de 18 meses en su cronograma por falta de presupuesto, lo que puso en peligro su capacidad de competencia en el mercado militar global.

En realidad, todos los proyectos de inversión sufrían retrasos ya con los Gobiernos del Partido de los Trabajadores, en particular desde la crisis desatada en 2013.

Lo novedoso es el enfrentamiento surgido entre la página militar Defesanet y el diario O Estado de Sao Paulo, ambos cercanos a las Fuerzas Armadas. El diario publicó un artículo destacando los recortes del presupuesto militar en un 44%, lo que fue respondido por Defesanet como una postura «miope» o «deshonesta» que busca debilitar al Gobierno Temer.

En lo que se puede considerar una extraña crítica al comandante del Ejército, general Villas Boas, la página militar sostiene que en las audiencias ante las Comisiones de Defensa del Senado y la Cámara Federal, «lo grave es que fue, como mínimo, tímido en explicitar los números siendo ambiguo al mencionar que los retrasos en los proyectos eran históricos y no mencionando que el actual Gobierno había recompuesto muchos de los fondos hacia finales de 2016».

Parece evidente que la crisis brasileña y la feroz disputa entre sus elites dominantes está afectando de lleno a las Fuerzas Armadas que, en algún momento, supieron tener proyectos estratégicos y hoy parecen navegar sin rumbo, como el propio país. Un reciente informe del diario económico Valor destaca que bajo, el Gobierno Temer, «Brasil sufre aislamiento internacional». Como ejemplo señala que Barack Obama, Angela Merkel y Justin Trudeau hicieron giras por la región «ignorando a Brasil», al igual que Mike Pence, el vicepresidente de EEUU.

Fuente:https://mundo.sputniknews.com

 

 

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