Robo de bebés en el franquismo: madres que mueren sin llegar a la verdad

Por:  Sonia Santoro

 Ante el lastre de la impunidad, hay familias que buscan justicia fuera de España.

La investigadora Carolina Escudero analiza el plan sistemático de robo de niños desde 1940 hasta avanzada la democracia española y la hendija que recién se abrió para juzgar ese crimen. Señala que se silenció a las mujeres con medicación y manipulación.

A mediados de junio el Tribunal Supremo español dejó abierta la puerta a la investigación de los casos de bebés robados en España desde la dictadura franquista hasta avanzada la democracia. Una investigadora que trabajo con organizaciones sociales que piden justicia por sus hijos desaparecidos explica cómo fue el plan sistemático para el robo de bebés y cuál es la situación actual. “Hay que hacer un gran trabajo de reconstrucción de la memoria histórica interdisciplinaria (no nos podemos quedar solo con lo que dice la ley de lo que han vivido esas familias) para que los contemporáneos sepan que esto no puede volver a pasar”, dice.

El fallo del alto tribunal español revisó una sentencia de 2018 que absolvió al médico retirado Eduardo Vela de los delitos de detención ilegal, suposición de parto y falsedad documental en el caso denunciado por Inés Madrigal, por considerar que estaban prescritos. La nueva sentencia dictamina que la detención ilegal no está probada, pero confirma la falsedad documental y la ilegalidad de la adopción de Madrigal, la primera víctima en llegar a juicio, quien denunció haber sido sustraída de sus padres biológicos en el sanatorio San Ramón de Madrid, en 1969. Frente a esto las familias están expectantes pero tampoco están súper crédulas, dice la doctora en Psicología Social Carolina Escudero, que acompaña a familiares e investiga el tema desde hace cuatro años.

La campaña “SOS te estamos buscando” denuncia que desde 1940 hasta bien avanzada la democracia, se robaron sistemáticamente bebés a lo largo y ancho de España. Se trató de una red integrada por profesionales de medicina, enfermería y por curas y monjas, entre otros. Desde la Asociación SOS Bebés Robados de Catalunya se estima que son 300.000. “Empezó como un proyecto eugenista, mejorar la raza española y eliminar los genes rojos de la izquierda (1940 -1960) pero luego a partir de 1960 y hasta 1999 se observó que era un negocio, a esos bebés se los podía vender a familias españolas o extranjeras. Entonces España se convirtió en un mercado de bebés”, explicó Escudero, quien acaba de publicar dos papers en revistas científicas sobre el tema: “Dándole voz al evento traumático. Madres españolas de bebés robados. Tres estrategias para silenciar a las madres durante y después de la dictadura»   y «Bebés robados en España. Historia mediatizadas para la recuperación. El activismo de las madres a través de las campañas online» . Desde Barcelona, respondió a Pagina/12.

-Una de sus investigaciones corrobora tres formas de silenciar a las madres durante la dictadura franquista, ¿en qué consisten?

El paper “Darle voz al efecto traumático…” se basa en entrevistas en profundidad a SOS bebés robados en Catalunya. Empecé en 2016. Me interesaba trabajar desde un lugar de investigación-acción donde la investigación en su acción le da un aporte concreto a su objeto de estudio. Este paper representa eso: se creó la campaña “SOS te estamos buscando”, se generó confianza y las personas mostraron interés en contar sus casos y fue así que pude profundizar más en aquel evento traumático. De estas entrevistas sale como resultado el robo sistemático de los bebés, pero también la trastienda, este cuerpo, esta memoria que queda tapada por los años, por el franquismo, por una democracia donde no se evalúa, no se juzga el pasado y nos obligan a cambiar de página y a olvidar; y ninguna madre olvidó esto. Entonces son los recuerdos de cómo fueron silenciadas.

Vamos a tener madres que van a decir que las silenciaron con mucha medicación y con las recomendaciones de los médicos a la familia: “saquen todo lo que haya del bebé en la casa para cuando ella vuelva”, “no se habla del bebé”, “cuando esté un poco más repuesta sigan con la medicación”. “van a tener que hacer un viaje con el marido”; “lo mejor es reemplazar la muerte de un bebé con otro”. Muchas de ellas estaban paralizadas con la medicación, en su cabeza estaba la conciencia de que no estaba el bebé pero eran incapaces de decir algo o moverse. Entonces, de las tres maneras de silenciar a las madres, estas tres categorías, la primera es a través de la medicación, la segunda, a través de la manipulación (“eres joven y para cuando te quieras acordar ya pasó”; “tenés que tener otro bebe”) y la tercera conjuga las dos: medicación y manipulación. Cuando a la madre no se la podía manipular a través de consignas, esta manipulación llegaba a través de familiares o del compañero. Fue una manipulación que duró muchos años.

-¿Qué pasó después del franquismo?

Las madres que les robaron sus bebés durante el franquismo, cuando llega la democracia, el gobierno de transición, siguen pensando que su bebé ha muerto. Y hasta fines de los años 90 van a seguir robando bebés. Lo que pasa que estas nuevas madres no saben que hay madres de los años 60 y 70 a las que les pasó lo mismo. ¿Por qué sigue sucediendo? Porque el gobierno de transición dice “lo que pasó durante el franquismo quedó atrás”, no son juzgados los funcionarios de la época y tampoco tienen voz ni votos las familias de personas desaparecidas… no pasa nada. Es un cambio de página e impera el “no necesitamos volver atrás, no queremos más enfrentamientos entre los nuestros, no queremos una guerra civil”. Entonces se configuran unas dinámicas y acuerdos de no volver atrás. Y el que quiere volver atrás es un ser de conflicto.

En este no juzgar al pasado quedan historias silenciadas. Estas familias de bebes robados descubrieron que no eran las únicas a través de un programa de televisión en 2010 en que se difunden investigaciones especiales con relatos de mujeres. Y ahí las que miraban se decían “pero si a mí me pasó lo mismo”. Se colapsan las líneas de teléfono del programa. Así se empezaron a juntar.

-¿Qué hicieron frente a la falta de justicia todos estos años?

Entre 2011 y 2012 van a ir formándose las organizaciones de bebés robados a lo largo de toda España. Y van a ir juntando sus casos y moviéndose solas sin apoyos del gobierno. Y así van a ir creando informes en cada organización. Y así se van sumando más casos.

Hicieron mucho pero es una población que está envejeciendo. Se están muriendo muchas madres sin haber llegado a la verdad, y sin haber visto una predisposición de los gobiernos. De cara a la justicia las madres que tienen pruebas de que el bebe fue robado y en muchos casos certeza de que está vivo, no son consideradas víctimas. Los funcionarios hablan de supuestos casos, siempre está la duda. Esto también genera un cansancio. Nunca recibieron un tratamiento específico por el evento traumático. Se hace muy difícil cuando no hay apoyo institucional, lo tienen que subvencionar todo de su bolsillo, los casos prescriben. Buscar justicia fuera de España es uno de los caminos que han ido escogiendo las familias.

Se hace necesario que los gobiernos tomen nota. La reparación es una acción, es un resultado también empático por parte del gobierno, de ponerse en el lugar de y de difundir esos casos. Es una espera que se ha dilatado muchísimo. En esta nueva normalidad nos preguntamos dónde quedan los casos de bebés robados.

Fuente e imagen:  https://www.pagina12.com.ar/276161-robo-de-bebes-en-el-franquismo-madres-que-mueren-sin-llegar-

 

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¿Para qué sirve la ESI?

Por: Sonia Santoro.

Historias de alumnas y alumnos que, después de transitar la experiencia de la ESI en la escuela, modificaron sus conductas y en, algunos casos, sus vidas.

En una escuela media de Balvanera, un alumno de 17 años, que había recibido varios talleres de Educación Sexual Integral (ESI) le contó a su mamá todo lo que había escuchado en el colegio sobre violencia de género y la convenció de irse de la casa, para escaparse de su marido violento. En la clase de Formación Etica y Ciudadana de una escuela de La Boca, en la que se abordaron temas de ESI, un estudiante contó que un tío falleció de una de las enfermedades llamadas “oportunistas” del sida. Le detectaron el virus muy tarde y falleció en muy poco tiempo. “Murió sólo como un perro. Es refeo cómo se estigmatiza a las personas que tienen VIH. Me quedé sin ninguna pertenencia de mi tío, y yo que me llevaba bien, lo requería. Sólo me quedan los recuerdos. Mi tía no es mala, pero pensaba que, quemando sus cosas, mataba el virus. Tenía miedo. Ahora que sé cómo se transmite, voy a hacer que ese prejuicio desaparezca”, reflexionó el alumno. Historias como éstas se suceden todos los días en aulas o pasillos de aquellas escuelas de la ciudad donde la Educación Sexual Integral atraviesa sus contenidos en todas las materias. La ESI, esa sigla tan popular en los últimos tiempos pero que todavía tiene la capacidad de generar temores en algunos padres y autoridades escolares, o confusiones respecto de asociarla directa y unívocamente a “hablar de sexo”, provoca cambios profundos en las vidas de quienes la reciben. Aquí, algunos relatos explican para qué sirve la ESI.

La decisión estaba tomada pero no sabían cómo hacerlo sin exponerse a una reacción violenta del padrastro del alumno de Balvanera. “Le dimos números de teléfono y direcciones de lugares donde podían contener a su mamá y orientarla en cuanto a la manera y el momento en que debían irse. A él lo apoyamos y lo acompañamos durante todo el proceso. También lo felicitamos por su valentía. Y, claro, lloramos de emoción cuando nos contó que finalmente su mamá, su hermanita y él, vivían tranquilos en un lugar sin insultos, amenazas ni golpes”, cuenta Nerina, una de las docentes.

Esta situación no es una rareza. Después de abordar cuestiones de género, estereotipos, violencias contra las mujeres, puede pasar que una chica se angustie y se anime a contar que fue abusada o que está sufriendo algún tipo de violencia. También “es frecuente que una vez terminado el taller de ESI se acerquen lxs jóvenes para hacer preguntas que por alguna razón no hicieron en el transcurso del taller. Preguntan mucho sobre la eficacia de la anticoncepción de emergencia, generalmente llamada ‘pastilla del día después’. Sobre el momento oportuno para tomarla, consecuencias, etc. También consultan sobre situaciones violentas vividas con sus parejas y las pasos a seguir y lugares de consulta y derivación. Muchas veces consultan sobre abuso sexual intrafamiliar”, cuenta Silvia Kurlat, educadora y orientadora en Sexualidad Humana, presidenta hasta hace dos meses de la Asociación Argentina de Educadoras y Educadores Sexuales.

La ley y los cucos

La ley 2110 de Educación Sexual Integral de la ciudad fue sancionada en 2006. Las denuncias y reclamos por la falta de decisión política y financiamiento para su aplicación se vienen sucediendo desde entonces. Durante una importante toma de colegios en 2017, los centros de estudiantes lo plantearon como uno de los reclamos más fuertes, junto con la necesidad de un protocolo de actuación en casos de violencia de género (ver aparte). Desde entonces, la bandera no volvió a bajarse, pero para muchos todavía la sigla ESI sigue siendo un misterio o un cuco. Una parte de la comunidad docente todavía considera al “sexo” como sinónimo de “sexualidad”. “Las autoridades y algunxs docentes temen que los talleres de ESI puedan contribuir a estimular la sexualidad de los alumnos de manera de promover relaciones sexuales precoces. Sabemos que en realidad es al contrario. A mayor información científica, actualizada, en lenguaje claro, más tardíamente se inician las relaciones sexuales y en mejores condiciones”, dice Kurlat.

En el mismo sentido reflexiona Lucía Schiariti, capacitadora docente en Educación Sexual Integral. “Todavía socialmente, en muchas familias (e incluso muchos docentes) siguen siendo pregnantes las ideas de sexualidad asociada a sexo, a relaciones sexuales, a aparatos reproductores. Y entonces no se entiende bien qué y cómo se trabajará. También estamos trabajando para desarmar la idea de que ESI es un taller, una jornada, la ‘clase’ de ESI. Con docentes, lo que trabajamos es que la ESI es una mirada, una perspectiva que se asume, y sirve para encarar todas las prácticas educativas”.

También sucede que más allá de los sectores más progresistas que siguen el impulso del feminismo y la “marea verde” que inunda las aulas e instala sus debates, en otros adolescentes “sigue habiendo confusión, y si no trabajás temas de salud sexual y/o género (sean estereotipos o violencia) entonces no parece ESI. Trabajar vínculos, la afectividad en general, no termina de asociarse con la sexualidad. Y no se visibiliza parte de lo que sí se está haciendo”, agrega Schiariti.

Por ejemplo, cuenta Valeria, una docente, que un día la clase de inglés en segundo año giró en torno al análisis de publicidades y los estereotipos de belleza instalados en la sociedad. Al principio muchos repitieron belleza y perfección como sinónimos. También hablaban de ojos claros, cabellos despampanantes, alturas llamativas, extrema delgadez, entre otras descripciones. Luego eso se fue poniendo en cuestión. Para ir cerrando, les contó que esa clase estaba enmarcada dentro de la Ley de Educación Sexual Integral. Justamente, al decirlo, un alumno respondió “pero no hablamos de sexo”. “Y tenía razón, claro. Pero seguiremos trabajando en ESI para que dejen de pensar que es sólo hablar de sexo. Ese día tocó el timbre y en vez de estar desesperadxs por ir al recreo, un clima de profunda introspección reinó en el curso”, agrega Valeria.

Es que la ESI incorpora la perspectiva de género en las aulas, una categoría por la que todos, todas y todes estamos atravesados y de la que no se puede permanecer inmutable.

Las reacciones

Las reacciones de la clase, sin embargo, no siempre es la esperada. Suele haber algunas chicas o chicos más informados o familiarizados con la problemática y otros que siguen anclados en figuras tradicionales y conservadoras en relación a los roles de género, por ejemplo. “La ESI también irrumpe en las aulas sorpresivamente y nos obliga a tomar decisiones y no omitir lo que surge”, apunta Leticia, docente de una escuela media de Lugano. Ese fue el caso frente a una discusión entre un chico y una chica, que se agredían verbalmente con comentarios ofensivos que visibilizaban la concepción estereotipada de la mujer. “Ante el intento de mediar y favorecer la reflexión acerca de cómo se estaba tratando a una compañera, la interpretación del estudiante involucrado fue: ‘Profe ella me provoca ahora que está usted porque sabe que defiende a las mujeres'», cuenta.

Cuando se trata de capacitar a docentes en los contenidos de la ESI, las respuestas y predisposiciones no son homogéneas. “En instancias de capacitación, una docente de primaria relató que estaban ingresando sus estudiantes al aula, pero venían con ‘demasiada’ energía. Les pidió que se detuvieran, y estuvo a punto de decirles ‘entren primero las nenas’. Pero recordó lo que veníamos trabajando en encuentros anteriores y entonces dijo: ‘Entren primero quienes tienen algo rojo… Ahora quienes tienen zapatillas blancas…’ y así siguió. Haberse dado cuenta de que la primera forme de organización volvía sobre formas binarias habilitó la posibilidad de empezar a desarmar prácticas que suelen repetirse en las escuelas sin cuestionamientos, y refuerzan modelos cisnormativos y sexistas”, cuenta Schiariti.

Otro docente de Taller de una escuela técnica comentó que una alumna, a quien él quería “ayudar” a mover un motor, le dijo “gracias profe, pero yo puedo”. A partir de ese comentario, se dio cuenta de cómo solía hacer diferencias entre chicas y chicos en sus clases, y está empezando a modificarlo.

De eso se trata, de mover, modificar, movilizar; de empezar a forzar la máquina al punto de que haya transformaciones, como dijo alguna vez una feminista.

Fuente del artículo: https://www.pagina12.com.ar/214238-para-que-sirve-la-esi

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