Educación panameña en el momento actual

Por: Ubaldo E. Del Cid.

Hablar o escribir sobre educación panameña: Objetivos y resultados, nos aboca a tratar de entender, cualquiera que sea la perspectiva, que se trata de un problema complejo y multifactorial. Señalar, atendiendo a estadística oficiales, que durante el 2019 hubo 58,000 alumnos fracasados y 16,000 desertores es preocupante, toda vez que no se puede tapar el sol con la mano. No obstante, cabe la pregunta ¿Cómo explicamos esto?

Se me ocurre, contradiciendo un poco el cliché que se suele plantear, que No es el sistema educativo per se, ni el currículum, independientemente de que ameriten cambios más a tonos con las realidades de nuestros jóvenes; por el contrario, lo veo desde tres aristas, a saber: Económico, cumplir con el 6% del producto interno bruto establecido en la Ley 47 para la educación panameña; tener planteles con infraestructuras, mobiliario e insumo a tonos con las exigencias del siglo XXI; crear, con estricto sentido pragmático, un cuerpo multidisciplinario, con el propósito de ya no enforcarse en el alumno, sino en su hogar y en su entorno.

Es decir, el problema radica en la educación de hogar. El niño ya llega a la escuela malcriado, sin las herramientas conductuales mínimas para respetar jerarquía, para tener actitud y aptitud, para identificarse con el entorno escolar, para despertar interés en el aprendizaje y, sobre todo, para entender el valor prioritario de la educación en su vida.

En definitiva, nos falta mucho por hacer en materia educativa, pero animo a cada docente de nuestro país a brindar lo mejor de sí, su profesionalismo…

Si vemos, por ejemplo, en Singapur, según Mike Thiruman, secretario general del sindicato de maestros singapurense, su sistema logra resultados porque, partiendo del manejo de los conceptos básicos, el conocimiento se aplica a distintas áreas y se logra “profundizar el aprendizaje”. Y Panamá cuenta con un cuerpo de excelentes educadores, con preparación académica y dentro de los parámetros que exigiría cualquier sistema, lo único que nuestros alumnos, sujetos a múltiples situaciones de hogar (maltrato, carencia de amor, necesidades alimentarias y materiales no suplidas, disfuncionalidad del hogar, estigma del entorno, etc.) No muestran la receptividad que se requiere para el aprendizaje significativo.

No se trata solo de que seamos innovadores, que manejemos la tecnología, que usemos métodos más a tonos con los gustos e individualidades de los muchachos; No, el problema es más serio y no se resuelve con un Ministro o Ministra de Educación que, desde una visión simplista del proceso enseñanza-aprendizaje y con abisal desconocimiento de la realidad de la juventud, plantea fórmulas cosméticas y románticas. Se trata de entender a nuestros muchachos, sus necesidades, exigencias, circunstancias vivenciales y desde allí plantear y motivar a que el cuerpo docente haga su labor.

Considero que una vez enfocado desde la óptica correcta el problema y atendidas las falencias señaladas, debemos propugnar, tal cual lo sugiere la Doctora Neus Sanmartí Puig, Catedrática de Didáctica de la Ciencia por la Universidad de Barcelona, por un “modelo de evaluación que, en vez de limitarse a calificar, capacite a los estudiantes”.

Que, tal cual nos lo enfatiza, “la evaluación debe tener 3 elementos: detectar los problemas del alumno, entenderlo y tomar decisiones para ayudarlo a mejorar…”. De hecho, parafraseando a la doctora, un examen meramente numérico No tiene sentido y debe tener contenidos donde el alumno ponga en práctica competencias y aplique el nuevo conocimiento.

En definitiva, nos falta mucho por hacer en materia educativa, pero animo a cada docente de nuestro país a brindar lo mejor de sí, su profesionalismo y su experiencia, al servicio de la educación nacional. Siempre buscando la satisfacción de quien es el objeto y sujeto de nuestra labor: el educando.

Fuente del artículo: https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/200111/200110-educacion-panamena-momento-actual

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