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Sierra Leona: El país donde las violaciones de niñas se convirtieron en algo natural

En 2019, Sierra Leona convirtió el delito sexual contra menores de edad en emergencia nacional, tal era su frecuencia en este Estado, uno de los más pobres del mundo. Tres años después, las nuevas leyes no han logrado eliminarlo.

En 2019, Sierra Leona convirtió el delito sexual contra menores de edad en emergencia nacional, tal era su frecuencia en este Estado, uno de los más pobres del mundo. Tres años después, las nuevas leyes no han logrado eliminarlo.

Asegura Emanuel (nombre ficticio) que es inocente. Que antiguos enemigos de su familia lo orquestaron todo para que él acabara en la cárcel. Que el cargo por el que fue declarado culpable, abuso sexual a una menor, le parece abominable. Y que le resulta una injusticia manifiesta su condena: 14 años encerrado en la prisión de Pademba, el correccional central de Freetown –y un infierno en la tierra– situado en la capital de Sierra Leona, país africano de apenas ocho millones de habitantes y uno de los más pobres del mundo. “Mi casa estaba abierta para todo el mundo siempre. Por eso vieron a la chica varias veces entrar allí. Pero yo no hice nada malo. Fue una trampa, una venganza”, justifica.

Los casi 2.000 presos de Pademba repiten ese “soy inocente” hasta la saciedad. Pocos admiten haber cometido las fechorías por las que permanecen encerrados. Asesinatos, robos, tráfico y trata de personas, secuestros… Pero en la cárcel, como ocurre en el país, un delito destaca sobre todos los demás. El presidio está lleno de violadores y de agresores sexuales que encuentran en niñas a sus principales víctimas. Y Sierra Leona también. Según informes recientes de la policía local, en los cuatro primeros meses de 2021 se denunciaron 974 delitos de esta naturaleza. No es una media demasiado alta si se tiene en cuenta que, en 2018, las autoridades registraron unos 8.500 casos. En febrero de 2019, tras una brutal violación grupal a una pequeña de cinco años, el presidente Julius Maada Bio declaró emergencia nacional “por violación de niñas”.

Yusuf (nombre ficticio) tiene cicatrices en la cabeza, un cuerpo extremadamente delgado, marcas que parecen picaduras de insectos mal curadas en piernas y brazos, las cuencas de los ojos hundidas y unos pocos dientes amarillentos y ennegrecidos. Ronda la treintena, aunque aparenta bastantes más porque su salud es frágil y parece castigada. Dice que lleva en Pademba casi cinco años. Y que todavía le quedan otros cinco para cumplir la pena de diez que un juez le impuso por violar a una menor de edad en 2015. Él ha dejado de entonar la cantinela de que es inocente y admite que tuvo sexo con aquella niña. Pero opina, rotundo, que la justicia no ha sido proporcional y que el delito que cometió no merece tanto tiempo de privación de libertad.

―¿Por qué dices que el juez fue injusto contigo?

―Porque mi delito duró 30 minutos y mi condena, diez años.

―¿Y la muchacha? ¿Sabes qué ha sido de ella?

―No… No quiero saber nada. Esa niña me destrozó la vida.

La cultura de la violación

Amida Aminata Sandy tiene 14 años. Nació en Bo, la segunda ciudad en tamaño y población de Sierra Leona tras Freetown, pero pronto se trasladó a Lakka, un distrito de la capital, donde reside desde que tiene memoria. Su vida, en realidad, no distaba mucho de la de otras chicas y chicos de su país. Sus padres se separaron siendo ella una chiquilla y se quedó con su madre. Pero un día, la mujer, que padecía diabetes, se desmayó. Amida cuenta que estuvo tres meses en coma en el hospital y que ella se mudó a una vivienda familiar habitada por su tía. Las primeras semanas llevaba una rutina muy normal. “Mi padre me pagaba el colegio, así que iba, estudiaba y después regresaba a casa, donde ayudaba en lo que me pedían. La relación con mi tía no era buena, pero al principio todo fue bien”, dice.

Al poco de llegar, prosigue Amida, su tía trajo a dos amigos para que trabajaran en algunas labores, dos chavales que no tenían dónde pasar las noches, por lo que usaban la propia vivienda. Algo que no resulta raro en un país en el que ni siquiera trabajar te libra de la pobreza más absoluta; casi el 53% de la población sierraleonesa debe vivir con menos de un euro y medio al día. Aquí, la falta de recursos es algo natural y presente en cualquier hecho cotidiano. “Ellos solían dormir en el salón y nosotras en un dormitorio, así que no nos veíamos mucho”, explica la niña.

El 22% de las violaciones denunciadas llega a la Fiscalía General del Estado. Y solo el 1% acaba en una sentencia condenatoria para el acusado

Un día, cualquiera de los vacacionales de junio de 2020, uno en el que la tía de Amida había abandonado temprano la casa y la muchacha, ya con 13 años, descansaba tranquilamente en su cama, sola, todo cambió para siempre. Ella lo recuerda así: “Uno de aquellos hombres entró en la habitación. Yo le dije que se fuera, pero él solo contestó que si gritaba me iba a matar. Entonces me cogió de la mano y del brazo, tapó mi boca y abusó sexualmente de mí. Yo luché, luché y luché. Pero él me sujetaba y yo no era capaz de protegerme ni de hacer nada. Cuando acabó, vi mi propia sangre en las sábanas. Entonces me enseñó un cuchillo y me dijo que acabaría conmigo si contaba algo”.

Amida hizo caso a la amenaza y no habló de aquella violación con nadie. Ni siquiera con su tía. “Pensaba que, aunque le prometiera que era cierto, ella no me iba a creer. Incluso pensé que me echarían de aquella casa por mentirosa”, dice. No fue hasta que volvió a ver a su padre y a la mujer de éste cuando la niña se atrevió a hablar. Era septiembre del 2020. El siguiente paso fue ir a la policía y denunciar. Los agentes la derivaron a un refugio que la ONG Salesiana Don Bosco Fambul tiene en Freetown para chicas que han pasado por situaciones parecidas, donde se quedará al menos hasta que se esclarezca su caso. “Ahora estoy esperando el juicio, aunque nadie sabe dónde está el hombre. Ha huido. Yo me encuentro bien; solamente quiero que se haga justicia”, finaliza Amida.

Una rutinaria impunidad

Los casos de violadores o abusadores sexuales que huyen o que resultan imposibles de localizar tras cometer estos delitos no suponen una excepción en esta nación. Un estudio interno que Don Bosco Fambul realizó en 2019 tras visitar todas las Unidades de Apoyo Familiar del país –la unidad de la policía local encargada de las infracciones que tienen como víctima a los menores de edad– arrojó que únicamente el 22% de los casos denunciados llegaban a la Fiscalía General del Estado. Y, que de ese porcentaje, apenas el 1% acababa en una sentencia condenatoria para el acusado. “Sierra Leona debería haber reconocido ese estado de emergencia hace muchos años. A mi parecer, la declaración fue positiva porque llamó a la población a abrir los ojos y a decir: ‘Algo pasa”, expresa el misionero salesiano Jorge Crisafulli, director de la ONG.

Explica Crisafulli que niñas como Amida, menores de edad en general, son la parte más vulnerable de la sociedad sierraleonesa. Que los problemas suelen golpearlas a ellas con más virulencia. Eso explicaría, por ejemplo, las estadísticas que afirman que el 28% de las jóvenes de entre 15 y 19 años tiene algún hijo o está esperándolo o que el 39% de las niñas se casa antes de cumplir los 18 y un 13% lo hace antes de los 15. También habla el salesiano de las secuelas psicológicas, de esas heridas profundas pero invisibles a simple vista. “El trauma de la violación permanece para siempre. Cuando ocurre es importante crear un ambiente de resiliencia donde la niña vuelva a tener confianza en sí misma, en los demás, donde pueda tomar decisiones, hablar delante del grupo…”.

Los casos que han encarado Crisafulli y su equipo en los últimos años son múltiples, tanto como su naturaleza y procedencia. Él menciona alguno: “Hay una niña que vino con su bebé, de la que abusó su profesor. La reunificamos con su abuela, pero ha tenido que cambiar de colegio porque el maestro ha vuelto a dar clases en la escuela donde agredió sexualmente a la nena. El hombre ha reconocido que el chico es su hijo, pero ella me dice que tiene que ir por las mañanas al mercado, a vender, para darle de comer al niño”. Y está también el caso de una adolescente a la que agredió sexualmente un conocido político de su ciudad, por lo que la muchacha no podrá regresar nunca a su casa. Y el de otra a la que violaron entre tres jóvenes, aunque dos de ellos escaparon y nadie ha podido llevarlos a la corte. Así un largo y doloroso etcétera.

Imagen de archivo de presos de la cárcel de Pademba, en Freetown, Sierra Leona, en noviembre de 2006.
Imagen de archivo de presos de la cárcel de Pademba, en Freetown, Sierra Leona, en noviembre de 2006.LYNSEY ADDARIO (GETTY IMAGES)

“La corrupción juega un papel muy negativo. Hay expedientes que, simplemente, desaparecen. Algunas víctimas denuncian casos de violaciones incluso dentro del ambiente de la policía, lo que pasa es que tratan de cubrirlo. Las niñas son capaces de señalar a los agentes en concreto, de ubicar los lugares, pero, claro; ¿cuál es la voz de un pobre aquí, en Sierra Leona? Ninguna”, finaliza el salesiano. Y esa desconfianza hacia las autoridades y políticos locales no resulta injustificada. De nuevo, las muestras vuelven a ser tan claras como numerosas. Quizás, la más sonada se diera en octubre de 2020, cuando el presidente del país suspendió a su ministro de Agricultura y al secretario de la Vicepresidencia por aparecer en unos informes internos sobre corrupción y exigió la devolución de miles de euros a otro centenar de personas, a los que acusaba de haber robado durante los últimos diez años.

Cambios en las leyes

“No es que Sierra Leona se produzcan más violaciones que en las naciones vecinas, sino que aquí la determinación de acabar con este problema es mucho mayor”, justifican fuentes de la Unidad de Apoyo Familiar de la comisaría de Ross Road, encargada de la mitad oeste de la capital. Y ponen como ejemplo todos los cambios que se han producido en las leyes locales desde la declaración de aquella emergencia nacional. Cambios como la aprobación de una nueva ley, la Sexual Offence Act 2019, que sustituye a la 2012 y establece penas mínimas (antes no las había y dependía de lo que decidiera el juez de turno), nuevas circunstancias agravantes para violadores y abusadores e incluso la cadena perpetua. O la creación de una unidad en la policía exclusiva para crímenes de naturaleza sexual. O la implantación de ocho nuevos magistrados que se encargan únicamente de juzgar estos delitos, lo que contribuirá a acelerar los procesos.

Pero los cambios sobre papel no siempre llegan a las niñas de a pie. Anna (nombre ficticio) llora desconsolada sentada en un banco de madera de la comisaría de Allen Town, otro de los distritos de Freetown, a una media hora en coche de la de Ross Road. Tiene 13 años y ha acudido sola hace unas horas a denunciar que un hombre la ha violado. Mientras cuenta su historia, un agente vestido de paisano le toma declaración a mano, para lo que usa un bolígrafo y un par de folios. Poco sabe Anna de leyes, de emergencias nacionales y de penas privativas de libertad. Ella está a punto de empezar su propia batalla: la de asimilar lo que le ha pasado, la de escuchar y empatizar con otras víctimas y la de comprender que, en su país, su historia no es algo aislado, que hay demasiadas Annas en las calles de Sierra Leona.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2022-01-25/el-pais-donde-las-violaciones-de-ninas-se-convirtieron-en-algo-natural.html

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We are proud of the first ever policy on inclusive education in Sierra Leone: the National Policy on Radical Inclusion in Schools

By Dr David Moinina Sengeh, Minister of Basic and Senior Secondary Education of Sierra Leone and Chair of the Advisory Board for the GEM Report

I became the Minister of Basic and Senior Secondary Education of Sierra Leone in November 2019, just a few months before Covid-19 disrupted education systems around the world.  Sierra Leone is no stranger to dealing with viruses. The lessons learnt during the deadly 2014 Ebola crisis helped the country address the current education challenges more effectively. This time around, the virus has enabled us to think further how to do things differently, particularly for children who have been adversely affected, starting with building a more inclusive and equitable education system. It inspired much of the direction and content in our new inclusive education policy, validated by education stakeholders and approved by the Cabinet of Sierra Leone.

Credit: Kate Holt/GEM Report

There has been great progress in education in Sierra Leone since 2018. More children are enrolled in schools than ever before, particularly girls. Thanks to the government’s Free Quality School Education programme, 700,000 more students have enrolled in school, with girls in senior secondary school showing the largest proportional increase. The decision in 2020 to overturn the policy that previously banned pregnant girls from attending school also led to a spike in female enrolment.

However, the most marginalised students in the country continue to be excluded from education, due to intersecting disadvantages such as poverty, social norms and stigma. They tend to be children with disabilities, from rural and underserved areas and from low-income households. Poverty remains the most significant barrier to education. The disparities are huge. An estimated 36% of households in the poorest wealth quintile have out-of-school children, as opposed to 6% in affluent households. Hardly any poor rural girls, compared to 42% of urban wealthy boys, had graduated from secondary school in 2017. Hence, girls are also less likely to go to university.

 

Education is one of the best routes out of poverty. This is why in 2020, the Government of H.E President Bio asked me to challenge my team to design a new education policy with the aim of removing the barriers that prevent the most disadvantaged children from reaching their full potential. The idea solidified on engaging local and international stakeholders including reading the recommendations in the 2020 GEM Report, which recommends explicit polices and legislation on inclusion. Our new policy is the culmination of a year-long consultation process that saw us travel around the country to speak with adolescent girls affected by the 2010 ban on pregnant girls from school, children with disabilities, students in rural areas, parents, families, teachers, communities and local education officials. They all gave their time and openly answered our questions. Their views, knowledge, and experience as well as those from civil society, have formed the basis of the first ever National Policy on Radical Inclusion in Schools in Sierra Leone.

The ultimate goals of the policy are enrolment, retention and successful transition of all students in pre-primary, primary and senior secondary education; regardless of disability, gender, pregnancy or parenting status, geographic location, and socio-economic background.

In practice, this goal means actively enabling those from marginalised and excluded groups to enter and remain in school until they graduate. It means adapting the education system to better meet their learning needs – ensuring school is a place of dignity, safety, and respect for all – while systematically reducing cultural, policy and practical barriers to education. Finally, it means developing the institutional structures, staff and tools necessary to support the implementation of this radical inclusion policy in schools.

While the policy follows the call of the GEM Report to widen the definition of inclusion to cover all learners at risk of exclusion, and not just one group, our priority will be disadvantaged girls. The policy aims to create opportunities for them to pursue an education through grants, scholarships, and community support programs. More safe schools will be built in rural remote communities to enable children, particularly girls, living in these locations to access education. Vulnerable learners may require resources to enable school attendance, such as sanitary towels, transportation, and priority in school feeding programmes. Greater access to sexual and reproductive health services will be critical, as, too, will be the provision of comprehensive sexuality education across core subjects. Families and communities will be engaged to provide support for their children at home and at school, including for parent learners.

The latter is particularly important because adolescent pregnancy and child marriage in Sierra Leone are among the highest globally, with an estimated 19% of girls aged 15 to 19 having had a live birth in 2017.  There are immense disparities as well, with 18% of girls from the wealthiest households giving birth compared to 40% among those from the poorest households. The stigma, discrimination and lack of integration mechanisms for pregnant and young parent learners still remain a barrier to their full participation in school. This policy will enable pregnant girls to return to school after giving birth and provide support programmes to help them catch up from lost lessons and graduate. An exciting component of the policy is the appointment in every school of a Girls’ Champion, a teacher who will support girls and advocate gender inclusivity by mitigating abuse and exploitation throughout the school while promoting a girl-friendly learning environment.

Children with disabilities in Sierra Leone are also often denied their right to education. Even when they are in class, they are less likely to complete their primary education and transition successfully to secondary school. This policy will improve the learning environment for children with disabilities (physical, cognitive and psychosocial) by eliminating barriers to full inclusion, starting with physical barriers as many schools are inaccessible to students with disabilities. Out of all 11,168 schools in Sierra Leone, only 10% have ramps (Annual School Census, 2019). Through this policy, schools will ensure ramps are provided and toilets are more easily usable.

Teachers will also be trained to be more aware of the needs of students with disabilities in inclusive classrooms. Children with and without disabilities need to learn side-by-side, helping to break the cycle of stigma, discrimination, and marginalisation. The policy fosters an on-going partnership and engagement between special needs and mainstream education with proper early screening and assessment of children’s abilities. The policy allows for the development of individual learning plans for children with cognitive disabilities, with the involvement of parents and specialists. Continued access to assistive technologies and referral to supportive services will enable these children to have an education of higher quality.

A policy is only as effective as its implementation. Resources will be allocated equitably; more teachers will be trained in inclusive education and teaching assistants will be hired especially in classes where there are children with disabilities. Monitoring and evaluation to determine what is working and what needs to be improved will be a critical determinant of the success of this policy.

Education is viewed as the bedrock of long-term sustainable growth and socio-economic development of any country, helping to shift people out of poverty and create new opportunities to reduce inequitable income distribution and increase choices. This is more so in Sierra Leone under the leadership of H.E President Bio and this new Policy on Radical Inclusion in Schools will guide the government’s actions over the next five years towards a more inclusive and equitable education for all students. We are hoping it will bring Sierra Leone closer to achieving SDG 4, even with the constraints that Covid-19 has imposed.

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2021/04/08/we-are-proud-of-the-first-ever-policy-on-inclusive-education-in-sierra-leone-the-national-policy-on-radical-inclusion-in-schools/

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Sierra Leona: Lecciones a un mundo asustado del hombre que doblegó la malaria

África/Sierra Leona/25 Junio 2020/elpais.com

El impacto de la covid-19 puede duplicar las muertes por paludismo en África subsahariana. Pero hay un médico sierraleonés que sabe cómo evitarlo

Las conclusiones de quienes más saben de malaria o paludismo son unánimes y claras: la humanidad ha logrado un inmenso avance en la lucha contra la enfermedad en las últimas décadas, pero ahora es más importante que nunca no flaquear. El progreso se refleja en los números: en 2018 se contagiaron 228 millones de personas y murieron otras 360.000 de este mal, provocado por un parásito que se transmite por la picadura de un mosquito. Aunque parecen —son— muchas víctimas, se trata de la cifra más baja registrada en los últimos 20 años. Desde el principio del siglo XXI ha muerto un 60% menos de afectados, según el último Informe Mundial de la Malaria elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este progreso solo se había visto mancillado por ligeros repuntes en los últimos tres años que advertían del peligro de bajar la guardia.

En semejante escenario, el virus de la covid-19 se expande por el planeta y provoca una crisis mundial en múltiples aspectos, y uno de ellos es, precisamente, en los esfuerzos por prevenir y curar el paludismo. La OMS calcula que, de interrumpirse ahora el trabajo, las muertes pueden doblarse, es decir, podemos acabar 2020 con 768.000 fallecidos. De hecho, los últimos resultados de una encuesta realizada por el Fondo Mundial contra la malaria, la tuberculosis y el VIH apuntan a que se está siguiendo un mal camino: en 106 países, sobre todo africanos, se están produciendo interrupciones en la prestación de servicios de prevención y tratamiento de las tres enfermedades. En el caso del paludismo, las disrupciones afectan al 73% de los programas revisados. Al mismo tiempo, el Fondo también ha avisado de que la financiación de los donantes se reduce año tras año.

Hay que actuar y hay que hacerlo ya. Desde el inicio del confinamiento, el mundo de la epidemiología se puso a buscar soluciones para mantener todas las actividades y recursos destinados a combatir la malaria a pesar de los estragos del nuevo coronavirus. En esta tormenta de ideas, destaca un nombre: el doctor Samuel Juana Smith.

El doctor Smith comparece ante un grupo de invitados en una conferencia virtual organizada por la Red Africana de Medios e Investigación de Malaria (AMMREN) y RBM Partnership, una plataforma de 500 socios, desde empresarios hasta organismos públicos con el mismo objetivo de acabar con esta enfermedad en el mundo.

Smith es jefe de Centro de Control y Prevención de Enfermedades del Ministerio de Sanidad de Sierra Leona, un país de África occidental que se cuenta entre los más pobres del planeta y que se ha enfrentado a tremendos retos en las últimas décadas. Los más graves, la guerra civil entre 1991 y 2002 y el brote de ébola en la región en 2014 que solo aquí dejó 4.000 muertos. Además, es uno de los lugares favoritos del mosquito Anopheles, cuya hembra es la transmisora de la enfermedad: Sierra leona es uno de los siete Estados de África subsahariana donde más de un cuarto de la población está infectada y donde la malaria provoca cuatro de cada diez consultas hospitalarias.

Quizá porque ya saben manejarse en contextos de crisis, también es el país de África occidental que ha logrado el mayor retroceso del paludismo en los últimos tiempos: con 7,5 millones de habitantes, en 2010 registraron 8.188 decesos, y en 2018 habían bajado a 1.949. Buena parte de este logro es responsabilidad del doctor Smith, quien antes de ocupar su actual cargo fue responsable del Programa Nacional de Control de la Malaria. «Durante la epidemia de ébola, fue el primero en decir que también había que hacer algo con el paludismo, o todos morirían por una u otra causa. Y así, diseñó una estrategia muy cuidadosa para garantizar que los medicamentos y mosquiteras pudieran distribuirse de manera segura a la población», dice de él Melanie Renshaw, co-presidenta de RBM Partnership.

La idea de la cita es explicar, desde su punto de vista, cómo puede hacer el mundo ahora para no perder posiciones en la lucha contra el paludismo y para que los países más afectados continúen con sus campañas de distribución de mosquiteras, de fumigación de hogares y de profilaxis para mujeres embarazadas y niños, los más vulnerables. «Tiene que ser ya, cuando todavía existe una ventana de oportunidad crucial antes de la temporada de lluvias en África y partes de Asia», advierte el doctor.

Una de las claves del éxito ha sido el trabajo conjunto de Gobierno, organizaciones, científicos, médicos y de la sociedad, pero sobre todo, la buena compenetración entre organizaciones públicas y privadas. «Intentamos mejorar la atención hospitalaria y dotar de más médicos a los servicios sanitarios, y ahora estamos viendo un aumento en el uso de nuestras instalaciones sanitarias», afirma. Antes de la covid-19, se establecieron acuerdos con 36 centros de salud de todo el país para apoyar la implementación de servicios preventivos y curativos. Se les proporcionaron medicamentos, materiales de diagnóstico, herramientas de recopilación de datos, asesoramiento… Luego, los médicos de esos ambulatorios enviaban información de sus casos de paludismo a través de un sistema informático que los acababa recopilando e integrando en la base de datos nacional.

En las mejoras de los centros se tuvo en cuenta la formación de enfermeros y enfermeras a nivel comunitario. Sin acceso a los servicios de salud, los niños corren el riesgo de morir de enfermedades prevenibles tan comunes como la neumonía y la diarrea, y también de malaria. El papel de estos trabajadores sanitarios es tan esencial que el Gobierno de Sierra Leona los reconoció como parte del sistema de atención primaria del país y lanzó una política nacional en febrero de 2017 para ampliar el alcance de su trabajo y darles acceso a capacitación y a un sueldo mensual. Sierra Leona ha estado implementando esta política con ayuda de Unicef, que equipó a 15.000 trabajadores comunitarios y supervisores como recursos para desempeñar sus funciones, incluyendo materiales de formación, ayudantes de trabajo y herramientas, ropa de lluvia, antorchas, camisetas, mochilas y temporizadores de infecciones respiratorias agudas.

También se ha dotado a las farmacias de equipos para hacer pruebas rápidas de malaria con el fin de evitar que los ciudadanos se automediquen en cuanto sientan fiebre, aún sin tener un diagnóstico.

Asimismo se reparten mosquiteras de forma masiva en todos los hogares, ya que estas son la herramienta más eficaz para reducir el riesgo de transmisión hasta en un 50% y la mortalidad infantil en un 25%. Se hizo durante el ébola y se ha hecho ahora. La última campaña de reparto, de hecho, se ha realizado en plena pandemia: el pasado 22 de mayo se inició la distribución de 4,6 millones de mosquiteras tratadas con insecticidas en los 14 distritos del país. «Cuando la pandemia llegó a Sierra Leona ya habíamos diseñado la campaña y tuvimos que volver atrás y repensarla teniendo en cuenta la covid-19», explica Smith. «Revisamos la estrategia a seguir para proteger tanto a nuestros beneficiarios como a los sanitarios que las distribuían considerando nuevos aspectos como la distancia social y el uso de mascarillas». En 2018, un 60% de los hogares sierraleoneses contaba con al menos una mosquitera, según Unicef. Una década antes, esta medida de protección solo llegaba a un cuarto de la población.

Sierra Leona, además, incorporó a su estrategia nacional en 2010 la llamada Terapia Preventiva Intermitente en Infantes (IPTp, por sus siglas en inglés) siguiendo la recomendación de la OMS. La intervención exige la administración de una dosis completa de un medicamento combinado para tratar la malaria a base de sulfadoxina y pirimetamina en los lactantes dentro de su calendario de vacunación. De igual manera, esta terapia se administra a mujeres embarazadas durante las visitas de atención prenatal, pues es una forma efectiva de reducir la anemia materna y el bajo peso al nacer. Según Unicef, en 2019 casi un tercio de las embarazadas recibió al menos tres dosis de IPTp durante su última gestación, una cifra superior a la media de África.

Difundir información veraz es otra de las herramientas que no se pueden perder de vista, especialmente a la hora de que los ciudadanos sepan tanto identificar los síntomas de la malaria como lo importante que es acudir al hospital para hacerse pruebas lo antes posible. «La malaria y la covid-19 tienen síntomas muy parecidos, como fiebre, debilidad y dolores de cabeza y musculares», avisa Smith. Pero también tienen importantes diferencias, pues la malaria no se contagia entre personas y el nuevo coronavirus sí. «Después del diagnóstico, es fundamental advertir a familiares, vecinos o personas que vivan cerca de nosotros». Igualmente, la distribución de mosquiteras no sirve de nada si no se sensibiliza sobre su uso. «Dormir bajo una mosquitera es la mejor herramienta en cuanto a coste y efectividad».

Fuente e imagen tomadas: https://elpais.com/elpais/2020/06/17/planeta_futuro/1592389810_004903.html

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Sierra leona: Volver al cole después de que te hayan dejado embarazada en una epidemia

África/Sierra Leona/28 Mayo 2020/elpais.com

Sucedió tras el ébola en 2015 y puede volver a repetirse con el coronavirus. Entonces se detectó un aumento de madres adolescentes. Los expertos aplican las lecciones de esa crisis para garantizar que las niñas regresen a la escuela después de la pandemia

En abril de 2015, después de que el ébola asolara Sierra Leona y paralizara África Occidental, comenzaron a reabrir las escuelas. Miles de niños regresaron con ilusión al colegio tras nueve meses encerrados en sus casas. Pero Isatu, de 13 años, y sus hermanos no pudieron hacerlo. La adolescente, huérfana a causa del ébola, al igual que alrededor de 9.000 niños más, tenía que cuidar de un bebé recién nacido. Un hombre de veintitantos años que había ayudado a dar de comer a la hambrienta familia de Isatu durante el brote la había violado y dejado embarazada.

Al final del brote, Isatu se vio sola para cuidar de su hijo y de sus dos hermanos pequeños. En lugar de volver a sus clases de matemáticas, lectura y escritura, se pasaba el día vendiendo basura reciclada para sobrevivir. Durante el brote del ébola de 2014-2016, los embarazos de adolescentes se incrementaron nada menos que en un 65% en algunas comunidades de Sierra Leona. Hasta marzo de 2019, las escuelas en este país prohibían a las niñas embarazadas asistir a las clases. Miles de ellas abandonaron sus estudios o no recibieron escolarización en los años siguientes, según dicen los expertos, debido a la combinación de los embarazos de adolescentes, los matrimonios precoces, la pobreza, la pérdida de cuidadores, las actitudes negativas de los padres con respecto a la educación, así como la precaria calidad de la enseñanza.

Ahora la comunidad internacional está lidiando con una nueva crisis sanitaria por la covid-19 que ha agudizado la inseguridad económica y alimentaria, ha cerrado escuelas y ha llevado a un aumento de la violencia de género en el mundo entero. Los expertos señalan que deberían extraerse lecciones de la crisis del ébola y que de inmediato deberían implementarse medidas de respuesta para garantizar que los niños, en especial las niñas, puedan regresar a la escuela una vez que remita la crisis.

Dado que la pandemia y los confinamientos tienen a millones de personas en sus casas, y que países como Sierra Leona ya viven una delicada economía post-ébola, algunas organizaciones en África Occidental como Plan International, Unicef y Street Child se apresuran para facilitar enseñanza suplementaria fuera de las aulas y asistencia económica, además de trabajar con los Gobiernos y los agentes educativos para garantizar que los niños puedan regresar a la escuela. “Creo que es crucial que todos trabajemos colectivamente con los Gobiernos y con todos los actores para planificar la reapertura de las escuelas con mucho cuidado y de un modo muy proactivo para llegar a los más vulnerables”, afirma Robert Jenkins, director de Educación de Unicef.

Se repite la historia

Algunos padres en Sierra Leona comenzaron a sacar a sus hijos de los centros educativos antes de que estas cerraran sus puertas en marzo debido al riesgo de infección por coronavirus. Hoy miles de niños en África Occidental están sin escolarizar, exactamente igual que durante el estallido del ébola. Las comunidades que todavía tienen que recuperarse económicamente de la anterior crisis temen no ser capaces de llegar a fin de mes y dar sustento a sus familias.

Las niñas como Isatu, que ya no tienen padres que las protejan y cuiden de ellas, son algunas de las más vulnerables. “Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas”, asegura Sia Lajaku-Williams, nativa de Sierra Leona y directora de programas de Street Child, una organización internacional centrada en infancia y la educación.

Esta y otras entidades ofrecen educación sobre planificación familiar y salud reproductiva. Sin embargo, estos mensajes pueden ser difíciles de comunicar durante una crisis como la del ébola o la covid-19. “Lo que sucede es que las mujeres y las niñas no pueden acceder a los servicios de salud reproductiva”, explica Yeva Avakyan, vicepresidenta adjunta de igualdad de género en Save the Children. “Nosotros abogamos por que estos servicios sigan estando abiertos y siendo accesibles”, añade.

«Los hombres y los chicos se aprovechan de ellas ofreciéndoles, por ejemplo, sustento y ayuda a cambio de sexo y, durante ese proceso, muchas se quedan embarazadas»

Según los expertos, las organizaciones tienen que prestar apoyo a las poblaciones vulnerables ahora con el fin de abordar la salud, la educación y otras necesidades. Unicef y Save the Children están desarrollando planes de estudio alternativos en diferentes medios de comunicación, como la televisión y la radio, para que estos sean utilizados mientras las escuelas permanecen cerradas. Pero sin una escuela física a la que asistir, muchos niños no pueden cubrir sus necesidades básicas, como comer. Lajaku-Williams y su equipo de Street Child, por ejemplo, han respondido estableciendo programas de reparto de alimentos —para la comida y la cena— para unos 800 menores que, de otro modo, podrían pasar hambre mientras las escuelas están cerradas. El acceso a agua potable es otra de las prioridades según Unicef, que intensificará sus esfuerzos en la purificación del agua en África occidental mientras persista la pandemia.

La frágil coyuntura económica del país y la actitud subyacente ante la educación —la creencia de que ellas deberían consagrarse a casarse y tener hijos— también supusieron un desafío para que las niñas volvieran a las escuelas una vez que estas reabrieron. “Mandar a los hijos al colegio cuesta dinero”, explica Tessie San Martin, presidenta y directora ejecutiva de Plan International EE UU. “Hay que proporcionarles dinero para el transporte, el uniforme, los libros y demás. Si una familia no tiene recursos o si sus medios son limitados y tiene… varios hijos, le aseguro que no serán las niñas las que los recibirán”, remacha.

Ofrecer a las familias los recursos para que puedan sustentar a todos sus hijos evita que sean ellas las que tengan que decidir, aseguran varias voces. Por otro lado, las actitudes que rodean la educación femenina están cambiando lentamente en Sierra Leona. Entre 2004 y 2018 la tasa de alfabetización de las chicas entre 15 y 24 años aumentó en más de un 25%, lo cual redujo las diferencias entre sexos en casi 15 puntos. Ese respaldo vital es lo que brindó a Isatu una segunda oportunidad. En 2016 pudo regresar a la escuela secundaria gracias a una ayuda económica y a la asistencia de Street Child. En 2017, sus hermanos también se matricularon.

Lajaku-Williams afirma que, mientras los colegios de todo el mundo permanecen cerrados debido al coronavirus y mientras pequeños como Isatu están de nuevo en sus hogares, lo esencial es apoyar ahora a las comunidades con el objetivo de garantizar que puedan regresar a las aulas cuando estas abran, lo mismo que después de la crisis del ébola. “Fuimos capaces de tener un efecto positivo en sus vidas y de invertir la situación”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2020/05/22/planeta_futuro/1590138973_509051.html

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Cómo organizar la vuelta al cole en los países con menos medios

Por: Lola Hierro

Sierra Leona lidera una reunión de alto nivel entre ministros de educación africanos para exponer ideas que ayuden a que ningún niño pierda sus estudios por culpa del nuevo coronavirus

El director de orquesta es un sierraleonés de 31 años, con trenzas que le caen por la espalda y graduado en Harvard. Es David Moinina Sengeh, ministro de Educación Secundaria y Superior de su país, y con el apoyo de la Alianza Mundial por la Educación ha organizado una reunión virtual —no queda otra en tiempos de coronavirus— con una docena de colegas del ramo de otros países africanos y alguno asiático. Reivindica que hay que pasar a la acción sin perder tiempo, ahora que la covid-19 ha afectado directamente a la educación de millones de niños y niñas.

La idea de este encuentro es analizar las consecuencias y la respuesta que se ha dado desde cada país al cierre de las escuelas y exponer sugerencias sobre cómo mitigar el agravamiento de la crisis mundial del aprendizaje. La reunión comienza con dificultades técnicas impropias en un grupo de ministros de educación y de tecnología que quieren apostar por la educación digital para sus jóvenes. Un micrófono que no funciona, una cámara que no se enciende, alguien que no aparece en las pantallas… Gajes del oficio. Poco a poco, la docena de asistentes pueden tomar su turno de palabra y explicar sus estrategias, con Sengeh iniciando la charla.

«El coronavirus debe ser una oportunidad para reimaginar la educación incidiendo en el papel que desempeñan, no solo los profesores, sino también los padres y las comunidades en el aprendizaje de nuestros niños», anima Sengeh. Su país se ha curtido en los últimos años en la gestión de emergencias, la última, el mazazo del ébola en África occidental, que entre 2014 y 2015 dejó casi 12.000 muertos solo en este país y causó estragos en todos los ámbitos, también en la educación. Hubo que inventar maneras de llevar las aulas a los hogares. «Los colegios cerraron en 2015 y no hubo exámenes ni nada. Lo que hicimos fue crear grupos de trabajo con distintas funciones y responsabilidades y desarrollar el aprendizaje por radio por todo el país», explica el ministro. «Era el medio que llegaba mejor a las zonas remotas, hicimos un estudio rápido para ver cómo se podía implementar, revisamos qué materiales hacían falta en los colegios… Y ahora, cuando llegó el corona, ya estaban empleando los recursos que desplegamos la vez anterior», resume.

La experiencia sierraleonesa ahora se puede utilizar en aquellos países que han cerrado sus colegios desde finales de marzo. Que son casi todos: a 10 de abril de 2020, un total de 1.570 millones o el 90% de los estudiantes matriculados desde la educación preescolar hasta la terciaria dejaron de ir a clase, según la Unesco. De ellos, 763 millones son niñas. Y a esta cifra hay que sumar otros 258 millones de niños, adolescentes y jóvenes que no estaban escolarizados antes de la pandemia.

Son, además, países que no siempre tiene los medios económicos y tecnológicos propios del mundo desarrollado, y que sí poseen problemas extra como guerras, sistemas sanitarios frágiles, calidad de la enseñanza cuestionable, desastres provocados por el cambio climático… Todos ellos tienen alguna receta que contar y la mayoría son similares en líneas generales: ante el cierre de colegios, la educación se ha canalizado por radio, como contaba Sengeh, pero también por televisión y por Internet. Muchas veces, con carencias graves, tal y como recuerdan algunos datos ofrecidos por la Unesco: en África subsahariana, el 89 % de hogares carece de ordenador y un 82% no tiene acceso a Internet. Además, 28 millones de estudiantes viven en lugares sin cobertura telefónica.

Todos los ministros que intervienen en la reunión abordan la instalación de lavamanos en  los colegios, cosa que no hace falta en Sierra Leona, pero tampoco en Liberia ni Guinea Conakry o República Democrática del Congo porque los cuatro ya tienen la experiencia previa del ébola e hicieron los deberes en su día. Igualmente, varios mencionan la importancia del apoyo psicosocial para profesores y alumnos más afectados por esta crisis. «Es importante decir que en su día hubo muchos huérfanos por culpa del ébola y tuvimos que desarrollar programas de atención para ellos, y también de alimentación escolar. Y hacer un seguimiento de todo», ejemplifica Mory Sangaré, ministro de Educación de Guinea Conakry, otro país donde ya son perros viejos en gestionar crisis sanitarias. «La covid-19 puede ser una oportunidad para reorganizar nuestras capacidades para responder a emergencias y construir un sistema educativo más resiliente», aconseja.

Cartel informativo del proyecto de educación a distancia del Ministerio de Educación de Liberia.
Cartel informativo del proyecto de educación a distancia del Ministerio de Educación de Liberia. MOE

Uno de los ejemplos concretos es el de Liberia, país que también pasó por el mal trago del ébola. En su caso, el medio elegido para que las lecciones llegaran entonces y ahora a los alumnos liberianos ha sido la radio. El Ministerio de Educación cerró los colegios el 16 de marzo y días después puso en marcha un programa de educación a distancia a través de emisoras nacionales y comunitarias. El proyecto brinda formación continua de asignaturas de primera y secundaria de lunes a viernes en diferentes horarios. Cada asignatura se escucha a través de una emisora y se puede consultar qué clase le toca al alumno y a qué hora en un PDF que el Ministerio ha puesto en circulación. Esta y otras informaciones se difunden en las redes sociales gubernamentales.

El plan del Ministerio de Educación tiene una duración inicial de seis semanas, pero con posibilidad de extenderse. También contempla la instalación de sensores térmicos y materiales higiénicos básicos en las escuelas cuando estas reabran y la oferta de apoyo psicosocial para los estudiantes y maestros que lo necesiten.

Un país que no ha lidiado con ninguna crisis sanitaria reciente es Costa de Marfil. Ahora, ante el confinamiento, han desarrollado un método educativo por televisión. Mi colegio en casa es el nombre de la plataforma en Internet desplegada por el Gobierno costa marfileño para sus alumnos de preescolar, primaria, secundaria y acceso a la universidad. A través de la web se puede navegar para buscar el curso y la asignatura del estudiante para descargar en PDF el temario completo de los libros escolares. Además, cuenta con un canal de Youtube donde se publican lecciones en diversos ámbitos, aunque este solo tiene, por ahora, algo más de 3.000 suscriptores.

Lección en vídeo publicada en Youtube del 1 de mayo de 2020 para estudiantes costmarfileños.

La región de Somaliland tampoco ha pasado por una epidemia reciente, pero carga con otros problemas: conflictos armados, sequías e inundaciones recurrentes, una gravísima plaga de langostas en los últimos meses… El Gobierno puso en marcha el año pasado un programa de acceso a la educación con el apoyo de Unicef y la organización altruista Education Cannot Wait (la educación no puede esperar). Ahora, los esfuerzos radican en llevarla a las zonas rurales y remotas, donde el acceso a Internet no siempre es bueno, y lo están haciendo igual que en otros países: con ayuda de la televisión y la radio. Las lecciones se transmiten en las emisoras nacionales de radio y canales de televisión cuatro horas al día de sábado a jueves. En este caso, el ministro Ahmed Mohamed Dirie añade una idea: los paneles solares y las tabletas electrónicas para las zonas remotas. «Vemos esta pandemia como una oportunidad para alcanzar zonas remotas; estamos distribuyendo entre los niños tabletas que funcionan por energía solar para que puedan funcionar» explica.

PREOCUPACIÓN POR LAS NIÑAS

Se sabe por experiencias anteriores, como la crisis de ébola, que tienen impactos adversos en el aprendizaje de los niños, la finalización de la escuela, así como en su salud y bienestar. El impacto en las niñas, en particular las adolescentes de los hogares más pobres y rurales, es desproporcionadamente más grave. Durante el cierre de las escuelas, las niñas confinadas en sus viviendas pueden estar más expuestas a la violencia doméstica, el acoso sexual y verse privadas de servicios básicos de salud, sociales y escolares. Los embarazos y matrimonios precoces pueden aumentar.

Igualmente, la aplicación de programas de protección especialmente diseñados para ellas pueden mitigar estos impactos. Por ejemplo, un programa centrado en el género en Sierra Leona durante la crisis del ébola se adaptó rápidamente para convertirse en una clase diaria de una hora en habilidades para la vida, salud sexual y reproductiva y aprendizaje vocacional. Las clases se llevaron a cabo en espacios seguros en las aldeas y atendieron a 4.700 niñas adolescentes. Tras la crisis, las tasas de matrícula escolar disminuyeron solo un 8% en las aldeas que habían recibido las clases, en comparación con el 16% en aquellas que no.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/05/07/planeta_futuro/1588844575_060709.html

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Sierra Leona: Se levanta la prohibición discriminatoria de que las niñas embarazadas asistan a la escuela

Redacción: Amnistía Internacional

A raíz de la declaración ministerial de que a partir de hoy se levanta con efectos inmediatos la prohibición de que las niñas embarazadas asistan a la escuela, Marta Colomer, directora adjunta en funciones de Campañas para África Occidental y Central de Amnistía Internacional, ha declarado:

“Hoy en Sierra Leona tenemos algo que celebrar: miles de niñas embarazadas podrán volver a asistir a clase en todo el país cuando sus escuelas abran de nuevo tras la crisis de la COVID-19.

Esta prohibición intrínsecamente discriminatoria que se viene aplicando oficialmente desde hace casi cinco años ya ha privado a demasiadas jóvenes de su derecho a la educación y de la posibilidad de elegir el futuro que quieren para sí mismas, y ahora ha quedado justamente relegada a los libros de Historia.
Marta Colomer, directora regional adjunta en funciones de Amnistía Internacional para África Occidental y Central

“Esta prohibición intrínsecamente discriminatoria que se viene aplicando oficialmente desde hace casi cinco años ya ha privado a demasiadas jóvenes de su derecho a la educación y de la posibilidad de elegir el futuro que quieren para sí mismas, y ahora ha quedado justamente relegada a los libros de Historia.

“A las niñas embarazadas se les se ha devuelto la dignidad. Nos congratulamos de que el gobierno haya anunciado que levanta con efectos inmediatos la prohibición de que asistan a la escuela, una victoria para todas las personas que hicieron campaña incansablemente para que ese gran cambio se hiciera realidad.

“Esperamos que ahora las autoridades de Sierra Leona elaboren estrategias para abordar las actitudes sociales negativas y la estigmatización que las niñas embarazadas llevan años sufriendo. Además, la decisión da esperanzas a otras niñas embarazadas de África a quienes se ha estigmatizado, discriminado y, en algunos países, prohibido también asistir a la escuela.”

Información complementaria

Hoy, el ministro de Educación Básica y Secundaria emitió un comunicado anunciando que la decisión tomada por el gobierno en 2010 por la que se prohibía a las niñas embarazadas asistir a la escuela y examinarse quedaba revocada con efectos inmediatos. En su lugar habrá dos nuevas políticas centradas en la “inclusión radical” y la “seguridad total” de todas las niñas y niños en el sistema educativo. El presidente Julius Maada Bio dejó claro que su gobierno de “Nueva Orientación” toma las decisiones basándose en datos y en las normas constitucionales sobre proceso debido.

El 12 de diciembre de 2019, el Tribunal de Justicia de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) resolvió que la prohibición debía ser levantada. La demanda que impugnaba la prohibición había sido presentada por la ONG de Sierra Leona WAVES junto con la ONG Igualdad Ya y el Instituto de derechos humanos y Desarrollo en África. Amnistía Internacional intervino como amicus curiae.

La organización ha documentado previamente la amenaza que suponía la prohibición, impuesta oficialmente en abril de 2015, durante la crisis del Ébola, para los derechos de miles de niñas. Debido al Ébola se produjo un brusco aumento de embarazos de adolescentes. El gobierno debe adoptar medidas para garantizar que esto no ocurre con la COVID-19.

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/03/sierra-leone-discriminatory-ban-on-pregnant-girls/

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Corte africana ordena a Sierra Leona readmitir en escuelas a adolescentes embarazadas

África/Sierra Leona/14-12-2019/Autor(a) y Fuente: www.infobae.com

El tribunal de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) ordenó el jueves a Sierra Leona que levante «inmediatamente» la controvertida prohibición de que las niñas embarazadas asistan a la escuela.

Sierra Leona había prohibido oficialmente que las niñas embarazadas fueran a la escuela en 2015, luego de la crisis del ébola de 2014, cuando unas 14.000 niñas quedaron embarazadas, según la ONU.

Durante la crisis, miles de niñas huérfanas recurrieron a la prostitución para sobrevivir, según Amnistía Internacional. En otro casos los embarazos fueron el resultado de violaciones.

En 2018, la oenegé Mujeres contra la violencia y la explotación en la sociedad (WAVES), junto con otros grupos de la sociedad civil, impugnó esta prohibición ante el tribunal de la CEDEAO tras el fracaso del recurso en el ámbito de la justicia nacional.

En un fallo el jueves en Abuya, el juez Dupe Atoki dijo que «la política prohibitiva debería ser derogada de inmediato», ya que era «discriminatoria contra las adolescentes embarazadas».

El tribunal también condenó un programa especial del gobierno apoyado por Gran Bretaña y la ONU, que ofrece educación limitada a las niñas embarazadas.

«La creación de escuelas para adolescentes embarazadas donde se imparten cuatro materias tres días a la semana es discriminatoria y constituye una violación del derecho a la igualdad de educación», agregó el juez.

Hannah Yambasu, directora de WAVES en Sierra Leona, acogió con beneplácito la decisión y dijo que era esencial «proteger a las niñas y garantizar que puedan terminar la educación superior».

Marta Colomer, subdirectora de Amnistía Internacional para África occidental y central, también elogió el fallo. «La decisión es decisiva para las miles de niñas que han sido excluidas de la escuela y cuyo derecho de acceso a la educación sin discriminación ha sido violado», dijo.

Fuente: https://www.infobae.com/america/agencias/2019/12/12/corte-africana-ordena-a-sierra-leona-readmitir-en-escuelas-a-adolescentes-embarazadas/
Imagen: gdakaska en Pixabay
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