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Pilar Tormo: «La escuela tiene vida propia y hemos de saber mimarla, atenderla y vivirla»

Por: 

  • Entrevistamos Pilar Tormo Saenz, una referente en la educación valenciana con 41 años de experiencia y evolución en ella. Hacer escuela, nos dice, «ha sido la oportunidad constante de preguntarse qué es aprender, cómo lo hacemos las personas, en este sentido relacional de la educación que hace aproximarse a la vida de otro ser humano que no eres tú».

La huella de Pilar Tormo se observa desde Novelé, en La Costera, hasta Valencia y la Horta Sud; está patente en la palabra y las experiencias de sus alumnos, que recuerdan con gran estima y devoción su paso. Tormo escribió en Històries que he viscut (Rosa Sensat, de momento solo en catalán), y bajo petición, como dice ella, sus vivencias como maestra y como persona durante cuatro décadas, en una España acabada de salir del franquismo, retrasada y oscura, y en una Comunitat Valenciana donde la lengua se abría paso, donde la alegría se vive en las escuelas y el cuidado se vuelve sagrado entre las cuatro paredes de un edificio; un edificio que, como afirma en su libro, «cambia el mundo».

Tengo que empezar preguntándole lo siguiente ¿La escuela cambia el mundo, o el mundo cambia a la escuela?

Seguramente las dos afirmaciones son verdaderas. Cuando la realidad del mundo fuera de la escuela es cruel, punzante, dura… La escuela sufre. En situaciones como en los campos de refugiados, en una guerra, donde la realidad del mundo es muy dura, la repercusión que tiene la escuela en la vida de las criaturas se nota. Por lo tanto, es evidente que la realidad del mundo cambia en la escuela. Pero la escuela es muy sanadora. Es decir, tiene un microclima y una vida propia que hace posible mejorar el mundo. Abre un espacio dedicado a pensar y aprender, mejora indudablemente la vida de las criaturas y, por tanto, del mundo, en este mundo que es excesivamente individualista y competitivo. Una buena escuela hace posible que haya cambios.

Para mí, con la distancia de los años, lo que me parece muy importante, y más en este momento, es que los maestros crean que la escuela genera vida, que tiene vida propia; es decir, que las criaturas con circunstancias y experiencias duras pueden contar con esta experiencia escolar y que, como dice Marina Garcés, pueden salvar o hundir la experiencia humana. Es así. La escuela tiene vida propia y debemos saber mimarla, cuidarla, atenderla y vivirla. En paralelo a como la influencia del resto de lo que vivimos se convierte en una realidad que penetra. Por lo tanto, de alguna manera, hay pizcas de verdad en cada una de estas afirmaciones.

¿En una sociedad que tiende a ser individualista, cómo se plantea en la escuela la idea de la compañía, la colaboración y la ayuda mutua?

La sociedad, el mundo, somos nosotros también. Y es curioso que sea individualista. El poder, una parte minoritaria de la sociedad pero dominante, trata de que esta sea la única manera de vivir. Sin embargo, los libros de autoayuda y de investigación de otra manera de vivir, crecen. El mismo mundo es múltiple y manifiesta permanentemente que el poder no lo domina todo, que las necesidades de humanidad las sentimos, aunque no las podamos satisfacer. Por lo tanto, hay momentos de mucha confusión o momentos de muchos cambios, como el de ahora mismo, en los que sentimos que no obstante el poder no lo ocupa todo, no es capaz de cubrir esta necesidad de humanidad. Y debemos saber buscarla porque, como no tiene poder, tiene menos voz. Entonces, yo creo mucho que la relación es el centro de la vida humana, que somos interdependientes, que esta idea de la autosuficiencia es muy masculina, muy insatisfactoria, irreal y mentirosa. Debemos hacer que esta relación no sea de dominio, sino de reconocimiento, de autoridad, de investigación, de intercambio humano…

Pilar Tormo, tercera por la izquierda, en la mesa redonda de presentación de ‘Històries que he viscut’ | Foto: Ana Bisquert

¿Cuáles son los mecanismos que pueden aplicarse en la escuela para lograr esto que dice?

Saberlo como maestra te da la capacidad de dejarte tocar por la realidad que tienes delante. Marina Zambrano dice que debe ser como un cristal, donde el otro se nos debe mostrar en toda su plenitud y, por tanto, dejarnos tocar por el otro, por sus necesidades, por sus inquietudes. Algunas experiencias en la escuela hablan de esta forma de estar. Yo recuerdo cuando estaba en el instituto y las criaturas me decían: «Aquí no haremos asambleas, ¿no?», algo sagrado para mí, que he mamado de las pedagogías, el lugar de escucharnos, de hablar… En vez de intentar convencerles, dije: «Aquí hay algo muy fuerte que me ha de hacer pensar». ¿Qué les pedí? Tiempo. Siendo maestra, cada una de las dificultades y experiencias te abre a otras, a la busca ideal. A mí este momento no se me olvida, porque parar y pensar qué hay detrás de las propuestas pedagógicas que hacemos me parece que abre el camino al encuentro, a la creación, a la no repetición. La vida de la escuela no puede repetirse, no hay una pedagogía cerrada, enlazada, que sirve para siempre; sino que tenemos que estar de manera permanente a la altura de las nuevas necesidades.

¿Entiende entonces que no se debe aplicar una única pedagogía y que debe adaptarse a las condiciones de las criaturas?

Yo lo que diría es: haz lo que te funciona. La táctica de la pluma y el tintero no pasaría ningún examen ni filtro de nuevas pedagogías, pero resultó revulsivo porque me di cuenta de que aquellas criaturas, mayores pero que no sabían escribir, lo que estaban pidiendo era una situación que les provocara. Yo creo que se trata de eso: que permanentemente tu mirada se fije en el mundo de las criaturas, y las pedagogías que han construido los maestros anteriores a nuestros te obligan a escuchar lo que tienes delante. Entender que no es un paquete cerrado. Yo creo que este es el misterio de que haya diferencias tan grandes de género y de edad en la escuela, no tanto de capacidades, y que enriquecen el encuentro; porque este es el mundo real y este no es un mundo de iguales. En este mundo hay diferencias, incomprensiones, pero también afinidades, y todo ello configura la escuela. Este para mí es un aprendizaje de humanidad y se necesitan maestros que también lo consideren de esta manera.

Hablando de la diferencia y de la igualdad, en tus escritos recoges la idea del feminismo de la diferencia. ¿Cómo se adapta esta manera de educar?

Yo siempre me he sentido cercana al feminismo, un feminismo que abría el mundo a las mujeres, a lo que querían ser. Pero, de alguna forma, siempre dentro de la reivindicación, las situaba como uno menos, como que su trayectoria por el mundo era de carencia. Antes, la lectura que hacía era desde la debilidad, desde lo que no son, desde lo que no tienen… Y ahora me parece una visión tremenda. Hay un momento en que descubro otra mirada: las mujeres han ido construyendo las piezas fundamentales, la atención de la vida: desde parir, hasta tener cuidado. Por lo tanto, este desplazamiento para colocar en el centro la vida, como dice Yayo Herrero, es todo lo que las mujeres podemos aportar. No somos omnipotentes, no podemos con todo; esto es una mentira, una coraza para sentirse fuerte frente al otro. La historia de las mujeres es justamente esta otra manera de estar y me parece muy interesante y sanadora, porque siempre ha estado presente en la vida de la escuela: el cuidado, el cariño…

De hecho, a mí como alumna me gustaban las matemáticas porque me enamoré del profesor. ¡Me encantaban las matemáticas porque venían de su mano! Yo iba a las clases de biología con una alegría que me moría, ¡pero es que la maestra me encantaba! Todo el mundo tenemos experiencia de ello, es fundamental, es un vínculo de humanidad que hace posible que se descubran intereses. Por ello, la mejor experiencia de formación que pueden tener los maestros en la universidad es vivir experiencias de aprendizaje. Que piensan sobre las que hayan vivido y que vayan tirando del hilo.

A raíz de esto, muy de la juventud, especialmente universitario, critica que haya demasiada competencia entre el alumnado y demasiado estudio de mesa y no tanta reflexión o filosofía.

Yo creo mucho en la universidad, y eso que pienso que está muy desfasada porque la mayoría de veces está fundamentada en la información. Ahora la información ya la tenemos por vías tecnológicas, y esto pertenece a la era pasada. Hay mucha información y poca reflexión. La universidad debe hacer posible que cada uno pueda extraer pensamientos en contacto con otras reflexiones, lecturas, etc. Además, para mí es importante distinguir entre competencia y competitividad. Hay que ser muy exigente, es importante para el crecimiento. La escuela es, y debe ser, muy competente. Hoy en día es muy permisiva, al contrario de lo que se piensa, y a mí eso me disgusta mucho porque cada vez que renunciamos a que el otro se ponga en relación con un aprendizaje que le haga crecer, es una pérdida.

Cada vez que renunciamos a que el otro se ponga en relación con un aprendizaje que le haga crecer, es una pérdida

Cuenta en su libro que tuvo alumnos conflictivos que no iban a clase, y que intentó poner de su parte para que se animaron a ir, a participar…

¡Es que me iba la vida! ¡Me la vida! Yo lo recuerdo con un sufrimiento… Esta función de ir por ellos, decir «bueno, estos son unos descreídos, llevan una vida que yo me la sé dominada, absolutamente el sistema los expulsa de la vida» y yo creía que tenía una posibilidad, una. No la varita mágica, claro; pero que no podían renunciar, y convertir lo que vas viviendo en una oportunidad. Yo recuerdo sufrir y adoptar la posición de salir adelante, de creer que esto es posible, que tu presencia lo hace posible y que ya aprenderás si no sabes. Aprendes haciendo.

Ha estado muy vinculada a movimientos sociales, políticos, que favorecen que no haya esa exclusión, dedicada a asambleas… ¿Cómo expone esta manera suya de vivir dentro de la escuela?

Yo creo que no nacemos solos, porque nacemos en relación con una madre, ni nos hacemos en solitario. A raíz de esto, he tenido la necesidad de rodearme de gente de la que quería aprender. Además, considero que el capitalismo destruye el mundo. De hecho, muchos de los capitalistas actuales no piensan en salvar el planeta, sino que están creando una fantasía fuera. Yo estoy convencida de que el capitalismo es un destructor y un devorador, pero no sólo para el planeta, sino también para nosotros mismos. Esta manera de ver la situación genera insatisfacción, pero yo he tenido la suerte de que siempre me he encontrado próxima a movimientos de renovación en la escuela, en la búsqueda de nuevas formas de estar a la educación que posibilitaran el crecimiento humano, que han sido imprescindibles en mi vida. Formar parte de estos movimientos es pensar junto con otros para intercambiar experiencia, para dar pasos adelante y es otra manera de entender no sólo la escuela, sino el mundo, así como el mundo fuera de la escuela, porque si el mundo se va destruyendo, este elemento destructor te erosiona y te hace sufrir. Una maestra que hace todo esto fuera, también lo hace dentro de la escuela y no domina a las criaturas, sino que establece una relación con ellas y enriquece el mundo.

¿Cree que la virtualidad actual debida a la pandemia ha empeorado la relación entre profesorado y alumnado y entre personas en general?

Yo lo que creo es que el capitalismo, desde hace muchos años, preparaba el asalto tecnológico a la vida privada, a lo más sensible de los seres humanos como la educación, la sanidad… Y no sabía cómo hacerlo, iba a poco a poco. De repente, la pandemia lo posibilitó. Durante 2019-2020 los maestros habían podido crear una relación con los alumnos y, aunque lo que ocurrió fue de repente y muy bestia, como que la relación estaba creada, la pandemia no la cortó. Pero ahora es diferente porque viene para instalarse y sustituirla. Ya no es un recurso más. El problema es que la comunicación virtual no es la real; necesitamos un cuerpo, necesitamos la mirada de quien tenemos delante; estamos en la mirada del otro, y esto es lo que nos hace humanos. En la sanidad la sustitución entra a lo bestia, y el titular será «por tu bien», siempre, porque es más eficaz, más rápido… Pero perdemos mucho. En el ámbito laboral se abre la disgregación, la atomización de la vida laboral que hace que volvamos a etapas esclavistas de usar y tirar al trabajador, como se ha hecho virtual, o tecnológicamente, sin establecer una relación y sin presencia, poco a poco va invadiendo la esfera de lo personal y familiar. A cambio no sabes a quién tienes detrás.

Ante este cambio, la sociedad pide que no se renuncie a este espacio de lo común que es la escuela. Este espacio donde nos humanizamos, donde nos peleamos y buscamos después la manera de llegar a acuerdos, este espacio de vida. La escuela, hoy en día más que nunca, tiene que luchar por ser este espacio, y trabajar las percepciones, lo que vemos.

El capitalismo hace muchos años que preparaba el asalto tecnológico a la vida privada, a lo más sensible de los seres humanos, no sabía cómo hacerlo y de repente la pandemia lo posibilitó

También le gusta acercarse a la gente, vivir en los pueblos donde está su escuela… El ejemplo de Gúdar. ¿Por qué es tan importante para usted vivir en el mismo pueblo donde hace escuela?

Si mi percepción de la realidad es la realidad en la que vivo, yo puedo pensarla, no me la han de contar, y vivirla a mi manera. Y yo, de una forma natural, siempre he vivido en los pueblos donde he trabajado. ¡Y ha sido fantástico! Me ha hecho tomar contacto con esta realidad y siempre he salido ganando, aunque de entrada haya sido hostil, como la de Gúdar. Yo en la vida había llorado al entrar en un pueblo, y lo hice. En el libro no cuento ni un centésima parte. Cuando subo al pueblo lo hago llorando, pensando: «¿Qué he hecho yo para estar aquí?». Era la primera maestra que vivía en el pueblo desde antes de la guerra civil y, además, todos convenciéndome de que los maestros se quedaban en el pueblo de abajo porque, de esta manera, cuando llegaba la nieve ya no tenían escuela y así tendría más vacaciones. ¡La casa de los maestros era un almacén lleno de trastos! La realidad, a veces, se te presenta de una manera hostil, pero vivir allí donde me ha llevado la escuela ha sido muy enriquecedor porque vives la realidad del lugar.

¿Como vivió en la escuela el postfranquismo?

Yo entreé en un postfranquismo que tenía miedo a la democracia y lo que pasaría. Lo peor de cualquier dictadura es cuando incorporas la autocensura y reconoces el poder del otro. Y en este reconocimiento tú te haces pequeño y desapareces. Suerte que los maestros que yo me encontré a partir del 72 querían cambiar esta escuela triste, mala, oscura… Oscura incluso en la pintura, en los materiales… Yo no tenía ni idea de lo que había significado la República, fue Carmen Agulló quien me la rescató: unas escuelas imponentes, de luz, de contacto en la naturaleza… Y el franquismo cierra todo esto. Los edificios de las escuelas franquistas, las primeras a las que fui, Novelé y Algemesí, eran tétricos, apenas una ventanita allá arriba. Pero yo me encontré enseguida con muchos maestros que cambiábamos esta situación sin pedir permiso, sentíamos que era necesario. Gonçal Anaya decía que la única fidelidad del maestro es su alumno, y esto lo encontré en estos maestros, que a pesar de tener unas leyes y un sistema educativo horrible, introdujeron en la escuela la alegría. Los problemas, el tiempo libre, cantar, aprender… Era un gozo. Todo pasaba por el maestro. Era quien creaba esta manera, y yo creo que se producía un contraste entre un sistema muy autoritario y unas experiencias muy locales, es verdad, muy particulares, pero que abrían otra manera de ser maestro y vivir nuestro oficio.

Pilar Tormo firma ejemplares de su libro | Foto: Ana Bisquert

¿Tiene la huella de su madre alguna relación con el proyecto ‘Aprendemos entre mujeres’?

Aprender entre mujeres es un proyecto gracias al cual pude experimentar mucho con esta actitud de madres: ayudar a que le vaya bien al hijo en la escuela. Para mí el valenciano es sagrado y donde yo me encontraba haciendo escuela en valenciano eran zonas con mucha inmigración. Las madres me decían siempre que no podían ayudar a sus hijos porque no sabían la lengua. Entonces, cuando me jubilé, pensé que era el momento de llevar a cabo un proyecto como este. Fue precioso y he aprendido… ¡pero muchísimo! Para ellas era el momento de aprender una lengua y también aprender a hablar de otra manera, desde cada una.

Por otra parte, pienso que entre las madres y las hijas hay una relación distinta de la que hay entre hijos y madres. Entre la madre y la hija se da la tensión generacional normal, y otra tensión, la demanda de la madre, mujer, por qué la hija no renuncia a ser hija, mujer. Para la hija esto es complejo, porque debe saber distinguir lo que queda en ella de su madre, y lo que emana de ella misma. Mi madre fue una mujer de estudios y he tenido un padre exquisito. Recuerdo que cuando tocaban el timbre de casa, yo iba corriendo porque me daba vergüenza que vieran a mi padre con un delantal. Esto te hace pensar en la suerte que tuve. En mi casa se daba por descontado que debía estudiar igual que mis hermanos y mi madre nos decía: «No es necesario para una mujer casarse ni tener hijos». Este término, «no es necesario», me da la medida. Es precioso. Ella no dice que sea malo, al contrario, está satisfecha porque tiene cuatro criaturas, pero debe ser una experiencia libre. Cuando la madre no está porque no ejerce, se nota. Se ve en nuestro vocabulario, con las frases hechas castellanas «se te ha ido de madre» o «esto es un desmadre». Es decir, la madre sitúa un camino de relación humana que hay que rescatar y revisitar.

Para terminar, ¿qué es para usted ser y hacer escuela?

La escuela es un espacio que da posibilidades de humanidad en todo el que accede a ella, tanto las criaturas como los maestros compartimos un espacio privilegiado. Para los maestros, y para mí, ha sido la oportunidad constante de preguntarse qué es aprender, cómo aprendemos las personas… en este sentido relacional de la educación que hace aproximarse a la vida de otro ser humano que no eres tú. En este entramado de la educación siempre tienes la carpeta abierta de la investigación, de buscar nuevas formas de aproximarte a una forma de estar en la cual estás aprendiendo, porque siempre hay cosas y respuestas que no entiendes, y preguntas que te haces de manera continua, al igual que en la vida. Y yo creo que esto es un privilegio que tiene nuestro oficio respecto de otros. Además, independientemente, creo que el ser humano no puede renunciar a que el trabajo forme parte de nuestra vida.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/10/18/pilar-tormo-la-escuela-tiene-vida-propia-y-hemos-de-saber-mimarla-atenderla-y-vivirla/

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Entrevista a Jorge Cázares Torres, docente de la Normal Rural «Vasco de Quiroga» de Tiripetío, Michoacán, México.

Por: Fernando David García Culebro

En entrevista exclusiva para Otras Voces en Educación, el Dr. Jorge Cázares Torres, docente de la Normal Rural «Vasco de Quiroga» de Tiripetío, Michoacán, México, comentó el panorama de las Escuelas Normales Rurales en la política educativa actual y abundó sobre la reciente reapertura de las actividades de la normal rural Luis Villarreal del  Mexe, Hidalgo, después de que había sido cerrada desde hace 17 años.

El actual miembro del equipo académico que construye una propuesta de Plan de Estudios específico para las escuelas Rurales de México, enfatizó la necesidad de repensar la formación docente inicial y recuperar la esencia de estas instituciones para garantizar el propósito para el que fueron creadas, en los anhelos de justicia social de las dos primeras décadas posrevolucionarias de México.

Asimismo, detalló la importancia que  estas escuelas representan para las comunidades rurales, principalmente en dos aspectos: a) la mayoría de estudiantes son hijos e hijas de campesinos, por lo que, estas instituciones representan una oportunidad para continuar con sus estudios; b) egresan docentes con un mayor conocimiento y comprensión de los contextos no urbanos.

En ese mismo sentido, destacó el gran significado de los internados en las escuelas normales Rurales. En principio, porque la mayoría de sus estudiantes son de escasos recursos económicos, pero además, por la convivencia que se da en el interior de ellos, resaltando el sentido colectivo y la vida en comunidad que prevalece en estos centros educativos.

A continuación les compartimos la entrevista completa:

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Italia: El fascismo contra los sindicatos, algo más que un sábado en Roma

El fascismo contra los sindicatos, algo más que un sábado en Roma

Daniel Bernabé

Sábado 9 de octubre de 2021, una manifestación de diez mil personas recorre Roma. La convocatoria no tiene como objetivo lograr un incremento de salarios o situarse frente a la subida de precios de los bienes básicos: es una protesta por la obligación de disponer de un certificado de vacunación contra la covid. Italia, uno de los países europeos más duramente golpeados en la primera ola de la pandemia, tiene a una parte de su población desconfiando no sólo de las vacunas, sino sumida en un movimiento conspiranoico que va desde la negación de la existencia del propio virus hasta las más estrambóticas teorías acerca de su naturaleza. Algo falla cuando lo demente se toma como una bandera de indignación. Pero hay más.

La convocatoria degenera rápidamente en incidentes y la mitad de la misma se dirige al palacio Chigi, la sede del Gobierno italiano, donde se producen los primeros enfrentamientos con la policía. También en la sede de la Confederación General Italiana del Trabajo, CGIL, que es asaltada por una turba con la excusa de que el sindicato, el mayor del país, apoya el certificado de vacunación. La razón última de este asalto, de la protesta en sí misma, hay que buscarla más allá del conflicto en torno a las vacunas. El partido fascista Forza Nuova es uno de los convocantes y sus dirigentes, Roberto Fiore y Giulliano Castellino, cabecillas del ataque al edificio sindical. Unos días después son detenidos junto a otras diez personas. La estupefacción se adueña de Italia y hasta la ultraderecha parlamentaria, representada en La Liga de Salvini y Fratelli d’Italia de Meloni, se ve obligada a condenar, con la boca pequeña, los violentos incidentes: planea la posibilidad de una ilegalización.

Hablar sobre ataques ultraderechistas a los sindicatos es un hecho que, por desgracia, era hasta hace poco parte de la historia del pasado siglo. En la década de 1920 las escuadras fascistas perpetraron violentas agresiones que llegaron a cobrarse la vida de varios centenares de socialistas, comunistas e incluso democristianos. ¿Qué es lo que ha pasado para que en Italia, como en el resto de Europa, los ultraderechistas vuelvan a ser una fuerza significativa tras un siglo? La respuesta, compleja y con matices propios en cada país, ya la habrán leído en otras ocasiones: el descrédito de los partidos tradicionales, la incertidumbre de la Gran Recesión del 2008, la utilización del conflicto migratorio, el terrorismo islamista y, ahora, la pandemia, una que ha contribuido a una inquietud ante el futuro que los ultras están sabiendo aprovechar.

Hemos pasado de juguetear con conspiraciones en torno a la carrera espacial a cuestionarnos los consensos más nítidos que constituían Europa: el mecanismo es parecido, el resultado mucho más trágico. Uno de esos consensos era la democracia, otro el antifascismo, algo que en Italia ha pasado de ser orgullo nacional en la posguerra a un símbolo actualmente devaluado.

La ultraderecha configura una identidad fuerte a través de un nacionalismo excluyente, articulado a la contra de grupos declarados como el enemigo. Pertenecer a esta identidad es fácil, tanto como lo que cuesta transformar el miedo en odio. Las herramientas digitales han dinamizado el proceso ya que en un contexto donde no se distingue lo cierto de lo falso es mucho más sencillo perpetrar la intoxicación. Cuando las posturas críticas empiezan a ser indistinguibles de la charlatanería con retórica rebelde, la involución toma ventaja. Hemos pasado de juguetear con conspiraciones en torno a la carrera espacial a cuestionarnos los consensos más nítidos que constituían Europa: el mecanismo es parecido, el resultado mucho más trágico. Uno de esos consensos era la democracia, otro el antifascismo, algo que en Italia ha pasado de ser orgullo nacional en la posguerra a un símbolo actualmente devaluado. La pandemia es tan sólo el último suceso para que el incauto acabe al lado de los ultras. Vendrán más convulsiones, empezando por la crisis energética.

Al igual que los grandes medios de comunicación tienen responsabilidad en el ascenso de lo falso como ecosistema, la derecha liberal ha sido la principal artífice del descrédito de la democracia, promoviendo una economía divorciada de la política, ausente de una mínima vertiente social. Que el actual presidente de Italia sea Mario Draghi no deja de ser una triste paradoja. Draghi fue el antiguo responsable para Europa de Goldman Sachs, también el antiguo gobernador del BCE, uno de los más acérrimos impulsores de la austeridad en la pasada crisis económica. Si los Gobiernos no pueden tomar decisiones en ámbitos económicos es difícil que la ciudadanía vea la democracia como algo útil. Si todo se deja a merced del mercado se priva a la acción política del resorte fundamental para introducir cambios profundos en la vida social. El problema es que en vez de cuestionar por qué la economía queda al margen del control democrático, se cuestiona a la democracia en sí misma.

Cuando eres tú quien sitúas determinados conflictos en el centro del tablero político, eres tú quien propone las soluciones. ¿Qué queda fuera de toda esta estrategia? Los conflictos sociales de índole económica.

La ultraderecha pone en el punto de mira principalmente a la inmigración como sujeto antagónico y, dependiendo de su grado de conservadurismo, al colectivo LGBT y las feministas. Sin embargo, aquellos ultras que poseen cierta sofisticación, complican la ecuación, utilizando las posturas retrógradas del islamismo en cuanto a las mujeres y los homosexuales en su beneficio, incluso añadiendo reclamaciones ambientalistas para resultar más atractivos. La ultraderecha se propone como una fortaleza donde «los buenos ciudadanos» quedan resguardados de una amenaza a un modo de vida europeo, sesgadamente tradicional, nunca cívico. Los ultras construyen un sujeto político al que representar exitosamente, que aspira a ser mayoría en algunos países, como la propia Italia o Francia, o ya lo es en otros como Polonia o Hungría. Cuando eres tú quien sitúas determinados conflictos en el centro del tablero político, eres tú quien propone las soluciones.

¿Qué queda fuera de toda esta estrategia? Los conflictos sociales de índole económica.

La ultraderecha los rehuye bajo la coartada de un anti-elitismo abstracto, una retórica confusa de aspiración rebelde: la lucha contra el globalismo. De hecho, esta difusa «lucha contra las élites» tiene una conexión directa con el antisemitismo de los años 30, al estar protagonizada, como aquella, por la creencia conspiranoica de que grupos secretos dominan el mundo desde las sombras: hasta el Papa es susceptible de ser el centro de sus ataques. Del sistema financiero, sus fondos de inversión especulativa y las empresas transnacionales no tienen nunca opinión. Es más fácil aparentar que ganas una batalla cuando peleas contra espectros creados a conveniencia.

Los sindicatos son, en toda Europa, la principal expresión del movimiento obrero organizado, los que sitúan el conflicto capital-trabajo en primera línea de la actualidad. En aquellos territorios donde aún hay una alta afiliación sindical, el voto a los ultras decrece. Esto nos debería indicar que el ejercicio de ciudadanía sólo se expresa desde lo común. Por tanto son los sindicatos los que destruyen, con su acción cotidiana, la estrategia y la coartada de la ultraderecha. Los principales problemas a los que se enfrenta la mayoría de la población tienen que ver con el trabajo, el costo de la vida, la vivienda, el transporte, la educación o la salud: la realidad capitalista ya es suficientemente dura sin necesidad de conspiraciones. Que la manifestación negacionista comandada por fascistas asaltara la sede de la CGIL fue un hecho terrible, pero también descriptivo: la ultraderecha teme a los sindicatos y su única manera de enfrentarlos es mediante la violencia directa.

Fuente de la Información: https://actualidad.rt.com/opinion/daniel-bernabe/407231-fascismo-ataque-sindicatos-italia

 

 

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Charo Rueda: «El cerebro del alumnado tendrá unas habilidades que se determinan, en gran medida, por la educación que recibe»

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  • Charo Rueda es investigadora de la Universidad de Granada en el departamenteo de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento. Acaba de escribir Educar la atención con cerebro que saldrá a la venta a finales de este mes, en la edutorial Alianza. Hablamos con ella sobre la importancia que tiene la atención, no solo para discriminar la información que nos llega al cerebro sino, también, para mediar en nuestro comportamiento. Se trata, a su juicio, de uno de los elementos clave que hacen del ser humano «esa especie tan especial que somos». Y, como tal, es complicado de desarrollar y se ve impactado por muchos elementos externos que pueden ir, desde la salud física a la emocional, pasando por la pobreza.

Lo primero que tiene que hacer una persona que quiera entrenar la atención (la propia y la ajena) es conocer qué es la atención y cómo funciona. “No he querido hacer un libro de “recetas” sobre cómo educar la atención en el aula. Creo que no debo decirle a un maestro qué es lo que tiene que hacer en el aula, ese no es mi tema. Los maestros son quienes saben cómo hacen eso; son los expertos en saber qué hacer en el aula”. Cosa que no quita para que en un primer momento el maestro sepa qué es lo que quiere entrenar (la atención, la motivación) y, además, saber evaluar cuáles son las necesidades individuales de su alumnado. “Para eso los maestros necesitan conocimiento”.

Es lo que Charo Rueda ha intentado hacer en las más de 400 páginas que dedica, en su libro Educar la atención con cerebro, a comprender qué es la atención, cómo funciona, cómo se entrena y qué puede hacerse en educación al respecto. Eso sí, además de huir de los recetarios, esta investigadora de la Universidad de Granada también se muestra preocupada por que la llamada “neuroeducación” sea un ámbito que resulte útil a los educadores: “Creo que a veces se transmite una idea demasiado simplista del cerebro, intentando hacer metáforas fácilmente asimilables para no expertos pero que, al final, están vacías de contenido”.

Por eso Charo Rueda ha escrito un libro en el que se describe en profundidad cómo se aborda el estudio de la atención y su relación con el cerebro, así como su desarrollo a lo largo de la vida, y los aspectos que influyen en este desarrollo. En su opinión, “para entrenar la atención hay que ser un poco experto, saber en qué consiste, qué procesos la ponen en marcha y cuáles son sus funciones; para qué es importante. La persona que educa debe conocer qué es lo que pretende educar, e identificar qué es lo que el aprendiz necesita. Esta es mi filosofía”.

La primera pregunta de todas, claro, es obligada. ¿Qué es la atención?

«Esta no es una pregunta fácil. De hecho, en Psicología es famosa la frase de que todo el mundo sabe lo que es la atención, aunque es muy difícil definirla. La atención tiene que ver con muchas cosas, y cuando una trata de definirla, la sensación que provoca en el otro es que la atención tiene que ver con todo, básicamente.

Creo, continúa Rueda, que la clave está en que tu cerebro recibe tanta información que es imposible procesarla toda con un alto grado de agudeza y de forma consciente; hay una limitación. La atención, bajo esta premisa, es el mecanismo necesario para priorizar la información que nuestro cerebro va a procesar de forma consciente. Dicho de otro modo: la atención es el mecanismo que nuestro sistema cognitivo, nuestro cerebro, ha inventado para poder priorizar la información.

Aquí es importante hablar de la distinción entre lo que el cerebro hace de modo automático y lo que procesa con control. Este segundo modo de procesar de forma consciente y voluntaria tiene más que ver con lo que llamamos la atención. Lo que trato de transmitir, y es una idea central en todo el libro, es que la atención es necesaria para gestionar nuestro comportamiento, para ajustarnos a nuestros objetivos o a las normas sociales o culturales. Por tanto, es importante no solo en tu vida mental sino también en cómo te comportas. Si no estás atento te comportas de forma automática y los automatismos a veces, por ejemplo en el contexto socioemocional, no son buenos. Por ejemplo, podríamos decir que los prejuicios sociales son ideas automáticas que facilitan tu interacción con la gente, pero si tienes un prejuicio negativo hacia un grupo social concreto, tu comportamiento automático para con una persona de ese grupo al que no conoces será bajo este prisma. Si quieres dominar esa tendencia automática en lo social, necesitas atención. Estar atento es necesario para que seas más consciente de tus pensamientos y acciones y te ajustes a tus objetivos propios; eso en los niños es importantísimo, desarrollar esa conciencia es importante».

La atención es el mecanismo que nuestro sistema cognitivo, nuestro cerebro ha inventado para poder priorizar la información

De esta forma, finaliza, la atención es lo que te permite priorizar tu actividad mental hacia la consecución de tus propios objetivos, hacia un modo más controlado de comportamiento. Esto nos distingue de los animales. El comportamiento de los animales está mucho más determinado por impulsos y deseos que están mucho más en el presente. Su capacidad para ajustarse flexiblemente a situaciones cambiantes, o de dejar de lado un deseo en el momento en pos de un objetivo más a largo plazo, es mucho menor».

La importancia de la atención, por tanto, es meridiana. No solo nos ayuda a discriminar información que queremos priorizar, sino que es la herramienta que necesitamos para sintonizar nuestro comportamiento con objetivos propios o instrucciones recibidas. La premisa del libro es que esta atención puede ejercitarse a lo largo del tiempo. Para ello, Charo Rueda expone en sus páginas algunos de los ejercicios que han utilizado en su investigación. Aunque se trata de unos ejercicios que, tal vez, no puedan tener una traslación directa, por ejemplo, a las aulas o al salón de casa.

“Lo importante es entender la filosofía de cada ejercicio, de modo que el maestro pueda proponer actividades similares para clase. Por ejemplo, ser capaz de corregir una tendencia de respuesta dominante y producir una alternativa es importante para entrenar la atención. Estoy segura de que muchas actividades se pueden diseñar en el aula para entrenar esta capacidad”, asegura la investigadora.

Los ejercicios con los que ejemplifica Rueda en el libro están sacados de la investigación que se lleva a cabo en los laboratorios de neurociencia cognitiva, como el que ella dirige en la Universidad de Granada. En sus investigaciones querían comprobar, entre otras cosas, si se producían cambios en el funcionamiento del cerebro al ejercitar la atención. Esa es la razón por la que las pruebas son tan controladas: “Para poder utilizar tecnología de neuroimagen que nos permitiera medir cambios en el cerebro”. En sus primeros estudios observaron cambios en el cerebro tras unas pocas sesiones de entrenamiento. “El cerebro es muy sensible al aprendizaje”. Bien es cierto, aclara, que esos cambios no tienen por qué ser estables, para ello hay que cultivarlos con el tiempo. Pero, en cualquier caso, es la demostración de que “el cerebro, especialmente el humano, es altamente educable”, asegura Rueda, “nunca debemos perder esto de vista». «Un educador no debe perder de vista que el cerebro de su alumnado acabará teniendo unas habilidades que se determinan, en gran medida, por la educación que recibe, por el esfuerzo que se le pide y las funciones que se le requieren”.

Esta es una de las claves de todo el asunto. La activación del cerebro ante una acción que debe desarrollar. En el libro, Charo Rueda insiste en no pocas ocasiones en la necesidad de que el conocimiento al que debe aspirar el alumnado no sea ni muy difícil ni muy fácil. Debe encontrarse en lo que Vygotsky definió como zona de desarrollo próximo. Es uno de los elementos clave para el aprendizaje.

El libro recoge otros elementos que “maximizan el aprendizaje de habilidades”, comenta. “Cosas que son de importancia general y creo que el maestro las tiene que tener en cuenta”. La primera, claro, son las horas de dedicación o práctica aunque, afirma, “los siguientes son casi más importantes”. Esta práctica no debe ser intensiva, sino que debe estar repartida en el tiempo. Otro aspecto importante, como se comentaba antes, es la zona de desarrollo próximo, “cómo tienes que adaptar el material para que al niño no le resulte ni excesivamente fácil ni difícil” ya que “cualquier cosa que esté en uno de estos extremos produce una gran desmotivación”.

Otro de los elementos fundamentales es el “andamiaje”, dice Rueda. Se trata del papel que tiene el docente en este entrenamiento de la atención, entre otras cosas. Según uno de los últimos estudios publicados por su equipo sobre el entrenamiento de la atención y su relación con la guía metacognitiva por parte del entrenador. “Cuando un educador enseña al niño a ser más consciente de lo que está haciendo el efecto del entrenamiento en el cerebro es mayor y se transfiere a habilidades generales de razonamiento”.

Como explicaba en el caso de evitar respuestas automáticas ante algunas situaciones, el papel del profesorado es importante si explica a chicas y chicos qué es lo que está ocurriendo. “Explicar eso para que el pequeño entienda qué está haciendo, les sirve para generalizarlo a otras situaciones de la vida”. La idea es que el niño o la niña vea cuál es el ingrediente básico que puede aplicar en otros momentos o situaciones. “Esto le va a ayudar a controlar mejor su atención y su comportamiento”, asegura la investigadora.

Prestar y controlar la atención es una cosa muy costosa y cansa mucho, por eso necesitas variar un poco de actividad

A todo lo anterior se uniría la necesidad de “proponer una cierta variedad de actividades. Que el maestro comprenda bien el ingrediente principal y sea capaz de ponerlo en distintas actividades”. Rueda explica que esto es importante porque “prestar y controlar la atención es una cosa muy costosa y cansa mucho, por eso necesitas variar un poco, para ‘rellenar el saco de la motivación’ que se va vaciando a medida que repites la misma cosa”. Estar atento es muy costoso para el cerebro. Hay que tener en cuenta que el cerebro “gasta” el 25% de la energía del cuerpo suponiendo solo el 2% de la masa corporal.

Prestar atención es, según lo ve Charo Rueda, “la clave cognitiva que nos hace ser este animal tan raro que somos”, “donde nuestra especie ha dado un salto evolutivo”. Controlar la atención, poner la mente en el estado de procesamiento selectivo de la información que recibe para así poder tomar decisiones que, por ejemplo, podrían implicar no hacer algo que queremos hacer porque tenemos un objetivo estratégico a medio o largo plazo. Esto es algo que, comenta Rueda, niñas y niños más pequeños no pueden hacer porque su capacidad para representar el futuro escasamente llega al día siguiente. Por eso, prestar atención es algo tan complicado, porque requiere representar el futuro, tener presentes los objetivos propios, traer a la memoria situaciones o eventos similares para idear diferentes posibilidades de acción… todo esto hay que desarrollarlo para conseguir que la atención ayude a regular el comportamiento. “La atención no funciona aisladamente, necesita de otros componentes cognitivos para hacerlo con eficacia”, asegura la investigadora.

Esto implica cuestiones como saber en qué momento se le puede pedir a alguien una cosa concreta. Una cosa es la atención involuntaria, esa que se pone en marcha, por ejemplo, cuando oímos una sirena o cuando alguien nos llama por nuestro nombre. Pero si lo que queremos es que alguien tenga un control interno, propio, de la atención “tienes que eliminar distractores que puedan captar su atención de forma automática”. Un ejemplo vale más que mil explicaciones: “Si quieres que el niño esté centrado en una actividad como comer o conversar, no debes poner la tele u otros distractores que compitan con la actividad que quieres que se haga de forma consciente”.

La educación de la atención debe ser una cosa integral, no solo algo que corresponde a las escuelas y a las familias

Ya desde los 6 meses de edad se ha visto cómo comienza a surgir un control endógeno, interno, de la atención en las criaturas. Es bueno que los padres y madres sean conscientes de esto y, además, tener en cuenta, que existen muchos factores que pueden afectar al desarrollo en los meses posteriors de esta capacidad en los pequeños. Elementos como el estrés, la ansiedad, la sensación de soledad, la falta de sueño, las situaciones de pobreza… “son situaciones que deterioran la capacidad de controlar la atención”.

Pobreza y atención

Las condiciones materiales de vida, la situación sociocultural y económica de las familias, en definitiva, el entorno en el que se mueven niñas y niños son otro de los factores que influyen de forma importante en el control de la atención. Y, con eso, en los aprendizajes que adquieran a lo largo de toda su vida. Se unen a elementos ya nombrados como el estrés, la falta de sueño o su calidad, la seguridad o sentirse emocionalmente bien. Según Charo Rueda, “son fenómenos cuyos impactos pueden medirse en el cerebro”.

La investigadora explica que es muy probable que chavales de entornos socioeconómicamente empobrecidos o difíciles sean “muchísimo más desafiantes” que otros en lugares con mejores condiciones. Y esto es así “porque no han tenido todas las condiciones para desarrollar de forma optima su capacidad atencional, y sus habilidades de autorregulación se verán potencialmente mermadas”. “Uno de los efectos que produce la pobreza a nivel cognitivo es que la persona no desarrolle objetivos estratégicos a medio o largo plazo, sino más bien a corto plazo”, aclara Rueda.

«Imagina una comunidad donde los individuos pueden desarrollar su atención, su capital mental de forma adecuada, y compáralo con otra donde no sucede, donde esto está mermado porque hay una situación de estrés, de violencia, de carencias, de agresividad, situaciones que sabemos que afectan al desarrollo de las regiones del cerebro en las que se sustentan las habilidades de control de la atención y la autorregulación…», comenta. A lo que habría que sumar, además, que las y los niños son quienes más sufren estas condiciones adversas, entre otras cosas, porque éstas escapan absolutamente a su control.

Para ella, mantener estas situaciones de desigualdad material supone, finalmente, «dilapidar el capital mental que tiene una comunidad en su conjunto». «Si no somos todos conscientes de esto, estamos perdiendo lo que hace que las sociedades sean más creativas, más prósperas». En este sentido, Rueda asegura que «creo que la educación de la atención debe ser una cosa integral, no solo algo que corresponde solo a las escuelas y a las familias». «Invertir en que la gente pueda desarrollar su capacidad mental es la mejor inversión que una nación puede hacer», afirma.

Para hacernos una idea de la importancia de esto, es interesante conocer que ya desde el primer año de vida «conocemos los efectos del estatus socioeconómico familiar en el funcionamiento del cerebro, en cómo emerge la capacidad de desarrollar el control endógeno de la atención». «El cerebro crece de forma jerárquica, como por pisos, digamos, si los cimientos no están bien, y el primer piso ya se tambalea un poco, el último es posible que no puedas ni construirlo». Esto supone que el efecto que producen las situaciones de pobreza y adversidad en las habilidades cognitivas, en lugar de menguar según aumentan los años aumentan según se requieren habilidades cada vez más sofisticadas de los chicos y chicas.

«La clave estaría en tratar de reducir las desigualdades del entorno, de la forma más efectiva posible», afirma Charo Rueda. Y, otra clave sería que «la escuela no fomente la desigualdad, sino que sirva para paliar sus efectos». En este sentido, lo importante es que «las escuelas sean inclusivas, en lugar de estratificarse en función del nivel socioeconómico de las familias de los alumnos».

«Si tú tienes una clase de 25 niños, todos con dificultades familiares, necesitarías cuatro o cinco profesores, casi uno por niño. Pero si tienes mezclados niños con distintas situaciones, con ratios bajos de alumno-profesor, y aulas bien dotadas de recursos educativos, la escuela puede ser un elemento que ayude a paliar el efecto de entornos empobrecidos». Para la investigadora, dadas las horas que pasan niñas y niños en la escuela, el sistema educativo podría paliar en cierta medida las situaciones adversas del entorno. «Por eso creo firmemente en la necesidad de tener escuelas inclusivas».

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/10/14/un-educador-no-debe-perder-de-vista-que-el-cerebro-de-su-alumnado-acabara-teniendo-unas-habilidades-que-se-determinan-en-gran-medida-por-la-educacion-que-recibe/

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ENTREVISTA a Raúl Pérez (SUTIEMS): “Demandamos condiciones para un regreso seguro”

Por: La Izquierda Diario

Recientemente se renovó la dirigencia del SUTIEMS. Entrevistamos a Raúl Pérez Ríos, Secretario de Relaciones Exteriores de este sindicato.


La Izquierda Diario: Inició el nuevo ciclo escolar con la directriz presidencial de regresar a las escuelas “llueve, truene o relampaguee”. ¿Cómo ha sido el regreso a clases presenciales en el Instituto de Educación Media Superior de la CDMX (IEMS) y cómo lo valora el Sindicato de la Unión de Trabajadores del IEMS (SUTIEMS)?

RPR.: Nosotros no nos negamos ni nos oponemos al regreso a clases presenciales, simplemente demandamos las condiciones necesarias para un regreso seguro, con la finalidad de evitar que las escuelas se conviertan en un foco de contagio que ponga en riesgo tanto a los estudiantes, como a los trabajadores y a sus familiares. En ese sentido, consideramos necesario que se vacune a los estudiantes y que el regreso se realice con el semáforo epidemiológico en verde, a pesar del decreto que se ha hecho para considerar la educación como una actividad esencial.

La mayoría de los salones de los diferentes planteles del Instituto de Educación Media Superior de la Ciudad de México (IEMS-CDMX) no tienen una ventilación adecuada, lo cual podría poner en riesgo a los estudiantes y los profesores. Como sindicato estamos buscando condiciones adecuadas para las labores en las preparatorias, así como velar por la salud de los trabajadores.

Afortunadamente contamos con un Contrato Colectivo de Trabajo, en el cual se establece la existencia de diferentes comisiones mixtas, entre las que se encuentra la de Seguridad e Higiene, cuya función en estos momentos ha sido acordar de manera bilateral las condiciones para un regreso seguro. Cada plantel debe contar con una Subcomisión Mixta de Seguridad e Higiene, conformada por trabajadores y autoridades, que están revisando las condiciones de cada plantel y planteando las adecuaciones que son necesarias para garantizar una adecuada ventilación en todos los espacios, así como el aforo que puede existir en los mismos, considerando el metro y medio de sana distancia que recomiendan las autoridades sanitarias, además de las señalizaciones y los insumos necesarios para evitar los contagios.

La Izquierda Diario: Con el pretexto de promover la libertad sindical, la reforma laboral aprobada por el gobierno actual ha complicado el ejercicio de diversos derechos laborales. ¿Cómo ha padecido el SUTIEMS esta política?

RPR: En nuestro sindicato recientemente se realizó el cambio de nuestro Comité Ejecutivo, en el contexto de la pandemia, a pesar de que las autoridades laborales han estado prorrogando el período de duración de las directivas sindicales, y tuvimos que esperar aproximadamente dos meses para que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México nos entregara nuestra Toma de Nota. Esta situación la han aprovechado las autoridades del IEMS-CDMX para intentar desconocer o retrasar los acuerdos que se han establecido con el sindicato, e incluso la Directora General del Instituto se negó a reunirse con los nuevos representantes del sindicato, con el argumento de que no teníamos la Toma de Nota.

Por otra parte, desde hace tiempo, en el IEMS-CDMX existen tres sindicatos, pero desde el 2009, el SUTIEMS es el titular y administrador del Contrato Colectivo de Trabajo (CCT), después de demostrar, mediante un recuento, que cuenta con el respaldo de la mayoría de los trabajadores, y a pesar de que se han realizado dos recuentos más, nuestro sindicato ha mantenido la titularidad del CCT.
Considero que la existencia de muchos sindicatitos en una misma institución no hace otra cosa que fragmentar y debilitar la lucha de los trabajadores, ya que ninguno de ellos tendrá la fuerza suficiente para enfrentar con éxito a la patronal. Aunado a que la reforma laboral le da la posibilidad a los trabajadores afiliados a un sindicato a que puedan negarse a que les descuenten la cuota sindical que deberían aportar para fortalecer económicamente a su sindicato, de manera que puedan establecer su fondo de huelga, en caso de que sea necesario. En ese sentido, lejos de fortalecer a los sindicatos, lo que ha hecho la reforma laboral es crear las condiciones para debilitarlos, tanto económica como políticamente.

Finalmente, es importante mencionar que la iniciativa para eliminar el outsourcing que terminó nada más en una regulación del mismo, no ha permitido erradicar ese tipo de contratación en el IEMS-CDMX, donde se subcontrata a las y los trabajadores de limpieza, con un salario miserable, sin garantizarles estabilidad laboral, ya que cada año existe la posibilidad de cambiar de empresa sin que se garantice su recontratación, además de que tienen menos prestaciones que las que hemos ganado los trabajadores del IEMS-CDMX, a pesar de que ellos laboran en nuestra misma Institución, y algo similar sucede con los trabajadores académicos del Sistema Escolarizado del Instituto y con los Docentes de Lengua y Cultura Náhuatl, los cuales son contratados ilegalmente bajo el régimen de honorarios, desconociendo con ello sus derechos laborales.

La Izquierda Diario: Existe la amenaza de trasladar a los trabajadores de los organismos públicos descentralizados (como el IEMS) del apartado A al apartado B de la Ley Federal del Trabajo. ¿Por qué se oponen el SUTIEMS y otros sindicatos a esta medida y qué se proponen para enfrentarla?

RPR: Efectivamente, la posible sustitución de la Jurisprudencia 1/96 que se va a discutir en el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que podría mandar a los trabajadores de los organismos públicos descentralizados del Apartado A al Apartado B sería una cuestión regresiva, ya que en el Apartado B no existe la bilateralidad, en lugar de Contratos Colectivos de Trabajo existen Condiciones Generales de Trabajo, las cuales son establecidas únicamente por la patronal, además de que no existe el derecho de huelga y a los investigadores los consideran como personal de confianza sin posibilidades de sindicalización.

Por todo lo anterior, desde nuestro sindicato nos oponemos a esa posible sustitución de la Jurisprudencia 1/96, e incluso consideramos que es necesario que se elimine el Apartado B del Artículo 123 Constitucional, para que dejen de existir trabajadores de primera y de segunda, trabajadores que si tienen derecho a la bilateralidad, a la contratación colectiva y la huelga, y trabajadores que no pueden tener acceso a esos derechos.

En ese sentido, desde los diferentes espacios en los que participamos, hemos insistido en que es necesario que los sindicatos, particularmente los de los organismos públicos descentralizados, nos unamos y enfrentemos de manera conjunta la posible sustitución de la Jurisprudencia 1/96, con todo tipo de acciones, como las que ya se han estado realizando hasta el momento, como el ingreso en la SCJN de recursos legales como el Amicus Curiae, elaboración de pronunciamientos, realización de conferencias de prensa y foros para hablar sobre el tema, manifestaciones ante la SCJN, etc., todo ello como medidas previas, además de impulsar alternativas legislativas en las cuales se establezca que los trabajadores de los organismos públicos descentralizados pertenecemos al Apartado A del Artículo 123 Constitucional.

Debemos organizarnos y articularnos en un gran frente de trabajadores para defender las conquistas que hemos logrado a lo largo de nuestras luchas. Muchas gracias por el espacio.

Fuente de la información e imagen:  https://www.laizquierdadiario.mx

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Entrevista a Patricia Gualinga, activista del pueblo de Sarayaku «Los pueblos indígenas tenemos esa sábana blanca para demostrar que es posible algo diferente»

Fuentes: Revista Soberanía Alimentaria Biodiversidad y Culturas (SABC)

El pueblo originario kichwa de Sarayaku, reconocido legalmente por el Estado ecuatoriano e integrado por unas 1400 personas, está en la provincia de Pastaza, en un territorio permanentemente amenazado por la extracción de recursos naturales.

En 2004 y tras años de lucha contra una concesión petrolera, la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció que cualquier actividad extractiva dentro del territorio les debe ser consultada.

«La selva, para los pueblos indígenas que habitan la Amazonía, es vida. Todo el mundo del Kawsak Sacha [selva viviente, el espacio donde fluye la vida] tiene su energía y simboliza el espíritu humano, tanto por su fortaleza como por su grandeza, pensamiento interior donde el alma y la vida son uno solo con la Pachamama y que se hace parte de nuestra formación desde el mismo momento de ser concebidos. […] El pueblo de Sarayaku hace público lo sagrado de la selva viviente, proyectándolo hacia otras culturas y sociedades con el fin de aportar al conocimiento profundo de la Naturaleza».[1] Así describe Patricia Gualinga una parte muy importante de la cosmovisión de su pueblo.

Patricia salió a estudiar a la ciudad y se diplomó en Derechos humanos, gestión ambiental y comunicación. Cuenta que fue a partir de un sueño cuando supo que tenía que dejar su trabajo y forma de vida para renacer y dedicarse por completo a la lucha y resistencia de Sarayaku: «Mirábamos en el cielo una extraña ave de color dorado y enorme; si se caía una pluma y alguien la cogía, era una bendición. De repente el ave aterrizó a mi lado, la acaricié, y entonces me desperté». Desde entonces Patricia ha ocupado diversos cargos como dirigente de los pueblos amazónicos y actualmente denuncia la extracción en su territorio de madera de balsa, con la que se construyen las turbinas de los aerogeneradores, que en 10 años ha aumentado un 1100 % desde que China subvencionó la energía eólica.

¿Cómo son tus primeros recuerdos de lo que te rodeaba? ¿Cómo sentiste de pequeña esa sensación de ser parte de algo?

Bueno, son recuerdos algo difusos. Yo no conocía la ciudad, todo lo que conocía era Sarayaku, la chacra (huerto familiar), la casa de mis padres, la comida que comíamos. Mi papá era un buen cazador y pescador, y recuerdo despertarme de niña y encontrar a mi madre lavando el pescado que mi padre había tomado del río. Los recuerdos que tengo son de caminar descalza, correr, jugar sin esa noción de peligro o de miedo a las serpientes. Nuestra diversión era el río Bobonaza y más cuando se secaba por el verano, que podíamos ver subiendo por las guijanadas a los pescados bebé que más tarde bajarían como pescados grandes. Mi mamá me pintaba el pelo de negro, para tenerlo hermoso, y también el rostro. Papá es un yachak (chamán) y cuando yo era más grande ya tuve conciencia de que venían otros yachaks y tomaban su brebaje y cantaban y conversaban sobre cosas que eran parte de su visión y no entendíamos.

¿Cómo se acaba convirtiendo esa vivencia de la naturaleza en el hábito de cuidarla y en energía para defenderla?

Aunque para otros esto sea sorprendente o motivo de investigación, para nosotros ha sido muy natural. Por ejemplo, creemos en los seres del agua; por eso, si íbamos a los ríos sagrados, nos advertían del cuidado que debíamos tener para que no se enojaran. Recuerdo que a veces tan solo el olor que no era de allí les incomodaba y estábamos siempre alerta de no romper las reglas, ya sea por travesura o descuido, porque veíamos las consecuencias. Siempre que alguien iba al bosque venía con anécdotas. Nuestra educación fue permanentemente hablando de la naturaleza y lo que pasaba en ella, de los seres que la habitan. Cuando salimos a la ciudad ya no conversábamos de eso porque para los demás no es real esa parte espiritual y teníamos miedo de que se burlaran o nos juzgaran. Quedaba para nuestro espacio. Nosotros grabábamos los cantos de papá y mamá —todos sobre la naturaleza— para que nos acompañaran. Si estábamos alejados, estudiando, los poníamos y nos conectaba automáticamente, nos permitía respirar mejor, tranquilizarnos. Ahora ya no necesitamos eso porque tenemos mayor seguridad y nos sentimos mucho más fuertes.

El tema espiritual y la conexión con la naturaleza no son solo de los indígenas, está en nuestros genes, simplemente una parte de las personas lo ha perdido en el camino.

En ese tránsito tuyo entre dos culturas, ¿piensas que existe un lenguaje en común para llegar a entendernos de verdad?

Es complejo, pero en mis viajes descubrí que había personas que, sin ser indígenas, no habían perdido esta percepción. Ahí me di cuenta de que el tema espiritual y la conexión con la naturaleza no son solo de los indígenas, están en nuestros genes, simplemente una parte de las personas lo ha perdido en el trascurso del camino , algo que también ha ocurrido a muchos pueblos indígenas. Si necesitas sentir esa conexión, puedes adaptarla a tu realidad, porque la naturaleza siempre está presente, por ejemplo, en el cielo que nos cubre. La selva es naturaleza y no solo es amazónica, está en cualquier sitio donde pueda estar cuidada. En las ciudades hay gente cuya parte física le pide salir, irse al mar o a las montañas. Normalmente, lo hacen un ratito y se olvidan, pero creo que deberían cultivar más esa conexión porque ayudaría mucho a lo que yo llamo volver a nacer, volver a sentir esa fuerza que permita sanarse y tejer de nuevo, como una araña, esos hilos invisibles que se rompieron. Cuando conecten eso, comprenderán cómo tiene que ser el cuidado o el uso de la energía, es un crecimiento personal que puede volverse colectivo y generar procesos de incidencia. Es lento, pero yo creo que es posible y no es cuestión de aprender todo lo que nosotros como pueblo sabemos, cada quien defenderá esa sensibilidad perdida desde otros puntos.

Esa conexión, en nuestro contexto, puede estar relacionada con las raíces rurales, con la memoria de nuestros antepasados que vivieron de la tierra, que tenían su propia relación con la naturaleza. ¿Podemos desde ahí o desde la propia alimentación volver a sentir que somos parte de un todo, a conectar no solo con lo material y lo inmediato?

Claro, hay formas de practicar esa conexión de diferentes maneras. Ahora bien, lo que sí es cierto y he visto con sorpresa en todas las religiones es la importancia de la alimentación. La alimentación de nuestros yachaks ha sido selecta, sin impurezas. Yo descubrí que la alimentación tiene que ver con esta conexión, con este desarrollo de la sensibilidad, cuando periódicamente nos hacían hacer dieta. Papá me daba el pescado sin sal y sin picante, solo hervido con yuca, porque cuanto más sano comes más abierta estás, y si no es así, te vas alejando. Esto aplica a todas las religiones: evangélicos, musulmanes, cristianos, todos tienen un periodo de purificación y también lo hacían nuestros ancestros cada cierto tiempo. Esto les permitió conectarse con el mundo natural. Así era y así es. Pero este mundo tan revuelto y acelerado que ofrece tanta comida refinada lo hace muy complejo. Todos hemos comido cosas que no son buenas, como la comida industrial, y el cuerpo responde porque es carne.

¿Qué opinión tenéis de la agricultura, de que el ser humano intervenga para producir alimentos, engordar animales? Hay muchas discusiones y teorías sobre si ese fue un paso importante en la desconexión con la naturaleza.

Nosotros somos agricultores de autoconsumo, lo que producimos es lo que comemos, pero eso no implica que se tenga que talar todo el bosque. Cada familia tiene los espacios que utilizaron sus abuelos y son rotativos. Una chacra que se hace en un bosque primario va a demorar en regenerarse unos quince años y volver a ser utilizado. Así vamos rotando y es nuestra forma de vivir, porque no abonamos la tierra, la naturaleza amazónica es totalmente diferente. Para que se vuelvan a caer las hojas y la tierra tenga los nutrientes suficientes hay que esperar ese tiempo. Lo demás es bosque primario, con árboles grandes. No somos ganaderos, pero sí tenemos algunas gallinas. Practicamos bastante la pesca y un poco la caza en sitios permitidos. Mientras no se contaminen los ríos nuestra alimentación no estará contaminada. El campesino de acá es muy parecido al indígena y mientras mantenga un esquema que se conecta con la naturaleza, que maneja la tierra, el humus, el principio de la vida, todo estará bien.

Los nuevos gobernantes llegan a una casa que ya está construida y se necesita deconstruir todo este esquema para construir algo nuevo. […] No se puede avanzar más a base de destrucción.

En occidente hay mandatarios que hablan de sostenibilidad o de «economía circular», pero acaban aceptando el modelo extractivista, incluso desde «partidos verdes». ¿Qué tiene que pasar para que haya cambios sustanciales en las esferas de gobierno?

Los nuevos gobernantes llegan a una casa que ya está construida y se necesita deconstruir todo este esquema para construir algo nuevo. Y nadie se atreve porque nadie ha tenido una experiencia de esta magnitud, así que acaban sucumbiendo. El mundo ha basado su economía en combustibles fósiles, en la explotación y destrucción y lo sigue haciendo. ¿Cómo deconstruir esto, especialmente cuando las decisiones van más allá de las decisiones de los gobiernos? Por ejemplo, ahora todos utilizamos celulares, computadoras… La cultura de descartar está presionando los territorios. Si llevamos esta vida, por lo menos que hagan cosas que duren, como las que fabricaban nuestros abuelos, que podían reparar fácilmente. Las actividades que implican la destrucción de la misma humanidad deberían controlarse, pero para eso hace falta más que un buen discurso, porque ese gobierno perderá el apoyo de los empresarios. No les pedimos que vivan como nosotros, pero pueden generar políticas de control, que los grandes gobiernos den pasos valientes. No se puede avanzar más a base de destrucción.

Por eso, la esperanza está más en la ciudadanía movilizada. ¿Qué piensas de movimientos como el feminista, que habla de transformar radicalmente la sociedad?

Siempre he dicho que el cambio tiene nombre de mujer. Yo no soy feminista porque en mi lengua no existe esa palabra, pero soy parte del colectivo de mujeres amazónicas que trabaja para estar en los espacios de toma de decisiones. También veo que hay mujeres que copian esquemas ya creados, por ejemplo en la política. Sin embargo, se están dando pasos muy importantes. Creo que esta es la época en la que se destapa la podredumbre oculta en muchas esferas y una de ellas es el patriarcado. Creo fervientemente que la participación de las mujeres en espacios de decisión da la posibilidad de cambios importantes y aunque algunas mujeres del movimiento feminista me puedan parecer un poco extremas, creo que cada una está en su derecho de expresarse como sienta. En el mundo indígena también hay muchas resistencias, porque muchos lo justifican culturalmente y para mí esas justificaciones no son válidas. El extractivismo ha venido con esa energía dominante, patriarcal, de posesión, de violencia. Este mundo necesita el equilibrio.

Pienso que los pueblos indígenas tenemos esa sábana blanca para demostrar que es posible algo diferente.

Dices que tu pueblo se guía mucho por los sueños ¿qué sueño te gustaría tener que pudiera cumplirse en el futuro?

Nosotros nos basamos en los sueños, y a veces cuando estamos muy ocupados no soñamos. Los sueños nos indican las advertencias de peligro y todas las mañanas nos sentamos a conversar sobre los sueños que hemos tenido… Hemos soñado cosas impresionantes que se han cumplido. Ese sueño que me gustaría que se cumpliera es fácil y complicado también. Pienso que los pueblos indígenas tenemos esa sábana blanca para demostrar que es posible algo diferente. Tenemos cultura, cosmovisión, todo lo que se puede tener, aunque también hayamos incorporado elementos occidentales. Un pueblo indígena que aplique todo su plan de vida y que esté lejos de las actividades extractivas, con un río sin contaminación, soberanía alimentaria, salud, infraestructuras combinadas con la tradicional propia y algunas cosas incorporadas de la ciudad, un pueblo sostenible, ecológico… es posible. Ese es mi sueño y espero poder vivir para verlo.

[1]      VV. AA., Pluriverso. Un diccionario del posdesarrollo (Barcelona: Icaria Editorial, 2019).

Este artículo cuenta con el apoyo de la ONGD Farmamundi, en el marco de su proyecto de fortalecimiento de las capacidades de los Pueblos Indígenas Kichwa de Pastaza (Ecuador), para el desarrollo de estrategias de amortiguamiento preventivas de la vulnerabilidad nutricional, en el marco de la pandemia por la ACCD.

fuente:  https://soberaniaalimentaria.info/numeros-publicados/77-numero-41/881-entrevista-patricia-gualinga

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Venezuela: Néstor Mendoza: “La literatura venezolana ya no tiene un solo centro”

Néstor Mendoza: “La literatura venezolana ya no tiene un solo centro”

MARITZA JIMÉNEZ 

EL UNIVERSAL

Néstor Mendoza (Mariara, 1985), radicado en Colombia desde hace dos años, donde lleva a cabo la interesante experiencia editorial de El Taller Blanco, acaba de convertirse en uno de los tres finalistas del XL Premio Internacional de Poesía “Juan Alcaide”, de España, una convocatoria de la Asociación Amigos de Juan Alcaide de Valdepeñas, la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha y la Editorial Verbum.

El concurso, en el que participó un total de 431 libros de España y Latinoamérica, designó como ganador al cubano Evelio Traba, y destacó como finalistas, además de Néstor Mendoza, a José Landa (México) y Remei González Manzanero (España).
“Una gran felicidad”, declaró Mendoza al ser consultado. “Se trata de un libro escrito totalmente en Colombia, entre 2018 y 2020, y que de alguna manera retoma el estilo de mis primeros dos libros publicados. El libro se enfoca en la fragmentación como poética: cada poema tiene un tema y un motivo concreto”.
Este joven escritor, que transita con éxito los caminos de la poesía, el ensayo y la experiencia editorial, es licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura, por la Universidad de Carabobo y cursó estudios de posgrado en la Maestría en Literatura Latinoamericana en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Finalista del I Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas en 2016, ha publicado, hasta ahora, los poemarios: Andamios (Equinoccio, Caracas, 2012), merecedor del IV Premio Nacional Universitario de Literatura 2011; Pasajero (Dcir Ediciones, Caracas, 2015); Ojiva (El Taller Blanco Ediciones, Bogotá, 2019), que cuenta con una edición alemana, Sprengkopf (Hochroth Heidelberg, 2019), con traducción de Michael Ebmeyer, y Dípticos (Editorial Seshat, Bogotá, 2020).
Además, ha sido Compilador de la antología de poesía colombiana Nos siguen pegando abajo (LP5 Editora, Chile, 2020) y forma parte del consejo de redacción de la revista Poesía (Valencia, Venezuela) y del equipo editorial de la revista bilingüe Latin American Literature Today (LALT), editada por la Universidad de Oklahoma.
“Mi escritura -declara-, que ya se resume en cuatro libros, tiene un interés en lo concreto y la descripción. Me ha interesado el paisaje de la niñez y de la juventud, ciertas recreaciones que la memoria retiene, la muerte vista a través de un cuerpo amenazado y la propia fragilidad del cuerpo. Esto se nota especialmente en mis dos primeros libros, Andamios y Pasajero. Y en «Ojiva» planteo un escenario del caos social venezolano, desde la metáfora del proyectil y su destrucción continua.
Dípticos, su más reciente libro publicado, plantea desde la prosa poética una lectura personal del imaginario mítico. “Es decir, me enfoco en algunos personajes de la mitología griega para darles una voz activa, en primera persona”.

-Cada uno de sus libros parece un camino distinto, ¿Cómo definiría su ars poética?
-Mi «ars poética» cambia según cada libro, según cada intención. Pero digamos que persigo la «comunicación», que el poema sea legible, nítido, que muestre y transmita un paisaje, concreto o no.
-¿Qué es, entonces, la poesía?
-La poesía, pienso yo, sigue siendo una forma distinta de comunicación. Una comunicación especial, alta, sin la presión de los intercambios económicos y sociales inmediatos. La Poesía, así en mayúsculas, es común a otros espacios discursivos. He leído alta poesía en otros géneros, en autores que escriben novelas y cuentos como Adolfo Bioy Casares y su gran novela-poética llamada La invención de Morel.
-Paralelamente, ha llevado adelante una importante obra de difusión de nuestra literatura desde su editorial El Taller Blanco. ¿Puede hablarnos de esa experiencia en la que lo acompaña la lingüista y gestora cultural Geraudí González?
-Con el Taller Blanco Ediciones nos enfocamos en la literatura hispanoamericana actual. La editorial tiene cuatro colecciones: poesía, narrativa breve, prosa de no ficción y dramaturgia. Nuestros libros tienen un formato artesanal y cada ejemplar es cosido a mano. Entre los autores de nuestro catálogo, podemos mencionar, por Venezuela, a Yolanda Pantin, José Balza, Fedosy Santaella, Víctor Manuel Pinto, Elisa Lerner y Edda Armas. También hemos publicado a poetas colombianos como Rómulo Bustos Aguirre, Camila Charry y Alejandro Cortés González, y de otros países de Latinoamérica tenemos a Manuel Iris (México), Marta Jazmín García (Puerto Rico) y Vanesa Almada (Argentina) y Rafael José Díaz y Bibiana Collado Cabrera, ambos de España.
-Desde esa perspectiva de escritor y editor, ¿cuál es su visión de la literatura venezolana actual?
-La literatura venezolana actual la concibo desde lo que se está haciendo desde la diáspora y lo que ocurre en el país. La literatura venezolana ya no tiene un único centro. Se está escribiendo desde cualquier parte del mundo. Los escritores venezolanos escriben desde Latinoamérica, Estados Unidos y España, por ejemplo, y cada quien aporta un matiz particular y amplía y diversifica sus propios temas y límites.
-Ud. nació en Mariara, tierra del fallecido poeta Harry Almela, ¿qué ha signficado para Ud. su geografía natal?
-Mariara es un municipio que se encuentra en medio de dos capitales: Valencia y Maracay. De alguna forma, Mariara tiene más de pueblo aragüeño que de pueblo carabobeño. Hay mucha cercanía geográfica y afectiva con Maracay. Mariara es la tierra de la infancia, del colegio, del bachillerato, de la juventud. Mariara es la tierra de los inicios y de la ingenuidad. También es el lugar de los primeros lugares y paisajes en mis poemas (especialmente de mi primer libro, Andamios, publicado en 2012). Personalmente, admiro mucho la obra de Harry Almela (sus poemas de La patria forajida, de Los daños colaterales, sus ensayos), lo leí con atención y visité su casa en dos oportunidades. También hay otro buen poeta y gran amigo de Mariara, Antonio González Lira, y el joven Jhon Rivera Stredel, con quienes compartí muchas lecturas y encuentros sabatinos.
 
@Weykapu
Fuente de la Información: https://www.eluniversal.com/entretenimiento/109166/nestor-mendoza-la-literatura-venezolana-ya-no-tiene-un-solo-centro
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