Reseña:
En las últimas décadas del siglo anterior, la humanidad experimentó acontecimientos extraordinarios (algunos previsibles) como el fin del comunismo soviético, la unificación alemana, el paso de China a una economía de mercado, la configuración de un mundo globalizado bajo el capitalismo financiero y una sociedad organizada en redes y conectada en tiempo real. Deslumbrados por lo sorprendente y acelerado de estos sucesos, algunos pensadores proclamaron el fin de la historia, un orden mundial sin fronteras, sin ideologías, sin contradicciones antagónicas, en el que, por ende, no quedaba lugar para la geopolítica. En pocos años, esa visión optimista forjada especialmente por intelectuales de los países vencedores de la ‘Guerra Fría’, se ha desvanecido dejando en su lugar un escenario de incertidumbres, temores y expectativas que ha obligado a un escrutinio agudo de instituciones, ideologías, doctrinas y prácticas políticas. En ese proceso, también ha sido necesaria una revisión profunda de la geopolítica para adecuarla a las nuevas formas de generación y gestión del poder y el territorio, mediadas por inéditas relaciones dialécticas entre tiempo y espacio. La nueva revolución científico-técnica y productiva ha transformado de manera radical la forma como los seres humanos producen, comercian, consumen, se relacionan y se organizan política y territorialmente. De la estructura de la sociedad en redes surge la “globalización”, impulsada por los intereses de las grandes corporaciones internacionales, convertidas en nuevos actores geoestratégicos, con capacidad de influencia en los juegos de poder superior a gran parte de los Estados, especialmente periféricos, y aliadas a los intereses de los países centrales en una ardua competencia por el espacio geoeconómico mundial. En ese ambiente, con diferentes énfasis según la ubicación que les corresponda en función de la capacidad de su poder, los Estados nacionales han soportado compulsiones internas e internacionales que, de forma sistemática, han ido modificando su naturaleza intrínseca y su papel central en la gestión de lo público dentro de su territorio y fuera de él. Demasiado pequeños – se ha dicho- para enfrentar por sí solos los grandes retos del mundo globalizado, deben integrarse en espacios supranacionales; mientras que, por otra parte, excesivamente grandes para adecuarse a la diversidad regional y local, enfrentan exigencias de descentralización, autonomía y, en casos extremos, independencia. En las circunstancias descritas, nuevos temas atraen la preocupación de la geopolítica: el cambio climático, derivado de la incontrolada emisión de gases de efecto invernadero, que provoca desastres cada vez más aterradores; el crecimiento de la población mundial más allá de la capacidad del planeta para sostenerla; el crimen organizado con todas sus peligrosas manifestaciones; el terrorismo político, religioso e inclusive delincuencial; fundamentalismos de diversa índole, incluido el de quienes idolatran el mercado. Todos estos problemas se expresan en términos políticos y geográficos. En este entorno de tantas y tan peligrosas complejidades, los aportes de la geopolítica a la seguridad de las personas, comunidades, Estados, organizaciones internacionales y a la humanidad entera, son invalorables. Enfrentados a las nuevas circunstancias del momento, es indispensable asumir la geopolítica como una disciplina que aporta científica y metodológicamente a la investigación sobre las múltiples formas cómo el medio geográfico influye, tanto en la vida de las personas y las comunidades, como en el desenvolvimiento de los Estados y de las relaciones de éstos en distintas escalas, desde la vecinal a la global. Debe servir también para apoyar amplios debates sobre las relaciones espaciales del poder, que sirvan para descifrar oportunamente las grandes incógnitas que este siglo nos presenta y dilucidar la naturaleza de los retos a los que estamos enfrentados. Hay que comprender que la geopolítica, como rama de la ciencia política, mucho más que un texto o un manual, es una invitación a desentrañar los elementos fundamentales del mundo en que vivimos, comprender las relaciones de causa y efecto de los acontecimientos que se presentan en el espacio urbano, regional, nacional e internacional. Hay que considerar que, en este sentido, la geopolítica es una disciplina instrumental, una guía de pensamiento, una apasionante oportunidad de develar lo que se encuentra atrás, lo no evidente, las amenazas y oportunidades de cada realidad que deben colocarse a la luz de la comprensión de la comunidad y de los líderes políticos y sociales para una conducción menos riesgos a de los asuntos públicos y particulares. Esa es la importancia de esta “Introducción al Pensamiento Geopolítico”, oportunamente publicada por el Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE), que permitirá a los lectores iniciarse en el estudio sugestivo de los temas del espacio, el poder y la seguridad.
Descargar en:http://repositorio.espe.edu.ec/handle/21000/13762
Fuente: https://www.bibliotecasdelecuador.com/Record/ir-:21000-13762