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La razón, la ciencia, el humanismo y el progreso según Pinker

Canadá/16 de Junio de 2018/El Cultural

Paidós publica En defensa de la Ilustración, el último ensayo de Steven Pinker, que desde su postura de defensor de los valores ilustrados nos propone una reveladora visión del progreso humano

En general, el optimismo no se considera interesante, y a menudo se ve como una ingenuidad. En 1828, el filósofo optimista John Stuart Mill escribió: «He observado que un gran número de personas no admiran como a un sabio a aquél que conserva la esperanza cuando los demás desesperan, sino a quien desespera cuando los demás conservan la esperanza». Un siglo antes, el Cándido de Voltaire había atacado lo que su autor denominaba «optimismo», es decir, la idea leibniziana de que, en el mejor de los mundos posibles que es el nuestro, todo acabará bien. Después de sufrir un desastre tras otro, Cándido decide que el optimismo no es más que «la manía de insistir en que todo va bien cuando las cosas van mal».

Sin embargo, se puede alegar -y Steven Pinker (Montreal, 1954) lo hace- que la filosofía que satiriza Voltaire en su obra no es en absoluto optimismo. Si uno piensa que este ya es el mejor de los mundos, no queda más que aceptarlo. Un verdadero optimista diría que, aunque la vida humana nunca será perfecta, podemos mejorarla en algunos aspectos fundamentales si nos ponemos manos a la obra, por ejemplo, perfeccionando las normas de edificación y las predicciones sismológicas de manera que en los terremotos muera menos gente. No es lo «óptimo», pero es mejor.

El desquite de Cándido que se toma el optimista es uno de los placeres que atraviesan la obra de Pinker En defensa de la Ilustración, continuación de su libro de 2011 Los ángeles que llevamos dentro. En él, el autor recopilaba bases de datos para apoyar su afirmación de que la vida humana no ha empeorado, como muchos parecen pensar, sino que es más segura, sana, larga, próspera, instruida, tolerante, satisfactoria y menos violenta a escala mundial. Su nuevo libro sostiene la misma idea basándose en estadísticas actualizadas, y añade dos elementos más. En primer lugar, se fija en el reciente aumento del populismo autoritario, en particular en la figura de Donald Trump, un hecho que ha llevado a algunos a sentir más desesperación que nunca.

Para Pinker, el propio catastrofismo es un riesgo, al centrar la atención en los peores desenlaces posibles y sucumbir al pánico

En segundo lugar, aviva la polémica con una estimulante defensa de las cuatro grandes ideas que se mencionan en el subtítulo: progreso, razón, ciencia y humanismo, este último definido no tanto en el sentido de no teísmo (aunque el autor también lo defiende), sino como «la meta de llevar al máximo el auge de todo lo humano, ya sea la vida, la salud, la felicidad, la libertad, el conocimiento, el amor o la riqueza de las experiencias». ¿Quién podría oponerse? Si bien en algunos círculos el humanismo se considera trasnochado, o inalcanzable, Pinker quiere que lo reconsideremos.

Gran parte del libro consiste en reflexiones filosóficas basadas en pruebas, con gráficos que muestran el aumento de la esperanza de vida en el mundo, el descenso de las enfermedades mortales, un nivel educativo y un acceso a la información como nunca hasta ahora, un mayor reconocimiento de la igualdad de las mujeres y los derechos LGTB, y así sucesivamente, llegando incluso hasta los datos que muestran que, actualmente, los estadounidenses tienen una probabilidad 37 veces menor de morir víctimas de un rayo que en 1900 gracias al perfeccionamiento de las previsiones meteorológicas y la ingeniería eléctrica, y a una mayor conciencia de la seguridad. Los avances en materia de salud han mejorado enormemente la condición humana. El autor cuenta que su frase favorita de todas las escritas en inglés procede de Wikipedia, y dice: «La viruela era una enfermedad infecciosa provocada por dos variantes del mismo virus: Variola major y Variola minor«. Lo que le gusta de ella es la palabra «era».

Optimismo como necesidad

Más adelante añade que podría haber terminado cada capítulo afirmando: «No obstante, todos estos avances peligran si Donald Trump se sale con la suya». El trumpismo amenaza con dar marcha atrás al mundo en casi cualquier apartado de la vida, especialmente con sus intentos de desmantelar las estructuras internacionales que han hecho posible el progreso, como la paz y los tratados comerciales, la asistencia sanitaria, los acuerdos sobre el cambio climático, y la conciencia generalizada de que las armas nucleares no se deberían utilizar jamás. Ahora todo esto está en juego. Pinker incide sobre todo en los riesgos de ignorar o pasar por alto los sistemas que reducen la probabilidad de una guerra nuclear.

El trumpismo amenaza con dar marcha atrás al mundo en casi cualquier apartado de la vida. Ahora todo esto está en juego

Dicho esto, sostiene que el propio catastrofismo es un riesgo. Con ello se refiere a la tendencia pesimista a centrar la atención en los peores desenlaces posibles y a sucumbir al pánico. El populismo autoritario se ha alimentado de la sensación de que todo va mal, de que la delincuencia y el terrorismo están fuera de control, de que la inmigración es catastrófica y de que el mundo ha perdido su brújula ética de manera desastrosa. Al mismo tiempo, el miedo y la desesperación también hacen estragos en la oposición. En general, es más probable que la gente actúe de manera constructiva si piensa que los problemas tienen solución o que ya se han hecho avances y que estos se pueden ampliar. Como dice el autor, si tenemos en cuenta que todavía no hemos hecho saltar el mundo por los aires en una guerra nuclear, la postura más acertada es «averiguar qué hemos hecho bien, de manera que podamos hacer más de lo que sea». Ser optimista no quiere decir apoltronarse y relajarse. El autor cita al economista Paul Romer, que distingue el «optimismo complaciente» del niño que espera que le lleguen los regalos del «optimismo condicional» del niño que quiere una casa en un árbol y consigue la madera y los clavos para construirla. Quienes piensen que una casa en un árbol es algo imposible, o que en cualquier momento llegará alguien y la echará abajo es poco probable que coja el martillo.

El libro también va a atraer algunos martillazos, ya que contiene afirmaciones que pueden molestar casi a cualquiera. Cuando no ataca a la derecha populista, Pinker la emprende contra los intelectuales de izquierdas. El autor se muestra especialmente cáustico con los editorialistas de los periódicos que, en 2016, se precipitaron a proclamar la muerte de los valores de la Ilustración y el advenimiento de la «posverdad». Sus objetivos (un poco demasiado amplios) incluyen a los profesores de Humanidades, a los posmodernos, a los políticamente correctos y a cualquiera que tenga algo agradable que decir de Friedrich NietzscheAl parecer, los intelectuales «progresistas» consideran que el progreso es malo, afirma, y rechazan por burda o ingenua «la idea de que deberíamos aplicar nuestra razón colectiva a perfeccionar el progreso y reducir el sufrimiento».

En defensa de la ilustraciónes un libro excelente, oportuno, abundante en datos y elocuente en su defensa de un humanismo racional

Progreso antiporgresista

De hecho, puede que ya haya indicios de un cambio de estado de ánimo, como muestran los trinos de optimismo que llegan desde diferentes direcciones. El músico David Byrne acaba de lanzar un proyecto web titulado Reasons to Be Cheerful (Razones para estar alegre), que celebra las iniciativas positivas en el ámbito de la cultura, la ciencia, el transporte y el compromiso ciudadano, entre otros. Quartz, una página web de periodismo económico acabó 2017 con una lista de enlaces alentadores a las buenas noticias del año, como la retirada del leopardo de las nieves de las especies en peligro de extinción, la provincia de Pakistán que había plantado 1.000 millones de árboles a lo largo de los dos años anteriores en respuesta a la inundaciones de 2015, el espectacular descenso del número de afectados por la dracunculiasis (de 3,5 millones de casos en 1986 a solamente 30 en 2017), y el lento pero constante aumento del número de mujeres diputadas en todo el mundo, desde el 12% de 1997 al actual 23%.

En una ocasión, Bertrand Russell afirmó que mantener la esperanza puede ser difícil. En las páginas finales de su autobiografía, que contienen el relato de sus muchos años de activismo, decía: «Conservar la esperanza en nuestro mundo apela a nuestra inteligencia y a nuestra energía. Con frecuencia, lo que les falta a los que desesperan es la energía». El libro de Steven Pinker está lleno de vigor y vitalidad, y se propone infundir una energía similar a sus lectores.

Su autor cita un estudio del «sesgo de negatividad» según el cual un crítico que pone un libro por los suelos «es considerado mejor crítico que uno que lo elogia». Pues yo voy a correr ese riesgo. En defensa de la Ilustración me parece un libro excelente, escrito con lucidez, oportuno, abundante en datos y elocuente en su defensa de un humanismo racional que, mira por dónde, resulta de lo más interesante.

Fuente: http://www.elcultural.com/revista/letras/La-razon-la-ciencia-el-humanismo-y-el-progreso-segun-Pinker/41169

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Libro: Deshacer el género de Judith Butler

Link de descarga: http://www.caladona.org/grups/uploads/2014/02/butler-judith-deshacer-el-genero-2004-ed-paidos-2006.pdf
Fuente de la reseña: http://www.lecturalia.com/libro/41343/deshacer-el-genero
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Paulo Freire y la educación como práctica de la libertad

Puerto Rico / 10 de junio de 2018 / Autor: Luz Nereida Pérez / Fuente: La Perla del Sur

Su pedagogía de la liberación corre paralela con su homónima en la teología, que tan excelentes frutos ha germinado, sobre todo entre los pobres de América.

Foto suministrada

El conocimiento de las teorías pedagógicas del brasileño Paulo Freire (1921-1997) ha de ser fundamental para producir cambios significativos en nuestro lacerado sistema educativo.

Su pedagogía de la liberación corre paralela con su homónima en la teología, que tan excelentes frutos ha germinado, sobre todo entre los pobres de América.

El libro medular de Freire, Pedagogía del oprimido, busca replantear críticamente la educación tradicional, sustituyéndola por una que recupere la dignidad de los alumnos y que construya, junto a ellos, caminos de esperanza en intercambio de experiencias.

En Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, enfatiza que la tarea de enseñar no puede limitarse a la transmisión de contenidos, sino que debe albergar una dimensión ética en la que se reconozca la injusticia y se trabaje para revertirla con sentidos de autonomía y responsabilidad personal.

En La educación y la ciudad, Freire promueve una sociedad abierta que sirva a los intereses de las clases sociales desprotegidas y en Pedagogía de la indignación, que estaba en proceso de escritura cuando falleció, Freire señala cómo abordar la violencia juvenil sin llegar al extremo de estigmatizar, y expresa su perspectiva de cómo la tecnología dificulta la transmisión de valores, entre otros temas.

Libro igualmente fundamental es La educación como práctica de la libertad, donde, reflexionando sobre el tiempo y el espacio, propulsa una pedagogía humanista que procure la integración del individuo a su realidad nacional y que no conduzca hacia la “domesticación” del ser humano, sino hacia la culminación de su libertad.

Un nuevo género en su obra está representado por Cartas a Cristina. Reflexiones sobre mi vida y mi trabajo Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, en el que, en epístolas dirigidas a su sobrina Cristina, para entonces exiliada en Bolivia, hace una severa crítica al dogmatismo político y nos ofrece gran cantidad de memorias y reflexiones sobre su extraordinaria vida en el quehacer educativo.

Fuente de la Reseña:

Paulo Freire y la educación como práctica de la libertad

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Libro: VEINTITRÉS MAESTROS, DE CORAZÓN Un salto cuántico en la enseñanza

Colección: Aprender a ser
ISBN 9788433026507
Páginas 448
Encuadernación Rústica
Formato 15×21 cm
Edición

Mis alumnos han sido los grandes maestros que despertaron en mí el deseo de conocer a las personas desde su esencia, desde ese lugar al que los dramas, enfrentamientos y conflictos no pueden llegar debido a su gravedad, a su sobrepeso. La esencia es siempre liviana, por eso cuando logramos vivir algunos instantes desde ella tenemos la sensación de poseer alas. Cuando descubrí que relacionarse desde la levedad convertía a los encuentros entre las personas en algo mágico, enriqueciéndolos más allá de lo imaginable, decidí investigar qué obstáculos son los que nos impiden disfrutar de maneras continuada de tal maravilla. Fruto de este trabajo y de mis experiencias con mis alumnos fue naciendo una nueva mirada pedagógica: educar empoderando.

Un día en clase recibí de uno de mis alumnos una lección que cambió mi vida. Yo había sido lo que se puede llamar un buen estudiante, encantado con cualquier tipo de conocimiento y con un gran dominio de la expresión escrita y hablada. Todo mi bagaje lo desembarqué luego como profesor en mis clases. El día en cuestión estaba acorralando con toda mi dialéctica a mi alumno-maestro, sin percibirme para nada de ello; cuando terminé mi gran discurso, el chico, mirándome a los ojos con una mirada tierna y pura, me dijo: Profe, yo no sé rebatirte eso que me dices, pero sé que no tienes razón. Todo mi cuerpo se estremeció, sentí la presencia de mi alumno y comprendí, más allá de todos nuestros discursos sobre lo que consideramos importante, que dentro de nosotros existe una sabiduría viva y fresca.

Ya no descansaría hasta lograr encontrar un camino que ayudase a desvelarla, a llevarla a nuestra educación.

Descargar: https://sindamel.files.wordpress.com/2010/02/veintitresmaestrosdecorazon.pdf

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Libro: Educación Popular

Autor: Domingo F. Sarmiento

Presentación de Juan Carlos Tedesco e Ivana Zacarías
En 1849, Sarmiento escribió en Educación popular acerca de la importancia de  considerar la formación del ciudadano desde el punto de vista de la economía política y sostuvo la necesidad de propiciar una enseñanza utilitaria, racional y científica. Este libro fue uno de los principales inspiradores de la Ley de Educación Común (Ley 1420), en la que se asentaron dos principios básicos: que la educación general es una responsabilidad del Estado, y que debe ser totalmente independiente del poder político y de la influencia religiosa.

Educación popular resume la propuesta de revolución educativa de Sarmiento, en términos teóricos y en sus aspectos prácticos, propiciando una educación popular y de masas a la que concebía como aporte sustantivo para la democratización de la sociedad.

Datos bibliográficos
·  Editorial:
UNIPE Editorial Universitaria
·  ISBN: 978-987-26468-6-8
·  Año:2011
·  1ra. Edición
·  Formato: 24 x 16
·  Cantidad de páginas: 592
·  Género: ensayo
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Una defensa contundente y argumentada de la instrucción pública

España/02 de Junio de 2018/Por: Salvador López Arnal/Rebelión

Casi no es necesario presentar a los autores. Los tres son profesores de filosofía. Carlos Fernández Liria de la Complutense, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández son profesores de secundaria. Militan ambos en las Mareas en defensa de la educación pública.

Además del preámbulo, son diez los capítulos del libro, más el apartado de conclusiones, un apéndice que evalúa el bilingüismo (inglés, castellano) y la bibliografía.

La dedicatoria es muy significativa del compromiso de los autores: a sus alumnos, a compañeros que han leído el manuscrito del libro y “a nuestros compañeros y compañeras de Mareas por la Educación Pública, por su lucha incansable y su valiosa amistad. También a todos los profesores y maestros que, como Daniel Nota, son un ejemplo para la escuela pública”.

Lo es también el título: “Escuela o barbarie”, una disyunción (excluyente) que, por supuesto, recuerda, con neta intención, el socialismo o barbarie de Rosa Luxemburg. El subtítulo tampoco está para adornar: “Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda”. Nada que decir de lo primero, conocemos y sufrimos sus programas, sus avances y sus agresiones; de lo segundo, de la necesidad de matices sobre ese delirio de la izquierda, diré algo más adelante.

La idea central de este libro muy recomendable, escrito con fuerza y convicción, se puede resumir tal vez del modo siguiente: es urgente y necesario defender la educación y la instrucción pública; existe, no es una neura ni una idea conspirativa fantasiosa, un auténtico plan de privatización de la enseñanza pública, de desmantelamiento paulatino de esta gran conquista ciudadana, de poner al servicio de las grandes corporaciones el sistema educativo de los países. En definitiva, de sustituir la instrucción pública por otra cosa muy distinta, basada en competencias, habilidades y demás ítems de la terminología (antipedagógica) al uso. Una ilustración de esto último: ¿Para qué sirve, dicen los partidarios de las TIC, aprenderse los ríos españoles de memoria o las capitales del mundo si no tenemos la habilidad de mirar sus nombres con el buscador de una gran corporación, de San Google por ejemplo?

Las virtudes del ensayo, cito las más relevantes teniendo en cuenta el espacio del que dispongo, son más que evidentes. Algunos ejemplos:

1. Claridad en la exposición. No hay pasajes oscuros. Lo que se piensa se dice a las claras, sin ocultaciones, de frente. Plantando cara cuando es necesario y, como se podrá comprobar, muchas veces es necesario. Cada vez más.

2. El tono no es siempre cortés pero no hay falta el respeto. Hay un pensamiento, ahora heterodoxo, que se quiere vindicar, marcando distancias y criticando posiciones que se piensan (y sienten) como erróneas o como muy serviciales en algunos casos.

3. La defensa de lo público, de la educación pública, es más que evidente y sostenida con una argumentación sólida y con convicciones por supuesto.

4. Se podrá decir que se habla con trazo demasiado grueso sobre la pedagogía, contra la pedagogía si se quiere. Un capítulo, el IX, muestra muchos matices y permite una mejor comprensión de las posiciones defendidas. La discusión que mantuvieron Carlos Fernández Liria y Luis S. Villacañas, incluida en el libro, enseña a todos.

5. Se dirá que los autores, como buenos filósofos que son, teorizan y teorizan, incluso que especulan, pero que apenas plantean programas alcanzables, no utópicos. No parece pertinente la crítica. Un programa con quince puntos no quiméricos, y con coste económico cero aseguran (tengo alguna sobre ello, pero es secundario ahora), se expone, con claridad y distinción cartesianas, esta vez en las páginas 373-375. Dos ejemplos: “10. Plan de rescate ciudadano vertebrado en tres ejes de actuación; ayudas para comedores escolares, becas para material escolar y subvención de transportes públicos”. 12. “Recuperación de los derechos laborales extirpados al profesorado, especialmente a los interinos”.

6. Las críticas al llamado Plan de Bolonia, en su momento no bien recibidas entre algunos sectores del profesorado por demasiado radicales o extremistas, quedan aquí recogidas y, visto lo visto, hay que darles la razón en la mayoría de sus observaciones. No estaban ciegos y mucho menos obnubilados por prejuicios izquierdistas

7. La independencia de juicio, la libertad de pensamiento, se muestra en muchos apartados del libro. Destacaré uno. Los autores, alguno de ellos, o todos ellos tal vez, formados en los escritos y en la filosofía de Louis Althusser, no tienen ningún problema en criticar y dejar muy mal parado el concepto o categoría de “aparato ideológico de Estado” atribuido a la escuela “althusseriana”. En su opinión, un auténtico disparate conceptual, de hondo calado político, refiriéndose a la escuela pública de los Estados democráticos (capítulo II, primeras páginas).

Siguiendo el espíritu del libro, conviene apuntar algunas críticas:

1. Falta, en mi opinión, aunque sé bien que no se puede hablar de todo, una mayor aproximación a los ciclos formativos, a la enseñanza llamada profesional que también es enseñanza. Si existe algún ejemplo de privatización, de colaboración servil con el mundo empresarial, ese ejemplo está relacionado directamente con la formación dual, con la barbaridad de horas de prácticas que tiene que realizar los estudiantes (unas 350 horas, cinco meses o más), con la inexistencia de una formación humanística básica en los ciclos y con la inculcación e intoxicación cultural-ideológica de una asignatura, “Economía e iniciativa emprendedora”, que, cuanto menos en Cataluña, es obligatoria en todos los ciclos. Neoliberalismo indocumentado en estado puro.

2. La crítica a la izquierda es, en algunos casos, demasiado general en mi opinión. De hecho, ellos mismos citan, con acuerdo y mucha admiración, a uno de esos activistas y pensadores de izquierda de los que todos hemos aprendido. Hablo, por supuesto, de Agustín Moreno. Por lo demás, hay otros autores de izquierda en nuestro país que también se han levantado contra la privatización de la enseñanza y contra su destrucción. Un ejemplo entre muchos posibles: Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, Vilassar de Mar, El Viejo Topo.

3. No estoy seguro que los autores sean totalmente justos cuando se aproximan al debate Bueno-Sacristán de los años sesenta y setenta del siglo pasado en torno al papel de la filosofía en los estudios superiores y sobre las características esenciales de la propia filosofía y del filosofar. El opúsculo de Sacristán es un texto de intervención escrito en determinadas coordenadas políticas, culturales y filosóficas, fechado en 1967 (publicado en catalán al año siguiente), un artículo largo, digámoslo así, donde se plantea un nuevo programa filosófico para la enseñanza secundaria (no se apuesta por anular su enseñanza sino por su renovación) y universitaria que tiene muy en cuenta la realidad filosófica de España en aquellos momentos. De hecho, algunas formulaciones que los autores realizan en varios apartados del libro -una pedagogía real, reflexionada por los propios profesores, no por supuestos expertos en didáctica- recuerdan algunas aristas de la propia reflexión “sacristaniana”.

Prueba práctica de que Sacristán no menospreció la enseñanza de la filosofía en secundaria, una filosofía no cansina a la altura de las circunstancias que supiera a qué atenerse, es que él mismo la practicó, con diversas conferencias, cuando tuvo ocasión.

4. La crítica a Francisco Fernández Buey que los autores realizan en la nota 24 de la página 48 pide, incluso exige, también algún matiz. Cuando el autor de Por una Universidad democrática explica que fracasó la lucha por la democratización de la Universidad en los años setenta del siglo pasado porque se les impuso la “funcionarización” (de los PNN), no debe olvidarse que en aquellos momentos este movimiento universitario había elaborado otra forma de relación laboral entre el profesorado y la Universidad que garantizase su independencia y su estabilidad laboral, puntos sin duda centrales. Que fuera muy diferente de la “funcionarización” que entonces se conocía, que poco tenía que ver con el servicio público correctamente realizado y mucho con él a “mí no me toques ni me digas nada porque soy funcionario y tengo mucho mando en mi plaza”, no le resta valor sino que se lo añade.

5. Los autores usan a veces la expresión “propietarios” (aunque sea de plaza) para referirse a la situación ideal del profesorado. Si no, no queda otra que la dependencia y el servicio acrítico. Me da que otras formulaciones son posibles, incluso necesarias. Enseñantes, trabajadores de la enseñanza, por ejemplo, y con ello la posibilidad de un control público, ciudadano, de las prácticas profesionales, laborales, de algunos profesores titulares, algunos de ellos catedráticos, que viven esa propiedad de plaza como un “nadie me tose, aquí mando yo”.

6. Faltaría un índice nominal en las próximas reediciones y, en mi opinión, no estaría mal un glosario con los quince o veinte concepto básicos que manejan los autores.

Nada sustantivo en este apartado crítico. Lo esencial está en el importante y poblado haber de este libro filosófico, polémico sin duda, los autores son muy conscientes de ello, que argumenta con pasión razonada sobre la necesidad de cuidar con mimo un bien tan preciado como la educación e instrucción de la ciudadanía. Ha sido, sigue siendo, una conquista obrera, popular, ciudadana que no podemos arrojar a la cuneta, como tantos cadáveres de luchadores republicanos antifascistas. Bien mirado, también a ellos se lo debemos en gran parte.

Se me escapan mil temas más. No se puede hablar de todo… y es una lástima en este caso.

El libro lo merece.

No se lo pierdan. Pasen, lean y recomiéndenlo, si les parece.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=242221

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De Anibal Quijano, Cuestiones y Horizontes: De la Dependencia Histórico-Estructural a la Colonialidad/Descolonialidad del Poder

Aníbal Quijano. [Autor]
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Colección Antologías del Pensamiento Social Latinoamericano y Caribeño.
ISBN 978-987-722-018-6
CLACSO.
Buenos Aires.
Abril de 2014

Aníbal Quijano ha argumentado que la persistencia de un pensamiento deriva del modo en que su relación cognitiva con el mundo permite la emergencia de nuevos sentidos en cada giro de la historia. En este sentido, la presente antología se propone perfilar las especificidades del pensamiento de Aníbal Quijano y el modo en que este se ha interactuado con los acontecimientos cruciales de nuestra historia reciente, permitiendo desde hace cinco décadas, lecturas que han transformado nuestra comprensión de la historia y la contemporaneidad latinoamericana.

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Fuente: https://www.clacso.org.ar/antologias/detalle.php?id_libro=871

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