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Libro: Pedagogía de la Esperanza

Por Patricia Amaya

 

 

Freire reescribe la pedagogía del oprimido, reflexiona sobre ella, sus ideas, el contexto donde éstas se desarrollaron y tomaron forma, tanto político-social como personal. Aclarando que no sólo era válido entonces sino que lo sigue siendo.

Freire pone de manifiesto la necesidad de la utopía y de la esperanza, a pesar de que el mundo en el que vivimos no se las considera útiles. Defiende que la educación debe tratar de desocultar la verdad, la educación es política y se defiende de los ataques recibidos por su politización, poniendo al descubierto la falsa neutralidad de sus críticos.

Habla de la esperanza como una necesidad ontológica, lo que nos mueve, lo que nos marca una dirección. Sin embargo, dice que aunque necesaria no es suficiente para transformar la realidad. La desesperanza nos anula y para vencerla hay que analizar el por qué de esa desesperanza. Para ello pone un ejemplo, sobre cómo los días lluviosos estaba más deprimido. Dice que no basta sólo comprender para transformar, igual que no basta sólo con la esperanza. Es como cuando un obrero hace un objeto, sabe cómo será, lo tiene en su cabeza, pero hasta que no lo hace no toma verdadera forma.

A lo largo del texto, va intercalando recuerdos de momentos divididos con sus reflexiones sobre la educación. Empieza reflexionando sobre cómo empezó a ser educador, tras dejar su trabajo como abogado y rescatar lo que vivió en su infancia y adolescencia aquello que ha hecho que piense y sienta de una manera (la pobreza, los libros leídos, etc.), para reflexionar sobre todo el proceso, sobre todo lo vivido, que le llevó a la pedagogía del oprimido. Destacando su paso por el SESI (Servicio Social de la Industria), en su división de Educación y Cultura, donde trabajó con familias, sobre los castigos a sus hijos, que le hizo plantearse las consecuencias que podría tener llevándolo al plano político-social (democracia-libertad o dictadura-autoridad). Se dio cuenta de que al explicar a los padres, partía de su mundo y no el de ellos, cuando uno de los padres le dijo que ellos, si castigaban a sus hijos no era porque no les amasen, poniendo sobre la mesa las condiciones en las que vivía él y las del educador.

Resalta la importancia de que no se trata de educar AL pueblo, sino de educarse CON él, idea a la que vuelve a menudo, por su relevancia en la forma de entender la educación desde una perspectiva libertadora y no bancaria. No se trata de leerles tu mundo sino de favorecer el que ellos puedan leer el suyo para transformarlo. Para esta transformación no basta sólo con la educación, aunque ésta sea necesaria, como la esperanza.

Freire habla sobre la complejidad de la personas, de la cantidad de cosas que cargamos y a veces nos hacen perder la confianza en nosotros mismos. Relaciona esto con su exilio, con ese sentimiento de desesperanza. Nos habla sobre la pérdida de identidad que se sufre en él, de la dificultad de no dejarte atrapar por el pasado, la necesidad de educar esa nostalgia, de superar una visión de la realidad ideal (en su ejemplo, de la situación anterior al exilio) que podría no corresponderse con la realidad real.

Sigue avanzando en sus recuerdos, nos habla de Chile, del momento que vivía entonces. Señala la diferencia entre tener el gobierno y tener el poder, lo que hizo caer el gobierno de Allende (…). Lo pone como un ejemplo vivo de la lucha de clases. Habla de la división de la izquierda. Defiende la unión frente a la división (diferentes pero no antagónicos). Destaca la importancia que en ese momento adquiere la Educación Popular, reconocida por el MIR.

Nos habla sobre el poder de la imaginación: soñar otra realidad la hace posible, aunque sin llegar al idealismo. Hay que tener paciencia, atender a las condiciones históricas. Estas condiciones harán que se lleguen a acuerdos entre las clases sociales, sin que esto, según dice, suponga que la lucha de clase acaba. Aclara que él nunca negó la lucha de clases en la pedagogía del oprimido (de hecho, se le reconoce casi por lo contrario) pero que la lucha de clases no es EL motor de la historia, sino uno de ellos.

Se detiene en el poder del lenguaje, cuando éste no está vacío. Dice que la lectura del mundo precede a la de la palabra, que es otra de sus ideas más importantes. Como también la necesidad del respeto al contexto, a las diferencias y el evitar la invasión cultural. Recuerda un momento con un grupo de campesinos en el que tras un rato en el que ellos estuvieron hablando, dijeron que ya se callaban, que tenía que hablar él que era el que sabía, ante esa situación Freire reacciona haciendo una “lista de goles”, poniendo de manifiesto que él y ellos saben cosas que el otro no sabe, que de callarse nada. Ante otras situaciones parecida, planteaba que reflexionaran sobre el por qué de esa situación (porque algunos sí tienen la oportunidad de estudiar y otros no).
Reflexiona sobre unas críticas que le hicieran por machista, por el lenguaje que utilizaba en su texto, que reconoce y señala la relación dialéctica entre lenguaje-mundo-pensamiento.

El método de Freire consiste en un distanciamiento de la realidad, se les presenta su realidad de manera que pueda ser analizada desde fuera, a través de una fototgrafía de una de sus calles, por ejemplo. Entiende la educación como un psicoanálisis histórico, sociocultural y político. Cuenta como cuesta reconcerse en esa realidad, nos habla de que en la mente de todo oprimido hay un opresor, es decir, que se tiene totalmente interizados una serie de concepciones que, por ejemplo, nos hacen sentir culpables de la situación en la que vivimos. Pone también un ejemplo, de Brasil, cuando surgió Lula para presidente, había muchos que noquerían votarle porque decían era igual que ellos, preocupándose por lo que fueran a decir fuera.

Para es escribir pedagogía del oprimido se llevó bastante tiempo anotando todo aquello que le ocurría, llevando papel siempre encima. Además, nos cuenta que fue antes un libro hablado que escrito, que estuvo discutiendo con amigos todas esas ideas antes y que en esa reflexiones fue el libro tomando forma.

Una de las ideas que destacan del pensamiento de Freire es el partir de del aquí de los educandos, y no del educador. Pero que partir de ahí no es quedarse en ese punto, respetar al otro no significa limitar sus posibilidades. Se trata de no negar su experiencia vivida, de recogerla y a partir de ella empezar a construir.

Nos habla también de la neutralidad de los textos, la cual cuestiona bastante, puesto que éstos tienen un significado, en todo su conjunto, y no otro. Leer requiere estudio, abrirse al mundo del autor y al tuyo propio.

Dice también que el educador debe ser un modelo de coherencia, debe reconocer su posición enseñando la necesidad de defender tus propias ideas y también de respetar las de los que tienes en frente.

Habla también de aquellos que se dicen seguir su pensamiento (freirianos) recordando que Marx dijo de él mismo que no era marxista. Reflexiona sobre el socialismo y el desencanto producido por la URSS, ante lo que concluye que por mucho que digan que el socialismo no sirve pero la realidad habla, el capitalismo es un desastre y que soñar, la utopía, forma parte de nosotros, la no adaptación. Implica denuncia y anuncia, porque sino caemos en el adoctrinamiento y no en la educación. Igual que se rescata el marco de la URSS, en el sistema actual no es el capital lo que se rescata sino el marco democrático (es gracias a él que podemos …). Para transformar el mundo hace falta comprenderlo y se comprende viviendo y no sólo existiendo; no es a priori, se construye en la historia.. Nos liberamos en tanto que nos percibimos como seres humanos y ahí es donde entra la educación, como acto de comocimiento, para lograr esa conciencia, que sea a la vez transformadora (no sólo 1, ambas, o caemos en el idealismo). El mundo es dinámico y no mecanicista, es dialéctico. la conciencia no es sólo el resultado de cambios de condiciones materiales sino como factor de ellos. Si no tienes conciencia es por las condiciones materiales, por lo que habrá que analizarlas. No se educa sólo una dimensión sino todas, que están interrelacionadas requiere la participación de todos y recuerda su paso por . El que exista diálogo no nos hace iguales, debe estar basado en el respeto y dado que no somos iguales debemos reflexionar sobre las relaciones que se establecen. La educación no es bancaria porque el profesor exponga sino porque niega al individuo al convertirlo en un recipiente que llenar. Hay que entender que el conocimiento no sólo consiste en un sujeto conociendo un objeto, sino que para conocerlo necesita de los demás sujetos. Se trataría de que al educando no se lo trague la máquina, como a Chaplin en Tiempos modernos.

Recuerda también a algunos profesores de universidad que decían saber lo que sus estudiantes debían saber, cosa que cayó cuando habló con estudiantes en uno de sus viajes para dar charlas sobre el libro, discutir sobre él, etc. No sólo fueron las charlas con otros lo que le permitió “escribir” sus ideas sino que ya publicado el libro, que fue “absorbido” por el contexto, siguió reflexionando con otros sobre él.

En esos viajes descubrió el tercer mundo en el primero (inmigrantes). Como si lo que son de ese país fueran superiores a los que llegan. Habla del cansancio existencial, que hace que ya sólo tengan esperanza en el otro país y no en cambiar el de origen. reflexiona sobre el miedo a perder lo poco que se tiene, que nos anula, dice que antes de de luchar, o para ello, es necesario convencerse de la fragilidad del otro, de su miedo.

En sus viajes también confirma sus ideas y sus experiencias en las de otros, por ejemplo el caso del español en Alemania, que cuenta de su práctica: el fracaso total de un curso que les lleva a hacer una encuesta antes para conocerles y ya sí éxito, cuando les conocen, cuando entran en su juego. Al partir de su mundo. Claro que educador tiene objetivos, metas, sueños pero no todo se reduce a su verdad. Se trataría de que al educando no se lo trague la máquina, como a Chaplin en tiempo modernos. Es importante, por ejemplo, que los campesinos sepan que en la universidad se confirma lo que ellos saben, que tienen algo que aportar a este mundo, es una tarea indispensable para que ganen confianza en ellos mismos.

Aparece también un caso de un niño de infantil al que le rompen un dibujo por no ser como tenía que ser o un texto en el que un niño, movido por su curiosidad, descubre, eso sí, por sí mismo, que es mejor adaptarse y callar y dejar la curiosidad para luego.

Habla de la necesaria unidad en la diversidad, de no creernos minorías aisladas sino darnos cuenta de que SOMOS mayoría y de que sólo hay una minoría que nos oprime, y también de que el cambio no es espontáneo sino que se construye.

Recorre distintos momentos históricos vividos, la Revolución de los claveles, Vietnam, Grenada, Chile, Argentina, El Salvador, etc.

Reconoce haber recibido homenajes, lo destacable es que haya sido reconocido tanto por intelectuales académicos y por intelectuales de campos y fábricas.

Reflexiones personales acerca de la relación del libro con Pedagogía Laboral

Además de la relevancia que tienen las ideas de Freire para quien se dedique a la Educación, en relación a Pedagogía Laboral vemos una clara similtud en la forma de abordar las salidas profesionales del pedagogo, en la que se apuesta por una educación para transformar. También, el hecho de que los contenidos tratados en clase intenten hacernos comprender la realidad que nos rodea, de leer nuestro mundo, para así poder construir un pensamiento crítico y una conciencia que nos permite actuar sobre él y cambiarlo. También, destacaría que se reconozca a la persona, que se busque un mayor conocimiento de nosotros mismos, casi inseparable del conocimiento de la realidad que nos rodea y de los demás, y el hincapié hecho en “creernos que podemos” que tal vez tenga algo que ver con esa liberación de la que nos habla Freire. Por último, terminar con esa idea de la necesaria esperanza, de la utopía, de los sueños, de no acomodarnos, de dar rienda a nuestra imaginación y nuestras iniciativas.

Llama la atención también el uso de ejemplo reales, vividos, con los que podemos entenderlo mejor y reconocer en ellos situaciones que vivimos ahora. Por ejemplo, casi podríamos decir que hay un cansancio generalizado, que hace que muchos sólo tengan la esperanza de conseguir cualquier empleo, para poder pagar una vivienda (la hipoteca), sin cuestionarse qué hay detrás de todo eso y qué puede hacer él, con otros, para cambiarlo.

Link para descargarlo: http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/paq2/No.11.pdf

Fuente de la reseña: http://praxisdelapedagogialaboral.blogspot.com/2008/09/resumen-de-pedagoga-de-la-esperanza-de.html

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Libro Rebeldías en común: sobre comunales, nuevos comunes y economias colaborativas

ISBN:  978-84-946151-4-6
Coleccion del libro:  Sin Colección
Idioma:  Castellano
Número de páginas:  223

Fecha edición:01/05/2017

Materia:  Economía SOCIAL

Reseña:

Montes que se manejan de forma comunal, cofradías de pescadores/as que insisten en realizar una pesca artesanal y sostenible, programadores/as que reproducen entornos comunicativos basados en el software libre, mercados que ligan directamente a personas productoras y consumidoras, redes de semillas que trabajan para mantener la biodiversidad cultivada, cooperativas que apuestan por una energía sostenible, iniciativas de crédito colectivo o comunitario, grupos educativos o de crianza que atienden las necesidades de las/os más pequeñas/os, organizaciones asamblearias de agricultores/as que cultivan territorios y bienes naturales, grupos locales que construyen monedas sociales, aprovechamiento compartido de dehesas, experiencias de economía social con criterios de sostenibilidad y horizontalidad como base de su funcionamiento, medios de comunicación y de difusión de información que se construyen según pautas cooperativas: todo este paisaje de autoorganización social formaría parte de lo que podemos reconocer como el “paradigma de los comunes”. Evocadoras realidades que apuntan a otras formas de recrear un mundo que se nos aparece roto ambiental y socialmente, donde la economía convencional insiste en provocar desigualdades, depredar recursos, precarizar vidas y esclavizar a base de deudas externas y hogares endeudados.

Muchas de estas prácticas tienen una larga tradición en el mundo. Son y han sido formas resilientes de gestionar, de forma sostenible y democrática, bienes naturales que resultaban esenciales para la reproducción de las comunidades. Son los comunales tradicionales, que desde antaño han llegado al presente, reivindicando tanto su vigencia como su necesidad de reinventarse, para continuar desarrollando su papel en el funcionamiento de ecosistemas y economías a escala planetaria. En el Estado español, los terrenos gestionados de forma comunal ocupan más de 4 millones de hectáreas, la pesca artesanal apoyada en cofradías locales es la ocupación de miles de personas, las redes de semillas agrupan por todo el territorio a plataformas que pretenden “resembrar” e “intercambiar” la biodiversidad cultivada. Iniciativas con larga historia, como el Tribunal de las Aguas en Valencia, o más recientemente, comunidades de regantes revitalizadas desde administraciones públicas y agricultores/as, son un referente de manejo que impulsa la gestión comunitaria del riego.

Más longevos y con mayor arraigo inclusive serían los comunes entendidos desde tradiciones indígenas, campesinas o de esclavos/as rebeldes en toda América Latina y África: los ejidos mexicanos, la concepción comunitaria del territorio a lo largo de los Andes o en buena parte de los territorios del África subsahariana, las prácticas de trabajo cooperativo como las mingas en el seno de los ayllús bolivianos, los quilombos 1 en Brasil, la familia extensa que se gobierna en solidaridad (el ujamaa que acuñara posteriormente Julius Nyere como el socialismo de base africana).

Dichas formas, adaptadas a distintos contextos geográficos y culturales, ayudaban a crear sinergias entre territorios, comunidades y economías que aseguraban la disposición sostenible de ciertos recursos. No conviene forjarse visiones románticas o idealizadas: no aseguraban necesariamente una redistribución de las riquezas producidas en un territorio, garantizaban solo el acceso a estos bienes a una parte de la población, pues frecuentemente no encontraremos en ellos mujeres o jóvenes. Y sin embargo, con todas sus carencias, limitaciones y contradicciones resurgen como inspiradoras referencias, en un contexto de previsible naufragio social y de transición inaplazable hacia nuevos sistemas políticos y socioeconómicos.

Experiencias surgidas de la necesidad y perfiladas por siglos de práctica, que invitan a indagar los aprendizajes que se pueden extraer de estas iniciativas que ya tuvieron que lidiar con la conflictividad de la organización colectiva, la gestión del poder o el cuidado del territorio en clave de sostenibilidad socioambiental. Este libro surge del afán por generar un conocimiento, anclado en prácticas concretas, pero que aspire a construir nuevas instituciones económicas, que mantengan el espíritu de lo que Elinor Ostrom señalara en El gobierno de los bienes comunes: experiencias de gestión sostenible en materia política y ambiental, basadas en reglas nítidas que garantizan condiciones de acceso a bienes, respetando ciertos límites y arraigadas en unos principios culturales y políticos, que apuntan a una distribución del poder y a ciertas garantías de inclusión social. Apuntes que nos permitan sistematizar prácticas y construir economías pegadas al territorio, a la democratización desde abajo y a la satisfacción de nuestras necesidades humanas por encima de visiones de la economía depredadoras, injustas e insostenibles.

Como sabemos, bajo la modernidad se impuso un modelo de desarrollo basado en métodos “científicos”, se consolidó el capitalismo como modelo económico, se conformaron los nuevos Estados-nación, surgió la colonización y se terminó imponiendo la razón técnica, de manos de personas consideradas expertas que se encargarían de “civilizar” el mundo. Un proceso que desvertebró las economías campesinas e hizo saltar por los aires buena parte de estos manejos comunales. Territorio, comunidad y reglas para resolver conflictos, garantizar el acceso y la reproducción de bienes naturales, se fueron desacoplando.

Posteriormente, entre los años sesenta y ochenta, la Guerra Fría estableció recurrentemente una aparente dicotomía política en torno a las instituciones: ¿debía ser el Estado o el mercado el motor de un “desarrollismo” que no se ponía en duda?, ¿era el camino institucional, el llamado socialismo real de la extinta URSS, y su propuesta de centralización económica, o por el contrario era el capitalismo estadounidense montado a lomos de un individualismo consumista y de marcada desconfianza hacia los poderes públicos? Como advertía Karl Polanyi, economía y política se daban la mano: cada salto en los procesos de acumulación capitalista se sustenta en decisiones políticas orientadas a legitimar nuevas depredaciones comunitarias, la mercantilización de nuevas esferas de la vida o la elaboración de una gramática económica acorde con estos intereses.

Y contra todo pronóstico, muchas de estas iniciativas comunales resistieron y resisten a las nuevas legislaciones que impulsan la desposesión a través de ajustes estructurales del FMI o de la Unión Europea, los programas de desarrollo rural para la inserción de territorios como industrias subordinadas al capitalismo global o la regulación de determinadas administraciones locales, de manera que se garantice su servidumbre a las demandas de las grandes empresas. Los comunes tradicionales son islas en un océano de mercantilización y de enfoques estadocéntricos, capaces de reproducirse a contracorriente y de servir de inspiración para nuevas prácticas emergentes que denominamos nuevos comunes. Las islas se van interconectando y aspiran a conformar un archipiélago.

Los nuevos comunes son aquellas prácticas que intentan cerrar circuitos (políticos, energéticos, alimentarios) en un territorio dado y nos ayudan a democratizar fragmentos del mundo. Agrupaciones desde las que desarrollar formas diferenciadas de producir (economía solidaria, cooperativismo de trabajo, consumo justo, cooperativas para una transición energética, el mundo de la agroecología…); aprender (cooperativas de enseñanza, escuelas populares, comunidades de aprendizaje…); convivir (grupos de crianza, formas cooperativas de organizar los cuidados, cooperativas de vivienda, recuperación de pueblos abandonados….); cuidarse (mutualidades, cooperativas de salud, grupos de crianza…); relacionarse con las culturas y las nuevas tecnologías, de forma que sean accesibles y no se mercantilicen (software libre, cultura libre…); en definitiva, instituciones capaces de sostener y hacer deseables otros estilos de vida.

Iniciativas innovadoras que arrancan de un sustrato de cooperación social, que surgen de procesos vivos antes que de modelos estancos y de instituciones formalizadas administrativamente, asumen la gestión colectiva y la reproducción de bienes naturales (agua, bases alimentarias, montes, etc.) o bienes que nos permiten la cooperación (conocimiento, tecnologías de comunicación, mercados, espacios públicos o comunitarios, educación…) y no lo hacen de forma restringida, sino poniendo el acento en la democratización de las relaciones económicas, dentro y fuera de las propias experiencias. La importancia de los nuevos comunes se basa en las diversas iniciativas que se multiplican hoy en día, y que queremos ayudar a visibilizar con la publicación de este libro. No se trata de una nueva filosofía política, sino más bien, de una práctica que desarrolla transiciones hacia otros sistemas económicos y políticos. De esta manera, si hablamos de economías sociales en una ciudad como Barcelona, la economía en régimen cooperativo atiende a un 8% del total de lo producido y valorado monetariamente en la ciudad. Los grupos que ligan directamente producción y consumo, generalmente bajo iniciativas locales y asamblearias, suponen más de 100.000 personas dedicando tiempo en este Estado a la construcción cooperativa de sistemas agroalimentarios locales.

Comunales y nuevos comunes tienen mucho en común, aunque los separe y política se daban la mano: cada salto en los procesos de acumulación capitalista se sustenta en decisiones políticas orientadas a legitimar nuevas depredaciones comunitarias, la mercantilización de nuevas esferas de la vida o la elaboración de una gramática económica acorde con estos intereses.

Y contra todo pronóstico, muchas de estas iniciativas comunales resistieron y resisten a las nuevas legislaciones que impulsan la desposesión a través de ajustes estructurales del FMI o de la Unión Europea, los programas de desarrollo rural para la inserción de territorios como industrias subordinadas al capitalismo global o la regulación de determinadas administraciones locales, de manera que se garantice su servidumbre a las demandas de las grandes empresas. Los comunes tradicionales son islas en un océano de mercantilización y de enfoques estadocéntricos, capaces de reproducirse a contracorriente y de servir de inspiración para nuevas prácticas emergentes que denominamos nuevos comunes. Las islas se van interconectando y aspiran a conformar un archipiélago.

Los nuevos comunes son aquellas prácticas que intentan cerrar circuitos (políticos, energéticos, alimentarios) en un territorio dado y nos ayudan a democratizar fragmentos del mundo. Agrupaciones desde las que desarrollar formas diferenciadas de producir (economía solidaria, cooperativismo de trabajo, consumo justo, cooperativas para una transición energética, el mundo de la agroecología…); aprender (cooperativas de enseñanza, escuelas populares, comunidades de aprendizaje…); convivir (grupos de crianza, formas cooperativas de organizar los cuidados, cooperativas de vivienda, recuperación de pueblos abandonados….); cuidarse (mutualidades, cooperativas de salud, grupos de crianza…); relacionarse con las culturas y las nuevas tecnologías, de forma que sean accesibles y no se mercantilicen (software libre, cultura libre…); en definitiva, instituciones capaces de sostener y hacer deseables otros estilos de vida.

Iniciativas innovadoras que arrancan de un sustrato de cooperación social, que surgen de procesos vivos antes que de modelos estancos y de instituciones formalizadas administrativamente, asumen la gestión colectiva y la reproducción de bienes naturales (agua, bases alimentarias, montes, etc.) o bienes que nos permiten la cooperación (conocimiento, tecnologías de comunicación, mercados, espacios públicos o comunitarios, educación…) y no lo hacen de forma restringida, sino poniendo el acento en la democratización de las relaciones económicas, dentro y fuera de las propias experiencias. La importancia de los nuevos comunes se basa en las diversas iniciativas que se multiplican hoy en día, y que queremos ayudar a visibilizar con la publicación de este libro. No se trata de una nueva filosofía política, sino más bien, de una práctica que desarrolla transiciones hacia otros sistemas económicos y políticos. De esta manera, si hablamos de economías sociales en una ciudad como Barcelona, la economía en régimen cooperativo atiende a un 8 % del total de lo producido y valorado monetariamente en la ciudad. Los grupos que ligan directamente producción y consumo, generalmente bajo iniciativas locales y asamblearias, suponen más de 100.000 personas dedicando tiempo en este Estado a la construcción cooperativa de sistemas agroalimentarios locales.

Comunales y nuevos comunes tienen mucho en común, aunque los separe lazos sociales (expresión, afectos, identidad) a la casa donde habitamos (el hogar, el territorio, el planeta).

Lo común es un concepto, que de forma innegable, está de plena actualidad en los debates de la esfera pública sobre nuevas institucionalidades y mecanismos de gobernanza, conformando un nuevo campo de investigación académica pero, sobre todo, porque forma parte del léxico compartido entre quienes se enfrentan a la oleada de privatizaciones, la mercantilización o el acaparamiento de recursos (agua, tierra, semillas…), construyendo nuevas realidades.

Comunaria es una red de personas de toda nuestra geografía ligadas a instituciones académicas y organizaciones sociales, que desde ámbitos urbanos y rurales venimos trabajando en torno a la sistematización de experiencias y el diálogo entre comunes tradicionales y nuevos comunes. http://comunaria.net/

Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/?p=96729

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La razón, la ciencia, el humanismo y el progreso según Pinker

Canadá/16 de Junio de 2018/El Cultural

Paidós publica En defensa de la Ilustración, el último ensayo de Steven Pinker, que desde su postura de defensor de los valores ilustrados nos propone una reveladora visión del progreso humano

En general, el optimismo no se considera interesante, y a menudo se ve como una ingenuidad. En 1828, el filósofo optimista John Stuart Mill escribió: «He observado que un gran número de personas no admiran como a un sabio a aquél que conserva la esperanza cuando los demás desesperan, sino a quien desespera cuando los demás conservan la esperanza». Un siglo antes, el Cándido de Voltaire había atacado lo que su autor denominaba «optimismo», es decir, la idea leibniziana de que, en el mejor de los mundos posibles que es el nuestro, todo acabará bien. Después de sufrir un desastre tras otro, Cándido decide que el optimismo no es más que «la manía de insistir en que todo va bien cuando las cosas van mal».

Sin embargo, se puede alegar -y Steven Pinker (Montreal, 1954) lo hace- que la filosofía que satiriza Voltaire en su obra no es en absoluto optimismo. Si uno piensa que este ya es el mejor de los mundos, no queda más que aceptarlo. Un verdadero optimista diría que, aunque la vida humana nunca será perfecta, podemos mejorarla en algunos aspectos fundamentales si nos ponemos manos a la obra, por ejemplo, perfeccionando las normas de edificación y las predicciones sismológicas de manera que en los terremotos muera menos gente. No es lo «óptimo», pero es mejor.

El desquite de Cándido que se toma el optimista es uno de los placeres que atraviesan la obra de Pinker En defensa de la Ilustración, continuación de su libro de 2011 Los ángeles que llevamos dentro. En él, el autor recopilaba bases de datos para apoyar su afirmación de que la vida humana no ha empeorado, como muchos parecen pensar, sino que es más segura, sana, larga, próspera, instruida, tolerante, satisfactoria y menos violenta a escala mundial. Su nuevo libro sostiene la misma idea basándose en estadísticas actualizadas, y añade dos elementos más. En primer lugar, se fija en el reciente aumento del populismo autoritario, en particular en la figura de Donald Trump, un hecho que ha llevado a algunos a sentir más desesperación que nunca.

Para Pinker, el propio catastrofismo es un riesgo, al centrar la atención en los peores desenlaces posibles y sucumbir al pánico

En segundo lugar, aviva la polémica con una estimulante defensa de las cuatro grandes ideas que se mencionan en el subtítulo: progreso, razón, ciencia y humanismo, este último definido no tanto en el sentido de no teísmo (aunque el autor también lo defiende), sino como «la meta de llevar al máximo el auge de todo lo humano, ya sea la vida, la salud, la felicidad, la libertad, el conocimiento, el amor o la riqueza de las experiencias». ¿Quién podría oponerse? Si bien en algunos círculos el humanismo se considera trasnochado, o inalcanzable, Pinker quiere que lo reconsideremos.

Gran parte del libro consiste en reflexiones filosóficas basadas en pruebas, con gráficos que muestran el aumento de la esperanza de vida en el mundo, el descenso de las enfermedades mortales, un nivel educativo y un acceso a la información como nunca hasta ahora, un mayor reconocimiento de la igualdad de las mujeres y los derechos LGTB, y así sucesivamente, llegando incluso hasta los datos que muestran que, actualmente, los estadounidenses tienen una probabilidad 37 veces menor de morir víctimas de un rayo que en 1900 gracias al perfeccionamiento de las previsiones meteorológicas y la ingeniería eléctrica, y a una mayor conciencia de la seguridad. Los avances en materia de salud han mejorado enormemente la condición humana. El autor cuenta que su frase favorita de todas las escritas en inglés procede de Wikipedia, y dice: «La viruela era una enfermedad infecciosa provocada por dos variantes del mismo virus: Variola major y Variola minor«. Lo que le gusta de ella es la palabra «era».

Optimismo como necesidad

Más adelante añade que podría haber terminado cada capítulo afirmando: «No obstante, todos estos avances peligran si Donald Trump se sale con la suya». El trumpismo amenaza con dar marcha atrás al mundo en casi cualquier apartado de la vida, especialmente con sus intentos de desmantelar las estructuras internacionales que han hecho posible el progreso, como la paz y los tratados comerciales, la asistencia sanitaria, los acuerdos sobre el cambio climático, y la conciencia generalizada de que las armas nucleares no se deberían utilizar jamás. Ahora todo esto está en juego. Pinker incide sobre todo en los riesgos de ignorar o pasar por alto los sistemas que reducen la probabilidad de una guerra nuclear.

El trumpismo amenaza con dar marcha atrás al mundo en casi cualquier apartado de la vida. Ahora todo esto está en juego

Dicho esto, sostiene que el propio catastrofismo es un riesgo. Con ello se refiere a la tendencia pesimista a centrar la atención en los peores desenlaces posibles y a sucumbir al pánico. El populismo autoritario se ha alimentado de la sensación de que todo va mal, de que la delincuencia y el terrorismo están fuera de control, de que la inmigración es catastrófica y de que el mundo ha perdido su brújula ética de manera desastrosa. Al mismo tiempo, el miedo y la desesperación también hacen estragos en la oposición. En general, es más probable que la gente actúe de manera constructiva si piensa que los problemas tienen solución o que ya se han hecho avances y que estos se pueden ampliar. Como dice el autor, si tenemos en cuenta que todavía no hemos hecho saltar el mundo por los aires en una guerra nuclear, la postura más acertada es «averiguar qué hemos hecho bien, de manera que podamos hacer más de lo que sea». Ser optimista no quiere decir apoltronarse y relajarse. El autor cita al economista Paul Romer, que distingue el «optimismo complaciente» del niño que espera que le lleguen los regalos del «optimismo condicional» del niño que quiere una casa en un árbol y consigue la madera y los clavos para construirla. Quienes piensen que una casa en un árbol es algo imposible, o que en cualquier momento llegará alguien y la echará abajo es poco probable que coja el martillo.

El libro también va a atraer algunos martillazos, ya que contiene afirmaciones que pueden molestar casi a cualquiera. Cuando no ataca a la derecha populista, Pinker la emprende contra los intelectuales de izquierdas. El autor se muestra especialmente cáustico con los editorialistas de los periódicos que, en 2016, se precipitaron a proclamar la muerte de los valores de la Ilustración y el advenimiento de la «posverdad». Sus objetivos (un poco demasiado amplios) incluyen a los profesores de Humanidades, a los posmodernos, a los políticamente correctos y a cualquiera que tenga algo agradable que decir de Friedrich NietzscheAl parecer, los intelectuales «progresistas» consideran que el progreso es malo, afirma, y rechazan por burda o ingenua «la idea de que deberíamos aplicar nuestra razón colectiva a perfeccionar el progreso y reducir el sufrimiento».

En defensa de la ilustraciónes un libro excelente, oportuno, abundante en datos y elocuente en su defensa de un humanismo racional

Progreso antiporgresista

De hecho, puede que ya haya indicios de un cambio de estado de ánimo, como muestran los trinos de optimismo que llegan desde diferentes direcciones. El músico David Byrne acaba de lanzar un proyecto web titulado Reasons to Be Cheerful (Razones para estar alegre), que celebra las iniciativas positivas en el ámbito de la cultura, la ciencia, el transporte y el compromiso ciudadano, entre otros. Quartz, una página web de periodismo económico acabó 2017 con una lista de enlaces alentadores a las buenas noticias del año, como la retirada del leopardo de las nieves de las especies en peligro de extinción, la provincia de Pakistán que había plantado 1.000 millones de árboles a lo largo de los dos años anteriores en respuesta a la inundaciones de 2015, el espectacular descenso del número de afectados por la dracunculiasis (de 3,5 millones de casos en 1986 a solamente 30 en 2017), y el lento pero constante aumento del número de mujeres diputadas en todo el mundo, desde el 12% de 1997 al actual 23%.

En una ocasión, Bertrand Russell afirmó que mantener la esperanza puede ser difícil. En las páginas finales de su autobiografía, que contienen el relato de sus muchos años de activismo, decía: «Conservar la esperanza en nuestro mundo apela a nuestra inteligencia y a nuestra energía. Con frecuencia, lo que les falta a los que desesperan es la energía». El libro de Steven Pinker está lleno de vigor y vitalidad, y se propone infundir una energía similar a sus lectores.

Su autor cita un estudio del «sesgo de negatividad» según el cual un crítico que pone un libro por los suelos «es considerado mejor crítico que uno que lo elogia». Pues yo voy a correr ese riesgo. En defensa de la Ilustración me parece un libro excelente, escrito con lucidez, oportuno, abundante en datos y elocuente en su defensa de un humanismo racional que, mira por dónde, resulta de lo más interesante.

Fuente: http://www.elcultural.com/revista/letras/La-razon-la-ciencia-el-humanismo-y-el-progreso-segun-Pinker/41169

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Libro: Deshacer el género de Judith Butler

Link de descarga: http://www.caladona.org/grups/uploads/2014/02/butler-judith-deshacer-el-genero-2004-ed-paidos-2006.pdf
Fuente de la reseña: http://www.lecturalia.com/libro/41343/deshacer-el-genero
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Paulo Freire y la educación como práctica de la libertad

Puerto Rico / 10 de junio de 2018 / Autor: Luz Nereida Pérez / Fuente: La Perla del Sur

Su pedagogía de la liberación corre paralela con su homónima en la teología, que tan excelentes frutos ha germinado, sobre todo entre los pobres de América.

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El conocimiento de las teorías pedagógicas del brasileño Paulo Freire (1921-1997) ha de ser fundamental para producir cambios significativos en nuestro lacerado sistema educativo.

Su pedagogía de la liberación corre paralela con su homónima en la teología, que tan excelentes frutos ha germinado, sobre todo entre los pobres de América.

El libro medular de Freire, Pedagogía del oprimido, busca replantear críticamente la educación tradicional, sustituyéndola por una que recupere la dignidad de los alumnos y que construya, junto a ellos, caminos de esperanza en intercambio de experiencias.

En Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, enfatiza que la tarea de enseñar no puede limitarse a la transmisión de contenidos, sino que debe albergar una dimensión ética en la que se reconozca la injusticia y se trabaje para revertirla con sentidos de autonomía y responsabilidad personal.

En La educación y la ciudad, Freire promueve una sociedad abierta que sirva a los intereses de las clases sociales desprotegidas y en Pedagogía de la indignación, que estaba en proceso de escritura cuando falleció, Freire señala cómo abordar la violencia juvenil sin llegar al extremo de estigmatizar, y expresa su perspectiva de cómo la tecnología dificulta la transmisión de valores, entre otros temas.

Libro igualmente fundamental es La educación como práctica de la libertad, donde, reflexionando sobre el tiempo y el espacio, propulsa una pedagogía humanista que procure la integración del individuo a su realidad nacional y que no conduzca hacia la “domesticación” del ser humano, sino hacia la culminación de su libertad.

Un nuevo género en su obra está representado por Cartas a Cristina. Reflexiones sobre mi vida y mi trabajo Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, en el que, en epístolas dirigidas a su sobrina Cristina, para entonces exiliada en Bolivia, hace una severa crítica al dogmatismo político y nos ofrece gran cantidad de memorias y reflexiones sobre su extraordinaria vida en el quehacer educativo.

Fuente de la Reseña:

https://www.periodicolaperla.com/paulo-freire-la-educacion-practica-la-libertad/

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Libro: VEINTITRÉS MAESTROS, DE CORAZÓN Un salto cuántico en la enseñanza

Colección: Aprender a ser
ISBN 9788433026507
Páginas 448
Encuadernación Rústica
Formato 15×21 cm
Edición

Mis alumnos han sido los grandes maestros que despertaron en mí el deseo de conocer a las personas desde su esencia, desde ese lugar al que los dramas, enfrentamientos y conflictos no pueden llegar debido a su gravedad, a su sobrepeso. La esencia es siempre liviana, por eso cuando logramos vivir algunos instantes desde ella tenemos la sensación de poseer alas. Cuando descubrí que relacionarse desde la levedad convertía a los encuentros entre las personas en algo mágico, enriqueciéndolos más allá de lo imaginable, decidí investigar qué obstáculos son los que nos impiden disfrutar de maneras continuada de tal maravilla. Fruto de este trabajo y de mis experiencias con mis alumnos fue naciendo una nueva mirada pedagógica: educar empoderando.

Un día en clase recibí de uno de mis alumnos una lección que cambió mi vida. Yo había sido lo que se puede llamar un buen estudiante, encantado con cualquier tipo de conocimiento y con un gran dominio de la expresión escrita y hablada. Todo mi bagaje lo desembarqué luego como profesor en mis clases. El día en cuestión estaba acorralando con toda mi dialéctica a mi alumno-maestro, sin percibirme para nada de ello; cuando terminé mi gran discurso, el chico, mirándome a los ojos con una mirada tierna y pura, me dijo: Profe, yo no sé rebatirte eso que me dices, pero sé que no tienes razón. Todo mi cuerpo se estremeció, sentí la presencia de mi alumno y comprendí, más allá de todos nuestros discursos sobre lo que consideramos importante, que dentro de nosotros existe una sabiduría viva y fresca.

Ya no descansaría hasta lograr encontrar un camino que ayudase a desvelarla, a llevarla a nuestra educación.

Descargar: https://sindamel.files.wordpress.com/2010/02/veintitresmaestrosdecorazon.pdf

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Libro: Educación Popular

Autor: Domingo F. Sarmiento

Presentación de Juan Carlos Tedesco e Ivana Zacarías
En 1849, Sarmiento escribió en Educación popular acerca de la importancia de  considerar la formación del ciudadano desde el punto de vista de la economía política y sostuvo la necesidad de propiciar una enseñanza utilitaria, racional y científica. Este libro fue uno de los principales inspiradores de la Ley de Educación Común (Ley 1420), en la que se asentaron dos principios básicos: que la educación general es una responsabilidad del Estado, y que debe ser totalmente independiente del poder político y de la influencia religiosa.

Educación popular resume la propuesta de revolución educativa de Sarmiento, en términos teóricos y en sus aspectos prácticos, propiciando una educación popular y de masas a la que concebía como aporte sustantivo para la democratización de la sociedad.

Datos bibliográficos
·  Editorial:
UNIPE Editorial Universitaria
·  ISBN: 978-987-26468-6-8
·  Año:2011
·  1ra. Edición
·  Formato: 24 x 16
·  Cantidad de páginas: 592
·  Género: ensayo
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