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Grafitis: cómo mandar mensajes a quienes no saben leer

Reseñas/Autor: Alberto Piernas/elpais.com

El arte urbano ayuda a prevenir la covid-19 en diversas comunidades empobrecidas de todo el mundo, allí donde interpretar un dibujo es más sencillo para las personas analfabetas

A menudo considerado como acto vandálico en las grandes ciudades, el arte urbano se ha convertido durante la actual pandemia en un aliado inesperado a la hora de transmitir las diferentes medidas de prevención. En países como Perú, Senegal o la India, no toda las comunidades y barrios cuentan con acceso a la información sobre las imprescindibles normas de higiene y distanciamiento social, y corren el riesgo de quedar totalmente expuestas al virus. En este caldo de cultivo han nacido alternativas para llegar a todos, como el arte urbano: la creación de murales se ha revelado como una herramienta muy eficaz para fomentar la sensibilización entre las poblaciones más vulnerables del planeta. Estos son algunos ejemplos en tres continentes

Asia: el artista indio que alerta a sus vecinos

Con más de 1.300 millones de habitantes, la India es uno de los países más complicados a la hora de gestionar un estado de alarma nacional. Según datos de la Unesco, el 37% de la población analfabeta del mundo pertenece a este país, mientras que un 50% de la población india no cuenta con acceso a Internet y hasta 1.652 lenguas y dialectos diferentes se distribuyen por toda su geografía. Se trata de un escenario donde numerosos factores dificultan la transmisión de un mensaje, especialmente durante una pandemia en la que tomar distancia, lavarse las manos o concienciar acerca de la importancia de quedarse en casa son normas esenciales para controlar la situación desde cada uno de sus frentes.

En el distrito de Anantapur, en el Estado indio de Andhra Pradesh, vive Somashekar, un joven de 25 años que cada día se dedica a pintar murales en las paredes de su área. En sus diseños se aprecian mujeres con indumentaria hindú luciendo una mascarilla, multitudes tachadas con cruces o mensajes en telugu, lengua oriunda de las zonas rurales de este Estado del sur del país. Su misión es advertir a la población acerca de la llegada de la covid-19 y de las diferentes medidas a tomar para prevenir el contagio.

Apadrinado por la Fundación Vicente Ferrer, Somashekar es un artista indio de 25 años que estos días se dedica a pintar diferentes murales para concienciar a sus vecinos en el área de Anantapur, en el sur de India.ampliar foto
Apadrinado por la Fundación Vicente Ferrer, Somashekar es un artista indio de 25 años que estos días se dedica a pintar diferentes murales para concienciar a sus vecinos en el área de Anantapur, en el sur de India. FVF

“El coronavirus me hizo reflexionar sobre los efectos que podría tener en mi entorno, en mi pueblo, donde son muchas las personas que viven en situación de pobreza”, cuenta Somashekar. “Mucha gente sobrevive con lo que gana cada día y en este contexto es muy difícil que la gente se quede en casa. Con estos murales puedo contribuir a la concienciación de todos los vecinos para que se protejan a sí mismos y a los demás por encima de todas las cosas”.

Hijo de jornaleros sin tierras y el séptimo de nueve hermanos, Somashekar fue apadrinado a la edad de siete años por la Fundación Vicente Ferrer, una de las organizaciones internacionales más influyentes de la India y epicentro del que brotan diferentes iniciativas artísticas.

“Los murales de arte urbano son instrumentos de expresión que normalmente asociamos a las ciudades porque allí tienen una connotación negativa. Sin embargo, su relevancia en las zonas rurales es absoluta”, relata Raquel Artiles, técnica de comunicación de la organización. “Desarrollamos los proyectos en aldeas muy empobrecidas donde una parte importante de la población es analfabeta. Ahí es donde la expresión artística es sumamente útil porque informa, sensibiliza y sirve para comunicar y educar acerca de diferentes problemas como la violencia machista, el matrimonio infantil, los abortos selectivos o, en este caso, la pandemia”.

Gracias a estos murales, se puede informar a los vecinos acerca de las medidas que tienen que tomar para evitar contagiar y ser contagiada, al mismo tiempo que se potencia el estilo y liderazgo de unos jóvenes que entablan un diálogo único con su entorno. “La enseñanza artística es muy importante en la India y sus beneficios van mucho más allá de lo que se pueda pensar a priori”, añade Raquel. “El arte es un idioma universal y tiene la capacidad de llegar a todo el mundo, sepan o no leer, hablen o no el mismo idioma”.

Latinoamérica: la reinvención de espacios públicos gracias al grafiti

América Latina es, actualmente, una de las áreas más afectadas del mundo a causa de la covid-19. En concreto, Perú ya cuenta con más de 164.000 infectados y un plan de prevención lastrado por diferentes obstáculos. Pero sus artistas han encontrado en el arte del aerosol la mejor forma de concienciar a la población, especialmente a través de lugares estratégicos.

La boca resquebrajada de esta niña dibujada en las paredes de un mercado de Lima, en Perú, sirvió de excusa al artista Ricardo Cortez para incluir una mascarilla como forma de concienciar a los vecinos que cada día acuden a comprar a esta superficie.ampliar foto
La boca resquebrajada de esta niña dibujada en las paredes de un mercado de Lima, en Perú, sirvió de excusa al artista Ricardo Cortez para incluir una mascarilla como forma de concienciar a los vecinos que cada día acuden a comprar a esta superficie. CEDIDA POR RICARDO CORTEZ

En uno de los mercados de Magdalena del Mar, uno de los distritos de la ciudad de Lima, un antiguo mural que comenzaba a quebrarse se convirtió en motivo de restauración para el artista Daniel Cortez, conocido bajo el nombre artístico de Decertor. Para cuando la cuarentena fue impuesta en el país, Cortez pensó que en lugar de empezar de cero podría recomponer el ya existente introduciendo una mascarilla en el diseño.

“Salvar un mural a través de una mascarilla pone en cuestión la importancia de las expresiones urbanas como herramienta de sensibilización”, cuenta Daniel. “Ahora, todos los vecinos que se dirigen a este mercado cada semana se cruzan con la imagen, apreciando cómo los murales afectan a nuestra forma de percibirnos y relacionarnos en el espacio público; cómo nos impulsa como sociedad”, relata en su cuenta de Instagram.

El trabajo de Daniel es uno de los muchos que estos días se despliegan a lo largo de toda América Latina, entre ellos las obras del mexicano Salvador EVOC Muñoz, quien pintó un mural en Puebla bajo el lema “Unidos somos México” en agradecimiento a los vecinos que repartieron alimentos durante la cuarentena impuesta en este país; o los murales del famoso artista Eduardo Kobra en São Paulo, epicentro del arte urbano en un país como Brasil, donde la cultura nunca fue una de las prioridades del actual presidente, Jair Bolsonaro.

África: el arte de expandir un mensaje

Infravalorar la importancia del arte urbano es también la tónica en ciertos lugares de África, un continente donde el arte siempre ha tenido un papel crucial para la población cuando el Gobierno no estaba ahí: desde los pueblos Ndebele de Sudáfrica que utilizaban su singular estilo pictórico para comunicarse unos a otros en tiempos del Apartheid, hasta la obra contemporánea de artistas como Salimata Diop. Una tradición que encuentra en la situación actual el mejor lienzo para ir un paso más allá y acogerse al arte como mejor forma de alertar.

Uno de los murales pintados por el colectivo Undu Graff, en los suburbios de Dakar (Senegal), donde gran parte de su población no sabe leer o apenas tiene acceso a la televisión y a internet.ampliar foto
Uno de los murales pintados por el colectivo Undu Graff, en los suburbios de Dakar (Senegal), donde gran parte de su población no sabe leer o apenas tiene acceso a la televisión y a internet. CEDIDA POR UNDU GRAFF

A iniciativas como la plataforma de datos de Ushahidi, en Kenia, o el auge de las startups en el panorama de la covid-19 en África, se suma la labor de diferentes grupos artísticos. Uno de ellos, Undu Graff, es un colectivo de artistas urbanos nacido en 2018 y que estos días colma de murales las paredes de Yeumbeul, Keur Mbaye Fall, Diamaguène y Malika, cuatro de los barrios más pobres de Dakar (Senegal) a los que el Gobierno nunca llegó.

“El arte urbano cumple el papel que el Gobierno no alcanza en estas zonas”, cuenta Ati Diallo, fundador de Undu Graff. “Muchas de las personas de estos barrios no saben leer y no tienen acceso a radio o televisión”, subraya.

Niños utilizando mascarillas bajo rótulos de «covid-19”, doctores locales y manos frotándose con gel antiséptico. Un microcosmos de símbolos e ilustraciones se expande entre las paredes erosionadas de aquellos suburbios donde, aunque el Gobierno no facilite el espacio para estos trabajos, el reconocimiento del arte urbano es cada vez más evidente. “Recientemente, el ministro de Sanidad vino a visitarnos y se tomó unas fotografías con los murales”, continúa Ati, quien estos días se encuentra inmerso en el mayor objetivo de esta iniciativa: alertar a otros pueblos africanos de la necesidad de tomar medidas.

“Durante estos días estamos conectados con otras organizaciones de arte urbano en Guinea, Benin o Togo para fomentar iniciativas de concienciación”, relata. “Hay mensajes que deberían ser transmitidos a todos los lugares del mundo. Incluso a los más inaccesibles”, concluye.

Aunque el Gobierno de Senegal no cede espacios oficiales para el arte urbano ni tampoco reconoce esta técnica como canal de comunicación durante el estado de alarma, el Ministro de Salud, Abdoulaye Diouf Sarr, se ha dejado caer por los barrios de Dakar donde pinta el colectivo UnduGraff, y se ha tomado una foto con los chicos.ampliar foto
Aunque el Gobierno de Senegal no cede espacios oficiales para el arte urbano ni tampoco reconoce esta técnica como canal de comunicación durante el estado de alarma, el Ministro de Salud, Abdoulaye Diouf Sarr, se ha dejado caer por los barrios de Dakar donde pinta el colectivo UnduGraff, y se ha tomado una foto con los chicos. CEDIDA POR UNDU GRAFFFuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/06/01/planeta_futuro/1591021731_916778.html
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Libro: Políticas públicas que mejoran la convivencia en la frontera, construyen fronteras solidarias. (PDF)

Main Author: Mejía M., Diana
Format: Artículos
Published: Quito : FLACSO sede Ecuador. Programa de Estudios de la Ciudad2010

Reseña: América Latina es un continente que vive diversos tipos de conflictos como disputas limítrofes no resueltas, comercio ilegal, transnacional, desacuerdos diplomáticos, persecución a la movilidad humana, inseguridad, entre otras. Dichas problemáticas suelen incidir generalmente en sus zonas fronterizas, convirtiéndolas en puntos neurálgicos de exclusión socioeconómica e inseguridad.

Fuente: https://repositorio.flacsoandes.edu.ec/handle/10469/2913

Descargar aquí: PolíticasPúblicas

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15 grandes libros sobre racismo en EEUU escritos por quienes más saben

Mundo/Autor(a) y Fuente: www.eldiario.es

La última campaña por el asesinato de George Floyd consistió en subir un cuadrado negro a las redes sociales como símbolo de escucha y solidaridad con la comunidad negra. Era solo un día, pero este acto de prestar oídos a los que sufren el racismo en primera persona y se han alzado contra él en la mayor crisis de las últimas décadas no debería concluir a las veinticuatro horas. Por eso, una buena forma de ayudar y de seguir escuchando es a través de los libros.

Hay grandes obras que sirven de cabecera en las protestas de Estados Unidos y que, en cambio, aquí no encontraron su hueco en el mercado editorial. Pero hay muchos otros que sí y que conviene rescatar ahora para entender el alcance del racismo que se salda con vidas en Norteamérica desde mucho antes de la agresión contra Floyd. Seleccionar lecturas sobre la estructura racista de un país y aplicarlas a otros es lo que hacen, precisamente, proyectos como Los libros que nos unen.

Apadrinado por el periodista y activista Moha Gerehou, cada semana analizan un título atravesado por la causa racial en sus redes sociales y una vez al mes (cuando volvamos) de forma presencial en la librería Traficantes de sueños de Madrid.

Una gran parte del movimiento Black Lives Matter se centra en la enseñanza porque «si hay algo que puede acabar en el futuro con el racismo, además de la lucha política, es la educación». Y estos 15 títulos escritos por mujeres y hombres negros son toda una muestra de conocimiento, comprensión y orientación para empezar con el cambio.

color

El color de la justicia, de Michelle Alexander (Capitán Swing)

Es conocido como la biblia del Black Lives Matter. Un porcentaje desproporcionado de la población carcelaria de Estados Unidos está compuesto por afroamericanos y, en este libro, la periodista Michelle Alexander detalla la combinación de diferentes factores legales que hacen que los hombres negros tengan más probabilidades de ser blanco de la policía y de recibir largas condenas de prisión.

En inglés se titula The New Jim Crow en referencia a las leyes de segregación racial del sur de EEUU.


Americanah

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Literatura Random House)

Ifemelu, como su autora, es una chica nigeriana de clase alta que llega a Nueva York para estudiar y buscar nuevas oportunidades. Una expectativa que se desvanece en cuanto pone un pie al otro lado del charco y empieza a sufrir el escarnio por su color de piel.

El relato ficticio se funde con el de Chimamanda, ya que muchas de las cosas que cuenta las sufrió en primera persona cuando llegó a Filadelfia con una beca para la universidad. Ahora, su relato se ha convertido en un referente para muchas jóvenes afroamericanas.


Angela Davis

La libertad es una batalla constante, de Angela Davis (Capitán Swing)

Una de las características que define y une a los grandes pensadores de la Historia es la capacidad de ir por delante de la sociedad y de dar antes con las conclusiones que el resto tardaremos años en obtener. Y, en ese grupo selecto, Angela Davis ocupa una posición de oro.

Ya fue pionera en el libro Género, raza y clase donde sentó las bases teóricas de la interseccionalidad que hoy está en boca de todos. Por su parte, La libertad es una batalla constante profundiza en la necesidad de instaurar un activismo que plante cara a todas las injusticias sociales: del feminismo al antirracismo, pasando por la lucha contra el cambio climático o la liberación de Palestina. Desafía a construir el Movimiento de la liberación humana y nos recuerda que esa es «una batalla constante».


destello

Un destello de libertad, de Keeanga-Yamahtta Taylor (Traficantes de sueños)

El trabajo de Taylor es seguramente uno de los mejores análisis políticos sobre las relaciones entre el viejo y el nuevo movimiento negro. De la corriente por los Derechos Civiles y los Black Panthers al contraataque económico e ideológico de Nixon y Reagan y los límites de la integración de políticos afroamericanos en las instituciones, con Obama como mejor exponente.

Destaca la novedad de la reciente oleada de protestas, en una increíble anticipación de estas últimas, y también los múltiples problemas a los que se enfrentan.


Ilustración que aparece en la cubierta del libro

Un día más en la muerte de EEUU, de Gary Younge (Libros del K.O)

El 23 de noviembre de 2013 murieron diez adolescentes por arma de fuego en Estados Unidos. El más pequeño tenía nueve años; el mayor, diecinueve. Esta cifra, que en muchos otros países habría parecido desorbitada, pasó sin apenas atención entre las noticias de la prensa estadounidense.

El periodista Gary Younge, entonces corresponsal de The Guardian en el país norteamericano, se propuso rescatar del olvido los nombres y las historias de aquellos diez muchachos. Aquí se puede leer un fragmento en exclusiva del ensayo.


mundo y yo

Entre el mundo y yo, de Ta-Nehisi Coates (Seix Barrall)

«Te escribo en tu decimoquinto cumpleaños», escribe Coates a su hijo. «El año en el que te enteraste de que Eric Garner fue ahogado por vender cigarrillos; de que Renisha McBride fue disparada por buscar ayuda; y de que a John Crawford le dispararon por merodear en una tienda. Has visto a hombres vestidos de uniforme y asesinando a Tamir Rice, un niño de 12 años a quien juraron proteger. Y has visto a hombres con el mismo uniforme golpear a Marlene Pinnock, la abuela de alguien, a un lado de la carretera». Un análisis desgarrador de la posición céntrica que ocupa el racismo en la vida de este periodista, su hijo y todos los que les rodean.


Gueto

Gueto, de Mitchell Duneier (Capitán Swing)

Para el sociólogo Duneier, el concepto de gueto fue una invención de los estados represores que querían segregar a una parte de su población y más tarde esos lugares se convirtieron en un símbolo político en sí mismo para quienes viven en ellos.

Mediante un pormenorizado análisis de los trabajos intelectuales de distintas épocas, infiere que el alambre de espino de los nazis no era más eficaz que los contratos restrictivos de los negros de EEUU, con los que creció la discriminación laboral, empeoraron las condiciones higiénicas, sanitarias y educacionales y la delincuencia juvenil se convirtió en una lacra. Un ensayo fundamental para entender una realidad que colea en el presente.


matrimonio

Un matrimonio americano, de Tayari Jones (Alianza editorial)

Además de ser elegido por Obama en su clásica lista de lecturas de verano, esta novela es «una representación conmovedora de los efectos de una condena injusta por violación en una joven pareja afroamericana».

Los protagonistas, Roy y Celestial, son un joven ejecutivo y una artista en ciernes con una brillante carrera profesional por delante. La suya es una historia de amor, pérdida, lealtad y capacidad de recuperación de los seres humanos, pintada sobre un lienzo político que ilumina la Norteamérica de hoy.


Malcolm

Biografía de Malcolm X, de Alex Haley (Capitán Swing)

Escrita por Alex Haley, autor del vademécum de la lucha racial, Raíces, y ganador del Pulitzer, esta biografía es fruto de más de 50 entrevistas en las que se recoge la historia del dirigente negro que, junto a Martín Luther King, ha marcado la lucha por los derechos de los descendientes de esclavos.

Malcolm X ahonda sobre las mentiras y limitaciones del sueño americano y sobre el racismo de una sociedad que niega a sus ciudadanos no blancos la oportunidad de soñar.


Ojos azules

Ojos azules, de Toni Morrison (Debolsillo)

Morrison estrenó pluma a los 40 años. Suena tarde para la mayoría, pero en su caso fue la clave para esbozar unas primeras líneas que dejan sin aliento a casi todo el que las lee. «Silencioso como si estuviera oculto, no había caléndulas en el otoño de 1941. En aquél momento pensamos que las caléndulas no crecían porque Pecola iba a tener el hijo de su padre».

Así comienza Ojos azules, sobre una niña negra, solitaria y poco querida que sueña con tener unos ojos como los de Shirley Temple. La autora neoyorquina se atrevió a irrumpir con tal dureza debido a su trayectoria como editora en el gigante Random House. Allí descubrió un punto ciego y racista en el mercado norteamericano, le puso luz y lo empequeñeció. Una labor impresionante que comenzó con esta obra.


The Underground Railroad

El ferrocarril subterráneo, de Colson Whitehead (Literatura Random House)

Whitehead leyó muchos testimonios de esclavos de plantaciones para dar forma a su Ferrocarril subterráneo pero lo que le destrozó de verdad fue la película 12 años de esclavitud. La protagonista en su caso, Cora, es una chica de quince años que escapa de los trabajos forzados a través de una red subterránea de trenes y vías.

El jurado del Pulitzer, que ganó en 2017, comparó esta obra con Cien años de soledad y con El diario de Anna Frank por la crudeza de las palabras de esta adolescente.


odio

El odio que das, de Angie Thomas (Gran Travesía)

Starr es una chica de dieciséis años de edad que vive entre dos mundos: el barrio pobre de gente negra donde nació, y su instituto situado en un elegante barrio residencial blanco. El difícil equilibrio entre ambos se hace añicos cuando se convierte en testigo del asesinato a tiros de su mejor amigo, Khalil, a manos de un policía.

El libro de Thomas, que después se convirtió en película, causó un gran revuelo en Estados Unidos, donde trece editoriales se disputaron sus derechos por reflejar fielmente el espíritu del Black Lives Matter.


KKKLAN

Infiltrado en el KKKlan, de Ron Stallworth (Capitán Swing)

Pocos conocen que la aplaudida película de Spike Lee narra la historia real de Ron Stallworth, un agente negro que en los años 70 consiguió infiltrarse en el Ku Klux Klan (KKK), el grupo de supremacistas blancos más importante de Estados Unidos. Para ello, contó con la ayuda de un policía blanco que asistía a las reuniones, hacía amigos y grababa las conversaciones, por lo que consiguió algunos de los detalles más escabrosos de la organización. Durante la investigación, Ron también saboteó quemas de cruces y desenmascaró a los supremacistas blancos del Ejército.


pajaro

Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, de Maya Angelou (Libros del Asteroide)

Angelou fue una de las primeras mujeres afroamericanas que usó su literatura como arma contra el racismo, y esta es su primera autobiografía. Aunque narra episodios dolorosos, lo hace desde la inocencia y la alegría de una voz infantil, sobre todo en el periodo en el que vivió con su abuela en un pequeño pueblo de Arkansas. Lo que vio y aprendió allí, el sentimiento de comunidad, le permitió sobrevivir a las agresiones raciales y sexuales que sufrió por parte de hombres blancos en California. Al final, las letras y Shakespeare fueron su salvación.


blues

El blues de Beale Street, de James Baldwing (Literatura Random House)

La mejor obra de Baldwin para analizar el racismo en EEUU es The Fire Next Time, su apasionada súplica para «poner fin a la pesadilla racial» en Estados Unidos que fue un éxito de ventas, que no ha llegado a nuestro país. Pero, teniendo en cuenta que es una pluma referente del movimiento, esta tampoco se queda atrás: una dolorosa historia de amor e injusticia racial en el Nueva York de los setenta que el año pasado inspiró una película de Barry Jenkins, director de Moonlight.

Fuente e Imagen: https://www.eldiario.es/cultura/libros/Libros-racismo-Estados-Unidos_0_1034146986.html

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Libro(PDF): «Intelectuales, democracia y derechas»

Reseña: CLACSO

América Latina vive un tiempo dinámico, pleno de incertidumbres en términos sociales, políticos y económicos. Si, por un lado, pueden identificarse procesos vinculados a la regeneración de proyectos políticos ubicados en el espectro de derecha, por otro lado, amplias movilizaciones sociales y dificultades económicas que derivan de un modelo de acumulación en crisis, auguran tiempos conflictivos y una disputa de proyectos de sociedad. Estas luchas tienen también facetas que se relacionan con la producción de ideas y conocimiento, los viejos y nuevos agentes implicados en ese trabajo como intelectuales y think tanks, las restricciones y los condicionamientos de las democracias que pueden derivarse de allí o, alternativamente, la apertura de nuevos horizontes de posibilidades sociales que, de igual modo, pueden construirse y emerger. Precisamente este libro se ubica en el intento de abordar algunas de las tantas preguntas que se abren en esas tensiones no siempre visibles de las luchas de ideas, representaciones de sociedad, imaginarios y perspectivas, que tiene América Latina en la imperiosa necesidad de repensarse hacia el futuro y recrear salidas más democráticas y emancipatorias.

Autor (a):  Alfredo Falero. Charles Quevedo. Lorena Soler. [Coordinadores]

Alfredo Falero. Líber Romero. Ezequiel Saferstein. Matthieu Le Quang. Enzo Scargiali. Juan Jesús Morales Martín. Roberto Ibacache Monasterio. Ana Belén Mercado. Mateus Gamba Torres. Florencia Prego. Mónica Nikolajczuk. Yamandú Acosta. Federico Pous. Susana Dominzain. [Autores de Capítulo]

Editorial/Editor:LACSO. El Colectivo. BASE. IEALC.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-47537-3-1

Descarga: Intelectuales, democracia y derechas

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2118&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1398

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Libro(PDF): «Sombras y luces chinescas. Colonialidad y género en China, América Latina y el Caribe»

Reseña: CLACSO

Este libro constituye en sí mismo un acto de traducción cultural entre asiáticas, latinoamericanas y caribeñas. Es, al mismo tiempo, una posibilidad de sanar las propias «cicatrices coloniales» que nos habitan, como las experiencias sororas de las autoras como articuladoras de dos mundos. Fue escrito según la imagen del puente, inspiradas en los coceptos de He y «Buen Vivir», con el deseo de edificar los cimientos de una arquitectura femenina que intenta des-otrificar las relaciones de poder entre Occidente y Oriente basadas «retóricas salvacionistas» y versiones estereotipadas de las mujeres que habitan el Sur Global. Aporta la comprensión de las discusiones sobre colonialidad y género a partir de las narrativas de escritoras de minorías etnicas originarias y artísticas visuales de ambos lados del mundo. Deslenguadas, sus voces plasmadas en poemas, literaturas étnicas, performances, muestran la vitalidad de las experiencias de colonialidad de género/patriarcado que las atraviesan, experimentando las búsquedas de otras vertientes del pensamiento feminista en el «tercer espacio» que surge entre Oriente y Occidente.

Autoras:  Karina Bidaseca. Zhang Jingting.

Alicia Girón. [Presentación]

Editorial/Editor:CLACSO. PUEAA-UNAM.

Año de publicación: 2020

País (es): Argentina.

Idioma: Español.

ISBN: 978-987-722-605-8

Descarga: Sombras y luces chinescas. Colonialidad y género en China, América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2126&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1398

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Una lectura de Capital e ideología

Reseña:

No hay duda de que en este momento el neoliberalismo no goza de la hegemonía aplastante que solía exhibir años atrás. Sus valores y su forma de ver el mundo siguen siendo los que se difunden por defecto en las universidades y en los medios de comunicación, pero la percepción de su viabilidad a largo plazo ha cambiado. La insostenible desestructuración social (con su correlato de extremismo identitario o religioso), la catástrofe ecológica evidente y la espada de Damocles de nuevas explosiones financieras como la de 2008, han creado dudas entre las élites. Estas dudas percolan hacia abajo y si no acaban de prender en proyectos políticos es porque no existe una alternativa estructurada. El anatema thatcheriano que señaló el comienzo del reinado político del neoliberalismo (“there is no alternative”) sigue pesando como una losa. Como señala George Monbiot incansablemente, la única forma de romper la maldición es presentar una alternativa.

Thomas Piketty ya hizo mucho daño a la respetabilidad social de la ideología neoliberal con su primer best seller en que demostraba, Excel en la mano, que el sistema financiero capta muchas más rentas que las que su funcionalidad justifica y que, dejado a su propia dinámica, se hipertrofia horriblemente —y además explota en crisis periódicas que se lo llevan todo por delante, añadiríamos nosotros—. En este segundo best seller, Piketty reflexiona sobre otra de las tres patas del creciente desprestigio del neoliberalismo: la desigualdad económica y social que han creado sus cuarenta años de hegemonía. Piketty tiene claro que la desigualdad es injusta, disfuncional e intolerable, y utiliza el nivel de desigualdad en cada periodo de tiempo como el criterio para juzgar si es mejor o peor que otros. Mediante gráficos y estadísticas de precisión maníaca, Piketty muestra que algo terrible empezó en 1980, algo que debe ser revertido con urgencia. Y como es consciente del poder del anatema thatcheriano, dedica las últimas cien páginas a describir una utopía discreta y poco épica pero que cuestiona hasta la raíz la sacralidad inmanente de la propiedad privada, es decir, el tabú que ruge en el centro de la pesadilla neoliberal.

La buena voluntad que concitan las intenciones de Piketty en el lector aficionado a la literatura marxista y a los programas de la izquierda política, desaparece a medida que se avanza en la lectura del libro. Para este tipo de lector el enfoque de Piketty resulta poco menos que extraterrestre. Su autonomización del hecho ideológico es tan radical que prácticamente regresa a los tiempos de Hegel. Piketty plantea la historia de la humanidad como una lucha entre el deseo inmanente de justicia y las dificultades prácticas de conseguirla. Entre estas dificultades atisbamos a veces las que crean expresamente los que se benefician de la injusticia en cada momento histórico o las que produce el entramado institucional, pero Piketty rehúye siempre presentar su relato como un choque entre privilegiados y oprimidos. Los personajes del relato son las ideologías que se enfrentan en un limbo conceptual. Podemos medir los efectos prácticos de las ideologías y Piketty no para de hacerlo a través de incontables gráficos sobre la desigualdad en todas sus formas, pero la inversa no es aceptable: no se nos permite deducir de los datos de la realidad qué ideología será dominante.

La sensación del lector no es que Piketty sea un ingenuo, sino que de manera intencionada ha querido evitar cualquier argumento que sonara a marxismo o a izquierdismo tradicional. Huyendo de lo que él considera probablemente verborrea marxista, Piketty se va tan lejos que se mete bien dentro del idealismo teleológico. Por decirlo en términos de comedor escolar, se quiere sentar lo más lejos posible de Poulantzas y acaba en la mesa de Hegel. Sorprendentemente, esto no afecta mucho al resultado. El truco de Piketty es mantener firme el axioma de que la desigualdad es mala, injusta y disfuncional. Ese es el mástil al que se agarra para no dejarse llevar por las sirenas del relativismo moral y la funcionalidad económica. En 1939 Ernst Vincent Wright escribió una novela de 250 páginas que no contenía ni una sola letra «e». Ahora Piketty ha escrito mil páginas sobre la desigualdad sin aludir ni una sola vez a las necesidades fácticas de la producción, al estado como articulación política de los grupos sociales, y a la correlación de fuerzas sobre el terreno como la último ratio de cualquier progreso social. Pero esa enorme vulneración de las convenciones del género “ensayo izquierdista” no quita mérito a Piketty. El autor ofrece la utopía de nueva sociedad de apariencia verosímil y concretada hasta el más mínimo detalle. Esta propuesta, difundida en millones de ejemplares de un libro aceptado por el mainstream, resulta mucho más dañina para el neoliberalismo que una apología del materialismo histórico o una apelación a la épica de la Bastilla o del Palacio de Invierno.

1. Antes de la Revolución francesa

Piketty empieza su largo excurso con un análisis de la desigualdad tal como existía antes de la Revolución francesa, considerada por él la frontera entre el mundo antiguo y el mundo moderno. Su principal propósito es mostrar que la desigualdad no es fruto de la fuerza bruta sino de la ideología. Al lector avezado en historia le parecerán muy simplistas sus análisis y no logrará sustraerse a la sensación de que Piketty trabaja en la dirección contraria a la inducción. Es decir, que en lugar de examinar los diferentes casos históricos buscando patrones, va comparando sus ejemplos con el patrón que trae de casa. En cada sociedad del mundo antiguo, nos dice Piketty, había tres tipos de personas, los guerreros, los sacerdotes y los que no son ni una cosa ni la otra. La ideología de cada periodo histórico contiene una justificación de la desigualdad entre estos tres tipos de personas.

La tesis de Piketty es que la desigualdad es el producto no de una apropiación violenta del excedente o del poder político por parte de un grupo social, sino de la hegemonía de una ideología que da legitimidad a esa desigualdad. En esta parte del libro es donde más llamativas resultan las tres elipsis pickettianas que hemos nombrado en la introducción. En ningún momento aparece la producción de bienes y servicios como un condicionante para la estructura social, el Estado como expresión de esa estructura, ni mucho menos aparece ninguna forma de conflicto fáctico. El mundo antiguo es para Piketty un lugar tranquilo y apacible en el que un soldado, un sacerdote y un agricultor (¿o un ciudadano?) debaten interminablemente sobre lo que es justo, cada uno con su sesgo pero manteniendo siempre la compostura. Piketty no pretende escribir una historia universal y eso le libra de analizar la relación evidente entre el modo de producción y la forma de Estado, cosa que no le habría resultado posible si hubiera tenido que explicar Mesopotamia o el Egipto faraónico.

Piketty empieza su relato en la baja Edad Media francesa, cuando los señores feudales y los monjes debatían la posición de cada uno en la sociedad. Nada se dice de la abolición por la fuerza en el siglo XI de los restos de las leyes romanas defendidas por la iglesia y su sustitución por la arbitrariedad señorial disfrazada de costumbre, con la agrupación forzada de los campesinos en torno a los castillos para ser explotados más fácilmente. Tampoco acude Piketty a la colección de anécdotas que caracterizan la historiografía clásica y en las que esa lucha aparece como un enfrentamiento personal entre el papado y la corona francesa. Es un mundo de ideologías en conflicto y los personajes no hacen más que bailar la música que suena en el periodo histórico que les ha tocado vivir. El capítulo termina con un recorrido por el mundo para constatar la universalidad del análisis ternario y como este permite decodificar la ideología de cada época.

2. Nace el propietarismo

Así llega el lector al verdadero principio del libro: el nacimiento de las sociedades que sacralizan la propiedad privada, llamadas por Piketty “propietaristas”. El autor explica con detalle el debate que tuvo lugar durante la Revolución francesa sobre el alcance práctico de la abolición de los derechos de la aristocracia. ¿Los bienes que poseía debían ser expropiados porque eran fruto de una apropiación ilegitima? ¿La igualdad política que proponía la Revolución debía tener un correlato en la igualdad social? ¿Era posible la igualdad política sin igualdad social? Aquí hace aparecer Piketty el gran argumento a favor de la sacralización de la propiedad privada: “Si empezamos a repartir no sabremos donde parar”. Tras estudiar el caso francés, Piketty extiende su análisis por Europa y vamos viendo como el proceso se repite una y otra vez, la democracia se va imponiendo gracias a que se garantiza a las clases propietarias la continuidad de sus posesiones. En algunos lugares se realiza un esfuerzo para eliminar las desigualdades económicas y volver a empezar. En lo que será el leitmotiv del resto del libro, Piketty nos adelanta que eso es inútil, que la desigualdad siempre crece y el esfuerzo por eliminarla ha de ser continuo.

Tras alcanzar la hegemonía en Europa, el propietarismo se extiende por el planeta dando lugar al esclavismo y al colonialismo. Sin abandonar su tono abstracto, Piketty dedica 250 páginas a narrar todos los desmanes del colonialismo europeo. Al lector le queda claro que el propietarismo es una ideología tramposa y cínica, que disfraza el interés particular de interés común y que siempre está preparada para hacer excepciones a la sacralización si el desposeído es negro, amarillo o de cualquier color que no sea blanco. Piketty asigna toda esa maldad a la ideología en sí en lugar de asignarla a los individuos que la enarbolan mientras arrasan sociedades enteras. Una vez más esto choca al lector, pero pensándolo bien resulta mucho más demoledor porque es la propia ideología la que queda marcada por haber sido compatible o coadyuvante en esos desmanes. Queda claro que la sacralización de la propiedad protege propiedades adquiridas ilegalmente con la misma naturalidad que protege las robadas o expoliadas por la fuerza, y por tanto no es una guía moral.

Tras el largo viaje por el saqueo colonial del planeta volvemos a Europa a contemplar un paisaje distópico. Estamos al final de la Belle Epoque y las desigualdades han crecido hasta alcanzar niveles superiores a los del antiguo régimen. Una profusión exhaustiva de gráficos convence al lector más allá de cualquier duda que, dejada a sí misma, la desigualdad nunca deja de crecer y al final alcanza niveles completamente disfuncionales. La utopía propietarista está bajo el fuego de tres ataques: las ideologías obreras, el anticolonialismo y su propia conversión en egoísmo nacional belicista que la lleva al suicidio de la Primera Guerra Mundial. El resultado de este triple ataque es un nuevo consenso sobre fiscalidad, comercio justo y cooperación entre las naciones civilizadas, que alcanza finalmente la hegemonía en 1950, con el apogeo de los impuestos progresivos, el nacimiento del estado del bienestar y la consagración de los acuerdos transnacionales como la CEE.

El nuevo Estado socialdemócrata maneja porcentajes nunca vistos del PIB, lo que le permite ejercer su acción benéfica en la sociedad. La educación universal —para el autor la mayor fuente de igualdad y justicia social— se generaliza para edades siempre crecientes. Tras milenios de desigualdad ternaria y un siglo de horror propietarista, por fin la justicia social se abre paso y la humanidad se encamina al nirvana. Como sabe el lector, todo estaba a punto de estropearse, aunque la forma de presentarlo de Piketty es sorprendente.

3. Llega la ideología neopropietarista

En la historia de Piketty no hay clases sociales como en la historiografía marxista, pero tampoco hay personajes buenos o malos como en la historiografía clásica. Las protagonistas son las ideologías que se suceden unas a otras como los signos del zodiaco, sin que nadie sepa porqué. Cuando Piketty demuestra con innumerables gráficos y estadísticas que todo empezó a ir mal otra vez a partir de 1980, no explica qué pasó y la elipsis es sorprendente incluso para sus estándares. Con su estilo detallista y exhaustivo, nos muestra como de pronto los impuestos empiezan a caer y vuelven las desigualdades hasta alcanzar cotas que no se veían desde muchas décadas atrás.

Los testigos presenciales tenemos un recuerdo muy claro de lo que pasó en la década de los setenta: la crisis del petróleo con derivación de rentas fuera de los paises, el final de Bretton Woods, la inflación destruyendo las clases medias, el paro destruyendo la clase obrera, y el estado del bienestar en quiebra por el gigantismo, la mala gestión y la reducción de ingresos por la crisis. Y de pronto el “punto de bifurcación”: el Winter of Discontent de 1979 y la victoria electoral de Thatcher en mayo de ese año. La economía de la oferta y la curva de Laffer justifican científicamente la idea de que los impuestos son un robo, creando un slogan electoral imparable. La Caída se consuma en noviembre de 1980, cuando Reagan gana sus elecciones con un programa que combina al hayekanismo thatcheriano con delirios randianos. La izquierda es expulsada no ya del gobierno, sino del mundo civilizado. Piketty no explica todo esto. La única justificación de lo que pasó la busca en la falta de renovación ideológica de la socialdemocracia y en su incapacidad de crear una utopía social-federalista que supere el estado nación. También nombra la timidez de las leyes destinadas a imponer la cogestión en las empresas —en esto coincide con George Monbiot, quien afirma que eso habría dado una base social a la socialdemocracia—. Piketty nombra más adelante muchas veces la “revolución conservadora”, pero de una forma etérea que no refleja el carácter concreto y fáctico que percibimos los contemporáneos.

Para Piketty, el culpable principal de que la ideología neopropietarista haya recuperado la hegemonía que perdió en la primera mitad del siglo XX es la implosión de los países del llamado “socialismo real”, ignorando que cuando cayó el Muro de Berlín hacia nueve años que el thatcherismo barría los países desarrollados y que en esa caída la acción de Reagan fue decisiva. Piketty lamenta la implantación del hipercapitalismo criminal ruso de los noventa, pero lo adjudica a la mala suerte de que los asesores extranjeros fueran anglosajones en lugar de suecos o daneses, sin nombrar que en ese momento cualquier experto económico era libertariano y predicaba la privatización salvaje y la destrucción del Estado.

Tras una reflexión sobre las causas del fracaso del llamado “socialismo real”, llegamos a la parte más sustanciosa del libro. El autor se embarca en una larga descripción del panorama político mundial que han dejado los cuarenta años de hegemonía neoliberal. Esta parte incluye una interesantísima reflexión sobre la percepción china de las democracias occidentales como algo ineficaz y vociferante que dificulta el debate serio e imposibilita un proceso de decisión democrático. Por lo que respecta a Europa, Piketty realiza un brillante análisis de las ideologías actualmente en liza y de la relación entre los partidos y los diversos grupos sociales en cada país. Constata con su habitual profusión de estadísticas que los partidos de la izquierda europea han dejado de representar a las rentas bajas y representan ahora a las personas con mayor titulación, en un fenómeno que él denomina “la izquierda brahmán” (en alusión a los sacerdotes hindúes cuya ideología ha descrito en detalle en la parte del libro dedicada a las sociedades ternarias). La derecha por su parte se ha escindido en dos, separándose una fracción globalista que defiende las rentas altas de otra que él denomina “nativista”, centrada en las identidades. Deja claro que a su juicio el auge de los extremismos nativistas es producto de la destrucción del estado del bienestar que ha causado la ideología neopropietrista y del abandono en la izquierda del discurso a favor de las rentas bajas.

Dedica bastantes páginas a analizar el surgimiento del nativismo en los diversos países y la dialéctica entre las cuestiones sociales y lo que él denomina la cuestión de la frontera. Esta segunda cuestión es previa, ya que hasta que no hemos determinado quién forma parte de la comunidad no podemos abordar la cuestión de la igualdad en su seno. Cita explícitamente el caso catalán como un ejemplo de nativismo egoísta, y desautoriza la teoría (más bien el truco) de “los dos ejes” según la cual a la izquierda catalana no le hace falta un modelo de estado sino que le basta con esquivar el tema hablando de cuestiones sociales para no incomodar al procesismo. Al afirmar que el tema de frontera es previo, deja claro que antes de hablar de beneficios sociales hay que dejar claro que los queremos para toda la población, incluso aquella que los nativistas de cada país quiere excluir. Piketty examina a fondo varios casos más y muy especialmente el de la India, donde el proceso ha sido inverso y partidos identitarios han ido especializándose en representar segmentos de renta altos o bajos según el caso. Como ilustración de la facilidad con la que un partido puede cambiar de base social, explica la trayectoria del partido Demócrata de EE.UU., que empezó como un partido identitario de los blancos del sur, luego pasó a representar las rentas bajas, a continuación mutó a partido de minorías y ahora se dirige hacia lo que Piketty llama la “izquierda brahmán”, es decir, una izquierda globalista e ilustrada que lucha contra el cambio climático y la barbarie trumpista. (No podemos resistirnos a introducir aquí una nota personal y de actualidad, porque mientras leíamos el libro de Piketty se produjo una polémica en twitter entre dos personas del mismo partido, una abogando por el final de la industria del automóvil y otra abogando por no perjudicar a los trabajadores de esa industria. Esta polémica ilustra las complejidades de la base electoral de la izquierda catalana y la necesidad de unificarla con debates abiertos y empáticos).

4. Una nueva esperanza

Así llegamos finalmente a la página 1.129, donde Piketty comienza la explicación de su propuesta. Considera demostrado que la creencia en la sacralidad de la propiedad privada es perniciosa y que está en la raíz del crecimiento descontrolado de la desigualdad. El instrumento que propone para luchar contra el crecimiento de la desigualdad son los impuestos progresivos, pero con tasas que al alcanzar las rentas y los patrimonios más altas resulten prácticamente confiscatorios. Piketty ofrece números concretos en una tabla completa de escalas. Afirma que tan solo los impuestos directos son justos y que en ellos debe basarse el sistema impositivo. El único impuesto indirecto que propone es el impuesto sobre el carbono, justificado doblemente porque hace falta para desincentivar el consumo y porque al ser las personas de rentas altas las que más CO2 emiten, en realidad, aun siendo indirecto, también es un impuesto progresivo. El dinero recaudado deberá ser utilizado para financiar educación para todos, la renta básica y una dotación de capital para los adultos jóvenes que él compara con una herencia universal. Para el gobierno de las empresas propone un esquema de cogestión que limite el poder de los accionistas y garantice el de los trabajadores. Por lo que respecta a los tratados internacionales, pide que solo se firmen aquellos que contengan cláusulas explícitas de respeto a los derechos sociales y de protección del medio ambiente. Además propone que cada tratado tenga asociado un cuerpo legislativo formado por diputados de los parlamentos de los países firmantes que los gestione. Y quitándose la máscara de la ingenuidad que ha llevado hasta ese momento, explica que para que todo eso sea posible hará falta reformar el sistema de financiación de los partidos políticos de manera que solo les llegue dinero desde el Estado, y que lo haga en proporción a las preferencias de los electores.

5. Conclusión

El libro de Piketty intenta ser moderado en las formas y justificar con datos cada afirmación que contiene, pero no hay que dejarse engañar, su propuesta es muy radical. Considerar que el motor de la historia no es la lucha de clases sino la lucha entre ideologías puede resultar chocante o molesto, pero no es en realidad un gran problema. Piketty no pretende refutar los libros de Poulantzas ni los de Hobsbawm, Thompson, Dobb, Hill, Benjamin, ni mucho menos los de Marx, Engels o Gramsci. Tan solo pretende construir su argumento sin contar con ellos porque considera que eso hace el argumento más fuerte. Y lo cierto, nos guste o no, es que lo hace mucho más débil científicamente pero mucho más fuerte políticamente.

No creo que sea buena idea enfadarse con Piketty por su artificio literario de ignorar los medios de producción, la política como expresión de la estructura social y la correlación de fuerzas como última ratio. Creo que es más inteligente hacer bandera de su propuesta y convertirla en radical proponiéndola de verdad. Algunos de nosotros pertenecemos a una generación que destruyó organizaciones políticas por una coma fuera de sitio o un guión molesto. En el mismo momento en que esos signos de puntación levantaban tantas pasiones, se desataba la yihad neoliberal. Los impuestos, y de manera muy especial los impuestos a las rentas más altas, llevan cuarenta años cayendo con las consecuencias que vemos a nuestro alrededor. Aunque la utopía de Piketty es modesta y aparentemente sin épica, si algún día un partido político llega al poder con ese sistema impositivo en su programa, épica no faltará.

Fuente. https://rebelion.org/una-lectura-de-capital-e-ideologia/

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Glosario feminista para la igualdad de género

Main Author: Ecuador. Consejo Nacional para la Igualdad de Género
Format: Libros
Language: esp
Published: Quito2019

Reseña: Este documento recopila las palabras y expresiones que usualmente son utilizadas cuando se incluye la perspectiva de género en cualquier ámbito en el que este se aplique. Está dirigido a profesionales, que trabajan en diferentes instituciones estatales y privadas del Ecuador, que tienen a su cargo la transversalización del principio de igualdad y no discriminación en razón de género.

Descargar aquí: Glosario Feminista

Fuente: https://www.bibliotecasdelecuador.com/Record/oai:localhost:39000-2361/Description#tabnav

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