Colombia: Indignación en la Universidad del Cauca por grafitis racistas

América del sur/Colombia/27 Febrero 2020/semana.com

La comunidad universitaria rechaza los actos violentos y exige que las autoridades investiguen. “Tenemos derecho a recorrer estas calles a cualquier hora del día, sin temor a que ‘mata a todos los negros’ se convierta en realidad”, afirma el estudiante Marlon Paredes.

El Censo Nacional de Población y Vivienda 2018 del Departamento Nacional de Estadística (Dane) indica que 2,98 millones de personas en Colombia se identifican como población negra, afrocolombiana, raizal o palenquera. Esa medición también afirma que Cauca es el quinto departamento con más habitantes pertenecientes a ese grupo étnico (245.362 personas), luego del Valle del Cauca (647.526), Chocó (337.696), Bolívar (319.396) y Antioquia (312.112).

Sin embargo, en los últimos días se han registrado actos de racismo que causan conmoción y rechazo en Popayán, capital del departamento que, por primera vez en su historia, eligió para el periodo 2020-2023 a Elías Larrahondo Carabalí como su primer gobernador afrodescendiente.

Se trata de grafitis hechos en el barrio Guillermo León Valencia, el centro comercial Plaza Colonial y en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad del Cauca. Están pintados con color negro y dicen “Kill all the niggers”(“mata a todos los negros”) o “No more niggers”(“no más negros”). 

Valentina Cardona Carvajal@CardoCarvajal

En Popayán se vienen presentando una serie de actos racistas que no vamos a tolerar.
Colombia debe respetar la diversidad y la multiculturalidad, ayudenme a twittear el hashtag para que toda la comunidad afro y negra del país sienta nuestro apoyo.

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“Estos mensajes alimentan el odio hacia las comunidades afrodescendientes que han llegado hace años a Popayán desde el Pacífico. Nos preocupa la seguridad de nuestras comunidades”, comentó Mateo Vidal, estudiante de antropología e integrante del Palenque Universitario.

Así como Mateo, son varios los estudiantes y miembros de la comunidad educativa de Unicauca los que han manifestado su inconformidad. En días pasados, los jóvenes salieron a marchar por las calles de la llamada ‘ciudad blanca’ con la consigna “de aquí no nos vamos”.

En esa manifestación, Marlon Paredes fue uno de los líderes estudiantiles que tomó la vocería para recordar los esfuerzos históricos de las comunidades negras en contra de la discriminación. 

El mensaje del estudiante fue claro: “Que no tengamos duda de que tenemos derecho a recorrer estas calles a cualquier hora del día, sin temor a que ‘mata a todos los negros’ se convierta en realidad. Tenemos derecho a dirigirnos a nuestra universidad con la ilusión de convertirnos en profesionales. Y este es solo uno de los tantos problemas con los que tenemos que lidiar, estamos cansados de que nuestras hermanas sean sexualizadas, estamos cansados de que nos llamen “negritos” o “mi negro” como si fuéramos de su propiedad”, dijo Paredes.

Por su parte, José Antonio Caicedo, coordinador de la maestría en estudios interculturales de la Universidad del Cauca, considera que el racismo debe ser entendido en los contextos local, nacional y global. De acuerdo con el docente, “son fenómenos que han venido escalando contra la población migrante y negra”, por lo que la academia tiene la responsabilidad de sensibilizar mediante sus ejercicios pedagógicos, analizando las repercusiones que tiene en la vida cotidiana y entendiendo que ser afro o indígena “reivindica nuestra identidad étnica y cultural”.

José Luis Diago Franco, rector de la Universidad del Cauca, también expresó su indignación por los mensajes en contra de las comunidades afrodescendientes. Los calificó como una “situación que preocupa por la falta de valores como la convivencia y la tolerancia que deben propender en una sociedad como la nuestra, caracterizada por la diversidad étnica y multicultural”.

En ese sentido, el rector también invitó a “reflexionar sobre las consecuencias que pueden traer estas posturas extremas, las cuales nos alejan del diálogo y la construcción de una sociedad justa y equitativa” e hizo énfasis en “el valioso aporte que los integrantes de las comunidades afrodescendientes realizan como estudiantes, como docentes, como empresarios, como artesanos, como padres de familia y líderes en la construcción de región y nación”.

Cabe recordar que el término “nigger” hace referencia a la manera en que la población blanca estadounidense llamaba a los esclavos.  Hoy en día es un insulto racista, que incluso es reemplazado con el eufemismo “the n-word” (“la palabra con n).

En Colombia, la ley 1482 de 2011 señala que, quien incurra en actos de racismo o discriminación podría recibir hasta tres años de prisión y multas de $11,7 millones. Estos actos son concebidos como aquellos que agreden a una persona por su raza, nacionalidad, sexo, orientación sexual o color de piel.

Fuente e imagen tomadas de: https://www.semana.com/educacion/articulo/indignacion-por-grafitis-racistas-en-universidad-del-cauca-popayan/653391

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La postura hegemónica de un solo país ha convertido a las Américas en territorio hostil – Extraños en casa propia

La política exterior de Estados Unidos es clara y contundente: a partir de su frontera sur, todo lo que se mueve debe responder a sus normas y disposiciones. Para ello, ha permeado los sistemas políticos de tal modo que no hay una sola elección de gobernantes ajena a su voluntad ni un movimiento independentista que escape a sus amenazas e intervenciones. Y cuando lo hay, viene el golpe de mazo para destruir de raíz cualquier intento de disidencia. Por ello no debe extrañar la decisión unilateral –porque la debilidad de ciertos Estados lo permite- de convertir a Guatemala, un país centroamericano empobrecido al extremo por la corrupción y desprovisto de salud institucional, en un gran ghetto para evitar el ingreso de población migrante en su territorio.

Fácil. Solo bastó un puñetazo sobre la Constitución de un país dependiente y la sumisión de gobernantes poco iluminados para hacer realidad la peor de las pesadillas humanitarias. Sin embargo, estas movidas del Departamento de Estado no son nada nuevo. Desde hace más de 100 años ese país se ha destacado por ejercer una política internacional depredadora sobre naciones menos agresivas, en cada rincón del planeta. Esto le ha permitido no solo acumular riqueza sino también ejercer un dominio ilegítimo sobre los sistemas políticos de otros países propiciando y financiando ejércitos paralelos, dictaduras y golpes de Estado con el único propósito de consolidar su influencia y garantizar los privilegios de sus monopolios industriales y financieros.

Los resultados están a la vista. Sin embargo, a pesar de ello no falta quien, deslumbrado por los oropeles de un capitalismo mal entendido y peor practicado, luchan dentro de sus países por defender la soberanía de uno más poderoso y menos solidario. ¿Cuál ha sido el resultado? Dependencia económica, racismo, exclusión de grandes sectores de la población, pobreza extrema y una carrera estéril hacia un desarrollo que –en esas condiciones- jamás se alcanzará.

América Latina ya está en vías de convertirse en territorio hostil para los latinoamericanos. Naciones que en tiempos pasados fueron refugio de migrantes europeos y asiáticos, hoy ven con desprecio y rechazo a sus propios hermanos quienes, azotados por la violencia y la falta de oportunidades en sus países de origen –tal como los europeos a mediados del siglo pasado- buscan refugio en otras tierras, pero dentro de su mismo continente. De hecho, las actitudes xenófobas y las restricciones migratorias se han multiplicado como espejo de las políticas racistas de la Casa Blanca y hoy, quien es pobre y necesitado, es un extranjero indeseable en su propia casa.

¿En dónde ha quedado la mística de Simón Bolívar, el Libertador, quien soñaba con una América libre y soberana pero, sobre todo, unida? ¿Cómo ha sido posible transformar a países democráticos en despachos de compañías multinacionales y encomenderos de un Estado que propicia su destrucción corrompiendo sus estructuras políticas y administrativas? Las actitudes racistas y excluyentes contra poblaciones autóctonas, uno de nuestros grandes males, se han extendido como mancha de aceite hacia la población más pobre y desprotegida convirtiendo a los países en territorio hostil para quienes nacieron en ellos, privándola de los recursos básicos de supervivencia y quitándole lo más valioso para cualquier ciudadano del mundo: su sentido de pertenencia.

Autor: Carolina Vásquez Araya – Rebelión

Fuente de la Información: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=259070

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