Colombia: 2,4 millones de niños podrían terminar el año escolar en casa

Quedan dos semanas para que comience el cierre del año escolar en los colegios del país, cuya fecha varía según la región. Y como van las cosas, todo parece indicar que 2,4 millones de niños, niñas y adolescentes (el 24,5 por ciento del total nacional) terminarán el curso desde sus casas por segundo año consecutivo.

Los datos pertenecen al último informe sobre regreso a clases presenciales presentado por el Ministerio de Educación, en el que se evidencian importantes avances, pero también hace énfasis en la lentitud en que se ha llevado el proceso en algunas regiones del país.

De acuerdo con el informe, el 95,5 por ciento de las instituciones educativas ofrecen clases presenciales. Pese a ello, tan solo el 75,5 por ciento de la matrícula escolar asiste al colegio, lo que equivale a 7’523.466 niños, niñas y adolescentes. En otras palabras, todavía hay 2’414.948 menores que desde marzo de 2020, cuando se dio el cierre de los colegios, no han asistido a un salón de clases.

José David Romero, experto en educación, asegura que “lo que nos muestran estas cifras es que efectivamente se han logrado avances importantes. Durante los primeros seis meses del año los estudiantes en presencialidad no alcanzaban el 40 por ciento. Esto fue muy criticado. Pero ahora estamos hablando de un avance de 35 puntos porcentuales desde que se ordenó el regreso a la presencialidad, lo que es claramente positivo”.

“Sin embargo –agrega Romero–, la meta siempre fue terminar el año al 100 por ciento. Los colegios y las secretarías de Educación recibieron recursos desde 2020 para hacer las adecuaciones, y no se entiende por qué hay regiones donde los índices de presencialidad siguen siendo muy bajos”.

Al respecto, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, le dijo a EL TIEMPO: “Fueron entregados más recursos del Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome). En total llevamos 1,2 billones de pesos invertidos. Y todo este trabajo lo debemos hacer en todo el país por el retorno de los niños a las aulas. Nada reemplaza este proceso presencial, es vital”.

Y es que precisamente la falta de ejecución de estos recursos por parte de ciertas alcaldías y gobernaciones, así como la inexplicable decisión de retardar en algunas de ellas, es lo que causó, entre otras cosas, que en un mes solo haya aumentado el número de estudiantes en clases en sitio un 3 por ciento.

Estas regiones fueron identificadas por Mineducación. Se trata de las siguientes 16 de las 93 secretarías de Educación del país: Arauca, Cesar, Magdalena, Sucre, Santa Marta, Cartagena, Cúcuta, Floridablanca, Piedecuesta, Fusagasugá, Buenaventura, Soacha, Malambo, Magangué, Ciénaga, Lorica, Cesar, Sahagún, Soledad y Barrancabermeja.

En estas secretarías la presencialidad es menor al 40 por ciento en colegios y al 50 por ciento en cuanto al número de estudiantes.

Francisco Cajiao, analista en temas educativos, asegura que “llama la atención que muchas de estas regiones es donde más se necesita la presencialidad. Son zonas rurales o con altos índices de pobreza, lo que se traduce también en poco acceso a internet. Y si de por sí varios estudios ya demostraron que la conectividad no reemplaza a la presencialidad, sin ella la calidad de la educación que estos menores reciben es mucho más que precaria”.

Y lo que más preocupa de todo es que el Ministerio lleva meses insistiendo a las mismas secretarías que aceleren el paso, sin que haya mayores avances. De hecho, en el reciente informe la entidad vuelve a darles un ‘jalón de orejas’ a las alcaldías y gobernaciones.

El Ministerio recalcó que estas entidades no solo tienen la obligación de garantizar la disponibilidad del servicio educativo. Además deben trabajar hasta lograr el regreso efectivo de los estudiantes a las aulas.

Así las cosas, a nivel regional se encontró que el Caribe, la Orinoquía y los Santanderes son las zonas en las que más colegios permanecen cerrados y, al mismo tiempo, menos estudiantes asisten a clases en sitio.

Pero el informe muestra datos llamativos, como que en la Orinoquía el 96,8 por ciento de los colegios están abiertos. No obstante, solo el 61,9 por ciento de los estudiantes van a los colegios.

Esto evidencia que todavía persiste la desconfianza de los padres de familia respecto a llevar a sus hijos al colegio, concuerdan los expertos consultados por EL TIEMPO.

Así lo explica Cajiao: “Preocupa, porque el sector educativo lleva más de un año preparándose para el regreso y tiene protocolos mucho más estrictos que otros que ya están totalmente abiertos como el comercio. Es necesario que los padres y las instituciones comprendan el grave daño que le hacen a un menor que no puede ir a la escuela. Su desarrollo y posibilidades de construir un mejor proyecto de vida están en riesgo”.

Esto concuerda con lo encontrado por el Observatorio de Gestión Educativa de la Fundación Empresarios por la Educación. De acuerdo con Diego Sánchez, coordinador de Análisis de Datos de la organización, en diálogo con las secretarías de Educación del país se identificaron los principales retos para el retorno: “Uno de los mayores obstáculos ha sido la generación de confianza. Tenemos que el reto más grande ha sido el consenso con docentes y directivos docentes, así como de padres de familia y cuidadores”.

Precisamente para generar esa confianza, la ministra de Educación señaló que es necesario avanzar con el proceso de inmunización de la población estudiantil: “En cuanto a la vacunación en el sector, estamos en este momento en el proceso de inmunización de personas de 12 a 29 años, quienes también componen gran parte de la población escolar y universitaria. Al momento estamos en el 22 por ciento de personas de estas edades con dos dosis y el 48 por ciento con una dosis”, señaló.

Y agregó: “Hacemos un llamado a acudir a los puntos de vacunación que están instalados en colegios, universidades, alcaldías y en diferentes partes de las ciudades, a que lleven a los niños, niñas y adolescentes a recibir este biológico, ya que esto nos ayudará también a garantizar que el retorno a las aulas sea seguro”.

Regreso a clases, solo el comienzo

El retorno a la presencialidad es apenas el primer paso para contrarrestar los impactos de la pandemia en la educación. Todavía falta un punto fundamental: los rezagos en el aprendizaje.

De hecho, esto ya se empezó a ver en los resultados de las pruebas Saber 11 de 2020, donde aumentaron las brechas entre personas con conectividad y sin ella, entre estratos sociales y entre zonas urbanas y rurales.

El sector todavía está a la espera de lo que suceda con las pruebas Saber 11 que se aplicaron este año y cuyos resultados se conocerán en las próximas semanas.

Al respecto, la ministra Angulo explicó: “Ya iniciamos varias estrategias para nivelar a los estudiantes luego del encierro. Tenemos, por ejemplo, las pruebas Saber de los grados 3.°, 5.°, 7.° y 9.°, así como el programa ‘Evaluar para avanzar’ y todo el acompañamiento necesario para atender los posibles rezagos en el aprendizaje que se dieron en la pandemia”.

Con esto se busca determinar la afectación en el nivel académico de los estudiantes. Pero eso es apenas el principio. Tras ello, la meta del Ministerio es que en los colegios se hagan los refuerzos necesarios.

“Claramente es un importante esfuerzo, pero de nuevo la responsabilidad final de lo que ocurra con esa información no es del Ministerio, sino de las secretarías de Educación y las instituciones. Urge hacer los refuerzos si no queremos una ‘catástrofe generacional’, como ya lo advirtió la Unesco”, dijo Romero.

Fuente de la información e imagen: https://www.eltiempo.com/

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Los altos índices de pobreza disparan el trabajo infantil en Gaza

Redacción: EFE

El palestino Salama Rajab, de 14 años, que abandonó la escuela en Gaza a principios del año pasado para ganar dinero y ayudar a su familia, desconoce que la ley palestina le prohíbe trabajar a su edad.

Salama da a Efe un nombre falso para empezar a contar su historia prematura en el mercado laboral irregular, donde trabaja una media de doce horas al día, junto al semáforo de la calle Omar al Mukhtar, limpiando lunas y capós por un shéquel israelí (25 céntimos de euro), que no siempre le dan.

«Soy el mayor de mi familia y mi padre tuvo un accidente de trabajo hace cinco años y está incapacitado», cuenta Rajab. «¿Qué puedo hacer? Si no trabajo, mis hermanos y hermanas se morirán de hambre», lamenta.

El menor, de piel oscura, mira a su alrededor con miedo a que sus compañeros de escuela, parientes o vecinos lo vean, mientras cuenta que gana unos 20 shéquels al día, alrededor de 5 euros.

Rajab no es el único. Miles de niños en Gaza están empleados ilegalmente debido a las altas tasas de pobreza, que superan el 50 %, según un informe de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) publicado la semana pasada.

La población menor de 18 años representa el 45 % en los territorios palestinos y unos 645.000 niños viven en condiciones precarias, la mayoría de ellos en la Franja, estancada por doce años de bloqueo israelí y la división política interna palestina.

La Oficina Central de Estadísticas Palestina (PCBS) contabiliza 2,2 millones de menores en Palestina, cerca de la mitad de los cuales viven en Gaza.

Según los expertos, el comercio, los restaurantes y hoteles son los principales empleadores de niños de entre 10 y 17 años en Cisjordania y en el enclave costero, con aproximadamente un 38 % en el primer territorio y un 43 % en el segundo, seguidos de la minería, canteras y manufactura en Cisjordania, donde ronda el 24 %.

En Gaza, el agrícola fue el segundo sector con hasta el 23 % de menores trabajando, según explicó a Efe el psicoterapeuta Fadel Abu Hein, quien alerta de «las duras condiciones de vida como resultado de la difícil situación económica».

«Una de las razones que han hecho que el fenómeno crezca y se expanda es que muchos niños están influenciados por otros que abandonaron las escuelas y empezaron a trabajar para ganarse la vida», valora.

Además, la situación económica de familias con un alto número de hijos presiona a los niños a trabajar desde temprana edad para satisfacer las necesidades, con el cabeza de familia a menudo desempleado.

Según las autoridades, aproximadamente 4.840 de 372.600 niños de entre 10 y 17 años trabajaban a tiempo completo en Gaza el pasado año, y otros 1.490 lo hacían mientras estudiaban.

En cifras oficiales, el 2 % de los menores de la Franja estaban empleados en 2018, pero se estima un mayor porcentaje ya que el trabajo infantil se oculta, según un informe de la PCBS. En datos de UNICEF, el trabajo infantil alcanzaba el 6 % en los territorios palestinos en 2017.

«Creo que una vida normal es lo que ayuda a una salida normal de todas las dificultades que sufren los niños, sobre todo cuando pueden disfrutar de derechos como la salud y la educación», resalta Abu Hein.

Ayman Batniji, portavoz de las fuerzas policiales del movimiento islamista Hamás, que controla el enclave, cree que este problema «está relacionado con las leyes vigentes, que son válidas, pero no están activas ni funcionan».

«La policía de Gaza interviene en caso de que los empleadores violen los derechos de los trabajadores, incluidos los niños, independientemente de si están empleados legal o ilegalmente», asegura Batniji.

«Si el niño está empleado ilegalmente, ¿cómo se va a atrever a ir a la policía a quejarse? Lo dudo», plantea.

Mientras tanto, Nidal Ghaben, el director del Centro para la Democracia y los Derechos de los Trabajadores en Gaza, detecta que «cada vez que aumentan las tasas de desempleo, el trabajo infantil aumenta automáticamente, simplemente porque los padres desempleados aceptan enviar a sus hijos a trabajar».

Para él, «solo creando trabajos para adultos se reducirá la tasa de trabajo infantil, y eso empieza por terminar con el bloqueo israelí y la división interna entre Hamás y (el partido nacionalista) Al Fatah», zanja.

Fuente: https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/los-altos-indices-de-pobreza-disparan-el-trabajo-infantil-en-gaza/10004-3981656#

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