La situación de la pobreza en barrios populares Estudio cualitativo (PDF)

Puntos destacados

Este estudio presenta un trabajo realizado de manera conjunta entre la Oficina de UNICEF de Argentina y La Poderosa, por medio de su Observatorio Villero. La coordinación del trabajo de campo orientada a indagar, desde la vivencia de los propios actores, cuál es la situación y la experiencia de la pobreza en los barrios populares, estuvo gestionada y coordinada por La Poderosa. El trabajo de campo se llevó adelante en diferentes barrios populares de las provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), durante los meses de julio y agosto de 2022.

Link de descarga: Estudio cualitativo_ la situación de la pobreza en barrios populares

Fuente: https://www.unicef.org/argentina/informes/estudio-cualitativo-la-situacion-de-la-pobreza-en-barrios-populares

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Promoción de la lectura en barrios populares chilenos: bibliotecas en centros comerciales

Por: Meritxell Freixas Martorell

El proyecto Biblioteca Viva intenta mantener su rol social y comunitario a pesar de los impedimentos provocados por el coronavirus.

Cada vez que Paola Díaz y sus hijos entraban al centro comercial del barrio, el menor de los hermanos, de 8 años, siempre se fijaba en ese rincón que pasaba desapercibido entre tanta tienda, bar y restaurante: la biblioteca. Un día, el muchacho convenció a los suyos y entraron: “Apenas vimos, nos quedamos”, recuerda Paola, de 45 años y vecina del barrio suburbano de Puente Alto, situado a las afueras de Santiago. Desde ese día, madre e hijos son socios de la Biblioteca Viva del centro comercial puentealtino.

Diez bibliotecas instaladas en los populares malls –como se conocen los centros comerciales en Chile– conforman el proyecto Biblioteca Viva, una iniciativa que pretende facilitar el acceso y promover la cultura desde un enfoque educativo, comunitario e inclusivo. Diseñado por la Fundación La Fuente, dedicada al fomento de la lectura, y la cadena de centros comerciales Mall Plaza, el proyecto fue pionero en Hispanoamérica en alojar la primera biblioteca al interior de un centro comercial. Fue en 2002, cuando el barrio de La Florida, otro de los periféricos de la capital, empezó a crecer como distrito de clase media trabajadora. “En aquel entonces, el mall era el sueño de esa clase media; ir al centro comercial se convirtió en el paseo del fin de semana porque en la mayoría de estos barrios no hay muchos más sitios dónde de ir: no hay muchos parques, ni espacios culturales ni otro tipo de ocio”, explica Vanessa San Mateo, una de las coordinadoras del proyecto.

Chile es el país de América Latina con más metros cuadrados de malls por habitante. Tanto en los barrios más pudientes como en los más populares, el centro comercial es de los espacios más concurridos: “La gente nos conoce cuando va de compras al centro comercial”, apunta San Mateo, gestora cultural que desde hace siete años trabaja para la Fundación La Fuente. “Estaba en el último piso del mall con mi papá y le pedí entrar porque me gustan mucho los libros. Me encantó el lugar y me hice socio porque me fascinó que exista una biblioteca en un centro comercial, que es un templo del consumismo. Es como una flor en el desierto”, cuenta Raimundo Riquelme, de 29 años, que hace cinco que es socio de la Biblioteca Viva del Mall Plaza Egaña.

Con una cuota anual de 8.000 pesos chilenos para adultos (unos 8 euros) y la mitad para menores, estudiantes, jubilados y personas con discapacidad, Biblioteca Viva cuenta con unos 30.000 socios y un millón de usuarios en todo el país. La cadena Mall Plaza aporta un millón de dólares anuales al proyecto a través de la Ley de Donaciones Culturales, que permite desgravar de los impuestos un 50% del monto total de la donación. “La cultura es una vía para tener sociedades más justas y crear mayores oportunidades a las personas y, en definitiva, es una forma de ser sostenibles y aportar como empresa”, sostiene la gerente de Marketing Regional Mall Plaza, María Elena Guerrero. En Chile el IVA aplicado a los libros alcanza el 19% y el acceso a la lectura es restringido para la gran mayoría.

Rol “social y comunitario”

Paola quiere apuntarse a un taller para aprender crochet; sus hijos participan en círculos de lectura infantil, pases de películas y al karaoke. Raimundo, que es profesor, aprovecha el espacio para estudiar o leer, y destaca “la variedad” en el catálogo de libros de su biblioteca. Es la misma a la que acude María Inés Taulis, de 78 años y socia desde hace 7. Ella aprovecha para escribir, estudiar y revisar los periódicos y las revistas que están a disposición del público. Teresa Valenzuela, que tiene 66, acude un par de veces por semana al Mall Plaza Los Dominicos, del que se hizo socia hace poco más de un año, donde participa de un club de lectura, un taller de trabajos manuales y otro de alfabetización digital.

Fundación La Fuente

Dice Vanessa San Mateo que Biblioteca Viva se caracteriza por ir más allá de ser una biblioteca y que quiere ser “un centro cultural donde pasen muchas cosas”. Además del préstamo de libros, el proyecto ofrece actividades de todo tipo: desde talleres para todas las edades, hasta conciertos, charlas, clubes de lectura, tertulias o actividades de fomento de la lectura en el exterior, desde el transporte público hasta mercados, hospitales o residencias de gente mayor. “La biblioteca ha ido cambiando a medida que cambia la sociedad chilena. Permanentemente observamos qué interesa a la gente para reflejar en la biblioteca lo que pasa en la sociedad”, comenta San Mateo. Y ejemplifica: “Cuando llegó mucha inmigración a Chile, hicimos talleres de español y de creole, charlas con abogados sobre temas de extranjería, de contratos laborales; ahora nos hemos enfocado en temas de crianza; ha habido encuentros feministas; y durante el estallido social hicimos cabildos para niños y adultos”.

El libro, precisa la coordinadora, es “una excusa” para socializar, para hablar con los mediadores de lectura o con otros usuarios y usuarias. “La biblioteca se convirtió en un lugar de reunión en zonas donde no hay tantos espacios para que la gente vaya, hable y participe; su mayor potencial es su rol social y comunitario”, añade San Mateo. Desde Mall Plaza, María Elena Guerrero, destaca la “Guaguateca” (de guagua, que significa bebé en los países andinos) como “uno de los espacios más valorados” por los usuarios y que ofrece a niños y niñas de entre 0 y 4 años “un primer acercamiento con los libros” acompañados de sus familias. A través de ese espacio, “se empezó a crear una red de papás primerizos que no tenían muchos vínculos”, relata San Mateo. Un efecto de “diálogo y encuentro” que también se produce en las actividades destinadas a personas de la tercera edad. “La gente tiene tanta necesidad de juntarse, de encontrarse, que basta con dar el espacio, las condiciones y las ganas de escuchar y se produce magia”, expresa Vanessa San Mateo.

Fundación La Fuente

María Inés define la biblioteca de su barrio como “un punto de encuentro social e intelectual y un importante centro de actividades”. Paola Díaz pone de relieve “la comodidad” del espacio y un “ambiente familiar, que te hace sentir como si estuvieras en el comedor de tu casa”. Teresa Valenzuela dice que, en la biblioteca, encuentra su “momento” para relacionarse con los demás, compartir y entretenerse: “He intentado integrar a mi marido, pero es menos sociable. Prefiere su jardín”, bromea la señora.

El mayor desafío en tiempos de pandemia

Como en el resto de equipamientos culturales de Chile, la pandemia del coronavirus ha alterado el funcionamiento de la Biblioteca Viva. Los centros comerciales están cerrados y gran parte de los chilenos están confinados en sus casas. “Hemos intentado trasladar toda la programación prevista en los distintos malls a las redes sociales”, indica Vanessa San Mateo.

Aunque el préstamo de libros está suspendido, las actividades de la Biblioteca Viva no se han detenido. El equipo de mediadores –formado por perfiles diversos, desde artistas hasta profesores de Lengua o de Historia– ha canalizado tutoriales, charlas, talleres y recomendaciones vía Instagram y otras plataformas sociales. “Somos lectores” era el lema del festival de cuatro días previsto para celebrar el Día del Libro, el 23 de abril. No se pudo hacer presencialmente, pero autores de libros, músicos y mediadores trabajaron para mantener el programa online: “Fue una experiencia muy buena. Se conectó mucha más gente de la que esperábamos y logramos llegar tanto al público de la Biblioteca como a seguidores de los escritores y músicos invitados al festival”, ensalza la gestora cultural.

Fundación La Fuente

Sin embargo, en ese contexto de excepcionalidad, el desafío es superar la brecha digital que impide la participación de las personas mayores. Son un 4% de su público, pero son “un colectivo esencial” del servicio, subraya San Mateo. “Las personas de la tercera edad van a la biblioteca a encontrarse con otra gente y a hablar. Ahora no estamos ahí para escucharlos y tampoco nos podemos comunicar con muchos de ellos a través los medios con que estamos llegando al público general”, lamenta.

“Echo mucho de menos seguir participando de la biblioteca”, admite Teresa Valenzuela. No puede seguir las actividades online porque no sabe manejar Instagram. “Tengo la app instalada pero no se como ocuparla”, dice. Mientras espera que su profesor de alfabetización digital se lo enseñe con un tutorial por WhatsApp, pasa su tiempo leyendo El jardín olvidado, de Kate Morton, el último libro que tomó prestado.

Fuente e imagen tomadas de: https://eldiariodelaeducacion.com/2020/05/05/promocion-de-la-lectura-en-barrios-populares-chilenos-bibliotecas-en-centros-comerciales/

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Vivir aislado en medio de la precariedad. La cuarentena en los barrios populares

América/Argentina/25/03/2020/Autora: Laura Vales/Fuente: pagina12.com.ar

Cuatro millones de personas viven hacinadas y sin posibilidad de trabajar en casa. Hasta lavarse las manos es complejo.

El enfoque informativo predominante supone que toda la Argentina tiene las posibilidades de aislamiento de la clase media. En el país, sin embargo, cuatro millones de personas viven en barrios populares, de urbanización precaria, lo que en muchos casos significa condiciones de hacinamiento y ninguna posibilidad de hacer trabajo en casa. A eso se suman dificultades más básicas: lavarse frecuentemente las manos es una recomendación difícil cuando la red de agua potable es una canilla de uso compartido en un pasillo. Estas condiciones instaladas por la pobreza estructural, las de un país que no es Italia ni España, están enfrentando al Estado y especialmente a la militancia social a pensar otras medidas para que la cuarentena pueda implementarse. Especialmente en el conurbano, donde los funcionarios, intendentes y referentes barriales señalan que la clave, en los días que vienen, va a ser garantizar la distribución de alimentos. En este marco, el gobierno nacional analiza para el caso de que el confinamiento deba prolongarse ampliar la asistencia económica a los que dependen enteramente de changas y no tienen planes sociales. Las estimaciones no oficiales señalan que están en esa situación un millón de argentinos.

Desde diciembre, un importante sector de los movimientos sociales ingresó a cargos de gestión en el gobierno. En el ministerio de Desarrollo Social hay una secretaría y dos direcciones a cargo de referentes de las organizaciones; entre ellos está el coordinador de Somos Barrios de Pie, Daniel Menéndez, que hoy es uno de los encargados de armar un plan de realización de pequeñas obras locales para que menos personas se desplacen buscando changas. Mariel Fernández, formada en la militancia del Movimiento Evita, es intendenta de Moreno, un municipio que condensa en dos datos la vida precaria, ya que tiene 500 mil habitantes y un solo hospital. Fernanda Miño, militante de la villa La Cava, en San Isidro, es secretaria de Integración Sociourbana, una dirección del Estado creada para resolver el problema del acceso al agua en las villas y asentamientos. En los cuatro mil cuatrocientos barrios populares del país, el 93,5 por ciento no tiene acceso formal a la red de Agua Potable. Estos dirigentes contaron a Página/12 cómo ven, desde su condición de militantes en contacto directo con la realidad de los asentamientos y desde su posición como funcionarios que participan en el diseño de políticas, la atención de la pandemia en los barrios populares.

Los barrios populares . Con un click en el link, se accede al mapa de la pobreza estructural en la Argentina

Refuerzo alimentario

«Resguardarse en la casa es un elemento importante, pero que no alcanza en los sectores más humildes, que no tienen las condiciones de la clase media», señala Daniel Menéndez, subsecretario de Promoción de la Economía Social. Es sábado al mediodía y él está en un comedor en Villa Inflamable. «Lo que estamos viendo, en general, es que la gente está en la puerta de la casa pero sin salir del barrio, como si fuera un domingo. La actividad comunitaria sí es mayor, porque hay más gente entregando viandas en los comedores y aumentó el número de familias y de chicos que vienen a pedir a alimentos». En este sentido, lo que se ve venir es un esquema en el que la militancia social cubra la logística necesaria para que las familias no se queden sin alimentos.

Para Menéndez «es impensado que la gente de los sectores populares se recluya en sus casas como puede hacerlo la clase media, porque las casas son de una precariedad en muchos casos muy grande, porque hay problemas de hacinamiento, entonces hay que encontrar mecanismos para que la comunidad, en el barrio, pueda pensarse como una unidad de aislamiento. En ese sentido, sabiendo que puede haber movimiento, que el movimiento esté organizado para que haya trabajo, que haya actividad y posibilidad de acceder a los alimentos».

El ministerio de Desarrollo Social apura por esto la realización de pequeñas obras de infraestructura en los barrios para generar trabajo local, que ayude a limitar la circulación de las personas y funcione, a la vez, como un paliativo para la caída de las changas.

Hoteles y hospitales

«Ayer nos reunimos con los supermercadistas de Moreno para que entiendan que van a tener que hacer donaciones, y también para que garanticen stock de mercadería para que los comedores escolares puedan armar las bolsas de alimentos», contó Mariel Fernández, intendenta del distrito del conurbano con un solo hospital para 500 mil habitantes. «Estamos haciendo todos los esfuerzos pero hay realidades objetivas».

Ubicado en el segundo y tercer cordón, Moreno es uno de los seis municipios del Gran Buenos Aires con niveles más altos de Necesidades Básicas Insatisfechas, de acuerdo a datos del Observatorio de la Universidad de General Sarmiento. Sobre el aislamiento, la intendenta apunta que «en realidad, lo que intentamos hacer es que la gente se quede en el barrio. Estar adentro es difícil por el tema de la precariedad de las viviendas; no es lo mismo que en una familia de los sectores medios altos, que tiene las comodidades para quedarse en su casa. Yo insisto mucho en que hay garantizar el alimento, porque nadie puede quedarse si no lo tiene».

El viernes, la Nación envió a la intendencia 10 millones de pesos para alimentos y la compra de materiales de construcción que permitan generar las primeras obras de mejoramiento y empleo local. También el gobernador Axel Kicillof destinó una partida de 300 millones a distribuir entre los 135 municipios de la provincia en la emergencia sanitaria. Aunque –paradojas de las decisiones rápidas en tiempos de crisis– Moreno, por tener un solo hospital, recibirá menos que otros distritos, ya que el índiice de reparto es la coparticipación, que destina más fondos cuando se tienen más hospitales.

La preocupación está puesta en la demanda de salud que va a producirse en el pico del contagio, esperado para finales de abril o principios de mayo. Ya está anunciado que en Moreno se va a construir uno de los 5 hospitales modulares destinados al Conurbano pensados para la internación de pacientes con coronavirus. Como en otras localidades, el municipio tomó la idea de utilizar los hoteles sindicales para las personas que necesiten aislamiento. Hay un solo hotel, del Sindicato del Seguro, que se puso a disposición.

Un trabajo típico de Moreno es el de los vendedores de plantas, que se abastecen en los viveros locales y viajan 50, 60 y hasta 80 kilómetros por día buscando ventas. El ministro de Economía, Martín Guzmán, anunció obras de mejoramiento en los barrios para evitar los desplazamientos. Foto: Bernardino Avila

Donde falta el agua

La secretaria de Integración Sociourbana, Fernanda Miño vive en La Cava, la villa más emblemática de San Isidro. «Los barrios son un mundo aparte», indica. «Más allá de lo difícil que es respetar la cuarentena para cualquiera, la casa es chica, hay muchas situaciones familiares, indefectiblemente los vecinos salen a los pasillos o a la calle más cercana. No vamos a hacer cola al supermercado porque no hay plata para llenar la heladera, pero si a la única canilla de agua la tenés en la esquina de tu casa no te queda otra que salir», dice a Página/12. A su criterio, el principal obstáculo para sostener el aislamiento en las villas y asentamientos de Buenos Aires es el hacinamiento, y en el interior la falta de agua.

Explica también que el mapa de barrios populares con las 4400 urbanizaciones precarias del país fue armado tomando las viviendas en las que faltan dos o más de los servicios de agua, electricidad o cloacas. «En general, es el agua, que llega a las casas conectada irregularmente y puede no ser potable, y la cloaca. Sumados a la falta de trabajo y al tema del alimento, la pandemia viene a desafiar todavía más la posibilidad de salir adelante de las personas más vulneradas. Y también creo que va a hacer más difícil la concientización de lo que significa la pandemia, porque la gente no tiene el recurso para prevenirse».

Miño cree que las municipalidades van a tener que asumir el trabajo de ir a los barrios, llevar los bolsones a cada casa en lugar de hacer ir a la gente a un lugar donde puede amontonarse, hacer ruedas sanitarias con los elementos básicos. «Siempre hay una organización social, además, que se pone esto al hombro, que se pone el guante y el barbijo y sale a repartir».

Estudian ampliar las medidas para los trabajadores informales

El gobierno nacional analiza implementar otras medidas de ayuda para las personas de sectores vulnerables que dependen de actividades informales y no perciben ningún ingreso del Estado, en el caso de las medidas de aislamiento se prologuen más allá de estos diez días. La idea es la de un subsidio de 5 mil pesos durante tres meses. En el país hoy existen tres grandes esquemas de cobertura: la Asignación Universal por Hijo, los planes sociales y las jubilaciones y pensiones. Por afuera de eso hay una población que están entre los 40 y 60 años, que tiene hijos ya mayores de 18 años, por lo que ya no recibe la AUH y carece de empleo formal.

El comercio en las ferias, los talleres familiares, las pequeñas obras de construccion, la venta ambulante, los puestos de comida al paso, el manejo de remises, pequeñas verdulerías, almacenes y peluquerías abiertos por vecinos en sus casas son algunas de las actividades dentro de una infinidad de rebusques no registrados, con ingresos de subsistencia y por afuera de la figura del monotributo. La informalidad hace imposible medir cuántos están en esta situación. Hay referentes sociales que hacen una estimación, en el aire, de un millón de personas. El parate en la actividad puede, claramente, dejar a esta franja sin ninguna vía de ingresos.

El programa de trabajo local

Daniel Arroyo, ministro de Desarrollo Social, adelantó que se preparan políticas específicas para un universo de alrededor de un millón de personas en el país.

El programa de pequeñas obras de infraestructura en los barrios populares para generar trabajo local tiene el objetivo de limitar la circulación de las personas y funcionar, a la vez, como un paliativo para la caída de las changas. La medida fue anticipada el martes por el ministro de Economía, Martín Guzmán. El ministerio de Desarrollo Social que conduce Daniel Arroyo confirmó a su vez un paquete destinado para los sectores más vulnerables.

Las obras en las que se piensa son de mejoramiento, como pintar escuelas, hacer veredas, arreglar centros comunitarios, con un criterio de permitir a las personas trabajar en el barrio, sin tener que viajar. Todavía no está definido cuál será el pago por estos trabajos. Un criterio cercano es el que se utilizó en febrero con los arreglos de escuelas, cuando los trabajadores cobraron el doble de un plan social, es decir 17 mil pesos, aunque también está en estudio un esquema de módulos o complementos.

El Estado Nacional, por otra parte, reforzó los ingresos de los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y de planes sociales con un bono de 3000 mil pesos. Este plus abarcó a 556 mil personas.

La decisión de las obras a realizar estará a cargo de unidades ejecutoras integradas por los intendentes, las gobernaciones y los movimientos sociales.

El paquete combina ingresos con trabajo: al bono se le sumará el envío de insumos, materiales y herramientas para hacer posible la realización de las obras de infraestructura en salitas sanitarias, clubes de barrio, escuelas o viviendas precarias.

Fuente e imagen: https://www.pagina12.com.ar/254728-la-cuarentena-en-los-barrios-populares

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Sobre el lomo del indocumentado

Por: Ilka Oliva Corado

De cuando en cuando voy a comprar a una panadería de dueños árabes que venden pan mexicano y tienen empleados mexicanos. Nadie se imaginaría que esos árabes comen gracias a los latinos indocumentados que viven en los edificios del poblado. Llegan en sus Mercedes Benz de lujo y se estacionan atrás para que los clientes no los vean entrar. Ninguno de ellos se acerca al mostrador, la cara la dan los empleados mexicanos.

La mayoría de los millonarios que viven en los suburbios del norte de la ciudad tienen sus negocios en los barrios populares donde viven los indocumentados latinoamericanos: bufetes de abogados, clínicas médicas, tiendas. Y estos millonarios no son precisamente anglosajones.

Entre ellos hay afro descendientes, arrogantes y explotadores que estoy segura que de tener oportunidad estos mismos afro descendientes actuarían de igual o peor manera contra los latinos indocumentados como lo hicieron contra sus antepasados esclavizados los caucásicos: les reventarían la espalda a latigazos y los esclavizarían. Asiáticos que tienen restaurantes en la ciudad, donde tienen empleados latinos en la cocina y en el mantenimiento; latinos indocumentados porque a ellos se les paga menos, casi una nada y hacen el triple de trabajo.

Hindúes que saben muy bien cómo tratar con la punta del zapato al indocumentado latinoamericano, porque saben que es el mejor lomo de carga y lo buscan porque es el que más resiste el trabajo y el que recibe lo que le den de pago sin mencionar palabra. Hindúes que en India y su sistema de castas eran parias o dalits, aquí se convierten en los peores explotadores de quienes por no tener documentos y no hablar inglés tienen que decir sí agachando la cabeza.

Europeos no precisamente alemanes, franceses o ingleses, pero de países pequeños que pocos saben que existen en la faz de la tierra, que han llegado a Estados Unidos pidiendo asilo político, que en sus países nunca tuvieron más de un par de zapatos, que llegaron con una mano adelante y otra atrás; dieran cualquier cosa por partir las espaldas de los latinos indocumentados que tienen como trabajadores.

Y lo que duele tanto, al latinoamericano indocumentado lo explota hasta reventarlo el latinoamericano con documentos. Ahí están por supuesto los burgueses, los clase media que emigraron de Latinoamérica prácticamente con sus residencias en mano y que han vivido holgadamente con los dólares acaudalados por una u otra razón.

Pero también están ahí los que fueron indocumentados y llegaron a tener papeles; estos son lo más malditos, los más explotadores, los que saben dónde pegar para que no se note el golpe (los golpes bajos que dan al corazón y en el alma), los que saben que pueden trabajar a pan y agua. Los que saben de qué parte estira más el pellejo. El más abusivo, el más patán, el más presumido, el más estafador es el patrón que fue indocumentado.

Son cosas que como indocumentado no se puede ver de recién llegado al país, son cosas que se aprenden a conocer con los años: abriendo los ojos, observando, analizando, preguntándose. Sacando la cabeza de esa invisibilidad y estigma donde habitan los indocumentados y atreviéndose a respirar fuera de ahí, momentáneamente. La realidad del sistema de explotación tiene muchas vertientes, infinidad de rostros.

No es precisamente el anglosajón, el gringo, el caucásico el que trata mal a los indocumentados en este país. Se trata al final del día, de quién es inhumano sin importar de dónde haya venido, cuál sea su profesión u oficio, cuál sea su credo, su género. Hay personas buenas en todos lados y hay también en todos lados malditos. No se trata del país, no se trata de las fronteras se trata de la condición humana. De quien sin escrúpulo abusa a quien está abajo. A quien no puede defenderse por sí mismo. A quien el sistema ha invisibilizado para que se pudra sosteniendo en sus hombros la maldad de una humanidad que cada día se empeña más en autodestruirse.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252436

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