Lucero Martinez Kasab: Un bloque social que embrutece. Colombia

Las personas actúan dentro de esa lógica entre otras cosas, porque, la opulencia se volvió un culto a través de ciertas creencias religiosas que la glorifican, como una bendición de Dios que les habla desde los púlpitos de algunos templos; es la nueva teología de la prosperidad que hace parte del bloque que embrutece. Un ardid del protestantismo convertido en doctrina de los codiciosos porque, les destraba los escrúpulos que inculca la Iglesia Católica para fomentar el respeto al prójimo.

Amparadas bajo la teología de la prosperidad se ven llegar a decenas de personas a las iglesias, gente adinerada, corrupta, que todo el mundo conoce y uno piensa, pero ¿cómo son capaces de ser tan pecadores e ir a la iglesia como si nada? Y, resulta que es que encuentran en el templo la indulgencia al exceso de ambición. Y ya sabemos la fuerza que dan las convicciones religiosas. Así, es fácil que no crean ni teman a la justicia, porque ellos tienen su propia deidad que les ampara el deseo de tener cada vez más, como los sionistas tienen su dios que les respalda el genocidio.

Lo desolador es que a esos templos de la teología de la riqueza también va gente pobre, que está endeudada, no tiene con qué pagar los colegios, debe vivir y alimentarse donde los suegros porque no les alcanza el dinero del trabajo, creen que Dios les cambiará el destino pues, la religión les embrutece la capacidad crítica como para darse cuenta de la situación macro política y económica que incide en sus vidas y, que son sus pastores los millonarios debido al dinero que reciben de ellos, los fieles, que no tienen para comer.

Se suman a este bloque de embrutecedores ciertos medios de comunicación mencionados el otro día por el presidente Petro. Donde vuelven lógica la irracionalidad de tomar un relato mítico de la Biblia como pretexto para que se cometa un genocidio en Palestina. Titulan de manera tendenciosa los logros del presidente Petro, pero, colocan fotos exaltando a una oposición con cientos de investigaciones en contra. Sus invitados expertos son los profesionales formados en EEUU que poseen la ideología de la explotación humana y de la naturaleza.  Exaltan las murmuraciones, el bochinche, la envidia en sus programas de concurso a ver cuál de los participantes arrastra más su dignidad con tal de ganar plata. Saturan la pantalla con presentadoras artificiosas que ofrecen la imagen de ser mujeres empoderadas, ¡ay, ese término! Y las mujeres humildes, trabajadoras, las que deben tomar un bus y pasar tres horas de ida y tres de venida del trabajo que las idealizan no saben que estas empoderadas sufren lo indecible cuando las canas aumentan, las caderas se llenan y la arrugas aparecen porque, esos medios las cambiarán por más jóvenes, la televisión es una recicladora de mujeres empoderadas. Esos programas son velos todos los días en las pantallas de los televisores que van apaciguando en las y los ciudadanos el deseo de conocer, de enterarse de la política real de su pueblo, ciudad o país, entonteciendo el circuito que va del sufrimiento a las neuronas y de ahí al razonamiento que, por fin, les otorgaría una explicación a sus vivencias, sin embargo no, el circuito nunca se completa como para que la gente despierte a la conciencia; se atasca en el sufrimiento que el pueblo cree curarlo identificándose con quienes se insultan en los programas de concurso.

En la Costa comenzaron las emisiones de radio más repugnantes basadas en preguntas impúdicas sobre la vida amorosa, sexual, erótica, con palabras abiertamente obscenas; con unos chistes que son una burla despiadada hacia la mujer; embruteciendo a la juventud que inicia la escucha de la radio, la vuelven su más asidua oyente porque, los jóvenes inexpertos, sin capacidad crítica se sienten atraídos por las risas grabadas y el ambiente festivo de los programas; estas emisoras van en contra vía del humanismo de otras épocas cuando nació la radio,  precisamente, en Barranquilla, con locutores dueños de un contenido y un lenguaje pulido, refinado, agradable.

Ni qué decir de quienes desde la capital de Colombia con unas voces bien moduladas y temas más serios embrutecen a la gente mediante otra táctica: la de colocar como víctima a los y las delincuentes de cuello blanco, es decir, a las personas de la élite política, económica, social que cuando delinquen y caen en desgracia las defienden con malabares idiomáticos. Buscan a toda costa corregir la realidad manipulando con una voz profunda y calmada experta en eufemismos, palabras ambiguas que definen y no definen lo que claramente es corrupción o asesinato o masacres o genocidio. Llama la atención algunas mujeres con un estilo policial, impositivo, de mil palabras por segundo como ametralladoras que imposibilitan el argumento de la otra persona y aún más el contra argumento, son verdaderos tribunales –pero el dictador es otro-. Estas emisoras tanto que critican a la Primera Línea que se opuso a la reforma tributaria de Duque y, resulta, que son la primera línea de defensa detrás de sus micrófonos de la oligarquía corrupta de Colombia. Menoscaban la inteligencia de las personas que llaman espontáneamente a dar sus opiniones cerrándoles el teléfono de la manera más grosera, haciéndolas sentir fuera de lugar, torpes, poca cosa.

Hacen parte de este bloque de embrutecedores las y los políticos que le han ocultado al pueblo que es sede del poder político; inculcándole sentimientos de inferioridad, de que es casi natural tener en los altos puestos del gobierno a gente blanca, adinerada, socia de clubes porque, el pueblo no está capacitado para dirigir esas instituciones, así, la gran masa popular se aparta, no argumenta, no discute; se cree muy lista sacándole al político bolsas de cemento, tejas, mercaditos o plata por un voto durante las elecciones y no se da cuenta que el político le desangra la vida. Los políticos perversos han distorsionado tanto la Ley que, ella, que fue creada para proteger la vida la han volteado para esparcir la muerte.

Integran este bloque de embrutecedores las universidades privadas que esparcen un conocimiento parcial, fragmentando, acomodado de la economía, filosofía, psicología, sociología, derecho, ingenierías, etc., a favor de los poderes dominantes. Sostienen doctrinas que desprecian la igualdad entre los humanos. Apuntalan teorías de las ¡manos invisibles que equilibran el marcado! Pero, se burlan de los pueblos ancestrales que le bailan al dios de la lluvia, a ver si no es más consecuente danzarle a la lluvia para que riegue los campos que creer en una mano invisible económica.  Universidades con teorías psicológicas impregnadas de la física cuántica para solucionar el vacío de una joven que necesita hablar, expresar con palabras que no sabe encontrarle sentido a su vida. No admiten la crítica ni el debate abierto. Dan por sentado que es de seres razonables la filosofía de regirse por los contratos y no por las palabras, aunque se trate de madre e hijo, así atenten contra la histórica solidaridad humana. Estas universidades forman a los futuros presidentes, gobernadores, senadores, etc., para que continúen ejerciendo un poder político impositivo, para, en palabras de los zapatistas manden mandando en vez de mandar obedeciendo al pueblo como lo propone esta revolucionaria filosofía política mexicana. No les cuentan a los alumnos sobre las ideas de la historia humana que liberan el pensamiento, que cortan las cadenas de sentirse inferiores, que fortalecen las culturas propias; sólo enseñan las teorías que muestran cómo dominar al Otro.

Este bloque social embrutecedor priva a las personas de cultivar la duda, la crítica, la confrontación de los hechos,; el razonamiento inductivo y deductivo; obstruye las capacidades de analizar, organizar y categorizar los datos; cercena la imaginación; menoscaba la propia afirmación; desconecta la felicidad o el sufrimiento de los procesos políticos manteniendo al pueblo en la ignorancia de que el ser humano hace la historia y si desea, puede cambiarse de canal, de emisora, de libros, de teorías, de políticos, de gobernantes, de ideologías, de religión, etc. Embrutecer requiere de un alto grado de perversidad, es hacer daño al Otro mediante el achicamiento de su capacidad de reflexión, es obstaculizar el curso de los pensamientos ajenos que llevan a la luz de la conciencia. Es esclavizar el intelecto, que es más terrible que someter al cuerpo porque, las cadenas del pensamiento son sutiles, abstractas, intangibles. El progresismo desde todos los campos tiene la obligación de liberar las cadenas al pensamiento del pueblo para que advierta cómo ciertas iglesias, algunos medios de comunicación, diversas teorías filosóficas y los partidos tradicionales lo han puesto a vivir el mundo al revés, pero que él, el pueblo, puede poner el mundo de pie si tiene fe en sí mismo.

 

Fuente: https://www.lanuevaprensa.com.co/component/k2/un-bloque-social-que-embrutece?s=08

 

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