De candidatos, género y aborto

Por: Mariana Iglesias.

 

A diferencia del debate de candidatos a Jefe de Gobierno porteño, los candidatos a presidente sí hablaron de mujeres, género y aborto. La omisión de los cuatro primeros -Larreta, Lammens, Tombolini, Solano- en referencia a estas temáticas fue tan vergonzosa y repudiada que a los seis presidenciales no les quedó otra que posicionarse. No hacerlo hubiera sido doblemente vergonzoso. Al mismo tiempo en el que se daba el debate, 200 mil mujeres atravesaban la ciudad de La Plata en una marcha histórica de cuatro horas. Así cerraban el 34° Encuentro Nacional de Mujeres, un acontecimiento único en el mundo por su masividad y su diversidad de temas. «Me opongo sistemáticamente a cualquier modelo de ley del aborto y de sus atajos legales que son sus protocolos”, dejó en claro Gómez Centurión. Espert dijo que la educación sexual no debe “degenerar en ideología de género”. Esquivo, Lavagna se centró en la pobreza. Macri, a diferencia de sus actos de campaña del #SíSePuede, en los que se posiciona en contra del aborto, no se pronunció sobre el tema sino que habló de políticas de su gobierno con respecto al género, falaces, porque la inflación destruyó planes y programas y profundizó la femenización de la pobreza. «Hay que tender a la legalización» porque en la Argentina «los abortos suceden, terminemos con la hipocresía”, planteó Fernández, y aseguró que creará un Ministerio de la Mujer, la Diversidad y la Igualdad. Del Caño hizo referencia al Encuentro Nacional de Mujeres y levantó su brazo izquierdo, en el que tenía atado el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito. Si hasta hace poco la ambigüedad era una estrategia pata sumar votos, los candidatos se dieron cuenta que ya no. Ante estos temas la tibieza no alcanza. El 27 son las elecciones. El próximo Encuentro Nacional de Mujeres será en San Luis.

 

Fuente del artìculo: https://www.clarin.com/opinion/candidatos-genero-aborto_0_gIuKBtwp.html

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México, una experiencia no compartida

Blanca Heredia

¿Qué experiencias concretas compartimos los mexicanos en la actualidad? ¿El México que vive una estudiante de la Universidad Anáhuac de la capital del país, tiene algo que ver con el que experimenta diariamente una joven de la misma edad en Tláhuac? ¿Qué tienen en común la experiencia del país que le toca navegar todos los días a un hombre mayor de clase trabajadora en Chiapas, con la que vive un hombre, también de edad avanzada, en un barrio de altos ingresos de Tapachula? ¿Se parece en algo la vida de un niño de primaria que estudia en el colegio Americano de Monterrey con la de un niño chiapaneco que asiste a una escuela Conafe?

A juzgar por el aumento en la desigualdad (muy especialmente entre los minúsculos sectores de altísimos ingresos y el resto de la población) de México, entendido como experiencia compartida en los hechos, debe quedar más bien poco. Seguramente y aunque vivido con intensidad y cercanía diferente, nos vincula (por desgracia, cada vez más) el espanto común frente a la inseguridad creciente. También el enojo frente a la corrupción rampante y progresivamente más visible. Nos sigue vinculando asimismo el alto aprecio por la familia, así como el gusto por los afectos intensos y cercanos. Eso nos queda del México en común, poco más, poco menos.

Con niveles de desigualdad objetiva y subjetiva tan gigantescos, cabe preguntarse sobre de cuál México hablarán nuestros políticos en general y, muy particularmente, aquellos que aspiran a colocarse sobre el pecho la banda presidencial en diciembre de este año. ¿En cuál México, vivido y conocido efectivamente, estarán pensando?

Las fuentes de nuestra desigualdad abismal son diversas y de larga data. Destacan, entre otras, la brutal concentración de la riqueza, las escasas oportunidades de movilidad social a través del esfuerzo, el trabajo y el mérito, y, muy especialmente, un aparato de ‘justicia’ que pareciera diseñado no para igualar la cancha, sino para perpetuar las enormes distancias que nos separan. Distancias producto, con excesiva frecuencia, de azares del destino (en qué lugar de la pirámide mexicana te tocó nacer), y de la posibilidad de acceder o no a cercanías provechosas con los que detentan el poder político, mismos que de una y mil maneras organizan y gestionan (llevándose para sí y los suyos una tajada variable de beneficios) la desigualdad imperante.

Contribuyen, en lo cotidiano, a configurar experiencias de vida radicalmente disímiles entre los mexicanos en general y entre el grueso de la población y sus élites, tanto económicas como políticas; además de las mencionadas, la escasez de ocasiones para experimentar lo ‘público’ (en principio y a cuenta de los impuestos de todos, aquello que es o debiera ser común) de forma mínimamente comparable. Me refiero a los espacios públicos (calles, parques y demás), pero también y en especial a los servicios públicos.

¿Cuándo fue la última vez –si acaso alguna– que nuestros candidatos presidenciales hayan hecho una cola en el ISSSTE, en el IMSS o en cualquier oficina pública? ¿Habrán tenido que tronarse los dedos alguna vez para pagar una cuota para que su hijo/a pudiera tomar un examen en su escuela pública? ¿Cuál de ellos habrá padecido la falta de agua en su colonia, la angustia de una hija teniendo que caminar sola todas las tardes o noches a la escuela/trabajo en un barrio difícil, o a la impotencia completa de enfrentarse a la ‘justicia’ en el caso de un abuso por parte de la policía?

Si bien no lo resolvería todo, ayudaría mucho tener gobernantes para quienes los servicios públicos no fuesen algo que padecen otros, sino una experiencia cotidiana que los conectase con la que la vive la inmensa mayoría del país. Por ejemplo, ¿no tendría la política educativa mejores resultados si la escuela de los hijos o nietos de nuestros gobernantes fuese la escuela pública?

Para creerles alguna cosa de las muchas que nos prometen, sería muy útil también saber qué tanto nuestros candidatos presidenciales estarían dispuestos a depositar del cuidado de su seguridad y su salud y la de sus familias, por ejemplo, en manos del gobierno que aspiran a encabezar. Muy útil, pues no es lo mismo gobernar una casa efectivamente compartida (en la que todos usan, por ejemplo, el mismo baño) que una en la que los gobernantes viven en una casa y el resto del país en otra.

Fuente del articulo: http://www.elfinanciero.com.mx/opinion/mexico-una-experiencia-no-compartida-5.html

Fuente de la imagen: http://www.elfinanciero.com.mx/files/article_main/uploads/2016/07/20/578f138b3c38f

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Nicaragua: Maestras y maestros respaldan formula FSLN en Diriamba.

Centroamérica/Nicaragua/19.09.2017/Autor y Fuente: http://www.cgten-anden.org.ni

Los docentes organizados en ANDEN y miembros del Movimiento de Maestros Sandinistas realizaron una caminata en la que acompañaron la fórmula ganadora del FSLN en el municipio de Diriamba, encabezada por Fernando Baltodano Velásquez y la profesora Marianela Gutiérrez Baltodano.

La exitosa marcha salió del hospital San José y concluyó en el parque contiguo al estadio Cacique Diriangén donde los candidatos presentaron su plan de gobierno municipal aprobado por nuestro presidente Daniel Ortega y Compañera Rosario Murillo.

En la actividad, Baltodano y Gutiérrez presentaron al pueblo el avión que estaba siendo armado y que permanecerá en este parque recreativo para el uso exclusivo del pueblo Diriambino gracias a nuestro Buen Gobierno Sandinista.

También se realizaron caminatas en La Paz, El Rosario, Jinotepe, Dolores y La Conquista.

¡Viva el Comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo!

Fuente: http://www.cgten-anden.org.ni/index.php/88-news/1920-maestras-y-maestros-respaldan-formula-del-fsln-en-diriamba

Imagen:  http://www.cgten-anden.org.ni/images/noticias/andenportada15092017.jpg

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Resistencia indígena en Estados Unidos

Estados Unidos/07 de Noviembre de 2016/Jornada

Mientras los medios televisivos bombardean al pueblo estadounidense con los discursos misóginos y racistas de Donald Trump, y con los rumores recurrentes en torno a los correos electrónicos de Hilary Clinton, las redes sociales y los medios de comunicación alternativos dan cuenta de una movilización indígena inédita en el último siglo en el país vecino del norte, en defensa del agua, la tierra y el territorio.

Miles de indígenas de todo el país, pertenecientes a unas 200 tribus diferentes nativas americanas, han superado sus diferencias para apoyar la lucha de la tribu Standing Rock Sioux (nación hunkpapa lakota), que se opone a la construcción de un petroducto de unos mil 800 kilómetros que atravesará su territorio, afectando sus fuentes acuíferas y tierras sagradas. El llamado Dakota Access Pipeline (DAP), cuya construcción tendrá un costo de unos 3.8 billones de dólares, transportará petróleo desde Dakota del Norte hasta Illinois, pasando a sólo medio kilómetro de la reservación. La construcción de este petroducto viola los tratados de 1868 firmados entre el pueblo sioux-lakota y el gobierno estadounidense, los cuales dieron origen a la Gran Reservación Sioux, estipulando la protección de sus derechos al agua, la caza y la pesca.

Inicialmente el petroducto iba a atravesar la ciudad de Bismark, mayoritariamente blanca, pero sus habitantes rechazaron el proyecto y éste se trasladó a tierras indígenas, lo que ha sido denunciado por los dirigentes del movimiento como un acto de racismo ambiental. Aparte de violar las tierras sagradas, destruir flora y fauna, el petroducto representa un peligro latente de contaminación del río y los manantiales de la zona. Según datos oficiales, de 1995 a la fecha han existido 2 mil incidentes con petroductos en Estados Unidos, que han causado la muerte de 347 personas y desastres ambientales que afectaron la vida de miles.

Paralelamente a un litigio legal que posibilitó la interrupción temporal del proyecto en tierras federales, los habitantes de Standing Rock han optado por la movilización y la toma de tierras, para lograr la cancelación definitiva, pues las excavaciones continúan en tierras privadas aledañas. La solidaridad con Standing Rock ha venido no sólo de la población indígena de distintas regiones de Estados Unidos y Canadá, sino también de ambientalistas, activistas y estudiantes de todo el país, que se han declarado protectores del agua y desde abril pasado mantienen un campamento permanente en las inmediaciones de la excavación. La represión ha sido constante, usando gases lacrimógenos, balas de plástico y perros entrenados contra los manifestantes. A la fecha más de 400 manifestantes han sido arrestados; la mayoría fueron liberados después bajo fianza.

Los candidatos presidenciales han optado por dar la espalda a las protestas y continuar sus campañas como si nada estuviera sucediendo. Hillary Clinton hizo una declaración muy tibia al inicio de su campaña, llamando a la conciliación y a respetar el derecho a la protesta. Donald Trump, por su parte, no ha mencionado el caso en sus discursos públicos, pero se ha referido a la necesidad de flexibilizar las leyes ambientales para apoyar a la industria energética. A unos días de las elecciones se filtró la noticia de que el candidato republicano es accionista de Energy Transfer Partners, la compañía que construye el petroducto, y que la encargada de relaciones públicas de la misma, Kelcy Warren, es una de las donantes de su campaña.

Podemos imaginarnos cuál será el futuro del movimiento de Standing Rock si gana Donald Trump. Las memorias de la represión y criminalización contra el Movimiento Indígena Americano (AIM, pos sus siglas en inglés) en la década de los 70 están presentes entre los protectores del agua. Leonard Peltier, el preso político más antiguo del continente, fue recluido en 1975 y condenado a dos cadenas perpetuas después de un enfrentamiento entre indígenas del AIM y agentes federales en la reservación de Pine Ridge, a unos cuantos kilómetros de Standing Rock.

Pase lo que pase en las próximas elecciones, el movimiento indígena del país vecino del norte estará necesitando de toda la solidaridad internacional en su lucha contra las petroleras. La defensa de Standing Rock es un símbolo de la defensa de la Madre Tierra que nos compete a todos y todas. Cierro con las palabras de uno de los dirigentes del movimiento, Mekasi Horinek: No se trata sólo de un asunto indígena. Se trata de proteger el agua y el planeta, no sólo para nuestras familias y nuestros hijos, sino para sus familias y sus hijos.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/11/05/resistencia-indigena-en-estados-unidos-r-aida-hernandez-castillo

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