Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación

España / 2 de septiembre de 2018 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Asociación Educación Abierta

Preparar para la vida

No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción. No enseñamos a cazar caballos a garrotazos por cazar; lo hacemos para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca podrá obtenerse con algo tan prosaico y especializado como la caza de antílopes. No enseñamos a asustar tigres de dientes de sable con el fin de asustar tigres; lo hacemos con el propósito de dar ese noble coraje que se aplica a todos los asuntos de la vida y que nunca podría provenir de una actividad tan básica como cazar osos.

Harold Benjamin. 1939. El currículo de dientes de sable 1.

Hubo un tiempo en el que la educación no competía en tiempo ni con el trabajo ni con el ocio. Casi toda la educación era compleja, vitalicia y no planificada, escribió una vez Iván Illich(2). Hubo un tiempo en el que la educación sucedía en cualquier lugar y en cualquier momento(3). Un tiempo en el que la distancia entre lo que sucedía en la escuela y la vida era pequeña. Un tiempo en el que se aprendía a pescar, a cazar caballos lanudos y a ahuyentar tigres diente de sable porque esas eran las tres actividades más importantes para la supervivencia de la tribu. La escuela y los aprendizajes que ésta proporcionaban tenían pleno sentido. A los niños les gustaba aprender así. Los aprendizajes escolares estaban conectados a sus intereses y a su vida.

Pero el entorno cambió y la vida, que una vez había sido segura y feliz, se volvió incierta e inquietante. Con la llegada del frío, dejaron de verse peces en el río, los caballos lanudos fueron sustituidos por veloces antílopes y los tigres dientes de sable se extinguieron dejando su lugar a osos polares. La vida había cambiado y había que adaptarse a las nuevas condiciones rápido. La escuela también debía cambiar. Las materias principales del currículo habían perdido su sentido. Estaban lejos de aquello que era relevante para la vida de los jóvenes y la supervivencia de la comunidad. ¿Por qué no cambiar entonces el currículo?, preguntaron los más inquietos del grupo. La respuesta que recibieron es la cita que encabeza este texto. No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces, sino para desarrollar una agilidad general que no se puede obtener mediante la mera instrucción […] La esencia de la verdadera educación, respondieron los ancianos y los sabios de la tribu, es la atemporalidad. Es algo que perdura a través de condiciones cambiantes, como una roca sólida que se encuentra firmemente anclado en medio de un tumultuoso torrente. ¡Debes saber que hay verdades eternas, y el currículum de dientes de sable es una de ellas! La escuela tenía que haber cambiado, pero no lo hizo. La escuela había dejado de preparar para la vida.

Desde entonces, no hemos dejado de reclamar a la escuela más relación con la vida y con los intereses de los alumnos y la hemos criticado por ser demasiado abstracta y superficial en relación con la educación extraescolar, mucho más vital, profunda y real.

Preparar para la vida ha sido y sigue siendo la gran promesa de la escuela. Todos, antes y ahora, sin importar la concepción que tengamos sobre la enseñanza y el aprendizaje, nuestras preferencias metodológicas, el currículo que defendamos o la evaluación que practiquemos afirmamos con rotundidad que el fin de la escuela es el de educar a los más jóvenes para la vida. Todas las reformas escolares, sin importar dónde, cuándo, quién las haya propuesto o cómo estén articuladas proclaman sin ambages su intención de preparar mejor para la vida.

Son muchos los que a lo largo de la historia han reclamado una mayor conexión entre la escuela y la vida, entre el aula y lo que sucede fuera de la misma. Son muchos los educadores para quienes el lema “dejad que la vida entre en la escuela” ha sido y sigue siendo su norte pedagógico(4). Abrir la escuela y salir al barrio, al museo, al campo, expandir, en definitiva, la educación ha sido una constante de todos los movimientos reformistas. John Dewey, por ejemplo, entendía la educación como un proceso vital y no solo como una preparación para la vida futura y reclamaba que la escuela debía ocuparse también de preparar para la vida actual de los alumnos. El fin de la escuela era aprender, decía Dewey, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida.

La sátira de Harold Benjamin(5), escrita en 1939, recoge bien esta inquietud por minimizar la distancia entre los aprendizajes escolares y la vida. Una inquietud que, si cabe, se ha visto incrementada en la actual sociedad de la información, y en particular con el despliegue del ecosistema digital, que ha ensanchado cada vez más la distancia entre aprendizaje, educación y enseñanza(6).

Siempre ha habido aprendizaje sin educación y educación sin enseñanza. Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación. Aprender no ha sido nunca algo que sólo suceda dentro de espacios acotados e institucionalizados para ese fin. La vida es un continuo de experiencias que significan oportunidades para aprender(7), pero en el proceso de institucionalización de la escuela, como bien ha señalado Fernández-Enguita(8), hemos identificando aprendizaje, educación y enseñanza, reduciendo, cada término al siguiente.

Ignorando o borrando artificialmente la distancia entre cada uno de esos términos, hemos llegado a confundir los planes de estudio, los libros de texto, los estándares, los objetivos y las pruebas como fines en sí mismos, en lugar de como un medio para un fin(9). Hemos confundido enseñanza con saber, promoción de curso con educación, diploma con competencia y fluidez con capacidad para decir algo nuevo(10). Hemos estandarizado y burocratizado no sólo lo que ocurre dentro de la escuela sino también gran parte de lo que sucede fuera. Creyendo ingenuamente que podíamos disciplinar la vida. Pero la vida no está organizada por disciplinas. La vida encaja difícilmente dentro de un currículo, más aún si éste es rígido y está muy compartimentado. No parece que la solución pase por disciplinar lo que sucede más allá de la escuela. Parece mejor idea, sin duda, abrir ventanas y puertas y sustituir las rígidas paredes que delimitan las aulas y los centros escolares por membranas móviles y porosas.

Si el gran desafío de la escuela es el de preparar para la vida en una sociedad cambiante, aspectos como la flexibilidad, la innovación y la interdisciplinariedad deben primar sobre la rigidez, la repetición y la disciplinariedad(11). La solución ante los enormes desafíos que enfrenta hoy la escuela no pasa ni por una vuelta al pasado, ni por más de lo mismo, reforzando los sistemas actuales en una huida hacia adelante, ni por acabar con la escuela institucionalizada a favor de nuevos de mecanismos de mercado, desescolarizando la sociedad. Al contrario, la escuela importa(12).

Preparar para la vida pasa por reclamar más escuela, pero una escuela distinta, caracterizada por una nueva cultura del aprendizaje y por una cultura organizacional de la colaboración, la innovación, la autonomía, la atención a la diversidad, la apertura y la vinculación con las familias, la comunidad y el entorno.

Preparar para la vida pasa por poner a los alumnos en el centro de su aprendizaje, implicándoles activamente en procesos de búsqueda, estudio, experimentación, reflexión, aplicación y comunicación del conocimiento(13). Pasa por hacerles responsables de su aprendizaje. Por darles la voz y escucharles. Pasa por dejarles elegir y por vincular el aprendizaje a los problemas cotidianos que afectan a su vida.

Preparar para la vida, pasa por entender que, en la escuela como en la vida, aprendemos cuando queremos y aprendemos para algo. Aprendemos de muchas maneras. Aprendemos solos y aprendemos con otros. Aprendemos haciendo y aprendemos reflexionando sobre lo que hemos hecho. Aprendemos haciendo las cosas bien y aprendemos equivocándonos. Aprendemos exponiendo y aprendemos escuchando. Aprendemos reproduciendo y aprendemos creando.

Preparar para la vida pasa por aprender a movilizar y combinar, en tiempo real, los recursos intelectuales y emocionales(14) adquiridos en la escuela para entender el mundo y poder actuar sobre él. Pasa por comprender, como dice Juan Ignacio Pozo, que aprender a decir y a hacer son dos formas diferentes de conocer el mundo y, por tanto, no basta con tener conocimiento para saber usarlo(15).

Preparar para la vida pasa por estimular la metacognición de cada estudiante, su capacidad para comprender y gobernar su propio y singular proceso de aprendizaje. Pasa por desarrollar la capacidad de aprender a aprender.

Si algo nos han enseñado las ciencias del aprendizaje en las últimas décadas es que desarrollar la facultad de aprender tiene mucho que ver con actitudes, creencias, tolerancia emocional y valores. Tiene que ver con fomentar la confianza, con creer que se pueden resolver los retos, con saber gestionar con calma la incertidumbre que rodea cualquier problema relevante de la vida, con no desanimarse cuando las cosas no salen como pensábamos, con mantener el esfuerzo.

Preparar para la vida pasa entonces por desarrollar la capacidad para tolerar la frustración y la confusión. Pasa por saber actuar sin saber qué sucederá y por aprender a vivir en la incerteza sin sentirse inseguro. Preparar para la vida requiere también sentirse apoyado y legitimado, saber que se tiene el derecho a ser curioso, a hacer preguntas incómodas, a discutir, a llevar la contraria, a imaginar cómo las cosas podrían ser otra manera y a equivocarse.

Aprender es más que nunca un asunto no circunscrito únicamente a unos espacios concretos (las instituciones educativas, las aulas), ni a unos tiempos (los de escolaridad, la educación formal), ni a unos ámbitos de conocimientos determinados (conocimientos declarativos, abstractos o factuales), ni a unas habilidades (las cognitivas), ni, por supuesto, a un único currículo, a unas metodologías únicas o a unos programas formativos normalizados y estandarizados. Preparar para la vida pasa por lograr aprendizajes más profundos y más permanentes. Pasa por enseñar menos y aprender más.

Preparar para la vida pasa por introducir mecanismos de flexibilidad y de conexión entre los aprendizajes formales e informales. Pasa por reducir la brecha entre la forma en que se “hace” el aprendizaje en las escuelas y la forma en que se “hace” en el mundo exterior. Y pasa por crear un clima y un entorno de aprendizaje adecuado donde todo esto se dé.

Pasa, en definitiva, por abrir la escuela y salir al barrio, al museo y al campo, defendiendo la idea de una escuela en la que el aprendizaje no está artificialmente separado del resto de la vida. Una escuela en la que aprendamos no solo a vivir, sino que también aprendamos cómo se vive. Una escuela que asume que el aprendizaje es vida. Preparar para la vida pasa por entender que vivir es aprender y que aprender es vivir.

Referencias:

  1. Harold Benjamin (1939). El currículo de dientes de sable. Disponible enhttp://users.ugent.be/~mvalcke/OWK_1415/toetsing/thesabertoothcurriculumshor.pdf
  2. Ivan Illich (1985). La sociedad desescolarizada. Disponible enhttp://www.mundolibertario.org/archivos/documentos/IvnIllich_lasociedaddesescolarizada.pdf
  3. Rubén Díaz y Juan Freire (eds) (2012). ZEMOS98. Disponible enhttp://www.zemos98.org/descargas/educacion_expandida-ZEMOS98.pdf
  4. Philippe Perrenoud (2012). Cuando la escuela pretende educar para la vida. Graò.
  5. Harold Benjamin (1939). Op. cit
  6. Fernández-Enguita (2018). Más escuela y menos aula. Morata
  7. Juan Freire (09/09/2013). Del aprendizaje expandido a la transformación de la educaciónhttp://nomada.blogs.com/jfreire/2013/09/transformacion-educacion.html
  8. Mariano Fernández-Enguita (2018). Op.cit
  9. Ron Ritchhart (2002). Intellectual character. What it is, Why it matters, and How to get it. Jossey-Bass
  10. Iván Illich (2012) ¿Por qué debemos privar de apoyo oficial a la escuela?
  11. Álvaro Marchesi & Elena Martín (2016). Calidad educativa. Alianza Editorial
  12. La escuela no importa fue, simplificando mucho, la principal conclusión del informe Coleman solicitado por la estadounidense Ley de Derechos Civiles de 1964 que cambió profundamente la manera de abordar las reformas educativas.
  13. Ángel Pérez Gómez (2007). La naturaleza de las competencias básicas y sus aplicaciones pedagógicas
  14. Philippe Perrenoud (2012). Op. cit.
  15. Juan Ignacio Pozo (2016). Aprender en tiempos revueltos. Alianza

 

Fuente del Artículo:

«Siempre ha habido mucha educación sin escuela y mucho aprendizaje sin educación.»

ove/mahv

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Hablemos de educación

España / 30 de diciembre de 2017 / Autor: Carlos Magro / Fuente: Co.labora.red

“Cuando el corto plazo, cada vez más común, desplaza a una praxix vinculadora a largo plazo, que sería, a su vez, una forma de final, aumenta la atemporalidad, reflejada en el ámbito psicológico como angustia e inquietud. La creciente discontinuidad, la atomización del tiempo, destruye la experiencia de la continuidad. El mundo se queda sin tiempo.”

Byung-Chul Han. El aroma del tiempo

Te propongo que respires, que cojas aire y aminores un poco tu ritmo. Si estás caminando, que apacigues tu ritmo. Dejes, por un momento, de dirigirte hacia un punto concreto y comiences a pasear, a vagabundear, a deambular y a callejear. Te propongo que te tomes los próximos minutos (lo que tardes en leer esto) con un poco más de calma de lo normal. Que te demores en pensar y te pares a escuchar a tu alrededor. Que te des un poco de tiempo para hablar no solo sobre lo urgente, sino también de lo importante. Te propongo que abandones por un momento las opiniones apresuradas, dejes de lado las afirmaciones rotundas y suspendas por un rato los juicios taxativos. Y que, después, te demores un rato en hablar con otros no solo sobre lo que hay que hacer, sino también sobre lo que queremos hacer. No solo sobre lo que pasa sino, sobre todo, sobre lo que nos pasa. Te propongo que hablemos de educación.

Aprender se ha vuelto una actividad imprescindibleEducar también. Nunca como hasta ahora había habido tanto interés social por la educación, ni tanta demanda de formación. La educación importa, nos importa. La educación interesa a la sociedad, nos interesa, nos interesa mucho.

Podemos decir que vivimos, por fin, en la sociedad del aprendizaje anunciada hace casi cinco décadas. Una sociedad en la que, paradójicamente, se está produciendo una brecha creciente entre las necesidades sociales de educación y los resultados que los sistemas educativos son capaces de generar, y que nos reclama un cambio profundo en nuestras formas de aprender y de enseñar, desafiándonos a repensar la educación. Cada día pedimos más a la educación porque sabemos que solo las personas capaces de aprender podrán encarar con alguna garantía el futuro.

Tutoria da Infância, Lisboa, Portugal https://flic.kr/p/57JwBu

Tutoria da Infância, Lisboa, Portugal https://flic.kr/p/57JwBu

Estamos viviendo, probablemente, la mayor oportunidad de reescritura de la educación tradicional de las últimas décadas. Tenemos la oportunidad, pero también la responsabilidad de trabajar por una educación mejor, por una educación transformadora. Es un buen momento para soñar y trabajar por la escuela que queremos.

El acuerdo social y profesional sobre la necesidad de la transformación educativa es lo suficientemente amplio como para extender al conjunto del sistema educativo los procesos de cambio que ya se están produciendo, liderados por miles de docentes, en cientos de centros educativos. Hay un enorme (y real) interés social por dialogar sobre educación y por contribuir a su transformación. Interés que está condicionado por la falta de espacios en donde el debate educativo se produzca sin manipulación.

Juan Carlos Mejía. Al final de clase. https://flic.kr/p/nzV6FN

Juan Carlos Mejía. Al final de clase. https://flic.kr/p/nzV6FN

El debate educativo está secuestrado y mal alimentado. Sufre la anemia provocada por su altísima polarización en torno a enfrentamientos partidistas, intereses corporativos y, últimamente, por la estrechez interpretativa provocada por los datos de las agencias económicas internacionales. Carece de profundidad y de diversidad. Ni hablamos sobre los temas relamente importantes, ni hablamos todos.

En este escenario, buscar el acuerdo no parece un objetivo necesario, como tampoco lo es la preocupación por los intereses de los alumnos. Sin embargo, más allá de los debates partidistas, comerciales, corporativos o académicos que atraen la mayor parte de la atención de los medios, hay mucha vida en la educación española.

En la Asociación Educación Abierta llevamos tiempo pensando que ha llegado el momento de hablar de educación. Hablar, de verdad, de educación. Pensamos que ha llegado el momento de abrir un debate, pausado y razonado, que nos permita ampliar el campo del diálogo, incorporando voces y experiencias al debate educativo.

Si realmente queremos cambiar la educación es necesario crear espacios en donde podamos escuchar las voces de todos los que nos consideramos afectados por la educación. La mejora de la educación es una responsabilidad social. Es una responsabilidad de todos.

Pedro Ribeiro. Reforço após a aula. https://flic.kr/p/81YLZV

Pedro Ribeiro. Reforço após a aula. https://flic.kr/p/81YLZV

Calmar la educación nace con la voluntad de abrir un diálogo crítico sobre educación. Abrir un diálogo distinto para conseguir un sistema educativo distinto. Abrir un debate sobre aquello que nuestros esfuerzos educativos deben tratar de conseguir. Debatir sobre cuáles deben ser los parámetros de una buena educación y sobre qué entendemos que es educativamente deseable. Calmar la educación propone retomar el debate sobre los fines de la educación (por qué educamos). Calmar la educación aspira a redefinir el mapa del debate educativo, liberandolo de sus inercias, ampliando sus escenarios, aumentando los temas de debate e integrando nuevos participantes y nuevas voces. Superar la manera generalmente crispada con que se han planteado los temas educativos.

Calmar la educación busca poner como prioridad lo que sucede a los alumnos, y por tanto, a sus familias. También lo que les sucede a los docentes.

Calmar la educación parte de la evidencia de que la enseñanza hoy en día es complicada, no es sencilla, como bien han señalado Andy Hargreaves y Michael Fullan. Y que ser docente es una tarea complejalaboriosa, paciente y difícil. Mucho más de lo que la gente cree y muchísimo más de lo que piensan los políticos, como bien ha apuntado Francisco Imbernón. Y por tanto, que no se trata de innovar contra las escuelas, sino con ellas y que para cambiar la educación es necesario hacerlo con los docentes.

#CalmarEdu pasa por implicar a los actores tradicionales, pero también a los emergentes. Facilitando miradas alternativas para transformar el sistema educativo, prestando atención no solo a lo cuantitativo, los grandes datos y las estadísticas sino también a lo cualitativo, lo pequeño, las múltiples conexiones que se dan cada día, los matices, lo efímero y lo contingente. Hablando más de slow school que de smart school y más de small data que de big data.

El pasado 17 de junio, en Medialab Prado, reunimos a más de 100 personas interesadas en educación, desde alumnos a familias, pasando por docentes, académicos, gestores, agentes sociales, empresarios, responsables educativos, responsables de la administración. Todos ellos participaron a nivel personal.

Marcos de Madariaga. Plaza de Jacinto Benavente. Madrid. 2011. https://flic.kr/p/9KohoL

Marcos de Madariaga. Plaza de Jacinto Benavente. Madrid. 2011. https://flic.kr/p/9KohoL

Como punto de partida pusimos sobre la mesas de trabajo 9 temas de trabajo y 90 preguntas (los alumnos, la inclusión, el currículo, la evaluación, la formación, los espacios y los tiempos en educación,…). 9 temas y 90 preguntas del tipo: ¿Para qué ir a la escuela en el siglo XXI?, ¿De qué hablamos cuando decimos educación inclusiva?, ¿Cómo deben contribuir las familias a la definición y seguimiento de los proyectos de centro?, ¿Cómo promover el aprendizaje entre los profesionales de la educación?, ¿Cómo debe ser un aula?, ¿Cómo integrar el barrio o el pueblo en el aprendizaje escolar?, ¿Cómo organizamos el curriculum?, ¿Es evaluar un elemento imprescindible del sistema educativo?.

Una jornada intensa en la que buscábamos propuestas para cambiar los tiempos en la escuela y para la escuela. En la que buscábamos menos presión y más comprensión para un sistema educativo que ha cumplido de manera más que razonable sus objetivos en los últimos 50 años. Una jornada que nos confirmó el enorme interés que hay por dialogar sobre educación y contribuir a su transformación. Una jornada en la que pudimos escuchar la voz clar y sabia de los alumnos. Una jornada emocionante e ilusionante.

Rafael Edwards. Primera fila https://flic.kr/p/jJQFH8

Rafael Edwards. Primera fila https://flic.kr/p/jJQFH8

Ha llegado el momento de someter a debate las propuestas que de allí salieron y que se han ido consolidando estos últimos meses para, sobre ellas, elaborar una nueva. Nuestro objetivo ahora es que todo el que esté interesado pueda aportar su experiencia, porque todos estamos concernidos por la educación. La legitimidad de las propuestas no pretende ser otra que la que le otorgemos quienes participemos en su elaboración.

Necesitamos tiempo para reflexionar en la escuela, sobre la escuela, con la escuela y para la escuela. Necesitamos tiempo para cuestionarnos cómo construir los valores de una convivencia democrática y cómo deben encarnarse en los alumnos, docentes y familias.

Os invito a entrar en http://calmaredu.educacionabierta.org/propuestas, leer las propuestas con calma y a dejar vuestra contribución en forma de comentario si así lo consideráis. ¡Gracias!

Fuente del Artículo:

Hablemos de educación

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