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España: La pandemia dispara la demanda para estudiar Ciencias de la Salud

Las inscripciones en Medicina aumentan un 44%, una subida que los expertos atribuyen al “buen ejemplo” de los sanitarios durante la pandemia

El coronavirus ha despertado el interés de los estudiantes por la salud. La demanda para cursar Medicina en las universidades públicas se ha disparado un 44% en un año, pasando de 44.589 solicitudes en el curso 2019 a 64.164 en 2020. Es decir, 19.575 alumnos más pidieron matricularse en esta carrera el año pasado, lo que supone el incremento más alto en este grado desde que el Ministerio de Educación empezó a registrar hace una década las estadísticas sobre las preferencias de los alumnos. También han aumentado las solicitudes de matrícula en Enfermería (32%) y otros títulos relativos a las Ciencias de la Salud (15%). Los expertos académicos consultados coinciden en que el ejemplo de los sanitarios que han trabajado sin descanso durante la pandemia de coronavirus ha sido la clave para reforzar las aspiraciones de los estudiantes.

Este ascenso de la demanda se enmarca dentro de una subida generalizada: el conjunto de las titulaciones ha ascendido un 16% de media. Pablo Lara, presidente de los decanos de Medicina, señala que las modificaciones académicas por la covid han generado una mayor competitividad. Tras el cierre de los institutos, las comunidades autónomas acordaron levantar la mano a la hora de evaluar a los bachilleres, lo que desembocó en un 8% más de aprobados y la selectividad más masiva de la historia con 225.000 aspirantes. “Pudieron elegir entre más opciones de respuesta en el examen, por lo que mucha gente aprobó”, aclara Lara. Unos 28.000 jóvenes más que en el año anterior (sin contar la recuperación) compitieron por las mismas plazas en las universidades. No obstante, Cristina Monforte, presidenta de la Conferencia Nacional de Decanos de Enfermería, considera que este no es un factor decisivo para explicar la alta demanda de carreras sanitarias, porque el número de solicitudes no ha sido tan elevado en otros grados. “Sin duda, la covid ha influido en el interés de los jóvenes por la salud”, sentencia.

Paula Setién entró en septiembre en el grado de Enfermería de la Universidad Autónoma de Madrid. Esta joven de 19 años siempre ha tenido claro que la salud era su vocación y reconoce que la pandemia despejó todas sus dudas. Cada día ha visto llegar a casa a sus padres ―médico y enfermera― con los ojos llenos de lágrimas y un cansancio que atenazaba sus músculos. “Ha sido muy duro, pero también he visto a la gente aplaudiendo en los balcones, valorando su trabajo y yo solo pensaba que quería ayudar a los demás”, aclara. Monforte afirma que el “buen ejemplo” de los sanitarios ha potenciado el interés entre los estudiantes con vocación sanitaria. “Ver que disponemos de grandes profesionales que son capaces de anteponer la salud de los demás a pesar del riesgo por el virus y de no tener equipos durante la primera ola ha sido muy motivador”, señala la también decana de Enfermería de la Universidad Internacional de Cataluña.

En este contexto de alta demanda, ya no vale con tener buena nota, sino que hace falta una excepcional para acceder a la mayoría de grados relacionados con las Ciencias de la Salud. Elena López lo tiene presente cada día. La primera opción de esta madrileña de 16 años es estudiar Medicina en la Universidad Complutense, donde la nota de corte este año es de 13,408 sobre 14. La joven prepara a conciencia sus exámenes para superar con ventaja Bachillerato. “Soy buena estudiante, mis notas no bajan del 8,5, pero me agobia no llegar a lo que piden y tener que hacer otra carrera”, aclara. Medicina es uno de los grados a los que es más difícil acceder, por cada alumno que entra hay 11 que no lo consiguen. En Enfermería ese número es de casi tres y en el resto de carreras de Ciencias de la Salud, de dos.

Muchos estudiantes que se quedan fuera acceden a otros grados de salud o emigran a otros países para estudiar, según Lara y eso que el número de facultades que imparten Medicina ha subido de 28 a 42 en poco tiempo. Solo Corea del Sur tiene más centros por millón de habitantes. El también decano de la Universidad de Málaga sostiene que no existe una solución para absorber a todos los alumnos. “No podemos plantearnos abrir más facultades o plazas porque dependen de las necesidades sanitarias de las comunidades autónomas y de los puestos laborales que hay disponibles”, aclara. Lara considera que los estudiantes deberían barajar varias opciones a la hora de acceder a la universidad ante el aumento de la demanda. “Es una pena que muchos estudiantes no puedan acceder al grado que eligen, pero peor sería que acabaran la carrera después de años de esfuerzo y no tuvieran empleo”, añade.

Prácticas de Enfermería en la Universidad de Internacional de Cataluña.
Prácticas de Enfermería en la Universidad de Internacional de Cataluña. CRISTÓBAL CASTRO

La investigación sanitaria, más visible

La pandemia también ha levantado el interés de los jóvenes por los grados relacionados con la investigación. La mayor demanda se ha traducido en un aumento generalizado de las notas de corte para acceder a carreras derivadas de la biología. Por ejemplo, el grado de Bioquímica en la Universidad Complutense ha ascendido de un 12,546 a un 13,076; el de Biotecnología en la Politécnica de Valencia ha aumentado de 12,469 hasta 13,018; y el mismo grado en Salamanca ha pasado de un 12,408 a un 12,958. Estos estudios incluyen varias áreas de trabajo como la sanitaria, la agroalimentaria o la industrial. Antonio Segura, decano de Biología de la Universidad de Santiago de Compostela, apunta que ahora muchos alumnos se decantan por la salud. “Hemos notado la influencia de la pandemia porque ahora, por ejemplo, de 40 alumnos que cursan Biotecnología en mi universidad, 30 se decantan por el itinerario sanitario”, afirma.

Cuando era niño, Pablo Alcalá ya soñaba con ser científico. Este albaceteño de 19 años decidió seguir su inquietud cuando en 2018 comenzó a estudiar Bioquímica y Ciencias Biomédicas en la Universidad de Valencia. Confiesa que la pandemia ha reforzado su ánimo para completar los tres años que le quedan para llegar a “curar vidas”. “Me he sentido orgulloso al ver noticias de investigadores españoles trabajando en la vacuna contra el coronavirus y solo deseaba estar ahí”, cuenta. Pedro Casero, presidente de la Conferencia Española de Decanos de Biología, apunta que la pandemia ha puesto de manifiesto la importante labor de estos profesionales. “Lo que nos ha enseñado la covid es que la ciencia es fundamental y en concreto la biología, porque sin ella no existirían las vacunas”, afirma el también decano de la Universidad de Extremadura.

Pronosticar si se mantendrá el nivel de demanda por grados de Ciencias de la Salud en el futuro es una tarea imposible, según la presidenta de los decanos de Enfermería. Sin embargo, lo que Lara tiene claro es que el aumento del interés por estudiar estas carreras es una buena noticia: “A pesar de las dificultades que han vivido los sanitarios y el gran esfuerzo de los investigadores, que sigamos teniendo tantos estudiantes tan brillantes y tan motivados por su formación repercute en el bienestar de la sociedad. Está claro que el futuro de la sanidad va a estar en muy buenas manos”.

Fuente: https://elpais.com/educacion/2021-05-15/la-pandemia-dispara-la-demanda-para-estudiar-ciencias-de-la-salud.html

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La primer ministro de ciencia de Colombia enfrenta llamados a renunciar por haber realizado tratamiento del cáncer basado en hongos, sin protocolos científicos

El primer ministro de ciencia de Colombia enfrenta llamados a renunciar por el tratamiento del cáncer basado en hongos

En diciembre de 2019, cuando el presidente colombiano Iván Duque Márquez nombró a la bióloga molecular Mabel Gisela Torres Torres para ser la primera jefa del recién creado Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, solo unos pocos investigadores de la nación sabían quién era ella.

Torres era «un completo desconocido», recuerda Gustavo Quintero Hernández, decano de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Del Rosario.

Ahora, Torres ya no es oscura, y se encuentra en el centro de la controversia que ha incluido pedidos de renuncia.

La tormenta comenzó el 10 de enero, 1 día antes de que Torres asumiera el cargo, cuando el periódico El Espectador publicó una historia que plantea preguntas sobre su historial de investigación. La historia informó de una afirmación que hizo Torres, durante una entrevista transmitida en agosto de 2019, de que esencialmente había realizado un ensayo clínico informal y no controlado con pacientes con cáncer. Torres dijo que había dado una infusión hecha de un hongo que estaba estudiando a pacientes con cáncer cervical, de seno y cerebral, y que su salud había mejorado. No buscó revisiones formales de ética, seguridad y eficacia antes de comenzar el trabajo porque habría tomado demasiado tiempo y porque creía que el hongo no representaba una amenaza para la salud humana, le dijo al mismo periódico al día siguiente . También dijo que no ha publicado la gran cantidad de datos que afirmó haber recopilado de tales estudios «como un acto de rebelión», aunque planea presentar una solicitud para patentar sus hallazgos.

Los comentarios de Torres provocaron la condena inmediata de muchos científicos colombianos, y más de seis sociedades científicas y médicas emitieron declaraciones de preocupación. «No podemos aceptar actitudes despectivas en relación con el método científico, la laxitud con los códigos éticos de experimentación científica y el desdén por el proceso de publicación y revisión por pares», dijo la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en un comunicado.

«Solo podemos lamentar que el curso de cómo hacer ciencia en nuestro país haya quedado en manos de la pseudociencia», dijo la Asociación Colombiana de Facultades Médicas (ASCOFAME) en un comunicado.

Algunos investigadores creen que Torres debería renunciar. «Queremos que renuncie», dice Juan Manuel Anaya, inmunólogo de la Universidad de Del Rosario. Su «acto de ofrecer una esperanza a los pacientes con cáncer debe ser criticado», dice, porque era «poco ético y eventualmente peligroso». Era parte de la Misión Internacional de Sabios, un grupo asesor de 47 miembros de la nación. y comunidad científica internacional que ayudó a establecer metas para el nuevo ministerio.

Torres no respondió a las solicitudes de comentarios de Science Insider. Pero el 30 de enero le dijo al periódico El Tiempo que no renunciaría. «Siempre he creído que [ser nombrada ministra] no es un accidente», dijo.

En una declaración anterior, Torres defendió su trabajo, que se centró en la taxonomía, la genética y los compuestos bioactivos de hongos en el género Ganoderma . «En ningún momento he declarado de manera simplista que esta especie es la cura contra el cáncer», escribió en la declaración del 18 de enero. “No he ofrecido una medicina, y mucho menos la comercialicé. He observado rigurosamente los protocolos de ética establecidos para la experimentación científica en general y los que se aplican específicamente en mi campo disciplinario «.

La controversia había desanimado a muchos investigadores que solo hace 1 año celebraban un impulso exitoso para crear el primer ministerio de ciencia de Colombia. “Ha sido muy frustrante. … Esperamos comenzar con el pie derecho «, dice Gabriela Delgado Murcia, inmunóloga de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

«Es muy sorprendente que una persona que tiene dificultades [adhiriéndose] al método científico sea la persona que liderará la ciencia de este país», dice el médico Quintero Hernández, presidente de la junta de ASCOFAME.

Otros están reteniendo el juicio. Laura Guzmán Dávalos, quien era doctora en Torres. El asesor de la Universidad de Guadalajara describió a Torres como un «estudiante brillante» y señala que los estudios en células y ratones han sugerido que los metabolitos en los hongos que Torres estudió tienen potencial como tratamiento contra el cáncer. Y ella dice que aunque no está al tanto de ningún estudio clínico en humanos, «no creo que sea una mala idea» que Torres le haya dado su hongo a los pacientes. Los hongos están destinados a complementar, no reemplazar, los tratamientos tradicionales contra el cáncer, como la quimioterapia, señala. Ella misma toma un suplemento derivado de hongos, dice Dávalos, y muchos profesores de su universidad dan los suplementos a pacientes con cáncer.

El biólogo marino Juan Armando Sánchez Muñoz, de la Universidad de Los Andes, que también era miembro de la Misión Internacional de Sabios, dice que desea que Torres sea más enfático en sus comentarios sobre el método científico y la ética médica. Pero también señala que, en su posición actual, su trabajo no es hacer ciencia sino administrar programas de investigación y financiación. «Tenemos que darle la oportunidad de demostrar que puede hacerlo», dice.

Fuente: https://www.sciencemag.org/news/2020/02/colombia-s-first-ever-science-minister-faces-calls-resign-over-fungi-based-cancer

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Educación para el siglo XXI

Por Ramsés Vargas

Las carreras tecnológicas, de diseño y mercadeo, seguidas por las ciencias de la salud, son las carreras del siglo XXI.

Está muy en boga por estos días referirse a las universidades y otros centros educativos como entidades sin ánimo de lucro, como si estas se ocuparan solamente de buscar vehículos jurídicos que les permitiesen aliviar sus cargas tributarias, y no como instituciones con un objetivo y mandato superior cuál es el de ocuparse de la formación de las nuevas generaciones.

Temas como el desmantelamiento de redes de convalidación de títulos de especialidades médicas, las propuestas para endurecer los requisitos para acceder al título de abogado; y muchos otros temas de naturaleza regulatoria y sancionatoria ocupan el debate nacional en torno a la educación.

Pero, me pregunto si además del debate en calidad –muy pertinente por demás-, no estamos olvidando el debate acerca de lo necesario. Seguimos buscando formar profesionales en áreas clásicas de lo que consideramos una educación pertinente, abogados, médicos, ingenieros y profesionales en ciencias sociales, entre otras.

Los gobernantes, educadores, profesionales y ciudadanos debemos entender que la agenda educativa es un espacio de concertación permeado por diferentes variables, tales como el mercado laboral, la oferta, la demanda y las necesidades del sector productivo. Tal vez la humanidad nunca había avanzado tan rápido como en nuestra era, y ello conlleva que los ámbitos académicos y de formación tengan que adaptarse constantemente.

La educación virtual, las tecnologías de la información y el teletrabajo, entre otras situaciones, ciertamente imponen retos a la manera en la que vemos la educación. En igual sentido, los jóvenes de este siglo y los llamados millenials son cada vez más inquietos, su vida laboral no es de más de 1 o 2 años por posición, y sueñan con emprendimientos, eso también nos hace replantear las competencias por las que se decantan en su ámbito educativo.

El ‘boom‘ alrededor de la economía creativa, el emprendimiento y los desarrollos tecnológicos han generado un maridaje excepcional entre la creatividad artística, musical, literaria, artesanal, los derechos de propiedad y las patentes, y las carreras de tecnología, diseño e ingeniería; esto, que es un terreno de jóvenes, debe ser aprovechado por las instituciones, los gobiernos y los educadores para fomentar desde los colegios la creatividad, e identificar talento con el fin de construir currículos adecuados que permitan al alumno un tránsito eficaz hacía la vida universitaria.

Atrás quedaron esos años en donde los muchachos desubicados optaban por una ciencia social, o donde los padres imponían una carrera por tradición o seguridad económica, hoy día un diseñador de cualquier ámbito, un chef, un arquitecto o un músico gana lo mismo o más que un abogado, y en ello es en lo que nos debemos concentrar. El bono demográfico que tiene Colombia le impone el reto de conciliar política educativa con realidad social, ello es lo que no solo nos llevará al anhelado desarrollo, sino que nos hará más competitivos.

Las carreras tecnológicas, de diseño y mercadeo, seguidas por las ciencias de la salud, son las carreras del siglo XXI, hay un déficit por ejemplo en materia de expertos en ciberseguridad, analistas de información, desarrolladores de software, todas áreas novedosas que debemos buscar promover de una manera responsable y articulada.

En la medida en que aprendemos a través de ordenadores, equipos tecnológicos y trabajamos a distancia, y gracias a las tecnologías de información podemos lograr mayor cobertura educativa, mejor oferta y reducir los costos de matrículas, desplazamientos y útiles, logramos una verdadera materialización de derechos en cuanto a la posibilidad de acceso a la educación.

Que bueno soñar con un Chocó o una Guajira interconectada que pueda recibir virtualmente lecciones y transferencia de conocimientos desde cualquier universidad de Colombia, que los niños y jóvenes aprendan desde su entorno y realidad, y que practiquen lo que aprendieron en sus zonas, que el conocimiento se quede y se difunda en donde más se necesita, no en esa migración educativa en donde solo aquellos que cuentan con los recursos económicos, o acceden a una beca, pueden ir a los centros urbanos a buscar una universidad, y mucho menos que escojan carreras clásicas como el derecho para regresar a una vida de escritorio.

Este es el reto de la educación del Siglo XXI, en donde la información está a la mano en un mundo cambiante con jóvenes inquietos y universidades que se deben adaptar a las nuevas realidades, este segundo renacimiento que vivimos gracias a las tecnologías de la información y el resurgimiento de la inquietud iluminista, es el terreno para que un país lleno de talento como Colombia se posicione en la segunda década del siglo como un líder en innovación y desarrollo.

* Rector de la Universidad Autónoma del Caribe

Fuente: http://www.semana.com/opinion/articulo/ramses-vargas-lamadrid-educacion-para-el-siglo-xxi/498722

Imagen: www.lampadia.com/assets/uploads_images/images/Using-ipads-in-the-classroom.jpeg

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