Cuba: La educación cubana antes y después de la pandemia

La educación cubana antes y después de la pandemia

Por: Luis A. Montero Cabrera

 

Es fácil de imaginar que los asirios que inventaron la escritura como forma de dejar conocimientos grabados para siempre en unas tabletas mediante, deben haber sido muy reconocidos y también muy criticados por sus coetáneos. Eso debe de haber ocurrido hace unos 6000 años. Muchos seguramente lo agradecieron entonces.

Las ideas e informaciones que antes las personas se llevaban a la tumba, o el viento a la nada, iban a quedar grabadas para que otros también las conocieran, aunque nunca hubieran tenido oportunidad de oír a los originadores. Seguramente que también aparecieron criterios contrarios, los que decían que un pedazo de piedra con trazos nunca sustituiría la riqueza de una conversación presencial.

La vida demostró que todos tenían bastante razón y que los argumentos a favor y en contra eran de alguna forma complementarios en la riqueza y diversidad de nuestra existencia. Efectivamente, nada fue igual para la humanidad después que se inventó la escritura. Los avances para el bienestar y la supervivencia fueron inmensos.

Ya desde mucho antes de la ocurrencia de la pandemia del COVID 19 se habían desarrollado formas efectivas de educar a distancia, donde los estudiantes y los profesores no compartían el mismo espacio. En tiempos tempranos de la Revolución Cubana nuestros niños estuvieron quizás entre los primeros de este mundo que recibieron clases por televisión, con algunos de los mejores maestros del país impartiéndolas en vivo desde un estudio. Así se contribuyó a lograr tempranamentela ambiciosa meta de una educación universal, gratuita y de calidad en un país pobre y bloqueado. Eso ocurrió en la década de los 60 y 70 del siglo pasado.

Los docentes más calificados no alcanzaban para todos en clases presenciales, y así se multiplicaban hasta el lugar más recóndito, allí donde la tecnología moderna e innovadora de la televisión si podía llegar y ese maestro no. También existían cursos por correspondencia, desde antes. Se podían además grabar voces y oír las clases aunque con medios que hoy nos parecen primitivos.

Siguiendo la tradición de los que inventaron la escritura, las llamadas nuevas tecnologías de la comunicación han transformado todo muy rápido en las décadas más recientes. Y también han sido criticadas. El precio de muerte e ignorancia que la humanidad tuvo que pagar hace un siglo, cuando la anterior gran pandemia, por mantener las clases presenciales o suspenderlas indefinidamente, según el caso, ha sido reducido considerablemente.

Muchos en este mundo ahora han podido tomar la decisión de que se suspendan indefinidamente las clases presenciales sin afectar sensiblemente la educación. Esto ha sido posible sobre todo en los niveles donde los estudiantes están más maduros, como es el caso de las educaciones secundarias y universitaria. La televisión, que era un medio donde el maestro podía ser visto y escuchado por los alumnos, ha llegado a ser maravillosamente superada por las reuniones a distancia, donde un profesor puede impartir una clase en Beijing y un estudiante atenderlo y preguntarle dudas, en tiempo real, desde Sídney, Australia, y al mismo tiempo que otro en Estocolmo, en Suecia. Y el profesor puede verles las caras, de cerca y al que desee.

La tecnología ya existía desde hace tiempo, pero su uso intensivo por culpa de la pandemia ha disparado el avance de las aplicaciones informáticas que permiten esto, y las ha perfeccionado. De pronto Zoom, BlueJeans, Webex, GoogleMeet, y muchos otros sistemas se han hecho muy populares. Los hay excelentes, gratuitos y de código abierto como JitsiMeet, nacido en la Universidad de Estrasburgo, en Francia. Muchos maestros han aprendido nuevas formas no presenciales de expresarse con eficiencia y muchos estudiantes las de asimilar conocimientos así. También se ha verificado que nada puede sustituir la presencia de un profesor en un aula impartiendo su clase, pero si complementarlo, aun cuando los tiempos sean más normales.

Las medidas de prevención de la pandemia en nuestra Patria no han podido contar con estas ventajas y la educación secundaria y universitaria se han visto obligadas a detenerse en gran medida. A pesar de los grandes avances recientes en la penetración de internet en la sociedad, no se ha podido remontar a la velocidad deseada el tiempo de desarrollo requerido. Mantenemos una distancia considerable a la meta hoy imprescindible de tener acceso ubicuo, permanente y eficiente de todos los ciudadanos a internet. Nosfalta correspondencia con la tecnología de los tiempos que corren que no es congruente con el nivel cultural de toda la población que la Revolución ha proporcionado. Los hechos deben reconocerse y sus razones encontrarse, sobre todo para acumular experiencias que eviten nuevos contratiempos. Pero lo más importante y adecuado ahora sería sobre todo proyectar el futuro desde el presente.

La pandemia, vista desde la atalaya fidelista de “convertir el revés en victoria”, nos ha conducido a muchas importantes y radicales acciones urgentes que deberán quedarse. Estamos agilizando las sinergias, que algunos llaman “encadenamientos”, entre los diversos componentes de la trama económica de la sociedad, las que se habían visto también afectadas por la insuficiencia de los medios modernos de comunicación.

Nos ha creado,así mismo, un escenario favorable para hacer “borrón y cuenta nueva” con muchas corruptelas que la vida diaria que una gestión mercantil incompleta nos había ido contaminando.Estamos emprendiendo la tan esperada reforma económica acordada hace varios años. Inevitablemente, también nos ha recordado a la ciencia y la innovación en el lugar protagónico que deben tener en una sociedad socialista del siglo XXI.

SI todo esto lo podemos llevar a cabo, también tendríamos que abordar un plan nacional urgente o emergente, con plazos bien determinados, para completar y mantener hacia el futuroun acceso eficiente de todos los cubanos a las nuevas tecnologías en todo el país. La necesidad de avanzar para el acceso ubicuo a internet es impostergable. Una de las ventajas de tener la política de un pueblo unido es que esto se hace más fácil que si nuestro escenario fuera el de muchos intereses de grupos y personas en pugna, como ocurre en países capitalistas.

No es un sueño, sino algo perfectamente realizable, que los cubanos estemos entre las naciones más avanzadas del mundo, si no la más, en la utilización de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para la educación en todos los niveles. El potencial humano para usar y desarrollar la tecnología y a pedagogía lo tenemos. El sistema social y político que puede plantearse un plan acelerado y efectivo para lograrlo también lo tenemos. La voluntad y conciencia de la necesidad hay que extenderlas, pero debe ser tarea sencilla en las condiciones actuales. ¿Lo emprendemos? ¡Esto es Cuba!

Autor: Luis A. Montero Cabrera

Fuente de la Información: http://www.cubadebate.cu/opinion/2020/09/16/la-educacion-cubana-antes-y-despues-de-la-pandemia/#.X2V1kPZKh0w

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Solidarios pero machistas: ¿por qué el ‘software’ libre no escucha a las mujeres?

14 de diciembre de 2016 / Fuente: http://www.eldiario.es/

Por: Marta Sofía Ruíz

La comunidad del código abierto se caracteriza por su solidaridad: los desarrolladores realizan, de forma gratuita, modificaciones de ‘software’ para mejorar proyectos ajenos. Sin embargo, a pesar de su espíritu colaborativo, esta sociedad ‘online’ es machista y prejuzga las aportaciones femeninas. Las programadoras solo son tratadas como iguales si no se identifican como mujeres.

Los sesgos de género en el campo de la ciencia y la tecnología se han documentado en distintos estudios. Recientemente, un  análisis sobre el proceso de selección para un puesto de laboratorio demostró que, ante un mismo currículum, tanto hombres como mujeres evalúan las habilidades del candidato más positivamente si el solicitante es varón. Las mujeres obtienen puntuaciones más bajas por currículums con exactamente las mismas características que las de sus compañeros hombres y tienen menos posibilidades de ser contratadas porque son percibidas como “menos competentes”.

Por desgracia, parece que estos sesgos de género también están presentes en la comunidad de código abierto, en la que el primer indicador de discriminación es el dato de la baja presencia femenina: solo un  11,2 % de los programadores son mujeres.

 Github, una plataforma de desarrollo colaborativo que facilita el alojamiento de ‘software’, la reutilización de código y la participación en proyectos de terceros, se caracteriza por un supuesto espíritu de solidaridad y colaboración. A pesar de ello, un  estudio reciente sobre esta página indica que las contribuciones de mujeres tienden a ser rechazadas por los creadores de las iniciativas con más frecuencia. Eso sí,  solo cuando su género es reconocible.

“Nuestro análisis indica que las contribuciones de las mujeres suelen ser más aceptadas que las de los hombres. Sin embargo, cuando su género es identificable, son rechazadas más a menudo”, explica a HojaDeRouter.com Emmerson Murphy-Hill, investigador de la universidad de Carolina del Norte (EE.UU.)

Las contribuciones de las mujeres tienden a ser rechazadas más habitualmente.
Las contribuciones de las mujeres tienden a ser rechazadas más habitualmente.

Este contraste entre el nivel de aceptación cuando publican desde el anonimato y el de rechazo cuando se identifican como mujeres ha llamado especialmente la atención de los investigadores. Entre las posibles causas, señalan que las desarrolladoras que han logrado vencer todos los obstáculos podrían ser especialmente competentes.

“Estamos sorprendidos de que las peticiones sean mucho más aceptadas en el caso de las mujeres», afirma el científico. «Sospechamos que tiene que ver con la autoselección: las mujeres que están en GitHub son más competentes, quizás porque otras fueron desanimadas por una gran variedad de razones y no llegaron a conseguirlo”.

El estudio sobre esta comunidad basada en ‘software’ libre es uno de los primeros que se han llevado a cabo en este campo, pero un reflejo de lo que es habitual en internet. “Trabajos previos habían documentado de forma cualitativa los sesgos de género en la comunidad de código abierto. Y conocíamos casos personales, así que era una buena oportunidad para examinar estos sesgos con una gran base de datos y asignar cifras a los resultados anteriores”, destaca  Murphy-Hill.

INTERNET, UN LUGAR INHÓSPITO PARA LAS MUJERES

En su libro ‘Unspeakable things’, la periodista británica  Laurie Penny explica que, desde los comienzos de internet, la retórica imperante ha defendido que la Red derribaría las barreras de género: ser hombre o mujer no tendría importancia ‘online’. Sin embargo, la activista señala la trampa: para ser tratada como una igual hay que ocultar que eres mujer, en una especie de «armario del género», un término acuñado por Clay Shirky, autor de ‘Here Comes Everybody’ y teórico de internet.  

La autora profundiza además en la narrativa del ‘geek’ como triunfador del siglo XXI, una historia en la que las mujeres solo representan un papel secundario. Aunque con variaciones, la estructura siempre es la misma: chico ‘geek’ que lo pasa fatal en el colegio, no tiene amigos —o pocos— y sufre el acoso de parte de sus compañeros. Nadie le comprende y la chica popular pasa de él. Sin embargo, es realmente inteligente. Al final usa su ingenio para conseguir un montón de dinero y a la chica sin tener que renunciar siquiera a su camiseta con eslogan. La chica solo es el objeto a conseguir, no la protagonista.

Según Penny, la cultura de internet se crea sobre esta narrativa ‘geek’, sobre la idea de que los hombres que construyeron la Red eran los marginados de la pirámide social tradicional, en el sentido del orden social de cafetería de instituto. Esto implica que muchos de estos jóvenes que construyeron el mundo ‘online’ tenían una incapacidad para conectar con las mujeres o eran ignorados por ellas. Por ello, la Red aún actúa bajo la premisa de que las chicas son invasoras, el enemigo.

La organización Girls who Code busca inspirar a las jóvenes para que persigan oportunidades en el campo de la informática
La organización Girls who Code busca inspirar a las jóvenes en el campo de la informática

Otras voces en la Red, como la de Bruce Perens, uno de los fundadores de la comunidad del código abierto, también apuntan a la falta de empatía como el motivo para esta brecha de género ‘online’.  En su web, el fundador y primer líder de los proyecto Linux Standard Base y UserLinux explica que a los chicos no se les enseña a trabar amistades sanas con las mujeres ni a buscar interacciones socialmente respetuosas, lo que les conduce a tener muy poca empatía.

“Si el ambiente escolar no segregaba a los chicos y las chicas de manera activa, se segregaban de manera natural, y no está bien. Hemos terminado teniendo otra generación de chicos que no han pasado mucho tiempo al lado de compañeras mujeres, no las entienden y no sienten empatía por ellas. Además, cuando la atracción sexual se convierte en un factor, la falta de empatía hace que los chicos tiendan a cosificarlas”, defiende.

El informático señala también las características poco habituales de esta comunidad como otro de los factores que contribuyen a crear un clima particular, adecuado para aquellos que no están cómodos en el mundo ‘offline’ y que prefieren las interacciones a través de un ordenador. “Se trata de un ambiente que atrae a gente con problemas sociales, que quizá les conducen a una falta de empatía con las mujeres, y también tenemos a hombres que no tienen ninguna patología pero que no han sabido socializar con las mujeres de la forma adecuada”.

LUCHANDO POR CERRAR LA BRECHA

Gobiernos y organizaciones siguen trabajando para que la brecha de género en el campo de la ciencia y la tecnología disminuya. En el sector de la programación, en Estados Unidos hay organizaciones como  Girls who Code que intentan inspirar a las jóvenes para que persigan vocaciones en el campo de la informática.

Por su parte,  Black Girls Code pretende aumentar el número de afroamericanas en el espacio digital, ofreciendo herramientas a mujeres negras de entre 7 y 17 años para que puedan convertirse en líderes innovadoras que sirvan de modelo a sus comunidades.

Sin embargo, estos esfuerzos aún no tienen un reflejo claro en las estadísticas, que siguen mostrando las dificultades que tienen las mujeres para acceder a las carreras técnicas. El documental ‘CODE, Debugging the gender gap’ busca concienciar sobre este problema. La directora y productora, Robin Hauser, decidió rodarlo cuando su hija le llamó para decirle que iba a dejar la ingeniería informática que estaba cursando. “Soy muy mala, soy la peor de la clase, no encajo”, comentó a su madre. En la web del documental, Hauser explica que su confianza estaba bajo mínimos y que era una de las dos únicas mujeres en una clase de 25 personas. Dejó la carrera, pero hasta su abandono estaba sacando notable en todas sus asignaturas.

A través de entrevistas, animaciones y ‘flashblacks’, CODE trata de entender por qué las mujeres y la población negra no reciben oportunidades suficientes en la ciencia, y el papel que los estereotipos, el sexismo y los obstáculos educacionales juegan en esta crisis. Puede que la respuesta sea que, tal y como se decía en los comienzos de la Red, “no hay chicas en internet”. O, simplemente, que puede que internet no quiera reconocerlas.

Fuente artículo: http://www.eldiario.es/hojaderouter/internet/software_libre-codigo_abierto-comunidad-mujeres-genero_0_504299654.html

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