¿Por qué el programa analítico no es una planeación didáctica?

Por: Abelardo Carro Nava

 

«Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica?»

De entrada, advierto, que las siguientes líneas no pretenden establecer una verdad absoluta en torno a un tema que, desde luego, tiene varias aristas de análisis; tampoco sugieren que, desde este espacio, se le esté haciendo el trabajo a la Secretaría de Educación Pública (SEP) en razón del mismo tema que me ocupó a escribirlas; lo que sí pretende generar, es un momento de reflexión sobre lo que en los últimos días se ha hablado mucho en el sector educativo y que ha generado una serie de interpretaciones al interior de los colectivos docentes derivado del Taller Intensivo de Formación Continua que se desarrolló, del 2 al 6 de enero, en la mayoría de los estados de la República Mexicana, me refiero al programa analítico y la planeación didáctica. Aspectos que, como se sabe, fueron confundidos, en principio, por la Secretaria de Educación, Leticia Ramírez y, posteriormente, en los Consejos Técnicos Escolares (CTE), en virtud de la desorganización que prevalece en la SEP en cuanto a los tiempos en los que emite las orientaciones para que sean trabajados en estos espacios por las maestras y maestros.

Dicho lo anterior, pretendí recuperar de diversas fuentes consultadas, algunos referentes que permitieran vislumbrar por qué el programa analítico no es una planeación didáctica, aunque se ésta última se derive de éste. Veamos.

Si partimos de la búsqueda de un par de definiciones básicas o generales que no necesariamente estén vinculadas con el ámbito educativo, dado que las fuentes que las ofrecen, solo abordan algunos principios genéricos de lo que se entiende por programa, encontraríamos que éste, por un lado, hace referencia a un plan o proyecto organizado de las actividades que se irán a realizar (Significados, 2022), mientras que el otro, con una mirada un poco más específica, alude a un sistema y distribución de las materias de un curso o asignatura, que forman y publican los profesores encargados de realizarlas (RAE, 2023). Consecuentemente, organización y planeación, parecen ser dos conceptos que, de manera inmediata, podrían llamar nuestra atención; ambas definiciones, desde luego, con miras a desarrollarse en un futuro que puede ser inmediato, a mediano o largo plazo, dependiendo de lo que la institución o docente organice y planee. No obstante, si nos detenemos a analizar un poco más la segunda, podremos identificar tres cuestiones: materias, curso o asignatura, y la figura del profesor encargado de diseñar lo que en el medio educativo se conoce como programa de estudios. Un tema que es por demás interesante considerar, sobre todo en el ámbito universitario, donde muchos profesores se encargan de conformar dicho programa, pero, para el caso que nos ocupa, el de la educación básica, por mandato constitucional y/o reglamentario, esta cuestión no la realiza (o realizaba) el docente porque, como sabemos, le corresponde al estado determinar los planes y programas de estudio (Artículo 3º constitucional). Entonces, con la idea propuesta en el Plan de Estudios 2022 denominada codiseño, ¿la SEP estaría incumpliendo el mandato constitucional dado que los profesores tendrían que elaborar un programa analítico con algunos contenidos que se deriven de situaciones locales, institucionales o de su grupo para incorporarlas como parte de su ejercicio docente? No necesariamente; pero de ello escribo unas líneas más adelante.

Dicho lo anterior, qué podríamos entender por programa de estudio. De acuerdo con Díaz Barriga (2009) por programa podemos entender, el documento oficial de carácter nacional en el que se indica el conjunto de contenidos a desarrollar en determinado nivel, mientras que (si) hablamos de programación (podríamos) referirnos al apoyo educativo-didáctico específico desarrollado por los profesores para un grupo de alumnos en concreto. Programa y programación son planteamientos no excluyentes. Entonces, en el ámbito educativo podría decirse, que es un documento en el cual contiene el proceso pedagógico que los docentes deben cumplir durante el año escolar dado que, dicho programa, establece los contenidos, actividades y los objetivos que deben cumplir los docentes con respecto a sus alumnos.

De esta forma, resulta claro que el programa de estudios, es un documento que posibilita el proceso pedagógico que se pondrá en marcha durante un tiempo determinado, cuyo vínculo con el proceso didáctico es, por así decirlo, indisoluble. Qué se enseña (pedagogía) y cómo se enseña (didáctica), es un tema del cual hablaré en los siguientes párrafos, sobre todo cuando aborde lo relacionado al programa sintético y analítico.

Ahora bien, una de las principales funciones que se pueden identificar de un programa de estudios, sería posibilitar la visión global del plan del que forman parte, (de ahí que) acceder a todos los programas nos puede informar del proyecto educativo que adopta la institución (en este caso la SEP) a través de la carga académica semestral o anual, del conjunto de disciplinas o problemas que se propone abordar y de origen global (Díaz-Barriga, 2009), aspectos que resultan sumamente interesantes considerar, en razón de la comprensión de que los programas, como tales, se desprenden de lo que en nuestro caso conocemos como Plan de Estudio que, dicho sea de paso, en la últimos años se ha venido cambiando, prácticamente cada sexenio, aunque en los hechos, sigan operándose en las escuelas de educación básica: 2011, 2017 y, en próximas fechas (esperemos) el 2022.

Vistas las ideas hasta aquí expuestas, encuentra sentido lo que en nuestros días conocemos con el nombre de programa sintético (que bien podría ser equiparado a un programa de estudios de carácter nacional) y programa analítico (que podría ser definido como un programa de estudios local, institucional o grupal elaborado por el docente); el primero, como se sabe, se concibe como aquel que organiza los contenidos que los estudiantes deben aprender, pero que es necesario contextualizar para atender a la diversidad intercultural y social en su acción pedagógica… Plantea que las maestras y los maestros decidan QUÉ ENSEÑAR y CÓMO ENSEÑAR tomando en consideración a la comunidad y sus saberes, a sus estudiantes y conocimientos y (por tanto) el programa de estudios define los contenidos nacionales comunes (SEP, 2022); mientras que, el segundo, es decir, el programa analítico puede entenderse, como una ESTRATEGIA para la contextualización que los maestros, como colectivo escolar, llevan a cabo a partir de los programas sintéticos, de acuerdo con las condiciones de su situación comunitaria, escolar y, en particular, de su grupo escolar… el programa analítico NO ES UN FORMATO que se llene con ALGUNA RECETA, implica organizar de manera específica varias de las acciones QUE YA SE LLEVAN A CABO EN LA ESCUELA, incorporar nuevas o reorientar el sentido de otras para atender las FINALIDADES que el Plan de Estudios 2022 señala… (por tanto) es un DOCUMENTO de trabajo SENCILLO que se elabora, analiza y evalúa durante el ciclo escolar en las sesiones del CTE o en las academias de secundaria, además de los espacios de formación docente… Se configura a partir de tres planos: 1. Análisis del contexto socioeducativo de la escuela; 2. Contextualización; 3. Codiseño. El primero refiere al ejercicio de lectura de la realidad educativa de la escuela, el segundo explica los procesos de integración curricular y contextualización y, el tercero, incorpora especificidades locales (SEP, 2022).

Resulta claro que, mientras el programa sintético define los contenidos nacionales que habrán de trabajar las maestras y maestros durante el ciclo escolar, el programa analítico, los toma como referente para que, mediante un proceso de contextualización que considera la situación comunitaria, la situación de la escuela o del grupo escolar, diseñe o construya el propio; por tanto, el tema que surge en estos momentos, sería el del codiseño, situación que también ha generado diversas reacciones, más por las ambigüedades y confusiones que, como al inicio comentaba, se desprenden de lo que cada actor está entendiendo por este concepto derivado de la desorganización que hasta el momento permea en la SEP, que por el concepto mismo.

Por codiseño se entiende, según la SEP, aquel proceso que: 1. Incorpora problemáticas, temas y asuntos comunitarios locales y regionales como contenidos necesarios para enriquecer la propuesta curricular; 2. Considera que el colectivo docente de cada escuela delibere en torno a los contenidos que se integrarán a los programas analíticos; 3. Reconoce los procesos de decisión curricular que las maestras y maestros llevan a cabo; 4. No elude la observancia obligatoria de los programas de estudio (programa sintético); 5. Implica una visión contextualizada, flexible y realista para la toma de decisiones de los maestros respecto a cómo se enseña (didáctica) en la escuela; 6. Lo nacional tiene que reposicionarse como el espacio de lo común desde la diversidad que nos caracteriza como país (SEP, 2022).

Entonces, este es un proceso de codiseño que, bien podría decirse, de alguna manera la maestra o maestro realiza, en mayor o menor medida, en su quehacer cotidiano, en su grupo y en su escuela. Cierto, tal vez sin la sistematicidad o siguiendo una metodología previamente establecida (dada la escasa formación en diseño curricular que se le pudo haber brindado en su formación inicial), pero sí con algunos elementos que, pienso, son parte de ésta o éstas.

¿No habría la imperiosa necesidad de propiciar que los maestros identifiquen aquellos momentos en los que incorporan temáticas o contenidos locales, institucionales o hasta grupales en su quehacer docente?, ¿no habría la imperiosa necesidad de propiciar un aprendizaje para la identificación y/o construcción de contenidos y su incorporación al programa analítico tomando en cuenta que, tal ejercicio, puede ser sencillo para algunos y complicado para otros?, ¿no habría la imperiosa necesidad de que existiera una formación continua más sólida sobre diseño curricular para que el profesorado mexicano se adentrara en estos temas? En fin. Algunas cuestiones que, desde luego, desearía que pudiera contestar la SEP en otros CTE y como parte de ese proceso “formativo” que está llevando en este ciclo escolar.

Como se ha visto, Plan de Estudios y Programa Sintético (qué se enseña), responden a una serie de documentos que los profesores tienen que tomar en cuenta para construir en colectivo, o tal vez, de manera individual, lo que se ha denominado Programa Analítico (qué se enseña). Documentos que, si bien consideran el tema de la planeación y organización, su lógica es diferente en cuanto a la que sigue una planeación didáctica (cómo se enseña). Entonces, ¿a qué nos referimos con este último término?

La planificación didáctica se puede concebir como un proceso amplio, flexible y mental que no se limita al registro de información en un formato; sino que empieza con la revisión de materiales (programas de estudio, libros de apoyo, recursos didácticos, bibliografía, entre otros), y que termina y se regenera en cada momento que se evalúan los resultados y se toman decisiones… considera diversos aspectos como el conocimiento de los alumnos, del contexto, del contenido que se aborda, de la teoría pedagógica en la que sustenta su práctica, y el conocimiento de enseñanza presentes en los programas de estudio (SEP, 2012).

Entonces, si el programa sintético y analítico definen QUÉ SE ENSEÑA (derivado de un proceso de contextualización y demás elementos referidos), la planeación didáctica alude al CÓMO PODRÍA ENSEÑARSE aquello que se pretende enseñar, por tanto, planear la situación y el trabajo en el aula y en los espacios escolares, implica prever la organización y la secuencia del modelo educativo, así como los métodos, las estrategias, las actividades, las tareas, las interacciones entre los participantes (el lenguaje, el diálogo, la reflexión, los valores que se anticipan cómo podría operar el grupo), los tiempos disponibles y los espacios para la evaluación formativa… (por ello) habrá de anticipar, en lo posible, los procedimientos que ayudarán al estudiante a construir el aprendizaje, es decir, las estrategias didácticas que usará el profesor… (por tanto) la planeación didáctica anticipa la organización, la estructura y la secuencia de los procesos de enseñanza y de aprendizaje; es el momento para seleccionar actividades, la organización del espacio y tiempo de las actividades; la ocasión para anticipar los medios, recursos, apoyos, instrumentos o materiales didácticos (Monry, s/f).

Y para que todo este proceso ocurra, no habría que perder de vista que, en éste, el profesor pone en juego sus capacidades, conocimientos, experiencia, formación, entre otras cuestiones para construir situaciones de aprendizaje que le permitirían eso, generar aprendizajes en sus alumnos, y bueno, planear lo que haya que planear, puede realizarse siguiendo una determinada secuencialidad dado el desarrollo de los aprendizajes planeados, pero también, del desarrollo cognitivo de los alumnos; para el caso que me ocupa, sabemos que una secuencia didáctica es fundamental en este ejercicio porque, como tal , se encuentra en el marco de una planeación dinámica, donde todos los factores de la planeación se afectan entre sí. Su punto de partida es la selección de un contenido (en el marco que tiene el programa de estudios en su conjunto) y con la determinación de una intención de aprendizaje de ese contenido, sea expresada en términos de objetivos, finalidades o propósitos de acuerdo a la visión pedagógica y didáctica de cada docente (Díaz-Barriga, 2013); por tanto, el inicio, desarrollo y cierre, resultan fundamentales para la generación del proceso que conocemos con el nombre de enseñanza y de aprendizaje.

Ahora bien, desafortunadamente, pienso que un ejercicio tan importante como lo es la construcción de una planeación didáctica por parte del profesor, en las dos últimas décadas (aunque no signifique que con anterioridad no se daba), cuando la tan afamada y mal lograda calidad educativa entró de lleno al terreno educativo, perdió su esencia puesto que, además de dar paso a eso que yo llamó “formatitis”, se le exigió al docente, incluir una serie de indicadores aunque éstos no tuvieran relevancia ni trascendencia para el proceso que el profesor estaba diseñando en esos momentos. Y, lo que es peor, fue la imposición de innumerables formatos para que los profesores “reportaran” dicha planeación a sus autoridades educativas inmediatas y éstas a sus superiores, etcétera, sin que se supiera el destino final de éstas y, mucho menos, se retroalimentara a los profesores. ¿Acaso esta acción no generó un “burocratismo” innecesario que llevó al docente a cumplir solo por cumplir cuando en los hechos, muchas veces, elaboraba otra planeación que, siendo flexible como lo es, suele modificarse una vez que comienza el trabajo con el grupo de alumnos?

De hecho, sobre este tema, en los últimos días, me ha llamado la atención la existencia de muchas páginas que circulan en las redes sociales, que ofrecen a las maestras y maestros formatos algunos programas analíticos construidos a partir del diseño, precisamente, de un formato. Pienso, que todo puede ser de utilidad, siempre y cuando se profundice en los elementos conceptuales, teóricos y metodológicos que fundamente una propuesta curricular puesto que, de lo contrario, caeríamos, una y otra vez, en esa “formatitis” que poco abona al proceso de enseñanza y de aprendizaje; por tanto, considero que es necesario que los docentes construyan un documento orientador en el que, tanto los contenidos, como los procesos de aprendizaje, sean la base para la generación del mismo, y no un formato que solo se tenga que entregar porque se tiene que entregar ante la exigencia de una autoridad que, muchas veces, se encuentra un tanto alejada de lo que verdaderamente ocurre en el aula.

Finalmente, pienso que estamos en la antesala de un proceso que, por años, buena parte del magisterio mexicano de educación básica venía solicitando, me refiero a la posibilidad de tener esa libertad para construir un programa a partir de sus propias necesidades, problemáticas y formas de ver y entender la docencia. La idea del codiseño, con mucha seguridad para algunos docentes universitarios no sea del todo desconocida, dado que muchos de ellos construyen el programa de estudios de la materia, asignatura o curso que imparten; en básica, con esta propuesta curricular, comienza a generarse esta idea pues, como se sabe, habrá contenidos nacionales plasmados en el programa sintético, sin embargo, el docente podría incorporar otros en su programa analítico, dependiendo de sus necesidades (diagnóstico) y los demás elementos que ya he señalado; el probable problema que yo veo es que, de alguna forma, el sistema, por la misma normatividad establecida y por la misma cultura que ha permeado por más de tres décadas en el mismo, impide transitar hacia una forma diferente de concebir el quehacer educativo y docente, pero además, si no se cuenta con una formación continua sólida para las maestras y los maestros, todo proyecto, que podría ser extraordinario, quedaría en los anales de la historia como un buen intento.

 

Al tiempo.

Con negritas:

Con la construcción del programa analítico por parte de los docentes, ¿la SEP considerará la posibilidad de revisar y valorar la pertinencia del Programa Escolar de Mejora Continua en las escuelas de educación básica? Una pregunta que, espero, abordar en otras entregas.

Referencias:

SEP. (2022). Avance del contenido para el libro del docente. el diseño creativo. http://gestion.cte.sep.gob.mx/insumos/php/docs/sesion3/El%20dise%C3%B1o%20creativo.%20Avance%20del%20contenido%20del%20Libro%20del%20docente.%20Primer%20grado.pdf

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El “piloteo” del plan de estudios 2022, pero ¿dónde está el piloto?

Por: Abelardo Carro Nava

«¿Podrá romper o superar esa inercia la titular de la SEP y al final tomará el mando de la Dependencia que dirige?»

Con cierto grado de hermetismo, la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de las Secretarías de Educación de los estados de la República Mexicana, viene trabajando en la organización de lo que se ha denominado “piloteo” del Plan de Estudios 2022, mismo que comenzará a operar en la última semana de octubre de este año.

¿Qué diagnóstico se ha aplicado y cuáles serán los resultados que pudieron haber determinado la elección/selección de 30 escuelas, por entidad, por parte de las autoridades educativas federales y locales?, ¿qué escuelas participarán este proceso?, ¿qué tipo de información y/o de formación, sobre dicho plan, estarán recibiendo las maestras, maestros, directivos, padres de familia y, en general, la comunidad escolar?, ¿cuál será la organización académica y administrativa que los planteles escolares seleccionados pondrán en marcha en unos días?, ¿cuáles son los programas analíticos de los grados/fases en los que habrá de implementarse?, ¿cuáles son los contenidos de esos programas analíticos y cuáles las actividades didácticas sugeridas?, ¿cuáles serán los textos que emplearán maestras, maestros y estudiantes de las fases en la que se implementará el “piloteo”?, ¿qué otros materiales y recursos didácticos se habrán de emplear para el desarrollo de las sesiones a partir de noviembre?, ¿de qué manera se realizará la evaluación y, por ende, la emisión de una calificación que “valore” el o los aprendizajes adquiridos?, ¿qué acciones formativas dirigidas hacia el profesorado se estarán desarrollando para el entendimiento y comprensión de eso que se ha hecho llamar “codiseño”?, ¿en qué instrumentos de recolección de información se asentarán las observaciones obtenidas por docentes y directivos?, ¿se tomarán en cuenta las observaciones de los padres de familia en cuanto a la puesta en marcha de dicho “piloteo” en las escuelas?, ¿de qué manera se procesará la información obtenida y qué instancia se encargará de procesarla? En fin, una serie de cuestionamientos que, desde luego, invitan a reflexionar, pero, sobre todo, a demandar que la SEP haga de conocimiento público sus respuestas pues, como se ha dicho hasta el hartazgo, ya no son los tiempos de antes y, por tanto, al ser un tema de interés público, bien haría esta Dependencia en ejercer un amplio sentido de transparencia que a muchos nos interesa.

Y es que, como se recodará, a mediados del mes de agosto de 2022, por fin se dio a conocer en los medios de comunicación y oficiales, el Acuerdo 14/08/22 por el que se establece el Plan de Estudios para la Educación Preescolar, Primaria y Secundaria. Acuerdo que, después de la serie de versiones que de dicho plan se conocieron por las redes sociales, dio formalidad a la propuesta de la SEP en esta materia.

Si recordamos, el Transitorio Cuarto de este Acuerdo, señaló puntualmente: “Durante el ciclo escolar 2022-2023, en escuelas públicas de preescolar, primaria y secundaria de todas las entidades federativas, se realizará un piloteo del Plan de Estudio… así como de los respectivos programas de estudio que, en correlación con dicho Plan sean elaborados por la SEP, con el fin de que se trabajen los contenidos correspondientes a la Fase 2 (solo primer grado de educación preescolar), Fase 3 (solo primer grado de educación primaria) y Fase 6 (solo primer grado de educación secundaria) de acuerdo con la estrategia metodológica que establezca la referida Dependencia en concordancia con las autoridades educativas de los gobiernos de los Estados y la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México. El piloteo se realizará en escuelas con servicio general, indígena y comunitario; en zonas urbanas y rurales; en escuelas multigrado y de organización completa, así como secundarias generales, técnicas y telesecundarias; incluye población específica de niñas, niños y adolescentes migrantes o que viven con alguna discapacidad y aptitudes sobresalientes (escuelas con y sin servicios de educación especial). Para atender el carácter regional, local, contextual y situacional del proceso de enseñanza y de aprendizaje a que refiere el tercer párrafo del artículo 23 de la Ley General de Educación, durante el piloteo las autoridades educativas de los gobiernos de los Estados y la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México realizarán las acciones que permitan concretar dichos aspectos en los respectivos programas de estudio.

Del contenido de este artículo, el Cuarto Transitorio, en otros textos que he publicado en este y otros espacios, he planteado una serie de preguntas que responden más, a una serie de inquietudes que, desde luego, se complementan con las referidas líneas atrás, sin embargo, no hay que perder de vista que, una cosa es lo que en dicho Acuerdo se observa y otra lo que en realidad acontece en los centros escolares, por ejemplo, las autoridades educativas de la SEP, han señalado que el “piloteo” constará de cuatro elementos: a) formación docente, b) codiseño de programas de estudio a cargo de maestros, c) desarrollo de estrategia nacional, y d) transformación administrativa y de gestión; aspectos que, si bien es cierto que parecen lógicos y fundamentales trabajarlos antes de la implementación de un “piloteo”, también es cierto que en cada entidad y en cada escuela acontecen situaciones diversas que se desprenden, precisamente, de las visiones de las autoridades, de las condiciones presupuestales, de las complejidades escolares, sociales o comunitarias, en fin, de todos aquellos aspectos o elementos que influyen o confluyen en la organización escolar.

Hasta donde tengo conocimiento, debido al constante diálogo que tengo con maestras y maestros de diferentes niveles educativos, puesto porque no existe información publica sobre ello, algunas autoridades educativas, con diagnóstico o sin él, han elegido o seleccionado a las escuelas que participarán en dicho “piloteo”; difícilmente se les ha preguntado o pedido su opinión a maestras, maestros, estudiantes y padres de familia, hecho que refleja el “verticalismo” en las decisiones que emanan desde el centro o, bien, las “simpatías” que cierta autoridad tiene con determinado directivo de algún plantel escolar “seleccionado”. Ahora bien, quienes sí lo han hecho, desde luego considerando algunos criterios para el diseño y aplicación de un diagnóstico, han podido obtener algunos indicadores e información que puede sustentar el que tal o cual institución haya sido seleccionada para este proceso; situación que genera una inercia, un tanto diferente, en virtud de que ésta no se concibe como una imposición sino, más bien, como una decisión compartida en torno a un reto u oportunidad que se les pone en frente. En resumidas cuentas, bien haría la SEP cuidar estos procesos porque, insisto, mientras por un lado se puede señalar que las cosas se están haciendo bien, por otro lado, a ras de piso, las cosas suelen ser diferentes.

Por lo que respecta a la formación docente y el codiseño de programas de estudios (a cargo de los maestros), pienso, es la parte más endeble de este “piloteo” porque, como sabemos, no basta con tener un marco curricular que, para efectos prácticos, aunque es incorrecto decirlo de esta manera, se traduce en un plan de estudios, para que las maestras y maestros en su aula y escuela lo operen; sin embargo, el quehacer docente, como es bien sabido, toma como referente dicho plan para organizar las actividades de aprendizaje, pero hasta el momento poco se ha avanzado al respecto; es decir, se sabe que en algunas entidades de la República se ha comenzado con un proceso de formación/capacitación hacia los profesores de las escuelas que ya pudieran considerarse elegidas o seleccionados para este proceso, no obstante, al carecer de un Plan Nacional de Formación sobre dicho plan y de otros elementos educativos relacionados con éste, se ha recurrido a quienes, desde su experiencia profesional y formativa, que no necesariamente responde a las actividades que se desarrollan en los preescolares, primarias o secundarias, plantean su visión en torno a lo que fundamenta dicho plan de estudios, tema que no es del todo inadecuado, solo que, entre tantas visiones, podría cuestionarse si, como tales, permiten o favorecen la articulación de las ideas en torno a, por ejemplo, los ejes articuladores o campos formativos y la manera en que habrán de aterrizarse en las aulas, desde luego, articulando los contenidos y actividades de aprendizaje.

El tema del codiseño, sea lo que esto signifique para la SEP, parece que le brindará la posibilidad al docente de incorporar “contenidos” cuya relación con los temas que se proponen en el plan de estudios; esto, con el propósito de contextualizar las actividades de aprendizaje que bien se pueden recuperar de los saberes para ser traducidos en conocimientos ligados a la ciencia. Con ello, se piensa, que la maestra o maestro gozará de cierta autonomía curricular, sin embargo, habría que preguntarse si, los docentes, en el transcurso del ciclo escolar, dependiendo del contenido, no hacen uso de aspectos o situaciones que ocurren en la comunidad o localidad en la que se encuentra ubicada su escuela, para tratar los temas o diseñar actividades de aprendizaje. ¿Por qué nombrar codiseño y presentarlo como algo innovador si muchos docentes realizan esta actividad en su ejercicio cotidiano?

Y bueno, ya que estamos hablando de temas relacionados con la autonomía docente, habría que cuestionar si, como tal, se hará efectiva en las escuelas dado el “verticalismo” en las decisiones que es claramente manifiesto en diversas escuelas mexicanas, ¿la trasformación administrativa y de gestión comenzará por las propias autoridades educativas para apoyar y/o brindar todas las condiciones necesarias para la generación de aprendizajes?

¿Resta mucho por conocer? Indudablemente.

Si la propia SEP pretende dar un giro de 180º tal y como se ha dicho en reiteradas ocasiones, bien haría por transparentar un proceso que, como he dicho, es de interés púbico.

Al parecer, la llegada de otra profesora a esta Dependencia no ha movido la inercia que, desde antaño, se ha hecho manifiesta. Me refiero a esa “secrecía” que, algunos asuntos que son de vital importancia para el pueblo de México, se mantengan, desafortunadamente, de esa manera: en secreto o, peor aún, en el conocimiento de unos cuantos.

¿Podrá romper o superar esa inercia la titular de la SEP y al final tomará el mando de la Dependencia que dirige

Al tiempo.

Referencias:

Fuente de la información: https://profelandia.com

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