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Francisco Villar: «Las pantallas no sirven para educar, porque están pensadas para reducir el esfuerzo»

Las medidas para limitar el uso de pantallas ponen de actualidad el libro ‘Sin pantallas’, del psicólogo clínico Francisco Villar. Lo entrevistamos para que aclare ideas fundamentales, como que la educación exige esfuerzo. Las pantallas, que son herramientas para facilitar el trabajo, son nocivas en la etapa de formación donde no se trata de producir, sino de aprender.

Sin pantallas se publicó en 2024, con ilustraciones de Sara Caballería que adaptan para los chicos y chicas a partir de 9 años las ideas que Francisco Villar, doctor en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en prevención de conducta suicida y en terapia familiar, expuso en Cómo las pantallas devoran a nuestros hijos. Es una de las voces críticas de referencia sobre el efecto de los móviles en los menores de edad. En esta entrevista abordamos el reto que suponen para los profesores.

 

Parece haber llegado la hora de la alarma y el miedo frente a las pantallas. ¿Cómo afrontar la cuestión con ecuanimidad?

–Es fundamental que los niños y adolescentes enfrenten la vida con cierta tranquilidad y calma, sabiendo que los adultos estamos ahí para acompañarlos. No se trata de asustarlos, sino de ayudarlos a entender por qué los padres tomamos ciertas decisiones. Ese era uno de mis objetivos: comunicarles de forma clara el porqué de los límites y orientaciones que damos en casa.

¿Cómo llegó a especializarse en este tema?

–Mi carrera profesional comenzó cuando me pidieron que me ocupara de manera monográfica de la conducta suicida en la infancia. Trabajo en el Hospital Sant Joan de Déu, un centro de referencia en Cataluña. En 1998, se intentó establecer una unidad especializada en la atención de adolescentes con intentos de suicidio, dentro del proceso de especialización de la salud mental. Se crearon unidades para trastornos de la conducta alimentaria, trastornos psicóticos, del aprendizaje, del espectro autista, toxicomanías y abuso sexual. Sin embargo, la unidad específica para la conducta suicida no lograba encontrar profesionales dispuestos a asumirla.

En 2013, me pidieron que me hiciera cargo de esta unidad a nivel hospitalario. Mi trabajo consiste en atender a los chicos ingresados por intentos de suicidio y abordar su problemática con la familia. Inicialmente, mi primera reacción fue negarme, como haría cualquiera al enfrentarse a un desafío de esta magnitud. Pero luego, con la conciencia del sufrimiento humano y mi formación en psicología clínica y terapia familiar, acepté el encargo. Desde entonces, llevo 12 años dedicándome exclusivamente a la atención de familias con un menor de edad que ha intentado o pensado en quitarse la vida. Durante este tiempo, he sido testigo de la transformación del mundo digital y su impacto en la salud mental de los jóvenes.

¿Cómo ha evolucionado este fenómeno?
–Cuando empecé, en el año 2000, atendíamos a unos 250 chicos en urgencias por intentos de suicidio. En los últimos tres años, esa cifra se ha multiplicado por cuatro, llegando a más de 1.000 casos anuales. Es una situación tremenda. A esto se suma otro problema: en Cataluña, y probablemente en toda España, están cerrando aulas en los colegios porque hay menos niños, pero al mismo tiempo los dispositivos de salud mental están más desbordados que nunca. ¿Cómo es posible que haya menos niños y sin embargo más problemas de salud mental en la infancia y adolescencia?

En mi práctica diaria, me encuentro con casos que hace unos años eran impensables:

-Niñas de 13 años que han sido acosadas sexualmente en redes por adultos que se hacen pasar por adolescentes.

-Jóvenes que, para mantener el contacto con su país de origen, pasan las noches enteras chateando por Instagram, lo que les genera problemas de sueño, afecta su estado de ánimo y su rendimiento académico.

-Casos de ciberacoso que van más allá del acoso escolar tradicional.

Cada vez me preocupaba más el «vaciado» de habilidades en los adolescentes. Veía chicos que, al enfrentarse a una situación difícil, no sabían qué hacer y simplemente pedían que alguien les resolviera el problema.

Además, el acceso a la pornografía desde edades muy tempranas ha generado una distorsión preocupante en la sexualidad de los jóvenes. Se han documentado casos en los que adolescentes no encuentran satisfacción en una relación real porque su umbral de excitación ha sido elevado artificialmente por el consumo de pornografía extrema.

«Me preocupa el vaciado de habilidades en los adolescentes, que no saben qué hacer y piden que otro les resuelva el problema «

Los adolescentes comprenden los riesgos de las pantallas, pero sienten que no tienen alternativas. ¿Los adultos hemos dejado de ofrecerlas?

–Exactamente. Nos han enredado en un modelo en el que los padres somos solo «suministradores de recursos». Si todo lo que hacemos es proporcionarles entretenimiento, ellos no desarrollan la capacidad de buscar sus propias soluciones. Cuando mi hija me dice «papá, me aburro», en lugar de darle una pantalla, le digo: «búscate la vida». Ese es un acto de confianza en su capacidad para generar sus propias propuestas.

Los niños y adolescentes necesitan espacios para desarrollar su creatividad y autonomía. Cuando en los colegios se prohibieron los móviles en el recreo, al principio los chicos se quedaron sin saber qué hacer. Pero en poco tiempo empezaron a pedir tableros de ajedrez, juegos y organizar nuevas actividades. El problema es que hemos incapacitado a nuestros hijos para que se hagan propuestas. Pero si eliminamos el distractor y permitimos que vuelvan a conectar con su capacidad de juego y exploración, empiezan a surgir nuevas opciones.

¿Hay evidencia de que reducir el tiempo de pantallas mejora la salud mental de los niños?

–Sí, hay estudios muy interesantes. En uno de ellos, se seleccionaron 1.000 familias y se les hizo un experimento:

-A 500 familias se les pidió que retiraran las pantallas de la convivencia del hogar durante dos semanas.

Los resultados mostraron que, solo con eliminar el distractor, los niños mejoraron en:

-Ansiedad y depresión.

-Conductas prosociales.

-Juego activo (+45 minutos al día).

Esto confirma algo fundamental: los niños sanos no necesitan que los estimulemos artificialmente, solo hay que evitar fastidiarlos con estímulos innecesarios.

«Los niños sanos no necesitan ser motivados con estímulos artificiales»

¿Cómo afectan el «umbral del placer» y los estímulos digitales a la motivación de los adolescentes?

–Pensemos en una persona adicta a una droga. Al principio, una pequeña cantidad le genera placer, pero con el tiempo necesita dosis más altas porque su umbral de placer ha aumentado. Con las pantallas ocurre algo similar: los adolescentes reciben estimulación pasiva y constante de los circuitos de recompensa de su cerebro. Cuando intentan realizar una actividad que requiere esfuerzo, como leer un libro o estudiar, les parece aburrido en comparación con la dopamina inmediata que les proporcionan TikTok o los videojuegos. Si un adolescente expuesto a la pornografía desde los 12 años llega a una relación real, puede encontrarse con problemas de excitación porque los estímulos normales ya no son suficientes.

Lo mismo ocurre con la educación: si un niño está acostumbrado a recibir placer inmediato de una pantalla, el aprendizaje le resulta poco atractivo. Por eso, tenemos que ayudar a los chicos a recuperar el placer del esfuerzo, del descubrimiento y de la interacción real. Los padres y educadores debemos confiar en que los niños tienen la capacidad de desarrollar sus propias soluciones. No se trata de prohibir por prohibir, sino de generar alternativas.

Si eliminamos el distractor digital, los niños y adolescentes volverán a generar propuestas. Volveremos a ver a los padres y niños conquistando los parques. No necesitamos llenarles la vida de estímulos; solo tenemos que dejar espacio para que encuentren los suyos.

«Si un niño recibe placer de una pantalla, pierde el interés por aprender, descubrir e interactuar en la realidad»

¿Es posible que los profesores hayamos dejado de creer en la capacidad de trabajo de los alumnos, cuando les ponemos objetivos inmediatos, de aquí a mañana como mucho, o incluso solo para el final de la clase?

–Es como si estuviéramos ante una alienación general de la educación. En lugar de corregir el problema, intentamos paliarlo con soluciones superficiales. Me recuerda a lo que pasa con los optometristas: ponen gafas porque los niños no ven bien, pero nadie se pregunta por qué los niños ven peor ahora que antes. Del mismo modo, en educación tomamos decisiones que terminan afectando negativamente a los alumnos en habilidades que antes podían desarrollar con normalidad.

Muchos profesores me dicen: «Ya no puedo poner el mismo examen que hace cinco años». Lo he escuchado miles de veces. ¿Qué hacen entonces? Lo ponen más fácil. Muy bien, bravo, pero si todos hacemos lo mismo, estamos estafando a nuestros alumnos. Pasan horas en el colegio, están ahí para aprender, y el aprendizaje es fundamental, incluso como prevención del suicidio.

¿Por qué? Porque la capacidad de comprensión lectora y el coeficiente verbal aumentan con la escolarización, y estos son factores clave para la prevención del suicidio. La vida es una narrativa, y si no la entiendes, si no puedes darle sentido, es más fácil caer en la desesperación. Si impedimos que los niños adquieran habilidades lingüísticas y cognitivas, les privamos de herramientas para experimentar otras vidas, para empatizar, para interpretar el mundo. Decimos que «una imagen vale más que mil palabras», pero solo cuando tienes mil palabras que le den significado a esa imagen.

El lenguaje genera imágenes, pero el esfuerzo cerebral es necesario para construirlas. Hacer que los niños se esfuercen mentalmente es como hacer que practiquen deporte: es sano para ellos. Las conexiones cerebrales no surgen de la nada; se crean con propuestas desafiantes, con esfuerzo repetitivo que se transforma en aprendizaje. La etapa de crecimiento es la más propicia para generar estas conexiones, pero si no se acompaña de entrenamiento, ¿cómo se van a desarrollar?

«Las conexiones cerebrales no se forman si no hay esfuerzo. Si se lo negamos a nuestros alumnos, les estamos estafando «

Si la clave es exigir más a los alumnos, implica más exigencia para el profesor. Pero ¿qué sindicato pedirá que se exija más trabajo a los profesores?

–Para mí, el reto no es solo exigir más a los alumnos, sino preguntarme: ¿soy yo quien ha caído en la dinámica de reducir cada vez más el esfuerzo? Los profesores necesitan más apoyo, y eso es indiscutible. El problema es que se han pedido más docentes y nos han mandado pantallas que solo complican más la enseñanza. Sabemos que estas herramientas no ayudan realmente al aprendizaje. Ahora todo se automatiza: LinkedIn te hace presentaciones, resúmenes de artículos, te escribe emails y ensayos con citas incluidas. Si todo lo hace la tecnología, ¿qué papel nos queda en la educación? Porque en educación no queremos que los niños produzcan, queremos que desarrollen conexiones cerebrales. Y a veces, menos trabajo producido significa más trabajo mental, pero para eso hay que generarles un esfuerzo real.

La educación no debería centrarse en la productividad externa, sino en lo que queda dentro del alumno. Lo que mis hijos hacen en el colegio, sus fichas y trabajos, pueden perderse en la próxima mudanza, pero lo importante es lo que se llevan en su interior. Y sin embargo, a veces los veo volver a casa sin ganas de aprender, y me pregunto: ¿qué han hecho hoy en el colegio? Porque si yo tengo que enseñarles raíces cuadradas en casa, volvemos a abrir una brecha: el niño con un padre que le explica y el niño cuyo padre trabaja todo el día y no puede ayudarle.

La educación no debería centrarse en la productividad externa, sino en lo que queda dentro del alumno. Lo que mis hijos hacen en el colegio, sus fichas y trabajos, pueden perderse en la próxima mudanza, pero lo importante es lo que se llevan en su interior. Y sin embargo, a veces los veo volver a casa sin ganas de aprender, y me pregunto: ¿qué han hecho hoy en el colegio? Porque si yo tengo que enseñarles raíces cuadradas en casa, volvemos a abrir una brecha: el niño con un padre que le explica y el niño cuyo padre trabaja todo el día y no puede ayudarle.

El esfuerzo intelectual es lo que no podemos perder en la educación. No podemos renunciar a la manipulación activa del conocimiento, al trabajo con las manos, especialmente en los primeros años. Hasta los 8 o 9 años, el aprendizaje debe involucrar todos los sentidos. El lenguaje no solo se codifica en el área de Broca y Wernicke del cerebro; se almacena en toda la estructura neuronal. Es como cuando antes marcábamos un número de teléfono de memoria: el movimiento del dedo ayudaba a recordarlo. La escritura manual es clave en este proceso.

Por eso, las herramientas de aprendizaje deben ser cada vez más pobres en asistencia. Primero les damos renglones para escribir recto, luego les hacemos escribir en un papel en blanco. Ese esfuerzo psicomotriz indica la calidad de sus conexiones cerebrales. Si un niño logra escribir bien sin líneas de guía, significa que ha desarrollado una gran riqueza neuronal. Pero si solo escribe en ordenador, la estructura se la da la máquina, y la memoria de trabajo queda inutilizada.

En adultos, podemos delegar parte de la memoria en la tecnología porque ya tenemos una estructura cognitiva consolidada. Pero en niños que aún están aprendiendo, es fundamental que desarrollen su capacidad de organización mental de ideas. Escribir es un proceso complejo: hay que pensar la idea, decidir si cabe en la frase, estructurarla, coordinarla con la motricidad de la mano… Esfuerzo puro. Y claro, terminan cansados, pero así es como se aprende. Igual que después de un entrenamiento físico uno se siente agotado, pero más fuerte.

Los beneficios del deporte no dependen de que te guste o no. Los niños que disfrutan el deporte se benefician de él. Los que no lo disfrutan, también. Y los que son torpes en él, igualmente. Porque el deporte tiene efectos en el neurodesarrollo, en la coordinación motora, en la salud cardiovascular y pulmonar. Lo mismo ocurre con el aprendizaje: no deberíamos pensar «¿para qué va a aprender raíces cuadradas si va a ser pintor?». No sabemos lo que será ese niño, pero lo que sí sabemos es que cuanto más entrene su mente, mayor será su reserva cognitiva.

La reserva cognitiva es clave en neurociencia. Protege contra el Alzheimer, la demencia senil y la pérdida cognitiva tras episodios psicóticos. Se construye en la adolescencia y nos protege en la vida adulta. Y, más allá de la prevención de enfermedades, está el placer de conocer. El conocimiento en sí mismo es un sentido vital, un camino hacia la bondad, la profundidad y el enriquecimiento personal.

Si robamos a los niños esas oportunidades de aprendizaje, si reducimos el nivel de exigencia, les estamos quitando algo fundamental. Lo peor es que ni siquiera sabemos con claridad qué se espera de cada nivel educativo. He leído los currículos actuales y no los entiendo. Y no es problema de mi comprensión lectora; simplemente no están bien redactados. Antes era claro qué debía aprender un niño en cada curso. Ahora, los documentos están llenos de conceptos ambiguos y difusos.

Si queremos educar con el ejemplo, los maestros deben amar el conocimiento. Pero a veces me pregunto si algunos, por vagancia o resentimiento, han optado por una enseñanza mediocre. «A mí me exigieron mucho y sufrí en la escuela, así que ahora hay que cambiar el sistema». De acuerdo, pero gracias a esa exigencia, hoy tienes las herramientas para criticarlo.

Todo esto debería estar siendo debatido en el Ministerio de Educación con más contacto con la práctica real. Pero en lugar de eso, vemos niños de primaria pasando horas frente a una pantalla cuando los pediatras recomiendan un máximo de una hora diaria sumando la escuela y la casa. El problema es claro: las pantallas son mejores herramientas de producción, pero peores herramientas de aprendizaje. Y cuanto más se enfoca la educación en producir resultados rápidos, más se atenta contra el proceso real de aprender.

«Cuanto más se enfoca la educación en producir resultados rápidos, más se atenta contra el proceso real de aprender «

 

Francisco Villar: «Las pantallas no sirven para educar, porque están pensadas para reducir el esfuerzo»

 

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Pedagogía del amor para una vida mejor

Por: David Auris Villegas                                             

El amor es el verbo de todo acto pedagógico. No existe educación sin ternura, cognición y creatividad. Toda colectividad educativa está obligada a aceptar cada individualidad, para erigir una sociedad solidaria, sin ganadores ni perdedores.

Nuestra sociedad posmoderna, sitiada por el Covid-19 y atrapado en la incertidumbre, violencia, exclusión e indiferencia, padece una vertiginosa metamorfosis a causa de la inteligencia artificial, forjando sociedades innovadoras y consumidoras. Ante este bipolar panorama, es ineludible construir una amistosa vecindad, desde la pedagogía del amor, para educar al homo solidarius, capaz de convivir en paz.

Esta pedagogía del amor, propone transformar la condición humana en felicidad como fin último, tatuando en la mente de las niñas y niños, el amor hacia el prójimo y demás seres vivos dentro del planeta, a cargo de la comunidad educadora, instituyendo como modelo a Cristo, en la ciudad de paz y ternura, llamada escuela.

La praxis del enfoque de la pedagogía del amor para la Unesco, como rector de la educación mundial, plantea desde las escuelas, instalar la paz en la mente de los hombres y mujeres, bajo marcos de tolerancia, libertad y justicia social, para la convivencia global entre personas de diversas culturas, etnias y condición social.

Naturalmente, la pedagogía del amor, llamada pedagogía de la felicidad, se concreta en la creación de un escenario de paz, nuclearizando como protagonista a niños y niñas, a través de estrategias sicosocioemocionales como el abrozoterapia y juegos lúdicos cognitivos en el proceso de aprendizaje colectivo y empático, liderado por docentes afectuosos.

La aplicación de este enfoque, se hace realidad en la Institución educativa gratuita 20955-27, Veritatis Splendor, ubicada en un suburbio de la capital peruana, dirigida por las hermanas misioneras de la Cruz, quienes ponen en práctica la pedagogía del amor, inspirado en Cristo. Con magníficos resultados en los aprendizajes: aprenden a vivir juntos con amor y ven al prójimo como a sí mismo.

En esta línea, la Dra. Juana Sánchez Gey, sostiene que toda educación debe transformar al mundo, invitándonos a ser cada día mejores personas, haciendo uso de un lenguaje del amor, para desarrollar la esfera socioemocional recomendado por la Unesco y el Proyecto Educativo Nacional del Perú al 2036, como salvavidas para los niños y niñas de la esperanza mundial, soñada por José Martí.

En este sentido, para desafiar los retos del mañana, urge plantear políticas educativas de Estado, desde el enfoque de la pedagogía del amor en el currículo de las instituciones formadores de docentes, para dotar de esta herramienta pedagógica a la nueva generación de educadoras y educadores quienes tendrán en sus manos, la educación de los nativos digitales.

Asimismo, este paradigma educativo como política de estado, es imprescindible insertar en los planes curriculares de la educación básica, como estrategia didáctica transversal, para educar a la persona integral, sembrando el amor al prójimo y la cultura de fraternidad en la mente de las niñas y niños, desde el espacio íntimo de la escuela como apunta Alejandro Cussianovich,

Como la educación surge desde el hogar, implementemos el discurso de la pedagogía del amor en nuestras familias, dando importancia a cada individuo que habita en nuestros hogares, escuchando con respeto sus ideas y críticas, para formar ciudadanas y ciudadanos tolerantes y afectuosos en un mundo que rinde culto a las redes sociales.

Pero, los llamados directos a poner en práctica, este enfoque pedagógico, son los operadores de la educación. Manejando esta poderosa paradigma de la felicidad, construirán aulas de paz y amor para educar a los niños y niñas, empoderándolos de amor hacia sí mismos y hacia los demás, como sugiere Johan Galtung,

Finalmente, como ingenieros sociales, estamos llamados a autoeducarnos e inocularnos esta herramienta pedagógica en nuestro know how para educar personas íntegras, capaces de vivir solidariamente. Fusionando cognición y compasión, eduquemos a las niñas y niños desde el paradigma de la pedagogía del amor y la ternura, para un mañana mejor.

Notas:

*David Auris Villegas. Escritor, pedagogo y columnista. Teórico de la educación para el desarrollo sostenible.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/pedagogia-del-amor-para-una-vida-mejor/

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Entrevista a Olga Carmona: “El niño superdotado no se crea ni se destruye, solo se transforma”

Entrevista/06 Agosto 2020/elpais.com

El éxito de su educación se debe en un 70% a factores emocionales y solo un 30% a la cognición. Una forma divergente de aprender y razonar, dificultada por la educación ‘online’ en tiempos de pandemia

El futuro incierto de la educación y las dudas sobre el próximo curso escolar afectan a miles de familias con hijos. Entre ellos, un porcentaje de alumnos con altas capacidades o superdotación, detectados o no, aprende y se relaciona de forma divergente, dificultada por la pandemia. Según las recientes estadísticas sobre alumnado con necesidades de apoyo, en España en el curso 2018-2019, la cifra total de alumnado con necesidades específicas ascendió a 707.405, de los que un 5% (35.494 alumnos, casi 12.000 más que en el curso 2015-2016) son niños con altas capacidades, detectados en la enseñanza preuniversitaria. La psicóloga Olga Carmona, experta en altas capacidades y coautora del libro El genio que llevas dentro, recomienda la detección precoz y la potenciación de las posibles inteligencias múltiples de estos niños, para no perder un talento que enriquecería el futuro de nuestra sociedad.

PREGUNTA. ¿Qué son las altas capacidades y cómo se detectan?

RESPUESTA. No hay un consenso, ni entre la comunidad científica, ni entre las Comunidades Autónomas en España, para definir las altas capacidades. En Madrid, por ejemplo, solo se reconoce con una puntuación de cociente intelectual por encima de 130 y además un perfil homogéneo. Así que solo se enfoca a la superdotación y deja fuera todo lo que son “talentos”. La Asociación Americana para los Gifted Children o Niños Superdotados, en cambio, define un nivel de aptitud sobresaliente para la capacidad de aprender o razonar, y además los niños deben tener una competencia en uno o más dominios de cualquier área del sistema simbólico: matemáticas, danza, deportes… Joseph Renzulli es una de las personas que más ha investigado este tema y lo define como una “capacidad intelectual superior a la media, tanto en habilidades generales (sobredotación), como específicas (talentos), asociado al alto grado de dedicación en las tareas, que tiene que ver con su perseverancia, resistencia al fracaso y confianza en sí mismos, además de altos niveles de creatividad”.

P. ¿Cuáles son los mitos más frecuentes sobre altas capacidades?

R. Uno de los estereotipos más extendidos es que un niño con altas capacidades sacará buenas notas en todas las asignaturas. Es totalmente falso y además está relacionado solo con el rendimiento académico. Otro mito es que no necesitarán apoyo en la escuela ni en el aula, porque van sobrados de inteligencia, aunque por ley se les reconoce (y pocas veces se les aplica) necesidades específicas de apoyo educativo. Otra creencia falsa es que los padres habrán estimulado a ese niño desde bebé. Eso es imposible: el superdotado ni se crea ni se destruye, solo se transforma. El cerebro de estos niños, ya desde su nacimiento, es morfológicamente y estructuralmente distinto. No se trata solo de inteligencia a nivel cuantitativo, sino cualitativo, y eso no se puede crear, pero sí podemos ayudar a expresar ese potencial. Curiosamente, acuden a consulta padres que no han detectado previamente a sus hijos porque ellos también son superdotados y lo han normalizado. Para ellos, la excepcionalidad es lo normal. No vienen porque vean nada raro en sus hijos, sino porque de repente no tienen interés en la escuela o su comportamiento ha empeorado, fruto del aburrimiento.

P. ¿Cuáles serían las claves para que padres y profesores detecten a tiempo esa sobredotación?

R. El 99% de estos niños presentan un desarrollo precoz en algún aspecto evolutivo: hay recién nacidos que muestran mayor tono muscular en el cuello y las piernas, una mirada enfocada e intencionada, buscan estímulos. Suelen ser muy activos, les cuesta dormir, puede que dejen el pañal y caminen antes de lo esperado. No todos los niños presentan todas estas señales, pero con toda seguridad, alguna de ellas. El problema es que en el colegio, el niño va a pasar desapercibido si no se le observa. No hacemos evaluaciones en los centros para saber si un niño es más lingüístico o naturalista, eso sería ideal, con aulas de enriquecimiento y rincones basados en las inteligencias múltiples, donde los niños pudieran seguir formándose desde el área que más les interesa. Destacarán en aquello que les guste. Nosotros vemos que cada niño difiere de otro, pero muchas veces se repite un patrón: nos aparece un perfil multipotencial, que está por encima de la media en todas las inteligencias múltiples, con relativa frecuencia en el caso de los superdotados.

P. ¿Qué sucede si los padres o los profesores no estimulan esa curiosidad innata?

R. Con el tiempo pueden surgir problemas de conducta, desmotivación, abandono y fracaso escolar, trastornos psicosomáticos relacionados con la escuela, trastornos ansiosos y / o depresivos y pérdida de potencial. En consulta vemos niños y adolescentes que no fueron detectados a tiempo, o bien lo fueron y no se hizo nada, porque en el colegio al que iban no se les pudo apoyar, o porque sus padres no le dieron importancia o incluso porque alguien les recomendó que “hicieran como que no pasaba nada”, que con el tiempo se les pasaría. Niños a los que han dicho “que no se te note”, para no ser el niño que interrumpe en clase, el que pregunta mucho, cuestiona o participa, para no ser estigmatizado y señalado. Las niñas son auténticas expertas en “mimetizarse” con el entorno, y son capaces de disimular sus altas capacidades para no destacar y adaptarse a los demás. A los niños les cuesta más disimular y por eso tenemos muchos más niños detectados que niñas.

P. ¿El talento innato acaba manifestándose, aunque no lo potenciemos ni reconozcamos?

R. No necesariamente. Hay estudios que demuestran que cuando la inteligencia o un determinado potencial de nacimiento no es estimulado, se pierde. Saramago es la excepción que rompe la regla. De niño tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su familia, pero se colaba en la biblioteca de su barrio para leer todo lo que encontraba. Ahí tenemos un ejemplo de una sobredotación innata que, en condiciones desfavorables, consigue expresarse, pero es la excepción. El 98% de posibles Saramagos se nos quedan sin detectar por el camino. No hay que confiar en la excepcionalidad, sino trabajar para que todos esos talentos puedan expresarse en su máximo potencial. Porque nos arriesgamos, como sociedad, a perder a los futuros investigadores, creadores, artistas, inventores, científicos. Podrían haber sido las mentes brillantes de un país, si se les hubiera atendido en su momento. Solo una sociedad mediocre no se daría cuenta de esto.

P. ¿Cómo han vivido estos niños el cierre de las escuelas?

R. Depende mucho de los perfiles: los talentos académicos quizá no tanto, pero en líneas generales, muchos de ellos lo vivieron con un profundo alivio. No estaban expuestos, no se aburrían, no estaban limitados a una silla sin moverse… Al principio fueron más felices en casa que en clase, porque tenían más tiempo para jugar, desarrollar aficiones y aprender cosas nuevas de forma autodidacta. Pero después, cuando empezamos a comprobar que ni las clases online ni los docentes estaban preparados para esto, las conexiones se volvieron rutina y entraron en la desilusión y desmotivación. Habían desconectado mentalmente de la escuela porque, además, les faltaba el vínculo, el componente social. Los estudiantes con altas capacidades no funcionan con premios ni castigos, sino por un vínculo emocional y una motivación intrínseca, de hecho, el éxito de su educación depende en un 70% de factores emocionales y un 30% de la cognición. Muchos de ellos van al colegio motivados por el vínculo con sus compañeros, amigos o determinados profesores con los que han conectado. Y esto con la educación online durante el confinamiento fue inviable.

P. ¿Será entonces fácil la vuelta al colegio, si finalmente abren las escuelas en septiembre?

R. Si los niños, en general, se han adaptado a vivir con sus familias en pisos de 60 metros cuadrados, regresar a un colegio con mascarilla no va a ser traumático. Y si alguno no quiere volver porque realmente se lo ha pasado bien en casa y tiene su grupo de amigos fuera del colegio, quizá los padres podrían trabajar con él los aspectos positivos de la escuela, focalizando en el aspecto más lúdico o experimental que le guste. Por ejemplo, sus clases de robótica o de música, la hora del recreo, la biblioteca, el vínculo con sus compañeros y profesores. Debemos ayudarles a crear una narrativa positiva, porque la única forma de que puedan afrontar una realidad hostil es hacerlo desde una posición optimista y automotivante.

P. Y en este verano atípico, ¿cómo se puede entretener a un niño con altas capacidades, para que no se aburra?

R. En realidad son niños que se entretienen muy bien solos porque tienen un mundo interior muy rico y variado, no hay que convertirse en un monitor de tiempo libre con ellos, solo ofrecerles oportunidades de aprendizaje. Nosotros lo que recomendamos a los padres para este verano es mucho ejercicio físico, todo lo que se pueda, mientras se pueda. Nadar, correr, bicicleta, camas elásticas… Muchos niños con altas capacidades suelen ser “fagocitadores de libros”: que lean todo lo que quieran, adaptado a su edad. También se les puede proponer crear un mini huerto en casa, musicalizar poesía, juegos que implique coordinación, aprender a tocar un nuevo instrumento con videotutoriales, desarrollar la creatividad con arcillas y pinturas, maquetas tridimensionales, inventar instrumentos con material reciclado… En nuestro libro El genio que llevas dentro proponemos juegos para toda la familia adaptados a las distintas inteligencias: solo hay que abrir puertas y ellos seguirán inventando juegos nuevos.

Fuente e imagen tomadas de: https://elpais.com/elpais/2020/07/30/mamas_papas/1596089774_245347.html

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La criticidad cerebral potencia la cognición

Por: Tendencias 21

El frenesí sináptico maximiza el procesamiento de información

 

El cerebro provoca un estado crítico en la actividad neuronal para maximizar el procesamiento de información. No solo sabe cómo encontrar el orden dentro del caos, sino también vivir en un frenesí sináptico permanente sin caer en una deriva patológica.

Una investigación desarrollada en la Universidad de Washington en San Luis ha confirmado una vieja sospecha científica: que el cerebro desenvuelve su actividad en una delgada línea que se sitúa entre la quietud y el caos.

Y procede así porque de esa manera maximiza el procesamiento de información: se comporta como una máquina biológica, constituida por miles de millones de neuronas independientes que se unen frenéticamente para adquirir una capacidad computacional insólita en la naturaleza.

Esa delgada línea representa un estado cerebral en el que la excitación de las neuronas alcanza niveles máximos, sin por ello caer en el desorden y pasar a una especie de transición de fase que le llevaría a un estado inferior de actividad neuronal y de capacidad computacional.

El cerebro se mantiene por sí mismo en esa frontera peligrosa sin perder por ello el control de la situación. Una proeza de la naturaleza soporta los procesos cognitivos. Cuando el cerebro pierde este equilibrio, cae en una deriva patológica: la tranquilidad neuronal es síntoma de enfermedad, el caos y la agitación son fuente de inteligencia.

«Cuando las neuronas se combinan, buscan activamente un régimen crítico», explica Keith Hengen, autor principal, en un comunicado. «Nuestro estudio demuestra que la criticidad es un sello distintivo de las redes que funcionan normalmente».

Criticidad y cerebro

La criticidad (o permanencia en un estado crítico) es el único régimen computacional conocido que, en informática, optimiza el procesamiento de la información, como la memoria y la capacidad de codificar y transmitir patrones complejos.

En el caso del cerebro se llama criticidad autoorganizada, porque las avalanchas de actividad neuronal aparentemente caóticas, son las que le permiten vivir y permanecer en ese estado crítico y, en consecuencia, realizar los cálculos rápidos que necesitan los procesos cognitivos.

La nueva investigación ha comprobado la criticidad cerebral usando datos de grabaciones neuronales de ratones que vivían en régimen de comportamiento libre.

Las grabaciones abarcan meses de actividad de cientos de neuronas y permitieron a los investigadores modelar la actividad de redes neuronales enteras.

De esta forma confirmaron por primera vez que la dinámica de la red neuronal en la corteza visual se ajusta firmemente a la criticidad, incluso a través de los ciclos de luz y oscuridad.

Es decir, que si las neuronas implicadas en los procesos de la visión no se excitan hasta el paroxismo, el cerebro no puede conocer ni  interpretar la complejidad del mundo exterior.

Los científicos lo comprobaron porque, durante el experimento, bloquearon intencionadamente la visión en uno de los ojos de los ratones. Y observaron que en ese momento la criticidad fue severamente interrumpida por las neuronas implicadas.

Las neuronas encargadas de procesar la visión de ese ojo bloqueado abandonaron su frenesí, pero no por ello dejaron de seguir emitiendo sus impulsos clásicos, aunque sin obtener el mismo resultado que en el momento de excitación o criticidad.

«Parece que tan pronto como hay un desajuste entre lo que el animal espera y lo que está pasando por ese ojo, la dinámica computacional se desmorona», explica Hengen.

Neuronas inhibidoras

«Esto es consistente con la física teórica, según la cual el régimen crítico es independiente de la tasa de disparo», añade.  «No se trata solo del número total de picos en la red, porque la tasa de disparo no ha cambiado en absoluto durante de la privación de la visión, y sin embargo, el régimen se desmorona».

Es decir, la criticidad no depende de cuántos impulsos generan las neuronas, sino del frenesí sináptico en el que entran para formar los procesos cognitivos: podemos taparnos un ojo y se interrumpe el frenesí, pero no la generación de pulsos nerviosos por las neuronas implicadas.

Los investigadores creen que la criticidad en el cerebro probablemente esté conectada a las neuronas inhibidoras que imponen y organizan la dinámica computacional.

Esas neuronas son las que permiten al cerebro conservar la energía porque seleccionan los estímulos visuales, descartando los irrelevantes y procesando únicamente la información clave para interpretar un entorno. Esta capacidad se potencia en la criticidad.

Implicaciones importantes

El descubrimiento podría tener implicaciones importantes para el aprendizaje motor y la enfermedad neurodegenerativa, señalan los investigadores.

La autoorganización del cerebro en torno a la criticidad es un proceso activo, señala Hengen, y la regulación homeostática alterada (desequilibrios internos en las redes neuronales) está cada vez más implicada en patologías humanas graves como el Alzheimer, la epilepsia, el síndrome de Rett (trastorno en el desarrollo neurológico infantil), el autismo y la esquizofrenia.

«Una interpretación de este trabajo es que la criticidad es la que permite mantener el equilibrio interno (homeostasis) en las redes neuronales», concluye Hengen. Una nueva pista para tratar enfermedades neurodegenerativas.

Tal como informamos en otro artículo, recientemente se descubrió cómo se las arregla el cerebro para encontrar el orden dentro del caos que reina en las sinapsis.

Ahora sabemos que ese caos es el recurso que usa el cerebro para procesar la información sensorial de forma excelente. También que el frenesí neuronal le permite mantenerse en equilibrio entre el caos y la quietud,  sin bascular hacia una transición de fase que le supondría entrar en una deriva patológica.

Referencia

Cortical Circuit Dynamics Are Homeostatically Tuned to Criticality In Vivo. Zhengyu Ma et al. Neuron, October 07, 2019. DOI:https://doi.org/10.1016/j.neuron.2019.08.031

Fuente: https://www.tendencias21.net/La-criticidad-cerebral-potencia-la-cognicion_a45486.html
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Móviles: ¿prohibir o educar?

España / 28 de octubre de 2018 / Autor: Víctor Bermúdez / Fuente: El Periódico Extremadura

Acerca de la idea del Gobierno de eliminar de las escuelas el uso del teléfono móvil

El gobierno español considera prohibir a los alumnos el uso de teléfonos móviles en la escuela. La idea se inspira en un reciente decreto del gobierno francés, y aduce motivos parecidos: prevenir la adicción al móvil y proteger a niños y adolescentes de ciertas disfuncionalidades cognitivas (falta de atención), sociales (aislamiento) o morales (acoso escolar), presuntamente asociadas al uso del móvil y otras tecnologías.

¿Es cierto todo esto? A mi juicio, no. Por lo que la medida me parece injustificada, amén de demagógica, impracticable y humillante para el que tenga que sufrirla (y aplicarla).

Es una medida desproporcionada en tanto los problemas que genera el uso del móvil en el recinto escolar (no en las aulas, en las que, salvo excepciones, está ya prohibido) son nimios, si es que son algo, y no requieren de una medida gubernamental de este cariz.

En cuanto a la presunta adicción al móvil de los adolescentes, existe una enorme confusión en que se mezclan la parte más infusa de la ciencia psicológica y los prejuicios generacionales. Los que observan alarmados el tiempo que los jóvenes dedican a sus terminales electrónicos no acaban de entender (ni, por tanto, de apreciar) que multitud de actividades (informarse, entretenerse, hacer gestiones, aprender, opinar, comunicarse con los demás…) se realizan ahora normalmente a través del móvil. Lo que muchos conciben como ‘patología’ no es, pues, más que un cambio generalizado (e imparable) de costumbres que son incapaces de comprender (no hay nada más viejo que depreciar lo nuevo). Es obvio que muchos jóvenes se inquietan si se quedan sin móvil. ¡Y yo! ¡Y usted! Y todos los que hemos aprendido que se vive mejor teniendo al lado una centralita permanentemente actualizada de información y comunicación. Es algo tan ‘adictivo’ como lo fue en su tiempo tener agua corriente o disponer de vehículos a motor.

De otro lado, no conozco un solo estudio serio que demuestre que el uso de las nuevas tecnologías genere cambios cognitivos significativos. Y si los hubiera, ¿por qué tendrían que ser necesariamente perjudiciales –en lugar de beneficiosos para adaptarse al modo en que se procesa hoy la información–? Particularmente, yo no noto en mis estudiantes menos capacidad de concentración (salvo, como siempre, para lo que es un rollo macabeo), y si, por ejemplo, un ingenio y una rapidez mental asombrosa cuando se manejan en el medio digital que les es propio.

En cuanto al presunto aislamiento social que generan las nuevas pautas de comunicación tampoco lo veo mayor ni distinto al que podían generar las antiguas. Personas con ‘problemas de relación’ las ha habido siempre (con la ventaja de que hoy tales personas pueden mantener un hilo mínimo de interacción a través de las redes). La idea de que los chicos interaccionan mejor sin móvil y jugando al corro en el patio es un prejuicio de gente que se ha criado (obligatoriamente)… jugando al corro en el patio.

Se alude, también, a los usos ‘perversos’ del móvil. Es cierto que se puede utilizar para acosar o violentar. ¿Pero qué cosa no es susceptible de usarse para agredir a otros? De lo que se trata es de educar en el uso correcto del móvil, ¡no de prohibirlo! ¿No es de educar de ‘lo que va’ la escuela? Si la solución de cada problema fuera prohibir, no harían falta institutos ni profesores, solo cárceles, juzgados y policías.

Finalmente, hay que recordar que el móvil no es solamente un objeto más o menos útil (incluso como herramienta educativa), sino un medio de gestión y expresión de la vida privada y la libertad individual (especialmente valioso en un entorno tan alienante como puede ser el de la escuela). Arrebatarle a un adolescente su móvil en un pasillo o el patio es, en este sentido, un acto de humillación e intimidación injustificable.

Pero pese a todo lo dicho, ya verán como se impone la medida, absurda y antipedagógica, pero popular, de prohibir el móvil – que, por supuesto se seguirá usando, tal como lo hacen los mismos profesores, con completo desparpajo, por todo el centro –. Así, de paso, se nos distraerá un poco de los problemas que de verdad asolan al sistema educativo.

Fuente del Artículo:

https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/moviles-prohibir-educar_1112707.html

ove/mahv

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¿Qué es la neuroplasticidad y cómo afecta a la educación?

Por: Universia

Los nuevos descubrimientos científicos demuestran que el cerebro humano no es tan estático como se creía hace decenas de años

  • El cerebro es uno de los órganos más intrigantes para los científicos que han estudiado esta parte del cuerpo humano durante años.
  • Docentes y responsables de centros educativos pueden utilizar los nuevos conocimientos sobre este órgano para ajustar sus políticas educativas.
  • La estimulación cognitiva puede permitir desarrollar las capacidades de las personas.

El cerebro, uno de los órganos más importantes para el ser humano, fue por muchos años considerado como un misterio para la ciencia. Debido a que el conocimiento evoluciona de manera constante, los científicos modernos han logrado resolver dudas del pasado, dando respuesta a diversos enigmas vinculados al cerebro.

Hace tan solo unos años la ciencia consideraba al cerebro como un órgano estático y como un conjunto determinado de neuronas que se creaban en el nacimiento y no evolucionaban en la edad adulta. De hecho, se creía que mediante determinadas acciones estas podrían perderse.

Tras años de investigación y experimentos realizados, los científicoshan analizado y modificado sus investigaciones. En la actualidad, la hipótesis de que los cambios cerebrales solo podían darse durante la infancia se han desechado.

En la actualidad, se sabe que el cerebro puede crear nuevas conexiones neuronales y modificar las ya existentes a medida que se enfrenta a nuevas experiencias. Este órgano procesa la información nueva y las conductas realizadas para reorganizarse. Esta capacidad se denomina como neuroplasticidad o plasticidad cerebral.

¿Qué es la neuroplasticidad?

En pocas palabras, es la capacidad que posee el cerebro para cambiar y adaptarse ante nuevas situaciones. Es decir, de modificar y ampliar sus conexiones neuronales. Por tanto, puede decirse que el cerebro se adapta a los entornos y estímulos.

Con esta confirmación, la ciencia moderna abandona completamente la idea del cerebro como un órgano estático y confirma que es un órgano plástico que cambia su estructura con el paso de los años.

Este descubrimiento promete cambiar completamente la forma en que se aborda la rehabilitación de pacientes que han sufrido daño cerebral, pero también, la forma en que se entiende la educación.

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Neuroplasticidad y educación

En el campo educativo, la neuroplasticidad podría causar una verdadera revolución, especialmente debido al concepto de estimulación cognitiva.

En 1987 Greenough y Wallace realizaron un curioso experimento con el que demostraron este concepto. Dividiendo a ratas en dos grupos, colocaron a unas en un ambiente poco estimulante y a otras en uno rodeado de diferentes estímulos, dicha división causó que el segundo grupo presentara un mayor grado de conexiones neuronales.

Este experimento luego se replicó en humanos y permitió demostrar dos supuestos: que la plasticidad cerebral se puede presentar a lo largo de toda la vida y que con los estímulos adecuados las conexiones neuronales de una persona se incrementan de forma considerable.

En humanos, la estimulación cognitiva puede lograrse mediante ejercicios y estímulos para el lenguaje, la memoria o la atención. Por tanto, aquellos docentes que deseen mejorar el rendimiento de sus alumnos y lograr que estos desarrollen determinadas capacidades, deberán encontrar los estímulos necesarios para hacerlo.

Este descubrimiento pone en jaque la planificación de los docentes, entendiendo a cada alumno como un ser individual que responderá ante estímulos especialmente pensados para él. Pero al mismo tiempo, promete cuestionar los programas educativos planteados por los mismos centros de enseñanza y la importancia de tratar a los alumnos de forma individual.

Fuente: http://noticias.universia.es/ciencia-tecnologia/noticia/2018/05/31/1159930/neuroplasticidad-como-afecta-educacion.html

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Neurociencia y educación

Por: José Antonio Marina

Todos estamos de acuerdo en que la neurociencia es importante para la educación. Lo difícil es precisar en qué consiste esa importancia. La neurociencia tiene su alma dividida.

La neurología ha descubierto con precisión extraordinaria muchos secretos de nuestro cerebro: el funcionamiento de las neuronas, su organización en redes, las zonas que se activan cuando se realizan determinadas operaciones, la plasticidad que nos permite aprender.

Esto sólo explica fenómenos que ya conocíamos por experiencia pedagógica, no nos proporciona herramientas nuevas, como sucede en cambio en la clínica. Sin embargo, unas investigaciones siendo muy útiles a la escuela: las que estudian las «funciones ejecutivas».

Permiten elaborar una «teoría dual de la inteligencia», que revolucionará la pedagogía. Hay un nivel en el que la inteligencia trabaja sin que sepamos cómo lo hace. Es lo que llamamos «inconsciente cognitivo» o «inconsciente neuronal». Sobre este, ha aparecido un nivel superior, encargado de controlar y dirigir las operaciones del inferior. Es lo que llamamos «inteligencia ejecutiva». Transforma las operaciones básicas: percepción, atención, gestión emocional, toma de decisiones, planificación, mantenimiento de la acción.

Fuente del Artículo:

http://www.elmundo.es/cronica/2018/05/13/5af72a3dca47419a128b4586.html

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