Guardia Indígena: Dignidad y solidaridad

Por: Raúl Zibechi

La Guardia Indígena de los pueblos originarios del Cauca, sur de Colombia, es una de las más importantes creaciones de los movimientos emancipatorios de nuestro continente. La comenzamos a ver en torno al año 2000, cuando los resguardos indígenas del Cauca eran escenario de una guerra que los nasa, misak, totoroes, coconucos y otros pueblos de la región rechazaron de forma tajante.

Las y los Guardias son nombrados por las asambleas comunitarias que pueden removerlos si constatan comportamientos no adecuados. Como señala la Comisión de la Verdad, la Guardia “es una forma de organización ancestral de los pueblos indígenas de protección colectiva no violenta”. Su tarea es la defensa del territorio, la autonomía y la cultura, y procuran defender el plan de vida de los pueblos.

Según el CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) la guardia la integran “los niños, niñas, mujeres, hombres, autoridades espirituales y culturales que están en constante contacto con la defensa de la cultura, la vida, el territorio y la autonomía”. En ocasiones son familias enteras las que integran la Guardia.

El signo distintito es el bastón de mando que simboliza el mandato de las comunidades y el ejercicio de derecho propio, y la pañoleta verde y roja. Tallado en madera de chonta, el bastón está adornado con cintas de cuatro colores: verde es la naturaleza, rojo por la sangre de los antepasados, azul por el agua y negro por la tierra. A nivel nacional, porque la Guardia ha sido adoptada por los 115 pueblos indígenas de Colombia, las diversas cosmovisiones le imprimen sus propias simbologías.

La presencia femenina es muy importante y pueden verse compañeras trabajando como coordinaras de Guardias. Defienden el cuidado y no la explotación de la tierra, por lo que se oponen a las multinacionales que se quieren instalar en sus territorios, en particular con minería a cielo abierto.

Estos días cientos de Guardias Indígenas han llegado hasta Cali porque, como dicen los pueblos del Cauca, “somos diferentes, pero no indiferentes”. La Guardia fue a Cali no sólo a manifestarse sino a apoyar a los barrios más golpeados por la represión en el marco del paro nacional, a pedido de varios estudiantes y vecinos movilizados.

“Muchos creen que si nos matan o nos disparan nos van a doblegar o nos harán retroceder. Es lo contrario, nos llenamos de coraje y eso nos da fuerza”, dijo Harold Secué, consejero de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN). El domingo pasado, varias camionetas de alta gama con vidrios polarizados, atacaron a balazos a la Minga con apoyo de la policía. Pese a los 14 heridos, algunos de gravedad, las comuneras no retrocedieron y persiguieron a los atacantes, sin armas, sólo con su digna rabia.

El periodista de Pacifista, Nicolás Sánchez, le pregunta a Secué: “¿Cómo hacen para enfrentarse a hombres armados y hacer que salgan corriendo?”.

La respuesta fue muy clara: “A los jóvenes indignados de este país ya no les importa incluso su vida. Ellos tendrán armas y municiones, pero la dignidad del pueblo es tan fuerte y tan grande que deciden enfrentarlos. La gente se llena de valor”.

“Nuestra lucha es con el pensamiento, pero debemos defendernos y nos corresponde enfrentar este modelo que nos está acabando, porque la violencia del Estado nos ha matado más que la pandemia”, dijo Secué.

Lo cierto es que los jóvenes movilizados le pidieron a la Minga, por primera vez, que fuera a Cali a apoyarlos porque los están matando. Y ahí decidieron irse a la ciudad, en sus chivas (autobuses abiertos) repletas de varones, mujeres, niños y niñas. La violencia racista de habitantes de barrios ricos que se denominan “ciudadanos”, no ha hecho más que mostrar la miseria ética del capitalismo.

La experiencia y el reconocimiento de la Guardia Indígena motivó que otros sectores se organizaran. Ya existen las Guardias Cimarronas de los pueblos negros y las Guardias Campesinas, pero lo más novedoso es que durante estos días de paro nacional los jóvenes urbanos comienzan a reflexionar sobre la necesidad de organizarse como Guardias en las ciudades y en los barrios. La derecha y los ricos no sólo cuentan con su policía y sus fuerzas armadas, han salido a la calle armados en varias ciudades. En Pereira atacaron con armas a los manifestantes.

Creo que los pueblos originarios están marcando un rumbo: recuperar/liberar tierras, tumbar monumentos de conquistadores y monocultivos de caña, para construir otros mundos y defenderlos en comunidad.

Tal vez con los años concluyamos que la gran victoria de este paro que lleva 12 días, no será el cambio de gobierno sino la extensión de la organización de las Guardias a las periferias urbanas, allí donde los jóvenes no tienen futuro en este sistema y, por lo tanto, deben construirlo, abriendo brecha, con organización como enseñan los pueblos.

Dejen protestas, pide Duque a indígenas

Fuente e imagen: desinformemonos

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Colombia: Indígenas colombianos derrumban estatua de conquistador español

América del Sur/Colombia/20-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

El senador indígena Feliciano Valencia dijo que “cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”.

Decenas de indígenas colombianos derribaron este miércoles la estatua del conquistador español Sebastián de Belalcázar instalada en el Morro de Tulcán, en la ciudad de Popayán, departamento del Cauca, en el oeste del país suramericano.

La imagen del conquistador español (1480-1551) fue derribada en medio de una protesta que llevaban a cabo comuneros de los pueblos Misak, Nasa y Pijao.

La escena quedó registrada en un video, en el cual puede observarse la manera en que es enlazada la estatua de quien fuera nombrado adelantado y gobernador propietario vitalicio de Popayán en 1540, y luego tumbada hacia un costado.

En un mensaje colocado en la red social de Twitter el senador indígena Feliciano Valencia publicó el video y escribió al respecto: “cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”.

“Mis respetos para los hermanos y hermanas Misak. Como Estado pluriétnico y multicultural otras simbologías deben florecer y adornar el paisaje libertario”, agregó el legislador.

El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), por su parte, publicó un tuit en el cual afirma: “Si al Gobierno le indigna la violencia contra las estatuas, a nosotros nos duelen las vidas existentes que nos arrebata la violencia de carne y hueso”.

En otro mensaje, la entidad indígena explicó que las personas que derribaron la estatua lo hicieron porque estaban “cansados de que la muerte en los territorios pase en caballo, en moto, en camionetas, en helicópteros y se lleve vidas, sentires, personas”.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/colombia-indigenas-derribo-estatua-conquistador-espanol-20200917-0001.html

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El retorno a la vida sencilla: comida casera, trueque y ancianidad comunitaria

Por: Raúl Zibechi

“La verdadera autonomía está en la comida, ahí está el Buen Vivir”, explica Delio, del área de educación de la Asociación de Cabildos Juan Tama, en el sur de Colombia, en el marco del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Desde que la organización decidió enfrentar la pandemia con la Minga Hacia Adentro, los cultivos y el trueque ganaron centralidad en sus vidas.

“El trueque es una alternativa política para una época como ésta”, explica Ramiro Lis, de la Asociación de Cabildos Ukawe’s’ Nasa C’hab, en Caldono, la zona nororiente del territorio nasa. “Se hace trueque entre productos de los diferentes climas, se establecen puntos de encuentro y de intercambio, en los que prima la necesidad, no el valor”. Del otro lado del teléfono, Ramiro insiste en que “no se trata de intercambiar equivalencias sino lo que se necesita”.

Tanto Ramiro como Delio destacan que “el trueque es una forma de solidaridad que permite fortalecer la economía propia”. Así es como los miembros del CRIC denominan al sistema económico no capitalista, anclado en los valores de uso, que funciona en los territorios de los pueblos originarios del Cauca.

Inzá es una de las puertas de entrada a la impresionante región de Tierradentro, una de las más bellas que pude conocer en Colombia. La población rural es ampliamente mayoritaria: en la cabecera municipal de Inzá viven unas 3.000 personas, menos del 10% del total del municipio. Los cabildos son la unidad territorial básica de la administración indígena, que gobiernan sus resguardos o territorios.

Desde Inzá, Delio relata el enorme trabajo que hicieron para hacer llegar alimentos a los indígenas que emigraron a las ciudades, Cali, Bogotá y Popayán. “Se organizaron 800 familias en los ocho municipios, en una dinámica comunitaria, para hacer un primer envío de yuca, plátanos, panela y otros mercados. Fueron 3.200 arrobas (36 toneladas) que salieron en tres camiones y una chiva”.

Los indígenas urbanos les retribuyen no con dinero sino con productos de higiene y de aseo que aún no producen las comunidades. Las conclusiones de Ramiro revelan que estamos ante otra cosmovisión: “Somos ricos porque producimos comida. Pero lo más importante no es lo material, sino el hermanamiento, lo espiritual. El trueque nos ayuda a romper la dinámica del individualismo y fortalece lo comunitario”.

El pueblo kokonuko, por ejemplo, realizó semanas atrás la versión 61 del intercambio de productos agropecuarios a través del trueque, en el resguardo indígena de Poblazón, con la participación de 600 indígenas, la mayoría jóvenes, que defienden una “economía limpia en la que el trueque es una política contra el neoliberalismo y contra cualquier moneda”, como dijo el dirigente Darío Tote (https://bit.ly/2W41Ov6).

Desde el área de Educación del CRIC, Carolina Cruz, que coopera con la organización, apunta que durante la Minga Hacia Adentro trabajan en apoyo a la Guardia Indígena y la “autonomía alimentaria”. En estas semanas no hay aulas, “pero los socializadores de educación van casa por casa para compartir medidas de protección, para fortalecer el tul (huerta) y para que los niños lleven un diario de campo de su actividad diaria”.

En los territorios de los pueblos no hay internet y en las casas no hay computadoras, por lo tanto no hay “virtualización de la educación, dice Carolina. “La prioridad es potenciar los saberes y las lenguas propias, las plantas medicinales y los productos de la huerta sin agrotóxicos, la armonización y la limpieza espiritual de los espacios comunes”.

Carolina explica la diferencia entre autonomía y soberanía alimentaria (de los pueblos y de los estados, respectivamente) y finaliza con un dato mayor: “Controlamos 70 puntos de nuestra geografía con siete mil guardias indígenas, que junto al gobierno propio son la piedra el en zapato del sistema”.

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“Lo fundamental para detener la pandemia es la organización de cada comunidad”, explica Beto Colín sobre la experiencia en el municipio autónomo de Cherán (Michoacán, México), uno de los centros poblados del pueblo purhépecha.

Este año el municipio autónomo decidió no celebrar públicamente el noveno aniversario del levantamiento del 15 de abril de 2011, cuando un grupo de mujeres impidieron que los talamontes siguieran llevándose maderas del bosque, provocando el alzamiento del conjunto de la población.

“A partir de aquel enfrentamiento con “los malos”, hubo cambios notables. La fogata que es el centro en nuestras casas, donde nos juntamos y hacemos la vida, sale a la calle y se convierte en el núcleo inicial de la organización”, dice Beto desafiando una irregular conexión vía internet.

Desde el 15 de marzo la comisión de salud, que vincula al gobierno comunitario con las autoridades sanitarias locales y del Estado, se reunieron con las autoridades de las dos clínicas y del hospital de Cherán para hacer un plan de trabajo. El consejo mayor, que se elige por usos y costumbres, ya que el municipio estatal y los partidos fueron abolidos en una ciudad de casi 20 mil personas, redactó el primer protocolo sobre el coronavirus que fue aprobado por las cuatro asambleas de los cuatro barrios de Cherán.

“La comisión de salud es muy importante: no es que vienen los doctores a tomar decisiones sino que la comisión junto a las asambleas de los cuatro barrios fueron los que determinaron las acciones más relevantes. Luego la comisión recorrió las farmacias de Cherán para levantar un diagnóstico, para ver qué personas se habían enfermado del sistema respiratorio, saber si habían salido de la ciudad y darle seguimiento a cada caso”. Crearon un grupo de wasap con los médicos para coordinar el seguimiento de pacientes.

El siguiente punto fueron las tortillerías (pequeñas elaboradoras de tortillas de maíz. “Esas no se pueden cerrar pero se les explicó el protocolo de atención comunitaria, se les regaló el antibacterial y se hizo una formación sobre cómo atender a las personas”, dice Beto.

El tercer paso fue instalar la prevención en las barricadas: “Cherán es una comunidad grande y lugar de paso para otros pueblos, tiene tres entradas y en las tres hay control comunitario las 24 horas con barricadas. Esos miembros de la ronda de seguridad autónoma, ya tienen instrucciones y la información para preguntar de dónde vienen y hacer un registro”.

Como resultado del auto-cuidado comunitario, en Cherán hasta el momento no tienen ningún caso de coronavirus, aunque ya llegó a los municipios vecinos. “Creo que hemos hecho un buen trabajo de salud comunal y de co-responsabilidad de la comunidad, se hicieron muchos talleres por barrios sobre los cuidados, la elaboración artesanal de cubrebocas y de abón, con gran participación de la población”.

También están coordinados con Ostula, otro municipio de la costa de Michoacán, que tiene “una experiencia de autonomía importante y trabaja como nosotros”, finaliza Beto.

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Desde Grecia una compañera solidaria, Evgenia Michalopoulou, ensaya una reflexión que nos deja pensando: “En Grecia y en los Balcanes tenemos muy pocos contagiados”. Consulto las estadísticas. Grecia tiene 241 casos y 13 muertos cada millón de habitantes, mientras Italia supera los tres mil y España los cinco mil, con unos 500 muertos por millón cada país.

“¿Sabes porqué?”, retumba la pregunta en el wasap. “Porque aquí no tenemos tanta costumbre de llevar a nuestros mayores a las residencias de ancianos”. En los pueblos originarios y campesinos no hay residencias y los ancianos envejecen junto a sus familias.

Comida casera y sana, intercambio de productos orgánicos sin moneda y cuidado comunitario de los mayores, pueden ser parte de un programa de retorno a la vida sencilla, un camino que nos enseñaron las bases de apoyo del EZLN en la “escuelita”, hace ya siete años.

Fuente e imagen: https://desinformemonos.org/el-retorno-a-la-vida-sencilla-comida-casera-trueque-y-ancianidad-comunitaria/

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