“Hay que escuchar a los niños”: sobre morir en Nicaragua, huir de Siria o volver a Haití

El periodista español Javier Sancho Mas publica Tres niños sin fronteras que vencieron al miedo (Alfaguara), un libro infantil que transmite solidaridad y empatía, pero que en el fondo muestra cómo la belleza sirve para sobrellevar los traumas de la soledad.

Mireya, una niña del pueblo nicaragüense de San Juan del Sur, voló de su habitación del hospital La Mascota, en Managua, para no volver. Ahmed, un niño que huyó de Alepo en la guerra civil siria, recuperó la voz después de haber perdido a su hermano, siempre acompañado de un elefante.

Y Jean François, un niño haitiano que disfrutaba los helados de su madre Madame Sara, la encontró después del terremoto que destruyó el país en 2010, en la imagen de un pájaro típico.

Son «Tres niños sin fronteras que vencieron el miedo» (Alfaguara). Sus historias, entre la realidad y la ficción, componen el primer libro infantil del periodista español Javier Sancho Mas (Huelva, 1973), que lo escribió a partir de su trabajo en Médicos sin Fronteras, junto a la ilustradora Blanca Millán, también española.

El autor, que viajó por medio mundo trabajando en la organización de 2003 a 2012, no revela que Mireya murió de un cáncer mientras alzaba los brazos para librarse del dolor, como le había sugerido su madre para consolarla. Tampoco que el hermano y el padre de Ahmed habían sido degollados, o que el barrio en el que vivían Jean François y Madame Sara es uno de los más pobres de Puerto Príncipe.

El libro mezcla periodismo, ficción y docencia, a los que se ha dedicado Sancho Mas. Vivió en los años 1990 en Nicaragua, donde les contaba historias a los niños del colegio en el que daba clase. Mantiene vínculos que no estrecha desde su última visita al país, en diciembre de 2018. No conoció a Mireya, la “niña cometa”, pero sí a la médica Araica Pérez, que la había atendido a principios de siglo, hasta que murió jugando “aliada de la imaginación”.

Esa muerte, lamenta el autor, fue la que se escucha en El Niágara en bicicleta, la canción de Juan Luis Guerra sobre la precariedad en muchos hospitales dominicanos, o latinoamericanos. La morfina que apaciguaba a Mireya se había terminado en las venas del familiar de un político, mientras su madre solo podía encomendarla a “Papachú”, el Jesús del Rescate para los católicos nicaragüenses.

Las culturas en Siria y Haití son distintas, pero también las une la realidad y la ficción. Sancho Mas conoció a Jean François, quien había estudiado Medicina en Costa Rica gracias a uno de los muchos forasteros que su madre acogía de buena fe. Ya como doctor Saint-Sauveur en Médicos sin Fronteras, volvió a Haití tras el terremoto. Bajo los escombros habían quedado muchas “Madan Sara”, nombre común de las vendedoras informales, y niños como el que le dio la foto del pájaro del mismo nombre, que se volvería la única imagen que conservaría de su madre.

El “elefante errante” de Ahmed, una figura pequeña pero también un amigo imaginario que le había regalado su hermano Ibrahim, sí fue un recurso literario. El autor lo recuerda de las historias que su madre le contaba, y la plasmó en las que el niño escuchaba de la suya sobre cómo una manada de elefantes ayudaba a unos pescadores a desencallar su barco. Ahmed trazó el contorno del elefante junto con su casa y una serie de “lágrimas negras que salían del cielo”, como llama Sancho Mas a las bombas que vio en dibujos de niños sobre la guerra en Siria o Colombia.

Para él fue un reto exponer “sin ser explícito, pero sin ocultar”, situaciones donde la condición humana llega a su máxima fragilidad o tensión. No busca transmitir valores, pero compara ese cruce inevitable con el del pésame: acompañar a otra persona en su momento más duro.

“Todos vamos sumando huequitos de soledad que las palabras no llenan, pero en los niños he visto una fortaleza que nace de la imaginación”, como comentó con la enfermera Miriam Alía, que atendió a Ahmed.

La soledad, el otro gran tema del libro junto a la belleza y el miedo, es “difícil de entender”.

“No sabemos lidiarla ni sabemos enseñar a lidiarla”, insiste Sancho Mas. Por su trabajo en Médicos sin Fronteras, que le dio acceso a personas y lugares al alcance de pocos ajenos a ellos, y el posterior como periodista independiente, ha visto cómo “los flujos migratorios están cada vez más llenos de niños”.

Sus historias y maneras de afrontarlas “son distintas”. “La resiliencia, que decimos hoy”, por la que después de tanto escribir para adultos dice que “hay que escuchar a los niños”.

Fuente: https://www.vozdeamerica.com/a/hay-que-escuchar-a-los-menors-sobre-morir-en-nicaragua-huir-de-siria-o-volver-a-haiti/6634521.html

 

 

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Argentina: “La tragedia de Moreno” A cuatro meses de la explosión, el film enlaza la vida de las víctimas y la pelea en defensa de la educación pública.

Redacción: Página 12

Hoy se cumplen cuatro meses desde que, el 2 de agosto, la explosión de una garrafa en la Escuela 49 de Moreno provocó la muerte de la vicedirectora, Sandra Calamano, y del auxiliar Rubén Rodríguez. La explosión, además, desnudó la desidia de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y el abandono de la educación pública que implica su política de confrontación permanente con los docentes. La paritaria docente en la provincia no se cerró todavía y el gobierno nacional se niega a convocar a la nacional.

Como todos los meses, la comunidad educativa de Moreno reclama, entre otras cosas, justicia por Sandra y Rubén. Por eso hacen un festival de conmemoración a las puertas del Consejo Escolar del distrito, en Avenida Victorica 60, desde las 16, del que participarán, entre otros, Víctor Heredia y la banda de cumbia Mala Fama.

Como cierre del festival, a las 20, se proyectará, en estreno, el documental “La tragedia de Moreno: un crimen social contra la escuela pública”. Su realizador, el periodista Juan Manuel Negri, contó: “El documental, que hicimos con Ariadna Ayles, surgió como una necesidad de dar cuenta de lo que estaba pasando. Nos conmocionó la noticia de la muerte de estos docentes”.

“En el documental aparecen familiares de Sandra y Rubén, maestros de la escuela 49 y otros docentes de Moreno. Queríamos contar la historia de cada uno de ellos, que no quedaran sólo como las víctimas de la explosión, sino que pudiéramos conocerlos. Tienen una historia riquísima, eran dos personas completamente comprometidas con la educación pública, con su comunidad”, explicó Negri. Y cerró: “El documental es una reivindicación para esos docentes a los que tildan de vagos y los acusan de no querer trabajar. Y son los que sostienen la escuela pública pese a las agresiones que reciben”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/159370-la-tragedia-de-moreno

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Argentina: Secundaria 43 de Merlo: “Queremos transmitirles a nuestros compañeros que la lucha vale la pena”

Redacción: La Izquierda Diario

Wanda Bernardi, del barrio Helvecia de Libertad, es directora de la escuela secundaria n° 43 y nos envió su testimonio para difundir la organización que surgió en la comunidad educativa de la escuela a raíz del crimen social de Moreno.

El jueves 2 de agosto irrumpió en nuestra escuela la terrible noticia de lo sucedido en Moreno. Más allá del desasosiego de los primeros minutos, nuestra primera respuesta fue comunicarnos entre nosotros, con nuestra comunidad, con el sindicato. Nos comunicábamos con la necesidad de hacer algo, esa misma tarde marchamos como primer gesto de repudio, al día siguiente la adhesión al paro fue total. Durante todo el fin de semana seguimos en contacto preguntándonos como seguir la lucha, de ese diálogo incesante entre compañeras y compañeros resultó la idea de convocar a las familias de nuestra comunidad.

Para el día lunes fuimos sorprendidos por la numerosa y comprometida participación de estudiantes y familias, explicamos con la verdad todas las dificultades por las que atraviesa nuestra escuela, mostramos muchas notas desatendidas por parte de los funcionarios, tomamos fotos, discutimos, pensamos entre todos. Avanzamos preguntando, de allí surgió la decisión de suspender las clases hasta que nuestros problemas de infraestructura fueran resueltos. Después vinieron las marchas, los pañuelos negros que improvisaron nuestros jóvenes. En la lucha no estábamos solos, difundimos nuestros reclamos a través de fotos que publicamos en las redes sociales, volvimos a marchar y a reclamar por nuestros derechos.

Comenzaron a aparecer en nuestra escuela gasistas, electricistas e incluso se reactivó un viejo y persistente reclamo que nos construyan baños, si nuestra escuela no pide prestado los baños a la escuela primaria con la que comparte edificio, no tiene baños propios.

Para la tercera reunión que realizamos con las familias, fueron estas y no nosotras quienes con más fuerza exigieron continuar la lucha. Continuar la lucha hasta que nos dieran fecha de inicio de las obras reclamadas. Todas nuestras solicitudes están siendo ahora respondidas con celeridad. El intendente declaró la emergencia edilicia que muchas escuelas autoconvocadas de Merlo le reclamamos, nuestra escuela se encuentra entre el grupo de las instituciones a las que se dará prioridad en los arreglos y reparaciones muchos compañeros directivos no supieron o no quisieron seguir este camino y continuaron con las clases normalmente, algunos se sintieron apretados por sus propios inspectores. Nosotros queremos transmitirles a nuestros compañeros que la lucha vale la pena.

Por eso la propuesta de mantener organizado un comité o comisión de padres y estudiantes para controlar que terminen las obras me parece bien. Este lunes, lo plantee en la municipalidad porque eso garantizaría la transparencia en su gestión. Pero la respuesta del municipio fue que ellos ya tienen organismos de control que realizan auditorías y no quisieron una comisión de acompañamiento. Así como acuerdo con exigir al sindicato un plan de lucha incorporando a la comunidad, para exigir el aumento de presupuesto en educación.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Secundaria-43-de-Merlo-Queremos-transmitirles-a-nuestros-companeros-que-la-lucha-vale-la-pena

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