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Robotización y ecología, retos de la sociedad y la educación

Por: Pablo Gutiérrez Álamo

La iniciativa Diálogos por la educación de La educación que nos une pretende extender la discusión sobre el sistema educativo ahora que se está hablando tanto de pacto.

Yayo Herrero (Ecologistas en Acción) y Francisco López Rupérez (expresidente del Consejo Escolar del Estado) hablaron de los retos que nos esperan a la vuelta de la esquina, una robotización, automatización, de gran cantidad de procesos y trabajos, en un mundo que está aguantando unas tensiones ambientales, sociales y políticas que hay que tener presentes.

Ambos fueron los encargados de abrir el ciclo de Diálogos por la Educación organizado por La educación que nos une, en colaboración con el Ateneo de Madrid, el Ayuntamiento y El Diario de la Educación.

Ante una creciente robotización y automatización de los procesos productivos en un futuro muy cercano, López Rupérez defendió una educación apoyada por igual en dos pilares: los conocimientos y las competencias personales. Capaz de dar herramientas, en ambos sentidos, para estos desafíos que las personas de los países desarrollados habrán de enfrentar, en un mercado de trabajo de alta cualificación. Conocimientos profundos para poder alcanzar trabajos de cierta cualificación, al mismo tiempo que competencias relativas a la gestión de la incertidumbre.

Pero ¿seremos capaces de sostener la vida en este escenario de mecanización? Yayo Herrero centró su mirada en la necesidad de proteger la vida, los ecosistemas, y mirar a las personas, fundamentalmente mujeres, que son responsables principales de la reproducción y sostenimiento de la vida. Una mirada puesta en qué clase de sociedad queremos, con la que definir qué educación necesitamos.

En un futuro que efectivamente parece cada vez más mecanizado y robotizado, Herrero se pregunta si será sostenible dados los costes en materiales y energía que supondrá esa enorme transformación.

En cualquiera de los dos casos, la educación tiene un papel principal, no tal vez como responsable de todos los cambios y mejoras, pero sí como transmisora de los valores que la sociedad quiere transmitir.

También vive en un momento de encrucijada que la obliga a grandes transformaciones. Tanto Francisco López Rupérez como Yayo Herrero entienden que ha de haber una mayor implicación e interconexión entre las enseñanza de las humanidades y de las ciencias, un mayor peso de la investigación neurocientífica relacionada con la importancia de las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Todo esto con un currículo “insoportablemente extenso”, en palabras de López Rupérez, que debe pensarse de otra manera, para generar aprendizajes profundos para evitar “surfear por la superficie” de los contenidos. Un diseño curricular que podría hacerse por etapas educativas, y no por cursos concretos.

Un currículo, reflejo de lo que la sociedad cree que es importante, dijo Herrero, quien ve la necesidad de que se conecte con los problemas que vivimos (escasez de materiales, de energía fósil, de aumento de las desigualdades y la violencia), frente a un conocimiento parcelado por materias.

Un aprendizaje, además afirmó Herrero, que debe estar conectado con los cómos, un aprender haciendo, colaborando el alumnado y conectado con el entorno de cada centro. Eso sí, que no olvide la importancia de los conocimientos, como base imprescindible sobre la que trabajar las competencias, dijo López Rupérez.

En definitiva, vivimos un momento de profundo y acelerado cambio que nos exige pensar profundamente en qué sociedad queremos y qué educación necesitamos para alcanzarla.

La próxima mesa se desarrollará el 29 de marzo y tratará sobre la doble red, pública y concertada y los retos que también se plantean en un ciclo temporal que ha endurecido las posiciones sobre el papel que debe cumplir cada una de ellas.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/03/10/robotizacion-y-ecologia-retos-de-la-sociedad-y-la-educacion/

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Pacto educativo: ¿seguimos en Esparta?

Mientras no haya debates como en la época de los Voluntaristas, obviamente, mucho más amplios que los que puedan tener los miembros de la Subcomisión de Educación, seguiremos en Esparta.

Por: Adria Perez Marti.

300, la película sobre la gesta de un puñado de espartanos contra las hordas persas fue un gran éxito artístico y de taquilla. Sin embargo, no fue la falange espartana la herencia más destacable de aquella polis, sino algo muy coherente con los resultados del último barómetro del CIS. De acuerdo con la encuesta de enero de este organismo, la educación es el séptimo asunto más importante en nuestro país, lejos, por tanto, de las primeras posiciones. ¿Y qué tiene que ver Esparta con la educación?, y para ponerlo más difícil, ¿con que no interese en exceso a los ciudadanos? Casi todo o una parte muy importante.

Esparta ha pasado a la historia, también, por ser una pieza clave en el modelo de educación estatal

Los espartanos fueron un pueblo esclavista, no el único, por supuesto. El problema es que esa querencia por tener esclavos tenía un contratiempo: cuando tuvieron que afrontar grandes catástrofes, un terremoto en el V a.C., o las guerras del Peloponeso, los esclavos aprovechaban esa debilidad para tratar de liberarse. Un pequeño inconveniente que la sociedad espartana resolvió implantando un austero régimen militarista. La base fundamental de ese régimen era Esparta, y los medios eran los espartanos, que debían someter su vida a esa idea: unos entrenándose para ser soldados imbatibles y otras trayéndolos al mundo y criándolos (eugenesia aparte), sólo hasta los 5-7 años, pues como bien muestra la película, a partir de entonces era Esparta, es decir, el Estado espartano, el que se ocupaba de su educación, por el bien del Estado.

Así, Esparta ha pasado a la historia, también, por ser una pieza clave en el modelo de educación estatal. Una idea de modelo que, por supuesto, el grupo de políticos de la Subcomisión parlamentaria que se constituyó la semana pasada para definir el pacto educativo, no abandonará. Sin embargo, ahí se encuentra el problema: ¿cómo tratar de mejorar la educación y sus problemas cuando no se quiere rediseñar las bases de ese sistema legal que crea esos problema?

Desde entonces, mientras que los servicios que han podido prestarse libremente han ido evolucionando, los cambios en la educación estatal han brillado por su ausencia

Quién sea el suministrador de un servicio y qué tipo de incentivos acostumbre a crear dentro de su organización impacta de lleno en el diseño del producto que se ofrece. Las bases de los servicios del Estado son la minimización del usuario o cliente, pues se financia coactivamente a través de impuestos y no en función de su satisfacción (y las elecciones democráticas no revelan las opiniones de los usuarios), la creación de grandes organizaciones burocráticas cuyo cambio es lentísimo, si es que se existe, y la asunción de un modelo educativo mecanicista inspirado en las organizaciones fabriles imperantes en la revolución industrial y los medios de entonces. Desde entonces, mientras que los servicios que han podido prestarse libremente han ido evolucionando, los cambios en la educación estatal han brillado por su ausencia.

De hecho, Platón, el gran admirador de Esparta y su modelo educativo, trató de justificar su rechazo a la innovación y su querencia por la uniformidad estática. Una de sus preocupaciones fue que los niños fueran igual que la generación precedente para que no quisieran instituciones o leyes nuevas, llegando a hablar de censura y adoctrinamiento para tal fin (en Las Leyes y La República). La misma idea de fondo que tenía Aristóteles: el Estado debía ofrecer la educación que al Estado interesaba, sin dar entrada a la complejidad de la sociedad y su evolución.

Platón, el gran admirador de Esparta y su modelo educativo, trató de justificar su rechazo a la innovación y su querencia por la uniformidad estática

Uno de los grandes intelectuales a favor de la planificación de la sociedad por parte de un Estado benevolente, y uno de los padres del Estado del Bienestar, el sociólogo Lester Frank Ward, pensaba que uno de los méritos de la educación estatal era la de evitar y proteger a los educadores de «los caprichos» de la variedad y heterogeneidad de las mentes de los clientes, es decir, de atender a las diferentes opiniones y creencias de los padres.

Y esas ideas contra la innovación, la diversidad, y a favor de la uniformidad y la congelación de un servicio que sigue esencialmente igual desde que empezó a suministrarse, son rasgos que muchos liberales trataron de hacer ver en debates como el acaecido en Inglaterra en el siglo XIX cuando el Estado británico comenzaba a apoderarse de la educación. Se les denominó Voluntaristas, y precisamente lo que defendían, principalmente, era la voluntariedad. La libertad educativa es esencial porque es una rama más de la libertad, señalaban. Y cuando se mencionaban el modelo uniformizador espartano como solución a la decadencia de la cultura británica, los voluntaristas defendían la diversidad y la competencia como las precondiciones del progreso del conocimiento. Y no sólo la diversidad, sino la diferencia de opiniones (la disensión como respuesta al control arbitrario, según Herbert Spencer).

Es decir, aplicaban los mismos principios para exigir la libertad de prensa, la libertad de conciencia, la libertad de religión, la separación Iglesia y Estado, para demandar la libertad educativa. Sus imperfecciones no pueden ser una excusa, puesto que de lo contrario deberían establecerse Ministerios de la Prensa, de la Religión, de la Alimentación, etc. Alertaron del peligro de la incoherencia de tener libertad en unas esferas y en otras no, y de la rigidez, uniformidad, burocratización y de la consideración de los estudiantes como «tropas», que finalmente se ha ido viendo en la educación actual (a pesar de los ímprobos esfuerzos de una parte de los maestros del sistema).

Es necesario alejar a la escuela de esa concepción de burbuja, que haya más diversidad de currículos, materias y formatos en el proceso de aprendizaje

Estos son los problemas que hoy día tienen que afrontar unos elegidos, que terminarán por modificar el sistema, sin cambiarlo. Sin añadir el elemento de la voluntariedad (los padres eligen y pagan a los educadores que quieren para sus hijos, o lo son ellos mismos) que propicie dotar al modelo de enseñanza actual de una variedad y diversidad de enfoques, es imposible pedir una educación en la que se sea más respetuoso con los alumnos, en la que en lugar de regirse por el ordeno y mando se usen reglas más parecidas a la realidad (contratos, acuerdos, autonomía entre partes) alejando a la escuela de esa concepción de burbuja, en la que haya más diversidad de currículos, materias y formatos en el proceso de aprendizaje, diversidad de métodos de evaluación, una educación más personalizada gracias a ganar eficiencia en el servicio y por la adopción verdaderamente real de los avances tecnológicos, abaratamiento del coste de las matrícula, etc.

Fijar quién es el suministrador del servicio, ya sea directamente a través de escuelas públicas, o indirectamente, a través de una extensa legislación que diseña cómo debe ser obligatoriamente el sector, es la reforma que no tratarán quienes son juez y parte de este servicio (legislador y suministrador principal se confunden; los suministradores secundarios, los privados, están igualmente condicionados por el legislador).

En definitiva, limitar la responsabilidad de los padres explica por qué la educación sea «importante» para el sistema legal, para la definición del Estado, pero no urgente (como muestra el CIS). Será muy difícil introducir pedagogías diferentes y hábitos más acordes con el mundo real para un suministrador que no se basa en los principios del mundo real (acuerdos voluntarios, innovación, cambio, etc.). Mientras no haya debates como en la época de los Voluntaristas, obviamente, mucho más amplios que los que puedan tener los miembros de la mencionada Subcomisión, seguiremos en Esparta.

Fuente: http://www.vozpopuli.com/la_tribuna_de_adria_perez_marti/Pacto-educativo-seguimos-Esparta_7_1002269765.html

Imagen: http://images.vozpopuli.com/2017/02/23/la_tribuna_de_adria_perez_marti/Imagen-pelicula_1002210182_6053743_660x308.jpg

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Puerto Rico: Universidades crean estrategias ante la crisis

Puerto Rico/16 de Enero de 2017/Metro

En entrevista con Metro, directivos del Consejo de Educación exponen problemas que han enfrentado las instituciones.

La crisis económica y social que atraviesa el país ha trastocado el área de educación en todos sus niveles académicos, lo que ha obligado a las instituciones, especialmente universitarias, a repensar sus objetivos y desarrollar nuevas estrategias.

En entrevista con Metro, miembros del Consejo de Educación de Puerto Rico (CEPR) destacaron que la emigración, la falta de nacimientos y la drástica reducción en matrícula de los últimos años han obligado a que las instituciones universitarias se reinventen.

  “Hay una situación demográfica en el país, que no es un secreto para nadie, no solamente de la emigración, sino de la falta de nacimientos”, dijo el director ejecutivo del CEPR, David Báez Dávila, quien señaló que “las instituciones tienen un gran reto en todos los niveles de como trabajar con esa situación demográfica que ha conllevado cierre de escuelas y colegios”.

Por su parte, el director del Área de Evaluación, Planificación, Estadísticas e Investigación, Jaime Calderón Soto, sostuvo que “la crisis como todas las otras cosas tiene sus cosas positivas. Está obligando a las instituciones a desarrollar formas nuevas de hacer lo que venían haciendo. Han tenido que revisitar sus currículos, la articulación de programas”.

Expresó que “por 50 años Puerto Rico solo supo crecer, creció la población, creció la urbanización, el crecimiento de la cantidad de instituciones, pero tiene poca experiencia en cómo reducir, en cómo reacomodar, y esta crisis está llevando a replantearse eso”. En un análisis realizado recientemente por Calderón, de 90 unidades académicas universitarias, 50 han perdido matrícula entre un 20 y 87 % y “dentro de esas, hay 15 que en los próximos dos años podrían verse en peligro de existir”.

El director del CEPR advirtió que otra situación es que más del 90 % de los estudiantes subgraduados reciben beca Pell, por lo que, si esa fuente se agota, “muchas instituciones tendrían que cerrar sus operaciones”.

Mientras, indicó que, así como la escuela pública ha cerrado algunos planteles, periódicamente se reciben solicitudes de cierres de colegios que, en su mayoría, son por razones financieras y de poca matrícula, mientras que, a nivel superior, las universidades se han visto obligadas a cerrar programas académicos para desarrollar otros innovadores. De hecho, actualmente hay sobre 6,000 programas, a diferencia de los 5,300 que había hace dos años.

La directora de Licenciamiento y Acreditación del CEPR, Blanca E. Rivera, explicó que aquellos programas que se cierran en las universidades son porque tienen poca o ninguna demanda, como el caso de educación preescolar y sistemas de oficina, “porque es una preparación que ha evolucionado”. Ante esta situación, el director de Estadísticas detalló que las instituciones, especialmente las de educación superior, han desarrollado una serie de estrategias para reinventarse.

Una de las estrategias que más se destaca según la directora de Licenciamiento es que algunas instituciones universitarias han expandido sus servicios a las PTV y nivel elemental y superior, esto en busca de mantener a los estudiantes en la institución. “Se han perdido más de 250 mil estudiantes en educación básica, es decir, que se están sacando las posibilidades de que haya estudiantes que se matriculen en las instituciones de educación superior, por lo que con esta estrategia buscan mantener al estudiante interesado en continuar sus estudios ahí”, agregó el funcionario que analiza estadísticas.

Otra de las estrategias que expresó el jefe del CEPR es que algunas de las universidades han buscado presencia en el exterior ya sea por operaciones o educación a distancia. Por ejemplo, el Sistema Universitario Ana G. Méndez ya tiene campus en Texas, Florida y Maryland. Báez Dávila sostuvo que, a nivel del Consejo, han comenzando a realizar iniciativas para apoyar al sector educativo, como insertarse en el programa Campus Puerto Rico. “Este es un sector que crea mucho empleo”, dijo director del CEPR, mientras señaló que es momento de ver la educación también como una industria.

“El sistema educativo emplea a 60 mil docentes. Si a eso le agregas como 20 mil administrativos, andas con una empleomanía de 80 mil puestos”, agregó el director de Estadísticas, al señalar que es un sector que mueve 7 mil millones de dólares anuales.

Se reinventan los centros de estudio

  1. Desarrollo de programas académicos innovadores
  2. Educación virtual o a distancia
  3. Patrocinios y ofrecimiento K-12
  4. Campañas publicitarias intensivas
  5. Reclutamiento de alumnos extranjeros
  6. Ofrecimientos programas técnico-vocacionales
  7. Acuerdos y consorcios
  8. Competitividad académica en ciencias y tecnología
  9. Instituciones nuevas con otras ofertas.                                                                                                                                                                                               Fuente: https://www.metro.pr/pr/noticias/2017/01/11/universidades-crean-estrategias-crisis.html
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