Mi condena

Por:  Daniel Seixo

 

"El mejor truco del Diablo fue convencer al mundo de que no existía, pero sabemos que no se ha ido." 
The Usual Suspects 

"Al Fascismo no se le discute, se le destruye."
Buenaventura Durruti

Querido lector:

Se me pide una condena y por tanto, permíteme que abochornado por la escasa calidad del típico sainete previo al mitin que el presidente de Vox, Santiago Abascal, ha ofrecido en esta ocasión en Sestao, me preocupe por su pobre puesta en escena y la decadente calidad del espectáculo político general en el estado español y os diga por ello que nuestra estrella, tan feliz hasta hoy, está amenazada seriamente por nuestros propios errores.

No permitamos pues que la falsa apariencia de neutralidad y el buenísimo no correspondido por parte de quienes clara y abiertamente se han situado al frente del discurso fascista, frene nuestra fuerza, no permitamos que nuestra confianza en la inexistente humanidad de quienes ven en nosotros únicamente un enemigo a batir, logre frenar la acción antifascista directa. Aquella que desde la militancia y en los barrios, supone el muro de contención más directo contra la amenaza fascista. El pueblo vasco ha dado sobrada muestra en numerosas ocasiones de su actitud frente al fascismo y lo sucedido en Sestao, no supone sino una muestra más del profundo carácter antifascista y la activa militancia política de gran parte de la población de Euskal Herria, vecinos y vecinas, militantes, compañeros de trabajo y de estudios, diversas vidas y diversos motivos tras cada uno de los rostros de quienes ante la visita de la formación de Santiago Abascal, han decidido mostrar su rechazo firme y contundente al discurso del odio, la provocación y la discriminación.

Ante todo la verdad, y la verdad es mi señor que nosotros perdimos la batalla contra el fascismo, la perdimos abandonados a nuestra suerte por las democracias burguesas occidentales que pese a su supuesta neutralidad, tomaron claro partido en la Guerra Civil española al permitir la participación del ejército fascista italiano y las tropas de Hitler  por parte del bando sublevado. Perdimos la guerra y perdimos una nueva oportunidad de confrontar al fascismo cuando no supimos presentar batalla a la herencia franquista durante la transición y es por eso que todavía hoy, soportamos en nuestras propias carnes los claros tics antidemocráticos de nuestra política y a una timorata izquierda. Perdimos la batalla contra el fascismo cuando no supimos tejer alianzas internacionales contra el sistema capitalista y nos avergonzamos de nuestras luchas y de nuestra identidad, para abrazar las corrientes políticas procedentes precisamente de los países que en su momento nos abandonaron. Y la perdimos muy especialmente, cuando decidimos que política y barricadas eran ya incompatibles.

No se trata por tanto la lucha antifascista que hoy tratamos de un intento por ganar batallas pasadas, ni de nostalgia o meros actos de reivindicación de algo ya únicamente propio de la historia. No, a lo que aquí me refiero, por lo que aquí se pide mi condena, son actos de ferviente actualidad. Es sin lugar a dudas, una nueva etapa del desafío fascista lo que desde la izquierda enfrentamos y no temo por ello asegurar que las posturas que en Sestao se confrontaban a una y otra orilla del cordón policial, eran una vez más la de fascistas contra antifascistas.

Señor  concluyamos, que ya es tiempo.

Yo Condeno al partido de Santiago Abascal y a su propia persona por ejercer la estrategia de la provocación, acudiendo a poblaciones claramente contrarias a sus postulados políticos sin la más mínima intención de convencer, sino únicamente con el deseo de provocar incidentes con los que aumentar la presión política y sus posibles apoyos electorales por la vía de la confrontación.

Condeno a los dirigentes de Vox por hacer un uso deleznable e intolerable del pueblo vasco, buscando la criminalización del mismo con el único objetivo de lograr recabar votos en sus feudos tradicionales en otros puntos de la península.

Condeno a Rocío de Meer por su esperpéntico espectáculo en una tierra que sabe bien lo que es la violencia y la verdadera sangre derramada y que por ello jamás recibirá de buen agrado a aquellos que una y otra vez lanzan soflamas al ejército en busca de un posible golpe de estado.

Condeno de nuevo a la señora Rocío de Meer por cambiar su versión sobre lo sucedido en Sestao sobre la marcha y hacer de la supuesta agresión que denuncia en redes sociales y ante la prensa, pero de momento no ante las autoridades, un espectáculo de confrontación en busca de un posible crecimiento del odio que le otorgue meros réditos electoralistas.

Condeno a su vez a la prensa servil con el fascismo, aquella que indiferentemente en Altsatsu o en Sestao, se sitúa contra el pueblo y sin profundizar en la búsqueda de pruebas o contrastar las diferentes versiones, lanza todo su peso sin justicia alguna contra la parte más débil en sus titulares

Y por último: yo condeno a toda esa progresía burguesa de falso antifascismo de triángulo rojo en redes sociales, que puntualmente reniega del antifascismo directo cuando ante la amenaza ultra y la represión policial, demuestran ser los únicos que verdaderamente dan la cara. No solo condeno a ese falso progresismo, sino que reniego de cualquier relación política con ellos.

En cuanto a las personas a quienes condeno, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento por ellas más que el profundo desprecio que a todo antifascista le provocan las posturas reaccionarias. Las considero por tanto fuera de toda lógica política y el acto que realizo aquí, no es más que un medio para intentar llamar la atención sobre el tremendo error de considerar al fascismo un interlocutor válido y digno de solidaridad..

Solo un sentimiento me mueve, solo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma, un deseo para que quienes hoy se lamentan por el triste y fingido llanto del fascismo en Sestao, no tengan nunca que vivir en sus propias carnes el efecto de su llegada al poder. La única vía para impedirlo es la de un antifascismo activo y combativo.

Todavía hay tiempo para reaccionar. Así lo espero.

Fuente e imagen:  https://nuevarevolucion.es/mi-condena/


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Nuevas Reflexiones

Por: Giorgio Agamben

¿Estamos viviendo, con este confinamiento forzado, un nuevo totalitarismo?

«En muchos aspectos se formula ahora la hipótesis de que estamos viviendo el fin de un mundo, el de las democracias burguesas, basado en los derechos, los parlamentos y la división de poderes, que está dando paso a un nuevo despotismo que, en lo que respecta a la omnipresencia de los controles y el cese de toda actividad política, será peor que los totalitarismos que hemos conocido hasta ahora. Los politólogos estadounidenses lo llaman el Estado de Seguridad, es decir, un Estado en el que «por razones de seguridad» (en este caso, «salud pública», término que hace pensar en los notorios «comités de salud pública» durante el Terror) se puede imponer cualquier límite a las libertades individuales. En Italia, después de todo, estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo a una legislación de decretos de emergencia por parte del poder ejecutivo, que de esta manera sustituye al poder legislativo y de hecho suprime el principio de la división de poderes en el que se basa la democracia. Y el control que se ejerce a través de las cámaras de vídeo y ahora, como se ha propuesto, a través de los teléfonos móviles, supera con creces cualquier forma de control ejercido bajo regímenes totalitarios como el fascismo o el nazismo».

En lo que respecta a los datos, además de los que se reunirán por medio de los teléfonos móviles, también habría que reflexionar sobre los que se difunden en las numerosas conferencias de prensa, a menudo incompletos o mal interpretados.

«Este es un punto importante, porque toca la raíz del fenómeno. Cualquiera que tenga algún conocimiento de epistemología no puede dejar de sorprenderse de que los medios de comunicación hayan difundido durante todos estos meses cifras sin ningún criterio científico, no sólo sin relacionarlas con la mortalidad anual del mismo período, sino incluso sin especificar la causa de la muerte. No soy ni virólogo ni médico, pero simplemente citaré fuentes oficiales fiables. 21.000 muertes para Covid-19 parecen y son ciertamente una cifra impresionante. Pero si se comparan con los datos estadísticos anuales, las cosas, como es debido, adquieren un aspecto diferente. El presidente del ISTAT, el Dr. Gian Carlo Blangiardo, anunció hace unas semanas las cifras de mortalidad del año pasado: 647.000 muertes (1772 muertes por día). Si analizamos las causas en detalle, vemos que los últimos datos disponibles para 2017 registran 230.000 muertes por enfermedades cardiovasculares, 180.000 muertes por cáncer, al menos 53.000 muertes por enfermedades respiratorias. Pero hay un punto que es particularmente importante y que nos concierne de cerca.

¿Cuáles?

«Cito las palabras del Dr. Blangiardo: «En marzo de 2019 hubo 15.189 muertes por enfermedades respiratorias y el año anterior hubo 16.220. Por cierto, son más que el número correspondiente de muertes para Covid (12.352) declaradas en marzo de 2020″. Pero si esto es cierto y no tenemos motivos para dudarlo, sin querer minimizar la importancia de la epidemia, debemos preguntarnos si puede justificar medidas de restricción de la libertad que nunca se han tomado en la historia de nuestro país, ni siquiera durante las dos guerras mundiales. Existe una duda legítima de que al sembrar el pánico y aislar a la gente en sus hogares, la población se ha visto obligada a asumir las gravísimas responsabilidades de los gobiernos que primero desmantelaron el servicio nacional de salud y luego, en Lombardía, cometieron una serie de errores no menos graves al enfrentar la epidemia».

Incluso los científicos, en realidad, no ofrecieron un buen espectáculo. Parece que no pudieron dar las respuestas que se esperaban de ellos. ¿Qué opinas?

«Siempre es peligroso dejar las decisiones que en última instancia son éticas y políticas a los médicos y científicos. Verán, los científicos, con razón o sin ella, persiguen de buena fe sus razones, que se identifican con el interés de la ciencia y en nombre de las cuales – la historia lo demuestra ampliamente – están dispuestos a sacrificar cualquier escrúpulo moral. No necesito recordarles que bajo el nazismo científicos muy estimados dirigieron la política de eugenesia y no dudaron en aprovechar los lagers para llevar a cabo experimentos letales que consideraban útiles para el progreso de la ciencia y el cuidado de los soldados alemanes. En el presente caso el espectáculo es particularmente desconcertante, porque en realidad, aunque los medios de comunicación lo oculten, no hay acuerdo entre los científicos y algunos de los más ilustres entre ellos, como Didier Raoult, tal vez el mayor virólogo francés, tienen opiniones diferentes sobre la importancia de la epidemia y la eficacia de las medidas de aislamiento, que en una entrevista calificó de superstición medieval. He escrito en otra parte que la ciencia se ha convertido en la religión de nuestro tiempo. La analogía con la religión debe tomarse al pie de la letra: los teólogos declararon que no podían definir claramente lo que es Dios, pero en Su nombre dictaron reglas de conducta a los hombres y no dudaron en quemar a los herejes; los virólogos admiten que no saben exactamente qué es un virus, pero en Su nombre afirman decidir cómo deben vivir los seres humanos».

Se nos dice – como ha sucedido a menudo en el pasado – que nada volverá a ser lo mismo y que nuestras vidas deben cambiar. ¿Qué crees que pasará?

«Ya he intentado describir la forma de despotismo que debemos esperar y contra la que no debemos cansarnos de estar en guardia. Pero si, por una vez, dejamos de lado la actualidad y tratamos de considerar las cosas desde el punto de vista del destino de la especie humana en la Tierra, recuerdo las consideraciones de un gran científico holandés, Ludwig Bolk. Según Bolk, la especie humana se caracteriza por una inhibición progresiva de los procesos naturales de adaptación al medio ambiente, que son sustituidos por un crecimiento hipertrófico de los dispositivos tecnológicos para adaptar el medio ambiente al hombre. Cuando este proceso supera un cierto límite, llega a un punto en el que se vuelve contraproducente y se convierte en la autodestrucción de la especie. Fenómenos como el que estamos experimentando me parece que muestran que se ha llegado a ese punto y que la medicina que se suponía que iba a curar nuestros males corre el riesgo de producir un mal aún mayor. Incluso contra este riesgo debemos resistir con todos los medios».

Fuente e imagen: https://ficciondelarazon.org/2020/04/22/giorgio-agamben-nuevas-reflexiones/

 

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