Por: Lucía Rivera Ferreiro, Roberto González Villarreal, Marcelino Guerra Mendoza. 02/06/2021
Era 13 de mayo del 2020, apenas habían transcurrido 51 días de confinamiento cuando el gobierno federal ya anunciaba un conjunto de medidas y etapas para regresar a “la nueva normalidad”. El presidente aseguró que tras la fase crítica de la epidemia (sic), el plan era voluntario (Plan de AMLO para regresar a actividades es voluntario ).
Una semana después, el entonces secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán, declaraba que para reanudar clases presenciales en el país las escuelas deberían contar con agua potable, usar gel antibacterial y promover el lavado constante de manos para evitar los contagios de coronavirus. Dijo que se estaba trabajando junto con la Secretaría de Salud para definir un protocolo de seguridad sanitaria que se aplicaría en las escuelas a fin de que los espacios escolares fuesen seguros; reconoció también que los menores podían ser transmisores del virus (Analizan aplazar calendario escolar 2020-2021: SEP)
Quince días después, la SEP anunciaba junto con la Secretaría de Salud, las nueve medidas de bioseguridad escolar:
1. Activación de los Comités Participativos de Salud Escolar, que, entre otras tareas, definiría la estrategia para realizar acciones de limpieza y desinfección en las escuelas.
2. Acceso a jabón y agua en las escuelas para prevenir contagios.
3. Cuidar al magisterio, los docentes que estén en grupos de riesgo regresarán a las aulas cuando sea seguro completamente.
4. Uso obligatorio de cubrebocas
5. Mantenimiento de la Sana Distancia
6. Maximización del uso de espacios abiertos.
7. Suspensión de cualquier tipo de ceremonias y reuniones.
8. Detección temprana de contagios.
9.- Apoyo socioemocional para alumnos y docentes.
También hace un año, la SEP anunció fechas referenciales para el regreso a actividades e inicio del Ciclo Escolar 2020-2021, en los tres niveles educativos. Incluso presentó un calendario de actividades, aclarando que su cumplimiento dependía de que el semáforo sanitario estuviese en verde. Entre otras acciones contempladas, se incluía un curso remedial a realizarse del 10 al 14 de agosto y una evaluación diagnóstica del 17 al 28 de agosto.
Pero la necia realidad se impuso, los contagios y muertes no hacían sino aumentar dramáticamente, alcanzando su pico más alto en enero de este 2021. De ahí que, en más de una ocasión, la SEP se vio obligada a dar marcha atrás en su intención de regresar a clases presenciales para el segundo semestre del ciclo escolar 2020-2021.
A lo largo del ya prolongado período pandémico, hemos visto y vivido de todo, desde la pérdida de seres queridos, familiares y amigos, pasando por el desempleo, la enfermedad y sus secuelas, la modificación en nuestras formas de trabajar o de relacionarnos con los otros, por mencionar algunos ejemplos. En muchos sentidos, nosotros, los de ahora, ya no somos los que éramos antes de marzo del 2020, un tiempo en el que no prestábamos atención a nuestra salud ni aprecio por la vida. En ¡Seamos virus! dijimos que el Covid estaría con nosotrxs un buen tiempo; también que la pandemia era un ensayo de la autodestrucción que viene si seguimos con la depredación ecológica, la gestión neoliberal de la economía y de la sociedad que antepone las ganancias a lo que nos es común: salud, cuidados, educación, bienestar, alimentación, vivienda y trabajo digno.
Así ha sido, la pandemia cortó el fluir de la vida, nos ha zarandeado, trastocando todos los ámbitos de nuestra existencia. No obstante, la SEP no ha modificado ni un ápice su concepción sobre este acontecimiento; hoy como ayer, continúa enfrentándola como si fuese una contingencia, una emergencia que tarde o temprano pasará. Basta dar un vistazo a los lineamientos, orientaciones y demás documentos oficiales publicados a lo largo de este período para corroborarlo: la pandemia es una emergencia, si acaso una contingencia inesperada, y hasta ahí. ¿De qué otra forma entender la insistencia en un regreso a clases presenciales adoptando las reiteradas nueve medidas anunciado hace un año?
Si bien la intención gubernamental de un pronto retorno a las escuelas ha estado presente desde el inicio de la pandemia y el confinamiento, ha sido en las últimas semanas que la campaña oficial ha arreciado; desde el presidente hasta el subsecretario de salud, pasando por la jefa de gobierno de la Cd. de México, la titular de la SEP y autoridades educativas estatales, las insistentes declaraciones sobre el inminente regreso no cesan, no pasa un día sin que los medios traten el tema.
Curiosamente, ésta especie de Operación Regreso a Clases, se ha intensificado a medida que se aproximan las elecciones Una rápida cronología permite mostrar cómo ha ido avanzando.
- Desde enero de este año, el entonces titular de la SEP anunció que para cuando el semáforo epidemiológico estuviera en verde, las entidades que pudieran regresar a clases, lo harían mediante protocolos para salvaguardar la salud de los estudiantes, entre ellas la firma de cartas responsivas y presencia de pocos alumnos en aulas (Así planea la SEP el regreso a clases cuando haya semáforo verde y amarillo)
- Entre enero y febrero, algunos estados comenzaron a pasar a semáforo verde. En Campeche, las autoridades estatales presentaron un programa piloto para el regreso a las aulas, previsto para el martes 13 de abril. El secretario de salud local señaló que el regreso sería escalonado y voluntario, con protocolos de higiene y docentes con esquema de vacunación completo.
- En marzo, López Gatell dice que se haría una modificación a la estrategia original, que era avanzar más rápidamente en la cobertura del personal educativo. Por su alta densidad poblacional, se daría prioridad a zonas urbanas densas (Salud cambia táctica de vacunación contra COVID). Pero la SS pone y el presidente dispone.
- A partir de abril, el ejecutivo federal comenzó a pisar fuerte el acelerador político. AMLO anuncia la vacunación de alrededor de tres millones de maestros y trabajadores de la educación con la vacuna Cansino de una sola dosis (Entre el 15 y 20 de abril iniciará vacunación de maestros). Quince días después, se presenta el calendario de vacunación nacional al magisterio; la aplicación de la vacuna comienza el 20 de abril.
- Mientras tanto en Campeche -primera entidad en la que el personal del sector educativo fue vacunado-, el gobierno estatal anuncia el regreso a clases presenciales. Pero un mes después informa que ha decidido suspender actividades y cerrar las escuelas ante la ocurrencia de contagios. El presidente no pierde la oportunidad de opinar al respecto, dijo que no se debía cerrar sino aislar en caso de que hubiese un brote, pues la pandemia seguía perdiendo fuerza; podrían presentarse casos aislados, pero no era motivo de preocupación nacional. Más importante es regresar a las clases, para que “no se vuelva costumbre que los niños estén frente a la TV o internet” (“No se debe exagerar”: AMLO pide a Campeche que se mantengan abierta las escuelas)
- Funcionarios de salud también participan de esta Operación aportando su granito de arena. López Gatell, en conferencia el 24 de mayo, dijo que el regreso era seguro gracias a los protocolos generales de seguridad sanitaria, probados en espacios abiertos desde hace un año. Pero algo muy importante era no tener falsas expectativas, pues no puede asegurarse que no se presentarán casos de la enfermedad en las escuelas, “sería absolutamente fantasioso pensar que no va a haber ni un solo caso, se pueden presentar. Lo importante es que se tenga una reducción al mínimo de ese riesgo, que se tenga la capacidad de identificar tempranamente la ocurrencia de brotes para que conjuntamente, la autoridad sanitaria, la autoridad educativa y la comunidad de padres trabajen conjuntamente para responder ante este tipo de situaciones” (https://www.youtube.com/watch?v=1gl5EXL5l7g).
- De igual forma, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, en sintonía con la postura presidencial, asegura que el 7 de junio las escuelas abrirán sus puertas, acompañando el regreso con las medidas correspondientes, entre ellas el uso obligatorio de cubrebocas (Sheinbaum anuncia el regreso presencial a clases en la CDMX para el 7 de junio). Cabe recordar que, al momento de escribir estas líneas, la Ciudad de México continúa en semáforo amarillo.
- Sobre este asunto, la maestra Delfina Gómez se ha pronunciado reiteradamente; a tan solo un mes de que culmine el ciclo escolar 2020-2021, la SEP ha dicho que el regreso será escalonado, gradual y voluntario. Pero en los últimos días, la secretaria ha convocado a maestras, maestros y padres de familia a regresar a clases presenciales, primero chantajeando con la vocación (Apela Delfina Gómez a la vocación de los maestros para regresar a las escuelas) luego con el compromiso moral de los maestros (Pide Delfina Gómez a maestros tener sensibilidad y compromiso moral).
¿A qué viene todo este recordatorio? En primer lugar, permite mostrar que la intención gubernamental de regresar a clases presenciales a la brevedad posible ha estado presente durante todos estos meses de confinamiento, aunque esa intención no coincide con el comportamiento de la pandemia. En segundo lugar, da cuenta de que las frecuentes e insistentes declaraciones de diferentes funcionarios sobre el retorno a clases presenciales, que por cierto arreciaron las últimas semanas, revela una estrategia gubernamental para construir la percepción de una vuelta inevitable a clases presenciales, así sea por unas cuantas semanas, aunque las escuelas se encuentren en condiciones deplorables de infraestructura y carezcan de recursos de todo tipo.
¿Cuatro semanas resolverán el desastre educativo que ya padecíamos? ¿Vale la pena la exposición al contagio cuando los padres de los alumnos que se encuentran en el segmento de 20 a 40 años aún no están vacunados? ¿Acaso la movilidad que implica trasladarse de un sitio a otro para llegar a la escuela, utilizando además diversos medios de transporte público, dejó de ser un factor de riesgo? ¿Con vocación y voluntad se resuelve un problema de salud pública? Definitivamente no.
La pandemia mostró el lamentable estado del Sistema Educativo Nacional: infraestructura deplorable, conectividad incipiente o nula, brechas digitales, desigualdades crecientes, y sobre todo, unos planes de estudio, contenidos y enfoques de enseñanza que priorizan el logro de aprendizajes en lugar de la comprensión y actuación ante la pandemia y sus efectos.
Los ataques a profesionales de salud, las dificultades de comprensión lógica y biológica elemental, las distorsiones cognitivas que impiden reconocer la necesidad de la acción colectiva para enfrentar un acontecimiento que alteró la vida, la incredulidad en la existencia del virus, el incremento de las agresiones a las mujeres, los abusos contra los menores de edad, los déficits de atención -particularmente notables en gobernadores, diputadxs y senadorxs-, son todos ellos signos de que en la educación nacional, casi todo se está haciendo muy mal. Y no ahora, desde hace décadas.
El modo gubernamental de gestionar la educación en estos tiempos pandémicos, reafirman el divorcio radical entre los objetivos del sistema educativo con la vida, con los sentimientos, los lazos afectivos, los requerimientos cognitivos y culturales de niños, niñas, jóvenes, familias y docentes. Y es que, ante la evidente devastación anímica y afectiva de la población, las pérdidas de todo tipo más las graves secuelas en la salud física y mental de buena parte del magisterio, de los alumnos y sus familias, la SEP no se cansa de repetir una y otra vez -véanse las guías de Consejo Técnico- que “hay que ser empáticos”, pero a juzgar por las presiones que están ejerciendo, la mayor parte de las autoridades educativas de todos los niveles jerárquicos, parecen no poseer, mucho menos practicar esa capacidad de ponerse en el lugar de los otros.
La empatía se cultiva, es decir, se desarrolla y potencia. Educar en empatía implica fomentar relaciones de ayuda, cooperación y altruismo, lo que a su vez implica aprender a percibir y comprender los problemas y sentimientos de los otros, de igual forma, a expresar y compartir los propios.
Pero para el sistema educativo, la empatía no es más que un parche mal pegado, necesario para seguir caminando por una ruta trazada desde antes de la pandemia. Aprende en casa en todas sus versiones, puso de manifiesto, una vez más, la continuidad neoliberal de la reforma educativa de la IV Transformación Nacional: los aprendizajes esperados se encuentran separados del mundo, orientados a la formación de un sujeto individualista, aislado, responsable de sí mismo, obediente, eficiente, auto-regulado emocionalmente (que para eso tenemos neurociencias con sus poderosas técnicas de condicionamiento cerebral), dirigido a los requerimientos del sistema, más preocupado por la evaluación que por los problemas que aquejan a la humanidad y a los ecosistemas. De modo que, ponerse en los zapatos del otro, como se define en términos simples la empatía, se convierte en un significante vacío frente a la reiterada reivindicación de una escuela productiva en la que la educación se reduce al logro de aprendizajes instrumentales.
Lo hemos dicho siempre, la Nueva Normalidad es lo mismo que la vieja, pero en versión sanitizada; se propone gestionar las nuevas condiciones para que todo continúe igual; es la negación del acontecimiento y la ceguera a comprender y atender las causas de la pandemia y el desastre que ha dejado a su paso en México, a diferencia de otros países de mayor o igual población.
Entre las presiones, los chantajes y el voluntarismo gubernamental, ya se asoman incipientes rebeliones. Son cada vez más las madres y padres de familia que se pronuncian por el cuidado de la salud y la protección de la vida, pues sin eso, no hay derecho a la educación que valga. Utilizando su sentido común y recuperando sus dolorosas experiencias, concluyen que no vale la pena arriesgar a sus seres queridos por un retorno precipitado con propósitos confusos, así se han pronunciado en las reuniones virtuales a las que han sido convocados.
Fuente: Insurgencia Magisterial
Fotografía: etcetera