Redacción: Nueva Ciudad/30-01-2019
Si 26 personas en el mundo, tienen más riqueza que 3.800 millones, resulta necesario revisar las concepciones sobre el éxito y el fracaso. La escuela pública, sus docentes y estudiantes, se encuentran en la travesía de cuestionarlas.
A partir de un informe elaborado por la ONG Oxfam Internacional, y publicado hace unos días, nos enteramos que 26 multimillonarios reúnen una riqueza superior al de las 3.800 millones de personas más pobres del mundo.
En la Argentina, según la revista Forbes, los diez multimillonarios nacionales de mayor envergadura económica concentran una fortuna de 35.000 millones de dólares.
En la lista aparecen nombres como los de Paolo Rocca de Techint, Gregorio Perez Companc, Eduardo Eurnekian, Franco Macri y Nicolas Caputo, estos últimos dos, con vínculos directos en la administración del estado nacional.
Cabe resaltar que el sistema de acumulación económica en grupos cada vez más restringidos, va acompañado de un aumento considerable de los índices de pobreza en nuestro país.
Todos los informes, de organismos oficiales y de entidades que trabajan en el estudio de esta problemática, coinciden en afirmar que la pobreza y la indigencia han aumentado desde la llegada a la administración nacional de la alianza “Cambiemos”.
Las decisiones en política económica por parte del presidente y su gabinete, han incrementado los niveles de deterioro en la vida de los/as argentinos/as, sobre todo en las que se materializan en variables como inseguridad alimentaria, ingresos insuficientes, caída del consumo y nula capacidad de ahorro.
Además de estas dimensiones de la vida económica de la población, se agregan decisiones perjudiciales en torno a un elemento constitutivo de nuestra nación, que es, la concepción de la educación como factor de la movilidad social.
En el último coloquio de IDEA, el titular de Techint, que encabeza la lista de los más ricos de la Argentina, se metió de lleno en la discusión sobre el sistema de educación público y señaló que, “La reforma educativa es fundamental. Los docentes tienen que hacerse responsables y ser evaluados en función de los resultados que logran”.
Resulta interesante considerar que ésta intervención, de la persona más rica de nuestro país, responsabiliza directamente a la docencia argentina, sobre el éxito o fracaso de los propósitos que la sociedad espera, y objeta cualquier crítica al gobierno, que aún no ha cumplido con ninguna de sus promesas de campaña en lo relativo a mejorar el sistema educativo.
El mismo presidente Mauricio Macri, en conjunto con la gobernadora Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, parecen tomar los dichos de Rocca, como si fueran parte de una receta común, pregonando en diferentes oportunidades contra la organización de los maestros y maestras argentinas, incluso negando derechos básicos, como la paritaria nacional, lugar institucional donde se discuten, además de las pautas salariales, las condiciones de trabajo y los proyectos educativos.
La complejidad del asunto es que, además de avanzar contra los derechos de los docentes, han intensificado la embestida contra los alumnos/as y estudiantes de la escuela pública.
La enumeración de atentados contra los/as estudiantes y docentes del sistema es inagotable: la desatención estructural de las escuelas provinciales, que ha costado la vida de Sandra Calamano y Rubén Rodríguez por la explosión de una escuela en Moreno; la falta de miles de vacantes en educación inicial en la Ciudad de Buenos Aires; el incumplimiento de promesas de campaña, que establecía la construcción de escuelas en todo el país; y recientemente la decisión de Rodríguez Larreta de cerrar las escuelas nocturnas secundarias, destinadas para población joven y adulta que se por lo general se encuentra económicamente activa, pero en situación de vulneración de derechos; son algunos puntos de una innumerable lista de decisiones políticas que deterioran el presente y el futuro de las generaciones.
La escuela pública, desde su nacimiento en Argentina, ha contribuido a la movilidad social con una vocación de integración cultural y solidaridad colectiva.
Desde esta columna nos preguntamos, ¿no es la escuela pública el lugar por excelencia para debatir la concentración exagerada de las riquezas? ¿La educación, no es acaso, la herramienta transformadora de las sociedades para que todos/as puedan vivir en un marco de mayor justicia social?
Los consejos de los multimillonarios, a la hora de establecer líneas de acción sobre la educación pública, condensan los intereses de su clase, pero al mismo tiempo generan opinión pública desde su propia perspectiva del éxito, que eclosionan directamente con los intereses de una educación democrática, justa y de calidad.
Si 26 personas en el mundo, tienen más riqueza que 3.800 millones, resulta necesario revisar las concepciones sobre el éxito y el fracaso.
La escuela pública, sus docentes y estudiantes, se encuentran en la travesía de cuestionarlas, de pensar nuevos lazos de solidaridad, de encontrar rumbos de transformación social que nos permitan vivir dignamente a todos, sin el horizonte de la exclusión y la explotación de unos pocos sobre el resto.
El cierre de escuelas nocturnas, y las decisiones políticas del macrismo, en torno a la educación, contribuyen a una sociedad cada vez más fragmentada y desigual, donde la pobreza no tiene rostro, y los multimillonarios sin escrúpulos, son el modelo a imitar.
La garantía de una sociedad más justa no se encuentra en las declaraciones, ni en las obscenas fortunas de estos hombres “conocidos”, sino en la perseverancia de los cientos de miles de maestros, maestras y estudiantes, que todos los días construyen la patria.